The Problem of Evil / El Problema del Mal

The problem of evil is a tough one. When we look around the world we see so much suffering, pain and sin, and it is natural to ask the question, “Why?” For thousands of years the problem of evil has plagued even the best of theologians. Today’s first reading starts with the words, “The Lord was pleased to crush him in infirmity.” At first glance this doesn’t make a lot of sense when we think about a God who loves us unconditionally. How could God be pleased with suffering?

I am not going to pretend to have all the answers to the problem of evil, but I think the first reading today reminds us that we cannot answer the problem of evil fully because we fail to see with the eyes of God.

The first reading goes on to say, “through his suffering, my servant shall justify many, and their guilt he shall bear.” This brings a little more sense to why God is pleased with infirmity because it is through this suffering that the guilt of many is justified. This does not make it any easier when we are faced with the loss of a loved one, a cancer diagnosis, or any of the other forms of suffering we could face, but it does help us see a glimpse of the workings of God.

We essentially know two things that should give us comfort. The first is that God does not directly cause evil. He may permit it because of free will or other factors, but he does not actively participate in evil. A loving God could not contradict his very nature in this way. The second is that He would only permit evil if a greater good could come from it. This is what makes it difficult because we do not see perfectly with the eyes of God. We cannot see all the good that He is bringing from the suffering that exists.

Let’s not forget the worst evil to ever happen. The Son of God became man and suffered and died. From the very greatest of suffering to ever exist, God brought about the salvation of the entire human race. He endured the worst of suffering for me and for you. The problem of evil is tough, especially when it becomes personal and happens in our own lives, but if God himself could suffer and die to bring about the resurrection, then we can be assured that our suffering is also effective in bringing glory to God and his Church. This may not convince us fully but it does allow us to start to see the world how God sees it. He is in charge and he will ultimately make all things new.

From all of us here at Diocesan, God bless!

Contact the author


El problema del mal es difícil. Cuando miramos a nuestro alrededor vemos tanto sufrimiento, dolor y pecado que es natural preguntarnos: “¿Por qué?” Durante miles de años, el problema del mal ha confundido incluso a los mejores teólogos. La primera lectura de hoy comienza con las palabras: “El Señor quiso triturar a su siervo con el sufrimiento”. A primera vista, esto no tiene mucho sentido cuando pensamos en un Dios que nos ama incondicionalmente. ¿Cómo podría Dios estar contento con el sufrimiento?

No voy a pretender tener todas las respuestas al problema del mal, pero creo que la primera lectura de hoy nos recuerda que no podemos responder plenamente al problema del mal porque no vemos con los ojos de Dios.

La primera lectura continúa diciendo: “con sus sufrimientos justificará mi siervo a muchos, cargando con los crímenes de ellos.” Esto da un poco más sentido al por qué Dios se complace con la enfermedad, porque es a través de este sufrimiento que se justifica la culpa de muchos. Esto no hace que sea más fácil enfrentarnos a la pérdida de un ser querido, un diagnóstico de cáncer o cualquier otra forma de sufrimiento que podamos enfrentar, pero sí nos ayuda a vislumbrar la obra de Dios.

En esencia, sabemos dos cosas que deberían brindarnos consuelo. La primera es que Dios no causa el mal directamente. Puede permitirlo debido al libre albedrío u otros factores, pero no participa activamente en el mal. Un Dios amoroso no podría contradecir a su propia naturaleza de esta manera. La segunda es que solo permitiría el mal si de él pudiera surgir un bien mayor. Esto es lo que lo hace difícil, porque no vemos perfectamente con los ojos de Dios. No podemos ver todo el bien que está trayendo del sufrimiento que existe.

No olvidemos el peor mal que jamás haya sucedido. El Hijo de Dios se hizo hombre, sufrió y murió. Del mayor sufrimiento que jamás haya existido, Dios trajo la salvación de toda la raza humana. Soportó el peor sufrimiento para mí y para ti. El problema del mal es duro, especialmente cuando se vuelve personal y sucede en nuestras propias vidas, pero si Dios mismo pudo sufrir y morir para lograr la resurrección, entonces podemos estar seguros de que nuestro sufrimiento también es eficaz para traer gloria a Dios y a su Iglesia. Puede ser que esto no nos convenza del todo, pero nos permite comenzar a ver el mundo como lo ve Dios. Él está a cargo y, en última instancia, hará nuevas todas las cosas.

De parte de todos nosotros aquí en Diocesan, ¡Dios los bendiga!

Comunicarse con el autor

Tommy Shultz is a Business Development Representative for Diocesan. In this role he is committed to bringing the best software to dioceses and parishes while helping them evangelize on the digital continent. Tommy has worked in various diocese and parish roles since his graduation from Franciscan University with a Theology degree. He hopes to use his skills in evangelization, marketing, and communications, to serve the Church and bring the Good News to all. His favorite quote comes from St. John Paul II, who said, “A person is an entity of a sort to which the only proper and adequate way to relate is love.”

Feature Image Credit: Martha Dominguez de Gouveia, unsplash.com/photos/hospital-bed-near-couch-KF-h9HMxRKg

Badly or Boldly? / ¿Mal Hecho o Hecho con Valentía?

Do we speak the truth of our faith badly or boldly? In today’s readings, it is about being bold, about relying on the Holy Spirit. Way back in May, we celebrated the feast of Pentecost at the end of the Easter season. We have been in Ordinary Time since then, walking with Jesus to all the towns, listening to him preach and teach, watching his miracles with awe and hopefully coming to know him more deeply. 

When Jesus teaches us, it is a good idea to listen. He reminds us today that believing in him is not the only thing we have to do. We need to acknowledge him. Faith kept to ourselves or hidden, is not what Jesus asks of us. He strongly warns us that denying Him will lead to being denied by Jesus. 

I doubt we deny Jesus on purpose. I think it may be more like we neglect Him, or when faced with the choice to speak in defense of Him or our faith we say nothing, so as not to offend, or we are tired of trying. I have done that. I have stayed silent because I could not have one more conversation with someone about how their ideas, opinions, or beliefs were contrary to our faith. 

I recall a time when I never backed down from telling people how wrong they were about what they thought. I was quite arrogant and self-serving. I don’t think that is a good way to speak the truth. I was young. Now, I know better how to speak, because, as Jesus tells us, we are to rely on the Holy Spirit. When we rely on ourselves, we can come across badly, as if we are yielding a club. The Holy Spirit will help us speak the truth boldly, with love. 

As Paul prays for the Ephesians, we can also pray for ourselves and others to be given the wisdom and revelation to know Jesus. Pray for an increase in faith.  Pray to be so filled with the Holy Spirit that relying on him becomes part of your nature, a characteristic of you as a person of faith.

In prayer, consider this: how would you like to be bolder in your faith and what do you need from the Holy Spirit to be able to do that?

Contact the author


¿Hablamos mal o hablamos con valentía sobre las verdades de nuestra fe? En las lecturas de hoy, se trata de ser valientes, de confiar en el Espíritu Santo. En mayo, celebramos la fiesta de Pentecostés al final del tiempo de Pascua. Hemos estado en el Tiempo Ordinario desde entonces, caminando con Jesús por todos los pueblos, escuchándolo predicar y enseñar, observando sus milagros con asombro y con la esperanza de llegar a conocerlo más profundamente.

