¡Hosanna! ¡Hosanna!

Jesús, cantamos ‘Hosanna’ y también gritamos ‘Crucifícalo’. Toma nuestros corazones y acércalos a Ti cuando estamos protestando para que podamos cantar tus alabanzas en cada momento.

Tomo un ramo de palma en mi mano y con toda la emoción presente lo levanto más alto y lo muevo de un lado a otro cantando ‘¡Hosanna! ¡Hosanna!’ Todos a mí alrededor hacen lo mismo; los niños están brincando, sonriendo, y bailando mientras caminemos de la parte de atrás de la iglesia a nuestros asientos. Hay una euforia llena de alegría aquí porque es Domingo de Ramos.

Pero no demora mucho para que el ambiente cambie a uno bien serio mientras escuchemos el Evangelio. Da escalofríos pensar que tan rápido podemos cambiar de alabanza a protesta, ¿no crees? Es como si el Evangelio fuera una reflexión de nuestras propias vidas – cambiando de alabar a Dios en todas sus obras a protestar el daño que nos hayan hecho o las condiciones injustas o cualquier cosa que nos ha llenado de preocupación. Incluso Pedro, la roca más firme, se cambia de alabanza a protesta cuando niega que conoce a Jesús.

Me pregunto ¿cómo se vería si podríamos ir de alabanza en alabanza? La Resurrección nos da el fundamento para dar alabanza en lugar de protesta. Pero es difícil caminar del Domingo de Ramos por el Calvario a la Resurrección. Podemos estancarnos en el camino antes de llegar a la Resurrección. Las lecturas de hoy nos recuerden que es muy común que empecemos con alabanzas pero terminemos con protestas. Todos le cantamos ‘Hosanna’ y también decimos ‘Crucifícalo!

Pero la misericordia de Dios nos ofrece algo más profundo. Ese algo más profundo es el mismo Jesús. Jesús, el primero que caminó del Domingo de Ramos hasta la tumba vacía. Sin importar que tan grande sea nuestra protesta, Jesús lo ha visto y ya lo enfrentado. Todavía nos está ofreciendo su amor interminable. Jesús invita el amor a entrar en nuestro enojo, nuestra frustración y nuestra apatía. Abracemos esta invitación para estar envueltos en la alabanza de Dios.

¿Cuál protesta en mi vida Jesús me pide entregarle para transformarlo en alabanza?

Apareció

Buscaron a Jesús y dijeron el uno al otro mientras estaban en el templo, “¿Qué crees? ¿Que no vendrá a la fiesta?” Juan 11:56

En el Evangelio de hoy, la gente se pregunta si Jesús iba a llegar a la Fiesta de la Pascua Judía. Por supuesto se referían a la fiesta que al final era La Última Cena; pero, ¿alguien sospechaba que Jesús mismo sería el banquete Pascual?

Muchas veces en mi vida yo también me he preguntado si Jesús iba a aparecer, momentos cuando he estado afligida y preocupada, cuando me despidieron de mi trabajo, cuando un miembro de mi familia estaba enfermo, cuando mi matrimonio estaba tumultuoso…cuando falleció mi hijo.

Momentos como estos son momentos de espera y momentos de fe. Mañana celebro 15 años de haber vuelta a la fe. Hace quince años, Dios me acordó que de hecho sí apareció. Me acordó que estaba allí en mi bautizo, mi confirmación, y ha caminado a mi lado a través de toda la vida, pero antes de ese momento hace quince años, no lo buscaba.

La conversión me encaminó a un cambio de vida para saber y confiar que Dios me amaba. Pero de verdad me amaba. Incluso con esta gran conversión, a veces todavía dudo. Quizá tú también dudas.

Mientras no preparamos para entrar en la Semana Santa, nuestra propia Pascua Judía, les invito a reflexionar sobre cómo pueden confiar que Jesús va a aparecer en sus vidas y en sus luchas.

Oremos:

Querido Jesús, por favor demuéstrame las maneras que has aparecido en mi vida.

Ayúdame a confiar que siempre estarás conmigo.

¿Cómo Me Fue?

Mientras nos acerquemos al final de esta época de Cuaresma tan llena de gracia, podríamos tener la tentación de preguntarnos cómo nos ha ido. ¿Me olvidaba frecuentemente de mis propósitos cuaresmales? ¿De alguna manera he fallado en la Cuaresma del mismo modo que fallé en mis propósitos del Año Nuevo?

