Are You Ready for the Feast? / ¿Estás Listo para la Fiesta?

How married are you to the idea that Jesus is your Savior? How open are you to the invitation extended to everyone as Jesus died upon the Cross and then rose again, conquering sin and death? How prepared are you to RSVP and, more importantly, arrive prepared to enjoy the feast? 

Jesus teaches with images those listening could relate to, meeting people where they are at. Maybe references to kings and shepherds don’t speak directly to current circumstances but the lessons remain timeless. Today’s Gospel includes an allegory of the King hosting a marriage feast for his Son. The bride in this story, represents the Church. We are to see ourselves among those called to the feast.

In Jesus’ time, the practice for royal banquets was to first send out the messengers with an invitation, a Biblical times “save the date.” Next, when the feast was ready, messengers were sent with a second summons to retrieve the invitees and let them know that the doors were open. Clean your face, don your finest apparel, and come enjoy the feast prepared for you. 

We are called to the Kingdom of God, to a life of faith, and to inherit heaven, but sadly not all will be found worthy to possess it. Some people will flat out decline this generous offer with a myriad of excuses: busy with work, leisure, or a host of worldly endeavors. Some will accept the invitation but not follow through, perhaps due to ignorance or apathy. It is fascinating to contemplate people’s reactions to the summons to the wedding feast. How often do we despise or disregard God’s summons in our lives? How willing are we to take the time to prepare our hearts for the feast? 

Do we come in our Sunday best to meet the King and His Son at Mass? Do we come ready not only on the outside but, more importantly, on the inside? Do we prepare our hearts to partake in the banquet of the Lord, the Eucharist? Have we looked over the Daily Readings, reflected on His Word, and the Gift of receiving Him in the Eucharist? Do we remember to ask for the Lord’s blessing and for Him to bestow on us the grace necessary to be fully present in this grand celebration?

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¿Qué tan unido estás con la idea de que Jesús es tu Salvador? ¿Qué tan abierto estás a la invitación extendida a todos cuando Jesús murió en la cruz y luego resucitó, venciendo el pecado y la muerte? ¿Qué tan preparado estás para confirmar tu asistencia y más importante, llegar preparado para disfrutar de la fiesta?

Jesús enseña con imágenes con las que la gente que lo escucha va a poder identificarse, encontrando a las personas en su situación actual. Tal vez las referencias a reyes y pastores no hablen directamente de las circunstancias actuales, pero las lecciones siguen siendo eternas. El Evangelio de hoy incluye una alegoría del Rey que organiza una fiesta de bodas para su hijo. La novia en esta historia representa a la Iglesia. Debemos vernos entre los llamados a la fiesta.

En la época de Jesús, la práctica para los banquetes reales era enviar primero a los mensajeros con una invitación, una especie de “reservar la fecha” de los tiempos bíblicos. Luego, cuando la fiesta estaba lista, se enviaron mensajeros con una segunda convocatoria para reunir a los invitados y hacerles saber que las puertas estaban abiertas. Limpia tu rostro, vístete con tus mejores vestimentas y ven a disfrutar de la fiesta preparada para ti.

Estamos llamados al Reino de Dios, a una vida de fe y a heredar el cielo, pero lamentablemente no todos serán dignos de poseerlo. Algunas personas rechazarán directamente esta generosa oferta con una miríada de excusas: ocupados con el trabajo, el ocio o una serie de actividades mundanas. Algunos aceptarán la invitación pero no la cumplirán, tal vez por ignorancia o apatía. Es muy interesante contemplar las reacciones de la gente ante la convocatoria al banquete de bodas. ¿Con qué frecuencia despreciamos o ignoramos las llamadas de Dios en nuestras vidas? ¿Qué tan dispuestos estamos a tomarnos el tiempo para preparar nuestros corazones para la fiesta?

¿Venimos con nuestras mejores vestimentas para encontrarnos con el Rey y Su Hijo en la Misa? ¿Venimos preparados no solo por fuera sino, lo que es más importante, por dentro? ¿Preparamos nuestro corazón para participar en el banquete del Señor, la Eucaristía? ¿Hemos repasado las Lecturas del día, reflexionado sobre Su Palabra, y el Don de recibirlo en la Eucaristía? ¿Nos acordamos de pedir al Señor que nos bendiga y nos conceda la gracia necesaria para estar plenamente presentes en esta gran celebración?

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Allison Gingras ( www.ReconciledToYou.com ) — Shares her love of the Catholic Faith with stories, laughter, and honesty as experienced in the ordinary of life! Her writing includes Encountering Signs of Faith (Ave Maria Press) and the Stay Connected Journals for Women (OSV). Allison is a Catholic Digital Media Specialist for Family Rosary, Catholic Mom, and the Fall River Diocese. She hosts A Seeking Heart podcast and is co-host of the Catholic Momcast podcast.

Feature Image Credit: Thomas William, unsplash.com/photos/OAVqa8hQvWI

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Blessed Are You / Bendito Seas

Today’s Gospel reading is a short one. A woman approaches Jesus telling Him that His mother is blessed. He responds to her, “Blessed are those who hear the word of God and observe it.”

Jesus is saying that those who hear His word and who follow it will be blessed, thus obtaining eternal life with Him. It sounds simple, so why is this difficult to follow? Because the world gets in the way and wants to replace God. It wants to push Him away, divert our attention, and distract us from anything moral or religious. It wants us to think of the here and now rather than eternity. 

Through the people he has swayed, Satan whispers to us that we have the “right” to do whatever we want to do, that we should live for today, and that we can do whatever makes us happy. But these are all lies. We do not have the right to do whatever we want, for we must consider other people when we act. And we must consider how our actions affect our own selves as well. Further, while living for today may bring us some momentary happiness, it does not bring the joy we deserve as children of God. 

That is why we must not only hear the word of God but truly listen and pay attention to it. For only the words of our Lord contain the truths we need to hear. And the truth is, we all have value, and we all matter. God wants us to know that, to feel that, to go to Him with our sadness and our joy, and to follow His commands. But when we lose sight of those facts, we begin to do things that not only harm our bodies but also harm our souls, and this drives us away from God.

So today let’s think about Jesus’ words: “Blessed are those who hear the word of God and observe it” and decide how we will observe them. Will we fill our lives with hatred for those who are not like us, or will we preach the truth with charity and love? Will we create division in our lives, or will we foster peace? Will we take the easy way out and hurt others in the process, or will we seek to do what is right and moral? Will we praise the Lord and thank Him for all things, or will we curse Him when things don’t go the way we want?

We have a choice in the way that we act. We have a choice in how we worship. Let us choose our Lord and His will. Let us choose eternity with Him.

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La lectura del Evangelio de hoy es breve. Una mujer se acerca a Jesús diciéndole que su madre es bendecida y responde diciendo: “Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica.”

