He Wants it All / Dios lo Quiere Todo

At the risk of stating the obvious, Jesus’ ways are not our ways. I will even go so far as to say that it is as true today as it was when Jesus and the Disciples walked the earth. In today’s Gospel, Jesus uses two examples to show us what not to do and then compares that with an example of his expectation.

The first part of Jesus’s teaching is to beware of those who hold themselves in high esteem. One doesn’t need to look far to see people who feel entitled to the places of honor, who gain wealth at the expense of others, and put on a good front, who seem to have it all together on social media. Jesus is clear that these people will be condemned. 

Remember, the people of Israel were looking for a king. Someone to come in and rearrange the social order so that the Israelites would no longer be subject to the Romans. Jesus is not rearranging the social order, he is completely rewriting it. It isn’t enough to want to be in power or have the seat of honor, Jesus is looking into the heart. Our prayers should not be a pretext, but a plea from the heart, a deepening of our relationship with our Creator.

In the story of the poor widow, we see Jesus respond with warmth and kindness to the poor woman who gave her all. It isn’t about the amount we give, Jesus wants all of us. Do we give of our very selves? Do we prioritize giving or do we only give what is comfortable to give, from what we have leftover after we take care of everything else? 

When asked about the greatest commandment, Jesus told us to love God first, and then to love our neighbor as ourself. In this reading from Mark’s Gospel we see examples of what it looks like when we don’t put God first, when we place ourselves above our neighbors. We can’t help but be moved when our human tendency to put self first is contrasted with the poor widow who gave it all. 

Lord, grant me the humility to give you my all like the poor widow and not hold anything back.

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A riesgo de afirmar lo obvio, los caminos de Jesús no son los nuestros. Incluso me atreveré a decir que es tan cierto hoy como lo era cuando Jesús y los discípulos caminaban por la tierra. En el Evangelio de hoy, Jesús utiliza dos ejemplos para mostrarnos qué no hacer y luego lo compara con un ejemplo de sus expectativas.

La primera parte de la enseñanza de Jesús es tener cuidado con aquellos que se tienen en alta estima. No hace falta mirar muy lejos para ver personas que se sienten con derecho a lugares de honor, que se enriquecen a expensas de los demás y dan una buena fachada, que parecen tenerlo todo bajo control en las redes sociales. Jesús tiene claro que estas personas serán condenadas.

Recuerde, el pueblo de Israel buscaba un rey. Alguien que entrara y reorganizara el orden social para que los israelitas ya no estuvieran sujetos a los romanos. Jesús no está reordenando el orden social, lo está reescribiendo por completo. No basta con querer estar en el poder o tener un asiento de honor, Jesús está mirando al corazón. Nuestras oraciones no deben ser un pretexto, sino una súplica del corazón, una profundización de nuestra relación con el Creador.

En la historia de la viuda pobre, vemos a Jesús responder con calidez y bondad a la pobre mujer que lo dio todo. No se trata de la cantidad que damos, Jesús quiere todo de nosotros. ¿Damos de nosotros mismos? ¿Priorizamos dar o solo damos lo que nos resulta cómodo, de lo que nos sobra después de ocuparnos de todo lo demás?

Cuando se le preguntó cuál era el mandamiento más importante, Jesús nos dijo que amáramos a Dios primero y luego a nuestro prójimo como a nosotros mismos. En esta lectura del Evangelio de Marcos vemos ejemplos de cómo se ve cuando no ponemos a Dios en primer lugar, cuando nos colocamos por encima de nuestros vecinos. No podemos evitar conmovernos cuando nuestra tendencia humana a ponernos a nosotros mismos en primer lugar se contrasta con la viuda pobre que lo dio todo.

Señor, concédeme la humildad de darte todo, como la viuda pobre, y no reservarme nada.

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Sheryl’s first calling is to be wife and partner to Tom, who is a candidate for the Permanent Diaconate in the Diocese of Kalamazoo. She also gets to live out her passion for teaching and learning by serving as principal at St. Therese Catholic School in Wayland, Michigan. Home is full with Carlyn, our goofy golden retriever, Lucy, our terrier mix wild child, and Mila, our very special Bernese Mountain dog. 

Feature Image Credit: Priyansh Patidar, unsplash.com/photos/a-group-of-round-objects-GtTzt6winiQ

Hope at the End of the Struggle / Esperanza al Final de la Batalla

“Amen, I say to you, there is no one who has given up house or brothers or sisters or mother or father or children or lands for my sake and for the sake of the gospel who will not receive a hundred times more now in this present age . . . with persecutions, and eternal life in the age to come” (Mark 10:29–30). The above words of Christ from Mark’s Gospel tie our readings together by reminding us that both trial and hope coexist in this life.

As we read about the Fall of man, we are reminded of the grave sin of Adam and Eve. Their sin ushers in a long age of shame, darkness, and confusion, marked by enmity between mankind and the devil. The dejection resulting from this punishment is expressed by the psalmist, who says, “If you, O Lord, mark iniquities, Lord, who can stand?” (Ps 130:3). The state of sin in which man finds himself bears bitter fruit in the attitude of the scribes toward Jesus, who blaspheme the Holy Spirit by attributing the works of Christ to Satan.

Despite this depravity, our readings are also full of hope. At the end of the account of the Fall, God promises a Savior: “I will put enmity between you and the woman, and between your offspring and hers; he will strike at your head, while you strike at his heel” (Gen 3:15). This has been seen from the beginning of the Church as a veiled reference to the privileged “offspring” of “the woman,” Jesus, the son of the New Eve, Mary. He will fight Satan and crush his head. Even in the depths of original sin, we will receive a Savior.

The psalmist, too, does not stop with darkness. “But with you is forgiveness, that you may be revered” (Ps. 130:4). St. Paul, while describing his body as “wasting away,” describes his inner self as “being renewed day by day,” awaiting “a dwelling not made with hands, eternal in heaven” (2 Cor 4:16; 5:1). And Jesus, despite hatred and rejection, rejoices in the kinship of those who do the will of the Father: “Here are my mother and my brothers” (Mark 3:34).

This complex picture reflects the dramatic journey of the saints toward heaven. In this life, we are corrupted by sin, weakened by the battle between light and darkness, weighed down by our iniquities, tempted to reject the love of God. Even when we sacrifice house, brothers, sisters, and all the rest for Jesus and the Gospel, we are to expect the hundredfold “with persecutions.” But at the end of it all is the promise of forgiveness for the contrite of heart, the promise of the victory of Christ over the offspring of the serpent, the promise of an eternal dwelling with Our Lord in heaven.

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“En verdad les digo que no hay nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o terrenos por mí y por el evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este mundo…con persecuciones y vida eterna en la edad por venir” (Marcos 10,29-30). Las palabras anteriores de Cristo en el Evangelio de Marcos unen nuestras lecturas al recordarnos que tanto la batalla como la esperanza coexisten en esta vida.

Al leer sobre la caída del hombre, recordamos el grave pecado de Adán y Eva. Su pecado marca el comienzo de una larga época de vergüenza, oscuridad y confusión, marcada por la enemistad entre la humanidad y el diablo. El abatimiento resultante de este castigo lo expresa el salmista, quien dice: “Si conservaras el recuerdo de las culpas, ¿quién habría, Señor, que se salvara?” (Salmo 130,3). El estado de pecado en el que se encuentra el hombre da frutos amargos en la actitud de los escribas hacia Jesús, que blasfeman contra el Espíritu Santo al atribuir las obras de Cristo a Satanás.

