Abundance and Generosity / Abundancia y Generosidad

Today we celebrate the feast of St. Lawrence, a deacon who was martyred in 258. Our readings are particularly appropriate with images of sowing, reaping, giving generously, and dying to self—all of which St. Lawrence did in his life.

God is generous. And He calls us to that same generosity. When we read, “God loves a cheerful giver,” do we think first or only about material goods or money? For sure, this applies to sharing our gifts with others. I propose we shift that thinking and consider how it applies to our whole life, especially our time and ourselves. We live in an age where time seems to always be in short supply. We struggle to find time to be with other people, to pay attention to them, to be present, and to listen.

St. Lawrence put himself in service to the poor and sick of Rome. We don’t need to go anywhere to put ourselves at the service of others. Start in your own home, your neighborhood, your place of work, and your parish, and consider how you can be present to others, giving them your time. You are probably thinking, “I don’t have time!” But you do. The challenge is to look and see what we are busy doing that we have no idea how to sow generously, to scatter abroad, to die to ourselves so that we may bear abundant fruit.

Jesus’ death is to give us abundant life. Does your life reflect abundance or scarcity? Do you keep things for yourself out of fear of not having enough? Do you find yourself short-tempered when people interrupt you with their needs? Is your to-do list what drives your day rather than serving God? Yet, we hear Jesus say that God will honor those who serve him, and Paul reminds us that God will give you an abundance of what you need for every good work.

When we put God first in our lives, the rest will be ordered correctly. Give God your time in prayer each day, and then see how time shifts to allow you to focus on what is important. 

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Hoy celebramos la fiesta de San Lorenzo, un diácono que fue martirizado en el año 258. Nuestras lecturas son particularmente apropiadas con imágenes de sembrar, cosechar, dar generosamente y morir a sí mismo, todo lo cual hizo San Lorenzo en su vida.

Dios es generoso y nos llama a esa misma generosidad. Cuando leemos: “Dios ama al que da con alegría”, ¿pensamos primero o solo en los bienes materiales o en el dinero? Por supuesto, esto se aplica a compartir nuestros dones con los demás. Propongo que cambiemos ese pensamiento y consideremos cómo se aplica a toda nuestra vida, especialmente a nuestro tiempo y a nosotros mismos. Vivimos en una época en la que parece que siempre hacen falta más horas en el día. Luchamos por encontrar tiempo para estar con otras personas, prestarles atención, estar presentes y escuchar.

San Lorenzo se puso al servicio de los pobres y enfermos de Roma. No tenemos que ir a ningún lado para ponernos al servicio de los demás. Puedes comenzar en tu propia casa, tu vecindario, tu lugar de trabajo y tu parroquia, y considera cómo puedes estar presente para los demás, dándoles su tiempo. Probablemente estés pensando: “¡No tengo tiempo!” Pero sí tienes tiempo. El reto es mirar y ver en qué estamos ocupados, qué es lo que no sabemos sembrar generosamente, y esparcirnos y morirnos a nosotros mismos para que demos frutos abundantes.

La muerte de Jesús es para darnos vida abundante. ¿Tu vida refleja abundancia o escasez? ¿Te guardas las cosas por miedo a no tener suficiente? ¿Te encuentras malhumorado cuando la gente te interrumpe con sus necesidades? ¿Tu lista de quehaceres te impulsa en tu día en lugar de servir a Dios? Sin embargo, escuchamos a Jesús decir que Dios honrará a los que le sirven, y Pablo nos recuerda que Dios te dará en abundancia lo que necesitas para toda buena obra.

Cuando ponemos a Dios en primer lugar en nuestras vidas, el resto se ordenará correctamente. Dele a Dios su tiempo en la oración todos los días, y verás cómo cambia el tiempo para permitirte concentrarte en lo que es verdaderamente importante.

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Deanna G. Bartalini, M.Ed.; M.P.A., is a certified spiritual director, writer, speaker and content creator. The LiveNotLukewarm.com online community is a place to inform, engage and inspire your Catholic faith. Her weekly Not Lukewarm Podcast gives you tips and tools to live out your faith in your daily life.

Feature Image Credit: JosepMonter, pixabay.com/photos/wheat-farming-cereals-harvest-7264131/

Transcendent Intimacy / Intimidad Profunda

God is further beyond us than we can ever imagine. He is infinite, and His power, knowledge, love, and existence are on a level unfathomably different than ours. He has given us everything we have from His own plenitude, all that He Himself possesses effortlessly, in an instant, existing from eternity in perfection. “Forty days you spent in scouting the land; forty years shall you suffer for your crimes: one year for each day. Thus you will realize what it means to oppose me” (Num. 14:34). Against the background of God’s absolute transcendence, the first reading makes more sense. Any offense against God is infinitely more offensive than one against another person; God is infinitely greater than us, and demands respect according to His nature.

Many saints recognize this relationship between God and man, speaking of the horror of committing even a single venial sin. We do not recognize just how terrible sin is, just how heavy a thing it is to go against Goodness, Love, Holiness, Mercy, and Justice Himself. A move toward sin is a move away from all that is good, even away from all that keeps us in existence. It is an embrace of nothingness.

This perspective helps us understand God’s severity in response to sin. The sin of the Israelites might not seem so wicked when we hear it read to us, but we must keep in mind the Lord’s own justice: He does not assign a penalty of forty years of wandering followed by death in the desert arbitrarily, but because He deems it the proper punishment.