Jesús está diciendo que aquellos que escuchan Su palabra y la siguen serán bendecidos, obteniendo así la vida eterna con Él. Suena tan sencillo, entonces ¿por qué es tan difícil de seguir? Porque el mundo se interpone y quiere reemplazar a Dios. Quiere alejarlo, desviar nuestra atención y distraernos de cualquier cosa moral o religiosa. Quiere que pensemos en el aquí y ahora en lugar de en la eternidad.

A través de las personas que ha influenciado, Satanás nos susurra que tenemos el “derecho” de hacer lo que queremos, que debemos vivir en el presente y que podemos hacer lo que sea que nos haga felices. Pero es pura mentira. No tenemos el derecho a hacer lo que queremos, porque debemos considerar a otras personas cuando actuamos y también cómo nuestras acciones nos afectan a nosotros mismos. Además, si bien vivir para hoy puede brindarnos una felicidad momentánea, no brinda el gozo que merecemos como hijos de Dios.

Por eso no sólo debemos escuchar la palabra de Dios, sino escucharla de verdad y prestarle atención. Porque solo las palabras de nuestro Señor contienen las verdades que necesitamos escuchar, y la verdad es que todos tenemos valor y todos importamos. Dios quiere que sepamos eso, que sintamos eso, que vayamos a Él con nuestra tristeza y nuestra alegría, y que sigamos Sus mandamientos. Pero cuando perdemos de vista esos hechos, comenzamos a hacer cosas que no solo dañan nuestro cuerpo sino también nuestra alma, y esto nos aleja de Dios.

Así que hoy reflexionamos sobre las palabras de Jesús: “Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica” y decidamos cómo las vamos a poner en práctica. ¿Llenaremos nuestra vida de odio por los que no son como nosotros, o predicaremos la verdad con caridad y amor? ¿Crearemos división en nuestras vidas o fomentaremos la paz? ¿Tomaremos el camino fácil y heriremos a otros en el proceso, o buscaremos hacer lo que es correcto y moral? ¿Alabaremos al Señor y le agradeceremos por todas las cosas, o lo maldecimos cuando las cosas no salgan como queremos?

Podemos escoger cómo vamos a actuar. Podemos escoger cómo vamos a adorar. Escojamos a nuestro Señor y su voluntad. Escojamos la eternidad con Él.

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Susan Ciancio has a BA in psychology and a BA in sociology from the University of Notre Dame, with an MA in liberal studies from Indiana University. For the past 19 years, she has worked as a professional editor and writer, editing both fiction and nonfiction books, magazine articles, blogs, educational lessons, professional materials and website content. Thirteen of those years have been in the pro-life sector. Currently Susan freelances and writes weekly for HLI, edits for American Life League, and is the executive editor of Celebrate Life Magazine. She also serves as executive editor for the Culture of Life Studies Program—an educational nonprofit program for K-12 students. You can reach her at slochner0.wixsite.com/website.

Feature Image Credit: Amor Santo, cathopic.com/photo/8097-priest-kneeling-in-prayer

Mental Gymnastics / La Gimnasia Mental

When I read passages like today’s Gospel, I am astounded by the lengths the Pharisees and other detractors of Jesus went to justify their unbelief: when we drive out demons, it’s because God worked through us, but when you do it, Jesus, it’s the devil working through you. You just gave us a sign from heaven by driving out a demon, but show us a sign from heaven to prove you are from God.

These sort of convoluted excuses to avoid the obvious are sometimes called mental gymnastics. These people in the Gospel didn’t want to believe Jesus was the Messiah, so they came up with any reason they could think of, no matter how implausible.

Now it’s easy to point fingers at these obstinate Gospel characters, but how often do you and I do the same sort of things? Don’t I come up with all sorts of ways to excuse or downplay my sins? Don’t I fail to recognize my blessings and wonder where God is working in my life?

I pray today for the awareness to recognize when I am coming up with elaborate excuses to justify myself and for the humility to allow myself to be justified by God’s grace.

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Cuando leo pasajes como el Evangelio de hoy, me asombro de hasta dónde llegaron los fariseos y otros detractores de Jesús para justificar su incredulidad: cuando echamos fuera demonios, es porque Dios ha obrado a través de nosotros, pero cuando lo haces tú, Jesús, es el diablo trabajando dentro de ti. Acabas de darnos una señal del cielo al expulsar a un demonio, pero muéstranos una señal del cielo para comprobar que eres de Dios.

Este tipo de excusa complicada para evitar lo obvio a veces se llama la gimnasia mental. Estas personas en el Evangelio no querían creer que Jesús era el Mesías, así que propusieron cualquier razón que se les ocurriera, sin importar cuán improbable fuera.

Es fácil señalar a estos personajes obstinados del Evangelio, pero ¿con qué frecuencia tú y yo hacemos el mismo tipo de cosas? ¿No se me ocurren todo tipo de formas de excusar o restar importancia a mis pecados? ¿No dejo de reconocer mis bendiciones y me pregunto dónde está obrando Dios en mi vida?

Le pido a Dios hoy que me regale el conocimiento para reconocer cuando estoy inventando excusas elaboradas para justificarme y por la humildad para permitirme ser justificada por la gracia de Dios.

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J.M. Pallas has had a lifelong love of Scriptures. When she is not busy with her vocation as a wife and mother to her “1 Samuel 1” son, or her vocation as a public health educator, you may find her at her parish women’s bible study, affectionately known as “The Bible Chicks.”

Feature Image Credit: Paola Aguilar,  unsplash.com/photos/O-FR79xcGh8

Persevering in Prayer / Perseverando en la Oración

I find this Gospel comforting because it gives me permission to be persistent, which I sometimes fear is nagging. But Jesus is so clear that we should ask, we should seek, we should knock. And not only should we do these things but they are efficacious. They will work. There is great comfort in that when faced with a situation where the only thing we can do is pray.

When one of my friends was diagnosed with cancer and dying, the only thing I could do was pray. I couldn’t fix him. As much as I wished I could take his suffering, and that of his wife and children away, I was helpless. I prayed and prayed and worried that I was nagging but it was in that daily plea to Jesus that I found what I needed to watch someone I love die and not go to pieces myself. 

My husband is a one-and-done guy. He has full faith that his prayer, offered once (or maybe twice) will be answered and is at peace with that. I am the type of person that needs to reiterate my prayer often but over time I’ve realized that is for my benefit not God’s. Being God, he already knows what we need. He doesn’t need me to bombard him with it. Being my Father, he allows and encourages me to ask again and again, to be the proverbial broken record, because in my desire to do in a situation where there is no doing to be done, I find solace in the prayer. I know that the prayer will be answered just as Jesus says in the Gospel.

For everyone who asks, receives; and the one who seeks, finds; and to the one who knocks, the door will be opened.” (Luke 11:10)

In times of suffering and sadness, or even times of great joy and thanksgiving, I’m glad our God encourages persistence. I’m glad he’s ok with what could be framed as nagging. I’m also glad that we can trust that he will answer with goodness, not a scorpion. 