Cuando Jesús nos enseña, es buena idea escucharlo. Él nos recuerda hoy que creer en él no es lo único que tenemos que hacer. Tenemos que reconocerlo. La fe guardada para nosotros mismos u oculta, no es lo que Jesús nos pide. Nos advierte enérgicamente que negarlo conducirá a ser negado por Jesús.

Dudo que neguemos a Jesús a propósito. Creo que puede ser más como que lo descuidamos, o cuando nos enfrentamos con la decisión de hablar en defensa de Él o de nuestra fe no decimos nada, para no ofender, o estamos cansados ​​de intentarlo. Yo he hecho eso. Me he quedado callada porque no aguantaba tener ni una conversación más con alguien sobre cómo sus ideas, opiniones o creencias eran contrarias a la fe.

Me acuerdo de una época en la que nunca me arrepentí de decirle a la gente lo equivocados que eran con lo que pensaban. Era bastante arrogante y egoísta. No creo que esa sea una buena manera de decir la verdad. Era joven. Ahora sé mejor cómo hablar, porque, como nos dice Jesús, debemos confiar en el Espíritu Santo. Cuando confiamos en nosotros mismos, podemos dar una mala impresión, como si estuviéramos empuñar un garrote. El Espíritu Santo nos ayudará a decir la verdad con valentía y con amor.

Así como Pablo reza por los efesios, también podemos rezar por nosotros mismos y por los demás para que se nos dé la sabiduría y la revelación para conocer a Jesús. Pide por un aumento en la fe. Pide para estar tan lleno del Espíritu Santo que confiar en él se convierta en parte de tu naturaleza, una característica de ti como persona de fe.

En la oración, considere lo siguiente: ¿Cómo le gustaría ser más valiente en su fe y qué necesita del Espíritu Santo para poder hacerlo?

Comunicarse con la autora

Deanna G. Bartalini, M.Ed.; M.P.A., is a certified spiritual director, writer, speaker and content creator. The LiveNotLukewarm.com online community is a place to inform, engage and inspire your Catholic faith. Her weekly Not Lukewarm Podcast gives you tips and tools to live out your faith in your daily life.

Feature Image Credit: Aleksey Oryshchenko, unsplash.com/photos/white-dandelion-in-close-up-photography-during-daytime-FahDC2UyG7k

Saint Luke / San Lucas

Why 72 disciples? Biblical numbers always have significance. Genesis describes the division of the non-Jewish world into 70 nations. Moses was directed to bring 70 elders to the door of the Tabernacle so they could receive the spirit and be his assistants. The Sanhedrin (the ruling body of Israel) was made up of 71 elders. By choosing 72 disciples, Jesus sends a signal that he is bringing the Old Covenant to its fulfillment, and including the 70 Gentile nations as well.

We see also that Jesus is establishing a kind of methodology and hierarchy. He is the Head; he has chosen 12 Apostles as forerunners of the bishops; he now gathers another group to help them with their mission. Some traditions say St. Luke was one of the 72 disciples sent out in pairs ahead of him, but this is impossible to know with certainty, though this event is only recorded in his Gospel!

Luke is the only Gospel writer who was not Jewish – it seems that he was of Greek origin, and his Gospel was probably originally written in the excellently structured Greek found in the oldest copies. He was not an eyewitness to Jesus’ full ministry, but wanted to investigate everything accurately anew and write it down (see Luke 1:1-4). He was a Gentile convert, and his writing  shows a particular sensitivity to evangelizing Gentiles (see the Good Samaritan, the widow of Zarephath, Naaman the Syrian, and the one grateful leper, who was a Samaritan). A physician and maybe an artist, Luke probably met Paul at Troas and remained with him even when he was imprisoned in Rome, writing the Acts of the Apostles.

Did Luke know Jesus’ mother? It seems that he must have known her, or someone who was privileged to have known her, because it is only in his Gospel that we have any detailed accounts of several events in her life: the Annunciation, the Visitation of Elizabeth, the Magnificat, the Presentation in the Temple, and the story of Jesus’ being left in Jerusalem at the age of 12. Without Luke’s excellent history, we would not have these narratives from antiquity!

Whether or not St. Luke was one of the 72 sent out by Jesus in today’s Gospel, he certainly did his part as a laborer for the Lord’s harvest! Today, let’s ask him to intercede before the Master of the Harvest, for our Church and our world, that many more might respond to this call to bring God’s Truth and Love to every human heart.

Contact the author


¿Por qué 72 discípulos? Los números bíblicos siempre tienen un significado. El Génesis describe la división del mundo no judío en 70 naciones. Moisés recibió instrucciones de llevar a 70 ancianos a la puerta del Tabernáculo para que pudieran recibir el espíritu y ser sus asistentes. El Sanedrín (el cuerpo gobernante de Israel) estaba formado por 71 ancianos. Al elegir a 72 discípulos, Jesús envía una señal de que está llevando la Antigua Alianza a su cumplimiento, incluyendo también a las 70 naciones gentiles.

Vemos también que Jesús está estableciendo una especie de metodología y jerarquía. Él es la Cabeza; ha elegido a 12 Apóstoles como precursores de los obispos; ahora reúne a otro grupo para ayudarlos con su misión. Algunas tradiciones dicen que San Lucas fue uno de los 72 discípulos enviados en parejas delante de él, pero esto es imposible de saber con certeza, aunque este evento solo está registrado en su Evangelio.

Lucas es el único evangelista que no era judío; parece que era de origen griego, y su Evangelio probablemente fue escrito originalmente en el griego excelentemente estructurado que se encuentra en las copias más antiguas. No fue testigo ocular del ministerio completo de Jesús, sino que quiso investigar todo con precisión de nuevo y escribirlo (ver Lucas 1,1-4). Era un gentil converso, y sus escritos muestran una sensibilidad particular para evangelizar a los gentiles (ver el Buen Samaritano, la viuda de Sarepta, Naamán el sirio y el leproso agradecido, que era samaritano). Médico y tal vez artista, Lucas probablemente conoció a Pablo en Troas y permaneció con él incluso cuando estaba preso en Roma, escribiendo los Hechos de los Apóstoles.

¿Lucas conoció a la madre de Jesús? Parece que la conocía, o alguien que tuvo el privilegio de conocerla, porque sólo en su Evangelio tenemos relatos detallados de varios acontecimientos de su vida: la Anunciación, la Visitación de Isabel, el Magníficat, la Presentación en el Templo y la historia de cómo Jesús fue dejado en Jerusalén a los 12 años. Sin la excelente historia de Lucas, ¡no tendríamos estas narraciones de la antigüedad!

Independientemente de si San Lucas fue uno de los 72 enviados por Jesús en el Evangelio de hoy, ¡ciertamente hizo su parte como trabajador de la cosecha del Señor! Hoy, pidámosle que interceda ante el Dueño de la cosecha, por nuestra Iglesia y nuestro mundo, para que muchos más puedan responder a este llamado a llevar la Verdad y el Amor de Dios a cada corazón humano.