A pesar de esta depravación, nuestras lecturas también están llenas de esperanza. Al final del relato de la Caída, Dios promete un Salvador: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la suya; y su descendencia te aplastará en la cabeza, mientras que tú tratarás de morder su talón” (Génesis 3,15). Esto ha sido visto desde los inicios de la Iglesia como una referencia velada a la “descendencia” privilegiada de “la mujer”, Jesús, el hijo de la Nueva Eva, María. Luchará contra Satanás y le aplastará la cabeza. Incluso en las profundidades del pecado original, recibiremos un Salvador.

El salmista tampoco se detiene en la oscuridad. “Pero de ti procede el perdón,

por eso con amor te veneramos. ” (Sal. 130,4). San Pablo, mientras describe que su cuerpo se va “desgastando”, describe su yo interior que “se renueve de día en día”, esperando “una riqueza eterna, una gloria que los sobrepasa con exceso.” (2 Cor 4,16; 5,1). ). Y Jesús, a pesar del odio y el rechazo, se alegra del parentesco de quienes hacen la voluntad del Padre: “Estos son mi madre y mis hermanos” (Marcos 3,34).

Este complejo cuadro refleja el dramático camino de los santos hacia el cielo. En esta vida estamos corrompidos por el pecado, debilitados por la batalla entre la luz y las tinieblas, agobiados por nuestras iniquidades, tentados a rechazar el amor de Dios. Incluso cuando sacrificamos casa, hermanos, hermanas y todo lo demás por Jesús y el Evangelio, debemos esperar el ciento por uno “con persecuciones”. Pero al final de todo está la promesa del perdón para los contritos de corazón, la promesa de la victoria de Cristo sobre la descendencia de la serpiente, la promesa de una morada eterna con Nuestro Señor en el cielo.

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David Dashiell is a freelance author and editor in Nashville, Tennessee. He has a master’s degree in theology from Franciscan University, and is the editor of the anthology Ever Ancient, Ever New: Why Younger Generations Are Embracing Traditional Catholicism.

Feature Image Credit: Fray Foto, cathopic.com/photo/6664-the-cross-and-the-sunset

How We Find Jesus Today / Cómo Encontramos a Jesús Hoy

During Jesus’ life on earth, it was required that every Jewish man make a pilgrimage to Jerusalem for Passover. It was a time to recognize and celebrate the Jewish people’s freedom from Egyptian slavery.  Jesus goes missing and is found three days later in the Temple during this feast that recounts freedom from slavery. As I read this account, I can’t help but contemplate how Jesus would become, just twenty years later, our freedom from the slavery of sin. 

Jewish men typically brought their wives and children on the pilgrimage but would travel separately from them. Therefore, it was not a matter of irresponsible parenting for Mary and Joseph to discover Jesus was missing. At twelve, Jesus was considered old enough to be among the men, although at this age, the cusp of manhood, it would not have been unusual for him to travel alongside His mother. For each to assume Jesus was with the other, therefore, would have been a logical conclusion for His parents to make. (see CCC 583)

At 12 years old, Jesus understood who he was in regard to His deity.  His response to return home with Mary and Joseph, where we are told He would remain obedient to them, growing in wisdom and honor under their watchful eye, demonstrates He also understood who He was in regard to his humanity. Furthermore, when we study this moment in the Gospel, we can not ignore the juxtaposition of the three days Jesus spent in the temple with His resurrection from the dead after three days. (see CCC 534)

Lastly, let us look at the interaction between Jesus and the Pharisees. The Pharisees were asking Jesus questions, and were amazed and astonished by His answers. Two thousand years later, it is easy to forget that we can still come to Jesus asking questions and receiving answers that astound us. Yet, how often do we seek His wisdom and counsel? Do we go to Him with questions, looking for instruction and guidance in the faith? How can we always keep in the forefront of our minds that He is alive, able to teach, direct, console, and amaze us? 

Our Lord and Savior is not dead! He is not distant or unaware; Jesus is back, for eternity, in His Father’s house, sitting at His right hand and able to love us in a way we can barely comprehend! Knowing this, pondering this in our hearts, we can take heart remembering Jesus’ promise to be with us until the end of the age. Jesus cannot be lost; He has made it very clear where He must be and where we can quickly locate Him — still in His Father’s house, in the Tabernacle, in the guise of Bread and Wine — our Eucharistic Lord! (see CCC 2599)

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Durante la vida de Jesús en la tierra, era necesario que todo judío hiciera una peregrinación a Jerusalén para la Pascua. Era un momento para reconocer y celebrar la libertad del pueblo judío de la esclavitud egipcia. Jesús desaparece y es encontrado tres días después en el Templo durante esta fiesta que narra la liberación de la esclavitud. Mientras leo este relato, no puedo evitar contemplar cómo Jesús se convertiría, apenas veinte años después, en nuestra libertad de la esclavitud del pecado.

Los hombres judíos normalmente llevaban a sus esposas e hijos a la peregrinación, pero viajaban separados de ellos. Por lo tanto, no fue una cuestión de paternidad irresponsable que María y José descubrieran que Jesús estaba desaparecido. A los doce años, se consideraba que Jesús tenía la edad suficiente para estar entre los hombres, aunque a esta edad, en la cúspide de la virilidad, no habría sido inusual que viajara junto a su madre. Por lo tanto, que cada uno asumiera que Jesús estaba con el otro habría sido una conclusión lógica para sus padres. (ver CIC 583)

A los 12 años, Jesús entendió quién era con respecto a Su deidad. Su respuesta de regresar a casa con María y José, donde se nos dice que permanecería obediente a ellos, creciendo en sabiduría y honor bajo su atenta mirada, demuestra que también entendió quién era con respecto a su humanidad. Además, cuando estudiamos este momento en el Evangelio, no podemos ignorar la yuxtaposición de los tres días que Jesús pasó en el templo con su resurrección de entre los muertos después de tres días. (ver CIC 534)

Por último, veamos la interacción entre Jesús y los fariseos. Los fariseos le hacían preguntas a Jesús y quedaban asombrados por sus respuestas. Dos mil años después, es fácil olvidar que todavía podemos acudir a Jesús haciéndole preguntas y recibiendo respuestas que nos asombren. Sin embargo, ¿con qué frecuencia buscamos Su sabiduría y consejo? ¿Acudimos a Él con preguntas, buscando instrucción y guía en la fe? ¿Cómo podemos tener siempre presente en nuestra mente que Él está vivo y es capaz de enseñarnos, dirigirnos, consolarnos y asombrarnos?

¡Nuestro Señor y Salvador no está muerto! No está distante ni inconsciente; ¡Jesús está de nuevo, por la eternidad, en la casa de Su Padre, sentado a Su diestra y capaz de amarnos de una manera que ni siquiera podemos comprender! Sabiendo esto, reflexionando sobre esto en nuestros corazones, podemos animarnos al recordar la promesa de Jesús de estar con nosotros hasta el fin de los tiempos. Jesús no se puede perder; Él ha dejado muy claro dónde debe estar y dónde podemos localizarlo rápidamente: todavía se encuentra en la casa de Su Padre, en el Tabernáculo, bajo la apariencia de Pan y Vino, ¡nuestro Señor Eucarístico! (ver CIC 2599)

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Allison Gingras ( www.ReconciledToYou.com ) — Shares her love of the Catholic Faith with stories, laughter, and honesty as experienced in the ordinary of life! Her writing includes Encountering Signs of Faith (Ave Maria Press) and the Stay Connected Journals for Women (OSV). Allison is a Catholic Digital Media Specialist for Family Rosary, Catholic Mom, and the Fall River Diocese. She hosts A Seeking Heart podcast and is co-host of the Catholic Momcast podcast.