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Este Evangelio me consuela porque me da permiso de ser persistente, lo que a veces siento que molesta. Pero Jesús es tan claro que debemos pedir, debemos buscar, debemos llamar. Y no sólo debemos hacer estas cosas sino que son eficaces. Van a funcionar. Eso nos consuela bastante cuando nos enfrentamos con una situación en la que lo único que podemos hacer es rezar.

Cuando a uno de mis amigos le diagnosticaron cáncer y se estaba muriendo, lo único que podía hacer era rezar. No pude arreglarlo. Por mucho que deseara poder quitarle su sufrimiento y el de su esposa e hijos, era incapaz de hacerlo. Rezaba y rezaba y me preocupaba que estaba molestando, pero era en esa súplica diaria a Jesús que encontraba lo que necesitaba para ver morir a alguien que amaba y no deshacerme yo misma.

Mi esposo es el tipo de persona que pide una sola vez y eso le basta. Tiene plena fe en que su oración, ofrecida una sola vez (o tal vez dos veces), va a ser respondida y queda tranquilo. Mientras yo soy el tipo de persona que necesita reiterar mi oración con frecuencia, pero con el tiempo me he dado cuenta de que es para mi beneficio y no para el de Dios. Siendo Dios, ya sabe lo que necesitamos. No necesita que lo bombardee con eso. Siendo mi Padre, me permite y me alienta a pedir una y otra vez, a ser el disco rayado proverbial, porque cuando deseo hacer algo en una situación donde no hay nada que hacer, encuentro consuelo en la oración. Sé que la oración será contestada tal como dice Jesús en el Evangelio.

“Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra y al que toca, se le abre. ” (Lucas 11,10)

En tiempos de sufrimiento y tristeza, o incluso en tiempos de gran alegría y acción de gracias, me alegra que nuestro Dios nos motiva a ser perseverantes. Me alegro que esté de acuerdo con lo que podría llamarse una molestia. También me alegra que podamos confiar en que va a responder con bondad y no con un escorpión.

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Merridith Frediani loves words and is delighted by good sentences. She also loves Lake Michigan, dahlias, the first sip of hot coffee in the morning, millennials, and playing Sheepshead with her husband and three kids. She writes for Catholic Mom, Diocesan.com, and her local Catholic Herald. Her first book Draw Close to Jesus: A Woman’s Guide to Adoration is available at Our Sunday Visitor and Amazon. You can learn more at merridithfrediani.com.

Feature Image Credit: Samuel Martins, unsplash.com/photos/3U7HcqkIbb4

Abba / Abba

We might be tempted to take this Gospel lightly, as it is so familiar. “Yep,” we might think, “I already know this. The Lord’s Prayer comes from the Gospel.” It might also seem obvious that Jesus gave us this as a kind of “form” of prayer that we can imitate. True enough.

But even more profoundly, we have an insight here into Jesus’ very own prayer to His Father, a glimpse into the heart of Christ as it opens to the Father, and an invitation into the very prayer of Jesus. What does this reveal?

We know that Jesus is the Son of God, and that he is uniquely positioned to call God “Father.” There is some discussion that the Aramaic word “Abba” that Jesus uses means something more like “Daddy,” which is a more familiar and familial term than “Father,” that carries a stronger note of respect and distance than warmth and intimacy. But even more than this familial note, beyond the closeness and love that “Abba” implies, there is also an implication of authority that commands trustful obedience.

In this line of thought, which can be a fruitful reflection for us, only a child can use this term. Anyone can say, “Yes, sir!” but only a child can say, “Yes, Abba.” Any child can say “Father,” but only an obedient one says, “Abba, Father,” as Jesus did. This is profound heart language. It is only used three times in the New Testament (take a moment to read Mark 14:35-36, Romans 8:12-15, Galatians 4:1-11!), and each instance makes more sense if we read it with this understanding of a confident child’s loving obedience.

For Old Testament context, we might read Genesis 22, where Isaac calls out to Abraham in a similar way. Both Jesus and Isaac are beloved, only sons, and obedient. Both are facing a sacrificial death. Both have climbed a mountain to prepare. Both carry the wood for that sacrifice. Isaac doesn’t speak Aramaic so he doesn’t use the specific word “Abba”, but he does call out to Abraham with the same meaning when he realizes there is no animal for sacrifice. “Father!” (Gen 22:7) he says, but then continues forward in loving trust and obedience.

As we pray the Our Father with attention and intention, we learn to enter into the prayer of Christ before His Father and our Father, His God and our God, and gradually our small hearts expand with the gushing sentiments of love and trust that stream from Jesus’ own Heart.

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Podríamos estar tentados a tomar este Evangelio a la ligera, ya que es tan familiar. “Sí”, podríamos pensar, “esto ya me lo sé. El Padrenuestro viene del Evangelio”. También puede parecer obvio que Jesús nos dio esto como una “forma” de oración que podemos imitar, lo cual es cierto.

Pero aún más profundamente, aquí tenemos una idea de la propia oración de Jesús a Su Padre, un vistazo al corazón de Cristo que se abre al Padre, y una invitación a la oración misma de Jesús. ¿Qué nos revela esto?

Sabemos que Jesús es el Hijo de Dios y que está en una posición única para llamar a Dios “Padre”. Existe cierta discusión de que la palabra aramea “Abba” que Jesús utiliza significa algo como “papi”, que es un término más familiar que “padre” y lleva un tono más fuerte de respeto y distancia que de calidez e intimidad. Pero más allá de esta nota sobre la familia, más allá de la cercanía y el amor que implica “Abba”, también hay una implicación de autoridad que exige la obediencia llena de confianza.

En esta línea de pensamiento, que puede ser una reflexión fructífera para nosotros, sólo un niño puede utilizar este término. Cualquiera puede decir: “¡Sí, señor!” pero sólo un niño puede decir: “Sí, Abba”. Cualquier hijo puede decir “Padre”, pero sólo el obediente dice, “Abba, Padre”, como lo hizo Jesús. Este es un lenguaje profundo del corazón. Solo se utiliza tres veces en el Nuevo Testamento (te invito a tomar un momento para leer Marcos 14,35-36, Romanos 8,12-15 y Gálatas 4,1-11), y cada instancia tiene más sentido si la leemos con esta comprensión de la obediencia amorosa de un niño confiado.

Para el contexto del Antiguo Testamento, podríamos leer Génesis 22, donde Isaac llama a Abraham de manera similar. Tanto Jesús como Isaac son amados, hijos únicos y obedientes. Ambos se enfrentan a una muerte sacrificial. Ambos han escalado una montaña para prepararse. Ambos llevan la leña para el sacrificio. Isaac no habla arameo, por lo que no utiliza la palabra  “Abba” específicamente, pero llama a Abraham con el mismo significado cuando se da cuenta de que no hay ningún animal para el sacrificio. “¡Padre!” (Gén 22, 7), dice, pero luego sigue adelante en amorosa confianza y obediencia.

