Wonder and Awe / Maravilla y Asombro

“All men were by nature foolish who… from studying the works did not discern the artisan.” 

This year I had the chance to visit the Cowboy Museum in Oklahoma City. What I found most fascinating was that the story of The West was mostly told through paintings, sculptures, and maps as opposed to actual artifacts. Walking through the museum the story came alive through color, metal, and precise measurements. I guess you could say these items were artifacts in that they were painted or sculpted during the late 1800’s, but I expected to see guns, furs, wagons, and spurs. Although it was not what I expected, the reason it was effective is because it made you think of the artist. My mind would race between the people who must have created the art and the fantastical events that must have been witnessed by them. Looking into the different mediums that were used you really started to feel like you were actually there. 

In our world today I think we tend to either look at only the negative things happening around us or we look at the good things but have become so used to them that they become commonplace. I think the clearest example of this is watching the communion line at Mass. Do we really believe we are receiving the Creator of the universe or has it become so commonplace that we have forgotten the Artist? 

We look at the beauty but don’t see. Or worse yet, we don’t even look for the beauty. When was the last time you heard a positive news story? For whatever reason, evil, division, catastrophe, and death seem to be what people are interested in. But no matter what, at the end of the day, something stirs within us. Something in our very bones allows us to look at the created world and wonder. Something about the vastness of the universe, the beauty of a kiss, the laughter of a child, or the warmth of a fire transports us back to the innocent wonder of when we were kids and contemplated creation and its Artist. 

This is why I have loved performing magic tricks since I was really little. It doesn’t matter if you are a kid or an adult, when you see a good magic trick the wonder and awe awakens and you can’t help but think about the artist. How was it done? How many years of practice did it take? What brilliant mind came up with something so fantastic? 

My invitation for you today is to awaken that wonder. Take a few moments to open your mind and contemplate the artist. You might just find that at the center of it all is the God of the universe who loves you more than all the sands on the seashore and all the stars in the sky. You may just find the Artist. You may just find God.

From all of us here at Diocesan, God bless!

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Insensatos han sido todos los hombres…que no han reconocido al artífice, fijándose en sus obras“.

Este año tuve la oportunidad de visitar el Museo del Vaquero en la ciudad de Oklahoma. Lo que encontré más fascinante fue que la historia del Oeste se contó principalmente a través de pinturas, esculturas y mapas en lugar de artefactos reales. Caminando por el museo, la historia se hizo vivo a través del color, el metal y las medidas precisas. Supongo que se podría decir que estos artículos eran artefactos porque fueron pintados o esculpidos a finales de los 1800s, pero esperaba ver armas, pieles de animales, vagones y espuelas. Aunque no era lo que esperaba, todavía fue efectivo porque te hizo pensar en el artista. Mi mente corría entre las personas que crearon el arte y los eventos fantásticos que debieron haber sido presenciados por ellos. Mirando los diferentes medios que se utilizaron, empecé a sentir que realmente estaba allí presente.

En nuestro mundo de hoy, creo que tendemos a mirar solo las cosas negativas que suceden a nuestro alrededor o miramos las cosas buenas, pero nos hemos acostumbrado tanto a ellas que se vuelven comunes. Creo que el ejemplo más claro de esto es observar la fila para recibir la comunión en la Misa. ¿Realmente creemos que estamos recibiendo al Creador del universo o se ha vuelto tan común que nos hemos olvidado del Artista?

Miramos la belleza pero no la vemos. O peor aún, ni siquiera buscamos la belleza. ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste una noticia positiva? Por alguna razón, el mal, la división, la catástrofe y la muerte parecen ser lo que más le interesa a la gente. Pero pase lo que pase, al final del día, algo se mueve dentro de nosotros. Algo en los propios huesos nos permite mirar el mundo creado y maravillarnos. Algo sobre la inmensidad del universo, la belleza de un beso, la risa de un niño o la calidez de una fogata nos transporta al asombro inocente de cuando éramos niños y contemplamos la creación y su Artista.

Es por eso que me ha encantado realizar trucos de magia desde que era muy pequeño. No importa si eres un niño o un adulto, cuando ves un buen truco de magia, la maravilla y el asombro despiertan y no puedes evitar pensar en el artista. ¿Cómo se hizo? ¿Cuántos años de práctica tomó? ¿A qué mente brillante se le ocurrió algo tan fantástico?

Te invito hoy a que despiertes esa maravilla. Tómate unos momentos para abrir tu mente y contemplar al Artista. Es posible que descubras que en el centro de todo está el Dios del universo que te ama más que todas las arenas de la playa y todas las estrellas del cielo. Puede ser que encuentres al Artista. Puede ser que encuentres a Dios.

De parte de todos nosotros aquí en Diocesan, ¡Dios los bendiga!

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Tommy Shultz is a Business Development Representative for Diocesan. In this role he is committed to bringing the best software to dioceses and parishes while helping them evangelize on the digital continent. Tommy has worked in various diocese and parish roles since his graduation from Franciscan University with a Theology degree. He hopes to use his skills in evangelization, marketing, and communications, to serve the Church and bring the Good News to all. His favorite quote comes from St. John Paul II, who said, “A person is an entity of a sort to which the only proper and adequate way to relate is love.”

Feature Image Credit: Greg Rakozy, unsplash.com/photos/oMpAz-DN-9I

Wisdom for the Kingdom / Sabiduría para el Reino

Do you ever look at the state of the world and shake your head in dismay and wonder if this isn’t a good time for Jesus to return when will it be? All around we see the effects of not believing in God and his Word. Yet Jesus reminds us that “the kingdom of God is among you.” 

