Set My Soul on Fire! / ¡Señor, Enciende Mi Alma!

In today’s Responsorial Psalm, we hear, “Blessed be God who filled my soul with fire! Come and see the works of God, his tremendous deeds among the children of Adam.”

God does so much for us! We cannot even begin to count the wondrous deeds He has done for us throughout our lives. Yet sometimes we tend to focus on the things we want instead of the things we have.

It’s so difficult to pray for something we want, to desire something so intensely, to even believe that this thing is what’s best for us, and then to not receive it. We often wonder why God isn’t answering our prayers.

But if we think about it, we know that God doesn’t forget about us. He doesn’t ignore us or just not respond. He gives one of three answers: “yes”, “no”, or “not yet”.

The “no” and “not yet” answers are the ones that are hard to accept. But if we truly want our soul to be on fire, we must focus on the “yes” and trust that the “no” and “not yet” answers are because God knows what is best for us.

When we focus on the gifts that we have, we start to see the world in a different way. We become more thankful and more appreciative, and then the yeses we receive—even the small ones—begin to mean so much more.

So let us resolve to focus on the blessings in our lives. Let us start every day with a prayer of thanks and then end every day with a few minutes of reflection on all of the blessings—big and small—that God gifted us throughout the day. 

The easiest way to allow God to set our hearts on fire is to be thankful for His gifts, to acknowledge that thankfulness, and to surrender our will to His, knowing that He loves us so much more than we could ever imagine.

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En el Salmo Responsorial de hoy, escuchamos: “Bendito sea el Señor. Admiremos las obras del Señor, los prodigios que ha hecho por los hombres.” 

¡Dios hace tanto por nosotros! Ni siquiera podemos comenzar a contar las obras maravillosas que ha hecho por nosotros a lo largo de nuestras vidas. Sin embargo, a veces tendemos a centrarnos en las cosas que queremos en lugar de las cosas que tenemos.

Es tan difícil orar por algo que queremos, desear algo tan intensamente, incluso creer que eso es lo mejor para nosotros, y luego no recibirlo. A menudo nos preguntamos por qué Dios no responde nuestras oraciones.

Pero si lo pensamos bien, sabemos que Dios no se olvida de nosotros. No nos ignora o simplemente no responde. Da una de tres respuestas: “sí”, “no”, o “todavía no”.

Las respuestas “no” y “todavía no” son las que son difíciles de aceptar. Pero si realmente queremos que nuestra alma arda, debemos enfocarnos en el “sí” y confiar en que el “no” y el “todavía no” son respuestas porque Dios sabe lo que es mejor para nosotros.

Cuando nos enfocamos en los dones que tenemos, comenzamos a ver el mundo de una manera diferente. Nos volvemos más agradecidos y luego los “sí” que recibimos, incluso los pequeños, comienzan a significar mucho más.

Así que tomemos la decisión de concentrarnos en las bendiciones de nuestra vida. Comencemos cada día con una oración de agradecimiento y luego terminemos cada día con unos minutos de reflexión sobre todas las bendiciones, grandes y pequeñas, que Dios nos ha regalado a lo largo del día.

La forma más fácil de permitir que Dios encienda nuestros corazones es estar agradecido por sus dones, reconocer ese agradecimiento y rendir nuestra voluntad a la suya, sabiendo que nos ama mucho más de lo que podríamos imaginar.

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Susan Ciancio has a BA in psychology and a BA in sociology from the University of Notre Dame, with an MA in liberal studies from Indiana University. For the past 19 years, she has worked as a professional editor and writer, editing both fiction and nonfiction books, magazine articles, blogs, educational lessons, professional materials and website content. Thirteen of those years have been in the pro-life sector. Currently Susan freelances and writes weekly for HLI, edits for American Life League, and is the executive editor of Celebrate Life Magazine. She also serves as executive editor for the Culture of Life Studies Program—an educational nonprofit program for K-12 students. You can reach her at slochner0.wixsite.com/website.

Feature Image Credit: Vytautas Markūnas SDB, cathopic.com/photo/27177-dance

Hearing And Observing / Escuchar y Observar

In today’s Gospel, a woman from the crowd gives a shout out to Jesus’ mother; because mothers surely deserve some acknowledgment for the virtue of their children! And Jesus says that actually, those who hear and observe the word of God should be praised. At first, Jesus’ words may seem dismissive of his mother, as if he is saying that she is not blessed. But we can hear his words as, “Yes, because she heard the word of God and observed it perfectly. And so, blessed are all those who do the same!”

Mary is certainly privileged in many ways, but her true beauty and virtue is that she received all that came from God and every thought, word, action, and desire of hers was in alignment with His will. Today, as we celebrate one of the Marian dogmas of the Church, her Assumption into Heaven, we praise the true blessedness of the Mother of God. Blessed is she who heard the word of God, received it, assented to it, observed it, and never drew back, through all the vicissitudes and confusions and heartache and uncertainty and sorrow that she faced in this life! She remained faithful to her fiat at the Annunciation through the misunderstandings of Joseph and her neighbors, through the threats of the Pharisees against her son, through the lack of understanding of the disciples and the crowds who followed Jesus, all the way to the Cross and beyond. She never wavered.

Throughout her life, we see the strength that she draws from her deep faith and unwavering hope. Even at the Cross, she stood. She did not look away from the worst cruelty and the deepest heartache of a mother we can imagine. She stood, suffering FOR her son, and WITH her son, offering him and herself to the Father. Co-suffering. Co-redeeming.

“She conceived, brought forth and nourished Christ. She presented Him to the Father in the temple, and was united with Him by compassion as He died on the Cross. In this singular way she cooperated by her obedience, faith, hope and burning charity in the work of the Saviour in giving back supernatural life to souls. Wherefore she is our mother in the order of grace.

This maternity of Mary in the order of grace began with the consent which she gave in faith at the Annunciation and which she sustained without wavering beneath the cross, and lasts until the eternal fulfillment of all the elect. Taken up to heaven she did not lay aside this salvific duty, but by her constant intercession continued to bring us the gifts of eternal salvation.” (Lumen Gentium, # 61, 62)

Let’s ponder these words from Vatican II today and remember that when her life on earth was finished, her body was not left in a tomb to decay. Rather, she was lifted body and soul into Heavenly glory, to continue her motherhood of the whole Body of Christ! Mary, our Mother, pray for us.

