Messages From Above / Mensajes de lo Alto

Have you ever thought about how many inspirations we may reject in one day because we don’t believe they were from God. The next question is, are we really listening to the Lord for His council, advice or daily inspirations? If you have never considered that, I invite you to retune your brain to a station that tunes into the Lord. In other words, make room for some quiet time and really try to hear what the Lord is speaking to you. You will be surprised! It took me a while to learn how to do this. The world teaches, especially men, to be fixers and providers. If you’re married, how many times has your wife told you something and you responded by telling her how to fix it? And she responds with: “I don’t want you to fix it, I just want you to listen!” I must confess I have been there. I’m trying to get better.

Zechariah heard the angel’s message but he didn’t believe it. It was a big moment in salvation history. How can you tell? By the fact that Zechariah became mute and could no longer speak. Why? Because he didn’t believe the message that his wife would bear a son. Some say that Elizabeth was around 80 years old. So, how could that be possible? Humanly, it is not possible. But remember that God can do anything. There are several instances in Scripture where an elderly woman conceived and bore a child. Eventually, Zechariah caught on. We know this, because family members we’re trying to name him Zechariah or some other family member’s name. He asked for a tablet and wrote: “His name is John.”

Zechariah paid the price for not believing God’s message. I shudder to think how many times I have not responded to God’s message. He often tells us what we should do in our life. Very often we blow it off. Why? Because we are not thinking supernaturally. We are thinking humanly, which is not always the best. I used to give talks to men’s groups and I asked this question several times: How many believe that God would speak to you through your wife? A hush would come over the group. Some were squirming in their chairs. They had never thought of such a thing. Hopefully, they do now. 

Remember, God can do anything. Sometimes it is something that you didn’t ask for. The Lord always has a reason for everything that happens. Our job is to find out what that reason is. There is also an easier way to find out. Set out on a journey to get closer to God. Guess what happens then? His voice gets a little louder. Then we can be proactive and do what He asks of us. Amen?

Serving with joy!

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¿Alguna vez has pensado en cuántas inspiraciones podemos rechazar en un día porque no creemos que sean de Dios? La siguiente pregunta es: ¿realmente estamos escuchando al Señor en busca de Su guía, consejo o inspiración diaria? Si nunca lo has considerado, te invito a que resintonices tu cerebro en una estación que sintonice con el Señor. En otras palabras, busca un tiempo de tranquilidad y trata de escuchar realmente lo que el Señor te está diciendo. ¡Te vas a sorprender! Me demoré un tiempo para aprender a hacer esto. El mundo enseña, especialmente a los hombres, a dar soluciones y proveer. Si estás casado, ¿cuántas veces tu esposa te ha dicho algo y le has respondido diciéndole cómo solucionarlo? Y ella responde: “No quiero que lo arregles, ¡solo quiero que escuches!” Confieso que he estado allí. Estoy intentando ser mejor.

Zacarías escuchó el mensaje del ángel, pero no lo creyó. Fue un gran momento en la historia de la salvación. ¿Cómo sabemos? Por el hecho de que Zacarías se quedó mudo y ya no podía hablar. ¿Por qué? Porque no creyó el mensaje de que su esposa tendría un hijo. Algunos dicen que Isabel tenía alrededor de 80 años. Entonces, ¿cómo podría ser posible eso? Humanamente, no es posible. Pero recuerda que Dios puede hacer cualquier cosa. Hay varios casos en las Escrituras en los que una mujer mayor concibió y dio a luz un hijo. Al final, Zacarías aprendió la lección. Lo sabemos, porque los miembros de la familia estaban tratando de llamarlo Zacarías o el nombre de algún otro miembro de la familia, pero pidió una tablilla y escribió: “Su nombre es Juan.”

Zacarías pagó el precio por no creer el mensaje de Dios. Me estremezco al pensar en cuántas veces no he respondido al mensaje de Dios. Con frecuencia nos dice lo que debemos hacer al transcurso de la vida. Y con frecuencia lo ignoramos. ¿Por qué? Porque no estamos pensando sobrenaturalmente. Estamos pensando humanamente, lo cual no siempre es lo mejor. Antes ​​daba charlas a grupos de hombres y varias veces les preguntaba: ¿Cuántos creen que Dios les podría hablar a través de su esposa? Y el grupo se quedaba callado. Algunos se movían en sus sillas. Nunca habían pensado en algo así. Ojalá que ahora sí lo piensen.

Recuerda que Dios puede hacer cualquier cosa. A veces es algo que no pedimos. El Señor siempre tiene una razón para todo lo que sucede. Nuestra responsabilidad es descubrir cuál es esa razón. También hay una manera más fácil de averiguarlo. Emprende un camino para acercarte a Dios. ¿Adivina qué va a suceder? Su voz se va a hacer un poco más fuerte. Entonces podemos ser proactivos y hacer lo que Él nos pide. ¿Amén?

¡Sirviendo con alegría!

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Deacon Dan Schneider is a retired general manager of industrial distributors. He and his wife Vicki have been married for over 50 years. They are the parents of eight children and thirty-one grandchildren. He has a degree in Family Life Education from Spring Arbor University. He was ordained a Permanent Deacon in 2002.  He has a passion for working with engaged and married couples and his main ministry has been preparing couples for marriage.

Featured Image Credit: Master of the Murano Gradual, art.diocesan.com/stock-photo/the-birth-of-saint-john-the-baptist-10473/

Picking Up on God’s Hints / Reconociendo las Pistas de Dios

Most of us would like it if God would make it super clear to us what He wanted us to do. Even Mary at the Annunciation clearly knew what God was asking of her through the angel Gabriel’s message. 

However, when Mary traveled to see her cousin Elizabeth directly after the Annunciation during the first days of her pregnancy, she went on a hint. She was a fifteen-year-old girl going to assist an elderly cousin and perhaps seek her advice simply because the angel Gabriel mentioned that Elizabeth, her cousin, was pregnant and was in her sixth month. There was nothing about Elizabeth being the mother of the forerunner of the Messiah. There was no clear-cut, can’t-be-missed declaration that it was God’s will that Mary go and visit her. There was just a mention. In the English translation, the mention is just about 20 words out of the 200 words she heard that morning. 

Such an announcement would have left most of us wondering and worrying and scurrying about in concern for ourselves. Mary instead went in haste, putting her cousin first. Mary dropped everything and left, not because she was commanded to, but because she got the hint.

There are certain times when we make formal discernments as we seek the will of God in our lives. I’ve learned that most of the time, however, we discover God’s call to us by picking up on the hints He is dropping all around us. 

Mary “got the hint” when she heard the mention of Elizabeth being with child, because she was ever seeking to please the Lord, attuned to the way God works in the world, and because her heart was full of compassion and kindness for others, putting their needs before her own. As we prepare for Christmas we are immersed in all three of these qualities of Mary’s heart: seeking,  waiting and loving; being attuned to both God and others; putting others’ needs before our own. 