Comunicarse con la autora

Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and eleven grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

Feature Image Credit: Tim Wildsmith, unsplash.com/photos/an-open-book-sitting-on-top-of-a-wooden-table-cMvzDFaMMqw

Plans, Monuments and Keys / Planes, Monumentos y Llaves

If you scroll down to the “About the Author” section at the bottom of this reflection, you’ll see I call myself “a regular guy.” I have not been ordained nor have I professed any religious vows. I do not have a theology or divinity degree. I went to college 41 years ago to study journalism, and in the year 2024, that is a dying field, not unlike the folks who used to make buggy whips. Yet here I am, begging the Holy Spirit to help me say something worthwhile about the Word of God chosen for this day.

The first reading seems simple enough. Paul lays out for the Ephesians that, basically, God has always had a plan for us, and the culmination of that plan is in the sacrificial love of His Son, our Lord and Savior Jesus Christ. It is through Jesus and His love for us that we have any worth at all.

The Gospel from Luke is a bit of a stumper. What exactly is Jesus telling the people? They build monuments to the prophets who were killed by their ancestors, but how does that make them complicit? I think the Lord is calling them out for being two-faced. How can they honor these prophets with monuments if they don’t honor them by following the prophecies they spoke? Let’s bring it into the present day. How can we call ourselves Catholic, if we’re not following all the teachings of the Church? Why do we think we get to pick and choose from two millennia of guidance? Lord, have mercy!

Then there’s the matter of the keys. Jesus says scholars of the law have taken away the key of knowledge. It makes me think of those who would interpret the Scriptures in contrast to what they plainly say, or who try to confuse the people for their own benefit. It would do us well to remember that Jesus, Himself, is the key of David. He is the key we need for the knowledge that we need. Read what Jesus has to say, listen to His Word, and most definitely pray to Him.

I think we need to approach it all in a spirit of humility. Who do we think we are? God knows exactly who we are. A Lenten retreat this year encouraged me to read a small book entitled “Know Thyself: 100 Guided Meditations on Humility of Heart,” adapted from the writings of Rev. Fr. Cajetan Mary Da Bergamo (1672-1753). It has been an eye opener, reminding me that the process of attaining humility is a daily battle. Cardinal Merry Del Val’s Litany of Humility, reprinted in a list of prayers at the back of the book, does a great job of letting us know our rightful place. The final line of the litany puts it all in perspective: “That others may become holier than I, provided that I may become as holy as I should, Jesus, grant me the grace to desire it.”

Contact the author


Si miras la sección de abajo que dice “Acerca del autor” al final de esta reflexión, verás que me considero “un hombre normal”. No he sido ordenado ni he profesado ningún voto religioso. No tengo un título en teología o divinidad. Fui a la universidad hace 41 años para estudiar periodismo, y en el año 2024, esa es una carrera casi en extinción, no muy diferente de la gente que solía hacer látigos para carruajes. Sin embargo, aquí estoy, rogando al Espíritu Santo que me ayude a decir algo que valga la pena sobre la Palabra de Dios elegida para este día.

La primera lectura parece bastante sencilla. Pablo explica a los efesios que Dios siempre ha tenido un plan para nosotros, y la culminación de ese plan está en el amor sacrificial de Su Hijo, nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Es a través de Jesús y Su amor por nosotros que tenemos algún valor.

El Evangelio de Lucas es un poco confuso. ¿Qué exactamente le está diciendo Jesús a la gente? Ellos construyen monumentos a los profetas que fueron asesinados por sus antepasados, pero ¿cómo eso los convierte en cómplices? Creo que el Señor los está llamando a rendir cuentas por tener doble vida. ¿Cómo pueden honrar a estos profetas con monumentos si no los honran siguiendo las profecías que pronunciaron? Ahora lo vemos de acuerdo al tiempo presente. ¿Cómo podemos llamarnos católicos si no seguimos todas las enseñanzas de la Iglesia? ¿Por qué creemos que podemos elegir entre dos milenios de orientación? ¡Señor, ten piedad!

Luego está el asunto de las llaves. Jesús dice que los eruditos de la ley han quitado la llave del conocimiento. Me hace pensar en aquellos que interpretan las Escrituras en contraste con lo que dicen claramente, o que tratan de confundir a la gente para su propio beneficio. Nos haría bien recordar que Jesús mismo es la llave de David. Él es la llave que necesitamos para el conocimiento que necesitamos. Leamos lo que Jesús tiene que decir, escuchemos Su Palabra y, definitivamente, oremos a Él.

Creo que debemos abordar todo esto con un espíritu de humildad. ¿Quiénes creemos que somos? Dios sabe exactamente quiénes somos. Un retiro de Cuaresma de este año me animó a leer un pequeño libro titulado “Know Thyself: 100 Guided Meditations on Humility of Heart” (Conócete a ti mismo: 100 meditaciones guiadas sobre la humildad del corazón), adaptado de los escritos del Reverendo Padre Cajetan Mary Da Bergamo(1672-1753). Me ha abierto los ojos y me ha recordado que el proceso de alcanzar la humildad es una batalla diaria. La letanía de la humildad del cardenal Merry Del Val, reimpresa en una lista de oraciones al final del libro, nos ayuda bastante a saber cuál es nuestro lugar legítimo. La última línea de la letanía lo pone todo en perspectiva: “Para que otros puedan llegar a ser más santos que yo, con tal de que yo pueda llegar a ser tan santo como deba, Jesús, concédeme la gracia de desearlo”.

Comunicarse con el autor

Mike Karpus is a regular guy. He grew up in Michigan’s Upper Peninsula, graduated from Michigan State University and works as an editor. He is married to a Catholic school principal, raised two daughters who became Catholic school teachers at points in their careers, and now relishes his two grandchildren, including the older one who is fascinated with learning about his faith. He also has served on a Catholic school board, a pastoral council and a parish stewardship committee. He currently is a lector at Mass, a Knight of Columbus, Adult Faith Formation Committee member and a board member of the local Habitat for Humanity organization. But mostly he’s a regular guy.

Feature Image Credit: George Becker, https://www.pexels.com/photo/brass-colored-keys-333838/

Woe is Me! / ¡Ay de Mí!

In today’s Gospel passage Jesus confronts the Pharisees and experts of the law with a series of woes, highlighting their hypocrisy and neglect of justice and love. 

One of the woes states “Woe to you Pharisees, because you love the most important seats in the synagogues and respectful greetings in the marketplaces.” Jesus condemns the Pharisees for their desire for recognition and status, seeking the best seats in synagogues and seeking honor in public spaces. This highlights the danger of pride and self-centeredness, which can blind individuals to the needs of others and distort their spiritual priorities.

Another one of the woes states “Woe to you, because you are like unmarked graves, which people walk over without knowing it.” This metaphor of unmarked graves further illustrates the Pharisees’ spiritual condition. Like hidden tombs, their outward righteousness masks inner corruption, deceiving others and contaminating those who come into contact with them.

