One Flock, One Shepherd / Un Solo RebaƱo, Un Solo Pastor

When Peter visited Gentiles and brought them the Gospel and the Holy Spirit, those who were circumcised were indignant: “the circumcised believers confronted him” (Acts 11:2). They did not understand the words of Jesus in the Gospel: “I have other sheep that do not belong to this fold. These also must I lead, and they will hear my voice, and there will be one flock, one shepherd” (John 10:16). The idea of God bringing outsiders into the covenant scandalized them: they could not see how it was good for God to expand His promises in this way. They had missed earlier prophecies in Scripture that foreshadowed an expansion of the covenant. Because of this, they were not able to rejoice in the gift given to the Gentiles, at least not until Peter’s dream was explained to them.

We may encounter a similar attitude in others who are better off than we are. Perhaps they are more gifted in certain respects, or perhaps they have just been given an unexpected gift that they clearly do not deserve. Either way, sometimes the good fortune of others bothers us, instead of giving us cause for rejoicing. Why should they have what they do when I struggle every day in prayer and sacrifice? Why can’t I have what they have?

The First Reading shows us that those who are given gifts by God are given them for a purpose, and the goodness they experience is not to be envied or disdained. Often, as with the circumcised Christians, we do not know the reason why God has given certain people certain gifts while withholding them from others. This is even more unfathomable when those others seem more deserving. Even so, we know from the example of Peter’s vision that God has a purpose for spreading His gifts far and wide. This should not upset us, but should give us cause to be happy for others.

Christ calls us in the Gospel to be open to participating in the one flock under the one Good Shepherd. He gives gifts to all that they might be joined to that flock, and we ought to welcome them. This posture comes into play again when we have to interact with those who grate on us. When we think of evangelizing and catechizing, we can fall into the trap of gravitating toward those opportunities that are easiest for us, ignoring any interaction with those who we don’t get along with as easily.

As Jesus and Peter remind us today, part of the Christian life is bringing Christ to those who we are not as comfortable interacting with. We know that Christ calls them to be part of his flock, as He wants all to believe and come to knowledge of the truth. 

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Cuando Pedro visitó a los gentiles y les llevó el Evangelio y el Espíritu Santo, los circuncidados se indignaron: “ los circuncidados le hicieron reproches” (Hechos 11:2). No entendieron las palabras de Jesús en el Evangelio: “Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor” (Juan 10:16). La idea de que Dios trajera a extranjeros al rebaño los escandalizó: no podían ver cómo era bueno que Dios expandiera sus promesas de esta forma. Se habían perdido profecías anteriores en las Escrituras que predijeron una expansión de la alianza. Por eso, no pudieron regocijarse en el don dado a los gentiles, al menos no hasta que se les explicó el sueño de Pedro.

Podemos encontrar una actitud semejante en otros que están mejores que nosotros. Tal vez son más dotados en ciertos aspectos, o tal vez se les acaba de dar un regalo inesperado que claramente no se merecen. De cualquier manera, a veces la buena fortuna de los demás nos molesta, en lugar de darnos motivos para regocijarnos. ¿Por qué tienen tal cosa cuando batallo todos los días en la oración y el sacrificio? ¿Por qué no puedo tener lo que ellos tienen?

La Primera Lectura nos muestra que aquellos a quienes Dios les da dones los da con un propósito, y la bondad que experimentan no debe ser envidiada ni despreciada. A menudo, como con los cristianos circuncidados, no sabemos la razón por la cual Dios ha dado ciertos dones a ciertas personas mientras se los niega a otros. Esto es aún más insondable cuando esas personas parecen más merecedores. Aun así, sabemos por el ejemplo de la visión de Pedro que Dios tiene un propósito al esparcir Sus dones por todas partes. Esto no debe molestarnos, sino que debe darnos motivo para estar felices por los demás.

Cristo nos llama en el Evangelio a estar abiertos a participar en Su rebaño bajo el único Buen Pastor. Él da dones a todos para que se unan a ese rebaño, y debemos darles la bienvenida. Esta postura vuelve a entrar en juego cuando tenemos que interactuar con quienes nos molestan. Cuando pensamos en evangelizar y catequizar, podemos caer en la trampa de preferir aquellas oportunidades que nos resultan más fáciles, ignorando cualquier interacción con aquellos con quienes no nos llevamos tan fácilmente.

Como Jesús y Pedro nos recuerdan hoy, parte de la vida cristiana es llevar a Cristo a aquellos con quienes no nos sentimos tan cómodos interactuar. Sabemos que Cristo los llama a ser parte de Su rebaño, ya que quiere que todos crean y lleguen al conocimiento de la verdad.

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David Dashiell is a freelance author and editor in Nashville, Tennessee. He has a master’s degree in theology from Franciscan University, and is the editor of the anthology Ever Ancient, Ever New: Why Younger Generations Are Embracing Traditional Catholicism.

Feature Image Credit: Tomás Fernández Blanco, cathopic.com/photo/15274-corpus-christi

Good Shepherd Sunday / El Domingo del Buen Pastor

Jesus Christ, the Good Shepherd calls to us in every one of today’s readings. We are the sheep, He is our Master, our Savior, and forgiver of sins.

The apostle Luke is quite direct in the First Reading from Acts. “…God has made both Lord and Christ, this Jesus whom you crucified.” (Acts 2:14)  Luke then reports that Peter called on all to repent and have their sins forgiven. He tells them to follow the call of our Lord God, Jesus Christ.

Follow the call of the Lord. This phrase reminded me of a fantastic animated short video about David the shepherd. A very young lamb is seen frolicing about and gets itself into a very precarious situation. David, an expert with a slingshot and a faith-filled youth, is able to rescue the lamb. The two wind up very far from the rest of the herd. The scene cuts to a late evening shot of the now sleeping herd while a very impatient ewe paces, stops, turns her ear and hears a familiar voice singing a song of praise and worship while carrying the lamb in his tunic.

I’m reminded how we are all the lambs and sheep. Some easily recognize the voice of the One who cares for them. There are many others, possibly even our youthful selves, our kids [pun intended] or a person with not as much wisdom or experience as I may have, who don’t or can’t recognize that there is danger or harm in their path.

The Gospel is clear: “I am the gate for the sheep… Whoever enters through me will be saved, and will come in and go out and find pasture.”  (John 10:7,9)

I have to be very intentional in all aspects of life; thoughts, words and deeds. It is up to me to be vigilant in my desire to hear the Master’s voice in every situation throughout the day and night. I need to hear His voice in my mind so I am not stolen away by a thief or robber, who would lead me astray and abandon or slaughter me. The Good Shepherd is there for me to turn to in every situation. He is there to forgive my erring way and to heal me. He is the Truth, the Way, the gate to everlasting life. Blessed be God in all His designs! Amen! Alleluia.

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Jesucristo, el Buen Pastor nos llama en cada una de las lecturas de hoy. Nosotros somos las ovejas, es nuestro Maestro, nuestro Salvador y perdonador de pecados.

El apóstol Lucas es bastante directo en la Primera Lectura de los Hechos. “…que Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús, a quien ustedes han crucificado.” (Hechos 2:14) Lucas luego informa que Pedro llamó a todos al arrepentimiento y al perdón de sus pecados. Él les dice que sigan el llamado de nuestro Señor Dios, Jesucristo.

Sigue el llamado del Señor. Esta frase me recordó un fantástico video animado corto sobre David el pastor. Se ve a un cordero muy joven retozando y se encuentra en una situación muy precaria. David, un experto con una honda y un joven lleno de fe, puede rescatar al cordero. Los dos terminan muy lejos del resto del rebaño. La escena muestra una toma nocturna del rebaño ahora dormido mientras una oveja muy impaciente se pasea, se detiene, gira la oreja y escucha una voz familiar que canta una canción de alabanza y adoración mientras lleva al cordero en su túnica.