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En el Evangelio de hoy, una mujer de la multitud da un grito a la madre de Jesús; porque las madres seguramente merecen algún reconocimiento por la virtud de sus hijos. Y Jesús dice que en realidad, los que escuchan y observan la palabra de Dios deben ser alabados. Al principio, las palabras de Jesús pueden parecer desdeñosas hacia su madre, como si estuviera diciendo que ella no es bendecida. Pero podemos escuchar sus palabras como, “Sí, porque ella escuchó la palabra de Dios y la observó perfectamente. Y así, ¡benditos sean todos aquellos que hacen lo mismo!”

María ciertamente es privilegiada en muchos sentidos, pero su verdadera belleza y virtud es que ella recibió todo lo que vino de Dios y cada pensamiento, palabra, acción y deseo de ella estuvo alineado con Su voluntad. Hoy, al celebrar uno de los dogmas marianos de la Iglesia, su Asunción al Cielo, alabamos la verdadera bienaventuranza de la Madre de Dios. ¡Bendita la que escuchó la palabra de Dios, la recibió, la asintió, la observó y nunca miró para atrás, a pesar de todas las vicisitudes y confusiones y angustias e incertidumbres y dolores que enfrentó en esta vida! Permaneció fiel a su fiat en la Anunciación a través de las incomprensiones de José y sus vecinos, a través de las amenazas de los fariseos contra su hijo, a través de la incomprensión de los discípulos y de la multitud que seguía a Jesús, hasta la Cruz y más allá. Ella nunca vaciló.

A lo largo de su vida, vemos la fuerza que saca de su fe profunda y su esperanza inquebrantable. Incluso en la Cruz, ella se puso de pie. No apartó la mirada de la peor crueldad y el más profundo dolor de madre que podamos imaginar. Ella se paró, sufriendo POR su hijo, y CON su hijo, ofreciéndo él y ella misma al Padre. Co-sufrimiento. Co-redimir.

“Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la cruz, cooperó en forma enteramente impar a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por eso es nuestra madre en el orden de la gracia.

Esta maternidad de María en la economía de gracia perdura sin cesar desde el momento del asentimiento que prestó fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz hasta la consumación perpetua de todos los elegidos. Pues, asunta a los cielos, no ha dejado esta misión salvadora, sino que con su múltiple intercesión continúa obteniéndonos los dones de la salvación eterna.” (Lumen Gentium, # 61, 62)

Meditemos hoy en estas palabras del Concilio Vaticano II y recordemos que cuando terminó su vida en la tierra, su cuerpo no fue dejado en una tumba para que se descompusiera. ¡Más bien, ella fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial, para continuar su maternidad de todo el Cuerpo de Cristo! María, Madre nuestra, ruega por nosotros.

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Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and seven grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

Feature Image Credit: Willroom, cathopic.com/photo/8706-la-asuncion-de-maria

Grief and Joy / Pena y Alegría

Today is the Feast of one of my favorite saints, Maximilian Kolbe. I am always so inspired by the ultimate sacrifice he made for a fellow prison, one that he probably didn’t even know. As a father was about to be executed, leaving his children without a dad and his wife without a husband, Maximilian stepped forward and said, “I am a Catholic priest, take me instead.” He always strikes me as the epitome of Christlike-ness. He gave his life for another, just as Christ did on the cross. 

My children were given a children’s book of modern saints and Maximilian is among them. Half of his body is depicted as clothed in brown religious garb and the other half in the black and white stripes of a prisoner’s jumpsuit. He was both at the same time. He lived his vocation, his prayerfulness, and his generosity even while imprisoned, perhaps even more fully while imprisoned. I can just imagine him granting hope and encouragement to those who were disheartened by their impending fate. I can imagine him huddling with a tearful family to pray with them. 

This day always brings me a tinge of sadness thinking about the reality of those people in the concentration camp, but for another reason also. It is my youngest brother’s birthday. He is homeless and no one has heard from him in months. He had a phone for a few days and lost it. He was in rehab for a few months and left. He used to call us sometimes and then stopped. No one knows where he is and whether he is alive or dead.  

Today’s Gospel states: “’The Son of Man is to be handed over to men, and they will kill him, and he will be raised on the third day.’ And they were overwhelmed with grief.” (Matt 17:23-24) Jesus’ disciples were overcome with grief at his impending fate, just as the prisoners were, just as sometimes I feel like I am. 

But we must not overlook that last part of Jesus’ comment. “He will be raised on the third day.” And that is the reason we cannot remain in our grief for long. Because of Jesus’ resurrection, Maximilian knew where he was going. If my brother has remained steadfast in his faith, I know where he is going too. It is ok to grieve. It is human, compassionate and normal. Yet, the hope that the resurrection grants us moves us beyond sadness into rejoicing. 

So whatever saddens you today, may the Holy Spirit breathe into you a sense of hope that turns to joy. For we know that one day we will be right there alongside Maximilian, alongside our loved ones and most importantly, alongside Jesus in heaven. 

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Hoy es la fiesta de uno de mis santos favoritos, Maximiliano Kolbe. Siempre estoy tan inspirado por el sacrificio enorme que hizo por un compañero de prisión, uno que seguramente ni conocía. Cuando un padre de familia estaba a punto de ser ejecutado, dejando a sus hijos sin papá y a su esposa sin esposo, Maximiliano se acercó y dijo: “Soy un sacerdote católico, llévame a mí en su lugar”. Siempre me parece el epítome de la semejanza a Cristo. Dio su vida por otro, tal como lo hizo Cristo en la cruz.

A mis hijos les regalaron un libro infantil de santos modernos y Maximiliano está entre ellos. La mitad de su cuerpo está vestido con un atuendo religioso marrón y la otra mitad con las rayas blancas y negras del mono de un prisionero. Era ambos al mismo tiempo. Vivió su vocación, su oración y su generosidad incluso mientras estaba encarcelado, quizás aún más plenamente allí. Puedo imaginarlo dando esperanza y aliento a aquellos que estaban desanimados por su destino inminente. Lo puedo imaginar abrazando a una familia llorosa para orar con ellos.

Este día siempre me trae un poco de tristeza pensando en la realidad de aquellas personas en el campo de concentración, pero por otra razón también. Es el cumpleaños de mi hermano menor. Viven en la calle y nadie ha sabido nada de él por varios meses. Tuvo un teléfono durante unos días y lo perdió. Estuvo en rehabilitación durante unos meses y se fue. Solía llamarnos de vez en cuando y dejó de hacerlo. Nadie sabe dónde está y si está vivo o muerto.