I think there is great importance behind passages such as these. Jesus is reminding us that we are human and that our initial reactions and how we carry ourselves are not always what God would prefer. We are continuous works in progress and it is our job to continue to grow in our faith. 

Contact the author


En el pasaje del Evangelio de hoy, Jesús confronta a los fariseos y maestros de la ley con una serie de advertencias, destacando su hipocresía y su descuido de la justicia y el amor.

Una de las advertencias dice: “¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar los lugares de honor en las sinagogas y que les hagan reverencias en las plazas!” Jesús condena a los fariseos por su deseo de reconocimiento y estatus, buscando los mejores asientos en las sinagogas y el honor en los espacios públicos. Esto resalta el peligro del orgullo y el egocentrismo, que pueden cegar a las personas ante las necesidades de los demás y distorsionar sus prioridades espirituales.

Otra advertencia es: “¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven, sobre los cuales pasa la gente sin darse cuenta!” Esta metáfora de los sepulcros sin marcar ilustra aún más la condición espiritual de los fariseos. Como tumbas ocultas, su rectitud exterior enmascara la corrupción interior, engañando a los demás y contaminando a quienes entran en contacto con ellos.

Creo que pasajes como estos tienen una gran importancia. Jesús nos recuerda que somos seres humanos y que nuestras reacciones iniciales y nuestra manera de comportarnos no siempre son las que Dios preferiría. Somos una obra en constante progreso y es nuestro trabajo seguir creciendo en la fe.

Comunicar con la autora

Heather Orlowski and her husband are busy parents of two little girls (ages 2 and 4). The Catholic Church holds a special place in her heart and in her entire life. She attended Catholic schools from Kindergarten through college. She graduated from Aquinas College with a degree in Elementary/Special Education. Catholic Education is very important to her and she now teaches 1st and 2nd grades at St. Therese Catholic School. In her free time, she loves creating memories with her family and watching her little girls play soccer. 

Feature Image Credit: Chris Dixon, unsplash.com/photos/a-black-and-white-photo-of-a-street-sign-with-the-washington-monument-in-the-background-M6Yiq9YIgAU

Cleaning The Outside Isn’t Enough / Limpiar el Exterior no es Suficiente

** This reflection was reposted from Diocesan archives. **

Have you ever seen a surgical team scrub up before an operation? It puts mere handwashing to shame! It’s a good thing, of course, that the team puts so much effort in, and there’s an excellent reason for its rigid cleansing requirements. Cleansing has also always been important in religious traditions, both for its literal use and for its connection to being clean before God. In fact, some sort of ritual cleansing appears in nearly every world religion.

Rituals are an essential part of religion, but the ritual itself should not become more important than the reason and goals behind it. That’s what is happening in today’s Gospel reading. Washing hands before eating was a religious obligation, imposed upon people in the name of purity, and ordered by God’s law. And even though Jesus accepts the Pharisee’s invitation to dine with him, Jesus doesn’t observe this religious norm.

It must have seemed very odd and perhaps even a breach of respect. The Pharisee probably thought he was being respectful of Jesus by inviting him in, and Jesus immediately violates the common practice as well as the law to which the Pharisee has dedicated his life. Jesus’ response is anything but reassuring. “Oh, you Pharisees! Although you cleanse the outside of the cup and the dish, inside you are filled with plunder and evil. You fools! Did not the maker of the outside also make the inside? But as to what is within, give alms, and behold, everything will be clean for you.”

By observing laws and rituals literally we often lose sight of the meaning behind them. Jesus didn’t say it was bad to observe the cleansing ritual; what He said was that the cleansing had to be deeper, had to penetrate words and thoughts and actions. The Pharisee only looked at the letter of the law so he wasn’t able to perceive the spirit of the law, the point of having the law in the first place.

As far back as Leviticus, we are told to love our neighbors as ourselves. The meaning is reasonably clear, yet Luke tells us that out of that law arose a discussion to determine precisely who our neighbors are, and, perhaps more importantly, to establish who they aren’t. Paul writes in his second letter to the Corinthians, “The letter kills, the spirit gives life” (2 Cor 3:6). In the Sermon on the Mountain, Jesus criticizes those who observe the letter of the law but transgress the spirit (Mt 5:20).

Washing the outside of the cup while leaving the inside dirty isn’t what we’re called to do. It’s not enough to follow the letter of the law; it’s in observing and internalizing and honoring the spirit of the law that we become pure, that we become new people in Christ. Which means that it has to be about love of other people: it’s in the practice of love that the fullness of the law is attained. 


¿Ha visto alguna vez a un equipo quirúrgico lavarse antes de una operación? ¡Es mucho más ridículo que lavarse las manos! Por supuesto, es bueno que el equipo ponga tanto esfuerzo en ello, y hay una excelente razón para sus estrictos requisitos de limpieza. La limpieza también ha sido siempre importante en las tradiciones religiosas, tanto por su uso literal como por su conexión con estar limpio ante Dios. De hecho, algún tipo de limpieza ritual aparece en casi todas las religiones del mundo.

Los rituales son una parte esencial de la religión, pero el ritual en sí no debería volverse más importante que la razón y los objetivos que lo sustentan. Eso es lo que sucede en la lectura del Evangelio de hoy. Lavarse las manos antes de comer era una obligación religiosa, impuesta a las personas en nombre de la pureza y ordenada por la ley de Dios. Y aunque Jesús acepta la invitación del fariseo a cenar con él, no observa esta norma religiosa.

Debe haber parecido muy extraño y tal vez incluso una falta de respeto. El fariseo probablemente pensó que estaba siendo respetuoso con Jesús al invitarlo a entrar, y Jesús inmediatamente violó la práctica común, así como la ley a la que el fariseo había dedicado su vida. La respuesta de Jesús no es nada tranquilizadora: “Ustedes, los fariseos, limpian el exterior del vaso y del plato; en cambio, el interior de ustedes está lleno de robos y maldad. ¡Insensatos! ¿Acaso el que hizo lo exterior no hizo también lo interior? Den más bien limosna de lo que tienen y todo lo de ustedes quedará limpio”.

Al observar las leyes y los rituales literalmente, a menudo perdemos de vista el significado que hay detrás de ellos. Jesús no dijo que fuera malo observar el ritual de purificación; lo que dijo fue que la purificación tenía que ser más profunda, tenía que penetrar las palabras, los pensamientos y las acciones. El fariseo sólo miraba la letra de la ley, por lo que no era capaz de percibir el espíritu de la ley, el sentido de tener la ley en primer lugar.

Desde Levítico se nos vienen diciendo que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. El significado es bastante claro, pero Lucas nos dice que de esa ley surgió una discusión para determinar con precisión quiénes son nuestros prójimos y, quizás más importante, para establecer quiénes no lo son. Pablo escribe en su segunda carta a los corintios: “La letra mata, el espíritu vivifica” (2 Cor 3,6). En el Sermón de la Montaña, Jesús critica a quienes observan la letra de la ley pero transgreden el espíritu (Mt 5,20).