This is the tension we live with in our faith. The kingdom of God is here now and yet, is to come. We do not need to look at each new natural disaster or plummet into moral depravity and say, “Yes, that is the one that breaks us and now Jesus will return.” As faith-filled believers, instead, we look to God, to the Truth, to the Word, and realize that remaining faith-filled in Word and deed is how we bring about the kingdom when it seems like we have lost. 

We can hold onto this faith because of Wisdom. The first reading tells us that wisdom passes into holy souls and produces friends of God; that it overcomes wickedness, and reaches from end to end. There is our hope! 

The Psalm reminds us, “Your word is forever, Lord.” We do not need to fear the world. We have the LORD with us. We can rely on him and all that he has taught and given us to remain faithful. Today Jesus reminds us that he and by extension, we, will suffer and be rejected because of faith. However, we still keep this faith, out of love. But it is not a faith of sunshine and rainbows, instead, we rely on Wisdom to understand, value, and hold on to our faith no matter what comes to us from the world. 

Does it seem impossible? Read the first reading again and ask God for those attributes of Wisdom you need to deepen your faith and be a light to others. That is how the kingdom of God grows and flourishes, through those of us who ask for what we need in order to share what we have with the world. 

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¿Alguna vez miras el estado del mundo y sacudes la cabeza con consternación y te preguntas si este no sería buen momento para que Jesús regrese? Y si no ahora, ¿cuándo? A nuestro alrededor vemos los efectos de no creer en Dios y su Palabra. Sin embargo, Jesús nos recuerda que “el Reino de Dios ya está entre ustedes”.

Esta es la tensión con la que vivimos en nuestra fe. El Reino de Dios está aquí ahora y, sin embargo, está por venir. No tenemos que mirar cada nuevo desastre natural o caer en la depravación moral y decir: “Sí, ese es el que nos quebranta y ahora Jesús regresará”. Como creyentes llenos de fe, en cambio, miramos a Dios, a la Verdad, a la Palabra, y nos damos cuenta de que permanecer llenos de fe en palabra y obra es la forma que traemos el Reino cuando parece que lo hemos perdido.

Podemos aferrarnos a esta fe debido a la Sabiduría. La primera lectura nos dice que la sabiduría pasa a las almas santas y produce amigos de Dios; que vence la maldad, y alcanza de un extremo a otro. ¡Ahí está nuestra esperanza!

El Salmo nos recuerda: “Tu palabra, Señor, es eterna”. No tenemos que temer al mundo. Tenemos al Señor con nosotros. Podemos confiar en él y en todo lo que nos ha enseñado y dado para permanecer fieles. Hoy Jesús nos recuerda que él y por extensión nosotros, sufriremos y seremos rechazados por causa de la fe. Sin embargo, todavía mantenemos esta fe, por amor. Pero no es una fe de sol y arcoíris, sino que confiamos en la Sabiduría para entender, valorar y aferrarnos a nuestra fe sin importar lo que nos venga del mundo.

¿Parece imposible? Vuelve a leer la primera lectura y pídele a Dios esos atributos de Sabiduría que necesitas para profundizar tu fe y ser luz para los demás. Así crece y florece el reino de Dios, a través de quienes pedimos lo que necesitamos para compartir lo que tenemos con el mundo.

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Deanna G. Bartalini, M.Ed.; M.P.A., is a certified spiritual director, writer, speaker and content creator. The LiveNotLukewarm.com online community is a place to inform, engage and inspire your Catholic faith. Her weekly Not Lukewarm Podcast gives you tips and tools to live out your faith in your daily life.

Feature Image Credit: Priscilla Du Preez, unsplash.com/photos/lIpubE3_DEQ

Drought / La Sequía

A drought hit Michigan early this past spring, bringing its climate straight from snow to squelching heat. No April showers to bring May flowers this year. No sprinkles to coax the seeds to sprout forth from the earth. The only thing that seemed to grow were the weeds. Tall, relentless and ugly, their roots reaching deep into the soil. 

Unexpectedly unemployed during this season, I seemed to develop an obsession of sorts for pulling weeds. My shoulder even began to ache from the daily exertion. I would pace the yard back and forth, back and forth, searching for the telltale heads of the unwanted plants. It seemed that the more I pulled, the more came up. There appeared to be no end to the unpleasant task. 

At the same time, God was weeding my interior as well. With more time for prayer, Mass and adoration, the quiet enveloped me and offered a mirror into my soul. There were so many things that I had shoved under the rug, choosing to ignore rather than address. Busyness was my excuse. As a full time employee and a homeschooling mother of five littles, I simply had no time for self examination. Well, as He tends to do, God took care of that. 

With my means of survival stripped away from me and my nine to five no longer an obstacle, I almost had no choice but to draw near to the life-giving water. I hadn’t even realized my soul was in the midst of a drought as well. Sure, I prayed everyday and went to Sunday Mass, but there was no depth. I was only going through the motions. God wanted more for me. Just like the lepers in the Gospel, I found my soul calling out “Jesus, have pity on me!”  

Yet during this time I also learned that growing closer to God and making steps toward holiness have nothing to do with making a long and dramatic list of our many shortcomings and attempting to eliminate them one by one. While we may realize some of our shortcomings and desire to change them, it is God who purifies and refines. And more importantly, that is not what God is looking for. It is not God’s deepest desire. He knows we’re not perfect. He knows we’re human. After all, he took on our humanity and understands us well. 

No, what God is looking for is something so much simpler that we might even miss it if we aren’t paying attention. The only thing he wants is me. He so greatly desires each and every one of us that he never gives up on us and will pursue us until the day we die. And he desires to heal us as well, just like the lepers. And once we realize that He has healed us, may we also glorify God and fall at His feet in thanksgiving. May we hear Him speak strength into our souls saying: “Stand up and go; your faith has saved you.” (Lk 17:19) “The time of drought is now over.”