Feature Image Credit: Yomismo, cathopic.com/photo/7235-at-the-holy-sepulcher-in-jerusalem

The views and opinions expressed in the Inspiration Daily blog are solely those of the original authors and contributors. These views and opinions do not necessarily represent those of Diocesan, the Diocesan staff, or other contributors to this blog.

The Pierced Heart of Our God/ El Corazón Traspasado de Nuestro Dios

Today’s readings draw us into the infinite Divine Love that is symbolized by the Heart of Christ. Hosea describes the tender, fatherly love of God, raising His people to His cheek, and the infinite patience He shows by continuing to protect and nurture a people who reject His love. St. Paul expresses the confidence we have as beloved children of the Father, who are “rooted and grounded in love” and, because of the “the love of Christ which surpasses knowledge” can be “filled with all the fullness of God”! And the Gospel of John points to the final outpouring of the Sacred Heart of Jesus, who held nothing back in his offering of loving obedience to the Father – in this complete Sacrifice for our salvation, the Pierced Heart of God pours out the very last drops of blood and water.

Devotion to the Sacred Heart goes back to the very beginning of the Church, and has been consistent throughout our history, as we find when we read Origen, St. Augustine, St. Bernard, St. Gertrude, St. Margaret Mary, and more! St. John Eudes wrote the first “Office” for the Sacred Heart in the 1600s, and by 1856, the Feast was obligatory for the whole Church. The date was carefully chosen: it is always celebrated on the Friday after the octave of Corpus Christi (followed immediately by the Feast of the Immaculate Heart of Mary the next day). We worship the Body of Christ, and then we focus on the love of His Heart.

This Heart is the Source of the springs of salvation, the locus and channel of all the infinite Love and Mercy of God for us. From the opened wound in the side of Christ, the Bride of Christ – the Church – is born, the Spirit is poured forth on the earth, the cleansing waters of Baptism and the sanctifying and nourishing Blood of the Eucharist are given to us.

Because Jesus and the Father are one in the Holy Spirit, their Love is one – the Love that existed within the Trinity before time began, that exploded at the time of Creation, that created all that is and each one of us, the Love that holds each of us in being in every moment, that became one of us to save us, that nourishes us in the Eucharist, the Love that calls us back to Itself and gives us everything we need and guides every one of our steps, the Love that shares Its own mission of salvation with us, and more – and that same Love pours out over each of us through the Sacred Heart of Jesus, right here, right now, in this moment.

Today, as we bow down in gratitude with the whole Church for all that this Pierced Heart embodies, let us humbly ask Him to fill our own small hearts with His Love, and for the grace to respond to His infinite love with sincere love in return.

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Las lecturas de hoy nos atraen al infinito Amor Divino simbolizado por el Corazón de Cristo. Oseas describe el amor tierno y paternal de Dios, al elevar a su pueblo a su mejilla, y la paciencia infinita que muestra al continuar protegiendo y alimentando a un pueblo que rechaza su amor. San Pablo expresa la confianza que tenemos como hijos amados del Padre, que están “arraigados y cimentados en el amor” y, por “ese amor que sobrepasa todo conocimiento humano” pueden ser “colmados con la plenitud misma de Dios”! Y el Evangelio de Juan señala el derramamiento final del Sagrado Corazón de Jesús, que no retuvo nada en su ofrecimiento de obediencia amorosa al Padre – en este Sacrificio completo por nuestra salvación, el Corazón Traspasado de Dios derrama las últimas gotas de sangre y agua.

La devoción al Sagrado Corazón se remonta a los inicios de la Iglesia y ha sido constante a lo largo de nuestra historia, como lo encontramos cuando leemos a Orígenes, San Agustín, San Bernardo, Santa Gertrudis, Santa Margarita María y muchos más. San Juan Eudes escribió el primer “Oficio” para el Sagrado Corazón en el siglo XVII y, en 1856, la Fiesta era obligatoria para toda la Iglesia. La fecha fue elegida cuidadosamente: siempre se celebra el viernes después de la octava del Corpus Christi (seguido inmediatamente por la Fiesta del Inmaculado Corazón de María al día siguiente). Adoramos el Cuerpo de Cristo y luego nos enfocamos en el amor de Su Corazón.

Este Corazón es la Fuente de los manantiales de la salvación, el lugar y canal de todo el infinito Amor y Misericordia de Dios por nosotros. De la herida abierta en el costado de Cristo nace la Esposa de Cristo – la Iglesia –, el Espíritu se derrama sobre la tierra, se nos dan las aguas purificadoras del Bautismo y la Sangre santificante y nutritiva de la Eucaristía.

Debido a que Jesús y el Padre son uno en el Espíritu Santo, su Amor es uno: el Amor que existió dentro de la Trinidad antes de que comenzara el tiempo, que explotó en el momento de la Creación, que creó todo lo que existe y a cada uno de nosotros, el Amor que nos sostiene en el ser a cada uno de nosotros en cada momento, que se hizo uno de nosotros para salvarnos, que nos nutre en la Eucaristía, el Amor que nos llama a Sí mismo y nos da todo lo que necesitamos y guía cada uno de nuestros pasos, el Amor que comparte Su propia misión de salvación con nosotros, y más – y ese mismo Amor se derrama sobre cada uno de nosotros a través del Sagrado Corazón de Jesús, aquí, ahora, en este momento.

Hoy, mientras nos inclinamos en gratitud con toda la Iglesia por todo lo que este Corazón Traspasado encarna, pidámosle humildemente que llene nuestros pequeños corazones con Su Amor y que tengamos la gracia de responder a Su amor infinito con un amor sincero.

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Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and eight grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

Feature Image Credit: Gerardo Javier Juarez Martinez, cathopic.com/photo/8585-sacred-heart

Cycle of Love / El Ciclo del Amor

We learn sequencing and the order of rituals at a very early age. Infants are able to anticipate “what comes next” in basic sequences of events that have been routinely incorporated into their daily life. For example, a bedtime routine might consist of a diaper change, pajamas, short picture book, feeding in a dark room, and background white noise or soft music only used at bedtime. The end result (the parents desperately hope), is a sleepy baby who is ready to rest for more than 2 hours. This, of course, takes time, patience, and practice. However, study after study shows that a solid, consistent, unvarying routine will eventually result in a baby who somewhat regularly goes to sleep. 

Rituals and routines continue throughout our lives. There is a certain order of things in our daily existence: morning routines, after school routines, even our own bedtime routines. Each one cues our minds and bodies to a certain time of day or series of events that comes next.

In our Gospel today, Jesus offers us a routine, a blueprint, for how to consistently follow God and find Him in each moment. In order for the routine to work, however, the order must be followed as Jesus gave it to us.

First, and foremost, we must love God. Jesus quotes Deuteronomy 6:4-5. This is the Shema, the great commandment of the Lord. Before all else and above all else and with our whole self, we must love God. 

Love is not a static thing. It is active, vibrant, and multiplicative. Each time love is given, more love returns and expands. Therefore, it is logical that if we give God our love, love will be given back to us in equal and even fuller measure. What we receive, we can then continue to give. We give the love back to God, continuing the cycle of loving, but we have received even more than we gave. Where does the overflow of love go?