Lavar el exterior de la copa dejando sucio el interior no es lo que estamos llamados a hacer. No es suficiente seguir la letra de la ley; es al observar, interiorizar y honrar el espíritu de la ley que nos volvemos puros, que nos convertimos en personas nuevas en Cristo. Lo cual significa que se debe tratar de amar a otras personas: es en la práctica del amor que se alcanza la plenitud de la ley.

** This reflection was reposted from Diocesan archives. Author: Jeanette de Beauvoir

Feature Image Credit: Ivan Samudra, unsplash.com/photos/a-hand-holding-a-water-bottle-Y3EJqtHWAio

Am I Serving God? / ¿Estoy Sirviendo a Dios?

This Gospel passage hints at one question we should all be asking ourselves: Am I serving God? This question guided Pope Saint John Paul II, as can be seen through his meditations and reflections handwritten in his personal diaries between 1962 and two hours before his death. (These are available in the book In God’s Hands: The Spiritual Diaries of Pope John Paul II.)

John Paul II was a pope of the Catholic Church, a powerful, influential statesman on the world scene, and a devout man who transformed lives and nations with his charisma. His diaries, however, reveal him to be first and foremost a selfless servant of God. For over forty years, from his bishopric in Krakow, to his election to the papacy, to his final years, this one question guided him: “Am I serving God?” 

In a diary note from 1981, the then Cardinal Wojtyla wrote this reflection after a theological discussion with other priests: “The word of the Lord. Do I love the word of God? Do I live by it? Do I serve it willingly? Help me, Lord, to live by your word… Do I serve the Holy Spirit that lives in the Church?”

Jesus personally approaches each of us as the way, the truth, and the life of humanity. Each of us has been given a role to play in the unfolding of the mystery of salvation. The most important question we can ask ourselves is this: “Am I serving God?” The radical discipleship required to follow Jesus will put us into situations that will help us recognize those areas where we aren’t yet serving God completely. Where we need conversion. Where we need hope. Where we need to give ourselves more wholly to love. 

Over and over Jesus calls. Again and again, we are given the capacity to respond. Jesus is, indeed, patient. Yet what he wants to give to us is so great that he will do everything possible to keep us from dilly-dallying along the way. He will prod our consciences and awaken us from our sleep. Today, identify the one question you will write at the top of every journal page. Allow God to ask you at the beginning of every day until your heart leaps up with a resounding “Yes! I will serve you with all that I am and all that I have!”

Contact the author


Este pasaje del Evangelio sugiere una pregunta que todos deberíamos hacernos: ¿Estoy sirviendo a Dios? Esta pregunta guió al Papa San Juan Pablo II, como se puede ver a través de sus meditaciones y reflexiones escritas a mano en sus diarios personales entre 1962 y dos horas antes de su muerte. (Estos están disponibles en el libro En manos de Dios: Los diarios espirituales del Papa San Juan Pablo II.)

Juan Pablo II fue un papa de la Iglesia Católica, un estadista poderoso e influyente en la escena mundial y un hombre devoto que transformó vidas y naciones con su carisma. Sus diarios, sin embargo, revelan que fue, ante todo, un siervo desinteresado de Dios. Durante más de cuarenta años, desde su obispado en Cracovia, hasta su elección al papado, hasta sus últimos años, esta pregunta lo guió: “¿Estoy sirviendo a Dios?”

En una nota de su diario del 1981, el entonces Cardenal Wojtyla escribió esta reflexión después de una discusión teológica con otros sacerdotes: “La palabra del Señor. ¿Amo la palabra de Dios? ¿Vivo según ella? ¿La sirvo voluntariamente? Ayúdame, Señor, a vivir según tu palabra… ¿Sirvo al Espíritu Santo que vive en la Iglesia?”

Jesús se acerca personalmente a cada uno de nosotros como el camino, la verdad y la vida de la humanidad. A cada uno de nosotros se nos ha dado un papel que desempeñar en el desarrollo del misterio de la salvación. La pregunta más importante que podemos hacernos es esta: “¿Estoy sirviendo a Dios?” El discipulado radical que se requiere para seguir a Jesús nos pondrá en situaciones que nos ayudarán a reconocer aquellas áreas en las que todavía no estamos sirviendo a Dios completamente. Donde necesitamos conversión. Donde necesitamos esperanza. Donde necesitamos entregarnos más completamente al amor.

Una y otra vez Jesús llama. Una y otra vez, se nos da la capacidad de responder. Jesús es, de hecho, paciente. Sin embargo, lo que quiere darnos es tan grande que hará todo lo posible para evitar que nos demoremos en el camino. Va a picar nuestras conciencias y despertarnos del sueño. 

Hoy, identifica la pregunta que vas a escribir en la parte superior de cada página de tu diario. Permite que Dios te lo pregunte al inicio de cada día hasta que tu corazón salte con una entusiasta “¡Sí! ¡Te serviré con todo lo que soy y todo lo que tengo!”

Comunicarse con la autora

Sr. Kathryn J. Hermes

Sr. Kathryn James Hermes, FSP, is an author and offers online evangelization as well as spiritual formation for people on their journey of spiritual transformation and inner healing. Website: www.touchingthesunrise.com My Books: https://touchingthesunrise.com/books/
Public Facebook Group: https://www.facebook.com/groups/srkathrynhermes/ HeartWork Spiritual Formation Group: https://touchingthesunrise.com/heartwork/

Feature Image Credit: Thomas J. O’Halloran, photographer, U.S. News & World Report magazine, commons.wikimedia.org/wiki/File:Pope_John_Paul_II_(1979).jpg

By His Poverty We are Filled / Por Su Pobreza Somos Saciados

Go, sell what you have, and give to the poor and you will have treasure in heaven; then come, follow me.” (Mk 10:21) 

 Particularly in today’s society, we tend to center ourselves around instant gratification. The newest trends that money can buy hold a constant allure since we can get them off Amazon with just the click of a mouse. Yet most are afraid or ignorant of what to expect after death. Heavenly treasures await us if we are not first distracted by the false riches we may be exposed to here on Earth. Food, material possessions and earthly comforts are temporary, whereas reliance on Christ allows for eternal salvation. 

Those who by worldly standards are considered first today may be last tomorrow at Christ’s second coming. The Litany of Humility has always helped keep me grounded, reiterating the importance of loving others rather than seeking that love that we desire for ourselves. As Christians, we must ask ourselves if we take the time to tend to those most in need and live in service first to one other. 

We must recall the big picture, that as Christians we have the blessing to be able to spend eternity in the presence of God’s great love, if we choose to emulate that love during the short time we have here on Earth. This is best demonstrated by the love Christ displays for us poor sinners by dying on the cross. Instead of seeking comfort and security we are called to depend on God always, following His example of love. 

Ultimately, we must never be afraid to break open our hearts in front of others for Christ. The life of a Christian is often going to be messy. If we’re not suffering alongside Christ, we are not giving our all to Him. We must take up our cross, and not hold back nor be ashamed. The Lord is worth so much more than the sum of our fears and doubts. And in the end, He does not demand much at all. Simply that we love Him with all our heart and love our neighbor as ourselves. 

