Look Into Your Heart / Mira Dentro de tu Corazón

In today’s Gospel we hear about the incredible miracle of the man who is unable to walk being healed by Jesus. I think we all long for Jesus to tell us not only that our sins are forgiven, but to rise and walk. As beautiful as this story is, I want to focus on just one line that I think easily gets overlooked. 

When Jesus forgives this man’s sins, the Pharisees immediately start thinking to themselves how Jesus has blasphemed. The text is very clear that Jesus already knows what they are thinking but he then says, “What are you thinking in your hearts”? Of course, Jesus being God, already knows what is happening in their hearts, but he wants them to confront it. He wants them to look deep into their hearts, the very center of who they are, and confront the judgment they are giving. 

This is not the only place in the Gospels that something like this happens. Jesus is constantly calling people to look at their own hearts. Not for lack of power on his part or to gain some sort of knowledge he doesn’t know, but so that we as human beings could become intimately aware of what is going on in our hearts. The heart is really important to Jesus. 

I have heard many people ask why we pray at all if Jesus already knows what we are thinking? Or why do we confess our sins if Jesus already knows what we did? Of course Jesus knows, but he doesn’t just want knowledge of what you have done or what you need, he wants to enter into your heart. He wants to break into the deepest core of your being with his life and love. He can’t do that with just knowledge. We have to let him in. And we can’t do that unless we really look into our hearts. 

Think about a couple on a first date. They may have knowledge of each other that they were able to find online or through mutual friends, but it isn’t until they sit down and share their hearts that a true relationship forms. Knowledge is not enough. God wants more. God wants you. This Advent season is the perfect time for us to enter into our hearts and allow the Lord in. And as a good priest friend of mine once said, “If you are going into your heart, don’t go alone. It can be a scary place, but Jesus wants to walk through it with you and heal you from within.” 

From all of us here at Diocesan, God bless!

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En el Evangelio de hoy escuchamos el increíble milagro de cuando Jesús sana al hombre que no puede caminar. Creo que todos anhelamos que Jesús nos diga no solo que nuestros pecados sean perdonados, sino que nos levantemos y caminemos. A pesar de lo hermosa que es esta historia, quiero centrarme en una sola línea que creo que fácilmente se pasa por alto.

Cuando Jesús perdona los pecados de este hombre, los fariseos inmediatamente comienzan a pensar por dentro que Jesús ha blasfemado. El texto es muy claro que Jesús ya sabe lo que están pensando, pero luego dice: “¿Qué están pensando?” Por supuesto, Jesús es Dios y ya sabe lo que está pasando en sus corazones, pero quiere que lo enfrenten. Quiere que miren por dentro de sus corazones profundamente, en el centro mismo de lo que son, y confronten el juicio que están dando.

Este no es el único lugar en los Evangelios donde sucede algo así. Jesús llama constantemente a las personas a mirar por dentro de sus corazones. No por falta de poder Suyo o para obtener algún tipo de conocimiento que no tiene, sino para que nosotros, como seres humanos, podamos ser íntimamente conscientes de lo que está pasando dentro de nuestros corazones. El corazón es muy importante para Jesús.

He escuchado a muchas personas preguntar ¿por qué oramos si Jesús ya sabe lo que estamos pensando? O ¿por qué confesamos nuestros pecados si Jesús ya sabe lo que hicimos? Por supuesto Jesús ya lo sabe, pero no solo quiere saber lo que has hecho o lo que necesitas, quiere adentrar tu corazón. Quiere entrar en lo más profundo de tu ser con Su vida y Su amor. No puede hacer eso con tan solo el conocimiento. Tenemos que permitirlo entrar. Y no podemos hacer eso a menos de que realmente miremos dentro de nuestros corazones.

Piensa en una pareja en una primera cita. Es posible que tenga conocimiento el uno del otro por lo que pudieron encontrar en línea o a través de amigos en común, pero no es hasta que se sientan y comparten sus corazones que se forma una verdadera relación. El conocimiento no es suficiente. Dios quiere más. Dios te quiere. Esta temporada de Adviento es el momento perfecto para que entremos en nuestros corazones y dejemos entrar al Señor. Y como dijo una vez un sacerdote que es buen amigo mío: “Si vas a entrar en tu corazón, no vayas solo. Puede ser un lugar aterrador, pero Jesús quiere caminar contigo y sanarte desde adentro”.

De parte de todos nosotros aquí en Diocesan, ¡Dios los bendiga!

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Tommy Shultz is a Business Development Representative for Diocesan. In this role he is committed to bringing the best software to dioceses and parishes while helping them evangelize on the digital continent. Tommy has worked in various diocese and parish roles since his graduation from Franciscan University with a Theology degree. He hopes to use his skills in evangelization, marketing, and communications, to serve the Church and bring the Good News to all. His favorite quote comes from St. John Paul II, who said, “A person is an entity of a sort to which the only proper and adequate way to relate is love.”