In these remaining days of Advent and through the Christmas season, keep your eyes and ears and heart open to pick up on all the hints God is dropping. These hints are the way He indicates what He desires of you. If you do so, then your Christmas celebration will truly be joyous.

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A la mayoría de nosotros nos gustaría que Dios nos dejara muy claro lo que quiere que hagamos. Incluso María en la Anunciación sabía claramente lo que Dios le estaba pidiendo a través del mensaje del ángel Gabriel.

Sin embargo, cuando María viajó para ver a su prima Isabel directamente después de la Anunciación durante los primeros días de su embarazo, siguió una pista. Era una joven de quince años que iba a ayudar a una prima mayor y tal vez buscar su consejo simplemente porque el ángel Gabriel mencionó que Isabel, su prima, estaba embarazada y estaba en su sexto mes. No mencionó nada acerca de que Isabel fuera la madre del precursor del Mesías. No había una declaración clara e ineludible de que era la voluntad de Dios que María fuera a visitarla. Solo había una mención. 

Tal anuncio habría dejado a la mayoría de nosotros preguntándonos, preocupándonos y apresurándonos por nosotros mismos. María, en cambio, se apresuró a ir, poniendo a su prima en primer lugar. María dejó todo y se fue, no porque se le había ordenado, sino porque captó la indirecta.

Hay ciertas ocasiones en las que hacemos discernimientos formales mientras buscamos la voluntad de Dios en nuestras vidas. He aprendido que la mayoría de las veces, sin embargo, descubrimos el llamado de Dios para nosotros al captar las pistas que Él está dejando caer a nuestro alrededor.

María “captó la indirecta” cuando escuchó mencionar que Isabel estaba embarazada, porque siempre buscaba agradar al Señor, estaba en sintonía con la forma en que Dios obra en el mundo y porque su corazón estaba lleno de compasión y bondad por los demás, poniendo sus necesidades antes que las suyas. Mientras nos preparamos para la Navidad, estamos inmersos en estas tres cualidades del corazón de María: buscar, esperar y amar; estar en sintonía con Dios y con los demás; y poner las necesidades de los demás antes que las nuestras.

En estos últimos tres días de Adviento y durante la temporada navideña, mantén los ojos, los oídos y el corazón abiertos para captar todas las pistas que Dios está dejando caer. Estas pistas son la manera que te indica lo que desea de ti. Si lo haces, tu celebración navideña será verdaderamente llena de alegría.

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Sr. Kathryn J. Hermes

Sr. Kathryn James Hermes, FSP, is an author and offers online evangelization as well as spiritual formation for people on their journey of spiritual transformation and inner healing. Website: www.touchingthesunrise.com My Books: https://touchingthesunrise.com/books/
Public Facebook Group: https://www.facebook.com/groups/srkathrynhermes/ HeartWork Spiritual Formation Group: https://touchingthesunrise.com/heartwork/

Feature Image Credit: Giotto, commons.wikimedia.org/wiki/Category:Visitation_%28Bible%29#/media/File:Giotto,_Lower_Church_Assisi,_The_Visitation_01.jpg

Shout for Joy! The Lord is in Your Midst! / ¡Griten de Júbilo! ¡El Señor Está en Medio de Ustedes!

Prior to the National Eucharistic Congress in Indianapolis last July, communities across the nation participated in Eucharistic processions in the streets, where priests carried our Lord out in the open for all to see. After one of these processions, a friend of mine shared with me that along the way, they passed a herd of sheep, who began walking alongside them. Further down the road, they passed some cows who were out to pasture. The cows looked at them quizzically at first, and then also began walking alongside them in procession. How incredible!! 

As I imagined what it would be like to witness how even the animals sensed the presence of Jesus and followed along, it reminded me of the first Christmas. In that rugged semi-outdoor atmosphere, the sheep and cows knelt before our newborn Lord in adoration and kept him warm with their breath. Several years ago, our parish hosted a display of Eucharistic miracles, and many of them also recounted the uncharacteristic behavior of animals in the presence of the consecrated host. 

If even cattle recognize our beloved Lord and follow Him, how much more so should we! The birthday of Christ our King is in just four days. Are we ready to bow down before him in homage and offer Him the gift of ourselves? Are our hearts filled with praise as our first reading proclaims? “Shout for joy, O daughter Zion! Sing joyfully, O Israel! Be glad and exult with all your heart, O daughter Jerusalem!…The LORD, your God, is in your midst, a mighty savior…”

I can’t even imagine how the people of that time felt, those who had been waiting for centuries for His arrival. He was really here, just as He promised! The time had come! I’m sure the hearts of each and every shepherd, magi, and visitor burned within them, just being in the presence of the Almighty. Heaven had come to earth!

And the same happens to us at every Mass when Jesus comes to us, comes into our very bodies to abide in us. Does your heart burn within you? Do you shout for joy? If not, now is the perfect time to examine why, and to make a change in order to celebrate the most joyful Christmas ever. 

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Antes del Congreso Eucarístico Nacional en Indianápolis el julio pasado, comunidades por todo el país participaron en procesiones eucarísticas en las calles, donde los sacerdotes llevaban a nuestro Señor al aire libre para que todos lo vieran. Después de una de estas procesiones, una amiga me contó que, en el camino, pasaron al lado de un rebaño de ovejas, que comenzaron a caminar junto con ellos. Más adelante, pasaron al lado de unas vacas que estaban pastando. Las vacas miraron a la gente con curiosidad al principio, y luego también comenzaron a caminar junto con ellos en procesión. ¡Qué increíble!

Mientras imaginaba cómo sería presenciar cómo incluso los animales percibían la presencia de Jesús y lo seguían, me recordó de la primera Navidad. En ese ambiente dura y medio al aire libre, las ovejas y las vacas se arrodillaron ante nuestro Señor recién nacido en adoración y lo mantuvieron caliente con su aliento. Hace varios años, nuestra parroquia albergó una exhibición de milagros eucarísticos, y muchos de ellos también relataron el comportamiento inusual de los animales en presencia de la hostia consagrada.

Si hasta el ganado reconoce a nuestro amado Señor y lo sigue, ¡cuánto más debemos hacerlo nosotros! El cumpleaños de Cristo nuestro Rey es en tan solo cuatro días. ¿Estamos listos para inclinarnos ante él en homenaje y ofrecerle el don de nosotros mismos? ¿Nuestros corazones están llenos de alabanza como proclama nuestra primera lectura? “Canta, hija de Sión, da gritos de júbilo, Israel, gózate y regocíjate de todo corazón, Jerusalén…. El Señor, tu Dios, tu poderoso salvador, está en medio de ti.”