Jesus tells us it goes to two places. First, we must love ourselves. We are God’s beloved sons and daughters. We are made in His image and each of us is precious and unique. When we love ourselves with the love God has for us, we will recognize our inherent dignity and worth in His eyes. 

Our cup continues to overflow, because now that we have loved God and loved ourselves, we are bursting with a love that keeps multiplying. Who else can we share this love with? Our neighbor. When we share love with our neighbor, we are not only sharing love with him or her, but we are also loving Jesus who lives within them. 

The great cycle of love continues. Love of God, love and affirmation of self in the eyes of God, love of each of God’s children in whom God dwells. The deeper we enter into this cycle of love, the greater our capacity to love will grow.

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Aprendemos la secuencia y el orden de las costumbres a una edad muy temprana. Los bebés son capaces de anticipar “lo que viene después” en secuencias básicas de acontecimientos que se han incorporado de forma rutinaria a su vida diaria. Por ejemplo, una rutina a la hora de acostarse puede consistir en cambiar pañales, poner los pijamas, leer un libro ilustrado breve, alimentarlo en una habitación oscura y poner ruido blanco de fondo o música suave que solo se utiliza antes de acostarse. El resultado final (los padres esperan desesperadamente) es un bebé somnoliento que está listo para descansar por más de 2 horas. Esto, por supuesto, requiere tiempo, paciencia y práctica. Sin embargo, estudio tras estudio muestra que una rutina sólida, consistente e invariable eventualmente dará como resultado un bebé que duerme con cierta regularidad.

Las costumbres y rutinas continúan a lo largo de la vida. Hay un cierto orden en la existencia diaria: las rutinas matutinas, las rutinas después de la escuela, incluso nuestras propias rutinas a la hora de dormir. Cada uno indica a nuestras mentes y cuerpos una determinada hora del día o una serie de eventos que vienen a continuación.

En nuestro Evangelio de hoy, Jesús nos ofrece una rutina, un modelo, sobre cómo seguir constantemente a Dios y encontrarlo en cada momento. Sin embargo, para que la rutina funcione, se debe seguir el orden tal como Jesús nos lo dio. Primero y más importante, debemos amar a Dios. Jesús cita Deuteronomio 6:4-5. Este es el Shemá, el gran mandamiento del Señor. Ante todo y sobre todo y con todo nuestro ser, debemos amar a Dios.

El amor no es algo estático. Es activo, vibrante y multiplicativo. Cada vez que se entrega el amor, más amor regresa y se expande. Por tanto, es lógico que si damos a Dios nuestro amor, el amor nos será devuelto en igual y aún mayor medida. Lo que recibimos, lo podemos seguir dando. Devolvemos el amor a Dios, continuando el ciclo de amar, pero hemos recibido incluso más de lo que dimos. ¿A dónde va el desbordamiento del amor?

Jesús nos dice que va a dos lugares. Primero, debemos amarnos a nosotros mismos. Somos los hijos e hijas amados de Dios. Estamos hechos a Su imagen y cada uno de nosotros es precioso y único. Cuando nos amamos a nosotros mismos con el amor que Dios tiene por nosotros, reconoceremos nuestra dignidad y valor inherentes ante sus ojos.

Nuestra copa sigue rebosando, porque ahora que hemos amado a Dios y nos hemos amado a nosotros mismos, estamos rebosantes de un amor que se sigue multiplicando. ¿Con quién más podemos compartir este amor? Nuestro vecino. Cuando compartimos amor con nuestro prójimo, no sólo estamos compartiendo amor con él o ella, sino que también estamos amando a Jesús que vive dentro de ellos.

El gran ciclo del amor continúa. Amor de Dios, amor y afirmación de uno mismo ante los ojos de Dios, amor de cada uno de los hijos de Dios en quienes Dios habita. Cuanto más profundamente entremos en este ciclo de amor, mayor crecerá nuestra capacidad de amar.

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Kate Taliaferro is an Air Force wife and mother. She is blessed to be able to homeschool, bake bread and fold endless piles of laundry. When not planning a school day, writing a blog post or cooking pasta, Kate can be found curled up with a book or working with some kind of fiber craft. Kate blogs at DailyGraces.net.

Feature Image Credit: Pixabay, www.pexels.com/photo/seashore-269583/

Our Ultimate End / El Ultimo Fin

In today’s Gospel, we encounter the Sadducees who are trying to catch Jesus in a trap. They present a seemingly impossible dilemma to Jesus about the resurrection and they hope to trip him up. The problem is that they are thinking with human minds and not seeing in the way that God sees. Jesus notes this immediately and calls them out for not knowing “the Scriptures or the power of God.”

I think many of us are probably in this same boat. When it comes to things that are beyond our natural comprehension, it is difficult to have faith. Like the Sadducees, we try to put God and his power into human terms. When we hear things like “we will one day share in the divinity of God himself,” we struggle to understand. But Jesus is clear in the Gospel that even though it may be hard to understand, we can trust him. Furthermore, we can trust in the power of God. 

While we may not be experiencing our final end right now, that is eternal happiness with God in heaven, that doesn’t mean that we don’t have a taste of what this will be like. Through our baptism we have been given the life of God in our souls. Through confirmation we are given strength and the power of the Holy Spirit. Through the Eucharist we are given divine food for the journey. Through reconciliation we are freed from the bonds of sin. We could go on and on. Here and now we are experiencing, in a small way, the beauty of what we will experience in heaven. 

Even so, these sacraments that bring us closer to God’s divine life, are physical signs of God’s love. They are effective signs that truly change us, but in heaven we will no longer need signs. We will fully experience what we were truly made for. This is why Jesus says in the Gospel that in heaven we will neither marry nor be given in marriage. When done well, marriage is a sign of Christ’s love for his Church. In heaven, we will fully experience the love God has for his Church. 

So maybe today is a great day to look at the relationships and people we have around us in this life. Perhaps the question we should be asking is how can we one day get to heaven and bring as many of those we love with us? God desires that all men be saved, but it is our choice to accept that salvation and preach it to others. Let us all trust in what God has revealed and take great comfort that he wants us all to be happy with him for eternity. Otherwise we are no better than the Sadducees who did not believe in the Resurrection. This made them very sad-u-see. 

From all of us here at Diocesan, God bless!

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En el evangelio de hoy nos encontramos con los saduceos que intentan atrapar a Jesús en una trampa. Le presentan a Jesús un dilema aparentemente imposible sobre la resurrección y esperan hacerle trabarse. El problema es que piensan con mentes humanas y no ven como Dios ve. Jesús se da cuenta de esto inmediatamente y los critica por no entender “las Escrituras ni el poder de Dios”. 

Creo que muchos de nosotros nos encontramos en la misma situación. Cuando se trata de cosas que están más allá de nuestra comprensión natural, es difícil tener fe. Al igual que los saduceos, intentamos poner a Dios y su poder en términos humanos. Cuando escuchamos cosas como “un día compartiremos la divinidad de Dios mismo”, nos cuesta entender. Pero Jesús es claro en el Evangelio: aunque pueda ser difícil de entender, podemos confiar en él. Además, podemos confiar en el poder de Dios.

Si bien es posible que no estemos experimentando nuestro fin final en este momento, que es la felicidad eterna con Dios en el cielo, eso no significa que no tengamos una idea de cómo será esto. A través de nuestro bautismo se nos ha dado la vida de Dios en nuestras almas. A través de la confirmación recibimos fuerza y el poder del Espíritu Santo. A través de la Eucaristía se nos da alimento divino para el camino. A través de la reconciliación somos liberados de las ataduras del pecado. Podríamos seguir y seguir. Aquí y ahora estamos experimentando, en pequeña medida, la belleza de lo que viviremos en el cielo.

