Living a Fiction / Viviendo el la Ficción

I love a good historical fiction story as much as anyone. It is fun to romanticize the past, to think about what life would have been like way back when (usually without much regard for the extreme poverty, lack of sanitation, rampant disease and other regular horrors the majority of people faced). Who wouldn’t have wanted to be a princess, or a knight, or a heroic figure of old? While the times of long dresses, swords, court intrigue, and paupers rising above their “station” have long since vanished, the tendency to idealize the past is just as alive and well in our day as it was in Jesus’ time.

In today’s Gospel, Jesus accuses the Pharisees of just this – fantasizing about the prophets of old and placing themselves into the narrative as righteous believers who never would have gone against the prophets’ teachings like the rest of the nation. In their efforts to grasp at holiness, the Pharisees went so far as to denounce their ancestors’ behavior by contrasting it with their fictitious claims that had they been there, they would have acted with moral superiority.  

It is very easy to talk about what we would do when considering an event long since past. It is quite another to be presented with that same event and actually need to act within it. Jesus is calling the Pharisees to task on this. Here He is, the Messiah, the one all the prophets pointed to, and there were the Pharisees, on the other side of the fence. They talked big talk, but never found the courage, faith, or trust to walk the walk.

We need to take care with this Gospel message, lest the accusations Jesus makes toward the Pharisees turn toward us. We are all human and we all make mistakes. It is another thing entirely, however, to speak ill of those who lived in the past. It is not fair to the people who have gone before us, who cannot defend their choices. It is also fiction, we tell ourselves in order to puff up our own pride, to make ourselves feel better than others. But at the end of the day, all that will remain is an empty shell of a story that was never ours to begin with.

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Me encanta una buena historia de ficción histórica tanto como a cualquiera. Es divertido idealizar el pasado, pensar en cómo habría sido la vida hace mucho tiempo (generalmente sin tomar en cuenta la pobreza extrema, la falta de saneamiento, las enfermedades desenfrenadas y otros horrores habituales que enfrentaba la mayoría de las personas). ¿Quién no hubiera querido ser una princesa, un caballero o una figura heroica de antaño? Si bien los tiempos de los vestidos largos, las espadas, las intrigas de la corte y los pobres que se elevaban por encima de su “estación” se desvanecieron hace mucho tiempo, la tendencia a idealizar el pasado está tan viva en nuestros días como lo estaba en el tiempo de Jesús.

En el Evangelio de hoy, Jesús acusa a los fariseos precisamente de esto: fantasear con los profetas de antaño y colocarse en la narración como creyentes justos que nunca habrían ido en contra de las enseñanzas de los profetas como el resto de la nación. En sus esfuerzos por captar la santidad, los fariseos llegaron a denunciar el comportamiento de sus antepasados al contrastarlo con sus afirmaciones ficticias de que, de haber estado allí, habrían actuado con superioridad moral.

Es muy fácil hablar de lo que haríamos cuando consideramos un evento que ha pasado hace mucho tiempo. Otra muy distinta es que se te presente el mismo evento y realmente necesites actuar dentro de él. Jesús está llamando a los fariseos a la esta tarea. Aquí está Él, el Mesías, al que señalaban todos los profetas, y allí estaban los fariseos, al otro lado de la valla. Hablaron mucho, pero nunca encontraron el coraje, la fe o la confianza para caminar por el camino.

Debemos tener cuidado con este mensaje evangélico, no sea que las acusaciones que Jesús hace a los fariseos se vuelvan contra nosotros. Todos somos humanos y todos cometemos errores. Sin embargo, otra cosa es hablar mal de los que vivieron en el pasado. No es justo para las personas que nos han precedido, que no pueden defender sus elecciones. También es ficción, nos decimos para inflar nuestro propio orgullo, para sentirnos mejores que los demás. Pero al final del día, todo lo que quedará es una cáscara vacía de una historia que, para empezar, nunca fue nuestra.

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Kate Taliaferro is an Air Force wife and mother. She is blessed to be able to homeschool, bake bread and fold endless piles of laundry. When not planning a school day, writing a blog post or cooking pasta, Kate can be found curled up with a book or working with some kind of fiber craft. Kate blogs at DailyGraces.net.

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A Life Ruled by Fear / Una Vida Gobernada por el Miedo

I first encountered the story of the Passion of St. John the Baptist in the Bible I received from my godparents when I made my First Holy Communion.  I sometimes think I am remembering wrong because the horrifying picture of his head on a platter seems like an image the editors might have chosen to omit from a children’s Bible! But predictably I was fascinated by that picture.

But today I want you to imagine that you are Herod. Because I think we are all a little bit like Herod in this story. Place yourself in the Scripture reading and immerse yourself in the scene. 

Herod did not want to kill John.  “He liked to listen to him,” and believed that he was a “righteous and holy man.” But Herod made a foolish error. Why? Because he was showing off for his niece and his guests. He was making a display of his generosity and power, and Herodias trapped him neatly. Now, Herod could have refused to execute John. He could have made some excuse. Instead, even though he “was deeply distressed” he did as she asked “because of his oaths and the guests.” Herod succumbed to peer pressure. He did not want to look bad in front of others. He did not want them to think him weak, but in reality he demonstrated weakness by a response rooted in fear rather than strength.When we act out of embarrassment or fear we make bad choices.  We go along to get along, but what are we really showing others about ourselves? 

Years ago I read a novel set in the 1960’s in which a white family adopted a Black child. Their community reacted with racism. Their daughter berated them for not thinking how this would affect their other children. The father was a minister and his parishioners complained. In the end, the parents returned the child. Imagine their surprise when their daughter was disappointed in them and the congregation asked them to leave. Although they had questioned the adoption, they had respected the minister as a man of principle and conviction whose capitulation revealed to them his weakness. 