El Evangelio de hoy dice: “‘El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo van a matar, pero al tercer día va a resucitar’. Al oír esto, los discípulos se llenaron de tristeza.” (Mateo 17,23-24) Los discípulos de Jesús estaban abrumados por el dolor por su destino inminente, al igual que los prisioneros, al igual que a veces siento que lo estoy yo.

Pero no debemos pasar por alto esa última parte del comentario de Jesús. “Al tercer día va a resucitar.” Y por eso no podemos permanecer en nuestro dolor por mucho tiempo. Debido a la resurrección de Jesús, Maximiliano sabía adónde iba. Si mi hermano se ha mantenido firme en su fe, yo también sé adónde va. Está bien llorar. Es humano, compasivo y normal. Sin embargo, la esperanza que nos da la resurrección nos mueve más allá de la tristeza hacia el regocijo.

Entonces, sea lo que sea que te entristezca hoy, que el Espíritu Santo sople en ti un sentido de esperanza que se convierta en alegría. Porque sabemos que un día estaremos allí junto a Maximiliano, junto a nuestros seres queridos y, lo más importante, junto a Jesús en el cielo.

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Feature Image Credit: Alex OToole, unsplash.com/photos/o-WfvfNraxQ


Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works full time, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

What Does it Mean That Jesus Walked on Water? / ¿Qué significa que Jesús caminó sobre el agua?

I know God is in control. He surpasses the laws of science. We must place our hope in Him, and not in this world. We can display our trust by having a relationship with Him, whether through studying His word or uniting ourselves with him at Mass. 

Knowledge of Him should be our number one priority. With such, we can live out the kingdom of God and put His words into action.Then, we can rise out of the boat, doing what we once didn’t think we could do. 

This is the nature of the Kingdom – little things become great if we believe in Him with all our heart, soul and mind. With Him we can be extraordinary. Without Him, there is nothing, but with Jesus we have everything.

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Sé que Dios tiene el control. Supera las leyes de la ciencia. Debemos poner nuestra esperanza en Él, y no en este mundo. Podemos mostrar nuestra confianza al tener una relación con Él, ya sea estudiando Su palabra o uniéndonos a Él en la Misa.

El conocimiento de Él debe ser nuestra prioridad número uno. Con eso, podemos vivir el reino de Dios y poner Sus palabras en acción. Luego, podemos levantarnos del bote, haciendo lo que antes no creíamos que pudiéramos hacer.

Esta es la naturaleza del Reino: las cosas pequeñas se vuelven grandes si creemos en Él con todo nuestro corazón, alma y mente. Con Él podemos ser extraordinarios. Sin Él no hay nada, pero con Jesús lo tenemos todo.

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Dr. Alexis Dallara-Marsh is a board-certified neurologist who practices in Bergen County, NJ. She is a wife to her best friend, Akeem, and a mother of two little ones on Earth and two others in heaven above.

Feature Image Credit: Tory Hallenburg, unsplash.com/photos/SYFWjsvZDuw

A Good Mentor / Un Buen Mentor

It’s hard to hear when we are wrong. It’s especially difficult to discover what we hoped to achieve was within our grasp, but we failed at some small detail, which led to a much larger failure. Everyone likes the wording of Einstein’s quote about finding 1,000 ways not to make a lightbulb, instead of 1,000 failures before achieving what he sought to create. And while yes, this highlights the positive side of the coin, you can also see it as 1,000 failures. He persevered through them and learned from them to make his discovery. Two sides of the same coin. Sometimes, highlighting one side over the other is more effective for learning and growth. A good mentor knows which side to use and when.

In today’s Gospel, Jesus highlights a shortcoming of the disciples. He tells them that, due to their little faith, they were unable to cure the man’s son. Jesus is nothing if not frank with His disciples, there is no sugar-coating this teaching. They had to step up and step into the faith He was giving to them. They had failed. 

It’s not so easy to hear this kind of tough love moment from Jesus. One of the beautiful things about the Bible is that we are able to see Jesus from many angles. Jesus, God and man, is someone we will never fully understand. Yet, through the eyes of the four Gospel writers as well as St. Paul and the other letter writers, we are offered images, faces, or facets of Jesus. All are Jesus. But just as a precious gemstone has many facets which offer unique glimpses of the stone’s beauty, so too we are able to perceive different facets of Jesus in these stories.

Jesus is the gentle Good Shepherd, and He is also the King of Kings. Jesus is the sacrificial Lamb, and He is also the Lord of Hosts. Jesus is the humble Rabbi, and He is the Just Judge. In today’s Gospel, we see Jesus the mentor, the one who lovingly but without hesitation points out the places where we are falling short. He calls us, as He called the disciples, to greatness, not a mediocre effort. Jesus also reminds us that even when we do fall short, He never stops reaching out to us in love and compassion. His gift of faith is continually extended, the same faith He offered to His apostles.

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Es difícil escuchar cuando estamos equivocados. Es especialmente difícil descubrir que lo que esperábamos lograr estaba a nuestro alcance, pero fallamos en algún pequeño detalle, lo que condujo a un fracaso mucho mayor. A todos les gusta la redacción de las palabras de Einstein sobre encontrar 1000 formas de no hacer una bombilla, en lugar de 1000 fallas antes de lograr lo que buscaba crear. Y aunque sí, esto resalta el lado positivo de la moneda, también podemos verlo como 1000 fallas. Perseveró a través de ellos y aprendió de ellos para hacer su descubrimiento. Son dos lados de la misma moneda. A veces, resaltar un lado sobre el otro es más efectivo para el aprendizaje y el crecimiento. Un buen mentor sabe cuál lado utilizar y cuándo.

En el Evangelio de hoy, Jesús destaca un defecto de los discípulos. Les dice que, debido a su poca fe, no pudieron curar al hijo del hombre. Jesús es muy directo con sus discípulos, no hay forma de endulzar esta enseñanza. Tenían que dar un paso al frente y entrar en la fe que les estaba dando. Habían fallado.

No es tan fácil escuchar este tipo de momento de amor duro de parte de Jesús. Una de las cosas hermosas de la Biblia es que podemos ver a Jesús desde muchos ángulos. Jesús, Dios y hombre, es alguien a quien nunca entenderemos completamente. Sin embargo, a través de los ojos de los cuatro escritores de los Evangelios, así como de San Pablo y los otros escritores de cartas, se nos ofrecen imágenes, rostros o facetas de Jesús. Todos son Jesús. Pero así como una piedra preciosa tiene muchas facetas que ofrecen vislumbres únicos de la belleza de la piedra, también podemos percibir diferentes facetas de Jesús en estas historias.

