Meditating with Scripture / Meditando con las Escrituras

Today’s Gospel reading is packed with wisdom. One way to read Scripture is simply to spend time meditating verse by verse, and this passage provides a lot of material. Let’s consider three small verses within this passage today. Each verse provides important themes for this Easter Season. First, we must trust in God. Second, God showers us with gifts. Third, believe! 

Trust: “Whoever does accept [Jesus’] testimony certifies that God is trustworthy.”

Do you believe that God is trustworthy? He is trustworthy over anything and everyone. When we are in a difficult period in life, we tend to turn to God and put our trust and hope in Him because we know that we are not strong enough to carry the burden – whether illness, family challenges, career difficulties, or any other difficulty. When we realize that a burden is beyond our strength or control we turn to God. But what about putting all of our trust in God in the day to day activities that we can control? Do you entrust your health, your family, and your career to God on a daily basis? If we believe that Jesus is Lord, let’s entrust our entire lives to him, even the simple things that we think we have control over. 

Gift: “For the one whom God sent speaks the words of God. He does not ration his gift of the Spirit.”

Do you see the Most Holy Trinity in this passage? Walk with me. God sent Jesus, the one who “speaks the words of God.” God does not ration his gift of the Spirit – the Holy Spirit. Here we see how God pours out His love upon the world continuously, through Jesus, the Word of God, and the Spirit. 

This verse is a call to remember that the Triune God is generous. He teaches us, offers himself to us, and moves within us. God does not ration his gift of the Spirit. When you are tempted to doubt, ask for the Holy Spirit to make Himself known to you.

Believe: “Whoever believes in the Son has eternal life.”

You may hear echoes of John 3:16 in this verse, “For God so loved the world that he gave his only Son, so that everyone who believes in him might not perish but might have eternal life.” In John’s Gospel and his letters, we find a refrain of believing in God, remaining or abiding in God, and the promise of eternal life. 

Whenever you feel yourself doubting God, pray the words of the Father from Mark 9:24, “I do believe; help my unbelief.” Doubt and fear happen in our human condition. Sometimes we question God’s love for us or even his existence. The promises in today’s Gospel reading are strong. Take a minute to consider how God has made Himself and his love known to you.

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La lectura del Evangelio de hoy está llena de sabiduría. Una forma de leer las Escrituras es simplemente pasar tiempo meditando versículo por versículo, y este pasaje proporciona mucho material. Consideremos tres pequeños versículos dentro de este pasaje de hoy. Cada versículo proporciona temas importantes para esta temporada de Pascua. Primero, debemos confiar en Dios. Segundo, Dios nos colma de regalos. Y tercero, ¡cree!

Confianza: “El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.

¿Crees que Dios es digno de confianza? Él es digno de confianza sobre cualquier cosa y sobre todos. Cuando estamos en un período difícil en la vida, tendemos a recurrir a Dios y poner nuestra confianza y esperanza en Él porque sabemos que no somos lo suficientemente fuertes para llevar la carga, ya sea enfermedad, desafíos familiares, dificultades profesionales o cualquier otra dificultad. Cuando nos damos cuenta de que una carga está más allá de nuestras fuerzas o control, acudimos a Dios. Pero ¿qué tal si ponemos toda nuestra confianza en Dios durante las actividades diarias que sí podemos controlar? ¿Confías tu salud, tu familia y tu carrera a Dios todos los días? Si creemos que Jesús es el Señor, confiémosle toda nuestra vida, incluso las cosas sencillas sobre las que creemos que tenemos control.

Don: “Aquel a quien Dios envió habla las palabras de Dios, porque Dios le ha concedido sin medida su Espíritu.

¿Ves la Santísima Trinidad en este pasaje? Dios envió a Jesús, el que “habla las palabras de Dios”. Dios concede sin medida su don del Espíritu – el Espíritu Santo. Aquí vemos cómo Dios derrama Su amor sobre el mundo continuamente, a través de Jesús, la Palabra de Dios y el Espíritu.

Este versículo es un llamado a recordar que el Dios Triuno es generoso. Él nos enseña, se ofrece a nosotros y se mueve en nosotros. Dios concede sin medida su don del Espíritu. Cuando estés tentado a dudar, pide al Espíritu Santo que se te dé a conocer.

Cree: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna.”

Es posible que escuche ecos de Juan 3,16 en este versículo: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna”. En el Evangelio de Juan y sus cartas encontramos un estribillo de creer en Dios, de permanecer en Dios y de la promesa de la vida eterna.

Siempre que sientas que dudas de Dios, reza las palabras del Padre en Marcos 9,24: “Creo; ayuda a mi incredulidad”. La duda y el miedo ocurren en nuestra condición humana. A veces cuestionamos el amor de Dios por nosotros o incluso su existencia. Las promesas en la lectura del Evangelio de hoy son fuertes. Tómate un minuto para considerar cómo Dios se te ha dado a conocer a sí mismo y su amor.

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Elizabeth Tomlin is the author of Joyful Momentum: Building and Sustaining Vibrant Women’s Groups and contributing author to the Ave Prayer Book for Catholic Mothers. She is General Counsel for the Archdiocese for the Military Services, USA. Elizabeth is an Army wife and mother of three and currently lives in the DC area. She blogs at JoyfulMomentum.org or @elizabethannetomlin on social media.

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Choose Light / Elige la Luz

Recently, I was teaching a group of students about the Mass. We had reached the end of the Liturgy and were focused on the dismissal: “Go and proclaim the Gospel with your life.” We hear it all the time, but do we think about what it actually means? It is more than just a signal that Mass is over and we are free to go. It is a call to carry God’s light and life into the darkest corners of our world.

Mass isn’t just an obligation. It isn’t just something we do because we are Catholic. Being fully present at Mass is a choice and a discipline, and a whole lot of grace. We go to confession so that we can be open to all the graces offered to us in the Holy Sacrifice re-presented on the altar at every Mass. When we are fully present at Mass, we offer ourselves, our hearts, our happy thoughts, our distractions and our struggles. We give all of it to be used to glorify and worship God. We hear the Gospel, we share in Christ’s sacrifice by offering our own lives back to God, so what is left? 

It isn’t enough to experience God’s love and light within the walls of the Church. It’s a start, but it isn’t enough. At the dismissal, we are reminded that we take what we have received, Christ himself, and carry Him out into the world. We don’t carry Him for our benefit, but for the world’s benefit. Our world can be a dark and dreary place. One doesn’t have to look far to become discouraged. In the midst of this world, we can take refuge in the One who created us. We have the grace and mercy of Our Lord. We have the tender love and example of His Mother. We have the intercession and advocacy of the Holy Spirit. “Go and proclaim the Gospel with your life,” is our call to action. It is when we choose to move from the protection of the Church to carry God’s love to our neighbor. It is when we choose to follow the example of the saints and be Christ’s light to others. It’s risky and it’s hard and it can also be incredibly scary, but it’s our calling.