Because it is so common to live a life ruled by fear of the opinions of others, I can relate to Herod in this scene even though I cannot imagine myself decapitating someone!  Herod did not have these words from Thessalonians for guidance, but we would do well to take them to heart: “That is how we speak, not as trying to please men, but rather God, who judges our hearts . . . nor did we seek praise from men, either from you or from others . . .” And we should remember the brave example of St. John the Baptist, who spoke truth to the powers that be even though he must have known it could cost him his life.

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Encontré la historia de la Pasión de San Juan Bautista por primera vez en la Biblia que recibí de mis padrinos cuando hice mi Primera Comunión. ¡A veces pienso que estoy recordando mal porque la horrible imagen de su cabeza en un plato parece una imagen que los editores podrían haber elegido omitir de una Biblia para niños! Pero obviamente, por eso estaba fascinado por la imagen.

Pero hoy quiero que te imagines que eres Herodes. Porque creo que todos somos un poco como Herodes en esta historia. Colócate en la lectura de las Escrituras y sumérjete en la escena.

Herodes no quería matar a Juan. “Le gustaba escucharlo”, y creía que era un “hombre justo y santo”. Pero Herodes cometió un error tonto. ¿Por qué? Porque estaba presumiendo para su sobrina y sus invitados. Estaba haciendo una demostración de su generosidad y poder, y Herodías lo atrapó fácilmente. Ahora, Herodes podría haberse negado a ejecutar a Juan. Podría haber puesto alguna excusa. En cambio, aunque “estaba profundamente angustiado”, hizo lo que ella le pidió “debido a sus juramentos y a los invitados”. Herodes cayó bajo la presión de sus compañeros. No quería quedar mal frente a los demás. No quería que pensaran que era débil, pero en realidad su respuesta demostró debilidad en lugar de fuerza. Cuando actuamos por vergüenza o miedo, tomamos malas decisiones. Nos llevamos bien para llevarnos bien, pero ¿qué estamos mostrando realmente a los demás sobre nosotros mismos?

Hace años leí una novela ambientada en la década de 1960 en la que una familia blanca adoptaba a un niño negro. Su comunidad reaccionó con racismo. Su hija los reprendió por no pensar cómo afectaría a sus otros hijos. El padre era ministro y sus feligreses se quejaron. Al final, los padres devolvieron al niño. Imagínense su sorpresa cuando su hija se decepcionó de ellos y la congregación les pidió que se fueran. Aunque habían cuestionado la adopción, habían respetado al ministro como un hombre de principios y convicciones cuya capitulación les reveló su debilidad.

Debido a que es tan común vivir una vida regida por el miedo a las opiniones de los demás, puedo relacionarme con Herodes en esta escena, ¡aunque no puedo imaginarme decapitando a alguien! Herodes no tuvo estas palabras de Tesalonicenses como guía, pero haríamos bien en tomarlas en serio: “Así es como hablamos, no tratando de agradar a los hombres, sino a Dios, quien juzga nuestros corazones. . . ni buscamos la alabanza de los hombres, ni de ti ni de los demás. . .” Y debemos recordar el valiente ejemplo de San Juan Bautista, quien dijo la verdad a los poderosos a pesar de que seguramente supo que podría costarle la vida.

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Leslie Sholly is a Catholic, Southern wife and mother of five, living in her hometown, Knoxville, Tennessee. She graduated from Georgetown University with an English major and Theology minor. She blogs at Life in Every Limb, where for 11 years she has covered all kinds of topics, more recently focusing on the intersection of faith, politics, and social justice.

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Chosen / Elegidos

Have you ever really reflected on the kind of people the Lord chose to do his work? He started with guys that knew how to gut fish if they were lucky enough to catch any. He chose Andrew first, who was in the fish drying business. He was not known for his great preaching but was a great organizer and did a lot to keep his brothers on track. 

Peter, Andrew’s brother, had almost the opposite personality. He climbed out of the fishing boat to join Jesus! James and John were the sons of Zebedee and called the sons of Thunder. They both had strong personalities and we’re able to get along quite well. Phillip was the next and was called the “curious”. He was put in charge of administering the day-to-day operations. 

Next was Nathaniel. He was highly educated and had wished to become a merchant. After Jesus called him forth he was given the task of making sure the families of the disciples were taken care of. Because of this, the disciples were free to do their work knowing that Nathaniel would take care of their families. Then Matthew, the tax collector, entered the group. He was appointed to find benefactors to keep the group going. This included whatever it took to take care of their daily needs. We have all heard of Thomas, known as doubting Thomas. But his character of doubting or asking questions and their subsequent discussions were a great help to Jesus. He seemed to be the one who at the end of a group discussion would say, “let’s go”!

James and Joseph Alpheus were fishing brothers and had multiple jobs including being gophers. They tended to be Nathaniel’s helpers for and anything else that was needed for the group. Simon the Zealot was next. If anyone needed help in an argument he was the man they called. He was in charge of “diversions and relaxations” for the group. He was a merchant when Jesus called him forth. And finally, Judas Iscariot was the man who betrayed Jesus. He was probably the most highly educated of all the men. He was a great businessman but failed in honesty. We all know the rest of that sad story.

Today we celebrate the Feast of St. Augustine. Although he did not live in Jesus’ time, he was another great disciple called by God. Another man with a sinful past who was chosen to do great things for God. But essentially, we are ALL called to be his disciples. Let us take to heart the words of today’s first reading: 

“We give thanks to God always for all of you, remembering you in our prayers, unceasingly calling to mind your work of faith and labor of love and endurance in hope of our Lord Jesus Christ, before our God and Father, knowing, brothers and sisters loved by God, how you were chosen.” 

Let us choose our Lord above all else, just as He has chosen us to spread His word.  

Serving with joy!

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¿Alguna vez te has puesto a reflexionar sobre el tipo de personas que el Señor escogió para hacer sus obras? Comenzó con tipos que sabían cómo destripar peces si tenían la suerte de atrapar alguno. Eligió primero a Andrés, que estaba en el negocio de secado de pescado. No era conocido por su gran predicación, pero era un gran organizador e hizo mucho para encaminar a sus hermanos.