Me recuerda que todos somos corderos y ovejas. Algunos reconocen fácilmente la voz de Aquel que cuida de ellos. Hay muchos otros, posiblemente incluso nosotros mismos como jóvenes, nuestros hijos o una persona sin tanta sabiduría o experiencia como yo pueda tener, que no reconoce o no puede reconocer que hay peligro o daño en su camino.

El Evangelio es claro: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas…quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos”. (Juan 10:7,9)

Tengo que ser muy intencional en todos los aspectos de la vida; pensamientos, palabras y hechos. Depende de mí estar alerta en mi deseo de escuchar la voz del Maestro en cada situación durante el día y la noche. Tengo que escuchar Su voz en mi mente para que no me robe un ladrón o un salteador, que me desvíe y me abandone o me mate. El Buen Pastor está ahí para que recurra a Él en cada situación. Está allí para perdonar mi camino equivocado y sanarme. Es la Verdad, el Camino, la puerta a la vida eterna. ¡Bendito sea Dios en todos sus designios! ¡Amén! Aleluya.

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Beth Price is part of the customer care team at Diocesan. She is a Secular Franciscan (OFS) and a practicing spiritual director. Beth shares smiles, prayers, laughter, a listening ear and her heart with all of creation. Reach her here bprice@diocesan.com.

Feature Image Credit: Patrick Schneider, unsplash.com/photos/wczrs3Unfnk

St. Catherine of Siena and the Eucharist / Santa Catalina de Siena y la EucaristĆ­a

Today we celebrate the Feast of St. Catherine of Siena, one of the four women Doctors of the Church. As I read the Gospel, thinking about Catherine, this verse struck me, “It is the Spirit that gives life, while the flesh is of no avail, “ (John 6:63). Did you know that for years Catherine consumed only the Eucharist for food? She slept in a small cell in her parent’s house and cared for her family doing all sorts of menial tasks. To prevent her parents from marrying her off, she cut her long hair. She cared little for her physical body; her greatest concern was her soul and the souls of those around her. 

This gospel is from John, Chapter 6. The Bread of Life Discourse and Jesus’ words caused disbelief to the point of many disciples leaving Him. They could not accept the teaching that Jesus is the Bread of Life. Without this belief, where are we as Catholics? The Eucharist is called the source and summit of our faith. It is the very thing that gives us life. Without it, we would be empty.

Here is part of a prayer, “Your Greatness is Everywhere” written by Catherine about the Eucharist:

“You, eternal Father, are the table that offers us as food the Lamb, your only begotten Son. He is the most exquisite of foods for us, both in his teaching, which nourishes us in your will, and in the sacrament that we receive in holy communion, which feeds and strengthens us while we are pilgrim travelers in this life. And the Holy Spirit is indeed a waiter for us, for he serves us this teaching, by enlightening our mind’s eye with it and inspiring us to follow it. And he serves us charity for our neighbors and hunger to have as our food souls and the salvation of the whole world for the Father’s honor. So we see that souls enlightened in you, true light, never let a moment pass without eating this exquisite food for your honor.”

St. Peter tells Jesus that he believes He is the Holy One of God. St. Catherine believed that as well and lived her life in total self-giving. Today, as we celebrate this great saint and read the words of Jesus reminding us of the gift of the Eucharist, may we experience a new fervor to live and share our faith in the world.

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Hoy celebramos la fiesta de Santa Catalina de Siena, una de las cuatro mujeres Doctoras de la Iglesia. Mientras leía el Evangelio, pensando en Catalina, me llamó la atención este versículo: “El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha.” (Juan 6:63). ¿Sabías que durante años Catalina consumió solamente la Eucaristía como alimento? Dormía en una pequeña celda en la casa de sus padres y cuidaba a su familia haciendo todo tipo de tareas domésticas. Para evitar que sus padres la hicieran casarse, se cortó el pelo. Poco le importaba su cuerpo físico; su mayor preocupación era su alma y las almas de quienes la rodeaban.

Este evangelio es de Juan, capítulo 6. El Discurso del Pan de Vida y las palabras de Jesús causaron incredulidad al punto de que muchos discípulos lo abandonaron. No podían aceptar la enseñanza de que Jesús es el Pan de Vida. Sin esta creencia, ¿dónde estamos como católicos? La Eucaristía es la fuente y cumbre de nuestra fe. Es lo que nos da la vida. Sin ella, estaríamos vacíos.

A continuación hay una porción de la oración, “Tu Grandeza Está en Todas Partes”, escrita por Santa Catalina sobre la Eucaristía:

“Tú, Padre eterno, eres la mesa que nos ofrece como alimento al Cordero, tu Hijo unigénito. Es el más exquisito de los alimentos para nosotros, tanto en su enseñanza, que nos nutre en tu voluntad, como en el sacramento que recibimos en la sagrada comunión, que nos alimenta y nos fortalece mientras somos peregrinos viajeros en esta vida. Y el Espíritu Santo es ciertamente un servidor para nosotros, porque nos sirve esta enseñanza, iluminando el ojo de nuestra mente con ella e inspirándonos a seguirla. Y nos sirve la caridad para con el prójimo y el hambre de tener por alimento las almas y la salvación del mundo entero para honra del Padre. Así vemos que las almas iluminadas en ti, verdadera luz, no dejen pasar un momento sin comer este manjar exquisito para tu honor”.

San Pedro le dice a Jesús que cree que es el Santo de Dios. Santa Catalina también lo creía y vivió su vida en entrega completa. Hoy, mientras celebramos a este gran santo y leemos las palabras de Jesús recordándonos el don de la Eucaristía, que experimentemos un nuevo fervor por vivir y compartir nuestra fe en el mundo.

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Deanna G. Bartalini, M.Ed.; M.P.A., is a certified spiritual director, writer, speaker and content creator. The LiveNotLukewarm.com online community is a place to inform, engage and inspire your Catholic faith. Her weekly Not Lukewarm Podcast gives you tips and tools to live out your faith in your daily life.

Feature Image Credit: Mateus Campos Felipe, unsplash.com/photos/bNVARJMlves

Hearing Godā€™s Voice / Escuchando la Voz de Dios

From my toddler days to my teens, I spent Fridays at my maternal grandparents’ house. An early reader, I was always scrounging for material – my grandmother’s collection of Reader’s Digests and Ladies’ Home Journals, my grandfather’s stockpile of Time and Newsweek, books left by my mother and her sister when they grew up and moved away. 

The supply was limited, so I read my favorites over and over. I was very fond of a multi-volume illustrated series of excerpts from the Bible. I spent most of my time on Old Testament stories and I can still see many of the pictures in my mind’s eye. 

In the stories of Adam and Eve, Cain and Abel, Noah, Abraham, Esau and Jacob, Moses and others, God was always talking to His people. Right out loud! I was fascinated. Why did God talk to them? I wondered. When did He stop talking to people? And especially, why couldn’t He talk to me like that? I imagined that if I prayed hard and if I was good enough, maybe, I too, would hear God’s voice.

Eventually I realized that God still speaks to us today, even if we cannot hear Him with our ears, but I still thrill to stories like today’s reading from the Acts of the Apostles The conversion of Saul to Paul, from a man “breathing murderous threats” against Christians to God’s “chosen instrument  . . . [to carry His name] before Gentiles, kings, and children of Israel” is powerful.  With his own righteousness and zeal for persecuting Christians figuratively blinding Saul to the truth of the Way, it takes a flash of light, the voice of Jesus, and an attack of literal blindness to transform the Road to Damascus to the path God had planned for him.

Three days later, mirroring Jesus’ time in the tomb, Saul is reborn through baptism after Ananias (who had his own charge from the Lord) laid his hands upon him. Scales fall from his eyes and his blindness ends. He can see the world around him, and he can see the Truth. He is filled with the Holy Spirit and soon begins to “go out to all the world and tell the Good News.”