At the same time, we must remember that God is infinitely perfect. In a single instant: we can zero in on His perfect justice while forgetting that in some mysterious way, He works so spectacularly within His creation as to take on flesh and dwell within us. Jesus interacts with a Canaanite woman who, technically speaking, He shouldn’t have spoken with, and honors her by praising her faith and healing her daughter. He makes Himself available to her and shows her His power and mercy.

Coming down in the Incarnation and remaining with us in the sacramental priesthood, the Holy Eucharist, and a number of other ways through the sacraments and sacramentals, God makes it clear that His transcendence is not just something at which we must tremble in fear: it is also a cause for great rejoicing. God chooses to make Himself available to us in means specifically suited to our nature and our state in life, and He becomes one with us in a way we could have never imagined, acting in us through grace and allowing us to become adopted children of the Father. He reaches out to us and forgives even our worst offenses, no matter how offensive they are.

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Dios está más allá de nosotros, mucho más de lo que jamás podamos imaginar. Es infinito, y Su poder, conocimiento, amor y existencia están en un nivel insondablemente diferente al nuestro. Nos ha dado todo lo que tenemos de Su propia plenitud, todo lo que Él mismo posee sin esfuerzo, en un instante, existiendo desde la eternidad en perfección. “Así como ustedes emplearon cuarenta días en explorar el país, así cargarán con sus pecados cuarenta años por el desierto, a razón de un año por día. Así sabrán lo que significa desobedecerme.” (Núm 14,34). En el contexto de la trascendencia absoluta de Dios, la primera lectura tiene más sentido. Cualquier ofensa contra Dios es infinitamente más ofensiva que una contra otra persona; Dios es infinitamente más grande que nosotros, y exige respeto de acuerdo a Su naturaleza.

Muchos santos reconocen esta relación entre Dios y el hombre, hablando del horror de cometer un solo pecado venial. No reconocemos cuán terrible es el pecado, cuán pesado es ir contra la Bondad, el Amor, la Santidad, la Misericordia y la Justicia misma. Un movimiento hacia el pecado es un alejamiento de todo lo que es bueno, incluso de todo lo que nos mantiene en la existencia. Es un abrazo a la nada.

Esta perspectiva nos ayuda a comprender la severidad de Dios en respuesta al pecado. El pecado de los israelitas puede no parecer tan malo cuando lo oímos leer, pero debemos tener presente la justicia del mismo Señor: Él no asigna una pena de cuarenta años de vagar seguidos de muerte en el desierto arbitrariamente, sino porque le parece el castigo apropiado.

Al mismo tiempo, debemos recordar que Dios es infinitamente perfecto. En un solo instante: podemos concentrarnos en Su perfecta justicia mientras olvidamos que, de alguna manera misteriosa, obra tan espectacularmente dentro de Su creación como para hacerse carne y habitar entre nosotros. Jesús interactúa con una mujer cananea con la que, técnicamente, no debería haber hablado, y la honra alabando su fe y sanando a su hija. Se pone a su disposición y le muestra su poder y su misericordia.

Al Encarnarse y permanecer con nosotros en el sacerdocio sacramental, en la Sagrada Eucaristía y en muchas otras formas a través de los sacramentos y los sacramentales, Dios deja claro que Su trascendencia no es solo algo por lo que debemos temblar de miedo: es también motivo de gran regocijo. Dios elige ponerse a nuestra disposición en medios específicamente adaptados a nuestra naturaleza y a nuestro estado de vida, y se hace uno con nosotros de una manera que nunca hubiéramos imaginado, actuando en nosotros por gracia y permitiéndonos convertirnos en hijos adoptivos del Padre. Se acerca a nosotros y perdona incluso nuestras peores ofensas, sin importar cuán ofensivas sean.

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David Dashiell is a freelance author and editor in Nashville, Tennessee. He has a master’s degree in theology from Franciscan University, and is the editor of the anthology Ever Ancient, Ever New: Why Younger Generations Are Embracing Traditional Catholicism.

Feature Image Credit: Dimitri Conejo Sanz, cathopic.com/photo/1311-sunset-in-pontevedra

The Storms of Life / Las Tormentas de la Vida

A friend of mine went to  the Sea of Galilee where today’s Gospel takes place. Because of how it is situated, it is subject to sudden violent storms when the wind comes from the east over the mountains and drops over the water. 

“People die on this sea,” my friend told me.

Hearing that made today’s Gospel more real. Having spent much time on lakes since childhood and living near Lake Michigan now, I’ve gained a healthy respect for water. I’m always just a little scared when I’m in it. The ex-fishermen disciples must have had this respect as well. They knew the Sea of Galilee was unpredictable and dangerous. It must have made it all the more amazing to see Jesus walking toward them on the water during a storm. 

It’s just as amazing to us when Jesus comes to us in the storms of our lives. I feel like I shouldn’t be surprised when he’s there next to me, helping me out when I’m mired in a squall. I know he is trustworthy and he has demonstrated his care for me many times. I’ve read in the Bible how he is always with us, yet I’m still surprised, when in the midst of my boat being rocked and pummeled with waves, there he is calling me to him. 

Being his disciple means I can trust that when he invites me out of the boat and into the mess where I’m scared and uncertain, he won’t abandon me. Jesus doesn’t call us and let us fall. He calls us and walks beside us. With him by our side, we truly can do the impossible like Peter did whether it’s forgiving the person who hurt us deeply or keeping our patience or finding the right words to say to someone in doubt. Jesus invites us. 