Si estas palabras te resuenan, estás en buena compañía. Muchas, muchas personas que encuentro durante las misiones parecen querer saber cómo les va en su vida espiritual. Pero la verdad interesante e incluso sorprendente al centro de nuestras vidas constantemente nos trae nueva esperanza. Es una esperanza que no está fundada en nuestras habilidades y talentos y victorias, sino en SU fidelidad y poder para conquistar todo por la sangre de Su cruz. Aunque tu camino espiritual y mi camino espiritual dependen de nuestra disponibilidad de seguirlo, es Él quien dirige nuestras vidas.

Si tomamos un momento para ampliar nuestra visión de la Cuaresma 2018 más allá que nuestras resoluciones, ¿Qué encontramos? Quizá vemos equivocaciones, pero lo más probable es que vemos muchas oportunidades para estirarnos y crecer en el amor, más de lo que hubiéramos podido planear en nuestras pequeñas programas cuaresmales. Así que, quizá nos encontraremos en un momento en lo cual podemos ofrecerle al Señor algo que dice la escritura es más agradable a Dios: un corazón humilde y contrito. Es decir un corazón completamente entregado a sus maneras. Y me atrevo a adivinar que si vemos por detrás con estos ojos, veremos que nuestros proyectos Cuaresmales eran mucho más ricos y variados de lo que podríamos haber imaginado. Él es quien causa los resultados. Vamos a ofrecer todo a Él.

No se queda en nuestras imperfecciones con que somos capaces de entregarlas a Él.

Dios siempre está diciendo hoy es el día de la salvación. ¿Vamos a escoger permitirlo salvarnos incluso de la necesidad de saber que hemos sido exitosos con la Cuaresma? Creo que permitirlo el espacio para obrar puede ser la clave para terminar la Cuaresma bien.

La Verdad te Librará

Todos queremos ser libres, verdad? El Evangelio de hoy se trata de la libertad.  Como niño, quise estar libre de las reglas y normas. Como adulto joven, quiero estar libre de la deuda de la universidad. Seguro en unos años más, voy a querer librarme de otras cosas nuevas. A ninguno de nosotros nos gusta ser esclavizados. Me hace acordar de uno de mis musicales favoritos, Les Miserables.

Por si acaso no lo hayan visto, la obra empieza cuando libran al personaje principal, Jean Valjean, de la prisión. Tiene toda su vida por delante y por fin es libre. Tiene que escoger; puede intentar a vivir una vida honesta o puede volver a su vida previa de ser ladrón. Un obispo le da hospedaje para la noche, le da de comer y donde dormir, pero cuando el obispo va a su cuarto esa noche, Jean Valjean escoge su camino. Escoge la esclavitud, le roba plata al obispo y se va corriendo. Por supuesto lo agarran pero cuando lo traen al obispo para confirmar el robo, el obispo dice que le ha regalado la plata a Jean Valjean. Estas son las palabras del obispo al hombre:

Pero acuérdate de esto, mi hermano,

Ve en esto un plan más alto.

Tienes que utilizar esta plata preciosa

Para llegar a ser un hombre honesto.

Por el testimonio de los mártires,

Por su pasión y su sangre,

Dios te ha levantado de las tinieblas:

He salvado tu alma para Dios.

En la cultura de hoy, consideramos la libertad como hacer lo que queremos, en el momento que queremos y con quienes queremos. Este tipo de mentalidad fue liderado por la revolución sexual de los años 60 y 70. Pero tenemos que preguntarnos, ¿qué es la libertad verdadera? ¿Realmente es hacer lo que nos da la gana? Hice lo que quise en mi juventud y no encontré la felicidad a causa de varios años adicto a la pornografía. No era hasta que me di cuenta que la libertad verdadera tiene que empezar con la verdad que mi vida empezó a cambiar y empecé a experimentar una paz verdadera.