Jesús es el gentil Buen Pastor, y también es el Rey de Reyes. Jesús es el Cordero del sacrificio, y también es el Señor de los Ejércitos. Jesús es el Rabino humilde, y es el Juez Justo. En el Evangelio de hoy, vemos a Jesús el Mentor, el que con amor pero sin dudarlo señala los lugares en los que nos estamos quedando cortos. Nos llama, como llamó a sus discípulos, a la grandeza, no a un esfuerzo mediocre. Jesús también nos recuerda que incluso cuando nos quedamos cortos, nunca deja de tendernos la mano con amor y compasión. Su don de fe se extiende continuamente, la misma fe que ofreció a sus apóstoles.

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Kate Taliaferro is an Air Force wife and mother. She is blessed to be able to homeschool, bake bread and fold endless piles of laundry. When not planning a school day, writing a blog post or cooking pasta, Kate can be found curled up with a book or working with some kind of fiber craft. Kate blogs at DailyGraces.net.

Feature Image Credit: Bessi, pixabay.com/photos/mountains-alps-meadow-736886/

Memorial of Saint Clare / La Fiesta de Santa Clara

The first line from today’s Gospel, “Whoever wishes to come after me must deny himself, take up his cross, and follow me” certainly summarizes St. Clare of Assisi’s life as we celebrate her Memorial today.

St. Clare was born the eldest daughter of a well-established family in Assisi. She was expected to marry yet refused all suitors having decided at a young age to be a bride of Christ. She left her home in the middle of the night on Palm Sunday at the age of eighteen to begin following the teachings of Francis of Assisi. Her long hair was cut off by Francis which symbolized her rejection of and removal from the noble society of her time. She was given a coarse brown robe to wear in exchange for her fine garments.

Clare wrote a way of life for women who wished to serve the Lord in simplicity, humility and poverty and waited over twenty years for its papal approval. The Rule for the Order of Poor Clares, the first Rule written by a woman, was approved by Pope Innocent IV just two days before Clare’s death on August 11, 1253.

The following quotes come from the writings of St. Clare. “Love that does not know of suffering is not worthy of the name.” And, “Because the way and path is difficult and the gate through which one passes and enters to life is narrow, there are both few who walk it and enter through it.” She keenly understood what Jesus was telling the disciples.

St. Clare, I pray for the courage to follow your example of dedication and surrender to our Lord Jesus Christ. Please intercede for me as I continue my journey in this earthly life, that I have the courage to follow the will of the Father. Amen.

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La primera línea del Evangelio de hoy, “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga”, sin duda resume la vida de Santa Clara de Asís mientras celebramos su Memorial hoy.

Santa Clare nació como la hija mayor de una familia bien establecida en Asís. Se esperaba que se casara, pero rechazó a todos los pretendientes, ya que decidió a una edad temprana ser la novia de Cristo. Dejó su casa en medio de la noche del Domingo de Ramos a la edad de dieciocho años para comenzar a seguir las enseñanzas de Francisco de Asís. Francisco le cortó el pelo, lo que simbolizaba su rechazo y alejamiento de la sociedad noble de su tiempo. Se le dio una tosca túnica marrón para que la usara a cambio de sus ropas finas.

Clara escribió un estilo de vida para las mujeres que deseaban servir al Señor con sencillez, humildad y pobreza y esperó más de veinte años la aprobación papal. La Regla para la Orden de las Clarisas, la primera Regla escrita por una mujer, fue aprobada por el Papa Inocencio IV solo dos días antes de la muerte de Clara el 11 de agosto del 1253.

Las siguientes citas provienen de los escritos de Santa Clara. “El amor que no conoce el sufrimiento no es digno de ese nombre”. Y, “Porque el camino y la senda son difíciles y la puerta por la que se pasa y se entra a la vida es estrecha, son pocos los que la recorren y entran por ella”. Ella entendió profundamente lo que Jesús les estaba diciendo a los discípulos.

Santa Clara, le pido a Dios el valor de seguir tu ejemplo de dedicación y entrega a nuestro Señor Jesucristo. Por favor, intercede por mí mientras sigo mi camino en esta vida terrenal, para que tenga el valor de seguir la voluntad del Padre. Amén.

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Beth Price is part of the customer care team at Diocesan. She is a Secular Franciscan (OFS) and a practicing spiritual director. Beth shares smiles, prayers, laughter, a listening ear and her heart with all of creation. Reach her here bprice@diocesan.com.

Feature Image Credit: Gunthersimmermacher, pixabay.com/photos/street-art-assisi-st-clare-1784221/

Abundance and Generosity / Abundancia y Generosidad

Today we celebrate the feast of St. Lawrence, a deacon who was martyred in 258. Our readings are particularly appropriate with images of sowing, reaping, giving generously, and dying to self—all of which St. Lawrence did in his life.

God is generous. And He calls us to that same generosity. When we read, “God loves a cheerful giver,” do we think first or only about material goods or money? For sure, this applies to sharing our gifts with others. I propose we shift that thinking and consider how it applies to our whole life, especially our time and ourselves. We live in an age where time seems to always be in short supply. We struggle to find time to be with other people, to pay attention to them, to be present, and to listen.

St. Lawrence put himself in service to the poor and sick of Rome. We don’t need to go anywhere to put ourselves at the service of others. Start in your own home, your neighborhood, your place of work, and your parish, and consider how you can be present to others, giving them your time. You are probably thinking, “I don’t have time!” But you do. The challenge is to look and see what we are busy doing that we have no idea how to sow generously, to scatter abroad, to die to ourselves so that we may bear abundant fruit.

Jesus’ death is to give us abundant life. Does your life reflect abundance or scarcity? Do you keep things for yourself out of fear of not having enough? Do you find yourself short-tempered when people interrupt you with their needs? Is your to-do list what drives your day rather than serving God? Yet, we hear Jesus say that God will honor those who serve him, and Paul reminds us that God will give you an abundance of what you need for every good work.

When we put God first in our lives, the rest will be ordered correctly. Give God your time in prayer each day, and then see how time shifts to allow you to focus on what is important. 

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Hoy celebramos la fiesta de San Lorenzo, un diácono que fue martirizado en el año 258. Nuestras lecturas son particularmente apropiadas con imágenes de sembrar, cosechar, dar generosamente y morir a sí mismo, todo lo cual hizo San Lorenzo en su vida.