Al rezar el Padrenuestro con atención e intencionalmente, aprendemos a entrar en la oración de Cristo ante Su Padre y nuestro Padre, Su Dios y nuestro Dios, y poco a poco nuestros corazones pequeños se expanden con los sentimientos efusivos de amor y confianza que brotan del propio Corazón de Jesús.

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Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and seven grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

Feature Image Credit: Agencia Eremo, cathopic.com/photo/14089-santisima-trinidad

Working Against God / Trabajando en Contra de Dios

“Pride comes before the fall,” the old saying goes.

When we succumb to pride, we find ourselves insisting that our way is the right way. Over time, we might come to find, like Martha, that we were actually working against God, and our failure to humbly and honestly examine ourselves has led us down that path.

Martha thought she was doing the right thing by busying herself with serving and being a good hostess. In reality, she was quite literally failing to listen to the words of Jesus, and asking her sister to do the same.

One of the antidotes to this type of stubborn pride comes in today’s Psalm: “Let Israel wait for the LORD, For with the LORD is kindness and with him is plenteous redemption.”  If we wait on the Lord and ask him to guide us, it helps prevent us from unwittingly working against God.

Fortunately, Martha changed her ways. The wiser Martha of John 11 goes out to meet Jesus and has confidence in Him as the Messiah. So as we reflect on today’s Gospel, let us pray that God will guide us on His path to redemption, and give us the humility to see when we have veered off it.

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“El orgullo viene antes de la caída”, dice el viejo refrán.

Cuando sucumbimos al orgullo, nos encontramos insistiendo en que nuestro camino es el correcto. Con el tiempo, podríamos llegar a descubrir, como Martha, que en realidad estábamos trabajando en contra de Dios, y nuestra incapacidad para examinarnos a nosotros mismos con humildad y honestidad nos ha llevado por ese camino.

Martha pensó que estaba haciendo lo correcto al ocuparse de servir y ser una buena anfitriona. En realidad, literalmente no estaba escuchando las palabras de Jesús y le pedía a su hermana que hiciera lo mismo.

Uno de los antídotos para este tipo de orgullo obstinado viene en el Salmo de hoy: “Como aguarda a la aurora el centinela, aguarda Israel al Señor, porque del Señor viene la misericordia, y abundancia de la redención”. Si esperamos en el Señor y le pedimos que nos guíe, nos ayuda a evitar que sin darnos cuenta trabajemos en contra de Dios.

Afortunadamente, Martha cambió su forma de ser. Marta más sabia de Juan 11 sale al encuentro de Jesús y tiene confianza en Él como el Mesías. Entonces, mientras reflexionamos sobre el Evangelio de hoy, oremos para que Dios nos guíe en Su camino hacia la redención y nos dé la humildad para ver cuándo nos hemos desviado.

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J.M. Pallas has had a lifelong love of Scriptures. When she is not busy with her vocation as a wife and mother to her “1 Samuel 1” son, or her vocation as a public health educator, you may find her at her parish women’s bible study, affectionately known as “The Bible Chicks.”

Feature Image Credit: Jens Lelie, unsplash.com/photos/u0vgcIOQG08

What Kind of World? / ¿Qué Clase de Mundo?

As I read the newspaper, listen to the news, and hear the stories told of those dealing with hardship, I reflect on the many situations of the “neighbor” in my backyard, community and many other places in the world. It can be overwhelming. But it need not be.

In today’s Gospel, the lawyer is intent on justifying himself. Truly, we’ve all been there and done that! He is not intent on the heart of the matter, although, by the end of the story he is able to get it: “the one who showed mercy.” Jesus resorts to a story to help the lawyer get to that point. We need that story too. It’s a story about an individual and those who encountered him and what they did about it.

We too have a story to tell. Each day that story gets a little longer. It’s a story about an individual, or rather a person: you, me. “Person” is a wonderful word to use here since it comes from the Greek “prosopon” which indicates the face and one who is in relationship. By nature, we are all in relationship, whether we admit it or not. It is a gift and a blessing to be able to live out our lives in relationship with others, embracing the gift of the other, no matter what challenges might come along with it.

And we embrace those challenges willingly, with the help of the Lord, our Way, since right worship is not only connected to a right relationship with God, but also right relationship with our neighbor. It’s something that we live each day, so we want to be mindful that, “… if you are offering your gift at the altar, and there remember that your brother has something against you, leave your gift there before the altar and go; first be reconciled to your brother, and then come and offer your gift.” (Mt 5:23-24).

Each day, as a person, our gifts, (those both given and received) and our story unfolds. Some of the questions that can help us to live out this precious story are: “What kind of person am I becoming?” and “What kind of world do I want to live in?” My answer to that is always along the lines of: A person who looks on others as the Father does. A world where we show mercy to one another and help one another, where we listen, encourage, and give of ourselves.

As you ponder your own answers to these questions, I would encourage you to turn to Jesus and ask him to lend you his heart, to help you have the compassion he wants you to live this day. He died to show mercy to me and to you. I want to be that mercy for others today, with his help and relying on him always.


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Mientras leo el periódico, escucho las noticias y escucho las historias de quienes enfrentan dificultades, reflexiono sobre las muchas situaciones del “prójimo” en mi patio trasero, comunidad y muchos otros lugares del mundo. Puede ser abrumador. Pero no tiene por qué serlo.

En el evangelio de hoy, el abogado está empeñado en justificarse a sí mismo. ¡En verdad, todos hemos estado allí y hemos hecho eso! No está interesado en el meollo del asunto, aunque, al final de la historia, puede entenderlo: “El que tuvo compasión de él“. Jesús recurre a una historia para ayudar al abogado a llegar a ese punto. Necesitamos esa historia también. Es una historia sobre un individuo y aquellos que lo encontraron y lo que hicieron al respecto.

Nosotros también tenemos una historia que contar. Cada día esa historia se hace un poco más larga. Es una historia sobre un individuo, o más bien una persona: tú, yo. “Persona” es una palabra maravillosa para usar aquí ya que proviene del griego “prosopon” que indica el rostro y alguien que está en relación. Por naturaleza, todos estamos en relación, lo admitamos o no. Es un regalo y una bendición poder vivir nuestras vidas en relación con los demás, abrazando el regalo del otro, sin importar los desafíos que puedan surgir con él.

Y aceptamos esos desafíos de buena gana, con la ayuda del Señor, nuestro Camino, ya que la adoración correcta no solo está relacionada con una relación correcta con Dios, sino también con una relación correcta con nuestro prójimo. Es algo que vivimos cada día, por eso queremos tener presente que, “…si en el momento de llevar tu ofrenda al altar recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano; luego regresa y presenta tu ofrenda”. (Mt 5, 23-24).

Cada día, como persona, se desarrollan nuestros dones (tanto los dados como los recibidos) y nuestra historia. Algunas de las preguntas que nos pueden ayudar a vivir esta preciosa historia son: “¿En qué tipo de persona me estoy convirtiendo?” y “¿En qué clase de mundo quiero vivir?”. Mi respuesta a eso siempre está en la línea de: Una persona que mira a los demás como los mira el Padre. Un mundo donde mostremos misericordia unos a otros y nos ayudemos unos a otros, donde nos escuchemos, animemos y nos demos.