Contact the author


“Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme” (Mc 10,21)

En particular en la sociedad actual, tendemos a centrarnos en la gratificación instantánea. Las últimas tendencias que el dinero puede comprar tienen un atractivo constante, ya que podemos conseguirlas en Amazon con tan solo un clic del mouse. Sin embargo, la mayoría tiene miedo o ignora qué les espera después de la muerte. Nos esperan tesoros celestiales si no nos distraemos primero con las falsas riquezas a las que podemos estar expuestos aquí en la Tierra. La comida, las posesiones materiales y las comodidades terrenales son temporales, mientras que la confianza en Cristo permite la salvación eterna.

Aquellos que según los estándares mundanos son considerados los primeros hoy, pueden ser los últimos mañana en la segunda venida de Cristo. La Letanía de la Humildad siempre me ha ayudado a mantener los pies en la tierra, reiterando la importancia de amar a los demás en lugar de buscar ese amor que deseamos para nosotros mismos. Como cristianos, debemos preguntarnos si nos tomamos el tiempo para atender a los más necesitados y vivir, en primer lugar, en servicio a los demás.

Debemos recordar el panorama general: como cristianos, tenemos la bendición de poder pasar la eternidad en presencia del gran amor de Dios, si elegimos emular ese amor durante el corto tiempo que tenemos aquí en la Tierra. Esto se demuestra mejor con el amor que Cristo muestra por nosotros, pobres pecadores, al morir en la cruz. En lugar de buscar consuelo y seguridad, estamos llamados a depender siempre de Dios, siguiendo su ejemplo de amor.

En última instancia, nunca debemos tener miedo de abrir nuestro corazón delante de los demás para Cristo. La vida de un cristiano a menudo va a ser un caos. Si no estamos sufriendo junto a Cristo, no le estamos dando todo lo que tenemos. Debemos cargar nuestra cruz, y no frenarnos ni avergonzarnos. El Señor vale mucho más que la suma de nuestros miedos y dudas. Y al final, Él no nos exige mucho, simplemente que lo amemos con todo el corazón y amemos al prójimo como a nosotros mismos.

Comunicarse con la autora

Dr. Alexis Dallara-Marsh is a board-certified neurologist who practices in Bergen County, NJ. She is a wife to her best friend, Akeem, and a mother of two little ones on Earth and two others in heaven above.

Feature Image Credit: Hispanic Digital library, Public Domain, art.diocesan.com/stock-photo/san-ignacio-de-loyola-18641/

Faith and Our Lady / La Fe y Nuestra Madre

I love that the Catholic Church dedicates two months of every year to celebrate Mary, the mother of God during October and May. Mary’s faith is referred to in the Catechism of the Catholic Church, (CCC), many times. Mary completely submitted her will and obedience to the Lord God when the angel visited her; she had faith in the words of God spoken to her. The readings today speak of faith for those who hear the Word of God and observe it.

Today is the feast day of Our Lady of Aparecida. In 1717 three men were tasked with providing the fish for a big celebration in Guaratinguetá, Brazil. Though it was not the time of year for the fish to run in the local river, Domingos Garcia, Felipe Pedroso, and João Alves cast their nets for several hours with no luck. As they prepared to go home, João decided to cast his net one more time and brought up a wooden carving of a woman, the Blessed Virgin Mary with her head missing. He cast his net again in the river and this time found the head of the statue tangled in the net. João cast his net a third time and his net was overwhelmed with fish. His companions cast their nets and they too caught an abundance of fish.

These men are wonderful examples of being a disciple of Christ; doesn’t their story remind you of Jesus calling the first apostles? The Catechism says, “The disciple of Christ must not only keep the faith and live on it, but also profess it, confidently bear witness to it, and spread it.” (CCC 1816) Many miracles have been recorded over the past 300 years as a testament of the faith of the people in that region who heard the word of God and believed in the graces He bestowed through the Blessed Virgin Mary. Our Lady of Aparecida was declared the Patroness of Brazil in 1931 by Pope Pius XI. Pope St. John Paul II and Pope Francis have each visited the cathedral on their trips to Brazil.

Lord, increase my faith to see the miracles happening all around me. Mary, mother of Word Incarnate, thank you for your witness to the wonders of God throughout the world. Amen.


Me encanta que la Iglesia Católica dedique dos meses de cada año a celebrar a María, la madre de Dios, durante octubre y mayo. La fe de María se menciona muchas veces en el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC). María sometió completamente su voluntad y obediencia al Señor Dios cuando el ángel la visitó y tuvo fe en las palabras que Dios le dijo. Las lecturas de hoy hablan de la fe para quienes escuchan la Palabra de Dios y la observan.

Hoy celebramos la fiesta de Nuestra Señora de Aparecida. En 1717, tres hombres recibieron la tarea de proporcionar los peces para una gran celebración en Guaratinguetá, Brasil. Aunque no era la época del año para que los peces corrieran por el río local, Domingos García, Felipe Pedroso y João Alves lanzaron sus redes durante varias horas sin suerte. Mientras se preparaban para volver a casa, João decidió lanzar su red una vez más y sacó una escultura de madera de una mujer, la Santísima Virgen María, sin la cabeza. Juan echó la red de nuevo al río y esta vez encontró la cabeza de la estatua enredada en la red. Juan echó la red por tercera vez y la red se llenó de peces. Sus compañeros echaron las redes y también pescaron una gran cantidad de peces.

Estos hombres son ejemplos maravillosos de ser un discípulo de Cristo; ¿no te recuerda de la historia cuando Jesús llamó a los primeros apóstoles? El Catecismo dice: “ El discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella sino también profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla” (CIC 1816). Se han registrado muchos milagros en los últimos 300 años como testimonio de la fe de la gente de esa región que escuchó la palabra de Dios y creyó en las gracias que Él concedió a través de la Santísima Virgen María. Nuestra Señora de Aparecida fue declarada Patrona de Brasil en 1931 por el Papa Pío XI. El Papa San Juan Pablo II y el Papa Francisco han visitado la catedral en sus viajes a Brasil.

Señor, aumenta mi fe para ver los milagros que suceden a mi alrededor. María, Madre del Verbo Encarnado, gracias por tu testimonio de las maravillas de Dios en todo el mundo. Amén.

Beth Price is a Secular Franciscan (OFS) and a practicing spiritual director. Beth shares smiles, prayers, laughter, a listening ear and her heart with all of creation.

Feature Image Credit: freepik.com/free-vector/our-lady-aparecida-hand-drawn_9878474.htm

Growing Gray With God / Envejeciéndonos con Dios

Well, the day has arrived. I made it. I have reached the point of true middle age. I am now 45 years old. And now that I have, what should I do with that? Should I run off and have me an honest to goodness mid-life crisis? Should I start noticing every new gray hair that appears on my head? Should I stare intently at my face in the mirror and become discouraged that the wrinkles appear deeper and more pronounced? Should I throw healthy eating out the window and just let myself go, justifying it with the fact that I am closer to death now anyway? 

