Prepare to Meet Your God / Prepárate, Israel, a Comparecer Ante tu Dios

Today’s first reading is a bit frightening. It begins with consolation, but quickly turns to rebuke: “You alone have I favored, more than all the families of the earth; therefore I will punish you for all your crimes” (Amos 3:2). God expects more of those to whom He gives more, and the Israelites have been given far more than any other nation. God goes on to point out how obvious He has been making His messages, compelling the prophets to speak His warnings, but because the Israelites have ignored them, the Lord will not spare them any longer: “So now I will deal with you in my own way, O Israel! and since I will deal thus with you, prepare to meet your God, O Israel” (Amos 4:12).

When Scripture speaks of the Lord allowing evil, it is referring to God’s permissive will, permitting but not directly causing evil in order to bring about good. Evil is directly caused by sinful man or by demons, not God. The Lord is saying that He has allowed the Israelites to experience disasters, and that He intends to continue to allow them to undergo trial. They have to prepare to “meet their maker,” as He is going to directly intervene.

Knowing that we have no place to stand before God, we should tremble at these words of rebuke. He is telling us to turn to Him now, while we are still being warned, in sorrow and contrition. As He allows the evil, He also brings the good.

The Gospel gives us a model of this turning to God. Jesus is asleep, allowing His disciples to experience a brutal storm at sea. About to drown, the disciples cry out, “Lord, save us! We are perishing!” (Matt. 8:25). Unlike the Israelites, who receive the Word and ignore it, the disciples have Jesus nearby and decide to wake Him up. Of course, He is aware of everything that is happening. He is asleep, but He is not absent. He is waiting for the disciples to ask for help. He wants them to be prepared to meet their God.

So too for us. God allows calamity to befall us. We cannot say that evil catches Him by surprise, or that it is not included in His plan for creation. Though He does not directly will evil, He always knew that creation would go through Original Sin to the Cross to the Resurrection. But we must turn to the Cross to be saved; we cannot simply look at it and then do what we like. Jesus is always with us, but we must be prepared to meet Him when He decides to reveal Himself to us.

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La primera lectura de hoy es aterradora. Comienza con consuelo, pero rápidamente se convierte en reprensión: “Sólo a ustedes los elegí entre todos los pueblos de la tierra, por eso los castigaré con mayor rigor por todos sus crímenes” (Amós 3,2). Dios espera más de aquellos a quienes les da más, y a los israelitas se les ha dado mucho más que a cualquier otra nación. Dios continúa señalando cuán obvios ha estado transmitiendo Sus mensajes, obligando a los profetas a pronunciar Sus advertencias, pero debido a que los israelitas las han ignorado, el Señor no los perdonará más: “Por eso te voy a tratar así, Israel, y porque así te voy a tratar, prepárate, Israel, a comparecer ante tu Dios” (Amós 4,12).

Cuando las Escrituras hablan de que el Señor permite el mal, se refieren a la voluntad permisiva de Dios, que permite pero no causa directamente el mal para producir el bien. El mal es causado directamente por el hombre pecador o por los demonios, no por Dios. El Señor está diciendo que ha permitido que los israelitas experimenten desastres y que tiene la intención de continuar permitiéndoles pasar por pruebas. Tienen que prepararse para “comparecer ante tu Dios”, ya que Él va a intervenir directamente.

Sabiendo que no ocupamos ningún puesto de poder ante Dios, debemos temblar ante estas palabras de reprensión. Él nos está diciendo que volvamos a Él ahora, mientras todavía nos están advirtiendo, con tristeza y contrición. Así como permite el mal, Dios también trae el bien.

El Evangelio nos da un modelo de volverse a Dios. Jesús está dormido, permitiendo que sus discípulos experimenten una tormenta fuerte en el mar. A punto de ahogarse, los discípulos gritan: “Señor, ¡sálvanos, que perecemos! (Mateo 8,25). A diferencia de los israelitas, que reciben la Palabra y la ignoran, los discípulos tienen a Jesús de cerca y deciden despertarlo. Por supuesto, Él está al tanto de todo lo que está sucediendo. Está dormido, pero no está ausente. Está esperando que los discípulos le pidan ayuda. Quiere que estén preparados para encontrarse con su Dios.

Es lo mismos para nosotros. Dios permite que nos sobrevengan calamidades. No podemos decir que el mal lo toma por sorpresa o que no está incluido en Su plan para la creación. Aunque Él no desea directamente el mal, siempre supo que la creación pasaría por el Pecado Original hasta la Cruz y la Resurrección. Pero debemos acudir a la Cruz para ser salvados; No podemos simplemente mirarla y luego hacer lo que nos da la gana. Jesús siempre está con nosotros, pero debemos estar preparados para encontrarnos con Él cuando decida revelarse a nosotros.

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David Dashiell is a freelance author and editor in Nashville, Tennessee. He has a master’s degree in theology from Franciscan University, and is the editor of the anthology Ever Ancient, Ever New: Why Younger Generations Are Embracing Traditional Catholicism.

Feature Image Credit: Delacroix, cathopic.com/public-domain/delacroix/939-christ-on-the-sea-of-galilee

Who Are You Hanging Out With? / ¿Con Quién Pasas tu Tiempo?

Does it amaze you that in Scripture, you hear the truths that people today find fascinating? I suppose I find it more amazing that we don’t go first to God’s Word when we need to solve our problems. 

As I read today’s readings, I was reminded of something I read which stated that we are the average of the five people we spend the most time with. I think it would be helpful to discern who you spend time with on a regular basis. Then, ask the next question: What do you spend time doing when you are with them? 

The scribe in the Gospel chose not to follow him after Jesus pointed out the lack of comfort in the lifestyle of an itinerant preacher. The man chose not to follow him, not because of his parents, but because it would require him to make changes. His life would be different. The company he keeps and the way he spends his time, money, and energy would change. The man’s entire life would be upended by following Jesus! 

What about us? Have we given our all as followers of Jesus? In the first reading and the Psalm, there are many examples of sin. God rebukes the sinners and reminds them that saying the right thing is not the same as doing the right thing. As believers, we are called to praise God and live according to his word.  We are called to be in community with others who do the same. It is also our reminder to spend time with the Word. It is within Scripture that we will find the timeless truths of God. When we are silent after reading Scripture, we can reflect on how to apply those truths to our daily lives.  

In the Gospel today, there is that sense that we can get to Jesus later when the demands of life are not so burdensome. In my own life, I have seen time and time again the fallacy of that thought. When my life is exploding all over the place, if I do not spend time in the Word, I start exploding too, and that causes more difficulties, not less. Don’t wait. Be “all in” as followers of Jesus. 

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¿Te sorprende que en las Escrituras escuchas las verdades que la gente de hoy encuentra fascinantes? Supongo que me parece más sorprendente que no recurramos primero a la Palabra de Dios cuando necesitamos resolver nuestros problemas.

Mientras leía las lecturas de hoy, me acordé de algo que leí que decía que somos el promedio de las cinco personas con las que pasamos más tiempo. Creo que sería útil discernir con quién pasas tiempo de forma regular. Luego, hazte la siguiente pregunta: ¿Qué haces cuando pasas tiempo con ellos?