In the noise and sometimes storms of life, he is there peacefully walking through it all and inviting us to walk through it with him. 

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Un amigo mío fue al Mar de Galilea donde se desarrolla el Evangelio de hoy. Por su ubicación, está sujeta a tormentas repentinas y violentas cuando el viento viene del este sobre las montañas y cae sobre el agua.

“La gente se muere en este mar”, me dijo mi amigo.

Escuchar eso hizo que el Evangelio de hoy fuera más real. Habiendo pasado mucho tiempo en los lagos desde la infancia y viviendo cerca del Lago de Michigan ahora, he ganado un sano respeto por el agua. Siempre tengo un poco de miedo cuando estoy dentro. Los discípulos ex-pescadores también deben haber tenido este respeto. Sabían que el Mar de Galilea era impredecible y peligroso. Debe haber sido aún más sorprendente ver a Jesús caminando hacia ellos sobre el agua durante una tormenta.

Es igual de asombroso para nosotros cuando Jesús viene a nosotros en medio de las tormentas de nuestras vidas. Siento que no debería sorprenderme cuando él está a mi lado, ayudándome cuando estoy sumida en una tormenta. Sé que es digno de confianza y ha demostrado su interés por mí muchas veces. He leído en la Biblia cómo él siempre está con nosotros, pero todavía estoy sorprendido, cuando en medio de mi barca siendo sacudida y azotada por las olas, allí me está llamando a acercarme.

Ser su discípulo significa que puedo confiar en que cuando me invite a salir del bote y al lío donde estoy asustado e inseguro, no me abandonará. Jesús no nos llama y nos deja caer. Él nos llama y camina a nuestro lado. Con él a nuestro lado, realmente podemos hacer lo imposible como lo hizo Pedro, ya que sea perdonar a la persona que nos ha lastimado profundamente, mantener nuestra paciencia o encontrar las palabras correctas para decirle a alguien que tiene dudas. Jesús nos invita.

En el ruido y, a veces, en las tormentas de la vida, él está allí caminando en paz e invitándonos a caminar con él.

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Merridith Frediani loves words and is delighted by good sentences. She also loves Lake Michigan, dahlias, the first sip of hot coffee in the morning, millennials, and playing Sheepshead with her husband and three kids. She writes for Catholic Mom, Diocesan.com, and her local Catholic Herald. Her first book Draw Close to Jesus: A Woman’s Guide to Adoration is available at Our Sunday Visitor and Amazon. You can learn more at merridithfrediani.com.

Feature Image Credit: Timur Garifov, unsplash.com/photos/qF1URf0N-n0

Give Us This Day What We Need For This Day / Danos Hoy lo que Necesitamos Para Hoy

As the Israelites were wandering in the desert without a way to raise their own food (and complaining incessantly about missing the food of Egypt, while they were slaves), God provides miraculous “manna” to eat. They could not provide for themselves or be self-sufficient; they could only depend on God’s Providence.

What they should have learned from this is that God loved them and cared for them; He gave them just what they needed, and only what they needed, as the manna could not be kept overnight (except before the Sabbath – another miracle!). Each day, God gave them what they would need for that day, because He loved them and did not want them to die.  

They were compelled, individually and as a people, to rely on God and each other; God was forming a people who understood how to trust Him and cooperate with one another, and who were now ready for the Promised Land.

This brings us to the crowds in today’s Gospel, who were also learning to trust. They followed Jesus and  were no doubt begging him to heal them and relieve them of their difficulties. Jesus’ heart was moved with pity for them, so he cured the sick and taught them. All day.  

The disciples, like Moses, are exasperated and exhausted and tell Jesus he should send them all away for the night. But Jesus is always teaching, and he teaches both the crowds and the disciples something. “Give them some food yourselves,” he says. Who in their right mind would suggest that five loaves and two fish would be enough to feed over 5,000 people?! It is barely enough for the disciples to survive on. How will they feed all these people? Impossible.

Jesus wants to teach them that they do not need to provide everything themselves; they can rely on him to provide all they need. Love can do all things; Love reaches down into our insufficiency when we open it up to Him and makes it MORE than sufficient. That day, they learn that if they put the little they have in the Lord’s hands, it becomes more than enough. This is what happens with each of us: if we give the little we have, God multiplies it, makes it fruitful, uses it in service of the Kingdom. None of our goodwill efforts are wasted! No matter how little it seems, whatever we give is received and multiplied.

He is also foreshadowing the institution of the Eucharist, as he takes the bread, looks up to heaven, blesses it, breaks it, and gives it to the disciples. In the Eucharist, we are given today all we need and more. We don’t have to be self-sufficient; we need only open our insufficiency to God’s Providence in trust. In the Eucharist, we truly become the Body of Christ. We are not alone anymore. Each day, Jesus gives us what we need for the day, because He loves us and wants us to be fully alive.

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Mientras los israelitas caminaban sin rumbo por el desierto sin una forma de obtener su propia comida (y quejándose sin fin por perder la comida de Egipto, mientras eran esclavos), Dios proporciona un “maná” milagroso para comer. No podían valerse por sí mismos ni ser autosuficientes; sólo podían depender de la Providencia de Dios.

Lo que deberían haber aprendido de esto es que Dios los amaba y cuidaba de ellos; les dio justo lo que necesitaban, y solo lo que necesitaban, ya que el maná no se podía guardar durante la noche (excepto antes del sábado, ¡otro milagro!). Cada día, Dios les dio lo que necesitaban para ese día, porque los amaba y no quería que se murieran.