Aun así, estos sacramentos que nos acercan a la vida divina de Dios, son signos físicos del amor de Dios. Son señales efectivas que realmente nos cambian, pero en el cielo ya no necesitaremos señales. Experimentaremos plenamente aquello para lo que realmente fuimos creados. Por eso Jesús dice en el Evangelio que en el cielo no nos casaremos ni seremos dados en matrimonio. Cuando se vive de buena forma, el matrimonio es un signo del amor de Cristo por su Iglesia. En el cielo experimentaremos plenamente el amor que Dios tiene por su Iglesia.

Entonces, tal vez hoy sea un gran día para observar las relaciones y las personas que tenemos a nuestro alrededor en esta vida. Quizás la pregunta que deberíamos hacernos es ¿cómo podremos algún día llegar al cielo y traer con nosotros a nuestros seres queridos? Dios desea que todos los hombres se salven, pero es nuestra decisión aceptar esa salvación y predicarla a los demás. Confiemos todos en lo que Dios ha revelado y consolémonos porque quiere que todos seamos felices con él por toda la eternidad. De lo contrario, no somos mejores que los saduceos que no creían en la resurrección. Y esto los puso muy tristes.

De parte de todos nosotros aquí en Diocesan, ¡Dios los bendiga!

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Tommy Shultz is a Business Development Representative for Diocesan. In this role he is committed to bringing the best software to dioceses and parishes while helping them evangelize on the digital continent. Tommy has worked in various diocese and parish roles since his graduation from Franciscan University with a Theology degree. He hopes to use his skills in evangelization, marketing, and communications, to serve the Church and bring the Good News to all. His favorite quote comes from St. John Paul II, who said, “A person is an entity of a sort to which the only proper and adequate way to relate is love.”

Feature Image Credit: Danist Soh, unsplash.com/photos/aerial-photograph-of-clouds-5D47VsGV86c

Being Tested / Puesto a Prueba

Question: What is the first thing that comes to mind when you hear the word, “Testing”? Testing happens in many circumstances and in numerous ways, not just in school or the doctor’s office. The readings today speak about this concept. 

In the first reading, the phrase “beloved…be on your guard not to be led into…error,” really stands out. I can be led into error as soon as the alarm goes off each morning! If I open up my smart device and start scrolling through email, social media or any number of things that take time away from my routine, there is a domino effect on my day. A choice is made constantly, out of habit or judgment, to stay on the path of The Way in all circumstances. Does my selection keep me off the slippery slope of temptation or lead me to regret or sin?

Jesus knew the Pharisees and Herodians hearts and minds concerning a question of paying census tax to Caesar. “Why are you testing me?”, He replied. Perhaps Jesus was tempted to be demeaning, sarcastic, or dodge the question. He did not answer with an omission and half truth, but chose to answer them directly and in a manner of truthful fact.

There is some really interesting reading in the Catechism of the Church. This Gospel passage is quoted directly. (see CCC 2242). There is quite a lot to think about in this chapter concerning living life as a Christian in society. I can see how easily I can be caught off guard and trapped in my words. I have to remember that the other is a divinely made person to be treated with respect, as Jesus did with those who were trying to test and entrap Him in His words and deeds.

Lord Jesus, open my ears, heart, and mind to follow Your will in my life. Guardian Angel, give me the guidance, patience and strength to make better choices throughout my day. Help me to stop the sarcasm or biting words that can put down or wound others when I act or speak. I pray to grow in grace and knowledge of You and The Way. Amen.

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Pregunta: ¿Qué es lo primero que le viene a la mente cuando escucha la palabra “Prueba”? Las pruebas se realizan en muchas circunstancias y de numerosas maneras, no sólo en la escuela o el consultorio del médico. Las lecturas de hoy hablan de este concepto.

En la primera lectura, realmente destaca la frase “queridos hermanos…vivan en guardia para que no los arrastre el error”. ¡Puedo caer en el error tan pronto como suena la alarma cada mañana! Si abro mi teléfono y empiezo a revisar el correo electrónico, las redes sociales o cualquier cantidad de cosas que me quitan tiempo de mi rutina, hay un efecto dominó en mi día. Constantemente se toma la decisión, por costumbre o por criterio, de permanecer en el sendero del Camino Verdadero en todas las circunstancias. ¿Mi decisión me mantiene alejado de la pendiente resbaladiza de la tentación o me lleva al arrepentimiento o al pecado?

Jesús conocía los corazones y las mentes de los fariseos y herodianos con respecto a la cuestión del pago de los impuestos del censo al César. “¿Por qué me ponen una trampa?”, respondió. Quizás Jesús estuvo tentado a ser degradante, sarcástico o eludir la pregunta. No respondió con omisiones y verdades a medias, sino que optó por responderlas directamente y de manera veraz.

Hay una lectura realmente interesante en el Catecismo de la Iglesia. Este pasaje del Evangelio se cita directamente. (ver CIC 2242). Hay mucho en qué pensar en este capítulo acerca de vivir la vida como cristiano en la sociedad. Puedo ver con qué facilidad me quedo con la guardia baja y atrapada en mis palabras. Debo recordar que el otro es una persona divinamente hecha a quién se debe tratar con respeto, como lo hizo Jesús con aquellos que intentaban probarlo y atraparlo en sus palabras y hechos.

Señor Jesús, abre mis oídos, mi corazón y mi mente para seguir Tu voluntad en mi vida. Ángel de la guarda, dame la guía, la paciencia y la fuerza para tomar mejores decisiones a lo largo de mi día. Ayúdame a detener el sarcasmo o las palabras mordaces que pueden humillar o herir a otros cuando actúo o hablo. Te pido que me ayudes a crecer en gracia y conocimiento de Ti y del Camino Verdadero. Amén.

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Beth Price is part of the customer care team at Diocesan. She is a Secular Franciscan (OFS) and a practicing spiritual director. Beth shares smiles, prayers, laughter, a listening ear and her heart with all of creation. Reach her here bprice@diocesan.com.

Feature Image Credit: Caleb Woods,  unsplash.com/photos/girl-covering-her-face-with-both-hands-VZILDYoqn_U

Visible Interior Change / Un Cambio Interior Visible

It’s pretty incredible how our bodies react to certain stimuli. For example, what a difference rays of warm sunshine make after a couple months of cloudy cold. Out come the sweatshirts, the sandals and the ice cream! No kidding, we had ice cream cones in the first week of February because the sun finally came out. My kids all thought it was summertime and obviously mommy did too. 

We were all more excited, more joyful, and had more energy. We played pickleball in the driveway, tossed a football around in the front yard and spent time swinging on the swings. All of that happened because the sun came out!

Can you imagine what happens in our interior when met with spiritual stimuli? I was taught that you cannot spend time in front of the Blessed Sacrament without being changed. Perhaps we don’t feel any different, and maybe we don’t even act terribly differently, but a part of our soul is changed forever because we have spent time in the presence of our Divine Maker. 

The difficult reality that we then face is that this change within us may not be welcome by those around us. In today’s Gospel, Jesus tells the parable of a man who leased his vineyard to tenant farmers who beat and killed his servants and eventually his beloved son. This, of course, prefigures Jesus’ own passion and death. 