Come, Holy Spirit, fill us with the fire of your love. Guide us to always choose to share your life and light with others.

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Recientemente, estaba enseñando a un grupo de estudiantes sobre la Misa. Habíamos llegado al final de la Liturgia y estábamos concentrados en la despedida: “Ve y proclama el Evangelio con tu vida”. Lo escuchamos todo el tiempo, pero ¿pensamos en lo que realmente significa? Es más que una simple señal de que la Misa haya terminado y podemos irnos. Es un llamado a llevar la luz y la vida de Dios a los rincones más oscuros de nuestro mundo.

La misa no es sólo una obligación. No es algo que hacemos simplemente porque somos católicos. Estar plenamente presente en la Misa es una elección y una disciplina, y nos da mucha gracia. Nos confesamos para poder estar abiertos a todas las gracias que se nos ofrecen en el Santo Sacrificio representado en el altar en cada Misa. Cuando estamos completamente presentes en la Misa, nos ofrecemos a nosotros mismos, nuestros corazones, nuestros pensamientos felices, nuestras distracciones y nuestras batallas. Entregamos todo para que sea útil para glorificar y adorar a Dios. Si escuchamos el Evangelio, y compartimos el sacrificio de Cristo al ofrecer nuestras propias vidas a Dios, entonces, ¿qué más hay que hacer?

No basta con experimentar el amor y la luz de Dios dentro de los muros de la Iglesia. Es un comienzo, pero no es suficiente. En la despedida, se nos recuerda que tomamos lo que hemos recibido, Cristo mismo, y lo llevamos al mundo. No lo llevamos para nuestro beneficio, sino para el beneficio del mundo. Nuestro mundo puede ser un lugar oscuro y deprimente. No hace falta mirar muy lejos para desanimarse. En medio de este mundo, podemos refugiarnos en Aquel que nos creó. Tenemos la gracia y la misericordia de Nuestro Señor. Tenemos el tierno amor y el ejemplo de Su Madre. Contamos con la intercesión y el auxilio del Espíritu Santo. “Ve y proclama el Evangelio con tu vida”, es nuestro llamado a la acción. Es cuando elegimos alejarnos de la protección de la Iglesia para llevar el amor de Dios a nuestro prójimo. Es cuando elegimos seguir el ejemplo de los santos y ser la luz de Cristo para los demás. Es arriesgado, difícil y también puede dar mucho miedo, pero es nuestra vocación.

Ven, Espíritu Santo, llénanos con el fuego de tu amor. Guíanos para elegir siempre compartir tu vida y tu luz con los demás.

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Sheryl’s first calling is to be wife and partner to Tom, who is a candidate for the Permanent Diaconate in the Diocese of Kalamazoo. She also gets to live out her passion for teaching and learning by serving as principal at St. Therese Catholic School in Wayland, Michigan. Home is full with Carlyn, our goofy golden retriever, Lucy, our terrier mix wild child, and Mila, our very special Bernese Mountain dog. 

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Family Unity / Unidad familiar

” The community of believers was of one heart and one mind.” 

Imagine for just a moment the founding of a family company. The excitement in the air that comes from branching out and believing in what the family can do must be a feeling like no other. Everyone working together towards a common goal to provide for their families must give hard work a deeper meaning. Then fast forward about a year and you start to see the division forming, gossip, and anxiety. 

I think inevitably whenever people gather together in a group they start by being warm and fuzzy but then quickly the differences and weaknesses of each member of the group start to form. It is no different in the Catholic Church. Think about how united the Apostles must have been, especially after Jesus rose from the dead. They needed each other for everything and grew together as a community with the help of the Holy Spirit. 

I have an experiment for you. I want you to walk into your local parish at some point during this next week, and think about what you see and hear. Do you see an atmosphere of togetherness and family? Or do you see one of division and cliques? It is no secret that some Catholics are more conservative, some are more liberal, some are more traditional, and some prefer a more modern type of worship. But at the end of the day, as the first reading reminds us, we should all be of one heart and mind. 

God desires to unite, Satan desires to divide. Now, of course, this is not an easy task when we try to do it all on our own. Every time I try by my own strength to be a good person I am reminded of how I am not very strong. This is why we need to pray for the grace to bring people into the family of God and not be the cause of disunity. As the Catechism says in the very first paragraph, Jesus “calls together all men, scattered and divided by sin, into the unity of his family, the Church.” (CCC #1)

Jesus is the one who desires that we all be one. Let us pray during this Easter season for the grace needed to be a source of unity and invitation. 

From all of us here at Diocesan, God bless!

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“La multitud de los que habían creído tenía un solo corazón y una sola alma”.

Imaginemos por un momento la fundación de una empresa familiar. La emoción en el aire que surge al expandirse y creer en lo que la familia puede hacer debe ser un sentimiento como ningún otro. Todos los que trabajan juntos por el objetivo común de mantener a sus familias deben darle al trabajo duro un significado más profundo. Luego, aproximadamente un año después, comienzas a ver cómo se forma la división, los chismes y la ansiedad.

Creo que inevitablemente cada vez que las personas se reúnen en un grupo comienzan siendo cálidas y acogedoras, pero luego rápidamente comienzan a formarse las diferencias y debilidades de cada miembro del grupo. No es diferente en la Iglesia Católica. Piense en lo unidos que debieron estar los Apóstoles, especialmente después de que Jesús resucitó de entre los muertos. Se necesitaban unos a otros para todo y crecieron juntos como comunidad con la ayuda del Espíritu Santo.

Tengo un experimento para ti. Quiero que en algún momento de la próxima semana entres a tu parroquia local y pienses en lo que ves y oyes. ¿Ves un ambiente de unión y familia? ¿O ves uno de división y grupitos particulares? No es ningún secreto que algunos católicos son más conservadores, otros más liberales, otros más tradicionales y otros prefieren un tipo de culto más moderno. Pero al fin de cuentas, como nos recuerda la primera lectura, todos debemos tener un solo corazón y una sola alma.

Dios desea unir, Satanás desea dividir. Ahora bien, por supuesto, esta no es una tarea fácil cuando intentamos hacerlo todo por nuestra cuenta. Cada vez que intento ser una buena persona con mis propias fuerzas, recuerdo que no soy muy fuerte. Es por eso que debemos orar por la gracia de traer a las personas a la familia de Dios y no ser causa de desunión. Como dice el Catecismo en el primer párrafo, Jesús “Convoca a todos los hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de su familia, la Iglesia.” (CIC #1)

Jesús es quien desea que todos seamos uno. Oremos durante este tiempo pascual por la gracia necesaria para ser fuente de unidad e invitación.

De parte de todos nosotros aquí en Diocesano, ¡Dios los bendiga!

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Tommy Shultz is a Business Development Representative for Diocesan. In this role he is committed to bringing the best software to dioceses and parishes while helping them evangelize on the digital continent. Tommy has worked in various diocese and parish roles since his graduation from Franciscan University with a Theology degree. He hopes to use his skills in evangelization, marketing, and communications, to serve the Church and bring the Good News to all. His favorite quote comes from St. John Paul II, who said, “A person is an entity of a sort to which the only proper and adequate way to relate is love.”