Paul became a great Apostle even though he never saw Jesus. And neither have we. 

We have never seen Jesus, and we do not hear His actual voice. We have to listen hard for that still, small voice in our hearts. We have to discern what God is telling us through Scripture, the Sacraments, prayer, events, and the people around us. Our Damascus Road moments will look different from Saul’s, but if we listen we will have them just the same – moments when we know exactly what we are meant to do, when, guided by the promptings of the Holy Spirit, we are called to make radical change in our lives.

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Desde mi niñez hasta mi adolescencia, pasé los viernes en la casa de mis abuelos maternos. Como lector precoz, siempre buscaba que cosa leer: la colección de revistas de mis abuelos o los libros que dejaron mi madre y su hermana cuando ya eran grandes y salieron de la casa.

Era limitado lo que encontraba, así que leí mis favoritos una y otra vez. Me gustaba mucho una serie ilustrada de varios volúmenes de extractos de la Biblia. Pasé la mayor parte de mi tiempo en las historias del Antiguo Testamento y todavía puedo ver muchas de las imágenes en mi mente.

En las historias de Adán y Eva, Caín y Abel, Noé, Abrahán, Esaú y Jacob, Moisés y otros, Dios siempre estaba hablando con Su pueblo. ¡En voz alta! Eso me fascinaba. Me preguntaba por qué Dios les habló y cuándo dejó de hablar con la gente y sobre todo, por qué no podía hablarme así. Imaginé que si rezaba mucho y si era muy buena, tal vez yo también escucharía la voz de Dios.

Eventualmente me di cuenta de que Dios todavía nos habla hoy, incluso si no podemos escucharlo con nuestros oídos, pero todavía me emociono con historias como la lectura de hoy de los Hechos de los Apóstoles. La conversión de Saulo a Pablo, de un hombre que “amenazando todavía de muerte” contra los cristianos al “escogido como instrumento, para que me dé a conocer a las naciones, a los reyes y a los hijos de Israel” es poderoso. Con su propia rectitud y celo por perseguir a los cristianos cegando figurativamente a Saulo a la verdad del Camino, se necesita un destello de luz, la voz de Jesús y un ataque de ceguera literal para transformar el camino a Damasco en el camino que Dios había planeado para él. 

Tres días después, reflejando el tiempo que Jesús estaba en la tumba, Saulo renació a través del bautismo después de que Ananías le impuso las manos. Las escamas cayeron de sus ojos y ya no estaba ciego. Puede ver el mundo que lo rodea y puede ver la Verdad. Está lleno del Espíritu Santo y pronto comienza a “ir por todo el mundo y proclamar la Buena Nueva”.

Pablo se convirtió en un gran Apóstol aunque nunca vio a Jesús. Y nosotros tampoco.

Nunca hemos visto a Jesús, y no escuchamos Su voz de modo audible. Tenemos que escuchar atentamente esa voz apacible y pequeña dentro de nuestros corazones. Tenemos que discernir lo que Dios nos está diciendo a través de las Escrituras, los Sacramentos, la oración, los eventos y las personas que nos rodean. Nuestros momentos en el camino de Damasco se verán diferentes a los de Saulo, pero si escuchamos, los tendremos de la misma manera: momentos en los que sabemos exactamente lo que debemos hacer, en los que, guiados por la inspiración del Espíritu Santo, somos llamados a hacer cambio radical en nuestras vidas.

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Leslie Sholly is a Catholic, Southern wife and mother of five, living in her hometown, Knoxville, Tennessee. She graduated from Georgetown University with an English major and Theology minor. She blogs at Life in Every Limb, where for 11 years she has covered all kinds of topics, more recently focusing on the intersection of faith, politics, and social justice.

Feature Image Credit: dimitrisvetsikas1969, pixabay.com/illustrations/st-paul-saint-iconography-painting-2176669/

Where Did Phillip Go? / ĀæAdĆ³nde se Fue Felipe?

I chose to comment on today’s First Reading from Acts. Why? Mostly nostalgia. When I started Deacon formation classes in the mid 90’s they named each group after a Deacon from Scripture. Ours was Phillip. We were the first group in our diocese to be ordained in 27 years.

Did you notice in the reading that Phillip’s communicator was an Angel. He was given directions on where to go. As he traveled, he came into contact with a eunuch riding in a chariot. Philip noticed that he was reading Scripture from the prophet Isaiah. Once again the Angel spoke to Philip and instructed him to go and join up with the chariot. The eunuch was a high level court official. He had been to Jerusalem to worship. Phillip asked him if he understood what he was reading. “How can I unless someone instructs me?” he replied. 

The eunuch invited Phillip to enter the chariot and sit with him. He jumped in and began to explain the good news. The Angel must have known that the eunuch was predisposed to receive the message and Phillip had the wherewithal to deliver it, in a manner that the eunuch could understand. Scripture doesn’t tell us how long they were traveling before they came upon some water and the eunuch said, “Look there is water! What is to prevent my being baptized”? What a message Phillip must have given, similar to St. Peter’s message after Pentecost to the 3000. Down to the water they went and the eunuch was baptized. 

Can you imagine what the eunuch would have thought when he turned around and Phillip was no longer there? That didn’t slow down the his excitement for his new found love, Jesus Christ, as he continued down the road rejoicing and praising God!

Now there are some unanswered questions about what happened next? The eunuch went back to Ethiopia and it appears that he is responsible for bringing Christianity there. I have a friend from Ethiopia and he believes that they can trace the Catholic Church there back to this eunuch. 

When I hear that it makes me think of the word obedience. Why? Because, for that to happen Phillip had to be obedient to the angel’s request and because he was obedient, something big happened. Christianity was brought to another country.

Why is that important? Because, the Lord asks us to do many things. Sometimes we question the message because it’s something we don’t really want to do. Based on that feeling we don’t do it. But, if we do it we find out for sure if it was God’s voice or not. I share this with you so you will keep your ears tuned to the voice of God. The more you do and actually believe that he is speaking to you it will get easier to hear his direction. 

We are in the third week of Easter celebrating what God has done for us. Let’s do our best to spend more time with the Lord thanking him and praising him for what he has done for us. 

Serving with joy!

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Elegí comentar sobre la Primera lectura de hoy de los Hechos. ¿Por qué? Sobre todo nostalgia. Cuando comencé las clases de formación para diáconos a mediados de los años 90, nombraron a cada grupo tras un diácono de las Escrituras. El nuestro era Felipe. Fuimos el primer grupo que nos ordenamos en nuestra diócesis en 27 años.

¿Notaste en la lectura que el mensajero de Felipe era un ángel? Le dio instrucciones sobre dónde debería irse. Mientras viajaba, se encontró con un eunuco que andaba en un carro. Felipe notó que estaba leyendo las Escrituras del profeta Isaías. Una vez más, el ángel le habló a Felipe y le ordenó que se uniera al carro. El eunuco era un funcionario de la corte de alto nivel. Había estado en Jerusalén para adorar. Phillip le preguntó si entendía lo que estaba leyendo. “¿Cómo voy a entenderlo, si nadie me lo explica?” respondió.

El eunuco invitó a Felipe a subir al carro y sentarse con él. Saltó y comenzó a explicar las buenas noticias. El Ángel debe haber sabido que el eunuco estaba predispuesto a recibir el mensaje y Felipe tenía los medios para entregarlo, de una manera que el eunuco pudiera entender. Las Escrituras no nos dicen cuánto tiempo estuvieron viajando juntos antes de que se encontraran con un poco de agua y el eunuco dijo: “Aquí hay agua. ¿Hay alguna dificultad para que me bautices?” Qué mensaje debe haber dado Felipe, similar al mensaje de San Pedro después de Pentecostés en el año 3000. Fueron al agua y el eunuco fue bautizado.