El escriba del Evangelio decidió no seguirlo después de que Jesús le señaló la falta de comodidad en el estilo de vida de un predicador ambulante. El hombre decidió no seguirlo, no por sus padres, sino porque eso requeriría que hiciera cambios. Su vida sería diferente. Los amigos que tiene y la forma en que gasta su tiempo, dinero y energía cambiarían. ¡Toda la vida del hombre cambiaría si seguía a Jesús!

¿Y nosotros? ¿Hemos dado todo de nosotros como seguidores de Jesús? En la primera lectura y en el Salmo, hay muchos ejemplos del pecado. Dios reprende a los pecadores y les recuerda que decir lo correcto no es lo mismo que hacer lo correcto. Como creyentes, estamos llamados a alabar a Dios y vivir según su palabra. Estamos llamados a estar en comunidad con otros que hacen lo mismo. También es un buen recordatorio de pasar tiempo con la Palabra. Dentro de las Escrituras es donde encontraremos las verdades eternas de Dios. Cuando guardamos silencio después de leer las Escrituras, podemos reflexionar sobre cómo aplicar esas verdades a la vida diaria.

En el Evangelio de hoy existe la sensación de que podemos llegar a Jesús más tarde, cuando las exigencias de la vida no sean tan pesadas. En mi propia vida he visto una y otra vez la falacia de ese pensamiento. Cuando mi vida explota por todos lados, si no dedico tiempo a la Palabra, empiezo a explotar también, y eso causa más dificultades, no menos. No esperes. Que sean “completamente comprometidos” como seguidores de Jesús.

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Deanna G. Bartalini, M.Ed.; M.P.A., is a certified spiritual director, writer, speaker and content creator. The LiveNotLukewarm.com online community is a place to inform, engage and inspire your Catholic faith. Her weekly Not Lukewarm Podcast gives you tips and tools to live out your faith in your daily life.

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The Head and the Heart / La Cabeza y el Corazón

Have you ever known something intellectually, with your mind, yet not really believe it with your whole heart and soul? I love to try and see if I can figure out the connections between the Sunday Mass readings, particularly the First Reading and the Gospel. While reflecting on today’s Mass readings to write this reflection, I realized I knew something in my head but didn’t know it in my heart. 

The First Reading hit me right between the eyes. God didn’t create disorder in the world, and he hates that the human race must deal with the fallout of sin. Sin brings all kinds of disorder in our world, but perhaps one of the most well-known and experienced forms of disorder comes through health – or lack thereof. 

In today’s Gospel reading, two women are experiencing devastating health events, one was even near death. At that point, the lightbulb finally went off in my head. “God doesn’t want this for anybody. He doesn’t want those women – or anyone – to suffer with bad health or in a myriad of other ways.” He didn’t make death or revel in it, but God had a plan to clean it all up. And to increase faith among his followers, he heals both women that day, prefiguring our life in Heaven with God. 

Have I always known that God didn’t make death or revel in it? In my head, yes.  In my heart, no. I suspect that there is some sort of truth about God that you know and believe in your intellect, but don’t truly embrace with your whole heart and soul. That’s okay, my friend. Ask God for the grace and ability to believe it and to welcome it firmly into your inner being. And, like the women healed that day, maybe, just maybe, you’ll witness a little miracle in your life. 

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¿Alguna vez has sabido algo intelectualmente, con tu mente, pero realmente no lo has creído con todo tu corazón y alma? Me encanta intentar ver si puedo descubrir las conexiones entre las lecturas de la Misa dominical, particularmente la Primera Lectura y el Evangelio. Mientras reflexionaba sobre las lecturas de la Misa de hoy para escribir esta reflexión, me di cuenta de que sabía algo en mi cabeza pero no lo sabía en mi corazón.

La primera lectura me golpeó justo entre los ojos. Dios no creó el desorden en el mundo y odia que la raza humana tenga que lidiar con las consecuencias del pecado. El pecado trae todo tipo de desorden a nuestro mundo, pero quizás una de las formas de desorden más conocidas y experimentadas proviene de la salud, o de la falta de salud.

En la lectura del Evangelio de hoy, dos mujeres están experimentando problemas de salud devastadores, una incluso estuvo al borde de la muerte. En ese momento, finalmente se prendió el foco en mi cabeza. “Dios no quiere esto para nadie. No quiere que esas mujeres, ni nadie, sufran problemas de salud o de muchas otras maneras”. Él no creó la muerte ni se deleitó en ella, pero Dios tenía un plan para arreglarlo todo. Y para aumentar la fe entre sus seguidores, sana a ambas mujeres ese día, prefigurando nuestra vida en el Cielo con Dios.

¿Siempre he sabido que Dios no creó la muerte ni se deleitó en ella? En mi cabeza, sí. En mi corazón, no. Sospecho que hay algún tipo de verdad acerca de Dios que conoces y crees en tu intelecto, pero que no aceptas verdaderamente con todo tu corazón y alma. Está bien, amigo mío. Pídele a Dios la gracia y la capacidad de creerlo y acogerlo firmemente en tu ser interior. Y, al igual que las mujeres que sanaron ese día, tal vez seas testigo de un pequeño milagro en tu vida.

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Mary Thissen is a St. Louis native living in East Central Illinois with her husband and children. She is blessed with twin boys Earthside and four children now living in Heaven. When she is not working as a healthcare data analyst or caring for her boys, she enjoys studying and writing about the Catholic faith and ministering to women who are suffering through miscarriage or infertility. You can connect with Mary on Instagram @waitingonmiracles. 

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The Church Is a Divine Creation / La Iglesia es un Establecimiento Divino

There is something truly remarkable about this passage for our understanding of the Church. The episode recounted in this passage of the Gospel is situated right after Jesus’ admonishment that the Apostles should guard against the leaven, or the teaching, of the Pharisees and Sadducees. These religious leaders believed that they were the authority and could determine the criteria for what is true. Even though Truth himself stood before them—he who taught and healed and even raised the dead—it was not enough for them to bend their minds and hearts in humble submission. 

Directly after this passage, the apostle Peter takes the “authority” in his own hands. On his own cognition he decides to rebuke Jesus who declares that he will suffer in Jerusalem and be killed and on the third day be raised to life. Peter admonishes, “Never, Lord, never will this happen to you!”

In between these two exercises of personal authority, is this exquisite episode of Peter’s profession of faith and commission. In these verses, our faith can find rest with greater security, for it is clear that God himself chooses to communicate his truth and way and life, and he does so through human beings. 

“I say to you, you are Peter…Upon this rock I will build my Church…I will give you the keys to the Kingdom of heaven.”

Jesus himself is the authority by which Peter will guide the Church. Inasmuch as Peter is faithful to Christ and his teaching, the apostle’s teaching will be true and reliable. As soon as Peter begins to take matters into his own hands in rebuking Jesus, the text makes clear that Jesus remains the authority. 

The Church is a divine creation and a project of God’s love. Not only Peter, but all of us are responsible to the one authority, the One who is the Way, Truth, and Life. How easy it is to fool ourselves into believing that we know something, that we even know more than God himself.

Throughout the rest of Peter’s experiences with Jesus, as recorded in the Gospels, we discover a man with an immense love and a wavering faith, a man who is step-by-step being led into humble submission to Jesus in all things. In the Acts of the Apostles, we witness an apostle who allows himself to be led by Jesus in the first decisions the community of Jesus’ followers needed to make. 