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Truly Favored / Verdaderamente Favorecida

“Do not be afraid, Mary, for you have found favor with God.”

What an interesting choice of words from the Angel Gabriel – “favor with God.” This has to be where Mary’s fullness of grace comes in because if I was told I had favor with God and then my life went on the roller-coaster ride that Mary’s did, I’m not sure I would believe the Archangel Gabriel nor share the same definition and understanding of “favor.”

Here in the Annunciation, we hear these profound words spoken to Mary, along with the astounding news that God has chosen her to bear His beloved Son. Although I try to place myself in that room, hearing those words, I simply cannot fathom the depth of Mary’s emotions in that very moment, that unique experience that the Blessed Virgin Mary alone has been graced to experience.

This “favor” that was found to be with Mary becomes increasingly harder to imagine as the rest of the story of Mary’s life with Jesus unfolds — in what we, who are not full of grace, might see as a complete unraveling of God’s favor. As a woman, I know how I would perceive this journey if I were to put myself in Mary’s situation.  Mary is the ultimate model of trust and faith because we have no evidence that she lost these gifts, as I would have if my expectations were seemingly twisted completely around.

These are a few of the events and situations I wouldn’t expect if I had received the news I was expecting the Son of God:

  • I would not have expected to travel to help out a slightly more pregnant cousin right after finding out I, too, was to have a baby, especially if that child was the Messiah!
  • I would have expected to have the baby at home with my mom and maybe some women from Nazareth to help out, not in a barn all the way in Bethlehem with only my husband’s assistance.
  • After my son’s unexpected birth in a manger, I would have expected to return back to Nazareth, again to the comfort of my home and my family and community to help me raise my new son. I would have never expected this urgent, I am sure, frightening escape from Bethlehem into Egypt.  

In the end, it is irrefutable (to me, at least) that Mary has truly found favor with God. This grace may not align with our thoughts and understanding of ‘favor,’ but I continue, like her, to ponder all these things in my heart, praying that if the day ever arrives for me to be greeted by an angel with a great message from God, I too will answer, “May it be done to me according to your Word.”

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“No temas, María, porque has hallado [favor] ante Dios”.

Qué interesante elección de palabras del ángel Gabriel: “favor ante Dios”. Aquí tiene que ser donde entra en juego la plenitud de gracia de María porque si a mí me dijeran que tengo el favor de Dios y luego mi vida se subiera a la montaña rusa como la de María, no estoy segura de creerle al Arcángel Gabriel ni compartir la misma definición y comprensión de la palabra “favor”.

Aquí, en la Anunciación, escuchamos estas profundas palabras dirigidas a María, junto con la asombrosa noticia de que Dios la ha elegido para dar a luz a su amado Hijo. Aunque trato de ubicarme en esa habitación, escuchando esas palabras, simplemente no puedo comprender la profundidad de las emociones de María en ese momento, esa experiencia única que sólo la Santísima Virgen María ha tenido la gracia de experimentar.

Este “favor” que se encontró con María se vuelve cada vez más difícil de imaginar a medida que se desarrolla el resto de la historia de la vida de María con Jesús, en lo que nosotros, que no estamos llenos de gracia, podríamos ver como un completo desmoronamiento del favor de Dios. Como mujer, sé cómo percibiría yo este viaje si me pusiera en la situación de María. María es el modelo supremo de confianza y fe porque sabemos que ella no haya perdido estos dones, como lo habría hecho yo si mis expectativas aparentemente estuvieran vueltas boca abajo. 

Estos son algunos de los eventos y situaciones que no esperaría si hubiera recibido la noticia de que esperaba al Hijo de Dios: 1) No hubiera esperado viajar para ayudar a una prima un poco más embarazada justo después de descubrir que yo también iba a tener un bebé, ¡especialmente si ese niño era el Mesías! 2) Habría esperado dar a luz en casa con mi mamá y tal vez algunas mujeres de Nazaret para ayudarme, no en una cueva en Belén con sólo la ayuda de mi esposo. 3) Después del inesperado nacimiento de mi hijo en un pesebre, hubiera esperado regresar a Nazaret, nuevamente a la comodidad de mi hogar, mi familia y mi comunidad para ayudarme a criar a mi hijo recién nacido. Nunca hubiera esperado esta urgente y aterradora huida de Belén a Egipto.

Al final, es irrefutable (al menos para mí) que María realmente ha encontrado el favor de Dios. Es posible que esta gracia no se alinee con nuestros pensamientos y comprensión del “favor”, pero sigo, como ella, reflexionando sobre todas estas cosas en mi corazón, orando para que, si alguna vez llegara el día en que un ángel me salude con un gran mensaje de Dios, yo también responderé: “Hágase en mí según tu Palabra”.

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Allison Gingras ( www.ReconciledToYou.com ) — Shares her love of the Catholic Faith with stories, laughter, and honesty as experienced in the ordinary of life! Her writing includes Encountering Signs of Faith (Ave Maria Press) and the Stay Connected Journals for Women (OSV). Allison is a Catholic Digital Media Specialist for Family Rosary, Catholic Mom, and the Fall River Diocese. She hosts A Seeking Heart podcast and is co-host of the Catholic Momcast podcast.

Feature Image Credit: Maria Oswalt, unsplash.com/photos/mary-statue-5xar-6sfQ8w

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Peace Be With You / La Paz Esté con Ustedes

Chapter 20 of the Gospel of John emphasizes Peace and the Holy Spirit abiding within us. Christ’s first word following His death is “Peace”. I do not find that I am naturally a peaceful person. I tend to get easily distracted and upset by life not being “fair”, or agitated when things do not go exactly as I had planned. I am flawed. Yet so much greater than this is that I am also loved. Above all else, Christ has laid down his life for me. I owe it to Him to do my best to try to find an inner peace. It is often a battle. My mind races at night, dwelling on what might go wrong. It is by listening to the word of God that I calmed down and am reminded of who I really am. Through dedicating my time to Him in prayer and good deeds, He will rejuvenate me, like the Living Water He declares to the Samaritan woman. 

Again and again we must acknowledge that the Holy Spirit resides in each of us, guiding us, and that in each passing moment we can become more like Christ. Pope Benedict XVI explained, “Every person carries within himself, a project of God, a personal vocation, a personal idea of God, on what he is required to do in history to build His Church, a living temple of His presence.” I have a calling, a reason for why God has created me, I was chosen for this life to share God’s glory with those around me. We may not always know where we belong or how each passing moment might unfold. While I may not be at peace on my own accord, with God’s grace, He will remain in me as a source of peace through the Holy Spirit. He will help me find the way.  