Pero ¿Qué es la verdad? Esa pregunta vibraba por las paredes del palacio romano hace más de 2,000 años en el Viernes Santo. ¿Qué es la verdad? Felizmente, Jesús responde a la pregunta diciendo, “Yo soy el camino, la verdad y la vida.” Así que, si Jesús es la verdad y nosotros fuimos creados por Dios, entonces Juan Pablo II tenía razón cuando dijo, “La libertad no consiste en hacer lo que nos gusta sino en tener el derecho de hacer lo debido.” Es vivir de la manera que Dios nos ha mandado, no porque Dios es una figura autoritaria que quiere controlar sino porque nos ha creado y conoce nuestros corazones y sabe cómo vamos a ser felices.

Ya no pensamos en la libertad de esta manera hoy día. Preferimos ejercitar nuestra “libertad” y al final esclavizarnos más a nuestras preferencias precarias. Pablo lo reconoce cuando dice en las escrituras, “No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco.” Solo confiando que Dios sabe lo mejor para nosotros y que nos ha creado de cierta manera que podamos empezar a vivir con libertad en esta verdad.  

De semejante manera, Jean Valjean en Les Miserables escucha al consejo del obispo. Se da cuenta de su dignidad como hijo de Dios y que a causa de esta dignidad, debe vivir de cierta manera. Empieza a servir a los menospreciados de la comunidad y disfruta la libertad verdadera.  

Todos tenemos la opción. La voluntad propia no nos da el derecho de trabajar en contra de nuestro Creador, pero sí nos da la opción. Podemos seguir los caminos del mundo y esclavizarnos por el dinero, el poder, la avaricia o la lujuria, o podemos empezar a vivir en la verdad, y esa verdad nos librará.

Excesivo, Extravagante, Temerario

Prodigo: Adjetivo

Excesivo, Extravagante, Insensato.

“Corrió”. (Lucas 15:20)

En mi salón de 6to grado hace poco estudiamos la parábola del Hijo Pródigo. Antes de leer el cuento, pregunté a los alumnos si se acordaban de la historia de las escrituras. Dijeron que el hijo quería la herencia de su padre, que gastó todo su dinero, que comía con los cerdos y luego quiso regresar a su padre. Después de acordar los detalles del cuento, les puse un video de la parábola desde la perspectiva de un hombre a través de la poesía “slam”. La poesía slam es un tipo de poesía que expresa la historia personal de uno o una lucha de forma intensamente emotiva. Es muy potente, sincero y conmovedor. Habían tres videos con tres perspectivas diferentes de la poesía slam: el Hijo Prodigo, el Hijo Mayor, y el Padre.

En el video del Hijo Pródigo, el hijo habla apasionadamente de su experiencia. Sus palabras son intensos mientras describe el proceso de su pensamiento de estar perdido, quebrado, y sucio. Durante un momento en particular, ve a su Padre a la distancia. Ve que está corriendo hacia él y grita, “Papá, Papá, ¡¿por qué corres?! O sea, ¡nunca corres!” Después de este comentario, los alumnos empezaron a reírse. A continuación dijo, “y ¿cómo puede ser que todavía me reconoces? Estoy sucio, estoy manchado.”

Durante el resto del ese día laboral, el resto de la semana y quizá incluso el resto de la Cuaresma, mi corazón sigue repitiendo las palabras “Corrió”. Mi entrenador de atletismo de la preparatorio   nos hacía correr a cierta velocidad durante los entrenamientos. Nos daba porcentajes para saber a qué velocidad correr. Nos decía “Esta vez, solo dale 75% de tu esfuerzo, o 50% de esfuerzo o 100% de esfuerzo”. Teníamos que aprender a medirnos la velocidad y el esfuerzo que pusimos a cada carrera que corrimos durante los entrenamientos.

Esta parábola es una realidad del amor del Padre para con nosotros. Una y otra vez el Padre corre a 100% para encontrarnos. Cada vez que se da cuenta que nuestros corazones están volviendo a Él, aunque sea por poquito, corre. Esto no significa que Dios solo corre una o dos o diez veces, sino corre constantemente. Una y otra vez me caigo y fallo dar en el blanco. Una y otra vez, me ve voltear un poquito y empieza a correr a todo dar para encontrarme. No da un esfuerzo de 75% porque ya he vuelto mil veces. Tampoco da un esfuerzo de 99% porque sabe que quizá me voy a ir nuevamente dentro de poco tiempo. Solo es capaz de escoger dar el 100% cuando corre a encontrarnos. Su amor hacia nosotros es excesivo. Su amor hacia nosotros es extravagante. Su amor hacia nosotros es temerario. Por los cerros y las valles, a millas y millas de distancia, nos ve voltearnos y corre para encontrarnos.