Fueron obligados, individualmente y como pueblo, a confiar en Dios y en los demás; Dios estaba formando un pueblo que entendiera cómo confiar en Él y cooperar unos con otros, y que ahora estaba listo para la Tierra Prometida.

Esto nos lleva a las multitudes del Evangelio de hoy, que también estaban aprendiendo a confiar. Seguían a Jesús y sin duda le rogaban que los curara y los aliviara de sus dificultades. El corazón de Jesús se conmovió de compasión por ellos, así que curó a los enfermos y les enseñó. Todo el dia.

Los discípulos, como Moisés, están exasperados y exhaustos y le dicen a Jesús que los envíe a todos a pasar la noche. Pero Jesús siempre está enseñando, y enseña algo tanto a la multitud como a los discípulos. “Denles algo de comida ustedes mismos”, dice. ¿Quién en su sano juicio sugeriría que cinco panes y dos peces serían suficientes para alimentar a más de 5000 personas? Apenas es suficiente para que los discípulos sobrevivan. ¿Cómo van a alimentar a toda esta gente? Imposible.

Jesús quiere enseñarles que no necesitan proveerse de todo ellos mismos; pueden confiar en él para que les proporcione todo lo que necesitan. El amor puede hacer todas las cosas; el amor alcanza nuestra insuficiencia cuando nos abrimos a Él y la hace MÁS que suficiente. Ese día aprenden que si ponen en las manos del Señor lo poco que tienen, se vuelve más que suficiente. Esto es lo que sucede con cada uno de nosotros: si damos lo poco que tenemos, Dios lo multiplica, lo hace fecundo, lo pone al servicio del Reino. ¡Ninguno de nuestros esfuerzos de buena voluntad se desperdicia! Por poco que parezca, todo lo que damos es recibido y multiplicado.

También está prefigurando la institución de la Eucaristía, cuando toma el pan, mira al cielo, lo bendice, lo parte y se lo da a los discípulos. En la Eucaristía, hoy se nos da todo lo que necesitamos y más. No tenemos que ser autosuficientes; solo tenemos que abrir nuestra insuficiencia a la Providencia de Dios en confianza. En la Eucaristía, nos convertimos verdaderamente en el Cuerpo de Cristo. Ya no estamos solos. Cada día, Jesús nos da lo que necesitamos para el día, porque nos ama y quiere que vivamos plenamente.

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Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and seven grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

Feature Image Credit: Martha Martínez, cathopic.com/photo/1918-breaking-bread

Awe and Wonder / Impresionado y Asombrado

Ever since I was a little kid I have always enjoyed magic shows. I remember going to some shows with my dad and getting hooked on the idea of something happening right before your eyes that you can’t really see. My obsession turned into a hobby of learning magic tricks and performing shows for area Catholic schools. I always let people know right off the bat that what they are about to see are tricks. I do not claim to have any sort of supernatural power. I think this makes the shows even more powerful because people know they rely on skills that have been acquired over many years of study and practice. But at the end of the day, they are just tricks and each one has a fairly easy explanation. 

I think Peter was quite aware of this phenomenon when speaking in the second reading from today. He makes it quite clear that when the Apostles spoke of Jesus they did not use cleverly devised myths to speak about his power. In other words, the power of Jesus was not just a cheap trick with a simple explanation, but rather, the supernatural power of God working in a very real and tangible way. One of these miracles, which had eyewitnesses, was that of the transfiguration. 

All throughout The Old Testament, the Jewish people are anticipating and searching for the Messiah who was promised in the writings of the prophets. The first reading today from Daniel is one such prophesy where Daniel exclaims that he saw the Son of Man coming like on a cloud from heaven. Fast forward to the Gospel today and we see just that, he is being raised up as if on a cloud with a bright light surrounding him and the voice of the Father saying, “This is my beloved son in whom I am well pleased.” Now this illusion would be difficult even for David Copperfield to perform. The best part about it is that it was not some grand illusion, but a reality of the heavens opening up and showing us that Jesus is truly God become man. 

As amazing as a magic show might be, eventually the curtain falls and the show ends and we leave knowing that we have been tricked in the best possible way. But the Gospel is not a trick. Do we have more awe for the real power God is working in our lives than we have when we see someone perform a sleight of hand? One is real and meant for our salvation, the other is fake and meant to give us a momentary pleasure. So I guess the question we can all ask today is, Where have you seen the power of God working in your lives and has it brought you to your knees in awe and wonder of our Creator?

From all of us here at Diocesan, God bless!

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Desde que era un niño siempre he disfrutado de los espectáculos de magia. Recuerdo ir a algunos espectáculos con mi papá y quedarme enganchado con la idea de que algo sucediera justo delante de tus ojos que realmente no podías ver. Mi obsesión se convirtió en un pasatiempo de aprender trucos de magia y realizar espectáculos para las escuelas católicas del área. Siempre le hago saber a la gente de inmediato que lo que están a punto de ver son trucos. No pretendo tener ningún tipo de poder sobrenatural. Creo que esto hace que los programas sean aún más poderosos porque las personas saben que dependen de las habilidades que se han adquirido durante muchos años de estudio y práctica. Pero al final del día, solo son trucos y cada uno tiene una explicación bastante fácil.