In his first letter Peter urges us all: “All of you, clothe yourselves with humility in your dealings with one another, for: ‘God opposes the proud but bestows favor on the humble.’ “So humble yourselves under the mighty hand of God, that he may exalt you in due time” (1 Peter 5:5b-6).

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Hay algo verdaderamente notable en este pasaje para nuestra comprensión de la Iglesia. El episodio narrado en este pasaje del Evangelio se sitúa inmediatamente después de la amonestación de Jesús de que los Apóstoles debían guardarse de la levadura o enseñanza de los fariseos y saduceos. Estos líderes religiosos creían que eran la autoridad y podían determinar los criterios de lo que era la verdad. Aunque la Verdad misma estuvo ante ellos, el que enseñaba, sanaba e incluso resucitaba a los muertos, no fue suficiente para ellos doblegar sus mentes y corazones en humilde sumisión.

Inmediatamente después de este pasaje, el apóstol Pedro toma la “autoridad” en sus propias manos. Por su propio conocimiento decide reprender a Jesús quien declara que sufrirá en Jerusalén y será asesinado y al tercer día resucitará. Pedro advierte: “¡Nunca, Señor, nunca te sucederá esto!”

Entre estos dos ejercicios de autoridad personal, se encuentra este exquisito episodio de la profesión de fe y la comisión de Pedro. En estos versículos nuestra fe puede encontrar descanso con mayor seguridad, porque está claro que Dios mismo elige comunicar su verdad, su camino y su vida, y lo hace a través de los seres humanos.

“Te digo, tú eres Pedro… Sobre esta roca edificaré mi Iglesia… Te daré las llaves del Reino de los cielos”.

El mismo Jesús es la autoridad por la cual Pedro guiará a la Iglesia. En la medida en que Pedro sea fiel a Cristo y a sus enseñanzas, las enseñanzas del Apóstol serán verdaderas y confiables. Tan pronto como Pedro comienza a tomar las cosas en sus propias manos al reprender a Jesús, el pasaje deja claro que Jesús sigue siendo la autoridad.

La Iglesia es un establecimiento divino y un proyecto del amor de Dios. No sólo Pedro, sino todos nosotros somos responsables ante una única autoridad, Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida. Qué fácil es engañarnos haciéndonos creer que sabemos algo, que sabemos incluso más que Dios mismo.

A lo largo del resto de las experiencias de Pedro con Jesús, tal como se registran en los Evangelios, descubrimos a un hombre con un amor inmenso y una fe vacilante, un hombre que paso a paso es conducido a una humilde sumisión a Jesús en todas las cosas. En los Hechos de los Apóstoles somos testigos de un Apóstol que se deja guiar por Jesús en las primeras decisiones que debía tomar la comunidad de seguidores de Jesús.

En su primera carta, Pedro nos motiva a todos: “Vístanse todos de humildad en su trato unos con otros, porque: ‘Dios se opone a los soberbios pero concede favor a los humildes’. “Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo” (1 Pedro 5,5b-6).

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Sr. Kathryn J. Hermes

Sr. Kathryn James Hermes, FSP, is an author and offers online evangelization as well as spiritual formation for people on their journey of spiritual transformation and inner healing. Website: www.touchingthesunrise.com My Books: https://touchingthesunrise.com/books/
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Feature Image Credit: José Luiz Bernardes Ribeiro, commons.wikimedia.org/wiki/File:Christ_giving_the_Keys_of_Heaven_to_St._Peter_by_Peter_Paul_Rubens_-_Gem%C3%A4ldegalerie_-_Berlin_-_Germany_2017.jpg

Learning from a Leper / Aprender de un Leproso

Our Gospel today is brief, merely four verses. And yet, with so few words, Matthew can tell us so much about who Jesus is and the way we ought to relate to Him. The leper (who we know nothing about), shows us in one line the proper posture we should have in prayer. Let’s look closely at what he says to Jesus.

First, the leper addresses Jesus as, “Lord.” In the Greek, Lord is Kyrios. In Hebrew, Adonai. Adonai is the spoken word used when the Jewish people wish to refer to God’s most sacred name, the unutterable YHWH as it appears in Scripture. To call Jesus Lord, Kyrios, Adonai, is to say that Jesus is God. In this single word of faith, the leper is announcing who Jesus is.

“If you wish,” follows the leper’s initial statement of faith. Something we have tried to teach our children is that when it comes to sharing, “The giver chooses when to share.” The person who desires the toy, book, turn, etc. is the one who has to wait. The giver, the one relinquishing the object in question, gets to decide when it is time to share. Now of course, we do insist that the giver be reasonable and not claim their turn will be over tomorrow. But to bring it back to the leper and Jesus, the leper is not demanding that Jesus heal him. He places the timing in Jesus’ hands. “If you wish” – at some point, someday, perhaps today, or perhaps not. It is Jesus’ choice.

“You can make me clean.” The leper has complete confidence in Jesus’ ability to heal him. While still showing deference to Jesus’ authority and will, the leper still boldly states what he most desires from Jesus. Jesus wants us to be bold in our requests. Jesus tells us to “knock and the door will be opened to you” (Matthew 7:7). If we do not muster the courage to knock, we won’t know what Jesus is waiting to give us behind the door of our desire. 

We believe in a God of the impossible. Scripture is full of stories where God shows up and does the impossible. Jesus, in His very person as the Incarnation, is seemingly the impossible. But with God, all things are possible. Why try to limit Him with small requests. Be bold and brave in your prayers, just like the leper. At the same time, remember who you are asking these things of. God, the giver of all good, knows exactly what you need when you need it and He will not withhold it from you. We have to trust His goodness and timing with the same level of boldness that we ask things of Him.

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El Evangelio de hoy es breve, apenas cuatro versículos. Y, sin embargo, con tan pocas palabras, Mateo puede decirnos mucho sobre quién es Jesús y la forma en que debemos relacionarnos con Él. El leproso (de quien no sabemos nada), nos muestra con una sola frase la postura adecuada que debemos tener en la oración. Miremos de cerca lo que le dice a Jesús.

Primero, el leproso se dirige a Jesús como “Señor”. En griego, “Señor” es Kyrios. En hebreo, Adonai. Adonai es la palabra hablada que se utiliza cuando el pueblo judío desea referirse al nombre más sagrado de Dios, el inefable Yahvé tal como aparece en las Escrituras. Llamar a Jesús Señor, Kyrios, Adonai, quiere decir que Jesús es Dios. En esta única palabra de fe, el leproso anuncia quién es Jesús.

“Si quieres”, sigue la declaración de fe inicial del leproso. Algo que hemos tratado de enseñar a nuestros hijos es que cuando se trata de compartir, “el dador elige cuándo compartir”. La persona que desea el juguete, libro, turno, etc. es la que tiene que esperar. El donante, el que renuncia al objeto en cuestión, decide cuándo es el momento de compartirlo. Ahora, por supuesto, insistimos en que el donante sea razonable y no afirme que su turno terminará mañana. Pero regresando al leproso y a Jesús, el leproso no exige que Jesús lo sane. Pone el momento en las manos de Jesús. “Si quieres”, en algún momento, algún día, quizás hoy o quizás no. Es decisión de Jesús.