Pedro, el hermano de Andrés, tenía una personalidad casi opuesta. ¡Salió del barco de pesca para unirse a Jesús! Santiago y Juan eran los hijos de Zebedeo y llamados los hijos del Trueno. Ambos tenían personalidades fuertes y podemos llevarnos bastante bien. Felipe fue el siguiente y fue llamado el “curioso”. Fue puesto a cargo de administrar las operaciones del día a día.

El siguiente fue Nathaniel. Tenía una gran educación y deseaba convertirse en comerciante. Después de que Jesús lo llamó, se le dio la tarea de asegurarse de que las familias de los discípulos fueran atendidas. Debido a esto, los discípulos tenían libertad para hacer su trabajo sabiendo que Nathaniel cuidaría de sus familias. Luego Mateo, el recaudador de impuestos, entró en el grupo. Fue designado para encontrar benefactores para mantener el grupo en marcha. Esto incluía lo que fuera necesario para atender sus necesidades diarias. Todos hemos oído hablar de Tomás, conocido como el dudoso Tomás. Pero su carácter de dudar o hacer preguntas y sus discusiones posteriores fueron de gran ayuda para Jesús. Parecía ser el que al final de una discusión en grupo decía: “¡vamos!”.

Santiago y José Alfeo eran hermanos pescadores y tenían múltiples trabajos, incluido el de tuzas. Solían ser los ayudantes de Nataniel y cualquier otra cosa que fuera necesaria para el grupo. Simón el Zelote fue el siguiente. Si alguien necesitaba ayuda en una discusión, él era el hombre al que llamaban. Estaba a cargo de las “diversiones y relajaciones” del grupo. Era comerciante cuando Jesús lo llamó. Y finalmente, Judas Iscariote fue el hombre que traicionó a Jesús. Probablemente era el más educado de todos los hombres. Fue un gran hombre de negocios pero fracasó en la honestidad. Todos conocemos el resto de esa triste historia.

Hoy celebramos la Fiesta de San Agustín. Aunque no vivió en la época de Jesús, fue otro gran discípulo llamado por Dios. Otro hombre con un pasado pecaminoso que fue elegido para hacer grandes cosas por Dios. Pero esencialmente, TODOS estamos llamados a ser sus discípulos. Tomemos en serio las palabras de la primera lectura de hoy:

“En todo momento damos gracias a Dios por ustedes y los tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar las obras que manifiestan la fe de ustedes, los trabajos fatigosos que ha emprendido su amor y la perseverancia que les da su esperanza en Jesucristo, nuestro Señor. Nunca perdemos de vista, hermanos muy amados de Dios, que él es quien los ha elegido.”

Elijamos a nuestro Señor por encima de todo, así como Él nos ha elegido a nosotros para difundir su palabra.

¡Sirviendo con alegría!

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Deacon Dan Schneider is a retired general manager of industrial distributors. He and his wife Vicki have been married for over 50 years. They are the parents of eight children and thirty grandchildren. He has a degree in Family Life Education from Spring Arbor University. He was ordained a Permanent Deacon in 2002.  He has a passion for working with engaged and married couples and his main ministry has been preparing couples for marriage.

Featured Image Credit: Gift Habeshaw, unsplash.com/photos/BLhLOHHDITI

Give Thanks to the Lord With All Your Heart / Den Gracias al Señor de Todo Corazón

It’s hard to believe, but summer is winding down already. It seems like just yesterday that the snow was finally behind us and my kids were actually ASKING to go outside, instead of us telling them to. It was as if the higher temperatures and sunshine beckoned us out to take part in it, to receive the warmth of God’s love in the beauty of nature. 

But by now we may be on the opposite end of the spectrum. Tired of being hot and sweaty. Tired of the lack of a more structured schedule. Tired of trying to entertain our kids in order to avoid that oh-so-frequent complaint of “I’m booored!” Tired of paying the elevated electric bill. Tired of being tired. 

Or maybe we are feeling a sense of sadness for all the opposite reasons. Maybe we don’t want the summer to end. Maybe we love the heat. Maybe we have a pool or live on a lake and are able to enjoy the short summer months to the fullest. Maybe we feel more fully alive from all the extra Vitamin D. 

Yet, whether we are feeling relieved or a little depressed, we are able to understand that this, like many things in life, is a season. A season that is only for a time, one that will transform and change into another season, much like the leaves change on the trees. And each of these seasons offer us an opportunity to lean into all the graces they offer. They offer us the opportunity for personal growth and growth in our personal relationship with God. 

Lately, I have been trying to teach my kids to be grateful. Not to ask me for more and more, or to complain about what they want, but to simply be grateful for all that they have. I would encourage you to do the same during this time of changing seasons. Let us exclaim with the Psalmist: “I will give thanks to you, O LORD, with all my heart, for you have heard the words of my mouth; in the presence of the angels I will sing your praise; I will worship at your holy temple. I will give thanks to your name, because of your kindness and your truth: When I called, you answered me; you built up strength within me.”

And once our mindset has transformed into an attitude of gratitude, we can spontaneously proclaim like St. Paul in our second reading: “Oh, the depth of the riches and wisdom and knowledge of God!”

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Es difícil de creer, pero el verano ya está llegando a su fin. Parece que fue ayer cuando finalmente dejamos atrás la nieve y mis hijos PEDÍAN salir a jugar afuera en lugar de que nosotros les dijéramos que lo hicieran. Fue como si las altas temperaturas y la luz del sol nos invitaran a participar, a recibir el calor del amor de Dios en la belleza de la naturaleza.

Pero ahora podemos estar en el extremo opuesto del espectro. Cansados de estar caliente y sudoroso. Cansados de la falta de un horario más estructurado. Cansados de tratar de entretener a nuestros hijos para evitar esa queja tan frecuente de “¡Estoy aburriiiido!” Cansados de pagar la factura eléctrica elevada. Cansados de estar cansados.

O tal vez estamos sintiendo una sensación de tristeza por todas las razones opuestas. Tal vez no queremos que termine el verano. Tal vez nos encanta el calor. Tal vez tengamos una piscina o vivamos al borde de un lago y podamos disfrutar al máximo de los cortos meses de verano. Tal vez nos sentimos más vivos con toda la vitamina D adicional.