No puedo ni siquiera imaginar cómo se sentía la gente de esa época, aquellos que habían estado esperando su llegada por siglos y siglos. ¡Él realmente estaba allí, tal como lo había prometido! ¡El momento había llegado! Estoy seguro de que los corazones de todos y cada uno de los pastores, magos y visitantes ardían dentro de ellos, solo por estar en la presencia del Todopoderoso. ¡El cielo había venido a la tierra!

Y lo mismo nos sucede a nosotros durante cada Misa, cuando Jesús viene a nosotros, entra en nuestro propio cuerpo para habitar dentro de nosotros. ¿Arde tu corazón? ¿Gritas de alegría? Si no es así, ahora es el momento perfecto para examinar por qué y hacer un cambio para celebrar la Navidad más alegre que jamás hayas tenido.

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Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works full time at Diocesan, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

Feature Image Credit: Leo_Visions, unsplash.com/photos/a-close-up-of-a-sheep-in-a-field-XaFqEeTbWDQ

The Gift of God / El Don de Dios

The Gospel scene of the Annunciation can be seen as a summary of the entire Gospel. It shows the mystery of God becoming man, but also the mystery of man freely cooperating in the saving action of God. Mary stands in place of all of us, modeling the proper response of the creature to her Creator. At God’s invitation she answers humbly that she is the handmaid of the Lord, accepting whatever He wills. It is this answer that allows our Redeemer to come to save us, that is the means by which the Word was made flesh to dwell among us, and that changes all of history. Gabriel has come to present God’s invitation and receive Mary’s response; as soon as she assents, the angel departs from her.

Mary’s yes to God reverses Eve’s no; her humility begins the undoing of the effects of Eve’s pride; her patient waiting for the unfolding of the details of God’s will is the counter-move to Eve’s reaching for what was not hers to take. Because of Mary’s proper response to God’s invitation we see the glorious result: God with us, God within us, God among us, God at work in the world.

Mary doesn’t receive in order to enrich herself or to hide away enjoying the Gift in secret – she receives the Lord so that she can bring Him to others, and the first thing she does is go “in haste” to her cousin Elizabeth. She is the first “Christ-bearer,” and she carries the Light into the darkness, carries Love into the indifference, carries Life into a world deadened by sin. She brings forth from her own body the Food that will sustain us on our journey Home, the Truth that guides our way.

We are right in the middle of the seven “O Antiphons,” those verses prayed at Evening Prayer every Advent since the 700’s, which we all know from the hymn O Come, O Come, Emmanuel: “O Key of David, opening the gates of God’s eternal Kingdom: come and free the prisoners of darkness!” The Annunciation shows us the very beginning of this freedom, the coming of the Key that will open the gates sealed against sinful humanity since Adam and Eve, the coming of the Light that conquers every darkness. But the Messiah comes to win the victory not with violent clashing of swords and mighty trumpets, but with humility, obedience, and absolute steadfastness – He wins the victory by refusing to take any shortcuts or back down, by teaching and serving, all the way to the utter outpouring of Himself. He conquers all, one heart at a time, by giving Himself.

And it all begins right here, in the womb of the sinless young maiden, who will give birth quietly, in the dark, in the cold, unnoticed. Her yes to the angel reaches all the way to that abject poverty and humility, and all the way to the Cross, the throne of the Redeemer King born for us on Christmas.

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La escena evangélica de la Anunciación puede verse como un resumen de todo el Evangelio. Muestra el misterio de Dios que se hace hombre, pero también el misterio del hombre cooperando libremente a la acción salvífica de Dios. María está en el lugar de todos nosotros, modelando la respuesta propia de la criatura a su Creador. A la invitación de Dios, responde humildemente que es la esclava del Señor, aceptando lo que Él desea. Es esta respuesta la que permite que nuestro Redentor venga a salvarnos, ese es el medio por el cual el Verbo se hizo carne para habitar entre nosotros, y eso cambia toda la historia. Gabriel ha venido a presentar la invitación de Dios y recibir la respuesta de María; tan pronto como ella asiente, el ángel se aparta de ella.

El “sí” de María a Dios invierte el “no” de Eva; su humildad comienza a deshacer los efectos del orgullo de Eva; su paciente espera por el desarrollo de los detalles de la voluntad de Dios es el contraataque al intento de Eva de alcanzar lo que no le correspondía a ella tomar. Debido a la respuesta adecuada de María a la invitación de Dios, vemos el resultado glorioso: Dios con nosotros, Dios dentro de nosotros, Dios entre nosotros, Dios obrando en el mundo.

María no recibe para enriquecerse o para esconderse disfrutando del Don en secreto, recibe al Señor para llevarlo a los demás, y lo primero que hace es ir “a toda prisa” a visitar a su prima Isabel. Ella es la primera “portadora de Cristo”, y lleva la Luz a las tinieblas, lleva el Amor a la indiferencia, lleva la Vida a un mundo adormecido por el pecado. Ella saca de su propio cuerpo el Alimento que nos sostendrá en nuestro viaje a Casa, la Verdad que guía nuestro camino.

Estamos justo en medio de los siete días cuando rezamos los antífonas navideñas, los versos que hemos rezado todos los Advientos desde los años 700, que todos conocemos por el himno Oh Ven, Oh Ven, Emmanuel: “Oh Llave de David, que abres las puertas del Reino eterno de Dios: ¡ven y libera a los prisioneros de las tinieblas!” La Anunciación nos muestra el comienzo mismo de esta libertad, la venida de la Llave que abrirá las puertas selladas contra la humanidad pecadora desde Adán y Eva, la venida de la Luz que vence toda oscuridad. Pero el Mesías viene a ganar la victoria no con choque violento de espadas y poderosas trompetas, sino con humildad, obediencia y firmeza absoluta. Él gana la victoria al negarse a tomar atajos o retroceder, enseñando y sirviendo, todo el camino hasta la efusión total de sí mismo. Conquista todo, un corazón a la vez, dándose a sí mismo.

Y todo comienza aquí mismo, en el vientre de la joven doncella sin pecado, que dará a luz en silencio, en la oscuridad, en el frío, sin ser notada. Su “sí” al ángel llega hasta esa abyecta pobreza y humildad, y hasta la Cruz, el trono del Rey Redentor nacido para nosotros en la Navidad.

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Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and eleven grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

Feature Image Credit: tinvalro, cathopic.com/photo/15890-9-months

Trust in the One / Confíar en Dios

I don’t know about you, but I cannot count the times I have said, “If only God could send me a clear message about (insert whatever current issue or problem is going on in my life that I need guidance on), then I would know what to do and move forward. It would be so much easier than me trying to figure this out.” 

In today’s Gospel we see Him doing just that, informing Zechariah of the plan, all the way down to the name of his son, and yet, he is confused. Maybe this is why we are not sent messengers.  We think we want an angel, a burning bush, or a transfiguration to reveal the ‘plan’ to us. But perhaps we would do just as Zechariah did, asking so many questions instead of trusting in the Lord. All was revealed and we see the nervousness of Zechariah. I think that is why God reveals things to us slowly and often in ordinary ways.