“Puedes curarme”. El leproso tiene plena confianza en la capacidad de Jesús para curarlo. Aunque muestra deferencia hacia la autoridad y la voluntad de Jesús, el leproso todavía declara con valentía lo que más desea de Jesús. Jesús quiere que seamos audaces en nuestras peticiones. Jesús nos dice que “toca y se les abrirá la puerta” (Mateo 7,7). Si no tenemos el valor de tocar, no sabremos lo que Jesús espera darnos detrás de la puerta de nuestro deseo.

Creemos en un Dios de lo imposible. Las Escrituras están llenas de historias en las que Dios aparece y hace lo imposible. Jesús, en Su misma persona como Encarnación, es aparentemente lo imposible. Pero con Dios todo es posible. ¿Por qué intentar limitarlo con pequeñas peticiones? Sé audaz y valiente en tus oraciones, como el leproso. Al mismo tiempo, recuerda a quién le estás pidiendo estas cosas. Dios, el dador de todo bien, sabe exactamente lo que necesitas cuando lo necesitas y no te lo negará. Tenemos que confiar en su bondad y su oportunidad con el mismo nivel de audacia con el que le pedimos las cosas.

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Kate Taliaferro is an Air Force wife and mother. She is blessed to be able to homeschool, bake bread and fold endless piles of laundry. When not planning a school day, writing a blog post or cooking pasta, Kate can be found curled up with a book or working with some kind of fiber craft. Kate blogs at DailyGraces.net.

Feature Image Credit: Lukas, www.pexels.com/photo/person-hand-reaching-body-of-water-296282/

The Firm Foundation of Gratitude / El Cimiento Firme de la Gratitud

By now, summer is in full swing. The t-shirts and shorts are out, the sandals are broken in and perhaps we have already made a trip or two to the beach. Winter seems long since passed and we are enjoying the slower-paced days while the kiddos are off of school and sports activities. It’s time for some much needed Vitamin D, some much needed exercise and some much needed family time. 

In our family, a lot of our “trips to the beach” happen in a 10-ft blow up pool in the backyard. A lot of our “going out for ice cream” happens when we scoop it from a carton to a cone. And a lot of our “vacations” consist of visiting family. A trip to Disney World or the Carribean are not in the cards for us, yet that doesn’t mean we don’t have fun. We enjoy these times just as much or maybe even more than those who spend thousands of dollars. 

It all comes down to gratitude. When we don’t take anything for granted, when we consider everything a gift, contentment is a natural consequence. We cannot be thankful and bitter at the same time. It would be like oil and water. When appreciation fills our soul, joy floods in as well, because we realize that we don’t deserve a single thing, yet it is given to us anyway. God gives it to us out of sheer love. 

In today’s Gospel, Jesus talks about those who have built their house on rock and how it did not collapse like the others. Those who built their house on sand watched it wash away with the wind and the rain. They did not build on a firm foundation. Their intentions were not pure; their actions were not done in love. 

An attitude of gratitude constantly lifts our hearts to God. It helps us to realize that nothing comes of our own accord. It leads to humility of heart. It can be that firm foundation that we build upon that helps us to grow in virtue. It can prevent the “house” of our souls from crumbling down in anxiety and despair. 

God loves us so much and he always provides for us. He can never be outdone in generosity, and for this let us give thanks!

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A estas alturas, el verano está en pleno apogeo. Sacamos las playeras y los pantalones cortos, las sandalias nuevas ya nos quedan cómodos y quizás ya hemos ido una o dos veces a la playa. El invierno parece haber pasado hace mucho tiempo y estamos disfrutando de los días más tranquilos mientras los niños no están en la escuela ni en las actividades deportivas. Es hora de tomar la muy necesaria vitamina D, hacer el muy necesario ejercicio y pasar el muy necesario tiempo en familia.

En nuestra familia, muchos de nuestros “viajes a la playa” se realizan en una piscina inflable de 10 pies en el patio trasero. La gran parte de nuestras “salidas a tomar un helado” ocurren cuando lo sacamos del contenedor de la tienda y lo colocamos en un cono. Y muchas de nuestras “vacaciones” consisten en visitar a la familia. Un viaje a Disney World o al Caribe capaz nunca nos tocará, pero eso no significa que no nos divirtamos. Disfrutamos estos tiempos tanto o incluso más que aquellos que gastan miles de dólares.

Todo se reduce a la gratitud. Cuando no tomamos nada por hecho, cuando consideramos todo un regalo, la alegría es una consecuencia natural. No podemos estar agradecidos y amargados al mismo tiempo. Sería como el aceite y el agua. Cuando el aprecio llena nuestra alma, la alegría también la inunda, porque nos damos cuenta de que no merecemos nada, pero de todos modos nos lo dan. Dios nos lo da por puro amor.

En el Evangelio de hoy, Jesús habla de aquellos que han construido su casa sobre roca y de cómo ésta no se derrumbó como las demás. Los que construyeron sus casas sobre arena la vieron arrastrada por el viento y la lluvia. No construyeron sobre un cimiento firme. Sus intenciones no eran puras; sus acciones no fueron hechas con amor.

Una actitud de gratitud eleva constantemente el corazón a Dios. Nos ayuda a darnos cuenta de que nada surge por nuestra cuenta. Conduce a la humildad de corazón. Puede ser ese cimiento firme sobre el cual construimos lo que nos ayude a crecer en virtud. Puede evitar que la “casa” de nuestras almas se desmorone por la ansiedad y la desesperación.

Dios nos ama mucho y siempre provee por nosotros. Él nunca podrá ser superado en la generosidad, ¡y por ello, demos gracias!

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Feature Image Credit: Wilhelm Gunkel, unsplash.com/photos/i-m-a-little-girl-i-m-a-little-girl-i-m-a-little-girl-L04Kczg_Jvs


Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works full time at Diocesan, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

Bearing Good Fruit / Dando Buenos Frutos

In today’s Gospel, Jesus extends an invitation for us to be transformed into genuine witnesses of His teachings and, above all, vessels of His perfect love. Jesus offers us ageless wisdom to be aware of false prophets that will lead us astray and even guide us to destruction if we follow them instead of Christ.

This Scripture passage triggers a poignant memory of my teenage son returning home from a Catholic youth camp with a neon yellow “WWJD” bracelet, a tangible reminder of the profound question, “What Would Jesus Do?” This message echoes today’s Gospel passage about the importance of our actions aligning with our beliefs, and helps us learn His ways so that we are not misled. WWJD is a simple reminder that sometimes our actions speak louder than our words, and we need to seek out leaders and role models who live out a vibrant faith life so we are not led.

Jesus’ analogy of good fruit from healthy trees and bad fruit from diseased ones reinforces the imperative of aligning our conduct with His teachings. Just as we discard rotting fruit, we must rid ourselves of behaviors incongruent with Christ’s example and beware of those who don’t act accordingly. This lesson beckons us to embrace authentic Christian living, understanding that the fruits of evil can never replicate the richness of the fruits born from Christ’s love.

The unwavering love of the Lord assures us that His guidance will never lead us astray. This steadfastness serves as a beacon, illuminating the path toward righteous living. Yet, Jesus also warns us about wolves dressed in sheep’s clothing, urging us to remain vigilant against deception. Discernment and prayer are paramount, since our hearts are the battleground for the type of fruit we bear. Jesus doesn’t just impart wisdom, He unveils profound truth by cautioning us to navigate life with a discerning eye. Let us ask the Holy Spirit to guide us along the journey as we discern the many voices in the world.