Sin embargo, ya sea que nos sintamos aliviados o un poco deprimidos, podemos entender que esto, como muchas cosas en la vida, es una temporada. Una estación que es solo por un tiempo, una que se transformará y cambiará en otra estación, al igual que las hojas cambian en los árboles. Y cada una de estas estaciones nos ofrece la oportunidad de apoyarnos en todas las gracias que ofrecen. Nos ofrecen la oportunidad de crecimiento personal y crecimiento en nuestra relación personal con Dios.

Últimamente, he estado tratando de enseñar a mis hijos a ser más agradecidos. Para dejar de pedirme más y más, y dejar de quejarse de lo que quieren, y simplemente ser agradecidos de todo lo que sí tienen. Les animo a que hagan lo mismo durante este tiempo de cambio de estaciones. Exclamemos con el salmista: “De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste nuestros ruegos. Te cantaremos delante de tus ángeles, te adoraremos en tu templo. Señor, te demos gracias por tu lealtad y por tu amor; siempre que te invocamos, nos oíste y nos llenaste de valor.”

Y una vez que nuestra mentalidad se haya transformado en una actitud de gratitud, podemos proclamar espontáneamente como San Pablo en nuestra segunda lectura: “¡Qué inmensa y rica es la sabiduría y la ciencia de Dios!”

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Feature Image Credit: Guillaume de Germain, unsplash.com/photos/rEVQCk1dqrA


Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works full time, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

The Immeasurable Privilege of Being Jesus’ Disciple / El Inconmensurable Privilegio de Ser Discípulo de Jesús

In today’s Gospel, Jesus sets up two different models of religious observance, that of the Pharisees and that of the disciple of Christ.

The Pharisees were an ancient Jewish group of laymen and scribes concerned with the purity of the Jewish people and a clear Jewish identity in everyday life. They were interpreters of the Law, teachers, masters and mentors of the spiritual life. They had something to say, to teach, to enforce. Those who followed the Pharisees were required to carry out the commands of the law according to the Pharisees’ interpretation. 

Jesus’ group of disciples, on the other hand, were invited by him to receive the revelation of the Father’s love and will. They were to esteem themselves blessed when their lives bore the wounds of Christ: rejection, the cross, poverty, persecution, martyrdom. They were invited to love each other and to give their lives for one another, and even to give their lives for their enemies, as Christ did for us. 

In today’s Gospel, Jesus draws clear distinctions between the Pharisees and those who would be his disciples:

  1. The Pharisees were a privileged group in Israel and are depicted here acting in isolation as teachers, seeking honors and deference from others, visibility and prominence. Jesus addresses his disciples as members of a community. “There is only one master, the Christ.” They were all brothers and sisters.
  2. The Pharisees tried to attract disciples by stressing how they had attained a greater purity than the rest of the Israelites. Jesus attracted followers by being with those who were considered impure and not worthy: sinners, tax collectors, women. 
  3. As the Pharisees sought honors the disciples of Jesus were to seek to be servants, last, humble.
  4. The interpretation of the Torah imposed on others by the Pharisees was hard to carry. Jesus calls it a “heavy burden” laid on people’s shoulders. The followers of Jesus are yoked with Jesus and take up his teaching which is an easy load to bear. 
  5. As a Pharisee one could attain status and honor. To be called Jesus’ disciple is an immeasurable privilege one could never merit.

Jesus told his disciples to observe what the Pharisees told them to do but not to follow their example. Jesus, as a true Master, taught his own followers both by word and example. The Son of God himself was a servant before he asked his disciples to serve one another. 

Friends, brothers and sisters, fellow disciples, there is only one Master, the Christ. Let us follow him, learn from him, take up his teaching which is an easy load to bear, and find rest in him.

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En el Evangelio de hoy, Jesús establece dos modelos diferentes de observancia religiosa, la de los fariseos y la del discípulo de Cristo.

Los fariseos eran un antiguo grupo judío de laicos y escribas preocupados por la pureza del pueblo judío y una clara identidad judía en la vida cotidiana. Eran intérpretes de la Ley, profesores, maestros y mentores de la vida espiritual. Tenían algo que decir, enseñar, y hacer cumplir. A los que seguían a los fariseos se les exigía que cumplieran los mandamientos de la ley según la interpretación de los fariseos.

El grupo de discípulos de Jesús, en cambio, fue invitado por él a recibir la revelación del amor y la voluntad del Padre. Debían considerarse bienaventurados cuando su vida llevaba las heridas de Cristo: el rechazo, la cruz, la pobreza, la persecución, el martirio. Fueron invitados a amarse unos a otros y a dar la vida por los demás, incluso por sus enemigos, como Cristo lo hizo por nosotros.

En el Evangelio de hoy, Jesús establece distinciones claras entre los fariseos y los que serían sus discípulos:

  • Los fariseos eran un grupo privilegiado en Israel y aquí se les representa actuando de forma aislada como maestros, buscando honores y deferencia de los demás, visibilidad y prominencia. Jesús se dirige a sus discípulos como miembros de una comunidad. “Solo hay un maestro, el Cristo”. Todos eran hermanos y hermanas.
  • Los fariseos intentaron atraer discípulos destacando cómo habían alcanzado una mayor pureza que el resto de los israelitas. Jesús atrajo seguidores estando con aquellos que eran considerados impuros e indignos: pecadores, recaudadores de impuestos, mujeres.
  • Así como los fariseos buscaban honores, los discípulos de Jesús debían buscar ser servidores, últimos, humildes.
  • La interpretación de la Torá impuesta a otros por los fariseos era difícil de llevar. Jesús lo llama una “carga pesada” puesta sobre los hombros de las personas. Los seguidores de Jesús están en yugo con Jesús y asumen su enseñanza, que es una carga fácil de llevar.
  • Como fariseo uno podía alcanzar estatus y honor. Ser llamado discípulo de Jesús es un privilegio inconmensurable que uno nunca podría merecer.