¿Te imaginas lo que habría pensado el eunuco cuando se dio la vuelta y Phillip ya no se encontraba allí? ¡Eso no disminuyó su entusiasmo por su nuevo amor, Jesucristo, mientras continuaba por el camino regocijándose y alabando a Dios!

Ahora hay algunas preguntas sin respuesta sobre lo que sucedió después. El eunuco regresó a Etiopía y parece que él era responsable de traer el cristianismo allí. Tengo un amigo de Etiopía que cree que pueden rastrear la Iglesia Católica allí hasta este eunuco.

Cuando escucho eso me hace pensar en la palabra obediencia. ¿Por qué? Porque, para que eso sucediera Felipe tenía que ser obediente al pedido del ángel y por ser obediente, sucedió algo grande. El cristianismo fue llevado a otro país.

¿Por qué es importante? Porque el Señor nos pide que hagamos muchas cosas. A veces cuestionamos el mensaje porque es algo que realmente no queremos hacer. En base a ese sentimiento no lo hacemos. Pero, si lo hacemos, sabremos con seguridad si era la voz de Dios o no. Comparto esto con ustedes para que mantengan sus oídos atentos a la voz de Dios. Cuanto más hagas y realmente creas que él te está hablando, será más fácil escuchar su dirección.

Estamos en la tercera semana de Pascua celebrando lo que Dios ha hecho por nosotros. Hagamos nuestro mejor esfuerzo para pasar más tiempo con el Señor agradeciéndole y alabándolo por lo que ha hecho por nosotros.

¡Serviendo con alegría!

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Deacon Dan Schneider is a retired general manager of industrial distributors. He and his wife Vicki have been married for over 50 years. They are the parents of eight children and thirty grandchildren. He has a degree in Family Life Education from Spring Arbor University. He was ordained a Permanent Deacon in 2002.  He has a passion for working with engaged and married couples and his main ministry has been preparing couples for marriage.

Featured Image Credit: Usha Kiran, unsplash.com/photos/mLVkwWJdJUA

The Will of the One Who Sent Me / La Voluntad del que Me EnviĆ³

What do you want? Hopefully, whatever Jesus wants. What does Jesus want? Whatever the Father wills.

Jesus tells us that he has come down from heaven not to do his own will, but the will of the one who sent him. He always does the will of the Father.

That means that it must be the will of the Father that his children do not hunger or thirst! Hunger and thirst do not express mere wants, they express real needs, without which our bodies cannot remain alive. Jesus says that our spiritual life has real needs too, and that he alone can fulfill those needs. Without Jesus, without the Bread of Life in the Eucharist, our life of communion with God cannot be sustained, and we will be spiritually languishing, even to death. But whoever comes to him will never hunger, and whoever believes in him will never thirst.

In John 6, Jesus refers to himself as the Bread of Life ELEVEN times! He is serious and intent that we understand this truth that without him as our Bread, we cannot sustain the life within us. We need him even more than we need food to sustain our bodies.

In all that Jesus says and does, we see the Father’s will. Jesus tells us to come to him and to believe in him. What will happen then? We will be received by him: “I will not reject anyone who comes to me.” Why? Because it is the Father’s will! “Everyone who…believes in him (will) have eternal life.” Why? Because it is the Father’s will! It is the will of the Father that Jesus come down from heaven to give himself as our very Food and Drink on the journey back to him, that we turn to Jesus and believe in him, and be raised up on the last day to spend eternity in the bliss of the Love that loved us first.

He wants us to rely on him, he wants to lead us back to the Father, he wants to raise us up on the last day, because this is the will of the Father. “The Father and I are one” (Jn 10:30). When we approach Jesus in prayer, we are also before the Father. When we receive Communion, this is the gift of the Father. When we are forgiven in Confession, this is the will of the Father. In all things, we are reaching and praying to the Father through the Son in the Holy Spirit! This is the glory of the Resurrection!

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¿Qué quieres? Ojalá, lo que Jesús quiera. ¿Qué quiere Jesús? Lo que el Padre quiera.

Jesús nos dice que ha bajado del cielo no para hacer su propia voluntad, sino la voluntad del que le envió. Siempre hace la voluntad del Padre.

¡Eso significa que debe ser la voluntad del Padre que sus hijos no tengan hambre ni sed! El hambre y la sed no expresan meros deseos, expresan necesidades reales, sin las cuales nuestros cuerpos no pueden permanecer vivos. Jesús dice que nuestra vida espiritual también tiene necesidades reales, y que solo él puede satisfacer esas necesidades. Sin Jesús, sin el Pan de Vida en la Eucaristía, nuestra vida de comunión con Dios no puede sostenerse, y nos debilitamos espiritualmente, hasta la muerte. Pero el que viene a él nunca tendrá hambre, y el que cree en él no tendrá sed jamás.

En Juan 6, Jesús se refiere a sí mismo como el Pan de Vida ¡ONCE veces! Está en serio y tiene la intención de que entendamos esta verdad de que sin Él como nuestro Pan, no podemos sostener la vida dentro de nosotros. Lo necesitamos incluso más de lo que necesitamos comida para sostener nuestros cuerpos.

En todo lo que Jesús dice y hace, vemos la voluntad del Padre. Jesús nos dice que vengamos a él y creamos en él. ¿Luego qué pasará? Nos recibirá: “al que viene a mí yo no lo echaré fuera”. ¿Por qué? ¡Porque es la voluntad del Padre! “todo el que vea al Hijo y crea en él, [tendrá] vida eterna” ¿Por qué? ¡Porque es la voluntad del Padre! Es la voluntad del Padre que Jesús baje del cielo para darse a sí mismo como nuestra comida y bebida mientras nos volvemos a él y creamos en él, y resucitemos en el último día para pasar la eternidad en la dicha del Amor que nos amó primero.

Quiere que confiemos en él, quiere llevarnos de regreso al Padre, quiere resucitarnos en el último día, porque esta es la voluntad del Padre. “El Padre y yo somos uno” (Jn 10,30). Cuando nos acercamos a Jesús en la oración, también estamos ante el Padre. Cuando recibimos la Comunión, este es el don del Padre. Cuando somos perdonados en la Confesión, esta es la voluntad del Padre. ¡En todas las cosas, estamos alcanzando y orando al Padre a través del Hijo en el Espíritu Santo! ¡Esta es la gloria de la Resurrección!

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Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and seven grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

Feature Image Credit: vytas_sdb, cathopic.com/photo/23725-the-holy-trinity-sacred-heart

He Cares for You / Dios Se Preocupa Por Ti

Each and every one of us is a complex being made up of not only a body but sometimes a very complicated soul. We all have a past, circumstances that have marked us and caused us to act and react in certain ways. Some of us were deeply loved as a child, some of us were unwanted and simply put up with. Some of us were listened to, others were expected to be seen and not heard. Some have been burned in relationships, at former jobs or in former vocations. Each and every one of us is highly unique and has never experienced exactly what the person next to us has. Even if we grew up in the same household, the way we internalized things was different. 

A few months ago a sad memory resurfaced in my mind. I was in Rome at a grandiose millennial celebration. We were at Mass with the founder of the religious organization I was with at the time. It was a person who was highly respected and revered. At this special Mass, some of my companions were allowed to make the solemn renewal of their promises early. Normally this step was taken after two years, but since it was the year 2000 and we were all together in Italy, it was decided that those who were deemed ready would be allowed to renew early. Yet, there I sat after two and a half years and still not permitted to renew my promises. I remember staring at one of the youngest members of the bunch, just filled with envy and anger and I couldn’t stop crying. I wept through the whole Mass, wiping my nose on my shirt sleeve since, of course, I didn’t have a single tissue with me. I was a mess. 