When confronted with something that resembles a wolf or someone who behaves like one, let us exercise caution when they do not align with Christ’s teachings. May we heed Jesus’ words and strive to bear fruit reflective of His love, truth, and righteousness.

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En el evangelio de hoy, Jesús nos extiende una invitación a ser transformados en testigos genuinos de sus enseñanzas y, sobre todo, vasos de su perfecto amor. Jesús nos ofrece sabiduría eterna para estar conscientes de los falsos profetas que nos desviarán e incluso nos guiarán a la destrucción si los seguimos a ellos en lugar de a Cristo.

Este pasaje de las Escrituras me hace acordar de un recuerdo conmovedor de mi hijo adolescente que regresa a casa de un campamento juvenil católico con un brazalete amarillo neón que dice “WWJD”, un recordatorio tangible de la profunda pregunta: “¿Qué haría Jesús?” Este mensaje hace eco del pasaje del Evangelio de hoy sobre la importancia de que nuestras acciones se alinean con nuestras creencias y nos ayuda a aprender Sus caminos para que no seamos engañados. WWJD es un simple recordatorio de que a veces nuestras acciones hablan más que nuestras palabras, y necesitamos buscar líderes y modelos a seguir que vivan una vida de fe vibrante para que no nos dejemos guiar.

La analogía de Jesús de buenos frutos de árboles sanos y malos frutos de árboles enfermos refuerza el imperativo de alinear nuestra conducta con Sus enseñanzas. Así como descartamos los frutos podridos, debemos deshacernos de conductas incongruentes con el ejemplo de Cristo y tener cuidado con aquellos que no actúan en consecuencia. Esta lección nos invita a abrazar la auténtica vida cristiana, entendiendo que los frutos del mal nunca podrán replicar la riqueza de los frutos nacidos del amor de Cristo.

El amor inquebrantable del Señor nos asegura que Su guía nunca nos desviará. Esta firmeza sirve como un faro que ilumina el camino hacia una vida recta. Sin embargo, Jesús también nos advierte sobre los lobos vestidos con pieles de ovejas, instándonos a permanecer vigilantes contra el engaño. El discernimiento y la oración son primordiales, ya que nuestros corazones son el campo de batalla por el tipo de fruto que damos. Jesús no sólo imparte sabiduría, sino que revela una verdad profunda al advertirnos que naveguemos por la vida con ojo perspicaz. Pidamos al Espíritu Santo que nos guíe a lo largo del camino mientras discernimos las muchas voces en el mundo.

Cuando nos enfrentemos a algo que se parezca a un lobo o a alguien que se comporte como tal, tengamos cuidado cuando no se alinean con las enseñanzas de Cristo. Que prestemos atención a las palabras de Jesús y nos esforcemos por dar frutos que reflejen su amor, verdad y justicia.

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Emily Jaminet is a Catholic author, speaker, radio personality, wife, and mother of seven children. She earned a bachelor’s degree in mental health and human services from the Franciscan University of Steubenville.  She is the co-founder of www.inspirethefaith.com and the Executive Director of The Sacred Heart Enthronement Network www.WelcomeHisHeart.com. She has co-authored several Catholic books and her next one, Secrets of the Sacred Heart: Claiming Jesus’ Twelve Promises in Your Life, comes out in Oct. 2020. Emily serves on the board of the Columbus Catholic Women’s Conference, contributes to Relevant Radio and Catholic Mom.com.

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Trust in the Lord / Confiar en el Señor

Imagine you are an ancient king, responsible for a vast area and the lives of many people. Neighboring kings have joined forces and are destroying nearby kingdoms, and now send the message that you are next. What would you do? Would you panic? Would you begin scrambling for a solution? 

This is the situation in today’s first reading from 2 Kings. And Hezekiah, king of Judah, did none of those things. When he received a message from the king of Assyria, who was threatening doom, Hezekiah immediately went into the temple of the Lord and put all his hope in the God of Israel. He first praised God as the One above all others and then he humbly asked God to save the kingdom of Judah from the power of the Assyrians – not for their own sake, but “that all the kingdoms of the earth may know that you alone, O Lord, are God.” God, faithful to his promises in every generation, struck down 185,000 soldiers and sent them packing back to Nineveh. Hezekiah won by putting all his trust in the Lord.

This brings us indirectly to the Gospel for today. Jesus is very clear about something that we can be a little foggy about: “the gate is wide and the road broad that leads to destruction, and those who enter through it are many.” When I read that, I am shaken by the truth that many are following the way to destruction. I want to believe that most people are good and generous most of the time, but the Lord’s words tell a different story. “How narrow the gate and constricted the road that leads to life. And those who find it are few.” How can this be?

It’s simple, really. The narrow gate and constricted road are not the way of niceness, or the way that our culture sees as “successful.” We must look beyond the surface to see that it is the way of complete trust in the Lord, rather than self-reliance, no matter how “successful” that makes us. It is the radical trust that goes to prayer before mustering an army, that trusts in the Lord to fight our social and emotional battles rather than insisting on fixing everything ourselves, that entrusts all the people we love and all their situations to the goodness of God.

This does not come easily to our fallen human nature, and it is certainly not “the way of the world.” But, like Hezekiah, let us truly put all our trust in the Lord. Let us each ask God to show us the ways we insist on taking care of things ourselves, and to give us the grace to entrust each of these things completely to him, so that we at last truly trust in him and are set free to do His will rather than our own.

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Imagina que eres un rey de la edad antigua, responsable de un área inmensa y de la vida de muchas personas. Los reyes vecinos han unido fuerzas y están destruyendo reinos cercanos, y ahora envían el mensaje de que tú eres el próximo. ¿Qué harías? ¿Entrarías en pánico? ¿Comenzarías a buscar una solución?

Ésta es la situación en la primera lectura de hoy de 2 Reyes. Y nada de eso hizo Ezequías, rey de Judá. Cuando Ezequías recibió un mensaje del rey de Asiria que lo amenazaba con su destrucción, entró inmediatamente en el templo del Señor y puso toda su esperanza en el Dios de Israel. Primero alabó a Dios como el que está por encima de todos los demás y luego humildemente le pidió a Dios que salvara el reino de Judá del poder de los asirios, no por su propio bien, sino “para que sepan todas las naciones que sólo tú, Señor, eres Dios”. Dios, fiel a sus promesas en cada generación, derribó a 185.000 soldados y los envió de regreso a Nínive. Ezequías ganó poniendo toda su confianza en el Señor.

Esto nos lleva indirectamente al Evangelio de hoy. Jesús pone muy claro algo en lo que podemos estar un poco confusos: “ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por él”. Cuando leo eso, me estremece la verdad de que muchos están siguiendo el camino de la destrucción. Quiero creer que la mayoría de las personas son buenas y generosas la mayor parte del tiempo, pero las palabras del Señor cuentan una historia diferente. “¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que conduce a la vida, y qué pocos son los que lo encuentran!” ¿Cómo puede ser esto?