Jesús les dijo a sus discípulos que observaran lo que los fariseos les decían que hicieran pero que no siguieran su ejemplo. Jesús, como verdadero Maestro, enseñó a sus propios seguidores tanto con la palabra como con el ejemplo. El mismo Hijo de Dios era un siervo antes de pedir a sus discípulos que se sirvieran unos a otros.

Amigos, hermanos y hermanas, condiscípulos, hay un solo Maestro, el Cristo. Sigámoslo, aprendamos de él, asumamos su enseñanza, que es una carga fácil de llevar, y hallemos descanso en él.

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Sr. Kathryn J. Hermes

Sr. Kathryn James Hermes, FSP, is an author and offers online evangelization as well as spiritual formation for people on their journey of spiritual transformation and inner healing. Website: www.touchingthesunrise.com My Books: https://touchingthesunrise.com/books/
Public Facebook Group: https://www.facebook.com/groups/srkathrynhermes/ HeartWork Spiritual Formation Group: https://touchingthesunrise.com/heartwork/

Feature Image Credit: Christian R. Rodríguez, cathopic.com/photo/2894-la-ultima-cena-jesus-y-sus-apostoles

The Two Great Commandments / Los Dos Mandamientos Más Importantes

In today’s Gospel, Jesus is questioned by the Pharisees about the greatest commandment. Jesus responds with not one but two great commandments.  As Catholic Christians we are called to follow both of these commandments with our entire being. Loving God with all our heart, mind and soul, is first. Loving our neighbor as ourselves means treating others with kindness and compassion, just as we would want to be treated. We are all made in the image and likeness of God and therefore deserve to be treated with respect and dignity. We are called to love all people, regardless of their background or beliefs.

Pope Francis in his 2023 Holy Thursday homily spoke about imitating Jesus’ spirit in our daily lives helping each other, not following worldly ways of cheating or taking advantage of one another. He emphasized that simple gestures with ‘nobility of heart’ are necessary for each of us so that the injustices of our world can be overcome.

Our world needs to love our neighbor, going beyond just treating them with basic decency. It means going out of our way to help others, to be there for them when they need us, and to love them as we love ourselves. This love should extend not just to our family and friends, but to everyone we encounter, even those we find challenged to love. By doing so, we can create a world that is more just, more loving, and more faithful to the teachings of Jesus Christ.

We must constantly strive to love others as He loves us, putting their needs before our own and seeking to build up the Kingdom of God on earth. May we always remember these important commandments and strive to live them out in our daily lives.

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En el evangelio de hoy, Jesús es interrogado por los fariseos sobre el mandamiento más importante. Jesús responde no con uno sino con dos grandes mandamientos. Como cristianos católicos estamos llamados a seguir estos dos mandamientos con todo nuestro ser. Amar a Dios con todo nuestro corazón, mente y alma, es lo primero. Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos significa tratar a los demás con bondad y compasión, tal como nos gustaría ser tratados. Todos estamos hechos a imagen y semejanza de Dios y por lo tanto merecemos ser tratados con respeto y dignidad. Estamos llamados a amar a todas las personas, independientemente de su origen o creencias.

El Papa Francisco en su homilía del Jueves Santo este año habló sobre imitar el espíritu de Jesús en nuestra vida diaria ayudándonos unos a otros, no siguiendo formas mundanas de engañarnos o aprovecharnos unos de otros. Hizo hincapié en que los gestos simples con ‘nobleza de corazón’ son necesarios para cada uno de nosotros para que las injusticias de nuestro mundo puedan ser superadas.

Nuestro mundo necesita amar al prójimo, yendo más allá de tratarlo con la decencia básica. Significa hacer un esfuerzo grande para ayudar a los demás, estar presentes cuando nos necesitan y amarlos como nos amamos a nosotros mismos. Este amor debe extenderse no solo a nuestra familia y amigos, sino a todas las personas que encontremos, incluso las que es difícil amar. Al hacerlo, podemos crear un mundo que sea más justo, más amoroso y más fiel a las enseñanzas de Jesucristo.

Debemos esforzarnos constantemente por amar a los demás como Él nos ama, anteponiendo sus necesidades a las nuestras y buscando construir el Reino de Dios en la tierra. Que siempre recordemos estos importantes mandamientos y nos esforcemos por vivirlos en la vida diaria.

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Beth Price is part of the customer care team at Diocesan. She is a Secular Franciscan (OFS) and a practicing spiritual director. Beth shares smiles, prayers, laughter, a listening ear and her heart with all of creation. Reach her here bprice@diocesan.com.

Feature Image Credit: Gerardo Javier Juarez Martinez, cathopic.com/photo/8585-sagrado-corazon

Come and See / Ven y Verás

Bartholomew, known as Nathanael in our Gospel, is the apostle we celebrate today. He became a great witness to Christ, eventually suffering martyrdom for Him. As we honor Bartholomew, it’s helpful to look at how he came to Christ: through the apostle Philip. “Philip found Nathanael and told him, ‘We have found the one about whom Moses wrote in the law, and also the prophets, Jesus son of Joseph, from Nazareth.’ But Nathanael said to him, ‘Can anything good come from Nazareth?’ Philip said to him, ‘Come and see’” (John 1:45–46).

Philip is a great example of the evangelical fervor to which we are called. Philip, being a faithful disciple, is already spreading the good news to those he knows. He is direct and unashamed, saying that he has found the Messiah, the one they have all been hoping for. Even when he meets with Bartholomew’s skepticism, he is not deterred. “Come and see.” In evangelizing in this way, Philip shows great courage, serving as a model for us. We may encounter people who are skeptical about the message of Christ and even the existence of Christ, but that should not deter us. The good news of God’s taking flesh and saving the universe should be important enough that we do not fear the reactions of those who will not take it well.