Creo que Pedro era bastante consciente de este fenómeno cuando habló en la segunda lectura de hoy. Deja muy claro que cuando los Apóstoles hablaron de Jesús no usaron mitos ingeniosamente ideados para hablar de su poder. En otras palabras, el poder de Jesús no era solo un truco barato con una explicación simple, sino el poder sobrenatural de Dios obrando de una manera muy real y tangible. Uno de estos milagros, que tuvo testigos presenciales, fue el de la transfiguración.

A lo largo del Antiguo Testamento, el pueblo judío anticipa y busca al Mesías prometido en los escritos de los profetas. La primera lectura de hoy de Daniel es una de esas profecías donde Daniel exclama que vio al Hijo del Hombre venir como una nube del cielo. Avance rápido al Evangelio de hoy y vemos exactamente eso, está siendo elevado como en una nube con una luz brillante que lo rodea y la voz del Padre que dice: “Este es mi hijo amado en quien tengo complacencia”. Ahora bien, esta ilusión sería difícil de realizar incluso para un mágico como David Copperfield. La mejor parte de esto es que no fue una gran ilusión, sino una realidad de los cielos abriéndose y mostrándonos que Jesús es verdaderamente Dios hecho hombre.

Por asombroso que pueda ser un espectáculo de magia, eventualmente cae el telón y el espectáculo termina y nos vamos sabiendo que hemos sido engañados de la mejor manera posible. Pero el Evangelio no es un truco. ¿Tenemos más asombro por el poder real que Dios está obrando en nuestras vidas que cuando vemos a alguien realizar un juego de manos? Uno es real y destinado a nuestra salvación, el otro es falso y destinado a darnos un placer momentáneo. Entonces, supongo que la pregunta que todos podemos hacer hoy es: ¿Dónde han visto el poder de Dios obrando en sus vidas y los ha puesto de rodillas con asombro de nuestro Creador?

De parte de todos nosotros aquí en Diocesan, ¡Dios los bendiga!

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Tommy Shultz is a Business Development Representative for Diocesan. In this role he is committed to bringing the best software to dioceses and parishes while helping them evangelize on the digital continent. Tommy has worked in various diocese and parish roles since his graduation from Franciscan University with a Theology degree. He hopes to use his skills in evangelization, marketing, and communications, to serve the Church and bring the Good News to all. His favorite quote comes from St. John Paul II, who said, “A person is an entity of a sort to which the only proper and adequate way to relate is love.”

Feature Image Credit: Edson Junior,  unsplash.com/photos/YlgnX_ISPLo

Peer Pressure / Presión de Grupo

** This reflection was reposted from Diocesan Archives. **

In today’s Gospel, we hear about one of the first documented and most intense cases of peer pressure. Because of a fear of the crowd, Herod murders John the Baptist. Now it may seem like this is an extreme example and we might think, nobody would ever do that in our time, or how could it have gone that far?

But let’s take a moment and bring this story into our particular experiences. Sometimes it can help when we read the bible to put ourselves into the situation. Usually, this works best if we put ourselves as one of the people Jesus is loving or teaching, or it’s at least easier that way. But I am going to challenge us to put ourselves in the point of view of Herod.

When was the last time we let our beliefs crumble because of a certain fear or embarrassment? Think about this last time and ask the question, is that something you ever would have done years ago? What I have noticed in my own life is if I start to slowly give in to peer pressure or remain silent when I should speak up, it starts slow and eventually I lose sight of who I was years ago and the things I promised I would never budge on.

Maybe we wouldn’t murder someone out of fear, but what have we done recently because it was just easier to give in than to stand up for the truth? This is an important and difficult question. As we ask it, let’s keep Jesus close. He will help us remember what the truth is and how we can continue to live from it to the best of our ability with his grace and mercy. 

From all of us here at Diocesan, God Bless!

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En el Evangelio de hoy, escuchamos acerca de uno de los primeros casos documentados y más intensos de presión de grupo. Por temor a la multitud, Herodes asesinó a Juan el Bautista. Ahora puede parecer que este es un ejemplo extremo y podríamos pensar, nadie haría eso en nuestro tiempo, o ¿cómo podría haber llegado tan lejos?

Pero tomemos un momento y traigamos esta historia a nuestras experiencias particulares. A veces puede ayudar cuando leemos la Biblia para ponernos en la situación. Por lo general, esto funciona mejor si nos ponemos como una de las personas a las que Jesús ama o enseña, o al menos es más fácil de esa manera. Pero voy a desafiarnos a ponernos en el punto de vista de Herodes.

¿Cuándo fue la última vez que dejamos que nuestras creencias se derrumbaran por cierto miedo o vergüenza? Piensa en la última vez y hazte la pregunta, ¿es algo que hubieras hecho hace años? Lo que he notado en mi propia vida es que si empiezo a ceder lentamente a la presión de mis compañeros o a permanecer en silencio cuando debería hablar, comienzo lento y finalmente pierdo de vista quién era hace años y las cosas que prometí que nunca haría. 

Tal vez no mataríamos a alguien por miedo, pero ¿qué hemos hecho recientemente porque era más fácil ceder que defender la verdad? Esta es una pregunta importante y difícil. Mientras lo pedimos, mantengamos a Jesús de cerca. Nos ayudará a recordar cuál es la verdad y cómo podemos continuar viviendo de ella lo mejor que podamos con su gracia y misericordia.

De parte de todos nosotros aquí en Diocesan, ¡Dios los bendiga!