Es muy sencillo, de verdad. La puerta estrecha y el camino restringido no son el camino hacia la amabilidad, o el camino que nuestra cultura considera “exitoso”. Debemos mirar más allá de la superficie para ver que es el camino de la confianza total en el Señor, en lugar de la autosuficiencia, sin importar cuán “exitosos” nos haga. Es la confianza radical que acude a la oración antes de reunir un ejército, que confía en el Señor para pelear nuestras batallas sociales y emocionales en lugar de insistir en arreglar todo nosotros mismos, que confía a todas las personas que amamos y todas sus situaciones a la bondad de Dios.

Esto no es fácil para nuestra naturaleza humana caída, y ciertamente no es “el camino del mundo”. Pero, como Ezequías, pongamos realmente toda nuestra confianza en el Señor. Pidamos a Dios que nos muestre las formas en que insistimos en ocuparnos de las cosas nosotros mismos, y que nos dé la gracia de confiarle cada una de estas cosas por completo, para que finalmente podamos confiar verdaderamente en él y seamos libres para hacer Su voluntad en lugar de la nuestra.

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Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and eight grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

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Can We Hear the Voice of God? / ¿Podemos Oír la Voz de Dios?

Have you ever heard anyone say that the Lord told them this or the Lord told them that and you wondered if it was true or even possible? I assure you that it is possible. Holy discernment is required to know whether it was the Lord or not. The way we can tell is to do it, and then look back. You’ll know right away whether it was the Lord or not.

I remember when I was a lay jail minister, I was in a cell on Saturday night with about 15 men. I mentioned hearing the Lord’s voice with some instruction. They all said, the Lord never talks to me! I suggested that perhaps they were not listening. I told them they needed to be quiet to hear the voice of God. Jail is a very noisy place. It’s almost impossible to be quiet. The language is foul and conversation topics can be also. They seemed to be eager to learn more that evening. I suggested they do their best to hear what God was saying to them.

When I came back the following Saturday, I couldn’t believe their reactions. They could hardly wait to tell me about what they had heard! They told me things that they really felt the Lord was saying to them. One of them told me about a lunch hour where one of the guys would always sit in the corner by himself. He was rejected by the group day after day. He was “different”. But the man telling me the story felt strongly that the Lord was calling him to go sit with him at lunch. He knew that he would take a lot of abuse from the other guys for doing it, but God’s voice was so strong that he was willing to take the abuse. Wow! What a testimony! 

In today’s reading, Zechariah refused to believe the message from God that his wife would bear a son. The Lord told him to name his newborn son John. Zechariah became mute due to his disbelief. But, when the time came for his son’s circumcision, Zechariah asked for a tablet to write down his newborn son’s name. He wrote, “John”. The people were astounded because there was no such name in his family. Don’t forget that nine months had gone by before this happened. Zechariah had carried that name in his heart the whole time. As soon as he revealed the name, he began to speak and exclaimed the Canticle of Zechariah. His joy was overflowing!

Hearing the voice of God is not complex. God speaks to those who speak to Him. We must really believe that we are His son or daughter as a result of baptism. By being immersed in prayer, attending Mass on Sunday, reading and meditating on Scripture, and doing our best to have a close relationship with the Lord, we can hear His voice. 

So, find a quiet place. Show the Lord you want to go deeper into your relationship with him. Then, enjoy what happens next!

Serving With Joy!

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¿Alguna vez has escuchado a alguien decir que el Señor les dijo esto o aquello y te preguntaste si era cierto o incluso posible? Te aseguro que sí es posible. Se requiere un santo discernimiento para saber si fue el Señor o no. La forma en que podemos saberlo es hacer lo que dijo y luego mirar hacia atrás. Sabrás de inmediato si fue el Señor o no.

Recuerdo que cuando era ministro laico en la cárcel, estaba en una celda el sábado por la noche con unos 15 hombres. Mencioné escuchar la voz del Señor con un poco de ayuda. Todos dijeron: ¡El Señor nunca me habla a mí! Sugerí que tal vez no estaban escuchando. Les dije que tenían que estar en silencio para escuchar la voz de Dios. La cárcel es un lugar muy ruidoso. Es casi imposible estar callado. El lenguaje es grosero y los temas de conversación también pueden serlo. Parecían ansiosos por aprender más esa noche. Les sugerí que hicieran el mejor intento de escuchar lo que Dios les estaba diciendo.

Cuando regresé el sábado siguiente, no podía creer sus reacciones. ¡No podían esperar para contarme lo que habían oído! Me dijeron cosas que realmente sentían que el Señor les estaba diciendo. Uno de ellos me habló de la hora de almuerzo en la que uno de los chicos siempre se sentaba solo en un rincón. Fue rechazado por el grupo día tras día porque era “diferente”. Pero el hombre que me contó la historia sintió fuertemente que el Señor lo estaba llamando a sentarse con él durante el almuerzo. Sabía que recibiría mucho abuso de los otros muchachos por hacerlo, pero la voz de Dios era tan fuerte que estaba dispuesto a aceptar el abuso. ¡Guau! ¡Qué testimonio tan increíble!

En la lectura de hoy, Zacarías se negó a creer el mensaje de Dios de que su esposa tendría un hijo. El Señor le dijo que le pusiera por nombre Juan a su hijo recién nacido. Zacarías quedó mudo debido a su incredulidad. Pero, cuando llegó el momento de la circuncisión de su hijo, Zacarías pidió una tablilla para escribir el nombre de su hijo recién nacido y escribió: “Juan”. La gente quedó asombrada porque no existía tal nombre en su familia. No olvides que habían pasado nueve meses antes de que esto sucediera. Zacarías había llevado ese nombre en su corazón todo el tiempo. Tan pronto como reveló el nombre, comenzó a hablar y exclamó el Cántico de Zacarías. ¡Su alegría era desbordante!

Escuchar la voz de Dios no es complejo. Dios habla a quienes le hablan. Realmente debemos creer que somos Su hijo o hija como resultado del bautismo. Al estar inmersos en la oración, asistir a Misa los domingos, leer y meditar en las Escrituras y hacer todo lo posible por tener una relación cercana con el Señor, podemos escuchar Su voz.

Así que, busca un lugar tranquilo. Muéstrale al Señor que quieres profundizar en tu relación con él. Y luego, ¡disfruta de lo que sucede a continuación!

¡Sirviendo con alegría!

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Deacon Dan Schneider is a retired general manager of industrial distributors. He and his wife Vicki have been married for over 50 years. They are the parents of eight children and thirty-one grandchildren. He has a degree in Family Life Education from Spring Arbor University. He was ordained a Permanent Deacon in 2002.  He has a passion for working with engaged and married couples and his main ministry has been preparing couples for marriage.

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Jesus Will Calm Your Inner Storm / Jesús Tranquilizará tu Tormenta Interior

Today, in the Gospel of Mark, we read that Jesus calmed the storm when He and the apostles were out at sea. We all know this story. Jesus had fallen asleep when a storm began to brew. The apostles, fearing they would capsize and drown, became terrified. So they woke up Jesus and said to Him, “Teacher, do you not care that we are perishing?” Jesus then calmed the storm and asked them, “Why are you terrified? Do you not yet have faith?”

Jesus didn’t ask “Do you not have faith?” He asked, “Do you not yet have faith?” The word yet is an integral part of that question. We could ask the same question to ourselves when we encounter difficulties in life or when we feel sad and alone. These are the times when we may feel like we are perishing. And sometimes we may even feel like God doesn’t care.