Little did I know at the time that just a few months later I would be leaving that life after discovering that it wasn’t my vocation. Little did I know that a decade later, that person that was so highly respected and revered was discovered to have been leading a double life and died in shame. Little did I know that two decades later I would have five children and a husband I adore, fulfilled in my new calling as wife and mother. 

The moral of the story is that while that experience was deeply hurtful, it also forged me into a stronger person who realized that God is my only rock, my only salvation. 

1 Peter sums it up beautifully: “Cast all your worries upon him because he cares for you…The God of all grace who called you to his eternal glory through Christ Jesus will himself restore, confirm, strengthen, and establish you after you have suffered a little.”

Jesus suffered, so we, as his followers, will suffer as well. We are not promised a life without suffering. We all have sad memories. But he does promise to “restore, confirm, strengthen, and establish” us. We are assured that he cares for us. We are invited to cast our worries upon him. 

Whenever a difficult memory arises in your mind, try casting it upon the Lord and asking him to walk through it with you step by step. Ask him to help you learn from it and to heal you from it. For he cares for you, every deep and complex aspect of you.

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Todos y cada uno de nosotros somos un ser complejo formado no solo por un cuerpo, sino a veces por un alma muy complicada. Todos tenemos un pasado, circunstancias que nos han marcado y provocado que actuemos y reaccionemos de determinada forma. Algunos de nosotros fuimos profundamente amados cuando éramos niños, algunos de nosotros no éramos queridos y simplemente nos soportaron. A algunos se nos escuchaba, a otros se esperaba que se nos viera y no se escuchara. Algunos han sido dañados en relaciones, en trabajos o vocaciones anteriores. Todos y cada uno de nosotros somos únicos y nunca hemos experimentado exactamente lo mismo que otra persona. Incluso si nos criamos en el mismo hogar, la forma en que internalizamos las cosas era diferente.

Hace unos meses un recuerdo triste resurgió en mi mente. Estuve en Roma en una grandiosa celebración milenial. Estábamos en misa con el fundador de la organización religiosa con la que era miembro en ese momento. Era una persona muy respetada y venerada. En esta Misa especial, a algunos de mis compañeros se les permitió adelantar la solemne renovación de sus promesas. Normalmente este paso se daba después de dos años, pero como era el año 2000 y estábamos todos juntos en Italia, se decidió que los que se consideraban listos podían renovar antes de tiempo. Sin embargo, allí me senté después de dos años y medio y todavía no me permitieron renovar mis promesas. Recuerdo mirar a uno de los miembros más jóvenes del grupo, llena de envidia y enfadada, no podía dejar de llorar. Lloré durante toda la Misa, limpiándome la nariz con la manga de la camisa ya que, por supuesto, no traía pañuelo conmigo. Era un desastre.

No sabía en ese momento que tan solo unos meses después dejaría esa vida después de descubrir que no era mi vocación. No sabía que una década después, se descubrió que esa persona tan respetada y reverenciada había estado llevando una doble vida y murió avergonzada. Poco sabía que dos décadas después tendría cinco hijos y un esposo al que adoro, realizada en mi nueva vocación como esposa y madre.

La moraleja de la historia es que si bien esa experiencia fue profundamente dolorosa, también me convirtió en una persona más fuerte que se dio cuenta de que Dios es mi única roca, mi única salvación.

1 Pedro lo resume hermosamente: “Dejen en sus manos todas sus preocupaciones, pues él cuida de ustedes… Dios, que es la fuente de todos los bienes, nos ha llamado a participar de su gloria eterna en unión con Cristo, y después de estos sufrimientos tan breves, los restaurará a ustedes, los afianzará, fortalecerá y hará inconmovibles.”

Jesús sufrió, así que nosotros, como sus seguidores, también sufriremos. No se nos promete una vida sin sufrimiento. Todos tenemos recuerdos tristes. Pero sí nos promete “restaurar, afianzar, y fortalecer”. Estamos seguros de que él se cuida de nosotros. Estamos invitados a dejar en sus manos todas nuestras preocupaciones.

Cada vez que surja un recuerdo difícil en tu mente, trate de dejarlo en los manos del Señor y pídale que lo acompañe paso a paso. Pídele que te ayude a aprender de él y que te sane. Porque él se cuida de ti, cada aspecto profundo y complejo de ti.

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Feature Image Credit: Steven Van Loy, unsplash.com/photos/oUhSla4L_98


Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works at for Christian Healthcare Centers, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, runs her own blog at https://togetherandalways.wordpress.com and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

The Bread of Life / El Pan de Vida

The thirst for God is present in every person on the face of the earth. The yearning for fulfillment beats in every human heart. The people in today’s Gospel had been miraculously fed and completely satisfied in the presence of Jesus who had multiplied the bread and fish brought by a small boy. From a few loaves and fish, five thousand people had been more than amply provided for. This did not escape their notice. 

When the people saw the sign he had done, they said, “This is truly the Prophet, the one who is to come into the world”. Jesus, knowing what was in their hearts, fled because he knew they were coming to take him away and make him their king. These children of Israel, oppressed by the Romans, with all the humiliation and indignity that goes with it, suddenly had a flicker of hope. 

When they sought Jesus the next day, he said “ ‘Amen, amen, I say to you, you are looking for me not because you saw signs but because you ate the loaves and were filled.  Do not work for food that perishes but for the food that endures for eternal life, which the Son of Man will give you.”

In order to live, we need to nourish ourselves, we need dignity and peace. The hearts of the people in this crowd were hoping against hope that things could change for them on a temporal level. They just didn’t realize that things had already changed. With the radical newness of the incarnation of the Son of God, everything had already become new. A greater hope of a more eternal promise was being fulfilled before their very eyes. Yet they could not recognize it. They were enamored still of the loaves of bread they had eaten. They were still looking for the food that perishes. Their imagination was too small. 

This food by which they will truly be fed is “the true bread from heaven. For the bread of God is that which comes down from heaven and gives life to the world” (v. 32-33). It is the food on which we ourselves, thousands of years later, are weekly and even daily nourished if we so desire. 

With as much intensity and effort as the crowd sought out the Lord who had multiplied the loaves and the fishes, satisfying their needs that day, may we seek out the Bread of Angels, the true bread from heaven, the Eucharist to be nourished with the body and blood of the Lord. And having been fed with the Bread from Heaven may we become Eucharistic missionaries to all those who feel no need, no urgency, no desire to be fed with the Bread of Angels that lasts unto eternal life. “It is our responsibility to pass on what, by God’s grace, we ourselves have received.”  (Pope Benedict XVI)

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La sed de Dios está presente en cada persona sobre la faz de la tierra. El anhelo de realización late en todo corazón humano. Las personas del evangelio de hoy habían sido milagrosamente alimentadas y completamente satisfechas. Jesús había multiplicado unos cuantos panes y peces traídos por un niño pequeño y proveyó más de lo suficiente para cinco mil personas. Y ellos se dieron cuenta.

Cuando la gente vio la señal que había hecho, dijeron: “Verdaderamente este es el Profeta, el que ha de venir al mundo”. Jesús, sabiendo lo que había en sus corazones, huyó porque sabía que venían para llevárselo y hacerlo su rey. Estos hijos de Israel, oprimidos por los romanos, con toda la humillación y la indignidad que ello conlleva, de repente tuvieron una chispa de esperanza.

Cuando buscaron a Jesús al día siguiente, él dijo: “Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto signos, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse. No trabajen por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna y que les dará el Hijo del hombre”.