Jesus did not deserve the torture and death he received. It was his consequence for doing what he was asked to do, for being a light to the world. And potentially, it could be our consequence too, as it was for St. Charles Lwanga and countless other martyrs who have gone before us. We often do not deserve the punishments life throws at us, nor do we seek them out, yet they happen nonetheless. The loss of friendships, the disdain of coworkers, or the isolation from family members… Yet we are called to march onward, ever moving forward toward our goal. 

I invite you to choose one thing today that will make an impact on your soul. Ask St. Charles Lwanga for his intercession to be bold enough that your interior change will be visible. Let your love shine even in the darkest places. Let a positive spirit ring out in a negative environment. Let truth outshine gossip. And may the Holy Spirit guide you always. 

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Es bastante increíble cómo reacciona nuestro cuerpo ante ciertos estímulos. Por ejemplo, qué diferencia hacen unos rayos de sol cálidos después de un par de meses de frío y nubes. ¡Ya salen las sudaderas, las sandalias y el helado! No es broma, comimos barquillos de helado en la primera semana de febrero porque finalmente salió el sol. Todos mis hijos pensaban que era verano y obviamente la mamá también.

Todos estábamos más emocionados, más alegres y teníamos más energía. Jugamos pickleball en el camino de entrada, lanzamos una pelota de fútbol en el patio delantero y pasamos tiempo columpiándonos. ¡Todo eso pasó porque salió el sol!

¿Te imaginas lo que sucede en nuestro interior ante estímulos espirituales? A mí me enseñaron que no se puede pasar tiempo frente al Santísimo Sacramento sin quedar cambiado. Quizás no nos sentimos diferentes, y quizás ni siquiera actuamos de una forma muy distinta, pero una parte de nuestra alma cambia para siempre porque hemos pasado tiempo en presencia de nuestro Divino Creador.

La difícil realidad a la que nos enfrentamos entonces es que este cambio dentro de nosotros puede ser no bienvenido por quienes nos rodean. En el Evangelio de hoy, Jesús cuenta la parábola de un hombre que alquiló su viña a unos viñadores que golpearon y mataron a sus sirvientes y, finalmente, a su amado hijo. Esto, por supuesto, prefigura la propia pasión y muerte de Jesús.

Jesús no merecía la tortura y la muerte que recibió. Fue su consecuencia por hacer lo que se le pidió, por ser luz al mundo. Y potencialmente, podría ser nuestra consecuencia también, como lo fue para San Carlos Lwanga y muchos otros mártires que nos precedieron. A menudo no merecemos los castigos que nos lanza la vida, ni los buscamos, pero aún así suceden. La pérdida de amistades, el desprecio de los compañeros de trabajo o el aislamiento de los miembros de la familia… Sin embargo, estamos llamados a marchar hacia adelante, avanzando siempre hacia la meta.

Te invito a elegir hoy una cosa que impacta tu alma. Pide a San Carlos Lwanga su intercesión para ser lo suficientemente audaz como para que tu cambio interior sea visible. Deja que tu amor brille incluso en los lugares más oscuros. Deja que un espíritu positivo resuene en un ambiente negativo. Deja que la verdad sobresale ante los chismes. Y que el Espíritu Santo los guíe siempre.

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Feature Image Credit: Jopwell, pexels.com/photo/woman-in-blue-suit-jacket-2422293/


Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works full time at Diocesan, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

Panis Angelicus – Bread of Angels / Pan de los Ángeles

Music is a way to express emotion when words are otherwise limited. As I have always found prayer difficult, I’ve been trying to better develop my relationship with God through various aids. One recent example is investing in piano lessons for my children, with the hope that this will result in a skillset that they can use to praise God. Have you ever stopped to take in just how important music is in the Church? How many beautiful hymns can you recall word for word? 

Panis Angelicus is one of my favorite hymns about the Eucharist. I remember growing up listening to the version by then 10-year-old Charlotte Church. In English, the hymn is translated as “The Bread of Angels”, and originates from a longer hymn by Saint Thomas Aquinas for the Feast of Corpus Christi (the Body of Christ). 

Bread of Angels, made the bread of men; The Bread of heaven puts an end to all symbols: A thing wonderful! The Lord becomes our food: poor, a servant, and humble. We beseech Thee, Godhead One in Three That Thou wilt visit us, as we worship Thee, lead us through Thy ways, We who wish to reach the light in which Thou dwellest. Amen.

The Feast of Corpus Christi is about understanding the importance of the Eucharist, that which can only happen through the Mass.  Understanding the value and importance of the Mass is so important, especially since it is so often taken for granted. It is a battle against the distractions of this world to prioritize Mass, particularly when multiple family members need convincing.

Becoming one with Jesus when receiving Communion is a mystery that can be hard to grasp. But as Saint John Vianney declared, “If we truly understood the Mass, we would die of joy!Jesus gave us this most awe-inspiring Gift of Himself. It is difficult to capture with human emotion, but is a reminder that He is always with us, nourishing us in times of both prosperity and weakness, until the end of the age.

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La música es una forma de expresar emociones cuando las palabras son limitadas. Como siempre me ha resultado difícil rezar, he estado tratando de desarrollar mejor mi relación con Dios a través de diversas formas. Un ejemplo reciente es invertir en lecciones de piano para mis hijos, con la esperanza de que esto resulte en un conjunto de habilidades que puedan utilizar para alabar a Dios. ¿Alguna vez te has detenido a reflexionar sobre la importancia que tiene la música en la Iglesia? ¿Cuántos hermosos himnos puedes recordar palabra por palabra?

Panis Angelicus es uno de mis himnos favoritos sobre la Eucaristía. Recuerdo haber crecido escuchando la versión de Charlotte Church, que entonces tenía 10 años. En español, el himno se traduce como “El pan de los ángeles” y tiene su origen en un himno más largo de Santo Tomás de Aquino para la fiesta del Corpus Christi (el Cuerpo de Cristo).

Pan de Ángeles, hecho pan de hombres; El Pan del cielo pone fin a todos los símbolos: ¡Algo maravilloso! El Señor se hace nuestro alimento: pobre, siervo y humilde. Te suplicamos, Dios Uno en Tres Que nos visites mientras te adoramos, guíanos por tus caminos, a nosotros que deseamos alcanzar la luz en la que moras. Amén.

La Fiesta del Corpus Christi se trata de comprender la importancia de la Eucaristía, aquello que sólo puede suceder a través de la Misa. Comprender el valor y la importancia de la Misa es muy importante, especialmente porque a menudo se toma por hecho. Es una batalla contra las distracciones de este mundo dar prioridad a la Misa, especialmente cuando es necesario convencer a varios miembros de la familia.

Hacerse uno con Jesús al recibir la Comunión es un misterio que puede resultar difícil de comprender. Pero como declaró San Juan Vianney: “¡Si realmente entendiéramos la Misa, moriríamos de alegría!” Jesús nos dio este regalo tan impresionante de sí mismo. Es difícil capturarlo con emoción humana, pero es un recordatorio de que Él siempre está con nosotros, alimentándonos tanto en tiempos de prosperidad como de debilidad, hasta el fin de los tiempos.

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Dr. Alexis Dallara-Marsh is a board-certified neurologist who practices in Bergen County, NJ. She is a wife to her best friend, Akeem, and a mother of two little ones on Earth and two others in heaven above.

Feature Image Credit: Dulce María, cathopic.com/photo/3450-corpus-christi-procession

Live an Exultant Life / Vivir una Vida Gloriosa

It’s all about Jesus. Do you believe he is the Son of God or not? Do you believe he is who he says he is? If you do, it seems like we are not to question him. But I question him often. To be clear, I do not ask if he is Jesus, the Son of the Father; rather, I ask him those questions that come at me in my daily life. Why is it difficult to do the right thing? Why must I sacrifice, again, for the good of others? When will the mercy you give so generously be easy to give to others? Those are some of my questions. What are the questions you ask of Jesus?