Les motivo que durante el resto de la Cuaresma conozcan esta verdad. Les motivo a saber que corre hacia ti cada vez que vuelvan sus corazones a Él. Le pido a Dios que les dé la gracia de experimentar el amor de esta acción suya.  Espero que puedan imaginarlo corriendo hacia ti desde muchas millas de distancia. Que cada paso suyo te haga sentir verdaderamente querido, perseguido, y apreciado. El amor de nuestro Padre para con nosotros es un amor temerario y nunca se cansa.

Cosas de Niños

“¡No quiero hacerlo! ¡No me gusta! ¡No!” dice mi hijo de tres años una y otra vez cuando le pedimos que coma bien, que vaya al baño solo, que juegue con sus hermanos sin pelear, que se ponga los zapatos y la sudadera para salir, o casi para que haga cualquier cosa. Como padres, puede ser muy frustrante, especialmente si andamos de prisa, si no hemos dormido bien o simplemente estamos de malas. Mientras pasa por esta etapa de explorar su independencia, parece que solamente obedece cuando haya alguna consecuencia y cuando es algo que realmente le gusta.

Cuando estaba leyendo la primera lectura de hoy, sonaba demasiado familiar. “¡Tengo hambre! ¡Tengo sed! ¡Esta comida esta asquerosa! (Ref Números 21:5) Dios les da comida y bebida e igual a mi hijo de tres años gritan “¡Ne me gusta!” Solamente cuando les pica la serpiente se dan cuenta de su comportamiento y se arrepientan. Todo suena tan infantil. Pero capaz es a propósito…

En cuanto los Israelitas confesaron sus pecados y le suplicaron a Dios por la misericordia, aliviaba su sufrimiento casi instantáneamente. Pero, ¿Por qué? Porque eran sus hijos, sus amados, su pueblo escogido. Y como Jesús dice en el Evangelio “El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo…” (John 8:29) también nos dice a nosotros, “Estoy contigo, no te voy a dejar solo.”  

Yo me pregunto cómo puede ser que Dios no se frustra con nosotros. En el caso de las Israelitas, los estaba guiando hacia la Tierra Prometida y fuera de la vida de esclavitud y cada día les daba comida y agua, y TODAVIA se quejaban. A poco ¿no veían todo lo que estaba haciendo por ellos? En nuestro caso, nos guía hacia la vida eterna y fuera de la vida del pecado, y provee las necesidades diarias y TODAVIA nos quejamos. ¿Qué más da? ¿Qué más necesitamos para estar felices?

Mientras nuestro camino cuaresmal se va acabando poco a poco, quiero invitarles a un cambio de actitud. Sigamos el ejemplo de nuestro Señor, y busquemos no lo que nos hace feliz, sino busquemos siempre hacer los que al Padre le agrada. (ref Juan 21:30)

¡Acuda a San José!

Hoy interrumpimos la Cuaresma para celebrar a San José. De todos los santos, cae en una categoría él solo, allí justo después de la Santísima Virgen María. Cuando Dios Padre mandó a su Hijo al mundo, lo encargó a San José. Eso es todo lo que necesitamos saber, y quizá es por eso que los Evangelios dicen muy poco de él. Si José era la persona que el Padre escogió de manera especial, debemos considerar hacerle a José uno de nuestros santos-amigos principales.

Podemos aprender más sobre San José del cuento de José de Egipto en el Libro de Génesis (cap. 17-50). Este José era como un precursor a nuestro gran santo. Cuando hace poco leí su cuento, José de Egipto me impresionó por ser muy hábil. Primero, sus hermanos lo vendieron a la esclavitud, pero una vez en Egipto, se hizo el sirviente de confianza de un oficial de alto rango. Cuando lo metieron a la cárcel por acusaciones falsas, el encargado principal lo hizo supervisor de los otros prisioneros. Después, los talentos de San José lo ayudaron a subir a una posición alta en el servicio del Faraón, y se hizo la mente maestra quien hizo reservas de provisiones suficientes antes de que llegara la escasez de comida. “Juntó alimento como quien junta arena del mar, y fue tanto lo que recogió que dejó de contabilizarlo. ¡Ya no había forma de mantener el control!” (Gen 41:49). Cualquier cosa que hizo José prosperaba porque el Señor estaba con él.