“Loving God, please grant me peace of mind and calm my troubled heart. My soul is like a turbulent sea. I can’t seem to find my balance so I stumble and worry constantly. Give me the strength and clarity of mind to find my purpose and walk the path you’ve laid out for me”. – Author Unknown

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El capítulo 20 del Evangelio de Juan enfatiza la paz y el Espíritu Santo habitando dentro de nosotros. La primera palabra de Cristo después de su muerte es “Paz”. No soy una persona pacífica por naturaleza. Tiendo a distraerme y enojarme fácilmente porque la vida no es “justa”, o a agitarme cuando las cosas no salen exactamente como las había planeado. Tengo defectos. Sin embargo, mucho más grande que esto es que también soy amada. Por encima de todo, Cristo ha dado su vida por mí. Le debo a Él hacer lo mejor que pueda para tratar de encontrar la paz interior pero a menudo es una batalla. Mi mente se acelera por la noche, pensando en lo que podría salir mal. Al escuchar la palabra de Dios me calmo y recuerdo quién soy realmente. Al dedicarle mi tiempo en oración y buenas obras, Él me rejuvenece, como el Agua Viva que le declara a la mujer samaritana.

Una y otra vez debemos reconocer que el Espíritu Santo reside en cada uno de nosotros, guiándonos, y que en cada momento que pasa podemos llegar a ser más como Cristo. El Papa Benedicto XVI explicó: “Cada persona lleva dentro de sí un proyecto de Dios, una vocación personal, una idea personal de Dios, sobre lo que debe hacer en la historia para construir su Iglesia, templo vivo de su presencia”. Tengo un llamado, una razón por la cual Dios me ha creado, fui elegida para esta vida para compartir la gloria de Dios con quienes me rodean. Puede que no siempre sepamos a dónde pertenecemos o cómo se desarrollará cada momento que pasa. Aunque no tenga paz por mi propia cuenta, con la gracia de Dios, Él permanecerá en mí como fuente de paz por medio del Espíritu Santo y me ayudará a encontrar el camino.

“Amado Dios, por favor concédeme paz mental y calma mi corazón atribulado. Mi alma es como un mar turbulento. Parece que no puedo encontrar el equilibrio, así que tropiezo y me preocupo constantemente. Dame la fuerza y la claridad mental para encontrar mi propósito y recorrer el camino que me has trazado”. – Autor desconocido

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Dr. Alexis Dallara-Marsh is a board-certified neurologist who practices in Bergen County, NJ. She is a wife to her best friend, Akeem, and a mother of two little ones on Earth and two others in heaven above.

Feature Image Credit: Valentina Alvarez de Gonzalez, cathopic.com/photo/11303-holy-spirit-come

Living Easter to the Max / Vivir la Pascua al Máximo

Alleluia! He is Risen! Christ has Risen indeed! 

In our fast-paced culture, we often want to skip from one great event to another. Once Christmas is done, we move right into Valentine’s Day and then St. Patrick’s Day and then Easter and then Memorial Day, etc.  Or if we are into athletics, perhaps we jump from one sport’s season to another. As soon as the SuperBowl is over, then it’s on to March Madness and then the World Cup and so on. We seem to always need something to look forward to, something to think about that excites us. That may not always be a bad thing, as long as we don’t fail to live each moment as God intends. 

Today we are within the Octave of Easter. Easter is such a special feast (the highest of any we celebrate in the Catholic Church) that each day within the Octave is celebrated just like Easter day itself! It is so special that we need eight days to celebrate it! Is that what we are doing today? Are we still celebrating? Are we still pondering the depth of just what the Resurrection means in our lives? Do we realize deep within all that Christ has done to open the gates of heaven for us and allow us to live with Him for all eternity? 

Today’s first reading both makes me chuckle and causes me to ponder in awe. The disciples had been arrested for publicly preaching in the name of Jesus and the authorities had no idea what to do with them. They were powerless to do anything to punish them, “on account of the people who were all praising God for what had happened.” Can you imagine being a fly on the wall listening into that conversation? “What are we supposed to do with these guys?” “I dunno, what do you think we should do?” “I dunno, I don’t think we can do anything, can we?” They were dumbfounded because they knew that the people had witnessed the hand of the Almighty.

At the same time, it always amazes me how fearless the Apostles were. They received a stern warning, not once, but twice, and they took it as if it were a pat on the back in encouragement to continue on! They were in perfect obedience to God, not men, and His Holy Spirit was definitely at work among them. They took to heart and put into action Jesus’ command to “Go into the whole world and proclaim the Gospel to every creature” (today’s Gospel). 

How can we continue to live out our celebration of Easter today? How can we be a part of this incredible mission to proclaim the Gospel to the entire world? How can we be fearless for God in order to help others get to know him? God knows the answer. Let us listen and obey. 

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¡Aleluya! ¡Ha resucitado! ¡De verdad, Cristo ha resucitado!

En nuestra cultura acelerada, a menudo queremos saltar de un gran evento a otro. Una vez que se termine la Navidad, pasamos directamente al Día de San Valentín y luego al Día de San Patricio y luego a Pascua y luego al Día de los Caídos, etc. O si nos gusta el deporte, tal vez saltemos de una temporada de deporte a otra. Tan pronto como termina el SuperBowl, pasamos a March Madness y luego a la Copa Mundial y así seguimos. Parece que siempre tenemos que estar anticipando algo, o estar pensando en algo que nos emocione. Puede que eso no siempre sea malo, siempre y cuando no dejemos de vivir cada momento como Dios quiere.

Hoy estamos dentro de la Octava de Pascua. La Pascua es una fiesta tan especial (la más alta de todas las que celebramos en la Iglesia Católica) que cada día dentro de la Octava se celebra como el propio día de Pascua. ¡Es tan especial que necesitamos ocho días para celebrarlo! ¿Es eso lo que estamos haciendo hoy? ¿Seguimos celebrando? ¿Seguimos reflexionando sobre la profundidad de lo que significa la Resurrección en nuestras vidas? ¿Nos damos cuenta en lo más profundo de nuestro ser de todo lo que Cristo ha hecho para abrirnos las puertas del cielo y permitirnos vivir con Él por toda la eternidad?

La primera lectura de hoy me hace reír y también me hace reflexionar con asombro. Los discípulos habían sido arrestados por predicar públicamente en el nombre de Jesús y las autoridades no tenían idea de qué deberían hacer con ellos. No podían hacer nada para castigarlos, “ya que el pueblo entero glorificaba a Dios por lo sucedido.” ¿Te imaginas ser una mosca en la pared escuchando esa conversación? “¿Qué se supone que debemos hacer con estos tipos?” “No sé, ¿qué crees que deberíamos hacer?” “No sé, no creo que podamos hacer nada, ¿verdad?” Quedaron estupefactos porque sabían que el pueblo había sido testigo de la mano del Todopoderoso.