Philip invites Bartholomew to see Jesus at work, rather than relying on argumentation to prove that He comes for a good purpose. This is not so much to downplay a good argument as it is to focus on Christ as the goal of his evangelization. Philip knows that Jesus fulfills the prophecies, and presumably could go into more detail about that if needed. But he also knows that the best thing to do in evangelization is to get the other in communication with Christ. Philip happens to have direct access to Jesus. It may seem like he has the advantage over us, but that would be forgetting the riches of the presence of Christ in the sacrifice of the Mass and in the Holy Eucharist. In the same way as the apostle does, we can lead others to Jesus by inviting them to see the wonders of the Lord.

Ultimately, it is the encounter with Christ that converts Bartholomew and makes him an apostle, not simply Philip’s witness. Philip is the one who brings Bartholomew to Jesus, but Jesus is the one who makes him a committed disciple. Here we see the wisdom in Philip’s approach coupled with the power of Christ to draw men to Himself. Philip leads Bartholomew to Jesus, and then steps back and lets Jesus show Bartholomew His goodness. In our experience, this may be drawn out over a period of time, but if we remain persistent, charitable, and hopeful in evangelization and prayer, God will come through and make disciples of those who are open and willing.

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Bartolomé, conocido como Natanael en nuestro Evangelio, es el apóstol que celebramos hoy. Se convirtió en un gran testigo de Cristo, y eventualmente sufrió el martirio. Mientras honramos a Bartolomé, es útil ver cómo llegó a Cristo: a través del apóstol Felipe. “En aquel tiempo, Felipe se encontró con Natanael y le dijo: ‘Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José’. Natanael replicó: ‘¿Acaso puede salir de Nazaret algo bueno?’ Felipe le contestó: ‘Ven y lo verás’”. (Juan 1,45–46).

Felipe es un gran ejemplo del fervor evangélico al que estamos llamados. Felipe, siendo un discípulo fiel, ya está predicando la buena nueva a los que conoce. Habla directamente y sin vergüenza, diciendo que ha encontrado al Mesías, el que todos han estado esperando. Incluso cuando se encuentra con el escepticismo de Bartolomé, no se desanima. “Ven y lo verás”. Al evangelizar de esta manera, Felipe muestra una gran valentía, sirviendo de modelo para nosotros. Es posible que nos encontremos con personas escépticas sobre el mensaje de Cristo e incluso sobre la existencia de Cristo, pero eso no debería disuadirnos. Las buenas noticias de que Dios se hizo carne y salvó al universo deberían ser tan importantes que no temamos las reacciones de los que no lo toman bien.

Felipe invita a Bartolomé a ver a Jesús en acción, en lugar de confiar en la argumentación para demostrar que viene con un buen propósito. Asi se centra en Cristo como la meta de su evangelización. Felipe sabe que Jesús cumple las profecías pero también sabe que lo mejor que se puede hacer en la evangelización es poner al otro en comunicación con Cristo. Felipe pasa a tener acceso directo a Jesús. Puede parecer que tiene ventaja sobre nosotros, pero eso sería olvidar las riquezas de la presencia de Cristo en el sacrificio de la Misa y en la Sagrada Eucaristía. De la misma manera que lo hace el apóstol, podemos llevar a otros a Jesús invitándolos a ver las maravillas del Señor.

En última instancia, es el encuentro con Cristo lo que convierte a Bartolomé y lo hace apóstol, no simplemente el testimonio de Felipe. Felipe lleva a Bartolomé a Jesús, pero Jesús lo convierte en un discípulo comprometido. Aquí vemos la sabiduría en el enfoque de Felipe junto con el poder de Cristo para atraer a los hombres a sí mismo. Felipe lleva a Bartolomé a Jesús, y luego da un paso atrás y deja que Jesús le muestre a Bartolomé su bondad. En nuestra experiencia, esto puede extenderse durante un período de tiempo, pero si permanecemos persistentes, caritativos y esperanzados en la evangelización y la oración, Dios vendrá y hará discípulos de aquellos que están abiertos y dispuestos.

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David Dashiell is a freelance author and editor in Nashville, Tennessee. He has a master’s degree in theology from Franciscan University, and is the editor of the anthology Ever Ancient, Ever New: Why Younger Generations Are Embracing Traditional Catholicism.

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Are You Envious Because I Am Generous? / ¿Tienes Envidia Porque Soy Generoso?

Has someone ever taken credit for something you did? Or maybe they complained (to you or to others) about something that you did with the intention of helping them? Kids do this all the time to parents. We do it to God too. He is always giving good things but we are focused on the wrong things, so we complain (to God and to others) that we are not receiving what we need or want.

Sometimes we believe we have not received what we rightly deserved. Often, our sincere efforts are not recognized, acknowledged, or properly praised. And our human sense of justice bristles at this, demanding equity and fairness and receiving what we are “due.” But God’s justice is on another level entirely. God’s justice is inseparable from His Love and His Mercy. What is just in God’s eyes is whatever each person needs to be safe in the Arms of Love forever. God is always giving more than we know how to receive, more than makes sense to our sense of fairness, more than we ourselves would give. And it’s easy to celebrate this when we are the recipient; but when the person who rubs us the wrong way or someone who seems “undeserving” is blessed with God’s abundance, we sometimes complain and feel like we’ve been “cheated” somehow.

But in truth, none of us have been short-changed in any way. Because absolutely everything is a gift from our Father: our life, our breath, our sustenance, the goodness and beauty that surround us, the gift of salvation through the forgiveness of our sins, the hope that keeps us moving forward, and all the hidden gifts that we have not yet recognized. We too often take these gifts for granted, like children who fail to see the work of those who love and sustain them, but they are gifts nonetheless.

And the greatest gift is grace. “You were dead in your transgressions and sins,” St. Paul tells us, but God, “who is rich in mercy” has “brought us to life in Christ…to show the immeasurable riches of his grace” (Eph 2:1-7). God’s justice is His mercy. Whatever we have is a gift of Love. God gives us everything. So why don’t we all receive the exact same things? Because He has made us all different, to reflect in our own unique way the beauty, truth, and goodness of our God. When we open ourselves fully to Him, we walk steadily and joyfully along the path of becoming the persons He created us to be.