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Tommy Shultz is a Business Development Representative for Diocesan. In this role he is committed to bringing the best software to dioceses and parishes while helping them evangelize on the digital continent. Tommy has worked in various diocese and parish roles since his graduation from Franciscan University with a Theology degree. He hopes to use his skills in evangelization, marketing, and communications, to serve the Church and bring the Good News to all. His favorite quote comes from St. John Paul II, who said, “A person is an entity of a sort to which the only proper and adequate way to relate is love.”

Feature Image Credit: Jake Pierrelee, unsplash.com/photos/FpzLrVicAKg

Allowing Christ to Lead Us on the Path to Salvation / Permitiendo que Cristo nos Guíe por el Camino de la Salvación

Jesus returned to His hometown to teach in the local synagogue. Initially, the people were

amazed and astonished. Then they questioned where Jesus had gained such wisdom and miraculous powers. Their words didn’t come from a heart of faith but rather from curiosity and doubt. How can this be, they thought and asked? How can Joseph, the Carpenter, and Mary, His Mother, bear such an amazing son, the Messiah? 

They didn’t accept Jesus and because of their lack of faith, He wasn’t able to heal and minister to the very people He had grown up with. Think of the reunion that could have happened had they had faith and allowed Christ to serve and help them! What joy and good tidings they would have experienced. We, too, cannot access the miraculous power of Christ today or obtain inner peace, joy, and love without a living faith. 

In today’s Gospel, Jesus shares that “A prophet is not without honor except in his native place and in his own house.” These people were very familiar with Christ and yet they did not know Him. They were closed to His ways and teachings. May we not fall into this same trap of superficial knowledge of Christ but no belief in His transforming power. Let us allow Christ to embrace us and lead us to the path of salvation. 

Today is the First Friday of the Month, and we are invited to draw deeper into devotion to the Sacred Heart of Jesus. One way we can do that is by praying the First Friday Devotion given to us by St. Margaret Mary. We also recall the great saint, St. John Vianney, the patron Saint of Parish Priests. His work as a confessor is his most remarkable accomplishment. He would spend 12 hours a day reconciling people with God in the winter months. In the summer months, this time was increased to 16 hours. His fame as a great confessor spread throughout all of France, and toward the end of his life, he was receiving up to 20,000 pilgrims each year. In one of his sermons, St. John Vianney said, “The Lord is more anxious to forgive our sins than a woman is to carry her baby out of a burning building”.

St. John Vianney, Pray for us!

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Permitiendo que Cristo nos Guíe por el Camino de la Salvación

Jesús regresó a su ciudad natal para enseñar en la sinagoga local. Al principio, la gente estaba

asombrado. Luego preguntaron de dónde había obtenido Jesús tanta sabiduría y poderes milagrosos. Sus palabras no procedían de un corazón de fe sino de la curiosidad y la duda. ¿Cómo puede ser esto?, pensaron y preguntaron. ¿Cómo pueden José, el Carpintero, y María, Su Madre, dar a luz a un hijo tan maravilloso, el Mesías?

No aceptaron a Jesús y debido a su falta de fe, no pudo sanar y ministrar a las mismas personas con las que había crecido. ¡Piense en la reunión que podría haber ocurrido si hubieran tenido fe y hubieran permitido que Cristo los sirviera y los ayudara! Qué alegría y qué buenas noticias habrían experimentado. Nosotros tampoco podemos acceder al poder milagroso de Cristo hoy u obtener paz interior, gozo y amor sin una fe viva.

En el Evangelio de hoy, Jesús comparte que “no hay profeta sin honra sino en su lugar natal y en su casa”. Estas personas estaban muy familiarizadas con Cristo y, sin embargo, no lo conocían. Estaban cerrados a sus caminos y enseñanzas. Que no caigamos en esta misma trampa de conocimiento superficial de Cristo pero sin creer en su poder transformador. Dejemos que Cristo nos acoje y nos conduzca por el camino de la salvación.

Hoy es el Primer Viernes del Mes, y estamos invitados a profundizar en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Una forma de hacerlo es rezando la Devoción del Primer Viernes que nos dio Santa Margarita María. 

Recordamos también al gran santo, San Juan Vianney, patrón de los párrocos. Su labor como confesor es su logro más notable. Pasaba 12 horas al día reconciliando a la gente con Dios en los meses de invierno. En los meses de verano, este tiempo se aumentó a 16 horas. Su fama de gran confesor se extendió por toda Francia, y hacia el final de su vida recibía hasta 20,000 peregrinos cada año. En uno de sus sermones, San Juan Vianney dijo: “El Señor está más ansioso por perdonar nuestros pecados que una mujer por sacar a su bebé de un edificio encendido”.

San Juan Vianney, ¡Ruega por nosotros!

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Emily Jaminet is a Catholic author, speaker, radio personality, wife, and mother of seven children. She earned a bachelor’s degree in mental health and human services from the Franciscan University of Steubenville.  She is the co-founder of www.inspirethefaith.com and the Executive Director of The Sacred Heart Enthronement Network www.WelcomeHisHeart.com. She has co-authored several Catholic books and her next one, Secrets of the Sacred Heart: Claiming Jesus’ Twelve Promises in Your Life, comes out in Oct. 2020. Emily serves on the board of the Columbus Catholic Women’s Conference, contributes to Relevant Radio and Catholic Mom.com.