Mientras reflexionas sobre tus propias respuestas a estas preguntas, te animo a volverte a Jesús y pedirle que te preste su corazón, para ayudarte a tener la compasión que Él quiere que vivas este día. Él murió para tener misericordia de mí y de ti. Quiero ser esa misericordia para los demás hoy, con su ayuda y confiando en él siempre.

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Sr. Mary Martha Moss, FSP has had the grace of serving the Lord for over 40 years as a Daughter of St. Paul. Joyfully engaged in the community’s  media ministry, she has authored 3 children’s books, presented on various topics for adult faith formation, enjoyed running Online Book Studies, served as a Pauline Book & Media Center manager and continues singing the alto part with the Daughters of St. Paul Concert Choir.

Feature Image: Mart Production, pexels.com/photo/homeless-people-eating-in-the-park-8078548/

The Gift of the Mass / El Don de la Misa

In the Gospel of Luke, Jesus says, “Blessed are the eyes that see what you see. For I say to you, many prophets and kings desired to see what you see, but did not see it, and to hear what you hear, but did not hear it.” (Luke 10:23-24) We do not live in Jesus’ time. We have access to some incredible multimedia and visual representations of what life could have been like during Jesus’ life and ministry. Having those visuals can be a light shining into a dark space. They offer a brief look at his time: the people, the clothing, the food, the homes, etc. God made us visual people as well as auditory people, so these visual opportunities can certainly enhance our faith experience. Not everyone has the opportunity to travel to the Holy Land. TV shows and documentaries are excellent resources which help to bring the time of Jesus alive in our imaginations. 

Just as there is the temptation to romanticize the past in historical fiction novels, we might have the temptation to think that what Jesus said and did are things that happened, “back then.” There is a very real and important difference between watching a show about Jesus and participating in Mass. 

When we are at Mass, we aren’t there to watch. The word “attend” is even problematic. The Mass isn’t a concert or lecture. It’s the real and true participation in the heavenly banquet we all hope to participate in for all eternity. We gather around an altar. Altars aren’t for eating, they’re for sacrifice. Jesus is our paschal lamb, He is the perfect sacrifice which restores us to right relationship with the Father. Since God operates outside of space and time, this perfect sacrifice of Jesus is continually offered for the redemption of humanity. We participate in this eternal sacrifice and communion with the Father when we gather to share the Eucharist.

During the Offertory prayers, though the priest is speaking, he is offering the bread and wine on behalf of the whole community. He asks the Holy Spirit to come transform the gifts we offer. This is one reason why the gifts are brought forward from within the community to the altar. 

Many generations have desired to see what we see, to hear what we hear, every time we come to Mass. Many still today long to have free and easy access to regular liturgical practice and cannot. What Jesus said and did isn’t just something that happened long ago. He lives in each baptized member of the Body of Christ. He is present to us, speaking to us, at every single Mass we partake in. There is nothing on earth that can replace Jesus’ true Presence in the Eucharist. 

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En el Evangelio de Lucas, Jesús dice: “Bienaventurados los ojos que ven lo que ves. Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no oyeron”. (Lucas 10,23-24) No vivimos en el tiempo de Jesús. Tenemos acceso a algunas representaciones multimedia y visuales increíbles de cómo podría haber sido la vida durante la vida y el ministerio de Jesús. Tener esas imágenes puede ser una luz que brilla en un espacio oscuro. Ofrecen una breve mirada a su tiempo: la gente, la ropa, la comida, los hogares, etc. Dios nos hizo personas visuales tanto como auditivas, por lo que estas oportunidades visuales ciertamente pueden mejorar nuestra experiencia de fe. No todo el mundo tiene la oportunidad de viajar a Tierra Santa. Los programas de televisión y los documentales son excelentes recursos que ayudan a revivir el tiempo de Jesús en nuestra imaginación.

Así como existe la tentación de romantizar el pasado en las novelas de ficción histórica, podríamos tener la tentación de pensar que lo que Jesús dijo e hizo son cosas que sucedieron “en aquel entonces”. Hay una diferencia muy real e importante entre ver un programa sobre Jesús y participar en la Misa.

Cuando estamos en Misa, no estamos allí para mirar. La palabra “asistir” es incluso problemática. La Misa no es un concierto o una conferencia. Es la participación real y verdadera en el banquete celestial en el que todos esperamos participar por toda la eternidad. Nos reunimos alrededor de un altar. Los altares no son para comer, son para el sacrificio. Jesús es nuestro cordero pascual, Él es el sacrificio perfecto que nos restaura a la correcta relación con el Padre. Dado que Dios opera fuera del espacio y del tiempo, este sacrificio perfecto de Jesús se ofrece continuamente para la redención de la humanidad. Participamos de este eterno sacrificio y comunión con el Padre cuando nos reunimos para compartir la Eucaristía.

Durante las oraciones del Ofertorio, aunque el sacerdote habla, ofrece el pan y el vino en nombre de toda la comunidad. Pide al Espíritu Santo que venga a transformar los dones que ofrecemos. Esta es una de las razones por las que las ofrendas se llevan al altar desde dentro de la comunidad.

Muchas generaciones han deseado ver lo que vemos, escuchar lo que escuchamos, cada vez que venimos a Misa. Muchos todavía hoy anhelan tener acceso libre y fácil a la práctica litúrgica regular y no pueden. Lo que Jesús dijo e hizo no es solo algo que sucedió hace mucho tiempo. Vive en cada miembro bautizado del Cuerpo de Cristo. Él está presente para nosotros, hablándonos, en cada Misa en la que participamos. No hay nada en la tierra que pueda reemplazar la verdadera Presencia de Jesús en la Eucaristía.

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Kate Taliaferro is an Air Force wife and mother. She is blessed to be able to homeschool, bake bread and fold endless piles of laundry. When not planning a school day, writing a blog post or cooking pasta, Kate can be found curled up with a book or working with some kind of fiber craft. Kate blogs at DailyGraces.net.

Feature Image Credit: millionairemob, pixabay.com/photos/gothic-church-church-catholic-mass-4045132/

Chosen and Called / Elegido y Llamado

The 72 disciples have done some astounding things – they have subdued demons and been given the power to tread on serpents without being harmed. So, of course, they are rejoicing. But Jesus wants to make sure they are rejoicing in the right thing. The power that has been given them is not reason for rejoicing; it is the fact that their “names are written in heaven” that is cause for rejoicing. They are chosen and called, and they have opened up within themselves the space for his grace to act through them, which is what has empowered them to overcome Satan.

Jesus praises His Father for all this, and gives a profound insight into the life of the Trinity. “ALL THINGS have been handed over to me by my Father.” Only the Father knows fully Who the Son is, and only the Son fully knows the Father; but the Son wishes to share this knowledge, and reveal the Father to others and to us if only we are truly open.