What peace we would know if we rejoiced in ALL of God’s gifts, and not only the ones He gives to us! If our eyes looked for God’s generous hand everywhere, we would walk in gratitude and praise for all He has done and all He is doing, in us and for us, and everywhere else. It would be the beginning of the reign of His Kingdom in us, right here, right now.

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¿Alguna vez alguien se ha atribuido el mérito de algo que hiciste a otra persona? ¿O tal vez se quejaron (a ti o a otros) de algo que hiciste con la intención de ayudarlos? Los niños les hacen esto todo el tiempo a los padres. Nosotros también se lo hacemos a Dios. Él siempre está dando cosas buenas pero nosotros nos enfocamos en las cosas malas y luego nos quejamos (a Dios y a los demás) de que no estamos recibiendo lo que necesitamos o queremos.

A veces creemos que no hemos recibido lo que merecíamos. A menudo, nuestros esfuerzos sinceros no son vistos, reconocidos, o elogiados adecuadamente. Y nuestro sentido humano de la justicia se eriza ante esto, exigiendo igualdad y justicia para  recibir lo que “nos corresponde”. Pero la justicia de Dios está en otro nivel completamente. La justicia de Dios es inseparable de Su Amor y Su Misericordia. Lo que es justo a los ojos de Dios es lo que cada persona necesita para estar seguro en los Brazos del Amor para siempre. Dios siempre está dando más de lo que sabemos recibir, más de lo que tiene sentido para nuestro sentido de justicia, más de lo que nosotros mismos daríamos. Y es fácil celebrar esto cuando somos los destinatarios; pero cuando la persona que nos molesta o alguien que parece “indigno” es bendecido con la abundancia de Dios, a veces nos quejamos y sentimos que hemos sido “engañados” de alguna forma.

Pero en verdad, ninguno de nosotros ha sido estafado de ninguna manera. Porque absolutamente todo es don de nuestro Padre: nuestra vida, nuestro aliento, nuestro sustento, la bondad y la belleza que nos rodean, el don de la salvación a través del perdón de nuestros pecados, la esperanza que nos hace seguir adelante, y todos los dones ocultos  que aún no hemos reconocido. Con demasiada frecuencia tomamos por hecho estos dones, como niños que no ven el trabajo de quienes los aman y sostienen, pero no obstante son dones.

Y el regalo más grande es la gracia. “Estaban muertos en sus delitos y pecados”, nos dice San Pablo, pero Dios, “que es rico en misericordia” nos ha “vivificado en Cristo…para mostrar las inconmensurables riquezas de su gracia” (Ef 2,1 -7). La justicia de Dios es Su misericordia. Todo lo que tenemos es un regalo de Amor. Dios nos da todo. Entonces, ¿por qué todos no recibimos exactamente las mismas cosas? Porque nos ha hecho a todos diferentes, para reflejar a nuestra manera única la belleza, la verdad y la bondad de nuestro Dios. Cuando nos abrimos completamente a Él, caminamos con firmeza y alegría por el camino de convertirnos en las personas que nos creó ser.

¡Qué paz tendríamos si nos regocijáramos en TODOS los dones de Dios, y no solo en los que Él nos da! Si nuestros ojos buscaran la mano generosa de Dios en todas partes, caminaríamos en gratitud y alabanza por todo lo que ha hecho y todo lo que está haciendo, en nosotros y por nosotros, y en todas partes. Sería el comienzo del reinado de Su Reino en nosotros, aquí y ahora.

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Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and seven grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

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The Possibilities of Grace / Las Posibilidades de la Gracia

Jesus looked at them and said, “For men this is impossible, but for God all things are possible” (Matthew 19:26). What feels impossible currently in your life? Peace in the world? A renewed love of Christ in the Eucharist? Something a little more personal such as financial stability, remaining healthy, or harmony in the family. The impossible is overcome by the grace of God. Grace is mystical and, at times, mystifying to our human understanding but can be simplified at its core to the undeserved yet freely given gift of God’s own Spirit within us.

Grace is as necessary in our lives as air, food, and water. “Since it belongs to the supernatural order, grace escapes our experience and cannot be known except by faith” (CCC 2005). 

With His grace, we can accomplish the impossible, even if that is merely restoring peace within our hearts when facing situations beyond our control. God is generous, not expecting us to succeed independently but providing the same power, the fuel for navigating every aspect of life. The power of the Holy Spirit dwells within us—his very own power, acting and animating within us so we can experience Jesus’ teaching in our own lives—with God, truly all things are possible. 

Today, in the Church, we celebrate the Queenship of the Blessed Virgin Mary. First instituted in 1954 by Pope Pius XII, it related to Jesus, her Son, as King and the dogma of Mary as “Mother of God.” In his encyclical Ad Caeli Reginam, the Pope proclaimed, “We are instituting a feast so that all may recognize more clearly and venerate more devoutly the merciful and maternal sway of the Mother of God.” She, full of grace and the first to believe and experience the infinite power or possibilities of God, loves us and is our greatest intercessor. 

In Davidic times, we see the unique duties and privileges that came with the position of Queen Mother, a trusted advisor and to whom subjects would go to see favor with the King. Our generous God offers this incredible Queen and goes even further, bestowing her as our Mother. From the cross, when every word pained our Savior to breathe forth, he announced, “Behold, your mother” (John 19:27), bestowing us grace upon grace. Indeed, nothing is impossible for God.

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Jesús los miró y dijo: “Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible” (Mateo 19,26). ¿Qué se siente imposible actualmente en tu vida? ¿Paz en el mundo? ¿Un amor renovado para Cristo en la Eucaristía? Algo un poco más personal como la estabilidad financiera, mantenerse saludable o la armonía en la familia. Lo imposible es vencido por la gracia de Dios. La gracia es mística y, a veces, desconcertante para nuestro entendimiento humano, pero simplemente dicho es el don inmerecido pero dado gratuitamente del propio Espíritu de Dios dentro de nosotros.