Eso es la historia de fondo de San José, el santo de la Providencia Divina, el santo quien cuidaba al Hijo de Dios. José era un hombre de hechos, no de palabras. Cualquier cosa que hacía, prosperaba. Seguro Jesús estaba pensando en José cuando dijo, “¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartirles la comida a su debido tiempo?” (Lk 12:42). ¿No te suena como un santo que quisieras tener trabajando a tu lado?

Y José quiere “trabajar” para nosotros cuando le pedimos que intercede por nuestras necesidades. Es el santo patrono de los trabajadores, de aquellos buscando trabajo, de la provisión de todas las necesidades. Santa Teresa de Ávila dijo, “No me acuerdo de ninguna vez que le haya pedido algo y no me lo haya concedido.” También José es el patrono especial de padres y de la muerte santa.

Una devoción popular en esta fiesta incluye el costumbre italiano de la mesa de San José. Implica poner un santuario sencillo en la casa o tienda de uno, con una mesa llena de comida para ofrecer a cualquier persona que pase por allí. Es un recordatorio hermoso de que no solamente intercedemos a San José para nuestras propias necesidades sino también buscamos seguir su ejemplo ayudando a los demás.
San José, ¡ruega por nosotros!

¿Preocupación o presencia?

Me encanta soñar despierto

y textear

y ver el Facebook

e Instagram

y el app de mi cuenta bancaria

y mi email

y mis fotos

y leer esa cuenta al azar en las noticias……

Todas estas cosas me llevan lejos de donde estoy.

No creo que mi imaginación o mi teléfono son malos intrínsecamente… pero en el momento equivocado me pueden robar la oportunidad de dar el don más importante que tengo al otro: mí mismo.

Paso la mayor parte de mi tiempo en el trabajo dando apoyo personal, sólo soy yo y la otra persona compartiendo los momentos ordinarios. Cuando primero empecé, la experiencia entera interesaba mi intelecto y realizaba mi corazón, pero después de hacer lo mismo cada semana por un año entero, la fascinación inicial se pierde y es muy fácil aburrirse.

Es muy tentador estar en otro lugar mentalmente cuando estoy cocinando tacos y lo he hecho millones de veces, y frecuentemente me rindo, pero es justo en estos momentos ordinarios que tengo la oportunidad de amar a la persona con quien estoy compartiendo este momento de la vida.

Esté allí presente.

 

Entrega a ti mismo a los demás.

Dios Siempre Paciente

Mi hijo, Mason, empezó la secundaria en septiembre. Como podrías adivinar, empezó a tener una actitud fea casi al mismo tiempo. Ha llegado a un punto que tan sólo mirarlo de costado lo pone de mal humor. Tampoco parece poder enfocarse en una tarea y seguirla de inicio al final.

Después de recogerlo de la casa de un amigo donde había pasado la noche, le pedí que desempacara su maleta y guardara sus cosas antes de hacer otra cosa. Después de dos segundos no estaba haciendo nada sino estaba allí parado y molesto. Tomé por hecho que estaba enojado porque lo estaba forzando a desempacar y perdí la paciencia.

Cuando terminé hablándole serio me dijo, “No, no ese so, solo que me di cuenta que dejé mis pantuflas en la casa de mi amigo.”

A Mason ¡le ENCANTAN sus pantuflas! Son unas patas de oso enormes y peludos con unas garras que se alumbran al pisar. Las había conseguido hace solo un par de días. Sentí su dolor, y sentí pésima. A pesar de saber el consejo antiguo de “Nunca tomar por hecho…,” justo es lo que había hecho.

En Juan 7, los sumos sacerdotes y los Fariseos quisieron arrestar a Jesús por lo que creen que está diciendo y haciendo. Nicodemo los enfrenta señalando que están condenando a Jesús sin hacerle preguntas primero para aclarar y luego escucharlo. Ellos ignoraron el reto de Nicodemo pero yo no puedo.  