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Una sequía llegó a Michigan a principios de la primavera pasada, lo que hizo que su clima pasara directamente de la nieve a un calor sofocante. No había lluvias de abril para traer flores de mayo este año. No habían gotitas cayendo del cielo para convencer a las semillas que brotaran de la tierra. Lo único que parecía crecer era la mala hierba. Altos, imposibles y feos, con sus raíces hundidas profundamente en la tierra.

Inesperadamente desempleada durante esta temporada, parecía desarrollar una especie de obsesión por arrancar la mala hierba. Incluso me empezó a doler el hombro por el esfuerzo diario. Paseaba por el jardín de un lado a otro, de un lado a otro, en busca de las cabezas reveladoras de las plantas no deseadas. Parecía que mientras más la sacaba, más salía. Parecía no haber fin a la desagradable tarea.

Al mismo tiempo, Dios estaba desyerbando mi interior también. Con más tiempo para la oración, la Misa y la adoración, la tranquilidad me envolvió y ofreció un espejo a mi alma. Había tantas cosas que había escondido debajo de la alfombra, eligiendo ignorar en lugar de abordar. El ajetreo era mi excusa. Como empleada de tiempo completo y madre de cinco pequeños que educamos en el hogar, simplemente no tenía tiempo para autoexaminarme. Bueno, como suele hacer, Dios se encargó de eso.

Con mis medios de sobrevivencia despojados y ahora que mi ocupación de nueve a cinco ya no era un obstáculo, casi no tuve más remedio que acercarme al agua de vida. Ni siquiera me había dado cuenta de que mi alma también estaba en medio de una sequía. Claro, rezaba todos los días y asistía a la misa dominical, pero no había profundidad. Solo lo estaba haciendo por cumplir. Dios quería más para mí. Al igual que los leprosos del Evangelio, encontré mi alma gritando “¡Jesús, ten compasión de mí!”

Sin embargo, durante este tiempo también aprendí que acercarme más a Dios y dar pasos hacia la santidad no tiene nada que ver con hacer una lista larga y dramática de mis muchas deficiencias e intentar eliminarlas una por una. Si bien podemos darnos cuenta de algunos defectos y desear cambiarlos, es Dios quien nos purifica y refina. Y aún más importante, eso no es lo que Dios está buscando. No es el deseo más profundo de Dios. Él sabe que no somos perfectos. Sabe que somos humanos. Después de todo, asumió nuestra humanidad y nos comprende bien.

No, lo que Dios está buscando es algo mucho más simple que incluso podríamos perdérnoslo si no estamos prestando atención. Lo único que quiere es a mí. Nos desea tanto a todos y cada uno de nosotros que nunca se da por vencido y nos perseguirá hasta el día de nuestra muerte. Y desea sanarnos también igual que a los leprosos. Y una vez que nos demos cuenta que nos haya sanado, glorifiquemos a Dios y caigamos a Sus pies en acción de gracias. Que podamos escucharlo hablar fuerza a nuestras almas diciendo: “Levántate y vete, tu fe te ha salvado”. (Lc 17,19) “El tiempo de la sequía ya pasó”.

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Feature Image Credit: Nikita Burdin, https://unsplash.com/photos/–uO_qVwJU0


Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works full time, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

We Owe Him Everything / Debemos Todo a Dios

On the one hand, today’s Gospel does not seem fair. The servant comes in after a long day of plowing or tending sheep, and is tired, hungry, and thirsty. He receives the master’s greeting, and is told to wait on him before he can eat or drink himself. Somewhat surprisingly, Jesus commends the attitude of the servant who does not expect to receive his own meal immediately. He counsels the disciples to say, “We are unprofitable servants; we have done what we were obliged to do.”

On the other hand, the servant is there to wait on his master, to fulfill his master’s needs before his own. It’s expected that he would make sure that the master is fed before himself, and so no offense is taken when the master tells the servant to do what was already expected of him. And, consequently, no reward ought to be expected from the servant who does such things. He is simply doing his duty.

Jesus begins this illustration by asking His listeners to put themselves in the position of the master, asking them what they would tell the servant. However, He concludes by telling them to consider themselves as servants, taking commands from their master, the Lord. This is our true relationship with God. There are other dimensions such as son-father, daughter-mother, friend-friend, beloved-lover, and so on, that are just as important, and some of these are brought forward in our other reading.

“God formed man to be imperishable; the image of his own nature he made them” (Wisd. 2:23). Our first reading reminds us that God intended us to be reflections of Himself. Ultimately, we are meant to be perfect, as our heavenly Father is, in direct imitation of the Son, Jesus Christ, who gave us an example when He walked the earth and enables us through His grace to actually live such a life. We have a spectacular dignity: God has given us everything, including Himself, and He divinizes those who follow Him.

Again, our Gospel has us focus on the servant-master dimension. Although God has given us a profound gift in being made in His image and has preserved us from everlasting death if we follow Him, we must remember we deserve none of this. The Lord could have created us in any manner, and He could have chosen not to point us toward heaven. Instead, He made us good, made us to be like Him, and keeps us in existence under His providential and attentive care at every moment of history.

With this in mind, following His commands is the least we can do, and that we are indeed “unprofitable servants” if we stop there. God created the world out of nothing, and without His providence it would recede back into nothing. With His providence, we can do all things, and we ought to live in a way that proclaims this, never taking for granted His care and never settling for obedience that forgets love.

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Por un lado, el Evangelio de hoy no parece justo. El siervo llega después de un largo día de arar o cuidar ovejas y está cansado, hambriento y sediento. Recibe el saludo del maestro y se le dice que lo atienda antes de que él mismo pueda comer o beber. Sorprendentemente, Jesús elogia la actitud del siervo que no espera recibir su propia comida de inmediato. Aconseja a los discípulos que digan: “No somos más que siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer”.