La gracia es tan necesaria en nuestras vidas como el aire, la comida y el agua. “La gracia, siendo de orden sobrenatural, escapa a nuestra experiencia y sólo puede ser conocida por la fe. ” (CIC 2005). Con Su gracia, podemos lograr lo imposible, incluso si eso es simplemente restaurar la paz dentro de nuestros corazones cuando enfrentamos situaciones fuera de nuestro control. Dios es generoso, no espera que tengamos éxito de forma independiente, sino que nos brinda el mismo poder, el combustible para navegar en todos los aspectos de la vida. El poder del Espíritu Santo habita dentro de nosotros—su propio poder, actuando y animando dentro de nosotros para que podamos experimentar la enseñanza de Jesús en nuestras propias vidas—con Dios, verdaderamente todo es posible.

Hoy, en la Iglesia, celebramos la Memoria de Nuestra Señora María Reina. Instituido por primera vez en 1954 por el Papa Pío XII, se relaciona con Jesús, su Hijo, como Rey y el dogma de María como “Madre de Dios”. En su encíclica Ad Caeli Reginam, el Papa proclamó: “Estamos instituyendo una fiesta para que todos puedan reconocer más claramente y venerar con más devoción el influjo misericordioso y maternal de la Madre de Dios”. Ella, llena de gracia y la primera en creer y experimentar el poder infinito o las posibilidades de Dios, nos ama y es nuestra mayor intercesora.

En los tiempos davidicos, vemos los deberes y privilegios únicos que venían con la posición de Reina Madre, una consejera de confianza y a quien los súbditos acudirían para ver el favor del Rey. Nuestro Dios generoso ofrece a esta Reina increíble y va más allá, entregándola como Madre nuestra. Desde la cruz, cuando cada palabra le dolía a nuestro Salvador al exhalar, anunció: “Aquí tienes a tu madre” (Juan 19,27), otorgándonos gracia sobre gracia. De hecho, nada es imposible para Dios.

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Allison Gingras ( www.ReconciledToYou.com ) — Shares her love of the Catholic Faith with stories, laughter, and honesty as experienced in the ordinary of life! Her writing includes Encountering Signs of Faith (Ave Maria Press) and the Stay Connected Journals for Women (OSV). Allison is a Catholic Digital Media Specialist for Family Rosary, Catholic Mom, and the Fall River Diocese. She hosts A Seeking Heart podcast and is co-host of the Catholic Momcast podcast.

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Gaining Eternal Life / Ganar la Vida Eterna

Happy feast of St. Pius X! 

“Where is the road that leads to Jesus Christ? It is before our eyes: It is the Church. It is our duty to recall to everyone, great and small, the absolute necessity we are under to have recourse to this Church in order to work out our eternal salvation” – St. Pius X

In today’s Gospel Jesus answers the question “What good must I do to gain eternal life?” I’m sure many of us ask that question in prayer often. Is the good that we are doing enough to merit eternal life with our Heavenly Father? It seems to me that Jesus is telling us that if we wish to have eternal life with Him, we must go beyond following the 10 Commandments, which is in itself good. We must also be willing to sacrifice. Jesus tells the young man to sell all he has and to give it to the poor, a great sacrifice for the young man who had a lot of possessions. 

Jesus’ call to follow Him is not meant to be easy. Discipleship requires the sacrifice of our will to the will of God. Perhaps he will ask us to do difficult things like give up all our possessions. When we submit our will to that of the Father’s, the good that we seek to do becomes easier because our desires are rightly ordered. That is, when our primary longing is life with God rather than the accumulation of worldly things (power, money, position, fame, etc.), the worldly things don’t seem as appealing. 

May we continually strive to unite our wills with the Father’s will so that we might rejoice in eternal salvation and life with Him. 

Lord, teach us goodness, discipline, and knowledge. St. Pius X, pray for us! 

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¡Feliz fiesta de San Pío X!

“¿Dónde está el camino que conduce a Jesucristo? Está ante nuestros ojos: es la Iglesia. Es nuestro deber recordar a todos, grandes y pequeños, la absoluta necesidad que tenemos de recurrir a esta Iglesia para obrar nuestra salvación eterna” – San Pío X

En el Evangelio de hoy Jesús responde a la pregunta “¿Qué debo hacer de bueno para alcanzar la vida eterna?” Estoy seguro de que muchos de nosotros hacemos esa pregunta en la oración con frecuencia. ¿Es suficiente el bien que estamos haciendo para merecer la vida eterna con nuestro Padre Celestial? Me parece que Jesús nos está diciendo que si deseamos tener vida eterna con Él, debemos ir más allá de seguir los 10 Mandamientos. También debemos estar dispuestos a sacrificarnos. Jesús le dice al joven que venda todo lo que tiene y se lo dé a los pobres, un gran sacrificio para el joven que tenía muchas posesiones.

El llamado de Jesús a seguirlo no debe ser fácil. El discipulado requiere el sacrificio de nuestra voluntad a la voluntad de Dios. Quizás nos pida que hagamos cosas difíciles como renunciar a todas nuestras posesiones. Cuando sometemos nuestra voluntad a la del Padre, el bien que buscamos se hace más fácil porque nuestros deseos están bien ordenados. Es decir, cuando nuestro anhelo principal es la vida con Dios en lugar de la acumulación de cosas mundanas (poder, dinero, posición, fama, etc.), las cosas mundanas no parecen tan atractivas.

Esforcémonos continuamente por unir nuestras voluntades con la voluntad del Padre para que podamos regocijarnos en la salvación eterna y la vida con Él.

Señor, enséñanos la bondad, la disciplina y el conocimiento. ¡San Pío X, ruega por nosotros!

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Dakota lives in Denver, CO with her husband, Ralph, and their two sons, Alfie & Theophilus. She is the Dean of Enrollment Management for Bishop Machebeuf High School where her husband also teaches. You can find Dakota at the zoo or a brewery with her family or with her nose in a book at home. For more of Dakota’s writing check out https://dakotaleonard16.blogspot.com/

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