Si verdaderamente quiero ser buena mamá para mis hijos, no puedo tomar nada por hecho. Siempre debo hacerles preguntas para clarificar, y luego tomar el tiempo de escucharlos antes de reaccionar.

Dios siempre paciente, por favor ayúdame a parar mis reacciones hasta que he aprendido todo lo que necesito saber en cualquier situación.

entrar a lo más profundo del corazón de Cristo

Últimamente mi esposo y yo hemos estado viendo cambios de actitud en mi hijo que va al preescolar. Uno de sus compañeros lo está impresionando de manera negativa y ha aprendido malas palabras y maneras violentas de jugar por estarlo observando. Como somos nuevos en eso de ser  padres con hijos en la escuela, nuestra primera reacción es de querer protegerlo y también de enojarnos. Parece que está pasando exactamente lo que dice Sabiduría 2:12 y su compañero está diciendo a sí mismo, “¡Tendamos una trampa al justo! ARRG!” (Imagina aquí una mirada fea de un pirata)  Por supuesto, después de pensarlo más, nos damos cuenta que capaz este niño no tiene una vida familiar muy sana o no lo han enseñado o, esperamos que no, pero quizá no le prestan atención y se porta mal buscando cualquier forma de atención posible.

Pero esta situación también sirve como una metáfora para nuestras vidas. Tantas veces los abusivos en esta vida (ya que sean personas o situaciones) parecen burlarse de nosotros diciendo “Sometámoslo a la humillación y a la tortura para conocer su temple y su valor” (Sab 2:19). Podemos enojarnos y ponernos una máscara protectora o podemos correr a Jesús y enfrentarlo.

 

El Salmo Responsorial nos prometa:

“Escucha, en cambio, al hombre justo,

para de todos ellos Dios lo libra.” Sal 34:7

“Muchas tribulaciones pasa el justo,

pero de todos ellas Dios lo libra.” Sal 34: 20

 

¿Conocemos a Dios de tal manera que confiamos que sus promesas son verdaderas?

En el Evangelio algunos de los habitantes de Jerusalén dijeron que Jesús no podía ser el Cristo porque lo conocían. (ref Jn 7:27) Este pasaje tanto enfada como reta. ¿Cómo puedes decir que lo conoces si dudas de Él? ¿Qué tan profundo lo conoces si no crees que es el Cristo? Obviamente no lo conoces bien. Y luego me paro en seco. Hago las mismas preguntas a mí mismo y termino humillada. ¿Cuantas veces lo he dudado? ¿Qué tan profundo es mi fe?  ¿Confió que me va a rescatar y librar, y que me va a escuchar cada palabra que sale de mi boca?

En este viernes cuaresmal, hago el propósito de llegar más a fondo.  Quiero entrar a lo más profundo del corazón de Cristo para conocerlo mejor y confiar más en él, y los invito a unirse conmigo a hacer lo mismo.  

El Momento de Hacer una Decisión

En sus Confesiones, San Agustín cuenta la gran lucha que perduró durante su conversión. Estaba acercándose a la aceptación de la fe católica pero no podría dejar su vida pecaminosa. Estaba viviendo con una mujer pero no estaba casado. Un día estaba en el jardín con su amigo Alipio, con su corazón roto y muy agobiado. ¿Podría algún día llegar a conocer y amar a Dios? De repente escuchó algo que parecía a unos niños cantando “Tolle lege!” ¡Toma y lee! Asustado, Agustín vio un libro y lo recogió. Abriéndolo al azar, sus ojos cayeron en el pasaje de Romanos 13:13-14 – “Vivamos decentemente, como a la luz del día, no en orgías y borracheras, ni en inmoralidad sexual y libertinaje, ni en disensiones y envidias.  Más bien, revestíos del Señor Jesucristo, y no os preocupéis por satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa.

Eso era todo lo que tenía que leer. Conmovido por la gracia, Agustín dejó el libro en la mesa e hizo una decisión que cambiaría su vida para siempre. Después se hizo uno de los santos más grandes de la Iglesia Católica.