In the first reading, those who believe are urged to hold fast to prayer and the mercy of Jesus, who is our salvation. He alone will keep us from stumbling and one day present us “unblemished and exultant” to God. I like the word exultant – great joy; I want great joy. Not only in heaven but here and now in my ordinary life. I want to be exultant. Can you imagine how attractive we would be as followers of Christ, as evangelizers, if we were exultant people? 

Sadly, we are often waiting for life to be perfect or almost perfect before we give ourselves permission to be exultant. Can we reconsider that stance? We are reminded to keep ourselves “in the love of God,” and I think keeping ourselves there will help us with our attitude toward life and joyfulness.

Imagine if those in the Gospel who were questioning Jesus were more concerned with joy than with being right. They lost out on knowing Jesus and all that he had for them because of what? The Gospel says, “fear of the crowd,” but what did that mean? Was it pride or a desire for control? We can think we know the answer, but in the end, does that help us?

Not really. What would help us is to answer this question for ourselves: by whose authority did Jesus act and live and move as he did? The Father. And Jesus, along with the Holy Spirit and the Father, are all still moving in this world. They move with us, for us, and through us. And this is why we can be exultant!

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Todo se trata de Jesús. ¿Crees que es el Hijo de Dios o no? ¿Crees que él es quien dice ser? Si es así, parece que no debemos interrogarlo. Pero yo lo interrogo a menudo. Para ser claros, no pregunto si es Jesús, el Hijo del Padre; más bien le hago aquellas preguntas que me surgen en mi vida diaria. ¿Por qué es difícil hacer lo correcto? ¿Por qué debo sacrificarme, nuevamente, por el bien de los demás? ¿Cuándo será fácil dar a los demás la misericordia que tú tan generosamente das? Esas son algunas de mis preguntas. ¿Cuáles son las preguntas que tú le haces a Jesús?

En la primera lectura se insta a los creyentes a aferrarse a la oración y a la misericordia de Jesús, que es nuestra salvación. Sólo Él nos impedirá tropezar y un día nos presentará “gloriosos y sin mancha” ante Dios. Me gusta la palabra exultante – gran alegría; Quiero una gran alegría. No sólo en el cielo sino aquí y ahora en mi vida ordinaria. Quiero estar exultante. ¿Te imaginas lo atractivos que seríamos como seguidores de Cristo, como evangelizadores, si fuéramos personas exultantes?

Lamentablemente, a menudo esperamos que la vida sea perfecta o casi perfecta antes de darnos permiso para estar exultantes. ¿Podemos reconsiderar esa postura? Se nos recuerda que debemos mantenernos “en el amor de Dios”, y creo que mantenernos allí nos ayudará con nuestra actitud hacia la vida y la alegría.

Imagínese si aquellos en el Evangelio que cuestionaban a Jesús estuvieran más preocupados por la alegría que por tener razón. ¿Perdieron el conocimiento de Jesús y todo lo que él tenía para ellos? ¿Por qué? El Evangelio dice por “miedo a la multitud”, pero ¿qué significa eso? ¿Fue orgullo o deseo de control? Podemos pensar que sabemos la respuesta, pero al final, ¿eso nos ayuda?

No precisamente. Lo que nos ayudaría es responder esta pregunta por nosotros mismos: ¿bajo la autoridad de quién actuó, vivió y se movió Jesús? El Padre. Y Jesús, junto con el Espíritu Santo y el Padre, todavía están moviéndose en este mundo. Se mueven con nosotros, para nosotros y a través de nosotros. ¡Y por eso podemos estar exultantes!

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Deanna G. Bartalini, M.Ed.; M.P.A., is a certified spiritual director, writer, speaker and content creator. The LiveNotLukewarm.com online community is a place to inform, engage and inspire your Catholic faith. Her weekly Not Lukewarm Podcast gives you tips and tools to live out your faith in your daily life.

Haste and Humility / La Prisa y la Humildad

Love does not take a delayed approach to the needs of others, but rather “hastens” to bring whatever help is possible. The deeper the love, the less concern one has about calculations or comfort or capacity; true and deep love is quick to bring all it can to the heart of the situation.

Mary goes “in haste” to help her older relative, Elizabeth, who was with child. Within her, Mary carried the very Son of God, the Savior of the world; we can imagine her joyfully considering God’s mercies and the fulfillment of His Promise, as well as her unceasing prayers to the Most High as she walked along the way. She must have considered the long history of salvation and the many glimpses of the coming of the Savior in the Old Testament, leading to this very moment. The Messiah has come, so small that others do not yet notice.

But like a living tabernacle, her presence radiated the presence of Christ, and upon arriving, a profound event occurred – Elizabeth was filled with the Holy Spirit, and her unborn child, St. John the Baptist, DID notice and leaped in her womb. He was created to announce the Christ, and he affirms His presence without a word! It was a marvelous shared moment of affirmation and recognition of God’s Work of Salvation, beginning here under the hearts of these two humble women, as Elizabeth cries out that Mary is “most blessed…and blessed is the fruit of your womb…Blessed are you who believed.”

And Mary’s response to Elizabeth’s praise echoes through the ages in the prayer that the Church recites together each evening – the Magnificat. She sees clearly through the lens of faith and love that wonderful things are happening and that they are all God’s holy work, due to no merit of her own. Her soul magnifies the Lord and her spirit rejoices in God, in profound humility and surrender. She directs all glory to God, acknowledging that it is His power and mercy working through her.

Mary, drawing from the Old Testament, reminds us that He scatters the proud in their conceit, He casts down the mighty from their thrones, He sends the rich away empty; but He has mercy on those who fear Him, He lifts up the lowly, fills the hungry with good things, and remembers His promise of mercy. We, too, are called to humility and surrender in the Truth of God’s faithfulness and love, so that we can carry Christ and His love and grace within us and bring His light to every darkened place. We are challenged to echo Mary’s Magnificat in our lives, and to set out in haste and humility to meet others in their need, bearing first and foremost the light and love of Christ.

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El amor no se demora en atender las necesidades de los demás, sino que “se apresura” a brindar toda la ayuda posible. Cuanto más profundo es el amor, menos preocupación se tiene por los cálculos, la comodidad o la capacidad; El amor verdadero y profundo se apresura a aportar todo lo que puede al corazón de la situación.

María va “apresuradamente” para ayudar a su pariente mayor, Isabel, que estaba embarazada. María llevaba en ella al mismo Hijo de Dios, Salvador del mundo; podemos imaginarla considerando con alegría las misericordias de Dios y el cumplimiento de Su Promesa, así como sus incesantes oraciones al Altísimo mientras caminaba por el camino. Ella debe haber considerado la larga historia de la salvación y los muchos vislumbres de la venida del Salvador en el Antiguo Testamento, que la llevaron a este mismo momento. El Mesías ha llegado, tan pequeño que otros aún no lo notan.

Pero como un tabernáculo viviente, su presencia irradiaba la presencia de Cristo, y al llegar, ocurrió un evento profundo: Isabel fue llena del Espíritu Santo, y su hijo no nacido, San Juan Bautista, SÍ se dio cuenta y saltó dentro de su vientre. ¡Fue creado para anunciar a Cristo y afirma su presencia sin una palabra! Fue un maravilloso momento compartido de afirmación y reconocimiento de la Obra de Salvación de Dios, comenzando aquí, bajo los corazones de estas dos humildes mujeres, cuando Isabel clama que María es “bendita tú… y bendito el fruto de tu vientre… Dichosa tú que has creido.”