Dios es generoso y nos llama a esa misma generosidad. Cuando leemos: “Dios ama al que da con alegría”, ¿pensamos primero o solo en los bienes materiales o en el dinero? Por supuesto, esto se aplica a compartir nuestros dones con los demás. Propongo que cambiemos ese pensamiento y consideremos cómo se aplica a toda nuestra vida, especialmente a nuestro tiempo y a nosotros mismos. Vivimos en una época en la que parece que siempre hacen falta más horas en el día. Luchamos por encontrar tiempo para estar con otras personas, prestarles atención, estar presentes y escuchar.

San Lorenzo se puso al servicio de los pobres y enfermos de Roma. No tenemos que ir a ningún lado para ponernos al servicio de los demás. Puedes comenzar en tu propia casa, tu vecindario, tu lugar de trabajo y tu parroquia, y considera cómo puedes estar presente para los demás, dándoles su tiempo. Probablemente estés pensando: “¡No tengo tiempo!” Pero sí tienes tiempo. El reto es mirar y ver en qué estamos ocupados, qué es lo que no sabemos sembrar generosamente, y esparcirnos y morirnos a nosotros mismos para que demos frutos abundantes.

La muerte de Jesús es para darnos vida abundante. ¿Tu vida refleja abundancia o escasez? ¿Te guardas las cosas por miedo a no tener suficiente? ¿Te encuentras malhumorado cuando la gente te interrumpe con sus necesidades? ¿Tu lista de quehaceres te impulsa en tu día en lugar de servir a Dios? Sin embargo, escuchamos a Jesús decir que Dios honrará a los que le sirven, y Pablo nos recuerda que Dios te dará en abundancia lo que necesitas para toda buena obra.

Cuando ponemos a Dios en primer lugar en nuestras vidas, el resto se ordenará correctamente. Dele a Dios su tiempo en la oración todos los días, y verás cómo cambia el tiempo para permitirte concentrarte en lo que es verdaderamente importante.

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Deanna G. Bartalini, M.Ed.; M.P.A., is a certified spiritual director, writer, speaker and content creator. The LiveNotLukewarm.com online community is a place to inform, engage and inspire your Catholic faith. Her weekly Not Lukewarm Podcast gives you tips and tools to live out your faith in your daily life.

Feature Image Credit: JosepMonter, pixabay.com/photos/wheat-farming-cereals-harvest-7264131/

Transcendent Intimacy / Intimidad Profunda

God is further beyond us than we can ever imagine. He is infinite, and His power, knowledge, love, and existence are on a level unfathomably different than ours. He has given us everything we have from His own plenitude, all that He Himself possesses effortlessly, in an instant, existing from eternity in perfection. “Forty days you spent in scouting the land; forty years shall you suffer for your crimes: one year for each day. Thus you will realize what it means to oppose me” (Num. 14:34). Against the background of God’s absolute transcendence, the first reading makes more sense. Any offense against God is infinitely more offensive than one against another person; God is infinitely greater than us, and demands respect according to His nature.

Many saints recognize this relationship between God and man, speaking of the horror of committing even a single venial sin. We do not recognize just how terrible sin is, just how heavy a thing it is to go against Goodness, Love, Holiness, Mercy, and Justice Himself. A move toward sin is a move away from all that is good, even away from all that keeps us in existence. It is an embrace of nothingness.

This perspective helps us understand God’s severity in response to sin. The sin of the Israelites might not seem so wicked when we hear it read to us, but we must keep in mind the Lord’s own justice: He does not assign a penalty of forty years of wandering followed by death in the desert arbitrarily, but because He deems it the proper punishment.

At the same time, we must remember that God is infinitely perfect. In a single instant: we can zero in on His perfect justice while forgetting that in some mysterious way, He works so spectacularly within His creation as to take on flesh and dwell within us. Jesus interacts with a Canaanite woman who, technically speaking, He shouldn’t have spoken with, and honors her by praising her faith and healing her daughter. He makes Himself available to her and shows her His power and mercy.

Coming down in the Incarnation and remaining with us in the sacramental priesthood, the Holy Eucharist, and a number of other ways through the sacraments and sacramentals, God makes it clear that His transcendence is not just something at which we must tremble in fear: it is also a cause for great rejoicing. God chooses to make Himself available to us in means specifically suited to our nature and our state in life, and He becomes one with us in a way we could have never imagined, acting in us through grace and allowing us to become adopted children of the Father. He reaches out to us and forgives even our worst offenses, no matter how offensive they are.

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Dios está más allá de nosotros, mucho más de lo que jamás podamos imaginar. Es infinito, y Su poder, conocimiento, amor y existencia están en un nivel insondablemente diferente al nuestro. Nos ha dado todo lo que tenemos de Su propia plenitud, todo lo que Él mismo posee sin esfuerzo, en un instante, existiendo desde la eternidad en perfección. “Así como ustedes emplearon cuarenta días en explorar el país, así cargarán con sus pecados cuarenta años por el desierto, a razón de un año por día. Así sabrán lo que significa desobedecerme.” (Núm 14,34). En el contexto de la trascendencia absoluta de Dios, la primera lectura tiene más sentido. Cualquier ofensa contra Dios es infinitamente más ofensiva que una contra otra persona; Dios es infinitamente más grande que nosotros, y exige respeto de acuerdo a Su naturaleza.

Muchos santos reconocen esta relación entre Dios y el hombre, hablando del horror de cometer un solo pecado venial. No reconocemos cuán terrible es el pecado, cuán pesado es ir contra la Bondad, el Amor, la Santidad, la Misericordia y la Justicia misma. Un movimiento hacia el pecado es un alejamiento de todo lo que es bueno, incluso de todo lo que nos mantiene en la existencia. Es un abrazo a la nada.

Esta perspectiva nos ayuda a comprender la severidad de Dios en respuesta al pecado. El pecado de los israelitas puede no parecer tan malo cuando lo oímos leer, pero debemos tener presente la justicia del mismo Señor: Él no asigna una pena de cuarenta años de vagar seguidos de muerte en el desierto arbitrariamente, sino porque le parece el castigo apropiado.

Al mismo tiempo, debemos recordar que Dios es infinitamente perfecto. En un solo instante: podemos concentrarnos en Su perfecta justicia mientras olvidamos que, de alguna manera misteriosa, obra tan espectacularmente dentro de Su creación como para hacerse carne y habitar entre nosotros. Jesús interactúa con una mujer cananea con la que, técnicamente, no debería haber hablado, y la honra alabando su fe y sanando a su hija. Se pone a su disposición y le muestra su poder y su misericordia.