Then Jesus turns to his Apostles in private and, still rejoicing with holy gladness at the faith he has seen, makes clear what a great blessing they have been given, in being chosen and called to walk with him and see the mighty works of God: “Many prophets and kings desired to see what you see, but did not see it…” The Kingdom is here.

What about us? Are we blessed and gifted, chosen and called, in this way? If we obey the Lord’s commandment and respond to His call in our lives, we will also experience God’s powerful work in us and for us and through us. Even miracles are possible, if they are necessary to God’s Plan and we have the true humility to know that whatever good is done comes from God and not ourselves. Any fruit we bear comes from the vigor of the Vine, not from the spindly branches on their own. Any effectiveness we experience in our efforts comes from God’s grace and initiative; it is for us to remain humble and trusting, glorifying Him and not ourselves or our own efforts (no matter how heroic those efforts might be!). We cannot become self-promoting, or self-reliant, or self-seeking, or self-satisfied. When we pat ourselves on the back for our own cleverness or holiness, we are hitting our self-destruct button.

The “secret sauce” to fruitfulness in the spiritual realm is seeking our joy and satisfaction in glorifying God for what He does for us, giving thanks that He has called us to work on His Team (through Baptism), and bringing HIM to others, not our own cleverness or even good desires!

For God is the one who, for his good purpose, works in you both to desire and to work” (Phil 2:13).

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Los 72 discípulos han hecho algunas cosas asombrosas: han sometido a los demonios y se les ha dado el poder de pisar serpientes sin ser dañados. Así que, por supuesto, se están regocijando. Pero Jesús quiere asegurarse de que se regocijen en lo correcto. El poder que se les ha dado no es motivo de regocijo; es el hecho de  “Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo” lo que es motivo de regocijo. Son escogidos y llamados, y han abierto en sí mismos el espacio para que su gracia actúe a través de ellos, que es lo que les ha dado poder para vencer a Satanás.

Jesús alaba a su Padre por todo esto y da una visión profunda de la vida de la Trinidad. “Todo me lo ha entregado mi Padre.” Sólo el Padre conoce plenamente Quién es el Hijo, y sólo el Hijo conoce plenamente al Padre; pero el Hijo quiere compartir este conocimiento, y revelar al Padre a los demás y a nosotros, si estamos verdaderamente abiertos.

Entonces Jesús se dirige a sus Apóstoles en privado y, todavía regocijándose con santa alegría por la fe que ha visto, deja en claro qué gran bendición les ha sido dada, al ser escogidos y llamados a caminar con él y ver las maravillas de Dios: “Muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron…” El Reino está aquí.

¿Qué pasa con nosotros? ¿Somos bendecidos y dotados, escogidos y llamados de esta manera? Si obedecemos el mandamiento del Señor y respondemos a Su llamado en nuestra vida, también vamos a experimentar la obra poderosa de Dios en nosotros, para nosotros y a través de nosotros. Incluso los milagros son posibles, si son necesarios para el Plan de Dios y tenemos la verdadera humildad de saber que todo el bien que se hace proviene de Dios y no de nosotros mismos. Cualquier fruto que llevamos proviene del vigor de la Vid, no de las ramas delgadas por sí solas. Cualquier eficacia que experimentamos en nuestros esfuerzos proviene de la gracia y la iniciativa de Dios; nos corresponde permanecer humildes y confiados, glorificando a Él y no a nosotros mismos ni a nuestros propios esfuerzos (¡por heroicos que sean esos esfuerzos!). No podemos volvernos auto-promocionados, o auto-suficientes, o egoístas, o auto-satisfechos. Cuando nos damos palmaditas en la espalda por nuestra propia inteligencia o santidad, estamos presionando nuestro botón de auto-destrucción.

La “salsa secreta” para la fecundidad en el ámbito espiritual es buscar nuestro gozo y satisfacción en glorificar a Dios por lo que Él hace por nosotros, dar gracias porque Él nos ha llamado a trabajar en Su Equipo (a través del Bautismo), y llevarlo a ÉL a otros, ¡no nuestra propia astucia o incluso buenos deseos!

“Porque Dios es quien, más allá de la buena disposición de ustedes, realiza en ustedes el querer y el actuar” (Filipenses 2:13).

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Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and seven grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

Feature Image Credit: Greg Rakozy, unsplash.com/photos/oMpAz-DN-9I

Examination of Conscience / Examen de Conciencia

When I was in high school, my faith formation classes held scheduled confessions once a semester. While we were waiting for our turn, we would use the examination of conscience paper as a fan more often than we would use it to actually reflect on our transgressions against our loving Creator. 

That sounds so intense, but it’s the truth. Each sin is a sin against the Lord himself, since we actively chose to do something or not do something and therefore knowingly went against the Lord. 

Ever since high school, I’ve realized that it’s important to give myself a good amount of time to reflect on how I’ve sinned by looking at recent things that have bothered me.

For example, one time I knew that my sister would have loved the last cookie, but I ate it anyway because the last time there was only one piece of brownie left (my favorite), she looked me right in the eyes and ate it. Now that may seem little, like a funny snippet between two sisters, but when you really look at it, I didn’t even want that cookie. So I ask myself: What were the feelings underneath the action?

Then I can see that the cookie was a tool of pride, of not wanting to seem weaker and “less than” my sister and to show feelings of anger towards her. All over something that didn’t even really matter to me. And all these things that I thought and felt were simply lies from the devil. 

Did I even want that cookie? No. The Lord provides me with everything (and every cookie) that I need. Does eating a cookie I know she wanted actually make me feel powerful? No. I know that I draw my strength from the Lord anyways. Do I even need power in our sisterly dynamic? No. Christ has shown us that LOVE, not an unbalanced power dynamic, is what we need with one another. Am I actually angry over the brownie she ate last time? No! I love my sister and a brownie can’t change that. And besides, let’s be honest, it was like my third brownie of the day anyways.

But it’s in these little ways that Satan positions us against one another and has us repeat his lies back to ourselves (gluttony, power, anger) that keep us from the Lord’s glory and goodness. I always remind myself that the devil can not create anything evil, he can only pervert the goodness of the Lord. That’s why it’s these kinds of small situations that I choose to reflect on so that I can get to the core of what the sin was and then bring those sins to confession, similar to how those in our first reading are able to plainly list all their acts against God.

So the next time you plan on going to confession, give yourself the time and space to reflect more deeply about how you have fallen away from God. Go beneath the surface and look for the lies you’ve allowed yourself to believe. Share them with the Lord and let Him heal you. Let Him free you. Let Him love you. 

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Cuando estaba en la escuela secundaria, mis clases de formación en la fe tenían confesiones programadas una vez por semestre. Mientras esperábamos nuestro turno, usábamos el papel del examen de conciencia como un abanico con más frecuencia que para reflexionar sobre nuestras transgresiones contra nuestro amoroso Creador.

Eso suena tan intenso, pero es la verdad. Cada pecado es un pecado contra el Señor, ya que elegimos activamente hacer algo o no, por lo tanto, a sabiendas fuimos en contra del Señor.