Para vivir tenemos que nutrirnos, necesitamos dignidad y paz. Los corazones de las personas en esta multitud esperaban contra toda esperanza que las cosas pudieran cambiar para ellos en un nivel temporal. Simplemente no se dieron cuenta de que las cosas ya habían cambiado. Con la novedad radical de la Encarnación del Hijo de Dios, todo ya era nuevo. Una mayor esperanza de una promesa más eterna se estaba cumpliendo ante sus propios ojos. Sin embargo, no pudieron reconocerlo. Todavía estaban enamorados de las hogazas de pan que habían comido. Todavía estaban buscando la comida que perecía. Su imaginación era demasiado pequeña.

Este alimento con el que verdaderamente serán alimentados es “el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da vida al mundo”. Es el alimento del que nosotros mismos, miles de años después, nos alimentamos semanalmente e incluso diariamente si así lo deseamos.

Con tanta intensidad y esfuerzo como la multitud buscó al Señor que había multiplicado los panes y los peces, satisfaciendo sus necesidades ese día, busquemos nosotros el Pan de los Ángeles, el verdadero pan del cielo, la Eucaristía para nutrirnos con el cuerpo y sangre del Señor. Y habiendo sido alimentados con el Pan del Cielo, que nos convertimos en misioneros eucarísticos para todos aquellos que no sienten necesidad, ni urgencia, ni deseo de ser alimentados con el Pan de los Ángeles que dura hasta la vida eterna. “Es nuestra responsabilidad transmitir lo que, por la gracia de Dios, nosotros mismos hemos recibido”. (Papa Benedicto XVI)

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Sr. Kathryn J. Hermes

Sr. Kathryn James Hermes, FSP, is an author and offers online evangelization as well as spiritual formation for people on their journey of spiritual transformation and inner healing. Website: www.touchingthesunrise.com My Books: https://touchingthesunrise.com/books/
Public Facebook Group: https://www.facebook.com/groups/srkathrynhermes/ HeartWork Spiritual Formation Group: https://touchingthesunrise.com/heartwork/

Feature Image Credit: Aqu Alvarez, cathopic.com/photo/22222-this-is-the-lamb-of-god

Christ Remains Present / Cristo TodavĆ­a Sigue Presente

A powerful thread of truth runs through each of today’s Easter season readings: Jesus resurrected. “God raised this Jesus; of this we are all witnesses” (Acts 2:32). The Apostles testified to this raising of Jesus, but also, and maybe even more powerful is the testimony of those who did not want this truth to be known. Scholars often refer to the latter as “hostile witnesses.” People, who could not deny what they saw but did not wish to perpetuate the following of Christ, become witnesses to the majesty of God. Fascinating how differently the world perceives the history of secular nature from that of religion. We possess many history books filled with events, teachings, and speeches; we do not doubt nor question; we trust what was seen and recorded has been done so accurately. And it is taught from generation to generation.

Yet, how few believe “God raised this Jesus.” The Resurrection opened heaven to those “who through him believe in God who raised him from the dead and gave him glory so that your faith and hope are in God.” St. Peter reminds us to hold fast to this truth so that our hope and faith remain with God. The testimony of those who saw, spoke, and ate with the Risen Lord, provides us a confident hope in the Good News. No one, but One, has ever claimed to be the Son of God and then rose from the dead. Two Thousand years later, we are still speaking of his salvific work upon the cross, still re-presenting those moments upon altars across the world, still worshiping and singing praises.

The 24th Chapter of Luke’s Gospel includes the Walk to Emmaus. Jesus journeyed alongside these disciples, but they did not recognize him. He is still with us today, a true and ever-present companion. How often do we fail to recognize Jesus in our midst? In the Emmaus encounter, in the breaking of bread, “their eyes were opened and they recognized him” (Luke 24:31). Jesus offers the faithful that same wondrous opportunity at each and every Mass to be present at the blessing and breaking of the bread. To experience the burning of our hearts as the Scriptures are opened, and Jesus is made truly present – Body, Blood, Soul, and Divinity – in the Eucharist.

When the disciples encountered Jesus on the road, they urged him to stay with them. Through God’s mystical, remarkable workings, which we will never comprehend this side of heaven, Jesus remains with us still  at every Consecration, in every Tabernacle, and within the heart of those who receive him in the Eucharist.

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Un poderoso hilo de verdad recorre cada una de las lecturas de hoy en la temporada de Pascua: Jesús resucitó. “A este Jesús Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos” (Hechos 2:32). Los Apóstoles dan testimonio de esta resurrección de Jesús, pero también, y quizás aún más poderoso, es el testimonio de aquellos que no querían que se conociera esta verdad. Los eruditos a menudo se refieren a estos últimos como “testigos hostiles”. Personas que no podían negar lo que veían pero que no querían perpetuar el seguimiento de Cristo, se convierten en testigos de la majestad de Dios. Es fascinante lo diferente que el mundo percibe la historia de la naturaleza secular de la de la religión. Poseemos muchos libros de historia llenos de eventos, enseñanzas y discursos; no dudamos ni cuestionamos; Confiamos en que lo que se vio y registró se haya hecho con tanta precisión. Y se enseña de generación en generación.

Sin embargo, cuán pocos creen que “a este Jesús Dios lo resucitó”. La Resurrección abrió el cielo a aquellos que “creen en Dios, quien lo resucitó de entre los muertos y lo llenó de gloria, a fin de que la fe de ustedes sea también esperanza en Dios.” San Pedro nos recuerda aferrarnos a esta verdad para que nuestra esperanza y fe permanezcan en Dios. El testimonio de los que vieron, hablaron y comieron con el Resucitado nos da una esperanza confiada en la Buena Noticia. Nadie, sino Uno, ha afirmado ser el Hijo de Dios y luego resucitó de entre los muertos. Dos mil años después, todavía estamos hablando de su obra salvífica en la cruz, todavía estamos reviviendo esos momentos en los altares de todo el mundo, todavía adoramos y cantamos alabanzas.

El capítulo 24 del Evangelio de Lucas incluye el Camino a Emaús. Jesús caminó junto a estos discípulos, pero ellos no lo reconocieron. Todavía está con nosotros hoy, un compañero verdadero y siempre presente. ¿Con qué frecuencia no reconocemos a Jesús entre nosotros? En el encuentro con Emaús, al partir el pan, “se les abrieron los ojos y lo reconocieron” (Lc 24,31). Jesús ofrece a los fieles esa misma oportunidad maravillosa en todas y cada una de las Misas para estar presentes en la bendición y la fracción del pan. Experimentar el ardor de nuestros corazones cuando se abren las Escrituras y Jesús se hace verdaderamente presente – Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad – en la Eucaristía.

Cuando los discípulos se encontraron con Jesús en el camino, le instaron a que se quedara con ellos. A través de las obras místicas y notables de Dios, que nunca comprenderemos de este lado del cielo, Jesús permanece con nosotros todavía en cada Consagración, en cada Tabernáculo y dentro del corazón de aquellos que lo reciben en la Eucaristía.

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Allison Gingras ( www.ReconciledToYou.com ) — Shares her love of the Catholic Faith with stories, laughter, and honesty as experienced in the ordinary of life! Her writing includes Encountering Signs of Faith (Ave Maria Press) and the Stay Connected Journals for Women (OSV). Allison is a Catholic Digital Media Specialist for Family Rosary, Catholic Mom, and the Fall River Diocese. She hosts A Seeking Heart podcast and is co-host of the Catholic Momcast podcast.

Feature Image Credit: Alvaro Jose Jimenez, cathopic.com/photo/14994-santisimo-sacramento-del-altar

The views and opinions expressed in the Inspiration Daily blog are solely those of the original authors and contributors. These views and opinions do not necessarily represent those of Diocesan, the Diocesan staff, or other contributors to this blog.

Trust in Him / Confiar en El

** This reflection was reposted from Diocesan Archives. **

Have you ever had the little voice in your head tell you it’s time to change a certain situation, yet you hesitate or are too busy to do anything about it? Then, the next time something similar occurs you find yourself, again, talking and thinking more about what’s going on but still not getting to the root of the issue? Fast forward a few months (or years) and you’ve made no changes!