All of these questions may sound absolutely ridiculous, but in some way, shape or form, I am pretty sure most of us who are getting older have dealt with negative feelings regarding these issues. Age comes without warning and we cannot stop it. We cannot turn back the clock no matter how many face creams we apply or hair dyes we use. We cannot avoid the sagging muscles or the creaking bones that just seem to not want to move as much. But even in all of this, God is there. 

God allows us to age and He understands its implications. Although perhaps it could have been avoided if Adam and Eve had not sinned, it is all part of His plan. He is there with us during every moment we are tempted toward discouragement or despair. Our sadness can turn to joy as we accept each coming day with grace and even a sense of humor. Even now, I am joking with my husband about buying walkers instead of cars when we are elderly, and he says “Hey, walkers are sporty. They don’t have a roof, just like a convertible!” 

I think one of the most important things to remember as we age is to continue our journey with the Lord. Although we may not be able to walk as much physically, we must persevere in our walk with God. We can remember to praise him through the storms of life, just as our Psalm declares: “I will give thanks to the LORD with all my heart…Great are the works of the LORD…gracious and merciful is the LORD…” We can remember the words of Jesus when he says “Whoever is not with me is against me, and whoever does not gather with me scatters” and continue to try to bring as many souls to him as possible. We can look heavenward instead of inward when we experience pain or trials. 

Yes, our God is with us always, whether we are 1 or 100, and that is reason enough to rejoice!

Contact the Author


El día ya amaneció. He llegado. Ha venido la verdadera mediana edad. Ahora tengo 45 años. Y ahora que los tengo, ¿qué debo hacer con eso? ¿Debería salir corriendo y tener una verdadera crisis de la mediana edad? ¿Debería comenzar a notar cada nueva cana que aparece en mi cabeza? ¿Debería mirarme fijamente la cara en el espejo y desanimarme al ver que las arrugas se ven más profundas y pronunciadas? ¿Debería dejar de lado la alimentación saludable y simplemente dejarme llevar, justificándolo con el hecho de que ya estoy más cerca de la muerte de todos modos?

Todas estas preguntas pueden sonar absolutamente ridículas, pero estoy bastante segura que la mayoría de los que nos estamos envejeciendo hemos tenido que lidiar con sentimientos negativos con respecto a estos temas de alguna forma. La edad llega sin previo aviso y no podemos detenerla. No podemos hacer retroceder el reloj a pesar de las cremas faciales que nos apliquemos o los tintes para el cabello que usemos. No podemos evitar los músculos flácidos o los huesos adoloridos que parecen no querer moverse tanto como antes. Pero incluso en todo esto, Dios está allí.

Dios permite que envejezcamos y entiende sus implicaciones. Aunque tal vez se podría haber evitado si Adán y Eva no hubieran pecado, todo es parte de su plan. Él está allí con nosotros durante cada momento en que nos sentimos tentados a desanimarnos o desesperarnos. Nuestra tristeza puede convertirse en alegría cuando aceptamos cada día que viene con gracia e incluso con sentido del humor. Por ejemplo, he estado bromeando con mi esposo sobre comprar andadores en lugar de automóviles cuando seamos mayores, y él dice: “Oye, los andadores son deportivos. No tienen techo, ¡igual que los convertibles!”

Creo que una de las cosas más importantes que debemos recordar a medida que envejecemos es continuar siguiendo al Señor. Aunque tal vez no podamos caminar tanto físicamente, debemos perseverar en nuestro caminar con Dios. Podemos recordar alabarlo en medio de las tormentas de la vida, tal como declara el Salmo de hoy: “Quiero alabar a Dios, de corazón… Grandiosas son las obras del Señor… El Señor es piadoso y es clemente…” Podemos recordar las palabras de Jesús cuando dice “El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama” y seguir tratando de llevar a él tantas almas como sea posible. Podemos mirar hacia el cielo en lugar de hacia nuestro interior cuando experimentamos dolor o pruebas.

Sí, nuestro Dios está con nosotros siempre, tengamos 1 año o 100, ¡y esa es razón suficiente para regocijarnos!

Comunicarse con la autora

Feature Image Credit: Tehzeeb Kazmi, unsplash.com/photos/person-with-gold-ring-on-right-hand-nRVpZ97HJTA


Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works full time at Diocesan, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

How We Pray / Como Rezamos

What do I pray about and what does that say about me? 

If you do a quick search of Bible commentaries, the consensus is that Jesus’ message for us in today’s parable is to be persistent in prayer. “Ask and you shall receive; seek and you will find; knock and the door will be opened.” We are to ask and keep on asking. We are to seek and keep on seeking. We are to knock and keep on knocking. 

When our child or a loved one is sick, we find it easy to pray without ceasing. When we are in financial trouble or want a new job, we beg God for guidance and support. There is nothing wrong with praying in this way. God wants to be intimately acquainted with us, with the ups and downs, and ins and outs of our daily lives. But we are not simply physical beings who happen to have a soul. What does it say about us if most of our prayers are concerned with our physical well-being and often leave out our spiritual life?

Do we repeatedly and persistently ask God to bring us closer to Him? Do we seek determinedly to follow the whispering of the Holy Spirit? Do we pray without ceasing for the spiritual growth of others? 

Jesus tells us to ask, seek and knock. Is he simply being redundant? In asking, we humbly present ourselves to God and request his action. In seeking, we ask, but we also act. In knocking, we act, but we also persevere. We are told to do all three! Are we? Taking time to reflect on our prayer life can be good for us, body and soul. Are we including all aspects of our life in prayer? Are we following up our prayer with action such as study and service? Are we persevering in our actions? 

We ask God for wisdom and then we study the Bible and the Saints to plant the seeds of wisdom in our minds and hearts. We ask God to be close to us and then we spend time in prayer and quiet to give Him space to act within us. We ask God to help those we know to grow in faith and then we act in faith to grow alongside them.

Dear Jesus, please guide us this day and all our days. May we entrust all aspects of our lives to You and then have the courage to take our prayers and put them into action, modeled after you. May we never tire of asking, seeking and knocking so that we may serve you by serving those around us. Amen. 

Contact the author


¿Sobre qué rezo y qué dice eso de mí?

Si hacemos una búsqueda rápida de comentarios bíblicos, el consenso es que el mensaje que Jesús nos da en la parábola de hoy es que debemos ser persistentes en la oración. “Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra y al que toca, se le abre.” Debemos pedir y seguir pidiendo. Debemos buscar y seguir buscando. Debemos tocar y seguir tocando.

Cuando nuestro hijo o un ser querido está enfermo, nos resulta fácil orar sin cesar. Cuando tenemos problemas económicos o queremos un nuevo trabajo, le rogamos a Dios que nos guíe y nos apoye. No hay nada de malo en orar de esta forma. Dios quiere conocernos íntimamente, con los altibajos y los entresijos de nuestra vida diaria. Pero no somos simplemente seres físicos que tienen alma. ¿Qué dice de nosotros si la mayoría de nuestras oraciones se refieren a nuestro bienestar físico y a menudo dejan de lado nuestra vida espiritual?