Al mismo tiempo, siempre me sorprende lo valientes que eran los Apóstoles. Recibieron una severa advertencia, no una, sino dos veces, ¡y la tomaron como si fuera una palmadita en la espalda para animarlos a seguir adelante! Estaban en perfecta obediencia a Dios, no a los hombres, y Su Espíritu Santo definitivamente estaba obrando entre ellos. Tomaron en serio y pusieron en práctica el mandato de Jesús de “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda criatura” (del Evangelio de hoy).

¿Cómo podemos seguir viviendo hoy nuestra celebración de la Pascua? ¿Cómo podemos ser parte de esta increíble misión de proclamar el Evangelio al mundo entero? ¿Cómo podemos ser valientes ante Dios para ayudar a otros a conocerlo? Dios sabe la respuesta. Escuchemos y obedezcamos.

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Feature Image Credit: Ben White, unsplash.com/photos/man-in-black-crew-neck-t-shirt-holding-black-tablet-computer-qM18dmqsTqk


Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works full time, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

The Great Catch / La Pesca Milagrosa

This passage beautifully reflects on the restoration of Peter’s relationship with Jesus, emphasizing the profound mercy and forgiveness found in His Most Loving and Sacred Heart. It draws powerful parallels between Jesus meeting Peter for the first time in the Gospel of Matthew and their encounter by the Sea of Galilee after His Resurrection in the Gospel of John.

The Scripture passage captures the significance and ensuing joy of Jesus’ appearance to the disciples. Rather than reproaching them for returning to their former life of fishing, their previous lifestyle and livelihood, the Lord guides them in their fishing endeavors, resulting in a miraculous catch. 

This catch not only brought great joy but signaled Jesus’s presence among them and can remind us of His abundance of grace even in moments of uncertainty or discouragement. Jesus also feeds the disciples as he does us, with the Holy Eucharist.

Furthermore, this passage focuses on the transformative faith of the disciples and the Lord’s invitation for them to continue trusting in His ways while moving forward to share the good news with others. For instance, rather than hiding from Jesus, Peter impulsively jumps out of the boat and hastens to the Lord, much like a young child’s eager response.

We are much like those fish caught in the net. The Gospel message is not just for “one kind of fish” but for everyone! Jesus is offering Salvation to all the people of the world.  Jesus’ mercy and love urge us to trust in Him wholeheartedly and allow His grace to transform our lives in order to serve God and others.

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Este pasaje refleja bellamente la restauración de la amistad entre Pedro y Jesús, enfatizando la profunda misericordia y el perdón que se encuentran en Su Amoroso y Sagrado Corazón. Establece poderosos paralelismos entre el encuentro de Jesús con Pedro por primera vez en el Evangelio de Mateo y su encuentro junto al Mar de Galilea después de Su resurrección en el Evangelio de Juan.

El pasaje de las Escrituras capta el significado y el gozo resultante de la aparición de Jesús a los discípulos. En lugar de reprocharles por regresar a su antigua vida de ser pescadores, a su anterior estilo de vida y sustento, el Señor los guía en sus esfuerzos de pescar, lo que resulta en una pesca milagrosa.

Esta pesca no sólo les trajo gran alegría, sino que también señaló la presencia de Jesús entre ellos y puede recordarnos Su abundancia de gracia incluso en momentos de incertidumbre o desánimo. Jesús también alimenta a los discípulos como a nosotros, con la Sagrada Eucaristía.

Además, este pasaje se centra en la fe transformadora de los discípulos y la invitación del Señor para que continúen confiando en Sus caminos mientras sigan compartiendo la Buena Nueva con los demás. Por ejemplo, en lugar de esconderse de Jesús, Pedro impulsivamente brinca del barco y se apresura hacia el Señor, de forma muy parecida a la entusiasta respuesta de un niño pequeño.

Nos parecemos mucho a esos peces atrapados en la red. ¡El mensaje del Evangelio no es sólo para “una especie de pez” sino para todos! Jesús está ofreciendo la salvación a todos los pueblos del mundo. La misericordia y el amor de Jesús nos instan a confiar en Él de todo corazón y permitir que su gracia transforme nuestras vidas para poder servir a Dios y a los demás.

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Emily Jaminet is a Catholic author, speaker, radio personality, wife, and mother of seven children. She earned a bachelor’s degree in mental health and human services from the Franciscan University of Steubenville.  She is the co-founder of www.inspirethefaith.com and the Executive Director of The Sacred Heart Enthronement Network www.WelcomeHisHeart.com. She has co-authored several Catholic books and her next one, Secrets of the Sacred Heart: Claiming Jesus’ Twelve Promises in Your Life, comes out in Oct. 2020. Emily serves on the board of the Columbus Catholic Women’s Conference, contributes to Relevant Radio and Catholic Mom.com.

Feature Image Credit: Vanesa Guerrero, cathopic.com/photo/159-cross-by-the-beach

Look at My Hands and My Feet / Miren Mis Manos y Mis Pies

Alleluia! He is risen.

The Anointed One, Crucified One, the Pierced One, is now the Risen One.

We have pondered and prepared for 40 days, and now we celebrate for 50 days, beginning with these eight days of observing one long Easter Sunday! The Octave of Easter brings us to the Eighth Day, the symbol of the new creation Christ set in motion, the Feast of Divine Mercy.

All sorrow and the shackles of sin have been dissolved in Christ’s Resurrection. And yet, when He appears to His Apostles, the wounds that He suffered to win that victory are still visible. His Sacrifice is forever signified and memorialized in His glorified Body, not erased and forgotten. He proves this by eating real food and showing them His real wounds. Why?

Because those wounds – that sacrifice – is the answer to every human question. Jesus didn’t come and explain away or disregard human suffering and struggle. His answer is to draw it all to Himself, conquer it in His own Person, in His very Heart, and carry it to the bosom of the Father where it is wrapped in the infinite light of God’s glorious Love.

What about our woundedness, our sufferings? When we are at last set free eternally, will our struggles be erased and forgotten? No! Not if we unite our sufferings to the Cross of Christ. When we take up our cross each day for love of Him in this life, all our wounds are glorified in the life to come. In Heaven, will we not know that the blind man was blind, that the crippled man was once crippled? Will we not know that Peter was crucified upside down, Paul beheaded, Perpetua gored, Lawrence grilled, Joan of Arc burned at the stake, Miguel Pro shot, Edith Stein sent to the gas chamber? Of course we will. Their suffering was their glorious gift of love and ours can be too. Our share in the Passion is valuable and precious in God’s eyes, and it echoes in the halls of eternity forever!

So we must not recoil from the difficulties of the day, as they are the means by which we take up our cross to follow Him, as He instructed. We will have trouble in this world, but He has overcome the world; in Him, we will overcome the world too, and every hardship and suffering that we accept and offer to Him will be turned into a shining sign of our willingness to walk with Him in love at every moment.  

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¡Aleluya! Ha resucitado.

El Ungido, el Crucificado, el Traspasado, ahora es el Resucitado.

Hemos reflexionado y preparado durante 40 días, y ahora celebramos durante 50 días, ¡comenzando con estos ocho días de observación de un largo Domingo de Pascua! La Octava de Pascua nos lleva al Octavo Día, el símbolo de la nueva creación que Cristo puso en movimiento, la Fiesta de la Divina Misericordia.