Slowly is good. It gives us time to process, to turn the new idea over a bit in our mind, to get fully on board with the plan, with God’s plan. Many times, in life, we think if we knew the outcome, we could get through the pain more easily. I no longer think that would work for me. I have often thought, “Thank God I did not know exactly where this path was leading me; I might have run in the opposite direction.” 

God reaches us in ordinary ways. We can hear him through a phone call from a friend, a meaningful Scripture passage we read, or a song on the radio. Our lives are fuller if we see God in all the facets of our lives. Answers rise up in us when we unite our purpose to His and follow God. Part of following God is surrender. Not giving up but giving in to God. He really does know what is best for us. 

In a few days, the birth of Jesus will be upon us. John came before Jesus to prepare the way. God calls each of us, in some way, to also prepare the way for Jesus. Whether you are able to see the whole plan or part of it, say yes, surrender to the will of God, and do as He asks without question or complaint. Trust in the One. 

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No sé lo que te pasa a ti, pero yo no puedo contar las veces que he dicho: “Si Dios pudiera enviarme un mensaje claro sobre (cualquier asunto o problema actual que esté pasando en mi vida sobre el que necesito orientación), entonces sabría qué hacer y seguiría adelante. Sería mucho más fácil que yo tratando de descifrarlo”.

En el Evangelio de hoy vemos a Dios haciendo precisamente eso, informando a Zacarías del plan, hasta el nombre de su hijo, y sin embargo, está confundido. Tal vez por eso no se nos envía mensajeros. Creemos que queremos un ángel, una zarza ardiente o una transfiguración para que nos revele el “plan”. Pero tal vez haríamos lo mismo que Zacarías, haciendo tantas preguntas en lugar de confiar en el Señor. Todo fue revelado y vemos el nerviosismo de Zacarías. Creo que es por eso que Dios nos revela las cosas lentamente y, a menudo, de maneras ordinarias.

Lentamente es bueno. Nos da tiempo para procesar, para darle vueltas a la nueva idea que tenemos en mente, para adentrarnos completamente en el plan, en el plan de Dios. Muchas veces en la vida, pensamos que si supiéramos el resultado, podríamos superar el dolor más fácilmente. Ya no creo que eso funcione para mí. A menudo he pensado: “Gracias a Dios no sabía exactamente a dónde me llevaba este camino; podría haber corrido en la dirección opuesta”.

Dios se nos revela de maneras ordinarias. Podemos escucharlo a través de una llamada telefónica de un amigo, un pasaje significativo de las Escrituras que leemos o una canción en la radio. Nuestras vidas son más plenas si vemos a Dios en todas las facetas de la vida. Las respuestas surgen en nosotros cuando unimos nuestro propósito al suyo y seguimos a Dios. Parte de seguir a Dios es la entrega. No darse por vencido, sino entregarse a Dios. Él realmente sabe lo que es mejor para nosotros.

En unos días, el nacimiento de Jesús estará sobre nosotros. Juan vino antes que Jesús para preparar el camino. Dios llama a cada uno de nosotros, de alguna forma, a preparar el camino para Jesús también. Ya sea que puedas ver el plan completo o solo una parte de él, di que sí, entrégate a la voluntad de Dios y haz lo que te pide sin preguntas ni quejas. Confía en Dios.

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Deanna G. Bartalini, M.Ed.; M.P.A., is a certified spiritual director, writer, speaker and content creator. The LiveNotLukewarm.com online community is a place to inform, engage and inspire your Catholic faith. Her weekly Not Lukewarm Podcast gives you tips and tools to live out your faith in your daily life.

Feature Image Credit: Tony Eight Media, unsplash.com/photos/god-is-faithful-signage-with-leaved-background-iy34kwDyJ4E

A Boy and a Gift / Un Niño y un Regalo

Here we are, with Christmas just one week away. The anticipation is mounting as we try to maintain our holy observance of the final days of Advent while, at the same time, preparing for the more secular celebrations we have adopted, such as buying presents, decorating our homes and preparing for family and feasting.

Every year about this time, I am reminded of the year when I only asked for one gift: a bicycle. I don’t even remember exactly how old I was, somewhere around 7 or 8 or 9, but nothing else was on my mind. I had learned how to ride on my older brother’s bike, and now I was ready for my own.

That Christmas, I remember as presents were handed out and wrapping paper was ripped off, I started to collect quite a pile of gifts. In fact, I specifically remember thinking, “I didn’t get this much stuff last year.” We were not rich, and there were five kids at the time, but my parents always did their best to give us a merry Christmas. I remember I even received an electric football game that boys my age in the mid-1970s loved. 

But it wasn’t a bicycle. When all the presents were opened, I specifically remember the huge disappointment I felt. I also knew better than to express it. My parents had been very generous to me, so who was I to be sullen and disappointed? And then my father asked me, “Is something wrong?” Uh-oh. Did I look disappointed? What was wrong with me? How dare I be sad when they had been so good to me. “Nothing, I’m just looking over my gifts.” 

“Come with me,” he said. He put his hand on my shoulder and led me upstairs. Oh no, I thought, I’m really going to get it. I’m going to be punished on Christmas for being an ungrateful little wretch. I started to shake and held back tears. I knew I was in for it. He led me into his study, and I braced myself for what was coming, and there was the most beautiful red and gold banana-seat bicycle I had ever seen in my life. I cried all right, glorious tears of childish joy.

Fast forward 50-some years to today. I read the beginning of Matthew’s Gospel, and I realize the true gift of Christmas. Jesus is all we need, and He is all I want, this year and every year. The joy He brings so far exceeds anything a bicycle could do, I almost shudder to think how naïve I was. My parents loved me, but God has loved me so much more, sending his only Son to Earth for us, to be sacrificed for our sins and the Savior of our souls. May we all have that great, intense anticipation that Jesus, this season and always, enter more and more into our hearts. Thank you, dear Father, for the greatest gift of all.

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Aquí estamos, a tan solo una semana de la Navidad. La emoción aumenta a medida que tratamos de mantener la santa observancia de los últimos días de Adviento y, al mismo tiempo, nos preparamos para las celebraciones más seculares que hemos adoptado, como comprar regalos, decorar la casa y prepararnos para la familia y los festejos.

Todos los años, por esta época, me acuerdo del año cuando pedí un solo regalo: una bicicleta. Ni siquiera recuerdo exactamente cuántos años tenía, alrededor de 7, 8 o 9 años, pero no pensaba en nada más. Había aprendido a andar en la bicicleta de mi hermano mayor y ahora estaba listo para tener la mía.