Por otro lado, el siervo está allí para servir a su amo, para satisfacer las necesidades de su amo antes que las suyas. Se espera que alimente al amo antes que a sí mismo, y por eso no se ofende cuando el amo le dice al siervo que haga lo que ya se esperaba de él. Y, en consecuencia, el siervo no debe esperar ninguna recompensa por hacer tales cosas. Simplemente está cumpliendo con su deber.

Jesús comienza esta ilustración pidiendo a sus oyentes que se pongan en la posición del amo, preguntándoles qué le dirían al siervo. Sin embargo, concluye diciéndoles que se consideren siervos, acatando los mandatos de su amo, el Señor. Esta es nuestra verdadera relación con Dios. Hay otras dimensiones, como hijo-padre, hija-madre, amigo-amigo, amado-amante, etc., que son igualmente importantes, y algunas de ellas se presentan en la otra lectura de hoy.

Dios creó al hombre para que fuera inmortal, lo hizo a imagen y semejanza de sí mismo” (Sab 2, 23). La primera lectura nos recuerda que Dios quiso que fuéramos reflejos de sí mismo. En última instancia, estamos destinados a ser perfectos, como lo es nuestro Padre celestial, en imitación directa de Su Hijo Jesucristo, quien nos dio un ejemplo cuando caminó sobre la tierra y nos capacita a través de Su gracia para vivir tal vida. Tenemos una dignidad espectacular: Dios nos ha dado todo, incluso a sí mismo, y diviniza a los que le siguen.

Una vez más, nuestro Evangelio nos hace centrarnos en la dimensión de siervo-amo. Aunque Dios nos ha dado un profundo regalo al ser hechos a Su imagen y nos ha preservado de la muerte eterna si lo seguimos, debemos recordar que no merecemos nada de esto. El Señor podría habernos creado de cualquier manera, y podría haber escogido no encaminarnos hacia el cielo. Pero en cambio, nos hizo buenos, nos hizo semejantes a Él y nos mantiene en la existencia bajo Su cuidado providencial y atento en cada momento de la historia.

Con esto en mente, seguir Sus mandamientos es lo mínimo que podemos hacer, y de hecho somos “siervos inútiles” si allí nos quedamos. Dios creó el mundo de la nada, y sin Su providencia retrocedería a la nada. Con Su providencia, podemos hacer todas las cosas, y debemos vivir de una forma que proclame esto, nunca tomando por hecho Su cuidado y nunca conformándonos con una obediencia que se olvida del amor.

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David Dashiell is a freelance author and editor in Nashville, Tennessee. He has a master’s degree in theology from Franciscan University, and is the editor of the anthology Ever Ancient, Ever New: Why Younger Generations Are Embracing Traditional Catholicism.

Feature Image Credit: Diego Zamudio, cathopic.com/photo/12615-respira

When Being On Guard, Faith, and Forgiveness Come Together / Cuando Ser Vigilante, la Fe y el Perdón se Unen

There was a time in my life when I would have thought today’s Gospel contained three unrelated ideas: woe to those who lead little ones astray, the need for forgiveness, and faith. Recently, though, I lived out a connection between the three.

I found myself in a situation where someone in my life was leading my children astray. I wanted to think I was overreacting, so I prayed for guidance. Over and over, God repeatedly presented me with situations that screamed, “You need to be on guard on behalf of your children!” With faith in the clear message God was giving me about His will, I made the difficult decision to distance my children and myself from this person.

Somehow, although there was a lot of fallout from it, God gave me peace in my decision. I realized by putting my faith in God’s guidance, he gave me power to move something more remarkable than a mulberry tree; He gave me the power to remove anger from my heart. Forgiveness, something I thought would take years of prayer and hard work to find, filled me before I even realized it was happening. It didn’t mean letting this person into my life again, but it meant I didn’t have to carry the burden of bitterness or wanting revenge.

I know I still need to pray for increased faith, but I also know in a real way that faith can help me do things I thought were impossible.

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Hubo un tiempo en mi vida cuando habría pensado que el Evangelio de hoy contenía tres ideas inconexas: Ay de los que descarrían a los pequeños, la necesidad del perdón, y la fe. Pero recientemente viví una conexión entre los tres.

Me encontré en una situación en la que alguien en mi vida estaba descarriando a mis hijos. Quería pensar que estaba exagerando, así que le pedí a Dios que me guiara. Una y otra vez, Dios me presentó repetidamente situaciones que gritaban: “¡Tienes que ser vigilante por tus hijos!” Con fe en el mensaje claro que Dios me estaba dando sobre su voluntad, tomé la difícil decisión de alejar a mis hijos y a mí misma de esta persona.

De alguna forma, aunque hubo muchas consecuencias, Dios me dio paz en mi decisión. Me di cuenta que al poner mi fe en la guía de Dios, me dio poder para mover algo más extraordinario que una morera; me dio el poder de quitar la ira de mi corazón. El perdón, algo que pensé que me llevaría años de oración y trabajo duro encontrar, me llenó antes de darme cuenta de lo que estaba sucediendo. No significaba dejar que esta persona volviera a entrar en mi vida, pero significaba que no tenía que llevar la carga de la amargura o el deseo de venganza.

Sé que todavía debo orar para tener más fe, pero también sé de manera real que la fe puede ayudarme a hacer cosas que pensaba imposibles.

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J.M. Pallas has had a lifelong love of Scriptures. When she is not busy with her vocation as a wife and mother to her “1 Samuel 1” son, or her vocation as a public health educator, you may find her at her parish women’s bible study, affectionately known as “The Bible Chicks.”