Todo dolor y las cadenas del pecado se han disuelto en la Resurrección de Cristo. Y, sin embargo, cuando se aparece a Sus Apóstoles, las heridas que sufrió para obtener esa victoria aún son visibles. Su Sacrificio es señalado y conmemorado para siempre en Su Cuerpo glorificado, no borrado ni olvidado. Lo demuestra comiendo comida real y mostrándoles sus verdaderas heridas. ¿Por qué?

Porque esas heridas –ese sacrificio– son la respuesta a toda pregunta humana. Jesús no vino a dar explicaciones ni a ignorar el sufrimiento y la lucha humanos. Su respuesta es atraer todo hacia Sí, conquistarlo en Su propia Persona, en Su mismo Corazón, y llevarlo al seno del Padre, donde está envuelto en la luz infinita del glorioso Amor de Dios.

¿Qué pasa con nuestras heridas, nuestros sufrimientos? Cuando por fin seamos libres eternamente, ¿se borrarán y se olvidarán nuestras batallas? ¡No! No si unimos nuestros sufrimientos a la Cruz de Cristo. Cuando cargamos nuestra cruz cada día por amor a Él en esta vida, todas nuestras heridas son glorificadas en la vida por venir. ¿No sabremos en el Cielo que el ciego era ciego, que el cojo alguna vez fue cojo? ¿No sabremos que Pedro fue crucificado boca abajo, Pablo decapitado, Perpetua corneada, Lawrence asado, Juana de Arco quemada en la hoguera, Miguel Pro fusilado, Edith Stein enviada a la cámara de gas? Por supuesto que lo haremos. Su sufrimiento fue su glorioso regalo de amor y el nuestro también puede serlo. ¡Nuestra participación en la Pasión es valiosa y preciosa a los ojos de Dios, y resuena en los pasillos de la eternidad para siempre!

Por eso no debemos retroceder ante las dificultades del día, ya que son el medio por el cual cargamos nuestra cruz para seguirlo, como Él nos instruyó. Tendremos problemas en este mundo, pero Él ha vencido al mundo; en Él, nosotros también venceremos al mundo, y cada dificultad y sufrimiento que aceptemos y le ofrezcamos se convertirá en un signo luminoso de nuestra disponibilidad de caminar con Él por amor en cada momento.

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Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and seven grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

Feature Image Credit: Carlos Daniel, cathopic.com/photo/6863-sacred-heart-of-jesus

We Need to be Loved More Than Heard / Necesitamos Ser Amados Más Que Escuchados

“‘Stay with us, for it is nearly evening and the day is almost over.’ So [Jesus] went in to stay with them. And it happened that, while he was with them at table, he took bread, said the blessing, broke it, and gave it to them.”

I wonder what Jesus felt when he was invited to stay with these two disciples making their way from all that had transpired in Jerusalem to the village of Emmaus. Certainly, Jesus had met these two disciples on the road. He had listened to their discouragement and disillusionment. He had even spent quite a bit of time teaching them, “Then beginning with Moses and all the prophets, he interpreted to them what referred to him in all the scriptures.” With all of that, however, Jesus was hoping for more. We need more than to be heard and understood and have our minds and hearts refreshed with an encounter with Truth. Deep down, the human heart yearns for intimacy and so does the heart of Jesus.

I can imagine Jesus, as he was clearly “giving the impression” that he was intending to go on his way, feeling overwhelmed with joy when the disciples invited him into the intimacy of their home. Jesus never forces his presence and his love on anyone. 

When we invite Jesus into our hearts with this great hope of satisfying the longing for intimacy that both Jesus and we have, we often scurry about preparing things for his stay, telling him things, saying prayers, asking for what we need, tidying up our hearts as best we can. Jesus enters where he is invited in order to give himself entirely to us. And so when they sat down for their evening meal there is no mention of what the disciples had prepared. Instead, it speaks of the meal Jesus provided them. “And it happened that, while he was with them at table, he took bread, said the blessing, broke it, and gave it to them. With that their eyes were opened and they recognized him.”

Today, Jesus is “hanging around,” hoping that you will invite him to stay with you. Invite Jesus in. Don’t be too worried about what your heart looks like or how you will make him feel welcome. Instead, for this time, just watch him. Experience his joy at being invited into your house and into your heart. Let him be the giver and you the receiver. Allow him to share his joy with you.

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“‘Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer’. Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio.”

Me pregunto qué sintió Jesús cuando lo invitaron a quedarse con estos dos discípulos que se dirigían desde todo lo que había sucedido en Jerusalén hasta el pueblo de Emaús. Ciertamente Jesús se había encontrado con estos dos discípulos en el camino. Había escuchado su desaliento y desilusión. Incluso había pasado bastante tiempo enseñándoles: “Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él.”  Sin embargo, con todo eso, Jesús esperaba más. Necesitamos más que ser escuchados y comprendidos y que nuestras mentes y corazones se refresquen con un encuentro con la Verdad. En el fondo, el corazón humano anhela intimidad y también el corazón de Jesús.

Me imagino a Jesús, claramente dando la impresión de que tenía intención de seguir su camino, sintiéndose inundado de alegría cuando los discípulos lo invitaron a la intimidad de su casa. Jesús nunca impone su presencia y su amor a nadie.

Cuando invitamos a Jesús a nuestro corazón con esta gran esperanza de satisfacer el anhelo de intimidad que tanto Jesús como nosotros tenemos, muchas veces nos apresuramos a preparar las cosas para su estancia, decirle cosas, hacer oraciones, pedir lo que necesitamos, ordenar nuestra corazones lo mejor que podamos. Jesús entra donde está invitado para entregarse enteramente a nosotros. Y así, cuando se sentaron a cenar, no se menciona lo que los discípulos habían preparado. Más bien, habla de la comida que Jesús les proporcionó. “Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron”.

Hoy, Jesús está allí pasando el tiempo, esperando que lo invites a quedarse contigo. Invita a Jesús a entrar. No te preocupes demasiado por cómo será tu corazón o cómo lo harás sentir bienvenido. En lugar de eso, por ahora, simplemente míralo. Experimenta su alegría al ser invitado a tu casa y a tu corazón. Deja que él sea el dador y tú el receptor. Permítele compartir su alegría contigo.

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Sr. Kathryn J. Hermes

Sr. Kathryn James Hermes, FSP, is an author and offers online evangelization as well as spiritual formation for people on their journey of spiritual transformation and inner healing. Website: www.touchingthesunrise.com My Books: https://touchingthesunrise.com/books/
Public Facebook Group: https://www.facebook.com/groups/srkathrynhermes/ HeartWork Spiritual Formation Group: https://touchingthesunrise.com/heartwork/

Feature Image Credit: Giovanni Battista Piazzetta, commons.wikimedia.org/wiki/File:Giovanni_Battista_Piazzetta_-_The_Supper_at_Emmaus_-_1931.245_-_Cleveland_Museum_of_Art.tiff

Known by Name / Conocido por Nombre

Do you remember a time when your name was uttered and you felt pure joy?