Me acuerdo que esa Navidad, mientras repartían los regalos y arrancamos el papel de ellos, comencé a recolectar una gran cantidad. De hecho, me acuerdo de haber pensado específicamente: “El año pasado no recibí tantas cosas”. Mis papás no eran ricos y éramos cinco hijos en ese momento, pero siempre hicieron lo mejor que pudieron para darnos una feliz Navidad. Me acuerdo que incluso recibí un juego de fútbol electrónico, que a los chicos de mi edad en los años 70 les encantaba. 

Pero no era una bicicleta. Al terminar de abrir todos los regalos, me acuerdo específicamente de la enorme decepción que sentí. También sabía que no debía expresarla. Mis padres habían sido muy generosos conmigo, así que ¿quién era yo para estar malhumorado y decepcionado? Y entonces mi padre me preguntó: “¿Qué tienes?” Oh no. ¿Parecía decepcionado? ¿Qué me pasaba? ¿Cómo me atrevía a estar triste cuando habían sido tan buenos conmigo? “Nada, solo estoy revisando mis regalos”.

“Ven conmigo”, dijo. Puso su mano sobre mi hombro y me llevó al segundo piso. Oh, no, pensé, realmente me lo voy a dar. Me van a castigar en la Navidad por ser un pequeño desgraciado y mal agradecido. Empecé a temblar y a contener las lágrimas. Sabía que me esperaba algo así. Me llevó a su estudio y me preparé para lo que me esperaba. Y allí estaba la bicicleta más hermosa que había visto en mi vida con asiento largo roja y dorada. Lloré, sí, lágrimas gloriosas de la alegría infantil.

Avance rápido 50 años hasta el día de hoy. Leí el comienzo del Evangelio de Mateo y me di cuenta del verdadero regalo de Navidad. Jesús es todo lo que necesitamos y es todo lo que quiero, este año y todos los años. La alegría que trae supera con creces todo lo que una bicicleta podría hacer; hasta me da vergüenza pensar en lo inocente que fui. Mis padres me amaban, pero Dios me ha amado mucho más, enviando a su único Hijo a la Tierra por nosotros, para ser sacrificado por nuestros pecados y ser el Salvador de nuestras almas. Que todos tengamos esa gran e intensa esperanza de que Jesús, en esta temporada y siempre, entre cada vez más en nuestros corazones. Gracias, querido Padre, por el regalo más grande de todos.

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Mike Karpus is a regular guy. He grew up in Michigan’s Upper Peninsula, graduated from Michigan State University and works as an editor. He is married to a Catholic school principal, raised two daughters who became Catholic school teachers at points in their careers, and now relishes his two grandchildren, including the older one who is fascinated with learning about his faith. He also has served on a Catholic school board, a pastoral council and a parish stewardship committee. He currently is a lector at Mass, a Knight of Columbus, Adult Faith Formation Committee member and a board member of the local Habitat for Humanity organization. But mostly he’s a regular guy.

Feature Image Credit: Meghan Hessler, unsplash.com/photos/silhouette-of-man-riding-bicycle-during-sunset-oA9Wr2MXbsU

Jesus’ Family and Ours / La Familia de Jesús y la Nuestra

Reading the genealogy of Jesus always felt tedious – like finding a dust filled box of old family photos in the attic and not feeling any connection. Until I listened to the Bible in a Year podcast with Fr. Mike Schmitz, I yawned through this reading each year. After getting through the whole Old Testament, I had an appreciation for those who came before Jesus. They were people like me, not just names.

Jesus was born into an imperfect family just like us. He probably had crazy uncles, strange aunts, and uncomfortable holiday dinners just like we do. In becoming one of us, God chose to come here in a family with all that that includes. The Old Testament is his family history and it gives us perspective on the present. We get clarity by seeing what came before us. It shows us how loving our God is. He doesn’t demand perfection and that’s great because none of us can achieve it. 

I know my family has faults but he has entered in and done beautiful things in our hearts. I know that I am not worthy that he should enter under my roof, but he has, just as he has since the beginning of time, and for that I am grateful. 

The Bible is the story of salvation and that story is still being written. Its cast of characters includes amazing and not-so-amazing people and Jesus’ family falls in there.  It’s good to honor them by saying their names. It’s worth our time to read the story of all the people we heard about in today’s Gospel. It’s our story too.

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Leer la genealogía de Jesús siempre me resultó tediosa, como encontrar una caja llena de polvo con fotos familiares antiguas en el ático y no sentir ninguna conexión. Hasta que escuché el podcast La Biblia en un Año con el Padre Mike Schmitz, bostezaba con esta lectura todos los años. Después de repasar todo el Antiguo Testamento, comencé a apreciar a quienes vinieron antes de Jesús. Eran personas como tú y yo, no solo nombres.

Jesús nació dentro de una familia imperfecta como la nuestra. Probablemente tuvo tíos locos, tías extrañas y cenas navideñas incómodas como las que tenemos nosotros. Al convertirse en uno de nosotros, Dios eligió venir a la tierra dentro de una familia con todo lo que eso incluye. El Antiguo Testamento es su historia familiar y nos da perspectiva sobre el presente. Obtenemos claridad al ver lo que vino antes de nosotros. Nos muestra cuán amoroso es nuestro Dios. Felizmente no exige la perfección porque ninguno de nosotros puede lograrla.

Sé que mi familia tiene fallas, pero Dios ha entrado y ha hecho cosas hermosas en nuestros corazones. Yo sé que no soy digna de que entre en mi casa, pero ha entrado, como siempre lo ha hecho, y por eso le estoy agradecida.

La Biblia es la historia de la salvación y esa historia todavía se está escribiendo. Su elenco de personajes incluye personas asombrosas y no tan asombrosas, y la familia de Jesús se encuentra entre ellas. Es bueno honrarlos diciendo sus nombres. Vale la pena dedicar el tiempo a leer la historia de todas las personas de las que escuchamos en el Evangelio de hoy, porque es nuestra historia también.

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Merridith Frediani loves words and is delighted by good sentences. She also loves Lake Michigan, dahlias, the first sip of hot coffee in the morning, millennials, and playing Sheepshead with her husband and three kids. She writes for Catholic Mom, Diocesan.com, and her local Catholic Herald. Her first book Draw Close to Jesus: A Woman’s Guide to Adoration is available at Our Sunday Visitor and Amazon. You can learn more at merridithfrediani.com.

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The Crèche and the Cross / El Nacimiento y la Cruz

Just when we were getting settled into our new house a few years back and things were starting to settle down, another crisis hit. After so much work, so many hours, so much invested, and it all came crashing down. Our new renters were bringing in underaged squatters and a wanted convict into our house and refusing to pay rent. What were we to do? Where were we to turn? Why was this all happening to us?