Al Encarnarse y permanecer con nosotros en el sacerdocio sacramental, en la Sagrada Eucaristía y en muchas otras formas a través de los sacramentos y los sacramentales, Dios deja claro que Su trascendencia no es solo algo por lo que debemos temblar de miedo: es también motivo de gran regocijo. Dios elige ponerse a nuestra disposición en medios específicamente adaptados a nuestra naturaleza y a nuestro estado de vida, y se hace uno con nosotros de una manera que nunca hubiéramos imaginado, actuando en nosotros por gracia y permitiéndonos convertirnos en hijos adoptivos del Padre. Se acerca a nosotros y perdona incluso nuestras peores ofensas, sin importar cuán ofensivas sean.

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David Dashiell is a freelance author and editor in Nashville, Tennessee. He has a master’s degree in theology from Franciscan University, and is the editor of the anthology Ever Ancient, Ever New: Why Younger Generations Are Embracing Traditional Catholicism.

Feature Image Credit: Dimitri Conejo Sanz, cathopic.com/photo/1311-sunset-in-pontevedra

The Storms of Life / Las Tormentas de la Vida

A friend of mine went to  the Sea of Galilee where today’s Gospel takes place. Because of how it is situated, it is subject to sudden violent storms when the wind comes from the east over the mountains and drops over the water. 

“People die on this sea,” my friend told me.

Hearing that made today’s Gospel more real. Having spent much time on lakes since childhood and living near Lake Michigan now, I’ve gained a healthy respect for water. I’m always just a little scared when I’m in it. The ex-fishermen disciples must have had this respect as well. They knew the Sea of Galilee was unpredictable and dangerous. It must have made it all the more amazing to see Jesus walking toward them on the water during a storm. 

It’s just as amazing to us when Jesus comes to us in the storms of our lives. I feel like I shouldn’t be surprised when he’s there next to me, helping me out when I’m mired in a squall. I know he is trustworthy and he has demonstrated his care for me many times. I’ve read in the Bible how he is always with us, yet I’m still surprised, when in the midst of my boat being rocked and pummeled with waves, there he is calling me to him. 

Being his disciple means I can trust that when he invites me out of the boat and into the mess where I’m scared and uncertain, he won’t abandon me. Jesus doesn’t call us and let us fall. He calls us and walks beside us. With him by our side, we truly can do the impossible like Peter did whether it’s forgiving the person who hurt us deeply or keeping our patience or finding the right words to say to someone in doubt. Jesus invites us. 

In the noise and sometimes storms of life, he is there peacefully walking through it all and inviting us to walk through it with him. 

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Un amigo mío fue al Mar de Galilea donde se desarrolla el Evangelio de hoy. Por su ubicación, está sujeta a tormentas repentinas y violentas cuando el viento viene del este sobre las montañas y cae sobre el agua.

“La gente se muere en este mar”, me dijo mi amigo.

Escuchar eso hizo que el Evangelio de hoy fuera más real. Habiendo pasado mucho tiempo en los lagos desde la infancia y viviendo cerca del Lago de Michigan ahora, he ganado un sano respeto por el agua. Siempre tengo un poco de miedo cuando estoy dentro. Los discípulos ex-pescadores también deben haber tenido este respeto. Sabían que el Mar de Galilea era impredecible y peligroso. Debe haber sido aún más sorprendente ver a Jesús caminando hacia ellos sobre el agua durante una tormenta.

Es igual de asombroso para nosotros cuando Jesús viene a nosotros en medio de las tormentas de nuestras vidas. Siento que no debería sorprenderme cuando él está a mi lado, ayudándome cuando estoy sumida en una tormenta. Sé que es digno de confianza y ha demostrado su interés por mí muchas veces. He leído en la Biblia cómo él siempre está con nosotros, pero todavía estoy sorprendido, cuando en medio de mi barca siendo sacudida y azotada por las olas, allí me está llamando a acercarme.

Ser su discípulo significa que puedo confiar en que cuando me invite a salir del bote y al lío donde estoy asustado e inseguro, no me abandonará. Jesús no nos llama y nos deja caer. Él nos llama y camina a nuestro lado. Con él a nuestro lado, realmente podemos hacer lo imposible como lo hizo Pedro, ya que sea perdonar a la persona que nos ha lastimado profundamente, mantener nuestra paciencia o encontrar las palabras correctas para decirle a alguien que tiene dudas. Jesús nos invita.

En el ruido y, a veces, en las tormentas de la vida, él está allí caminando en paz e invitándonos a caminar con él.

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Merridith Frediani loves words and is delighted by good sentences. She also loves Lake Michigan, dahlias, the first sip of hot coffee in the morning, millennials, and playing Sheepshead with her husband and three kids. She writes for Catholic Mom, Diocesan.com, and her local Catholic Herald. Her first book Draw Close to Jesus: A Woman’s Guide to Adoration is available at Our Sunday Visitor and Amazon. You can learn more at merridithfrediani.com.

Feature Image Credit: Timur Garifov, unsplash.com/photos/qF1URf0N-n0

Give Us This Day What We Need For This Day / Danos Hoy lo que Necesitamos Para Hoy

As the Israelites were wandering in the desert without a way to raise their own food (and complaining incessantly about missing the food of Egypt, while they were slaves), God provides miraculous “manna” to eat. They could not provide for themselves or be self-sufficient; they could only depend on God’s Providence.

What they should have learned from this is that God loved them and cared for them; He gave them just what they needed, and only what they needed, as the manna could not be kept overnight (except before the Sabbath – another miracle!). Each day, God gave them what they would need for that day, because He loved them and did not want them to die.  

They were compelled, individually and as a people, to rely on God and each other; God was forming a people who understood how to trust Him and cooperate with one another, and who were now ready for the Promised Land.

This brings us to the crowds in today’s Gospel, who were also learning to trust. They followed Jesus and  were no doubt begging him to heal them and relieve them of their difficulties. Jesus’ heart was moved with pity for them, so he cured the sick and taught them. All day.  

The disciples, like Moses, are exasperated and exhausted and tell Jesus he should send them all away for the night. But Jesus is always teaching, and he teaches both the crowds and the disciples something. “Give them some food yourselves,” he says. Who in their right mind would suggest that five loaves and two fish would be enough to feed over 5,000 people?! It is barely enough for the disciples to survive on. How will they feed all these people? Impossible.