¿Le pedimos a Dios repetida y persistentemente que nos acerque a Él? ¿Buscamos con determinación seguir el susurro del Espíritu Santo? ¿Rezamos sin cesar por el crecimiento espiritual de los demás?

Jesús nos dice que pidamos, busquemos y tocamos. ¿Está siendo simplemente redundante? Al pedir, nos presentamos humildemente a Dios y solicitamos su acción. Al buscar, pedimos, pero también actuamos. Al tocar, actuamos, pero también perseveramos. ¡Se nos dice que hagamos las tres cosas! ¿Lo hacemos? Tomarnos un tiempo para reflexionar sobre nuestra vida de oración puede ser bueno para nosotros, cuerpo y alma. ¿Estamos incluyendo todos los aspectos de nuestra vida en la oración? ¿Estamos siguiendo nuestra oración con acciones como el estudio y el servicio? ¿Estamos perseverando en nuestras acciones?

Pedimos sabiduría a Dios y luego estudiamos la Biblia y los Santos para plantar las semillas de la sabiduría en nuestras mentes y corazones. Pedimos a Dios que esté cerca de nosotros y luego pasamos tiempo en oración y silencio para darle espacio para actuar dentro de nosotros. Pedimos a Dios que ayude a quienes conocemos a crecer en la fe y luego actuamos en fe para crecer junto con ellos.

Querido Jesús, guíanos hoy y todos los días. Haz que te confiemos todos los aspectos de nuestra vida y que tengamos el valor de tomar nuestras oraciones y ponerlas en práctica, siguiendo tu ejemplo. Haz que nunca nos cansemos de pedir, buscar y tocar a tu puerta para que podamos servirte sirviendo a quienes nos rodean. Amén.

Comunicarse con la autora

Sheryl’s first calling is to be wife and partner to Tom, who is a Permanent Diaconate in the Diocese of Kalamazoo. She also gets to live out her passion for teaching and learning by serving as a teaching principal at St. Therese Catholic School in Wayland, Michigan. Home is full with Carlyn, our goofy golden retriever, Lucy, our terrier mix wild child, and Mila, our rescue Bernese Mountain dog whose happy bouncing and wagging tail reminds us to find joy in every moment of every day.

Feature Image Credit: Kelly Sikkema, unsplash.com/photos/man-wearing-red-sweater-in-front-of-door-tRvZxKDVM80

Lord, Teach Me to Pray / Señor, Enséñame a Rezar

Lord, teach me to pray. It never occurred to me to ask that of Jesus. I’d assumed that after years of Catholic education and church-going, I should just know how to pray. I could rattle off some rote prayers but I don’t think I understood what it is to pray until a friend shared that the Lord’s Prayer is the perfect prayer. Not only does it come from Jesus himself, it offers us a prayer plan for all our non-rote prayers.

It begins simply with praise. We know that God doesn’t need our praise, but we need to praise him and remind ourselves how good he is, how hallowed his name is. I am of the opinion that sincere praise (and gratitude) cannot be overdone. 

We express our desire for God’s will to be done just as his will is done in heaven where all are in perfect communion with God. We want his Kingdom to come. We want that perfect communion for ourselves. We need that in this broken world. 

We ask for what we (think) we need – our daily bread – that which sustains us. What do you need? A friend to understand? Patience and love for a challenging family member? Strength to witness God’s truth? We can go to our loving Father and ask for these things. He longs to give us what we need and sometimes he gives us things we didn’t even know we needed. 

We ask for forgiveness and promise forgiveness toward others. We know we sin and we trust in God’s mercy. We ask for it, maybe beg for it. We also offer it to those who hurt us. Jesus has some clear words on how important this is (Matthew 18:21-25, Matthew 6:14, and Luke 15: 11-32 to name a few).

Finally, we ask him to keep us safe from the tricks and the lies of the enemy. We can be confident that if we keep our gaze focused on Jesus, strive for holiness, and run to him in prayer, we will belong to him and all will be well with our soul.  

The Lord’s Prayer stands on its own as an excellent prayer and also serves as a framework for our personal conversations with God. I encourage you to use it as a guideline for organizing your own prayer time, and see what happens!

Contact the author


Señor, enséñame a orar. Nunca se me ocurrió pedirle eso a Jesús. Supuse que después de años de educación católica y de asistir a la iglesia, debería saber cómo rezar. Podía recitar algunas oraciones de memoria, pero no creo que entendí lo que era orar hasta que un amigo me dijo que el Padre Nuestro es la oración perfecta. No solo proviene del mismo Jesús, sino que nos ofrece un plan de oración para todas nuestras oraciones que no son de memoria.

Comienza simplemente con una alabanza. Sabemos que Dios no necesita nuestra alabanza, pero debemos alabarlo y recordarnos lo bueno que es, lo santificado que es su nombre. Soy de la opinión de que la alabanza sincera (y la gratitud) nunca pueden ser exageradas.

Expresamos nuestro deseo de que se haga la voluntad de Dios tal como se hace su voluntad en el cielo, donde todos están en perfecta comunión con Dios. Queremos que venga su Reino. Queremos esa comunión perfecta para nosotros. La necesitamos en este mundo roto.

Pedimos lo que (creemos) que necesitamos: nuestro pan de cada día, aquello que nos sustenta. ¿Qué necesitas tú? ¿Un amigo que te entienda? ¿Paciencia y amor para un familiar que te desafía? ¿Fuerza para dar testimonio de la verdad de Dios? Podemos acudir a nuestro Padre amoroso y pedirle estas cosas. Él anhela darnos lo que necesitamos y, a veces, nos da cosas que ni siquiera sabíamos que necesitábamos.

Pedimos perdón y prometemos perdón a los demás. Sabemos que pecamos y confiamos en la misericordia de Dios. La pedimos, tal vez la rogamos. También se la ofrecemos a quienes nos hacen daño. Jesús tiene algunas palabras claras sobre lo importante que es esto (Mateo 18,21-25; Mateo 6,14 y Lucas 15,11-32, por nombrar algunas).

Finalmente, le pedimos que nos mantenga a salvo de los trucos y las mentiras del enemigo. Podemos estar seguros de que si mantenemos nuestra mirada fija en Jesús, nos esforzamos por la santidad y corremos hacia él en la oración, le perteneceremos y todo estará bien con nuestra alma.

El Padre Nuestro es una oración excelente por sí sola y también sirve como marco para nuestras conversaciones personales con Dios. Te animo a que la utilices como guía para organizar tu propio tiempo de oración y ¡verás lo que sucede!

Comunicarse con la autora

Merridith Frediani loves words and is delighted by good sentences. She also loves Lake Michigan, dahlias, the first sip of hot coffee in the morning, millennials, and playing Sheepshead with her husband and three kids. She writes for Catholic Mom, Diocesan.com, and her local Catholic Herald. Her first book Draw Close to Jesus: A Woman’s Guide to Adoration is available at Our Sunday Visitor and Amazon. You can learn more at merridithfrediani.com.

Feature Image Credit: Rijksmuseum, Public Domain, art.diocesan.com/stock-photo/god-with-angels-in-the-clouds-8545/