Feature Image Credit: Ulleo, pixabay.com/photos/tree-mulberry-tree-old-old-tree-2849401/

Praying is Preparing / Orar es Prepararse

Have you ever known anyone who just seems to ooze hospitality? This person just happens to have a charger if you need one, or an extra sweatshirt or jacket when you are chilled. Maybe $20 for gas or food gets slipped in your pocket or added to your Venmo. A smile might greet you on an especially bad day or an offer to lend a hand when you are just about to drop the immense load you’ve managed to carry for much too long.

These are the things that come to mind while reading from the book of Wisdom this morning. A person who is able to reach out to another person on the day’s journey no matter the situation. A graceful peace often accompanies this individual even when their own life is busy, and yet there is an intentional welcoming and shared response to those they encounter.

The Psalm, “My soul is thirsting for you, O Lord” continues this theme of reaching out. It is a prayer to see God in daily life as well as in eternal life. Being able to see the Lord in the everyday situations of my life is the building block of my faith in Him. As a child I wasn’t able to verbalize that it was God’s breath or touch I was seeing in a meal on the table or my Mom or Dad’s smile. I could recognize when these things were missing and sometimes made it really hard to stay focused or believe that things would be resolved. I wasn’t aware that I needed to thank the Lord for providing for me as my parents took care of my needs. I wasn’t really aware that having loving and caring parents was itself a tremendous blessing and witness of love and faithfulness.

Today’s parable of ten virgins waiting for the bridegroom can seem harsh. Five women turn up their lamps to light the way and accompany the bridegroom into the wedding celebration. The five who were not prepared came back with oil to find the door to the festivities locked. The awareness of what is needed in the moment comes through the faithful practice of God’s way of life and is developed by wisdom and grace.

Lord, thank you ahead of time for the grace to ask about and know your Way. Help me to recognize and acknowledge the wisdom shared by those who are an example to me. Allow me to be a witness and light for others.  Amen.

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¿Alguna vez has conocido a alguien que practica generosamente la hospitalidad? Esta persona parece siempre tener un cargador si lo necesitas, o una sudadera o chaqueta adicional cuando tienes frío. Tal vez encuentres $20 para gasolina o comida en tu bolsillo o en tu cuenta de Venmo. Te saluda con una sonrisa en un día especialmente malo o ofrece echarte una mano cuando están a punto de caer unas bolas pesadas que has cargado un largo rato.

Estas son las cosas que me vienen a la mente al leer el libro de la Sabiduría esta mañana. Una persona que puede ayudar a otra persona en el camino diario sin importar la situación. Una paz agraciada a menudo acompaña a este individuo incluso cuando su propia vida está ocupada y, sin embargo, hay una bienvenida intencional y una respuesta compartida para aquellos con los que se encuentra.

El Salmo, “Señor, mi alma tiene sed de ti” continúa con este tema de tender la mano. Es una oración ver a Dios en la vida diaria así como en la vida eterna. Poder ver al Señor en las situaciones cotidianas de mi vida es la piedra angular de mi fe en Él. Cuando era niña, no podía verbalizar que era el aliento o el toque de Dios lo que estaba viendo en una comida en la mesa o la sonrisa de mi mamá o papá. Podía reconocer cuándo faltaban estas cosas y, a veces, me resultaba muy difícil mantener la concentración o creer que las cosas se resolverían. No sabía que debería agradecer al Señor por proveerme mientras mis padres se ocupaban de mis necesidades. Realmente no era consciente de que tener padres amorosos y afectuosos era en sí mismo una tremenda bendición y un testimonio de amor y fidelidad.

La parábola de hoy de las diez vírgenes que esperan al novio puede parecer dura. Cinco mujeres encienden sus lámparas para iluminar el camino y acompañar al novio a la celebración de la boda. Los cinco que no estaban preparados regresaron con aceite para encontrar la puerta de las festividades cerrada. La conciencia de lo que se necesita en el momento viene a través de la práctica fiel del camino de vida de Dios y se desarrolla por la sabiduría y la gracia.

Señor, gracias de antemano por la gracia de preguntar sobre tu Camino y conocerlo. Ayúdame a reconocer la sabiduría que me comparten los que me dan buen ejemplo. Permíteme ser testigo y luz para los demás. Amén.

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Beth Price is part of the customer care team at Diocesan. She is a Secular Franciscan (OFS) and a practicing spiritual director. Beth shares smiles, prayers, laughter, a listening ear and her heart with all of creation. Reach her here bprice@diocesan.com.

Feature Image Credit: Kalyanayahaluwo, pixabay.com/photos/oil-lamp-light-temple-monastery-5323648/

Being Trustworthy in Very Small Matters / Ser Digno de Confianza en los Asuntos Pequeños

***This reflection was reposted from Diocesan Archives.***

“The person who is trustworthy in very small matters is also trustworthy in great ones.” — Jesus Christ

“Did you see what she was wearing?”
“Have you heard about their fight?”
“Has he seen a doctor about that thing on his foot?”

I find it interesting when people talk about others behind their back. It’s one thing if it’s showering compliments upon the absent person, but more often than not, it’s criticism and spreading information that we have no right to be spreading. I am ashamed to have taken part in such conversations from time to time. But, like most sin, it’s exciting to talk about people behind their back.

I’ve realized I immediately lose trust in people when they gossip. There’s something inside me that knows that it might be someone else they’re talking about this time but next time it could be me. What story or criticism do people crack open and start passing around when I’m at a dentist appointment?

Few people would boast about how others don’t trust them. We demand honesty from other people all the time, but it’s embarrassingly rare when we take a moment to look at ourselves and single out the smallest bits of dishonesty. We’ve been breaking trust since Adam and Eve and none of us are exempt from such a flaw.