Jesus wants to teach them that they do not need to provide everything themselves; they can rely on him to provide all they need. Love can do all things; Love reaches down into our insufficiency when we open it up to Him and makes it MORE than sufficient. That day, they learn that if they put the little they have in the Lord’s hands, it becomes more than enough. This is what happens with each of us: if we give the little we have, God multiplies it, makes it fruitful, uses it in service of the Kingdom. None of our goodwill efforts are wasted! No matter how little it seems, whatever we give is received and multiplied.

He is also foreshadowing the institution of the Eucharist, as he takes the bread, looks up to heaven, blesses it, breaks it, and gives it to the disciples. In the Eucharist, we are given today all we need and more. We don’t have to be self-sufficient; we need only open our insufficiency to God’s Providence in trust. In the Eucharist, we truly become the Body of Christ. We are not alone anymore. Each day, Jesus gives us what we need for the day, because He loves us and wants us to be fully alive.

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Mientras los israelitas caminaban sin rumbo por el desierto sin una forma de obtener su propia comida (y quejándose sin fin por perder la comida de Egipto, mientras eran esclavos), Dios proporciona un “maná” milagroso para comer. No podían valerse por sí mismos ni ser autosuficientes; sólo podían depender de la Providencia de Dios.

Lo que deberían haber aprendido de esto es que Dios los amaba y cuidaba de ellos; les dio justo lo que necesitaban, y solo lo que necesitaban, ya que el maná no se podía guardar durante la noche (excepto antes del sábado, ¡otro milagro!). Cada día, Dios les dio lo que necesitaban para ese día, porque los amaba y no quería que se murieran.

Fueron obligados, individualmente y como pueblo, a confiar en Dios y en los demás; Dios estaba formando un pueblo que entendiera cómo confiar en Él y cooperar unos con otros, y que ahora estaba listo para la Tierra Prometida.

Esto nos lleva a las multitudes del Evangelio de hoy, que también estaban aprendiendo a confiar. Seguían a Jesús y sin duda le rogaban que los curara y los aliviara de sus dificultades. El corazón de Jesús se conmovió de compasión por ellos, así que curó a los enfermos y les enseñó. Todo el dia.

Los discípulos, como Moisés, están exasperados y exhaustos y le dicen a Jesús que los envíe a todos a pasar la noche. Pero Jesús siempre está enseñando, y enseña algo tanto a la multitud como a los discípulos. “Denles algo de comida ustedes mismos”, dice. ¿Quién en su sano juicio sugeriría que cinco panes y dos peces serían suficientes para alimentar a más de 5000 personas? Apenas es suficiente para que los discípulos sobrevivan. ¿Cómo van a alimentar a toda esta gente? Imposible.

Jesús quiere enseñarles que no necesitan proveerse de todo ellos mismos; pueden confiar en él para que les proporcione todo lo que necesitan. El amor puede hacer todas las cosas; el amor alcanza nuestra insuficiencia cuando nos abrimos a Él y la hace MÁS que suficiente. Ese día aprenden que si ponen en las manos del Señor lo poco que tienen, se vuelve más que suficiente. Esto es lo que sucede con cada uno de nosotros: si damos lo poco que tenemos, Dios lo multiplica, lo hace fecundo, lo pone al servicio del Reino. ¡Ninguno de nuestros esfuerzos de buena voluntad se desperdicia! Por poco que parezca, todo lo que damos es recibido y multiplicado.

También está prefigurando la institución de la Eucaristía, cuando toma el pan, mira al cielo, lo bendice, lo parte y se lo da a los discípulos. En la Eucaristía, hoy se nos da todo lo que necesitamos y más. No tenemos que ser autosuficientes; solo tenemos que abrir nuestra insuficiencia a la Providencia de Dios en confianza. En la Eucaristía, nos convertimos verdaderamente en el Cuerpo de Cristo. Ya no estamos solos. Cada día, Jesús nos da lo que necesitamos para el día, porque nos ama y quiere que vivamos plenamente.

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Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and seven grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

Feature Image Credit: Martha Martínez, cathopic.com/photo/1918-breaking-bread

Awe and Wonder / Impresionado y Asombrado

Ever since I was a little kid I have always enjoyed magic shows. I remember going to some shows with my dad and getting hooked on the idea of something happening right before your eyes that you can’t really see. My obsession turned into a hobby of learning magic tricks and performing shows for area Catholic schools. I always let people know right off the bat that what they are about to see are tricks. I do not claim to have any sort of supernatural power. I think this makes the shows even more powerful because people know they rely on skills that have been acquired over many years of study and practice. But at the end of the day, they are just tricks and each one has a fairly easy explanation. 

I think Peter was quite aware of this phenomenon when speaking in the second reading from today. He makes it quite clear that when the Apostles spoke of Jesus they did not use cleverly devised myths to speak about his power. In other words, the power of Jesus was not just a cheap trick with a simple explanation, but rather, the supernatural power of God working in a very real and tangible way. One of these miracles, which had eyewitnesses, was that of the transfiguration. 

All throughout The Old Testament, the Jewish people are anticipating and searching for the Messiah who was promised in the writings of the prophets. The first reading today from Daniel is one such prophesy where Daniel exclaims that he saw the Son of Man coming like on a cloud from heaven. Fast forward to the Gospel today and we see just that, he is being raised up as if on a cloud with a bright light surrounding him and the voice of the Father saying, “This is my beloved son in whom I am well pleased.” Now this illusion would be difficult even for David Copperfield to perform. The best part about it is that it was not some grand illusion, but a reality of the heavens opening up and showing us that Jesus is truly God become man. 

As amazing as a magic show might be, eventually the curtain falls and the show ends and we leave knowing that we have been tricked in the best possible way. But the Gospel is not a trick. Do we have more awe for the real power God is working in our lives than we have when we see someone perform a sleight of hand? One is real and meant for our salvation, the other is fake and meant to give us a momentary pleasure. So I guess the question we can all ask today is, Where have you seen the power of God working in your lives and has it brought you to your knees in awe and wonder of our Creator?

From all of us here at Diocesan, God bless!