En el Evangelio de hoy, oímos a Jesús presentando su caso a una audiencia hostil. Era hora de hacer una decisión. Jesús está intentando capturar sus corazones para aceptar la gracia del Evangelio. Presenta a cuatro testigos poderosos de la verdad de su enseñanza:

  1. Juan el Bautista, quien era una lámpara que alumbrando fuertemente, señalando el camino a Jesús.
  2. Las obras que hacía Jesús, lo cual recibió de su Padre. Jesús había obrado milagros de sanación que confirmaban sus enseñanzas.
  3. El Padre mismo atestiguaba de Jesús. En su bautismo, las palabras vinieron del cielo, “Este es mi Hijo amado; ¡escúchenlo!”
  4. Las mismas Escrituras, en otras palabras el Antiguo Testamento. Hablaron del Mesías que venía, el Salvador del mundo. Aunque el lenguaje era velado, el significado era claro para aquellos que quisieron ver.

La muchedumbre hostil enfrentó este momento de la decisión. Con todos estos testigos, ¿qué harían? Algunos creyeron pero muchos le dieron la espalda. Jesús les dijo directamente que aunque él no los iba a acusar, Moisés si los acusaría, porque Moisés había escrito sobre Jesús.

Como Agustín y la muchedumbre hostil, todos tenemos momentos de hacer una decisión. Quizá hemos tenido un momento de una gran conversión en nuestras vidas. Pero en nuestro trayecto spiritual, enfrentamos muchos momentos así, grandes y pequeños. Cada uno nos da la oportunidad para crecer en el amor. Puede ser ayudar a un hijo con su tarea, sonreír a un compañero de trabajo, o donar mi tiempo a un proyecto especial. La Cuaresma nos da más tiempo para reflexionar en estas decisiones diarias, y también los movimientos más grandes en la vida de uno. ¿Dónde me encuentro ahora y cómo ando en el camino hacia Dios? ¿Jesús me ha mandado unos testigos a mi vida para darme un empujón en la dirección correcta? ¿Cómo voy a responder?

¡Multitud tras multitud en el valle de la Decisión! ¡Cercano está el día del Señor en el valle de la Decisión!–Joel 3:14

Permitir Entrar al Mendigo

Me gusta buscar sorpresas en la vida espiritual. He hablado con muchas personas que tienen un sentido de que nos acerquemos a Dios para pedirle o incluso suplicarle por la gracia, y hasta cierto punto, creo que es un lugar bueno y saludable en la vida espiritual. Pero siendo la hija espiritual de San Pablo-quien no era conocido por cuidar sus palabras tímidamente—me recuerda sorprenderme por el Evangelio. San Pablo dice cosas radicales como, “cuando soy débil (en Cristo) soy fuerte” y “regocijo en la cruz de Cristo.” Así que, ¿quién está suplicando y pidiendo?

Verdaderamente, cuando nos paramos en una temporada litúrgica como este, tan llena de gracias ponderosas, creo que podríamos hacer un caso sólido por la realidad que unos santos han articulado. Vean a Dios como alguien que está afuera de las puertas de nuestros corazones pidiendo y suplicando.

Esto es la belleza de nuestra fe, la cual es frecuentemente “las dos cosas” y no tanto “uno o el  otro”. Implica que yo le pida y le suplica a Dios Poderoso que me dé a mí y a mis seres queridos, a mis Hermanas, a la gente que servimos, cada gracia del cielo, Y TAMBIÉN implica que Dios me pida y me suplica que lo deje entrar mi corazón, rezarle y dejarle transformarme, y entrar en mi vida para que pueda derramar las gracias al mundo.

Hace poco, algunas Amigas-Hermanas y yo asistimos a la Santa Misa en una universidad cercana y el sacerdote estaba llamando nuestra atención al hecho de que el cielo y la tierra se juntan durante esta temporada de la Cuaresma. Lo vemos en el hecho de que somos pecadores y egoístas ciegas combinado con el hecho de que Dios Encarnado habita entre nosotros como nuestro Salvador. Hay tanto la victoria de la redención como la obra lenta de la gracia redentora en nuestros corazones, mentes, almas, familias, comunidades y nuestro mundo.

¿Qué podemos hacer acerca de la fragmentación, pobreza horrenda, y la violencia que vemos en las noticias cada día? ¿Qué podemos hacer acerca de la fragmentación y la pobreza personal y comunitaria que experimentamos en nuestros hogares, nuestros trabajos y en nuestros propios corazones? Permite que entre Aquel que se hace mendigo y dale el espacio para ser tu Señor.