Y la respuesta de María a la alabanza de Isabel resuena a través de los siglos en la oración que la Iglesia recita junta cada noche: el Magnificat. Ella ve claramente a través del lente de la fe y el amor que están sucediendo cosas maravillosas y que todas son obra santa de Dios, sin ningún mérito propio. Su alma magnifica al Señor y su espíritu se regocija en Dios, en profunda humildad y entrega. Ella dirige toda la gloria a Dios, reconociendo que es Su poder y misericordia obrando a través de ella.

María, basándose en el Antiguo Testamento, nos recuerda que Él dispersa a los soberbios en su vanidad, derriba a los poderosos de sus tronos, despide a los ricos vacíos; pero tiene misericordia de los que le temen, enaltece a los humildes, colma de bienes a los hambrientos y recuerda su promesa de misericordia. Nosotros también estamos llamados a la humildad y la entrega en la Verdad de la fidelidad y el amor de Dios, para que podamos llevar a Cristo y Su amor y gracia dentro de nosotros y llevar Su luz a cada lugar oscuro. Tenemos el desafío de hacer eco del Magnificat de María en nuestras vidas y de salir al encuentro de los demás con prisa y humildad en sus necesidades, llevando ante todo la luz y el amor de Cristo.

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Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and seven grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

Feature Image Credit: Sandra de Moya, cathopic.com/photo/32241-marys-visit-to-her-cousin-elizabeth

Take Courage and Get Up / ¡Animo! Levántate

Bartimaeus, a blind man, sat by the roadside begging; as Jesus was passing by he yelled out, “Jesus, son of David, have pity on me.”  This may sound familiar to anyone who knows the Jesus Prayer, “Lord Jesus Christ, Son of God, have mercy on me, a sinner.”  The Didache Bible (Ignatius Press, p. 1335) refers to this passage from Mark’s Gospel as “a marvelous instruction on prayer.”

When we look at this blind beggar, we see several characteristics to be emulated in our own lives:

    • A strong faith
    • Persistence in prayer
    • Practice and participation in the faith
    • Drawing nearer to Jesus
    • Acknowledging Jesus as Messiah
    • Bold confidence in Christ
    • Undeterred by anyone’s attempts to hush his voice as he sought Jesus 

Bartimaeus knocked on the heart of Jesus. He asked for mercy, for the Lord’s pity, and his prayers were heard; the door was opened and his eyes were as well. He experienced the healing power of Christ in his life!

The Word Among Us referred to this passage in Mark’s Gospel as “the perfect profession of faith.” The man, unable to see with his eyes, had clear vision of heart. He opened himself up for healing, and we can do the same when we put our faith and trust in the goodness of God. When we ask Jesus for His loving mercy upon us, we may not see physical healing but we can be assured of spiritual healing. 

This encounter is an allegory of our own faith journey. We too can be cured of our spiritual blindness until our life with Him becomes more clear. It may take several attempts sometimes to be who God created us to be; there is a reason the spiritual life is often compared to a journey. But we too must first yell out to Jesus to have mercy on us, then be open to his movement of that mercy in our lives. Though we may want to do it figuratively if we are in Mass or Adoration,  if alone, we can feel free to speak our desires with bold confidence as Bartimaeus did.

What do you seek to have your eyes opened to? Jesus’ touch, more important than any temporary physical healing, brings healing and strength to a broken heart or a fragile faith.  Just as the people encouraged Bartimaeus, “Take courage; get up, Jesus is calling you,” I encourage you to do the same.  What will you tell Jesus you need? Where do you seek his mercy, pity, and compassion in your life?  

May we all hear these comforting words from Jesus, “Go your way; your faith has saved you.”

And may they inspire us to follow ever closer to Him with a renewed heart and clear vision!

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Bartimeo, un hombre ciego, estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna; Al pasar Jesús, gritó: “Jesús, hijo de David, ten compasión de mí”. Esto puede resultarle familiar a cualquiera que conozca la Oración de Jesús: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, un pecador”. La Biblia Didache (Ignatius Press, p. 1335) se refiere a este pasaje del Evangelio de Marcos como “una maravillosa instrucción sobre la oración”.

Cuando miramos a este mendigo ciego, vemos varias características que debemos emular en nuestras propias vidas:

    • Una fe fuerte
    • Persistencia en la oración
    • Practicar y participar en la fe
    • Acercarse a Jesús
    • Reconocer a Jesús como Mesías
    • Confianza audaz en Cristo
    • No dejarse intimidar por los intentos de nadie de silenciar su voz mientras buscaba a Jesús

Bartimeo le tocó al corazón de Jesús. Pidió misericordia, la compasión del Señor, y sus oraciones fueron escuchadas; La puerta se abrió y sus ojos también. ¡Experimentó el poder sanador de Cristo en su vida!

La Palabra Entre Nosotros se refirió a este pasaje del Evangelio de Marcos como “la perfecta profesión de fe”. El hombre, incapaz de ver con los ojos, tenía la visión clara dentro del corazón. Se abrió a la curación y nosotros podemos hacer lo mismo cuando ponemos nuestra fe y confianza en la bondad de Dios. Cuando le pedimos a Jesús su amorosa misericordia para con nosotros, es posible que no seamos sanados físicamente, pero podemos estar seguros de la sanación espiritual.

Este encuentro es una alegoría de nuestro propio camino de fe. Nosotros también podemos ser curados de nuestra ceguera espiritual hasta que nuestra vida con Él se vuelva más clara. A veces puede ser necesario hacer varios intentos para llegar a ser la persona que Dios nos creó ser; Hay una razón por la que la vida espiritual a menudo se compara con un camino. Pero nosotros también debemos primero gritarle a Jesús que tenga misericordia de nosotros, y luego estar abiertos a su movimiento de esa misericordia en nuestras vidas. Aunque es posible que queramos hacerlo figurativamente si estamos en Misa o Adoración, si estamos solos, podemos sentirnos libres de expresar nuestros deseos con audacia y confianza como lo hizo Bartimeo.

¿A qué buscas que se te abren los ojos? El toque de Jesús, más importante que cualquier curación física temporal, trae curación y fortaleza a un corazón quebrantado o a una fe frágil. Así como el pueblo animó a Bartimeo: “¡Ánimo! Levántate, porque él te llama”, te animo a que hagas lo mismo. ¿Qué le dirás a Jesús que necesitas? ¿Dónde buscas su misericordia, pena y compasión en tu vida?

Que todos escuchemos estas reconfortantes palabras de Jesús: “Vete; tu fe te ha salvado”.

¡Y que nos inspiren a seguirlo cada vez más cerca de Él con un corazón renovado y una visión clara!

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Allison Gingras ( www.ReconciledToYou.com ) — Shares her love of the Catholic Faith with stories, laughter, and honesty as experienced in the ordinary of life! Her writing includes Encountering Signs of Faith (Ave Maria Press) and the Stay Connected Journals for Women (OSV). Allison is a Catholic Digital Media Specialist for Family Rosary, Catholic Mom, and the Fall River Diocese. She hosts A Seeking Heart podcast and is co-host of the Catholic Momcast podcast.

Feature Image Credit: Greyerbaby, pixabay.com/photos/girl-pretty-outdoors-portrait-358771/ 

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