Maybe it was a friend across the street. Maybe it was someone you ran into out and about. Maybe it was a family member you picked up at the airport. I can recall several of these times in my life, usually family and friends I had not seen in what seemed like forever, and it was a joyous reunion, complete with hugs and tears. 

I felt incredible joy when my name was said from across the road, across the store, or across the airport terminal. I was known, seen, and loved. Time seemed to stop in those moments. 

When I read today’s Gospel, my mind was immediately transported to when Mary Magdalene is at the tomb weeping and doesn’t recognize Jesus. She only recognizes Him when He utters her name. 

Oh, to hear that name! What joy Mary Magdalene must have known realizing Jesus was alive as he called her name. Nothing in my lifetime will ever compare to her joy. The only time I’ll experience what Mary Magdalene did at the tomb is when I step foot into Heaven and he says “Mary” to me. 

Because Jesus knows who we are, we can begin to see Him clearly. We know who we are when we are rooted in Christ, and who He calls us to be, and we begin to understand the depths of the love with which He calls us. 

Today, as we celebrate the Tuesday within the Octave of Easter, let us continue celebrating knowing that Christ has conquered sin and death. Let us go forth confident in the knowledge that Our Savior has intimate knowledge of each of us and longs for our love. Let us strive to return that love to Jesus, however imperfect, so that we might know Perfect Love in Heaven. And let us resolve to love Him more and more every day, so that, like Mary, we will know Who is calling us by name.

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¿Te acuerdas de algún momento cuando alguien pronunció tu nombre y sentiste pura alegría?

Quizás fue un amigo al otro lado de la calle. Tal vez fue alguien con quien te topaste. Quizás fue un familiar que recogiste del aeropuerto. Me acuerdo de varios de estos momentos en mi vida, generalmente familiares y amigos que no había visto en mucho tiempo, y fue una reunión alegre, completa con abrazos y lágrimas.

Sentí una alegría increíble cuando mi nombre fue pronunciado al otro lado de la calle, al otro lado de la tienda o al otro lado de la terminal del aeropuerto. Fui conocida, vista y amada. El tiempo pareció detenerse en esos momentos.

Cuando leí el Evangelio de hoy, mi mente se trasladó inmediatamente al pasaje donde María Magdalena está en la tumba llorando y no reconoció a Jesús. Ella sólo lo reconoció cuando pronunció su nombre.

¡Oh, a escuchar ese nombre! Qué alegría debió haber sentido María Magdalena al darse cuenta de que Jesús estaba vivo cuando la llamó por su nombre. Nada en mi vida podrá compararse jamás con la alegría de ella. La única vez que experimentaré lo que María Magdalena experimentó en la tumba es cuando ponga un pie en el Cielo y él me diga “Mary”.

Debido a que Jesús sabe quiénes somos, podemos comenzar a verlo claramente. Cuando sabemos quiénes somos, arraigados en Cristo y quién nos llama a ser, comenzamos a conocer las profundidades del amor de Quien nos llama.

Hoy, mientras celebramos el martes dentro de la Octava de Pascua, sigamos celebrando sabiendo que Cristo ha vencido el pecado y la muerte. Avancemos confiados en el conocimiento de que Nuestro Salvador tiene un conocimiento íntimo de cada uno de nosotros y anhela nuestro amor. Esforcémonos por devolver ese amor a Jesús, por más imperfecto que sea, para que podamos conocer el Amor Perfecto en el Cielo. Y propongámonos amarlo cada día más, para que, como María, sepamos quién nos llama por nuestro nombre.

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Mary Thissen is a St. Louis native living in East Central Illinois with her husband and children. She is blessed with twin boys Earthside and four children now living in Heaven. When she is not working as a healthcare data analyst or caring for her boys, she enjoys studying and writing about the Catholic faith and ministering to women who are suffering through miscarriage or infertility. You can connect with Mary on Instagram @waitingonmiracles. 

Feature Image Credit: PoloX Hernandez, unsplash.com/photos/woman-in-brown-jacket-walking-near-green-tree-yfRlkHm0FPk

Fearful, yet Overjoyed / Temerosos, Pero Llenos de Alegría

Happy Easter! Christ has conquered death and given us new life; let us praise him, Alleluia!

Matthew tells us that Mary Magdalene and the other Mary left Jesus’ tomb to run quickly to the Apostles with the Good News that Jesus had risen. He says they were “fearful, yet overjoyed.” That phrase stood out for me as I read the Gospel. It made me pause to consider how often I have been fearful yet overjoyed in my own life.

I can still recall the weight of my son’s head in the crook of my arm as they wheeled me out of the hospital. I was thrilled to be going home with this sweet baby boy, and yet, could I do this? Be a mom, raise my son – sure, I loved him, but could I do all the things? 

And then, I was led to leave teaching and begin working in parish ministry. It had always been a deep desire of mine, and I was overjoyed that God answered my prayer, but again, the responsibility was a bit daunting.

God has called each of us to many new things as life changes. We are not the people we were five or ten years ago.  And that is a good thing. Growing in our faith, going in the direction Jesus asks, and truly living our faith as Easter people means we can hold two opposite emotions simultaneously. Being fearful does not have to mean we refuse to move forward; fear can make us turn to Jesus and find joy in him.

In fact, the only place we can find true joy is in Jesus. He can take all of our fears, sorrows, pain, and suffering in exchange for joy. The empty tomb that Mary Magdalene and the other Mary left, was not needed anymore. We do not need to hold onto what is not needed. In this Easter season of joy, what fears can you let go of so you can be overjoyed at the gift of Jesus’ resurrection?

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¡Felices Pascuas! Cristo ha vencido la muerte y nos ha dado vida nueva; ¡Alabémoslo, Aleluya!

Mateo nos cuenta que María Magdalena y la otra María salieron de la tumba de Jesús para correr rápidamente hacia los Apóstoles con la Buena Nueva de que Jesús había resucitado. Dice que estaban “llenas de temor y de gran alegría”. Esa frase me llamó la atención mientras leía el Evangelio. Me hizo detenerme a considerar con qué frecuencia he sentido miedo y, al mismo tiempo, me he sentido muy feliz en mi propia vida.

Todavía recuerdo el peso de la cabeza de mi hijo en el hueco de mi brazo mientras me dieron de alta del hospital. Estaba encantada de volver a casa con este dulce bebé y, sin embargo, ¿podría hacer esto? Ser madre, criar a mi hijo; claro, lo amaba, pero ¿podría hacer todo?

Y luego Dios me llamó a dejar de ser profesora y comenzar a trabajar en el ministerio parroquial. Siempre había sido un deseo profundo para mí y estaba muy feliz de que Dios respondiera mi oración, pero nuevamente, la responsabilidad era un poco abrumadora.