It always starts with simple things, like not showing up to a friend’s house for dinner because you would rather watch Netflix or wasting company time scrolling through Facebook. It can be silly things like watching pirated versions of The Avengers, sneaking into a Dave Matthews Band concert (I have no idea who would want to do that) or buying a dress for a wedding only to return it after the wedding. (Cool trick, eh?)

Once we contemplate our trustworthiness it can be startling to realize we don’t even trust ourselves. Honesty is doing what we ought to do. Honesty protects us from being hypocrites. Honesty means we admit when we are wrong. We’re all broken and we’re constantly violating the rules we pretend to uphold.

Pagans and non-believers watch what we do. They listen to what we say. If we aren’t trustworthy and we cheat, steal, or gossip just like everyone else, we’ve missed our chance to evangelize and we make a mockery of our religion.

Doing the “very small matters” right makes a difference in the great matters. There are no sins that fly under God’s radar. It’s time to do some fall cleaning of our daily lives and root out those venial sins!


“El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes”. – Jesucristo

“¿Viste su ropa?”

“¿Has oído hablar de su pelea?”

“¿Ha visto a un médico por esa cosa en su pie?”

Me parece interesante cuando la gente habla de otras personas a sus espaldas. Una cosa es colmar de elogios a la persona ausente, pero la mayoría de las veces es una información crítica y difundida que no tenemos derecho a difundir. Me avergüenzo de haber participado en tales conversaciones de vez en cuando. Pero, como la mayoría de los pecados, es emocionante hablar de las personas a sus espaldas.

Me he dado cuenta de que inmediatamente pierdo la confianza en las personas cuando chismean. Hay algo en mí que sabe en este momento podría ser otra persona de la que están hablando, pero la próxima vez podría ser yo. ¿Qué historia o crítica inicia la gente y empieza a divulgar cuando estoy en una cita de dentista?

Pocas personas van a presumir de cuánta gente no confía en ellos. Exigimos honestidad de otras personas todo el tiempo, pero es vergonzosamente raro cuando nos tomamos un momento para mirarnos a nosotros mismos y eliminar los más pequeños fragmentos de deshonestidad. Venimos quebrantando la confianza desde Adán y Eva y ninguno de nosotros está exento de tal defecto.

Siempre comienza con cosas simples, como no ir a cenar a la casa de un amigo porque prefieres ver Netflix. Creo que la mayoría de nosotros hemos perdido tiempo en el trabajo viendo el Facebook. Pueden ser cosas tontas como ver versiones piratas de The Avengers, colarse en un concierto de Dave Matthews Band sin boleto o comprar un vestido para ir a una boda y devolverlo después del evento. (Buen truco, ¿eh?)

Una vez que contemplamos si somos fiables, puede ser sorprendente darnos cuenta de que ni siquiera confiamos en nosotros mismos. La honestidad es hacer lo que debemos hacer. Con la honestidad evitamos ser hipócritas. La honestidad significa que debemos admitir cuando estamos equivocados. Todos somos quebrantados y violamos constantemente las reglas que pretendemos respetar.

Paganos y no creyentes observan lo que hacemos. Ellos escuchan lo que decimos. Si no somos dignos de confianza y engañamos, robamos o chismeamos igual que todos los demás, hemos perdido la oportunidad de evangelizar. Nos hemos burlado de nuestra religión.

Hacer bien las “cosas pequeñas” marca la diferencia en los grandes asuntos. No hay pecado ninguno que Dios no ve. ¡Es hora de hacer una limpieza de otoño de nuestra vida diaria y desarraigar los pecados veniales!

Reflection reposted from Diocesan Archives. Author: Patrick Hanus

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Shrewdness for Eternity / La Astucia Para la Eternidad

My now-adult children recall that sometimes while they were bickering when they were little they would come running to me to arbitrate, both of them confident that I would take their side, vindicating them and properly admonishing the other, only to receive the dreaded dissatisfying declaration: “Well, actually, you’re both wrong.” We would then talk through the right way to act, the right way to respond. At times they now repeat that same judgment regarding situations in life and in culture. Sometimes, neither side is totally right.

In the parable of the “Unjust Steward,” the steward is not the only one who is wrong. The master and the debtors are not right either! The steward is a dishonest thief, the debtors seem more than willing to engage in the lying and fraud (because it benefits them), and the master later commends the steward for “acting prudently,” but not in the virtuous meaning of that word (another translation says he commends him for his “shrewdness”). Unsavory characters, all; not the kind of trustworthy people we want to enter into any kind of important transaction with because they all put their own interests first. This makes it clear that Jesus is not holding any one of them up as shining examples for us to imitate. So what is the point here?

Stewards are agents acting on behalf of their master, but this unjust steward was acting on behalf of himself. He had been “squandering” the master’s property, not using his authority for the master’s benefit. While it is possible that the rewriting of the promissory notes was just a removal of what would have been the steward’s “commission,” he was not doing it out of magnanimity or generosity to the debtors. He was doing it for himself. In contrast, a “just steward” doesn’t see his master’s resources as something to be exploited for his own gain, rather, he sees everything as something to be put in service of the master’s plan, to further the master’s goals.

What possessions do we have? Life, abilities, freedom, health, property, children, authority… They are all gifts from the Lord, to be used in His service! All that we are given, all that we have, we are called to use for the good of the Master’s Kingdom, to further the Master’s Plan. At the end of our lives, we will be held accountable for how we put every gift to use for the good of others and God’s glory. So the Lord calls us to be as attentive to the details of the decisions we make regarding these gifts as the steward was to the details of his own gain, security, and comfort.   

Let’s examine ourselves to see how generous we are with our gifts – our time, talent, and treasure – in this life. Lord, rather than manipulating things to our benefit on earth, help us to be shrewd for eternity and store up treasures in heaven!