How many times, out of despair, have we asked Him, “Jesus, where are you?” We allow fear to take over. We allow the outside world to convince us that God doesn’t care, that we are not lovable, and that we are all alone. But we are never alone. No matter what we go through in life, Christ is there for us. Christ is there with us. In those times, He could ask us the same question, “Do you not yet have faith?” 

So how do we build that trust we should all have in God? We get to know Him. We read stories in the Bible or other religious books. We talk to Him in prayer. We count our blessings. We think about the love we have for our children or the love our parents have for us, and we multiply that love by a thousand. 

Our Heavenly Father loves us more than we can even begin to imagine. And that love should calm our inner storm. That love should keep us from giving in to sadness, anxiety, and fear.

Yes, we may still feel these emotions, as they are a normal part of being human. But the difference between having faith and not having faith is the ability to acknowledge those feelings, lay them at the foot of the cross, and simply say, “Jesus, I trust you to calm this storm.” And then believe that He will.

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Hoy, en el Evangelio de Marcos, leemos que Jesús calmó la tormenta cuando Él y los apóstoles estaban en el mar. Todos conocemos esta historia. Jesús se había quedado dormido cuando comenzó una tormenta. Los apóstoles, temiendo volcarse y ahogarse, se aterrorizaron. Entonces despertaron a Jesús y le dijeron: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?” Entonces Jesús calmó la tormenta y les preguntó: “¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?”

Jesús no preguntó: “¿No tienen fe?” Preguntó: “¿Aún no tienen fe?” La palabra aún es una parte integral de esa pregunta. Podríamos hacernos la misma pregunta cuando encontramos dificultades en la vida o cuando nos sentimos tristes y solos. Estos son los momentos en los que podemos sentir que estamos pereciendo. Y a veces incluso podemos sentir que a Dios no le importa.

¿Cuántas veces, por desesperación, le hemos preguntado: “Jesús, dónde estás?” Permitimos que el miedo se apodere de nosotros. Permitimos que el mundo exterior nos convenza de que a Dios no le importa, que no somos dignos de ser amados y que estamos completamente solos. Pero nunca estamos solos. No importa lo que pasemos en la vida, Cristo está ahí para nosotros. Cristo está allí con nosotros. En esos momentos, Él podía hacernos la misma pregunta: “¿Aún no tenéis fe?”

Entonces, ¿cómo aumentamos esa confianza que todos deberíamos tener en Dios? Llegamos a conocerlo. Leemos historias en la Biblia u otros libros religiosos. Hablamos con Él en la oración. Nos demos cuenta de nuestras bendiciones. Pensamos en el amor que tenemos por nuestros hijos o en el amor que nos tienen nuestros padres, y multiplicamos ese amor por mil.

Nuestro Padre Celestial nos ama más de lo que podemos siquiera empezar a imaginar. Y ese amor debería tranquilizar nuestra tormenta interior. Ese amor debería impedirnos ceder a la tristeza, la ansiedad y el miedo.

Sí, es posible que todavía sintamos estas emociones, ya que son una parte normal del ser humano. Pero la diferencia entre tener fe y no tener fe es la capacidad de reconocer esos sentimientos, ponerlos al pie de la cruz y simplemente decir: “Jesús, confío en ti para tranquilizar esta tormenta”. Y luego creer que lo va a hacer.

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Susan Ciancio has a BA in psychology and a BA in sociology from the University of Notre Dame, with an MA in liberal studies from Indiana University. For the past 19 years, she has worked as a professional editor and writer, editing both fiction and nonfiction books, magazine articles, blogs, educational lessons, professional materials and website content. Thirteen of those years have been in the pro-life sector. Currently Susan freelances and writes weekly for HLI, edits for American Life League, and is the executive editor of Celebrate Life Magazine. She also serves as executive editor for the Culture of Life Studies Program—an educational nonprofit program for K-12 students. You can reach her at slochner0.wixsite.com/website.

Feature Image Credit: Vytautas Markūnas SDB, cathopic.com/photo/10750-oceans

Rich in Trust / Ricos en la Confianza

My husband and I have seven children and eight grandchildren. As I write this, eight of those people live in our house and two more are visiting. That means there are routinely 10 mouths to feed and I have to cook dinner for 12 tonight. And the Lord says, “Do not worry and say, ‘What are we to eat?’” Does that mean I don’t need to make a plan for that? “All these things the pagans seek.” Am I some kind of pagan if I am concerned about having enough groceries for all these people?

No. Jesus clarifies all this when he says, “seek FIRST the Kingdom of God and His righteousness… Do not WORRY about tomorrow.” It is not a call to be irresponsible, but to continuously remember that God is primary, that His great love should be our great concern, and that He never pauses His care for us! Our own plans are not guaranteed to succeed, but God’s Plan for our true good, our every good, our eternal good, is always successful. He created us with a Purpose and a Plan. We are not random or useless or unimportant to Him. We come from Love, we are returning to Love, and Love is rescuing us every step of the way. So we need not worry, even as we work to provide.

The focus and dynamic of the life of a Carthusian monk is different from a young man in college, which is different from that of a bishop, or a mom of seven and grandmother of eight. Each of our lives has its own concerns and dynamics which are proper to it. Today’s readings remind us that we cannot expect God to bless our lives or our plans when they go against His will. But when we align our whole being with the generous will of God, He will help us see the needs and concerns proper to our particular life and submit all to Him in loving trust.

When we try to make all our own arrangements and provide for all our own needs and wants, we will always be disappointed, because no matter how rich we are, we find ourselves too poor. But if we love the Lord first and make trust in Him the rule of our lives, allowing His plan to guide us as we work to meet our true needs, we will always find ourselves rich in the things that matter!

This trust in the merciful love of God makes it easy for us to be faithful to Him, to be generous with our goods and ourselves, and to offer our very lives to Him in gratitude. This is to live a Eucharistic life – a life of thanksgiving and praise to the God who knows all our needs and cares for us even better than we know how to care for ourselves.

As my husband often says, “We don’t have much in the bank, but we are very, very rich.”

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Mi esposo y yo tenemos siete hijos y ocho nietos. Mientras escribo esto, ocho de esas personas viven en nuestra casa y dos más están de visita. Eso significa que habitualmente hay 10 bocas que alimentar y esta noche tengo que preparar la cena para 12. Y el Señor dice: “No se inquieten, pues, pensando: ‘¿Qué comeremos…?’”. ¿Eso significa que no necesito hacer un plan para eso? “Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas”. ¿Soy una especie de pagano si me preocupa tener suficientes alimentos para toda esta gente?

No. Jesús aclara todo esto cuando dice: “busquen primero el Reino de Dios…No se preocupen por el día de mañana”. No es un llamado a ser irresponsables, sino a recordar continuamente que Dios es primordial, que Su gran amor debe ser nuestra gran preocupación, ¡y que Él nunca deja de cuidarnos! Nuestros propios planes no tienen garantía de éxito, pero el Plan de Dios para nuestro verdadero bien, cada bien nuestro, nuestro bien eterno, siempre tiene éxito. Él nos creó con un Propósito y un Plan. No somos aleatorios, inútiles o carentes de importancia para Él. Venimos del Amor, al Amor estamos regresando y el Amor nos está rescatando en cada paso del camino. Así que no debemos preocuparnos, incluso mientras trabajamos para poder proveer.