Desde la escuela secundaria, me di cuenta de que es importante darme una buena cantidad de tiempo para reflexionar sobre cómo he pecado, al mirar las cosas recientes que me han molestado.

Por ejemplo, una vez supe que a mi hermana le hubiera encantado la última galleta, pero me la comí de todos modos porque la última vez solo quedaba un trozo de brownie (mi favorito), me miró directamente a los ojos y se lo comió. Ahora, eso puede parecer pequeño, como un fragmento divertido entre dos hermanas, pero cuando realmente lo miras, ni siquiera quería esa galleta. Así que me pregunto: ¿Cuáles fueron los sentimientos debajo de la acción?

Entonces puedo ver que la galleta era una herramienta de orgullo, de no querer parecer más débil y “menos que” mi hermana y mostrar sentimientos de ira hacia ella. Todo por algo que ni siquiera me importaba. Y todas estas cosas que pensaba y sentía eran simplemente mentiras del diablo.

¿Quisiera esa galleta? No. El Señor me proporciona todo (y cada galleta) que necesito. ¿Me hace sentir poderosa comer una galleta que sé que ella quería? No. Sé que saco mi fuerza del Señor de todos modos. ¿Necesito poder en nuestra dinámica fraternal? No. Cristo nos ha mostrado el AMOR, no una dinámica de poder desequilibrada, es lo que necesitamos los unos con los otros. ¿Estoy realmente enojado por el brownie que comió? ¡No! Amo a mi hermana y un brownie no puede cambiar eso. Y además, seamos honestos, de todos modos fue como mi tercer brownie del día.

Pero es de estas pequeñas maneras que Satanás nos enfrentan unos contra otros y nos hace repetir sus mentiras (glotonería, poder, ira) que nos alejan de la gloria y la bondad del Señor. Siempre me recuerdo a mí mismo que el diablo no puede crear nada malo, solo puede pervertir la bondad del Señor. Es por eso que es este tipo de pequeñas situaciones en las que elijo reflexionar para poder llegar al núcleo de cuál fue el pecado y luego llevar esos pecados a la confesión, de manera similar a cómo aquellos en nuestra primera lectura pueden enumerar claramente todos sus pecados, actos contra Dios.

Así que la próxima vez que planees ir a confesarte, date el tiempo y el espacio para reflexionar más profundamente sobre cómo te has alejado de Dios. Ve debajo de la superficie y busca las mentiras que te has permitido creer. Compártelas con el Señor y deja que Él te sane. Deja que Él te libere. Deja que Él te ame.

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Image Credit: Liam Simpson, unsplash.com/photos/umycmizZHn8


Veronica Alvarado is a born and raised Texan currently living in Pennsylvania. Since graduating from Texas A&M University, Veronica has published various Catholic articles in bulletins, newspapers, e-newsletters, and blogs. She continued sharing her faith after graduation as a web content strategist and digital project manager. Today, she continues this mission in her current role as communications director and project manager for Pentecost Today USA, a Catholic Charismatic Renewal organization in Pittsburgh. 


Step Up to the Plate / Anímate a Servir

“The harvest is abundant but the laborers are few; so ask the master of the harvest to send out laborers for his harvest.”

This line from today’s Gospel perfectly sums up one of the biggest struggles in the Church today: the harvest is plenty but the laborers are few. The need is so great in our pews and among our congregations, yet there are so few of us – clergy, paid pastoral staff and lay volunteers alike – to serve all the needs of all our parishioners. We do as much as humanly possible but we always have the longing and the desire to do more. 

The programs and ministries are there. The desire is there. The demand is there. You even have the necessary ministry leads and program coordinators. But there is something missing. A full team with widespread gifts and talents that can be nurtured and cultivated and used to their maximum potential for the good of the parish and the glory of God’s Kingdom. 

We all have tremendous gifts and talents, which were gifted to us by God to give Him glory and build up His Kingdom. These gifts are as different as we are and, even if some of us have the same gifts, we utilize them in different ways. Some of us are beyond hospitable and have no problem striking up a conversation with new parishioners and welcoming them to the community. Others are incredibly wise and, following the guidance of the Holy Spirit, always know what to say in difficult or confusing situations. Still others are ridiculously talented at administration and logistics to keep everything running smoothly. 

Every parish across the world needs these gifts, your gifts! Think of how many more lives could be impacted, including your own, if our churches were bursting to the brim with parishioners eager and equipped to use their gifts, the things they already love and do well in this world, in service to others. 

Maybe you already know what your gifts are and have an idea of where best to use them? Great! I encourage you to contact someone at your parish and have a discussion about getting involved in some sort of ministry. “But what if they don’t have a ministry like this?” God may in fact be asking you to start something from the ground up at your parish, and you probably aren’t the only one looking for it. Your openness and desire to serve would have a large outreach and would be a tremendous blessing to others. 

If you don’t know what gifts or talents you have that could be of service to the Church, there are many great resources available like spiritual gifts inventories or charism discernments to help get things started. Your church needs you. Our Church needs you. I pray, please answer the call. All of the parishes across the world will be so much better for it. 

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“La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos.”

Esta línea del Evangelio de hoy resume a la perfección una de las mayores luchas de la Iglesia actual: la mies es mucha pero los obreros pocos. La necesidad es tan grande en nuestras bancas y entre nuestras congregaciones, sin embargo, hay muy pocos de nosotros – clérigos, personal pastoral pagado y voluntarios laicos por igual – para atender todas las necesidades de todos nuestros feligreses. Hacemos todo lo humanamente posible, pero siempre tenemos el anhelo y el deseo de hacer más.

Los programas y ministerios están ahí. El deseo está ahí. La demanda está ahí. Incluso tiene los líderes ministeriales y los coordinadores de programas necesarios. Pero falta algo. Un equipo completo con dones y talentos generalizados que se pueden nutrir, cultivar y utilizar al máximo de su potencial para el bien de la parroquia y la gloria del Reino de Dios.

Todos tenemos tremendos dones y talentos, los cuales nos fueron dados por Dios para darle gloria y edificar Su Reino. Estos dones son tan diferentes como nosotros y, aunque algunos de nosotros tengamos los mismos dones, los utilizamos de diferentes maneras. Algunos de nosotros somos más que hospitalarios y no tenemos problemas para entablar una conversación con nuevos feligreses y darles la bienvenida a la comunidad. Otros son increíblemente sabios y, siguiendo la guía del Espíritu Santo, siempre saben qué decir en situaciones difíciles o confusas. Aún otros son ridículamente talentosos en administración y logística para mantener todo funcionando sin problemas.

Todas las parroquias del mundo necesitan estos dones, ¡sus dones! Piense en cuántas vidas más podrían verse afectadas, incluida la suya, si nuestras iglesias rebosaran de feligreses ansiosos y equipados para usar sus dones, las cosas que ya aman y hacen bien en este mundo, en servicio a los demás.