Today’s readings bring this to mind for me. The reading from the Acts of the Apostles speaks of a growing community, yet there are concerns (and individuals) falling through the cracks that affect the overall ministry to the people of faith. A few individuals are selected and blessed to share the vision and work of the Apostles. During the Easter Vigil celebrations around the world, Candidates and Catechumens are brought into the faith. We, as the universal Catholic community, the Church, are here to support these neophytes as they continue on their faith journey.

We have to find our place in the process of the journey. An article I once read really highlighted this for me. While on the trek there will be times when we question our purpose, as well as times of fear and doubt. The Gospel illustrates this today. The Apostles were afraid, even when they saw Jesus. He said to them, “It is I. Do not be afraid.” Still, the apostles wanted to act, to bring Jesus into the boat with them, to take control. The Lord knew this and He immediately got them to their destination.

The following prayer from Soren Kierkegaard really sums up that shared experience. He wrote, “O Lord, calm the waves of this heart: calm its tempest! Calm yourself, o my soul, so that the divine can act in you! Calm yourself, o my soul, so that God is able to repose in you, so that his peace may cover you!”

I believe the Lord is here, guiding us in each and every life situation. I have been given graces through Him in the sacraments that have helped me to prepare, be it through education, talent, skills, or life experiences, to be able to present to those with whom I interact, no matter the circumstance. During these times, I just need to get out of the way and have faith.

So wherever you may find yourself this day or the next, follow St. Boniface’s lead: “Let us stand fast in what is right, and prepare our souls for trial. Let us wait upon God’s strengthening aid and say to him: ‘O Lord, you have been our refuge in all generations.'” Amen.

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¿Alguna vez has tenido una vocecita en tu cabeza que te dice que es hora de cambiar una situación determinada, pero dudas o estás demasiado ocupado para hacer algo al respecto? Entonces, la próxima vez que ocurra algo similar, se encuentra, nuevamente, hablando y pensando más sobre lo que está sucediendo, pero aún no llega a la raíz del problema. Avance rápido unos meses (o años) y nada ha cambiado.

Las lecturas de hoy me recuerdan de esto. La lectura de los Hechos de los Apóstoles habla de una comunidad en crecimiento, sin embargo, hay preocupaciones (e individuos) que se pierden y que afectan el ministerio general a la gente de fe. Algunas personas son seleccionadas y bendecidas para compartir la visión y el trabajo de los Apóstoles. Durante las celebraciones de la Vigilia Pascual en todo el mundo, los Candidatos y Catecúmenos entran a la plenitud de la fe. Nosotros, como comunidad católica universal, la Iglesia, estamos aquí para apoyar a estos neófitos mientras sigan su camino de fe.

Tenemos que encontrar nuestro lugar en el proceso. Un artículo que leí una vez realmente resaltó esto para mí. En el camino habrá momentos en los que cuestionamos nuestro propósito, así como momentos de miedo y duda. El Evangelio ilustra esto hoy. Los Apóstoles tenían miedo, incluso cuando vieron a Jesús. Él les dijo: “Soy yo. No tengan miedo”. Aun así, los apóstoles querían actuar, traer a Jesús a la barca con ellos, tomar el control. El Señor sabía esto e inmediatamente los llevó a su destino.

La siguiente oración de Soren Kierkegaard realmente resume esa experiencia compartida. Escribió: “Oh Señor, calma las olas de este corazón: ¡calma su tempestad! ¡Tranquilízate, oh alma mía, para que lo divino actúe en ti! Cálmate, oh alma mía, para que Dios pueda reposar en ti, para que su paz te cubra!”

Creo que el Señor está aquí, guiándonos en todas y cada una de las situaciones de la vida. He recibido gracias a través de Él en los sacramentos que me han ayudado a prepararme, ya que sea a través de la educación, el talento, las habilidades o las experiencias de vida, para poder presentar a aquellos con quienes interactúo, sin importar las circunstancias. Ahora solo tengo que dejar de estorbar y tener más fe.

Entonces, donde sea que te encuentres este día o el próximo, sigue el ejemplo de San Bonifacio: “Permanezcamos firmes en lo que es correcto y preparemos nuestras almas para la prueba. Esperemos la ayuda fortalecedora de Dios y digámosle: ‘Oh Señor, tú has sido nuestro refugio en todas las generaciones'”. Amén.

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Beth Price is part of the customer care team at Diocesan. She is a Secular Franciscan (OFS) and a practicing spiritual director. Beth shares smiles, prayers, laughter, a listening ear and her heart with all of creation. Reach her here bprice@diocesan.com.

Feature Image Credit: youssef naddam, unsplash.com/photos/iJ2IG8ckCpA

Trusting in Godā€™s Direction / Confiando en la OrientaciĆ³n de Dios

When the disciples are tasked with feeding five thousand men across from the Sea of Galilee, they are understandably dumbfounded: How can they feed so large a crowd with no food of their own, not much money, and five barley loaves and two fish? Yet, they do not bat an eye when Jesus tells them to prepare the crowd for a meal. Instead of relying on their own intuition and arguing with Jesus about the absurdity of feeding over five thousand people with such a small amount of food, they simply do what He says, knowing that He will provide for His people.

The disciples understand our Gospel acclamation, that “one does not live on bread alone, but on every word that comes forth from the mouth of God” (Matt. 4:4). They have no idea how to approach the situation, but they have learned to trust in Jesus’ direction, even for matters of physical survival. His direction is better than anything they could come up with, even if it seems absurd at the time.

This outlook complements that of the psalmist, whose sole aim is to dwell in the house of the Lord rather than in other, more familiar places. And in our First Reading, we see Gamaliel saying something similar: “If [the gospel message] comes from God, you will not be able to destroy them; you may even find yourselves fighting against God” (Acts 5:39). He does not want to resist something that might come from God, even if he does not understand it.

Gamaliel, the psalmist, and the disciples see the point of remaining fixed on God, trusting in His direction even when it is difficult. They know that if God ordains something, guiding it with His hand, it cannot fail. If He gives direction, it will not be followed in vain. To dwell in His house is better than all else.

This is a profound trust that we need to adopt in our own lives. There is a subtle self-reliance that creeps in when we spend too much time seeking security by our own efforts alone. We plan far ahead, without consulting God concerning what He wants for our lives and for our loved ones. Inevitably, our best laid plans fail, and we make new ones, which fare no better. If we are not used to consulting God and trusting that He truly has things under control, we rely on worldly methods to maintain security, prestige, and wealth, so that we can have everything necessary for a good and peaceful life. Seeking easy steps to success, we look to social media and popular wisdom to solve our problems. If these solutions are divorced from spirituality, they never bring us the peace and security we seek.

Ultimately, we need to trust in what God has already told us through readings such as these. Even and especially when things look confusing and hopeless, God is in control. We must listen to Him and seek His will in these moments through prayer, Scripture, the sacraments, and spiritual direction, trusting in what He tells us, even if we cannot understand the reasons for it. We cannot expect to fully understand the ways of God, but that does not mean that they are inferior to the ways we can come up with on our own. Dwelling in His house is the goal, and His direction and protection are best for us in all situations.

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Cuando los discípulos tienen la tarea de alimentar a cinco mil hombres al otro lado del Mar de Galilea, se quedan estupefactos: ¿Cómo pueden alimentar a una multitud tan grande sin comida propia, sin mucho dinero, cinco panes de cebada y dos peces? Sin embargo, no se inmutan cuando Jesús les dice que preparen a la multitud para una comida. En lugar de confiar en su propia intuición y discutir con Jesús acerca de lo absurdo de alimentar a más de cinco mil personas con una cantidad tan pequeña de comida, simplemente hacen lo que les manda, sabiendo que proveerá para Su pueblo.