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Desde que era un niño siempre he disfrutado de los espectáculos de magia. Recuerdo ir a algunos espectáculos con mi papá y quedarme enganchado con la idea de que algo sucediera justo delante de tus ojos que realmente no podías ver. Mi obsesión se convirtió en un pasatiempo de aprender trucos de magia y realizar espectáculos para las escuelas católicas del área. Siempre le hago saber a la gente de inmediato que lo que están a punto de ver son trucos. No pretendo tener ningún tipo de poder sobrenatural. Creo que esto hace que los programas sean aún más poderosos porque las personas saben que dependen de las habilidades que se han adquirido durante muchos años de estudio y práctica. Pero al final del día, solo son trucos y cada uno tiene una explicación bastante fácil.

Creo que Pedro era bastante consciente de este fenómeno cuando habló en la segunda lectura de hoy. Deja muy claro que cuando los Apóstoles hablaron de Jesús no usaron mitos ingeniosamente ideados para hablar de su poder. En otras palabras, el poder de Jesús no era solo un truco barato con una explicación simple, sino el poder sobrenatural de Dios obrando de una manera muy real y tangible. Uno de estos milagros, que tuvo testigos presenciales, fue el de la transfiguración.

A lo largo del Antiguo Testamento, el pueblo judío anticipa y busca al Mesías prometido en los escritos de los profetas. La primera lectura de hoy de Daniel es una de esas profecías donde Daniel exclama que vio al Hijo del Hombre venir como una nube del cielo. Avance rápido al Evangelio de hoy y vemos exactamente eso, está siendo elevado como en una nube con una luz brillante que lo rodea y la voz del Padre que dice: “Este es mi hijo amado en quien tengo complacencia”. Ahora bien, esta ilusión sería difícil de realizar incluso para un mágico como David Copperfield. La mejor parte de esto es que no fue una gran ilusión, sino una realidad de los cielos abriéndose y mostrándonos que Jesús es verdaderamente Dios hecho hombre.

Por asombroso que pueda ser un espectáculo de magia, eventualmente cae el telón y el espectáculo termina y nos vamos sabiendo que hemos sido engañados de la mejor manera posible. Pero el Evangelio no es un truco. ¿Tenemos más asombro por el poder real que Dios está obrando en nuestras vidas que cuando vemos a alguien realizar un juego de manos? Uno es real y destinado a nuestra salvación, el otro es falso y destinado a darnos un placer momentáneo. Entonces, supongo que la pregunta que todos podemos hacer hoy es: ¿Dónde han visto el poder de Dios obrando en sus vidas y los ha puesto de rodillas con asombro de nuestro Creador?

De parte de todos nosotros aquí en Diocesan, ¡Dios los bendiga!

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Tommy Shultz is a Business Development Representative for Diocesan. In this role he is committed to bringing the best software to dioceses and parishes while helping them evangelize on the digital continent. Tommy has worked in various diocese and parish roles since his graduation from Franciscan University with a Theology degree. He hopes to use his skills in evangelization, marketing, and communications, to serve the Church and bring the Good News to all. His favorite quote comes from St. John Paul II, who said, “A person is an entity of a sort to which the only proper and adequate way to relate is love.”

Feature Image Credit: Edson Junior,  unsplash.com/photos/YlgnX_ISPLo

Peer Pressure / Presión de Grupo

** This reflection was reposted from Diocesan Archives. **

In today’s Gospel, we hear about one of the first documented and most intense cases of peer pressure. Because of a fear of the crowd, Herod murders John the Baptist. Now it may seem like this is an extreme example and we might think, nobody would ever do that in our time, or how could it have gone that far?

But let’s take a moment and bring this story into our particular experiences. Sometimes it can help when we read the bible to put ourselves into the situation. Usually, this works best if we put ourselves as one of the people Jesus is loving or teaching, or it’s at least easier that way. But I am going to challenge us to put ourselves in the point of view of Herod.

When was the last time we let our beliefs crumble because of a certain fear or embarrassment? Think about this last time and ask the question, is that something you ever would have done years ago? What I have noticed in my own life is if I start to slowly give in to peer pressure or remain silent when I should speak up, it starts slow and eventually I lose sight of who I was years ago and the things I promised I would never budge on.

Maybe we wouldn’t murder someone out of fear, but what have we done recently because it was just easier to give in than to stand up for the truth? This is an important and difficult question. As we ask it, let’s keep Jesus close. He will help us remember what the truth is and how we can continue to live from it to the best of our ability with his grace and mercy. 

From all of us here at Diocesan, God Bless!

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En el Evangelio de hoy, escuchamos acerca de uno de los primeros casos documentados y más intensos de presión de grupo. Por temor a la multitud, Herodes asesinó a Juan el Bautista. Ahora puede parecer que este es un ejemplo extremo y podríamos pensar, nadie haría eso en nuestro tiempo, o ¿cómo podría haber llegado tan lejos?

Pero tomemos un momento y traigamos esta historia a nuestras experiencias particulares. A veces puede ayudar cuando leemos la Biblia para ponernos en la situación. Por lo general, esto funciona mejor si nos ponemos como una de las personas a las que Jesús ama o enseña, o al menos es más fácil de esa manera. Pero voy a desafiarnos a ponernos en el punto de vista de Herodes.

¿Cuándo fue la última vez que dejamos que nuestras creencias se derrumbaran por cierto miedo o vergüenza? Piensa en la última vez y hazte la pregunta, ¿es algo que hubieras hecho hace años? Lo que he notado en mi propia vida es que si empiezo a ceder lentamente a la presión de mis compañeros o a permanecer en silencio cuando debería hablar, comienzo lento y finalmente pierdo de vista quién era hace años y las cosas que prometí que nunca haría. 

Tal vez no mataríamos a alguien por miedo, pero ¿qué hemos hecho recientemente porque era más fácil ceder que defender la verdad? Esta es una pregunta importante y difícil. Mientras lo pedimos, mantengamos a Jesús de cerca. Nos ayudará a recordar cuál es la verdad y cómo podemos continuar viviendo de ella lo mejor que podamos con su gracia y misericordia.

De parte de todos nosotros aquí en Diocesan, ¡Dios los bendiga!

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Tommy Shultz is a Business Development Representative for Diocesan. In this role he is committed to bringing the best software to dioceses and parishes while helping them evangelize on the digital continent. Tommy has worked in various diocese and parish roles since his graduation from Franciscan University with a Theology degree. He hopes to use his skills in evangelization, marketing, and communications, to serve the Church and bring the Good News to all. His favorite quote comes from St. John Paul II, who said, “A person is an entity of a sort to which the only proper and adequate way to relate is love.”

Feature Image Credit: Jake Pierrelee, unsplash.com/photos/FpzLrVicAKg