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Mis hijos que ahora son adultos recuerdan que a veces, mientras discutían cuando eran pequeños, me venían corriendo para arbitrar, ambos confiaban en que yo me pondría de su lado, vindicándolos y amonestando adecuadamente al otro, solo para recibir la temida declaración insatisfactoria: “Bueno, en realidad, ambos están equivocados”. Luego hablábamos sobre la forma correcta de actuar y la forma correcta de responder. Ahora a veces repiten ese mismo juicio sobre situaciones de la vida y de la cultura. A veces, ninguno de los lados tiene toda la razón.

En la parábola del “administrador injusto”, el administrador no es el único que está equivocado. ¡El amo y los deudores tampoco están en lo correcto! El administrador es un ladrón deshonesto, los deudores parecen más que dispuestos a participar en la mentira y el fraude (porque les beneficia), y el amo luego elogia al mayordomo por “proced[er] con habilidad”, pero no en el sentido virtuoso de esa palabra (otra traducción dice que lo elogia por su “astucia”). Todos son personajes desagradables. No son tipos de personas confiables con las que queremos realizar cualquier tipo de transacción importante porque todos anteponen sus propios intereses. Esto deja en claro que Jesús no presenta a ninguno de ellos como un ejemplo brillante para que lo imitemos. Entonces, ¿cuál es el punto de esta parábola?

Los administradores son agentes que actúan en nombre de su amo, pero este administrador injusto estaba actuando en nombre de sí mismo. Había estado “malgastando” la propiedad del amo, sin usar su autoridad para el beneficio del amo. Si bien es posible que la reescritura de los pagarés fuera solo una eliminación de lo que habría sido la “comisión” del administrador, no lo estaba haciendo por magnanimidad o generosidad hacia los deudores. Lo estaba haciendo por sí mismo. Por el contrario, un “administrador justo” no ve los recursos de su amo como algo que debe explotar para su propio beneficio, sino que ve todo como algo que debe poner al servicio del plan del amo, para promover las metas del amo.

¿Qué posesiones tenemos? La vida, las habilidades, la libertad, la salud, la propiedad, los hijos, la autoridad… ¡Todos son dones del Señor, para ser usados en Su servicio! Todo lo que se nos da, todo lo que tenemos, estamos llamados a usarlo para el bien del Reino del Maestro, para promover el Plan del Maestro. Al final de nuestras vidas, seremos responsables de cómo utilizamos cada don para el bien de los demás y la gloria de Dios. Así que el Señor nos llama a estar tan atentos a los detalles de las decisiones que tomamos con respecto a estos dones como lo estuvo el mayordomo a los detalles de su propia ganancia, seguridad y comodidad.

Examinémonos a nosotros mismos para ver qué tan generosos somos con nuestros dones, nuestro tiempo, talento y tesoro, en esta vida. ¡Señor, en lugar de manipular las cosas para nuestro beneficio en la tierra, ayúdanos a ser astutos para la eternidad y acumular tesoros en el cielo!

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Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and seven grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

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Don’t Miss the Forest / No Pierdas el Bosque

Today’s Gospel is a difficult one to read. We know Jesus is fully human, and therefore He must have experienced all ranges of human emotion. In this passage, we see Jesus’ anger come to the fore as He drives the money changers and those selling animals for sacrifice out of the temple area with a whip. Seeing this side of Jesus can make us pause. This Jesus doesn’t quite fit with the calm, compassionate Jesus in the field with sheep and children and flowers. Yet this is perhaps one of the more important passages to consider when we start to paint our own pictures of who Jesus is in our minds. Jesus was a real person. Jesus is a real person. And real people have real emotions. What makes Jesus different is that His emotions never led Him to sin.

So what was Jesus really angry about in this passage? When you review the facts, it might be surprising that He was upset at all. It was God who demanded sacrifices be made at the temple. God told Moses what kinds of animals would be accepted, how many, when, and for what. Money changers were a necessary part of this as people would come from many countries to follow God’s laws concerning temple visits. So what was the big deal?

You likely know the phrase, “Don’t miss the forest for the trees.” This is often what Jesus is getting at when it comes to the religious leadership of His time. They had become so focused on the minute details of Scripture they were losing sight of God’s larger plan of love. They wanted so desperately to follow each prescription that they forgot the reason for them in the first place – to place love at the center of your heart. 

This is a lesson all of us need to continue striving to learn. The Pharisees were on the whole, not bad people. Some even came to believe in Jesus. The same temptations they faced we face today. Do we go to Mass because we have to, or because we desire to deepen our relationship with Jesus. Do our kids go to Religious Education classes because we desire for them to know Jesus? Or is it because we know it’s culturally important that they receive their First Communion and then after that, maybe it’s not so important to attend anymore? Do we pray for someone when they ask us, or do we forget the power of prayer?

Jesus wants to come into our lives to give us His love and mercy. It’s up to us how ready we are to receive Him. 

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El Evangelio de hoy es difícil de leer. Sabemos que Jesús es completamente humano y, por lo tanto, debe haber experimentado todas las gamas de emociones humanas. En este pasaje, vemos que la ira de Jesús sale a la luz cuando expulsa con un látigo a los cambistas y a los que venden animales para el sacrificio fuera del área del templo. Ver este lado de Jesús puede darnos pausa. Este Jesús no encaja del todo con el Jesús tranquilo y compasivo en el campo con ovejas, niños y flores. Sin embargo, este es quizás uno de los pasajes más importantes a considerar cuando comenzamos a pintar nuestras propias imágenes de quién es Jesús en nuestras mentes. Jesús era una persona real. Jesús es una persona real. Y la gente real tiene emociones reales. Lo que hace diferente a Jesús es que sus emociones nunca lo llevaron a pecar.