Feature Image Credit: Vytautas Markūnas SDB, cathopic.com/photo/24529-horizon-behind-the-olive-trees

God Beckons to All / Dios Nos Llama a Todos

“The Kingdom of heaven is like a net thrown into the sea, which collects fish of every kind.” (Mt 13:47)

The Kingdom of heaven is not some far off, far away place. The Kingdom of heaven starts in the here and now. Everytime we pray the Lord’s Prayer, we proclaim the Kingdom of heaven. “Your kingdom come, your will be done on earth as it is in heaven.” God’s kingdom is wherever and whenever God’s will is done. It isn’t someplace else, God’s Kingdom is here and now, on earth, in this place and in this time. We are part of God’s Kingdom, the Kingdom of heaven when we obey His will.

We obey His will when we bring others into the Kingdom of heaven. Not by fishing with specific bait and going after those with whom we are familiar or who are like us. The Kingdom of heaven is like a net which collects fish of every kind. Our behaviors, our actions are to be like a net. We are to reach people of every kind and welcome them into the Kingdom of heaven. 

Jesus goes on to say, “The angels will go out and separate the wicked from the righteous…” (Mt 13:49) The angels, not you, not me, as a matter of fact, not any of our kind. The angels will be charged with determining who does and doesn’t belong in God’s Kingdom for all eternity. 

This has some pretty direct ramifications for our daily behavior. Especially in a day and age when the world seems to get smaller everyday, how do I reach out? Do I stay in my own cultural norms or am I open to those who see the world differently than I do? How do I make others comfortable? Do I expect others to adapt to how I think things should go or do I take the time and effort to find out what others expect? All means all. 

Lord, help me to love with your heart, see with your eyes and welcome all I meet to you Kingdom.

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“El Reino de los cielos se parece también a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces.” (Mt 13,47)

El Reino de los cielos no es un lugar muy lejano. El Reino de los cielos comienza en el aquí y ahora. Cada vez que rezamos el Padrenuestro, proclamamos el Reino de los cielos. “Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. El reino de Dios está donde y cuando se haga la voluntad de Dios. No está en otro lugar, el Reino de Dios está aquí y ahora, en la tierra, en este lugar y en este tiempo. Somos parte del Reino de Dios, el Reino de los cielos cuando obedecemos Su voluntad.

Obedecemos Su voluntad cuando traemos a otros al Reino de los cielos. No pescando con cebos específicos y persiguiendo a aquellos que conocemos o que son como nosotros. El Reino de los cielos es como una red que recoge peces de todo tipo. Nuestros comportamientos, nuestras acciones deben ser como una red. Debemos llegar a personas de todo tipo y darles la bienvenida al Reino de los cielos.

Jesús continúa diciendo: “vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos…” (Mt 13:49) Los ángeles, no tú, no yo, de hecho, ninguno de los nuestros. Los ángeles estarán encargados de determinar quién pertenece y quién no pertenece al Reino de Dios por toda la eternidad.

Esto tiene algunas ramificaciones bastante directas para nuestro comportamiento diario. Especialmente en una época en la que el mundo parece volverse más pequeño cada día, ¿cómo me comunico? ¿Me mantengo en mis propias normas culturales o estoy abierto a aquellos que ven el mundo de manera diferente a como lo veo yo? ¿Cómo hago para que los demás se sientan cómodos? ¿Espero que los demás se adapten a cómo creo que deberían ser las cosas o me tomo el tiempo y el esfuerzo para averiguar qué esperan los demás? “Todo” quiere decir TODO.

Señor, ayúdame a amar con tu corazón, ver con tus ojos y acoger todo lo que encuentro en tu Reino.

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Sheryl is happy to be the number 1 cheerleader and supporter for her husband, Tom who is a candidate for the Permanent Diaconate in the Diocese of Kalamazoo. They are so grateful for the opportunity to grow together in this process. Sheryl’s day job is serving her community as the principal for St. Therese Catholic School in Wayland, Michigan. Since every time she thinks she gets life all figured out, she realizes just how far she has to go, St. Rita of Cascia is her go-to Saint for intercession and help. Home includes Carlyn, a very, very goofy Golden Retriever and Lucy, our not-so-little rescue puppy. 

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The Value of the Kingdom / El Valor del Reino

In today’s Gospel, Jesus compares the Kingdom of Heaven to a treasure and to a merchant searching for pearls. Both comparisons show us the value of the Kingdom of which Jesus speaks as well as its beauty. Jesus also says that the Kingdom of Heaven is something we should be seeking and, when we find it, we should sell all we have for the sake of the Kingdom. 

What do we value in our lives? Could we say with confidence that the Kingdom of Heaven is what we value the most? Could we say that the Kingdom of Heaven is what we most actively seek? If someone were to ask me what I value most, my first answer would probably be my family or my home. I’m not ashamed of those answers. I love my family and I love the home we’ve made for ourselves. But I think we often overlook or take for granted the value of the Kingdom of Heaven. 

Jesus’ comparison to a treasure buried in a field makes me think of young children looking for buried treasure. What would they do if they actually found buried treasure? My guess is they would be overwhelmed with joy and awe; their lives would be consumed by it. They would run to the place of the treasure immediately after school, first thing Saturday morning, any chance they could. That’s what our attitudes toward the Kingdom of Heaven should be. We should look toward the Kingdom with joy and awe, recognizing its value and its beauty. Perhaps this is also what Jesus meant by having the heart of a child. 

May we passionately pursue the Kingdom of God with courage and joy.