¿Quizás ya sabes cuáles son tus dones y tienes una idea de dónde usarlos mejor? ¡Excelente! Los animo a ponerse en contacto con alguien en su parroquia y conversar acerca de involucrarse en algún tipo de ministerio. “Pero, ¿y si no tienen un ministerio como este?” De hecho, Dios puede estar pidiéndole que comience algo desde cero en su parroquia, y probablemente no sea el único que lo está buscando. Su apertura y deseo de servir tendría un gran alcance y sería una gran bendición para los demás.

Si no sabe qué dones o talentos tiene que podrían ser útiles para la Iglesia, hay muchos recursos excelentes disponibles, como inventarios de dones espirituales o discernimientos de carisma para ayudar a que todo comience. Tu iglesia te necesita. Nuestra Iglesia te necesita. Reza, por favor contesta la llamada. Todas las parroquias de todo el mundo serán mucho mejores gracias a ello.

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Erin is a Cleveland native and graduate of Franciscan University of Steubenville. She is passionate about the Lord Jesus, all things college sports and telling stories and she is blessed enough to get paid for all three of her passions as a full-time youth minister and a freelance sports writer.

Feature Image Credit: Lindsay Henwood, unsplash.com/photos/7_kRuX1hSXM

Follow Me / Ven y Sígueme

What does it mean to be successful in this life? Is it having riches, a successful career, or outstanding accomplishments? In my family, after my parents experienced a deepening of their Catholic faith, they spoke about their realization that who you know, what you did, or how successful you were meant very little. Instead, what matters most is doing the will of God in this life so that we can be with Jesus in Heaven in the next. Life is simple; all our roads need to lead us to heaven, a place of peace, love, and joy. 

We need to be careful not to delay our spiritual growth because we are distracted by this world. The first step to responding to the invitation to follow the Lord is to trust in His ways. Much like the birds of the air, we should trust God to provide for what we need to become more like Christ. We should give Jesus all our daily joys, works and sorrows. 

We need to be open to what the Lord has in store for us and see that each day is an opportunity to encounter the love of Christ in prayer and share His love with others. In this Gospel story, we see different people distracted by life’s tasks, and others, like the Samaritans, reject Jesus. They were also invited to follow the Lord, yet their commitment was missing. In the last line of this Gospel, it states, “No one who sets a hand to the plow and looks to what was left behind is fit for the kingdom of God.” May we always be fit to serve the Lord.

Today we celebrate the feast of St. Francis of Assisi, one of the great Saints who was “all in for Jesus” and followed the Lord. He knew he had an important mission from God to “Rebuild the Church.” His example and simplicity were not only good for his own soul in becoming a saint, but impacted many generations of Catholics. He is a living testimony of how one person can impact the entire world and bring about renewal. He once said, “Start by doing what is necessary, then what is possible, and suddenly you are doing the impossible.”

Of course, honoring our parents and performing our duties are essential, but what is most important is doing the will of God and following Jesus when we are invited to take the next step. Next, we must be willing to act and follow the Lord. We need to respond to his invitation to follow Him by trusting in His Ways, taking action through deepening our prayer life, and seeking to live a life rooted in virtue and hard work. A person plowing a field is doing hard work; sweat fills the brow, and at times it can be daunting, but if you stay focused on the task at hand, you can make significant strides each day to follow Christ. May we not look back at what we gave up for Jesus but see that we are invited to so much more as Christians.

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¿Qué significa tener éxito en esta vida? ¿Es tener riquezas, una carrera exitosa o logros sobresalientes? En mi familia, después de que mis padres experimentaron una profundización de su fe católica, hablaron sobre su comprensión de que a quién conoces, qué hiciste o qué tan exitoso fuiste significaba muy poco. En cambio, lo que más importa es hacer la voluntad de Dios en esta vida para que podamos estar con Jesús en el Cielo. La vida es simple; todos nuestros caminos necesitan llevarnos al cielo, un lugar de paz, amor y alegría.

Necesitamos tener cuidado de no retrasar nuestro crecimiento espiritual porque estamos distraídos por este mundo. El primer paso para responder a la invitación de seguir al Señor es confiar en sus caminos. Al igual que las aves del cielo, debemos confiar en Dios para que provea lo que necesitamos para llegar a ser más como Cristo. Debemos dar a Jesús todas nuestras alegrías, trabajos y tristezas diarias.

Necesitamos estar abiertos a lo que el Señor tiene reservado para nosotros y ver que cada día es una oportunidad para encontrar el amor de Cristo en oración y compartir Su amor con los demás.En este relato evangélico vemos a diferentes personas distraídas por las tareas de la vida, y otras, como los samaritanos, rechazan a Jesús. También fueron invitados a seguir al Señor, pero faltaba su compromiso. En la última línea de este Evangelio, dice: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”. Que siempre seamos aptos para servir al Señor.

Hoy celebramos la fiesta de San Francisco de Asís, uno de los grandes santos que estuvo “totalmente de parte de Jesús” y siguió al Señor. Sabía que tenía una importante misión de Dios para “Reconstruir la Iglesia”. Su ejemplo y sencillez no solo fueron buenos para su propia alma al convertirse en Santo, sino que impactaron a muchas generaciones de católicos. Él es un testimonio vivo de cómo una persona puede impactar al mundo entero y traer renovación. Una vez dijo: “Empieza por hacer lo que es necesario, luego lo que es posible, y de repente estás haciendo lo imposible”.

Por supuesto, honrar a nuestros padres y cumplir con nuestros deberes son esenciales, pero lo más importante es hacer la voluntad de Dios y seguir a Jesús cuando se nos invita a dar el siguiente paso. Luego, debemos estar dispuestos a actuar y seguir al Señor. Necesitamos responder a su invitación de seguir confiando en sus caminos, actuando a través de la profundización de nuestra vida de oración y buscando vivir una vida arraigada en la virtud y el trabajo duro. Una persona que ara un campo está haciendo un trabajo duro; el sudor llena la frente y, a veces, puede ser abrumador, pero si te mantienes enfocado en la tarea que tienes entre manos, puedes dar pasos significativos cada día para seguir a Cristo. Que no miremos hacia atrás a lo que renunciamos por Jesús, sino que veamos que estamos invitados a mucho más como cristianos.

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Emily Jaminet is a Catholic author, speaker, radio personality, wife, and mother of seven children. She earned a bachelor’s degree in mental health and human services from the Franciscan University of Steubenville.  She is the co-founder of www.inspirethefaith.com and the Executive Director of The Sacred Heart Enthronement Network www.WelcomeHisHeart.com. She has co-authored several Catholic books and her next one, Secrets of the Sacred Heart: Claiming Jesus’ Twelve Promises in Your Life, comes out in Oct. 2020. Emily serves on the board of the Columbus Catholic Women’s Conference, contributes to Relevant Radio and Catholic Mom.com.

Feature Image Credit: Luis Carlos Bonilla Soto, cathopic.com/photo/706-st-francis-of-assisi