El enfoque y la dinámica de la vida de un monje cartujo es diferente a la de un joven en la universidad, que es diferente a la de un obispo, o a la de una madre de siete hijos y abuela de ocho. Cada una de nuestras vidas tiene sus preocupaciones y dinámicas que le son propias. Las lecturas de hoy nos recuerdan que no podemos esperar que Dios bendiga nuestras vidas o nuestros planes cuando van en contra de Su voluntad. Pero cuando alineamos todo nuestro ser con la generosa voluntad de Dios, Él nos ayudará a ver las necesidades e inquietudes propias de nuestra vida particular y a someterlo todo a Él con amorosa confianza.

Cuando intentamos hacer todos nuestros propios arreglos y satisfacer todas nuestras necesidades y deseos, siempre nos sentiremos decepcionados, porque no importa cuán ricos seamos, nos encontramos demasiado pobres. Pero si amamos al Señor primero y hacemos de la confianza en Él la regla de nuestras vidas, permitiendo que Su plan nos guíe mientras trabajamos para satisfacer nuestras verdaderas necesidades, ¡siempre nos encontraremos ricos en las cosas que importan!

Esta confianza en el amor misericordioso de Dios nos facilita serle fiel, generoso con los bienes propios y con nosotros mismos, y ofrecerle la propia vida en gratitud. Esto es vivir una vida eucarística: una vida de acción de gracias y alabanza al Dios que conoce todas nuestras necesidades y nos cuida incluso mejor de lo que sabemos cuidar a nosotros mismos.

Como suele decir mi esposo: “No tenemos mucho en el banco, pero somos muy, muy ricos”.

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Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and eight grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

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The Light of Christ / La Luz de Cristo

During a homily, in which he was urging us to get to know more about the saints, our parish priest said: “Each saint reflects the light of Christ in a unique way.” We can easily say today’s saint, Aloysius Gonzaga, reflects the light of Christ in an awesome way.

Most Americans know the name Gonzaga because of the Catholic university in the state of Washington named after the saint. It is a Jesuit school, as Gonzaga was a Jesuit, and it usually has a pretty good basketball team. Not only was Gonzaga a Jesuit, but he was declared the patron saint of young students in 1729 and the patron saint of all Christian youth in 1926. The saint himself was a mere youth when he died in 1591.

How did Aloysius reflect the light of Christ? He was born into a noble family where wealth and prestige were his destiny. His father wanted him to train as a soldier so that he could be a leader of the many lands the family controlled. However, as a boy, he was attracted to prayer, fasting and penance. He received his First Communion from the man who would become St. Charles Borromeo. While serving as a page in royal courts, he was further discouraged by what he saw of the pomp, wealth and power. At a young age, he decided to become a priest, even though his father forbade it.

Eventually, his father saw the youth could not be persuaded otherwise, and allowed him to enter into religious training with the Jesuits. Aloysius had already taken his vows of poverty, chastity and obedience and was preparing for ordination when a plague broke out in Rome, and he went to work in a hospital the Jesuits set up. There, his close contact with the sick, bathing and caring for them, led to him contracting the disease. The man who would become St. Robert Bellarmine, Gonzaga’s spiritual adviser, gave him last rights just before he died at the age of 23.

In today’s Gospel, Jesus tells us, “Where your treasure is, there also will your heart be.” Aloysius rejected the Gonzaga family’s wealth to serve the Lord.

Jesus continues, “The lamp of the body is the eye. If your eye is sound, your whole body will be filled with light.” Aloysius rejected the darkness he saw in the world and turned instead to the light of Christ, reflecting it in the world as he tried to bring that light to others.

St. Aloysius Gonzaga teaches us piety and virtue have no age restrictions. Whether we are young or old, reflecting the light of Christ is the true treasure of this earth, with the promise of the greatest of all treasures, God Himself, in the world to come. St. Aloysius Gonzaga, pray for us!

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Durante una homilía, en la que nos estaba motivando a conocer más a los santos, nuestro párroco dijo: “Cada santo refleja la luz de Cristo de una manera única”. Podemos decir fácilmente que el santo de hoy, Luis Gonzaga, refleja la luz de Cristo de una manera asombrosa.

La mayoría de los estadounidenses conocen el nombre Gonzaga debido a la universidad católica en el estado de Washington que lleva el nombre de este santo. Es un colegio jesuita, ya que Gonzaga era jesuita, y suele tener un equipo de basquetbol bastante bueno. Gonzaga no sólo era jesuita, sino que también fue declarado santo patrón de los jóvenes estudiantes en 1729 y patrón de toda la juventud cristiana en 1926. Este santo era un jovencito cuando se murió en 1591.

¿Cómo reflejó Luis la luz de Cristo? Nació en una familia noble donde la riqueza y el prestigio eran su destino. Su padre quería que se entrenara como soldado para poder ser líder de los abundantes terrenos que su familia controlaba. Sin embargo, desde niño se sintió atraído por la oración, el ayuno y la penitencia. Recibió su Primera Comunión del hombre que se convertiría en San Carlos Borromeo. Mientras servía como paje en las cortes reales, lo que vio de la pompa, la riqueza y el poder lo desanimó aún más. Desde muy joven decidió ser sacerdote, a pesar de que su padre se lo prohibió.

Finalmente, su padre vio que no se podía persuadir al joven de lo contrario y le permitió iniciar una formación religiosa con los jesuitas. Luis ya había hecho sus votos de pobreza, castidad y obediencia y se estaba preparando para la ordenación cuando estalló una plaga en Roma y fue a trabajar en un hospital que los jesuitas habían instalado. Allí, su contacto con los enfermos, bañándolos y cuidándolos, le llevó a contraer la enfermedad. El hombre que se convertiría en San Roberto Belarmino, consejero espiritual de Gonzaga, le otorgó los últimos sacramentos justo antes de morir a la edad de 23 años.

En el Evangelio de hoy, Jesús nos dice: “Donde esté tu tesoro, allí también está tu corazón”. Luis rechazó la riqueza de la familia Gonzaga para servir al Señor.

Jesús continúa: “Tus ojos son la luz de tu cuerpo; de manera que, si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz.” Luis rechazó la oscuridad que vio en el mundo y, en cambio, se volvió hacia la luz de Cristo, reflejándola en el mundo mientras intentaba llevar esa luz a los demás.

San Luis Gonzaga nos enseña que la piedad y la virtud no tienen restricciones de edad. Seamos jóvenes o viejos, reflejar la luz de Cristo es el verdadero tesoro de esta tierra, con la promesa del mayor de todos los tesoros, Dios mismo, en el mundo por venir. San Luis Gonzaga, ¡ruega por nosotros!

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Mike Karpus is a regular guy. He grew up in Michigan’s Upper Peninsula, graduated from Michigan State University and works as an editor. He is married to a Catholic school principal, raised two daughters who became Catholic school teachers at points in their careers, and now relishes his two grandchildren, including the older one who is fascinated with learning about his faith. He also has served on a Catholic school board, a pastoral council and a parish stewardship committee. He currently is a lector at Mass, a Knight of Columbus, Adult Faith Formation Committee member and a board member of the local Habitat for Humanity organization. But mostly he’s a regular guy.

Feature Image Credit: magnolia, cathopic.com/photo/14796-merciful-jesus