Dios nos llama a cada uno de nosotros a muchas cosas nuevas a medida que la vida va cambiando. Ya no somos las personas que éramos hace cinco o diez años. Y eso es algo bueno. Crecer en la fe, ir en la dirección que Jesús pide y vivir verdaderamente nuestra fe como personas de Pascua significa que podemos tener dos emociones opuestas simultáneamente. Tener miedo no tiene por qué significar que nos negamos a seguir adelante; el miedo puede hacernos acudir a Jesús y encontrar alegría en él.

De hecho, el único lugar donde podemos encontrar el verdadero gozo es en Jesús. Él puede tomar todos nuestros miedos, penas, dolor y sufrimiento a cambio de alegría. La tumba vacía que dejaron María Magdalena y la otra María ya no era necesaria. No necesitamos aferrarnos a lo que no es necesario. En este tiempo de alegría pascual, ¿qué temores puedes dejar de lado para poder estar lleno de gozo por el regalo de la resurrección de Jesús?

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Deanna G. Bartalini, M.Ed.; M.P.A., is a certified spiritual director, writer, speaker and content creator. The LiveNotLukewarm.com online community is a place to inform, engage and inspire your Catholic faith. Her weekly Not Lukewarm Podcast gives you tips and tools to live out your faith in your daily life.

Feature Image Credit: Samuel Lopes, unsplash.com/photos/brown-and-black-wire-on-green-grass-during-daytime-Ip5pvMPwlyo

God’s Divine Plan / El Plan Divino de Dios

“God, infinitely perfect and blessed in himself, in a plan of sheer goodness, freely created man to make him share in his own blessed life. For this reason, at every time and in every place, God draws close to man. He calls man to seek him, to know him, to love him with all his strength. He calls together all men, scattered and divided by sin, into the unity of his family, the Church. To accomplish this, when the fullness of time had come, God sent his Son as Redeemer and Saviour. In his Son and through him, he invites men to become, in the Holy Spirit, his adopted children and thus heirs of his blessed life.” -CCC 1

This is the first paragraph from the catechism and I think it perfectly sums up what we celebrate today on this beautiful Easter morning. In today’s first reading we hear the entire Gospel story being preached by Peter. This is the same Peter who denied Jesus three times just a few days before, and who we read about in the Gospel as not fully understanding what Christ was doing until he saw the empty tomb. Peter then knew the plans of God and could easily and succinctly proclaim them to all people. 

The goal of the lenten season is to bring us to a point where we can realize that our destiny is to share in the divine life of God. This isn’t just a vague sentimental idea or ambiguous theology, but it is the entire point of our lives. Jesus loved you enough to die on a tree in order that you might receive adoption as his beloved. It seems simple enough, but do we really grasp the depth of the meaning? Easter morning is the good news that not only were you bought back at a price, but that the death of God was not the end. Rather, it was just the beginning. Christ rising from the dead defeated sin and death once and for all and claims us back as adopted children. 

This is why Easter is the most important feast in our liturgical calendar. And God wants us to feast. We might be a little rusty after 40 days of fasting, but God wants us to pull out all the stops. I recommend making the nicest dinner you can within your means and celebrate as a family what Christ has done in conquering sin and death. The Easter egg hunts are fun and everybody likes baked ham, but let’s not forget the reason for this season. That God desired for you to be saved and come to share in his divine life. This is enough to make even the worst of sinners or hardened criminals rejoice. As John Paul II said often, “We are an Easter people, and Hallelujah is our song.” Now go feast!

From all of us here at Diocesan, God bless!

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“Dios, infinitamente perfecto y bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para hacerle partícipe de su vida bienaventurada. Por eso, en todo tiempo y en todo lugar, se hace cercano del hombre: le llama y le ayuda a buscarle, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas. Convoca a todos los hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de su familia, la Iglesia. Para lograrlo, llegada la plenitud de los tiempos, envió a su Hijo como Redentor y Salvador. En Él y por Él, llama a los hombres a ser, en el Espíritu Santo, sus hijos de adopción, y por tanto los herederos de su vida bienaventurada.” (CIC 1)

Este es el primer párrafo del catecismo y creo que resume perfectamente lo que celebramos hoy en esta hermosa mañana de Pascua. En la primera lectura de hoy escuchamos toda la historia del Evangelio predicada por Pedro. Este es el mismo Pedro que negó a Jesús tres veces unos días antes, y de quien leemos en el Evangelio que no entendía completamente lo que Cristo estaba haciendo hasta que vio la tumba vacía. Entonces Pedro conoció los planes de Dios y pudo proclamarlos fácil y sucintamente a todas las personas.

El objetivo de la temporada de Cuaresma es llevarnos a un punto en el que podamos darnos cuenta de que nuestro destino es compartir la vida divina de Dios. Esto no es sólo una vaga idea sentimental o una teología ambigua, sino que es el objetivo de nuestras vidas. Jesús te amó lo suficiente como para morir en un árbol para que pudieras ser adoptado como su amado. Parece bastante simple, pero ¿realmente comprendemos la profundidad del significado? La mañana de Pascua es la buena noticia de que no sólo fueron redimidos a gran precio, sino que la muerte de Dios no fue el final. Más bien, fue sólo el comienzo. Cristo resucitado de entre los muertos derrotó al pecado y a la muerte de una vez por todas y nos reclama nuevamente como hijos adoptivos.

Por eso la Pascua es la fiesta más importante de nuestro calendario litúrgico. Y Dios quiere que nos deleitemos. Puede que estemos un poco oxidados después de 40 días de ayuno, pero Dios quiere que hagamos todo lo posible. Recomiendo hacer la mejor cena que puedan dentro de sus posibilidades y celebrar en familia lo que Cristo ha hecho al vencer el pecado y la muerte. Las búsquedas de huevos de Pascua son divertidas y a todo el mundo le gusta el jamón cocido, pero no olvidemos el motivo de esta temporada: que Dios deseaba tu salvación y que vinieras a compartir su vida divina. Esto es suficiente para alegrar incluso al peor de los pecadores o al criminal más empedernido. Como decía a menudo Juan Pablo II: “Somos un pueblo de Pascua y el Aleluya es nuestro cántico”. Así que, ¡vete a festejar!

De parte de todos nosotros aquí en Diocesano, ¡Dios los bendiga!

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Tommy Shultz is a Business Development Representative for Diocesan. In this role he is committed to bringing the best software to dioceses and parishes while helping them evangelize on the digital continent. Tommy has worked in various diocese and parish roles since his graduation from Franciscan University with a Theology degree. He hopes to use his skills in evangelization, marketing, and communications, to serve the Church and bring the Good News to all. His favorite quote comes from St. John Paul II, who said, “A person is an entity of a sort to which the only proper and adequate way to relate is love.”

Feature Image Credit: Lexi Laginess, unsplash.com/photos/a-dark-tunnel-with-a-small-window-in-it-zfvr_8hDngc