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En el Evangelio de hoy, Jesús compara el Reino de los Cielos con un tesoro y con un mercader que busca perlas. Ambas comparaciones nos muestran el valor del Reino del que habla Jesús así como su belleza. Jesús también dice que el Reino de los Cielos es algo que debemos buscar y, cuando lo encontremos, debemos vender todo lo que tenemos por causa del Reino.

¿Qué valoramos en nuestra vida? ¿Podemos decir con confianza que el Reino de los Cielos es lo que más valoramos? ¿Podríamos decir que el Reino de los Cielos es lo que buscamos más activamente? Si alguien me preguntara qué es lo que más valoro, probablemente mi primera respuesta sería mi familia o mi hogar. No me avergüenzo de esas respuestas. Amo a mi familia y amo el hogar que hemos hecho. Pero creo que a menudo pasamos por alto o damos por sentado el valor del Reino de los Cielos.

La comparación de Jesús con un tesoro enterrado en un campo me hace pensar en niños pequeños que buscan un tesoro enterrado. ¿Qué harían si en realidad encontraran un tesoro enterrado? Supongo que se sentirían abrumados por la alegría y el asombro; sus vidas serían consumidas por ella. Corrían al lugar del tesoro inmediatamente después de la escuela, a primera hora de la mañana del sábado, en cualquier oportunidad que pudieran. Así deben ser nuestras actitudes hacia el Reino de los Cielos. Debemos mirar hacia el Reino con alegría y asombro, reconociendo su valor y su belleza. Quizás esto es también lo que Jesús quiso decir con tener el corazón de un niño.

Que busquemos apasionadamente el Reino de Dios con valentía y alegría.

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Dakota lives in Denver, CO with her husband, Ralph, and their two sons, Alfie & Theophilus. She is the Dean of Enrollment Management for Bishop Machebeuf High School where her husband also teaches. You can find Dakota at the zoo or a brewery with her family or with her nose in a book at home. For more of Dakota’s writing check out https://dakotaleonard16.blogspot.com/

Feature Image Credit: Luis Ángel Espinosa, LC, cathopic.com/photo/2989-wheat-field

Being Present in Prayer / Estar Presente en la Oración

“I pray better when I’m at church.”

How many times have you heard someone say that? Or, better yet, how many times have you said that yourself? I know I’m guilty. I tend to pray so much better when I’m at my parish than when I am home. 

Oftentimes, that becomes my excuse as to why I don’t pray well at home (or even at all). It makes enough sense. At my parish, I have access to an open church, to Jesus in the tabernacle, to a bunch of sacramentals, to coworkers who are all working in the same mission field and other things that help draw in and focus my attention much more than when I’m at home. I don’t like to take those things for granted, so I do make an extra effort to spend more time in prayer when I’m at work. 

I can see some parallels to today’s First Reading, where the Israelites would go to the meeting tent in order to consult with the Lord, as if that were the only place they could commune with Him. 

However, we know that our God is all-powerful and all-present. We don’t have to only go to church in order to talk to Him, which is what we do in prayer. He is present to us at all times and in all places and He always wants to hear from us. Our prayer should not be (and is not) limited to the time we spend in our physical church building or anywhere else on our church property. 

I need this reminder myself, so I hope it will resonate with some of you all too. Seek the Lord wherever you are and speak to Him there. He wants to hear your heart always, not just when you step inside the four walls of your church. 

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“Rezo mejor cuando estoy en la iglesia”.

¿Cuántas veces has escuchado a alguien decir eso? O, mejor aún, ¿cuántas veces lo has dicho tú mismo? Por lo menos yo sí soy culpable. Tiendo a rezar mucho mejor cuando estoy en mi parroquia que cuando estoy en casa.

A menudo, eso se convierte en una excusa de por qué no rezo bien en casa (o ni rezo). Tiene bastante sentido. En mi parroquia tengo acceso a una iglesia abierta, a Jesús en el tabernáculo, a un montón de sacramentales, a compañeros de trabajo que están todos trabajando en el mismo campo misionero y otras cosas que ayudan a atraer y enfocar mi atención mucho más que cuando estoy en casa. No me gusta dar esas cosas por hecho, así que hago un esfuerzo adicional para pasar más tiempo en oración cuando estoy en el trabajo.

Puedo ver algunos paralelos con la Primera Lectura de hoy, donde los israelitas iban a la tienda de reunión para consultar con el Señor, como si ese fuera el único lugar donde podían estar en comunión con Él.

Sin embargo, sabemos que nuestro Dios es todopoderoso y omnipresente. No tenemos que ir solamente a la iglesia para hablar con Él, que es lo que hacemos en la oración. Él está presente para nosotros en todo momento y en todo lugar y siempre quiere saber de nosotros. Nuestra oración no debe estar (y no está) limitada al tiempo que pasamos en el edificio físico de nuestra iglesia o en cualquier otro lugar de la propiedad de nuestra iglesia.

Yo mismo necesito este recordatorio, así que espero que resuene con algunos de ustedes también. Busquen al Señor dondequiera que estén y háblenle allí. Él quiere escuchar tu corazón siempre, no solo cuando entras dentro de las cuatro paredes de tu iglesia.

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Erin is a Cleveland native and graduate of Franciscan University of Steubenville. She is passionate about the Lord Jesus, all things college sports and telling stories and she is blessed enough to get paid for all three of her passions as a full-time youth minister and a freelance sports writer.

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