Sometimes I hear hard news about crosses that others have to bear. I begin reflecting on my own life and realize that I have very few “chronic” crosses so to speak. My family is mostly healthy, we have food on the table and two cars that usually run well. Although one can always dream about additional wants, the truth is, I suffer very little.

So perhaps that tough weekend, which seemed like one of the hardest moments of my life, was meant to be a lesson to me that life is never without its crosses. Whether they be temporary or endured for years on end, crosses are an inevitable part of our earthly journey. We may find ourselves acting like Jonah and trying to run away from our crosses but sooner or later the truth hits us right between the eyes: “The cross leads to resurrection, agony to ecstasy, darkness to light, abandonment to possession, denial to self to union with God. If you want to save your life, you must lose it.” (Franciscanmedia.org on St. John of the Cross) And just as in today’s Gospel he didn’t tell the chief priests by what authority he taught, God doesn’t owe us any explanation for it.  

Why else would we celebrate saints like St. Lucy, St. John of the Cross, St. Stephen, and the Holy Innocents throughout Advent and Christmas? Those who had their eyes gouged out, were stoned, were slaughtered… during this holy and joyful time that we celebrate Jesus coming as an adorable little baby?  Perhaps it is precisely because they are a reminder to us that every human, even the newborn God-man, will experience crosses, and Jesus’ is heavier than any of ours will ever be. Even during this joyful season, we cannot forget the fact that he was born to die for us.

So as we continue to hand our crosses over to God and try to bear them as best as we humanly can, let us pray together with the Psalmist: “Your ways, O Lord, make known to me; teach me your paths, guide me in your truth and teach me, for you are God my savior. Remember that your compassion, O Lord, and your kindness are from of old. In your kindness remember me, because of your goodness, O Lord. Good and upright is the Lord; thus he shows sinners the way. He guides the humble to justice, he teaches the humble his way.”

Teach me your ways, O Lord, even if they lead me to the cross.

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Justo cuando nos acabamos de mudar a la nueva casa hace unos años y las cosas empezaban a calmarse, caímos en otra crisis. Después de tanto trabajo, tantas horas, tanto que habíamos invertido, todo se vino abajo. Los nuevos inquilinos traían a okupas menores de edad y a un convicto buscado a nuestra casa y se negaban a pagar el alquiler. ¿Qué íbamos a hacer? ¿A dónde íbamos a recurrir? ¿Por qué nos estaba pasando todo esto?

A veces escucho noticias sobre las cruces pesadas que tienen que soportar otras personas. Empiezo a reflexionar sobre mi propia vida y me doy cuenta de que tengo muy pocas cruces “crónicas”, por así decirlo. Mi familia está sana la mayoría del tiempo, tenemos comida en la mesa y dos coches que casi siempre funcionan bien. Aunque uno siempre puede soñar con deseos adicionales, la verdad es que sufro muy poco.

Así que tal vez ese duro fin de semana, que parecía uno de los momentos más duros de mi vida, estaba destinado a ser una lección para mí de que la vida nunca está libre de cruces. Ya sean temporales o soportadas durante años, las cruces son una parte inevitable de la viaje terrenal. A veces podemos portarnos como Jonás, tratando de huir de la cruz, pero tarde o temprano la verdad nos golpea directamente en la cara: “La cruz lleva a la resurrección, la agonía al éxtasis, la oscuridad a la luz, el abandono a la posesión, la negación de uno mismo a la unión con Dios. Si quieres salvar tu vida, tienes que perderla” (Franciscanmedia.org sobre San Juan de la Cruz). Y así como en el Evangelio de hoy no les dijo a los sumos sacerdotes con qué autoridad enseñaba, Dios no nos debe ninguna explicación.

Si no, ¿por qué, celebraríamos a santos como Santa Lucía, San Juan de la Cruz, San Esteban y los Santos Inocentes durante el Adviento y la Navidad? ¿Aquellos a quienes les sacaron los ojos, los apedrearon, los masacraron… durante este tiempo santo y alegre en el que celebramos la venida de Jesús como un adorable bebé? Quizás es precisamente porque nos recuerdan que todo ser humano, incluso el Dios-hombre recién nacido, experimentará cruces, y la de Jesús es más pesada que la de cualquiera de nosotros. Incluso durante este tiempo de alegría, no podemos olvidar el hecho de que él nació para morir por nosotros.

Así que, mientras seguimos entregando nuestras cruces a Dios y tratamos de llevarlas lo mejor que humanamente podemos, oremos junto con el salmista: “Descúbrenos, Señor, tus caminos,

guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza. Acuérdate, Señor, que son eternos tu amor y tu ternura. Según ese amor y esa ternura, acuérdate de nosotros. Porque el Señor es recto y bondadoso, indica a los pecadores el sendero, guía por la senda recta a los humildes y descubre a los pobres sus caminos.

Descúbreme tus caminos, Señor, aunque me lleven a la cruz.

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Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works full time at Diocesan, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

Feature Image Credit: Gertrude Käsebier, art.diocesan.com/stock-photo/the-manger-ideal-motherhood-5746/

To Be A Community / Ser una Comunidad

The people ask John the Baptist in earnest what they should do in response to his message. In the verses before today’s Gospel, John is preaching a message of repentance and if I’m honest, a bit of fear thrown in. He is challenging the status quo with strong language, calling the Pharisees “vipers” and asserting that God is ready and waiting to cut down whoever isn’t producing good fruit in their lives. 

“What should we do?” The crowds, tax collectors, and even soldiers ask John. To each group, John gives a different answer. However, every answer is rooted in the same basic principle – be a community.

John tells the crowds to share their food and clothing with whomever among them is lacking. A community takes care of each person’s basic needs. It requires that everyone consider the needs of others before their own wants and needs. 

John tells the tax collectors to stop overcharging people. He is insisting on selflessness, rather than selfishness. Notice that John doesn’t tell them to stop in their profession, but to practice it with integrity and honesty. There is no need to be greedy, especially if the community is practicing John’s first assertion to take care of the basic needs of every individual.

Finally, John tells the soldiers to be content in their station and position. Do not flaunt your authority or use it to abuse others. Again, John doesn’t tell them to desert their positions, but to fulfill their tasks well and with proper purpose. In a community, each person has something to contribute and the capacity to do it well. Some will be in authority over others, but this does not give them the right to abuse the privilege of leadership.

Today, John the Baptist gives us three foundational elements of a community built upon God’s principles. We must be generous, considering the needs of others. We must be honest, contributing our part and not seeking to grasp what is not ours. We must be content, recognizing that what we have is from God and that we are stewards of His goodness and love.

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La gente le pregunta a Juan el Bautista con seriedad qué deben hacer en respuesta a su mensaje. En los versículos anteriores al Evangelio de hoy, Juan está predicando un mensaje de arrepentimiento y, si soy sincera, metiéndole un poco de miedo también. Está desafiando el status quo con un lenguaje fuerte, llamando a los fariseos “víboras” y afirmando que Dios está listo y esperando para acabar con quien no esté produciendo buenos frutos en sus vidas.