Entonces, ¿por qué estaba enojado Jesús en este pasaje? Cuando revisas los hechos, puede ser sorprendente que estuviera molesto. Fue Dios quien exigió que se hicieran sacrificios en el templo. Dios le dijo a Moisés qué tipo de animales serían aceptados, cuántos, cuándo y para qué. Los cambistas eran una parte necesaria de esto, ya que vendría gente de muchos países para seguir las leyes de Dios con respecto a las visitas al templo. Entonces, ¿cuál fue el problema?

Probablemente conozcas la frase: “No pierdas el bosque por los árboles”. Esto es a menudo a lo que Jesús se refiere cuando se trata del liderazgo religioso de su tiempo. Se habían centrado tanto en los detalles minuciosos de las Escrituras que estaban perdiendo de vista el plan de amor más grande de Dios. Querían seguir cada prescripción tan desesperadamente que se olvidaron de la razón principal de seguirlas: que el amor esté en el centro de sus corazones.

Es una lección que todos debemos seguir esforzándonos por aprender. Los fariseos, en general, no eran malas personas. Algunos incluso llegaron a creer en Jesús. Las mismas tentaciones que ellos enfrentaron enfrentamos hoy. ¿Vamos a misa porque tenemos que hacerlo o porque deseamos profundizar nuestra relación con Jesús? ¿Nuestros hijos van a clases de Educación Religiosa porque deseamos que conozcan a Jesús? ¿O es porque sabemos que es culturalmente importante que reciban su Primera Comunión y después de eso, tal vez ya no sea tan importante asistir? ¿Oramos por alguien cuando nos lo piden, o nos olvidamos del poder de la oración?

Jesús quiere entrar en nuestras vidas para darnos su amor y misericordia. Depende de nosotros cuán listos estemos para recibirlo.

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Kate Taliaferro is an Air Force wife and mother. She is blessed to be able to homeschool, bake bread and fold endless piles of laundry. When not planning a school day, writing a blog post or cooking pasta, Kate can be found curled up with a book or working with some kind of fiber craft. Kate blogs at DailyGraces.net.

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To Be His Disciples / Ser sus Discípulos

In today’s Gospel we hear about the sacrifices necessary to follow Christ. Christ’s call to us is not easy; no one wants to hate his family and the weight of carrying a cross is not light. But Jesus calls us to sacrifice that which we love to give ourselves totally to Him. 

I think it’s easy to question how what we hear from Paul in the first reading (“Owe nothing to anyone, except to love one another; for the one who loves another has fulfilled the law”) aligns with what Jesus tells the crowds in the Gospel (“If anyone comes to me without hating his father and mother, wife and children, brothers, and sisters and even his own life, he cannot be my disciple”). How can we be called to both at the same time? 

First, it’s important to contextualize the word “hate” in this context. Jesus is not telling us that we must dislike or harbor negative feelings about our families. He is saying that we need to be able to separate ourselves from those we love in order to follow Christ. Ultimately, I think the answer is rooted in our relationship with Christ. We must will the good of everyone we encounter while also rightly ordering our lives so that Christ is at the very center. The two are not in opposition to each other. Rather, they are two different pieces of fulfilling what Christ is calling us to do. 

Jesus also reminds us that we will each need to take up our own crosses to be His disciples. Taking up a cross–that is, embracing sacrifice–is an outward sign of an inward conversion of heart. It is in laying our lives down at the foot of the cross that we become disciples of Christ.

May we answer Christ’s call to become His disciples and pick up our crosses with joy and thanksgiving!

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En el evangelio de hoy escuchamos acerca de los sacrificios necesarios para seguir a Cristo. El llamado de Cristo a nosotros no es fácil; nadie quiere odiar a su familia y el peso de llevar una cruz no es ligero. Pero Jesús nos llama a sacrificar aquello que amamos para entregarnos totalmente a Él.

Se entiende que podríamos cuestionar cómo lo que escuchamos de Pablo en la primera lectura (“No tengan con nadie otra deuda que la del amor mutuo, porque el que ama al prójimo, ha cumplido ya toda la ley“) se alinea con lo que Jesús les dice a las multitudes en el Evangelio (“Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo”). ¿Cómo podemos ser llamados a ambos al mismo tiempo?

Primero, es importante contextualizar la palabra “preferir” en este contexto. Jesús no nos está diciendo que debemos tener aversión o albergar sentimientos negativos sobre nuestras familias. Está diciendo que tenemos que ser capaces de separarnos de aquellos a quienes amamos para poder seguir a Cristo. En última instancia, creo que la respuesta está enraizada en nuestra relación con Cristo. Debemos desear el bien de todas las personas con las que nos encontremos y, al mismo tiempo, ordenar correctamente nuestras vidas para que Cristo esté en el centro. Los dos no están en oposición. Más bien, son dos piezas diferentes del cumplimiento de lo que Cristo nos está llamando a hacer.

Jesús también nos recuerda que cada uno de nosotros debe tomar su propia cruz para ser sus discípulos. Tomar una cruz, es decir, abrazar el sacrificio, es un signo externo de una conversión interna del corazón. Al poner nuestra vida al pie de la cruz nos convertimos en discípulos de Cristo.

¡Que podamos responder al llamado de Cristo para convertirnos en sus discípulos y tomar nuestras cruces con alegría y acción de gracias!

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Dakota lives in Denver, CO with her husband, Ralph, and their two sons, Alfie & Theophilus. She is the Dean of Enrollment Management for Bishop Machebeuf High School where her husband also teaches. You can find Dakota at the zoo or a brewery with her family or with her nose in a book at home. For more of Dakota’s writing check out https://dakotaleonard16.blogspot.com/

Feature Image Credit: Juan Diego, cathopic.com/photo/11776-he-is-my-help-and-my-hope