Los discípulos entienden nuestra aclamación evangélica, que “No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (Mt 4,4). No tienen idea de cómo abordar la situación, pero han aprendido a confiar en la dirección de Jesús, incluso en cuestiones de supervivencia física. Su orientación es mejor que cualquier cosa que se les haya ocurrido, incluso si parece absurdo en ese momento.

Esta perspectiva complementa la del salmista, cuyo único objetivo es morar en la casa del Señor y no en otros lugares más familiares. Y en nuestra Primera Lectura, vemos a Gamaliel diciendo algo similar: “si lo que se proponen y están haciendo es de origen humano, se acabará por sí mismo. Pero si es cosa de Dios, no podrán ustedes deshacerlo. No se expongan a luchar contra Dios” (Hechos 5:39). No quiere resistirse a algo que podría venir de Dios, aunque no lo entienda.

Gamaliel, el salmista y los discípulos ven el punto de mantenerse fijos en Dios, confiando en Su orientación incluso cuando sea difícil. Saben que si Dios ordena algo, guiándolo con Su mano, no puede fallar. Si orienta a alguien, sus indicaciones no serán seguidas en vano. Morar en Su casa es mejor que cualquier otra cosa.

Esta es una confianza profunda que necesitamos adoptar en nuestras propias vidas. Hay una autosuficiencia sutil que se cuela cuando pasamos demasiado tiempo buscando seguridad solo con nuestros propios esfuerzos. Planeamos con mucha anticipación, sin consultar a Dios sobre lo que quiere para nuestra vida y la de nuestros seres queridos. Inevitablemente, nuestros planes fallan y creamos otros nuevos, y no nos va mejor. Si no estamos acostumbrados a consultar a Dios y confiar en que realmente tiene las cosas bajo su control, nos apoyamos en métodos mundanos para mantener la seguridad, el prestigio y la riqueza, para que podamos tener todo lo necesario para una vida buena y pacífica. Buscando pasos fáciles hacia el éxito, recurrimos a las redes sociales y la sabiduría popular para resolver nuestros problemas. Si estas soluciones están separadas de la espiritualidad, nunca nos traerán la paz y la seguridad que buscamos.

En última instancia, debemos confiar en lo que Dios ya nos ha dicho a través de las escrituras, como las lecturas de hoy. Incluso y especialmente cuando las cosas parecen confusas y sin esperanza, Dios tiene todo bajo control. Debemos escucharlo y buscar su voluntad en estos momentos a través de la oración, la Escritura, los sacramentos y la dirección espiritual, confiando en lo que nos dice, aunque no podamos entender las razones. No podemos esperar comprender completamente los caminos de Dios, pero eso no significa que sean inferiores a los caminos que podemos encontrar por nuestra cuenta. Morar en Su casa es la meta, y Su orientación y su protección son lo mejor para nosotros en todas las situaciones.

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David Dashiell is a freelance author and editor in Nashville, Tennessee. He has a master’s degree in theology from Franciscan University, and is the editor of the anthology Ever Ancient, Ever New: Why Younger Generations Are Embracing Traditional Catholicism.

Feature Image Credit: Alessandro Vicentin, cathopic.com/photo/9026-rezando

Tell the Story / Contar la Historia

“When they heard this, they became infuriated and wanted to put them to death.”

The Apostles were so convicted by their experience of Jesus Christ, that they continued to tell his story even when those in power wanted to put them to death. Let that sink in for a moment. They wanted them put to death. And the Apostles did not stop. 

We live in a time when we are taught not to discuss religion and politics. We have witnessed people shamed and brought down for standing up for their convictions. It is a time of “political correctness” and “cancel culture”. 

This hits home hard for me. It is hard for me to even write these words. I am ashamed to admit that there have been times in my life when I have not brought up my faith because I was afraid it would make for an uncomfortable dinner conversation. I have neglected to share the grace I have received, because I wasn’t sure how the person would react, they might think I was weird or worse. I had a job once where I was cautioned to tuck in my crucifix because I was around people who didn’t like Catholics and I complied. No one has threatened my life, but there have definitely been times when I didn’t tell the story of Jesus Christ and the wonders he has worked. For that I am ashamed. 

A personal encounter with Jesus Christ has the ability to transform us. A personal encounter with Jesus Christ is able to take us outside of ourselves and move us into meaningful encounters with others. It is our mission to go out into the world and tell the story of Jesus Christ and his mercy. We are not to tell it once and then go back home, we are to tell the story over and over. More than that, we are to live the story. We are to live in such a way that mercy is our hallmark; where telling others how much they are loved is part of just who we are and how we operate. 

So I will take comfort from John’s words in the Gospel. “He does not ration his gift of the Spirit.” As I bend my will to conform more and more to God’s will, I can trust that God will not ration his gift of the Spirit so that each day I can start anew and along with the Psalmist “bless the Lord at all times.” Even when it feels uncomfortable. 

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“Esta respuesta los exasperó y decidieron matarlos.”

Los Apóstoles estaban tan convencidos por su experiencia de Jesucristo, que continuaron contando su historia incluso cuando aquellos en poder querían matarlos. Profundicen un momento en eso. Querían que los mataran. Y los Apóstoles no pararon.

Vivimos en una época en la que se nos enseña a no hablar de la religión y la política. Hemos sido testigos de personas avergonzadas y humilladas por defender sus convicciones. Es una época de “no ofender políticamente” y “una cultura de la cancelación”.

Esto es muy duro para mí. Es difícil para mí incluso escribir estas palabras. Me avergüenza admitir que ha habido momentos en mi vida en los que no mencioné mi fe porque tenía miedo de que se convirtiera en una conversación incómoda durante la cena. Me he negado a compartir la gracia que he recibido, porque no estaba seguro de cómo reaccionaría la persona, de que podrían pensar que era rara o algo peor. Una vez tuve un trabajo donde me advirtieron que me metiera el crucifijo dentro de la blusa porque estaba rodeado de personas que no les gustaban a los católicos, y lo hice. Nadie ha amenazado mi vida, pero definitivamente ha habido momentos en los que no conté la historia de Jesucristo y las maravillas que ha obrado. Por eso estoy avergonzada.

Un encuentro personal con Jesucristo tiene la capacidad de transformarnos. Un encuentro personal con Jesucristo es capaz de sacarnos de nosotros mismos y llevarnos a encuentros significativos con los demás. Es nuestra misión salir al mundo y contar la historia de Jesucristo y su misericordia. No debemos contarlo una vez y luego volver a casa, debemos contar la historia una y otra vez. Más que eso, debemos vivir la historia. Debemos vivir de tal manera que la misericordia sea nuestro sello distintivo; donde decirles a los demás cuánto los amamos es parte de quiénes somos y cómo operamos.

Así que me consolaré con las palabras de Juan en el Evangelio. “Dios le ha concedido sin medida su Espíritu.”. Mientras dejo que mi voluntad se conforme cada vez más a la voluntad de Dios, puedo confiar en que Dios no racionará su don del Espíritu para que cada día pueda comenzar de nuevo y junto con el salmista “Bendeciré al Señor a todas horas”. Incluso cuando se siente incómodo.

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Sheryl is happy to be the number 1 cheerleader and supporter for her husband, Tom who is a candidate for the Permanent Diaconate in the Diocese of Kalamazoo. They are so grateful for the opportunity to grow together in this process. Sheryl’s day job is serving her community as the principal for St. Therese Catholic School in Wayland, Michigan. Since every time she thinks she gets life all figured out, she realizes just how far she has to go, St. Rita of Cascia is her go-to Saint for intercession and help. Home includes Carlyn, a very, very goofy Golden Retriever and Lucy, our not-so-little rescue puppy. 

Feature Image Credit: Justice Amoh, unsplash.com/photos/hyYJKOZp2Og