“¿Qué debemos hacer?”, le preguntan a Juan las multitudes, los recaudadores de impuestos e incluso los soldados. A cada grupo, Juan da una respuesta diferente. Sin embargo, cada respuesta se basa en el mismo principio básico: ser una comunidad.

Juan les dice a las multitudes que compartan su comida y ropa con quienes tengan necesidad. Una comunidad se ocupa de las necesidades básicas de cada persona. Requiere que todos consideren las necesidades de los demás antes que sus propios deseos y necesidades.

Juan les dice a los recaudadores de impuestos que dejen de cobrar de más a la gente. Insiste en el altruismo, en lugar del egoísmo. Observemos que Juan no les dice que dejen de ejercer su profesión, sino que la practiquen con integridad y honestidad. No hay necesidad de ser codicioso, especialmente si la comunidad está practicando la primera afirmación de Juan de cuidar de las necesidades básicas de cada individuo.

Finalmente, Juan les dice a los soldados que estén contentos con su puesto y posición. No hagan alarde de su autoridad ni la utilicen para abusar de los demás. Nuevamente, Juan no les dice que abandonen sus puestos, sino que cumplan bien sus tareas y con el propósito adecuado. En una comunidad, cada persona tiene algo que aportar y la capacidad de hacerlo bien. Algunos tendrán autoridad sobre otros, pero esto no les da derecho a abusar del privilegio del liderazgo.

Hoy, Juan el Bautista nos da tres elementos fundamentales de una comunidad construida sobre los principios de Dios. Debemos ser generosos, considerando las necesidades de los demás. Debemos ser honestos, aportando nuestra parte y no buscando apropiarnos de lo que no es nuestro. Debemos estar contentos, reconociendo que lo que tenemos viene de Dios y que somos administradores de Su bondad y de Su amor.

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Kate Taliaferro is an Air Force wife and mother. She is blessed to be able to homeschool, bake bread and fold endless piles of laundry. When not planning a school day, writing a blog post or cooking pasta, Kate can be found curled up with a book or working with some kind of fiber craft. Kate blogs at DailyGraces.net.

Feature Image Credit: Athena Sandrini, https://www.pexels.com/photo/group-of-people-taking-photo-1963622/

Seeing and Believing / Ver y Creer

Have you ever witnessed something and not quite believed your eyes?

That seems to be the case in today’s Gospel when the disciples ask Jesus what the scribes meant by saying Elijah had to come first. Many signs were being worked in their midst, yet the scribes refuse to believe that Jesus is the long-awaited Messiah. If they don’t believe John the Baptist’s call to conversion as the one preparing the way of the Lord (Lk. 3:4), why would they believe Jesus is the Messiah? 

While we don’t live in the days that Jesus walked the earth as a human being, we do get to see His hand and his glory in everything that surrounds us. A magnificent sunrise, the intricate design of flowers, a refreshing gentle breeze… all these things point to the glory of God. 

How often do we witness these gifts and not stop to acknowledge and embrace the signs that God has given us? Do we believe what we see? And do we live like we believe? Or are we witnesses of these things and don’t quite believe our eyes?

Today, as we journey ever closer to the coming of Christ at Christmas, let us pray for eyes that truly see the glory of God before us, ears that hear His word, and hearts that fully embrace the message of salvation. 

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¿Alguna vez has visto algo y no has creído lo que veías?

Ese parece ser el caso en el Evangelio de hoy cuando los discípulos le preguntan a Jesús qué querían decir los escribas cuando dijeron que Elías vendría primero. Se están realizando muchas señales en medio de ellos, pero los escribas se niegan a creer que Jesús es el Mesías tan esperado. Si no creen en el llamado de Juan el Bautista a la conversión como el que prepara el camino del Señor (Lc. 3:4), ¿por qué creerían que Jesús es el Mesías?

Si bien no vivimos en los días en que Jesús caminó por la tierra como ser humano, sí podemos ver Su mano y Su gloria en todo lo que nos rodea. Un magnífico amanecer, el intrincado diseño de las flores, una suave brisa refrescante… todas estas cosas apuntan a la gloria de Dios.

¿Con qué frecuencia presenciamos estos regalos y no nos detenemos a reconocer y aceptar las señales que Dios nos ha dado? ¿Creemos lo que vemos? ¿Y vivimos como creemos? ¿O somos testigos de estas cosas y no damos crédito a lo que vemos?

Hoy, mientras nos acercamos cada vez más a la venida de Cristo en la Navidad, oremos para que tengamos ojos que verdaderamente vean la gloria de Dios ante nosotros, oídos que escuchen su palabra y corazones que acepten plenamente el mensaje de la salvación.

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Mary Thissen is a St. Louis native living in East Central Illinois with her husband and children. She is blessed with twin boys Earthside and four children now living in Heaven. When she is not working as a healthcare data analyst or caring for her boys, she enjoys studying and writing about the Catholic faith and ministering to women who are suffering through miscarriage or infertility. You can connect with Mary on Instagram @waitingonmiracles. 

Feature Image Credit: Akson, unsplash.com/photos/woman-closed-eye-sitting-outdoor-during-daytime-CNCL8wdRIQY

The Divine Teacher / El Maestro Divino

What do you think of when you hear the word teacher? Do memories rush forward of some great role models in your life who propelled you on the path to success? Maybe you had a negative experience with a teacher at some point. For me, with my wife being a teacher, the word evokes emotions of joy, love, and thankfulness. No matter where you fall on the spectrum, the reality is that no teacher can possibly compare to the Divine Teacher, Jesus Christ.

Whenever I am giving a talk on faith I try to remind those listening that whatever I say is all well and good, but the real work happens after they leave, and I have no control over that. This is to say, Jesus is the one who does the work of walking with us day in and day out, guiding us, loving us, and not just being there for a quick 45-minute discussion.

This is precisely why we can call Jesus the Divine Teacher, because He is teaching us at all times, not just during a specific moment of pontification. The first reading for today sums it up well by saying, “I, the Lord, your God, teach you what is for your good, and lead you on the way you should go.” With this model of teaching it’s not just about conveying ideas, but it’s journeying with the student to make sure the ideas stick.

In the ancient world there were people known as pedagogues, who would be tasked with tutoring the children of a household, but beyond that they would make sure the teachings that were presented, were lived out in the family. Jesus is the Divine Pedagogue for us in that He is journeying with us to make sure His teachings are applied to his family.

How is your relationship with the Teacher? Sometimes it can be hard to apply human terms to God because we can have negative experiences with human beings, but how is your relationship with the Divine Teacher? Have you talked lately? Not just about your grades or how much you are able to memorize but have you recently sat down and just enjoyed the presence of Jesus, allowing Him into your very heart? If it’s been a while, Advent is the perfect time and if it has been recent, Advent is the perfect time to be present more. More than presents on Christmas we should be asking to be in the presence of Christ. 

From all of us here at Diocesan, God bless!

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¿Qué piensas cuando escuchas la palabra maestro? ¿Te vienen a la mente recuerdos de grandes modelos a seguir en tu vida que te impulsaron por el camino del éxito? Quizás tuviste una experiencia negativa con un maestro en algún momento. Para mí, que tengo una esposa maestra, la palabra evoca emociones de alegría, amor y agradecimiento. No importa en qué punto del espectro te encuentres, la realidad es que ningún maestro puede compararse con el Divino Maestro, Jesucristo.

Siempre que doy una charla sobre la fe, trato de recordarles a quienes me escuchan que todo lo que digo está bien, pero el verdadero trabajo ocurre después de que se vayan y no tengo control sobre eso. Es decir, Jesús es quien hace el trabajo de caminar con nosotros día tras día, guiándonos, amándonos y no solo estando allí para una discusión breve de 45 minutos.

Es precisamente por eso que podemos llamar a Jesús el Divino Maestro, porque Él nos está enseñando en todo momento, no solo durante un momento específico de predicación. La primera lectura de hoy lo resume bien al decir: “Yo soy el Señor, tu Dios, el que te instruye en lo que es provechoso, el que te guía por el camino que debes seguir”. Con este modelo de enseñanza no se trata solo de transmitir ideas, sino de caminar con el estudiante para asegurarse de que las ideas quedan grabadas.

En el mundo antiguo había personas conocidas como pedagogos, que se encargaban de dar clases particulares a los niños de una casa, pero más allá de eso, se aseguraban de que las enseñanzas que se presentaban se vivieran en la familia. Jesús es el Pedagogo Divino para nosotros, ya que camina con nosotros para asegurarse de que Sus enseñanzas se apliquen a su familia.

¿Cómo es tu relación con el Maestro? A veces puede ser difícil aplicar términos humanos a Dios porque podemos tener experiencias negativas con los seres humanos, pero ¿cómo es tu relación con el Maestro Divino? ¿Le has hablado últimamente? No solo de tus calificaciones o de cuánto puedes memorizar, sino ¿te has sentado recientemente y simplemente disfrutado de la presencia de Jesús, permitiéndole entrar en tu corazón? Si ha sido un largo rato, el Adviento es el momento perfecto y si ha sido más reciente, el Adviento es el momento perfecto para estar más presente. Más que regalos en Navidad, deberíamos pedir estar en la presencia de Cristo.

De parte de todos nosotros aquí en Diocesan, ¡Dios los bendiga!

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Tommy Shultz is a Business Development Representative for Diocesan. In this role he is committed to bringing the best software to dioceses and parishes while helping them evangelize on the digital continent. Tommy has worked in various diocese and parish roles since his graduation from Franciscan University with a Theology degree. He hopes to use his skills in evangelization, marketing, and communications, to serve the Church and bring the Good News to all. His favorite quote comes from St. John Paul II, who said, “A person is an entity of a sort to which the only proper and adequate way to relate is love.”

Feature Image Credit: ROBIN WORRALL, unsplash.com/photos/books-and-pencil-on-wooden-table-Q8HfuO9udts

Humble Beginnings / Inicios Humildes

As the birth of our Lord approaches, I reflect on the idea of why we celebrate Christmas. In the American culture, is it because of the gifts? Is it because of the flashy sales? No. It is about the humble beginnings of Christianity. Mary and Joseph were not rich, so when the Archangel Gabriel appeared to Mary and told her that she was to be the mother of God, it must have come as quite a shock. I would definitely freak out if I were in her position. Yet her answer to the angel was a very humble yes. Her faith and belief that God would provide, helped her to her fiat (her yes).

I was curious as to why Luke’s account of the Annunciation was chosen for the Gospel on the Feast of Our Lady of Guadalupe. I found that the Marian apparitions to a peasant in Mexico City, Juan Diego, could draw comparisons to the Annunciation. Juan Diego listened to Mary’s request for a church to be built in her honor. Juan Diego went to the Archbishop who at first didn’t believe him. Juan’s faith persevered, and he met with Mary on different occasions until his uncle fell ill, so he went to take care of him, just like how Mary went to Elizabeth. Mary appeared to Juan Diego on his journey to tell him that his uncle was healed. She then performed a miracle  to help convince the Archbishop to build a small chapel where the apparitions were. Just like the miracle of Jesus’s birth initiated the building of Christianity.

With Christmas so close, Our Lady of Guadalupe calls us to reflect on the humble beginnings of the Church and how we should reflect on our own faith to be able to answer the call from God and say yes.

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A medida que se acerca el nacimiento de nuestro Señor, reflexiono sobre la idea de por qué celebramos la Navidad. En la cultura estadounidense, ¿es por los regalos? ¿Es por las ventas espectaculares? No. Se trata de los humildes comienzos del cristianismo. María y José no eran ricos, así que cuando el Arcángel Gabriel se le apareció a María y le dijo que ella sería la madre de Dios, debe haber sido un gran shock. Definitivamente me asustaría si estuviera en su lugar. Sin embargo, su respuesta al ángel fue un sí muy humilde. Su fe y creencia en que Dios proveería la ayudaron a dar su fiat (su sí).

Sentí curiosidad por saber por qué se eligió el relato de la Anunciación según San Lucas para el Evangelio en la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Descubrí que las apariciones marianas a un campesino en la Ciudad de México, Juan Diego, podrían generar comparaciones con la Anunciación. Juan Diego escuchó la petición de María de que se construyera una iglesia en su honor. Juan Diego fue al arzobispo, quien al principio no le creyó. La fe de Juan perseveró y se encontró con María en diferentes ocasiones hasta que fue a cuidar a su tío enfermó, al igual que María fue a cuidar a Isabel. María se le apareció a Juan Diego en el camino para decirle que su tío estaba curado. Luego realizó un milagro para ayudar a convencer al Arzobispo de construir una pequeña capilla donde se realizaran las apariciones. Al igual que el milagro del nacimiento de Jesús inició la construcción del cristianismo.

Con la Navidad tan cerca, Nuestra Señora de Guadalupe nos llama a reflexionar sobre los inicios humildes de la Iglesia y cómo debemos reflexionar sobre la propia fe para poder responder al llamado de Dios y decirle sí.

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Ben Hooper is originally from Maryland, having been adopted from Korea and growing up in the Catholic faith. He went to Franciscan University to dive deeper into his faith and eventually graduated with a degree in Business Management. He loves musical theater, sports, spending time with his fiancé Lily and their dog Kolbe.

Feature Image Credit: Cindy Kiernicki, https://art.diocesan.com/stock-photo/st-juan-diego-13902/