Feature Image Credit: Khadeeja Yasser, unsplash.com/photos/FHT0KEOwtyg

God’s Messengers / Mensajeros de Dios

Today’s Gospel demonstrates what it means to be apostolic people and witnesses to Christ in our lives. To be apostolic is to be “sent out.” To bear witness to Christ means to live out the faith through our actions, even unto death. 

The Book of Isaiah, quoted in Mark’s Gospel today, gives a prelude of the apostolic nature of our faith, “I will send my messenger ahead of you, who will prepare your way” (Mk 1:2). John the Baptist was sent to announce prophetically the coming of the Messiah, the Son of God. As John baptized, Mark shares that “the whole Judean countryside and all the people of Jerusalem went out to him” (Mk 1:5). People were curious because they knew the prophecies about the Messiah and they anticipated Him. Like the Church during Advent, they waited for the Messiah with expectation. 

Today’s Gospel makes it seem like introducing people to Jesus and calling people to a life of holiness was easy for John. And initially, it might have been. People flocked to John, confessing their sins and being baptized. We read nothing of resistance or distrust in today’s Gospel. However, we know that John the Baptist was ultimately beheaded because he called people away from sin (cf Mt 14:6-12).

As Christians, we are sent out to announce Jesus to the world through word and witness. At times, we will work in communities that are growing in holiness and living out the faith and we may feel joyful and welcomed. However, in today’s culture, people are increasingly disaffiliating with churches and there is a distrust of religion, resentment, and outright hostility, even ridicule, toward Catholics. Yet we must persevere joyfully and lovingly. 

Though Christians today may not be as physically conspicuous as John the Baptist and his Essene community, since we do not wear camel’s hair and eat locusts and honey, we should still be conspicuous. We should be readily identifiable as people who live with hope in Jesus, who love our neighbors radically, who stand in solidarity especially with the most vulnerable, and who are courageous when challenged. By giving witness in this way, we announce Christ as His messengers.

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El evangelio de hoy demuestra lo que significa ser apóstoles y testigos de Cristo en nuestras vidas. Ser apóstol es ser “enviado”. Dar testimonio de Cristo significa vivir la fe con nuestras acciones, incluso hasta la muerte.

El Libro de Isaías, citado en el Evangelio de Marcos hoy, da un preludio del carácter apostólico de nuestra fe: “He aquí que yo envío a mi mensajero delante de ti, a preparar tu camino” (Mc 1, 2). Juan el Bautista fue enviado para anunciar proféticamente la venida del Mesías, el Hijo de Dios. Como Juan bautizó, Marcos comparte que “A él acudían de toda la comarca de Judea y muchos habitantes de Jerusalén” (Mc 1, 5). La gente tenía curiosidad porque conocían las profecías sobre el Mesías y lo anticiparon. Como la Iglesia durante el Adviento, esperaban al Mesías con expectación.

En el Evangelio de hoy parece que presentar a la gente a Jesús y llamar a la gente a una vida de santidad fue fácil para Juan. E inicialmente, podría haberlo sido. La gente acudió en masa a Juan, confesando sus pecados y siendo bautizados. No leemos nada de resistencia o desconfianza en el Evangelio de hoy. Sin embargo, sabemos que al final Juan el Bautista fue decapitado porque llamó a la gente a dejar el pecado (cf Mt 14, 6-12).

Como cristianos, somos enviados a anunciar a Jesús al mundo a través de la palabra y el testimonio personal. A veces, trabajaremos en comunidades que están creciendo en santidad y viviendo la fe y podemos sentirnos alegres y bienvenidos. Sin embargo, en la cultura actual, la gente se desafilia cada vez más de las iglesias y hay desconfianza hacia la religión, resentimiento y abierta hostilidad, incluso burlas, hacia los católicos. Sin embargo, debemos perseverar con gozo y amor.

Aunque puede ser que los cristianos de hoy no sean tan llamativos físicamente como Juan el Bautista y su comunidad esenia, dado que no usamos pelo de camello ni comemos langostas y miel, aún debemos llamar la atención. Deberían poder identificarnos fácilmente como personas que viven con la esperanza en Jesús, que aman radicalmente a su prójimo, que se solidarizan especialmente con los más vulnerables y que son valientes al enfrentar los retos. Al dar testimonio de esta manera, anunciamos a Cristo como Sus mensajeros.

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Elizabeth Tomlin is the author of Joyful Momentum: Building and Sustaining Vibrant Women’s Groups and contributing author to the Ave Prayer Book for Catholic Mothers. She is General Counsel for the Archdiocese for the Military Services, USA. Elizabeth is an Army wife and mother of three and currently lives in the DC area. She blogs at JoyfulMomentum.org or @elizabethannetomlin on social media.

Feature Image Credit: matthiasboeckel, pixabay.com/photos/advent-advent-wreath-candles-7660345/

The Way of Truth / El Camino de la Verdad

I have been struggling with what I call the “theme-parking” of our culture. We spend endless hours planning and more money than I want to think about to go to places that make our fantasies reality. We greet mice and visit wizard hang outs and mingle with superheroes. My fear is that in the process, we are losing our ability to distinguish real from make-believe. 

Don’t get me wrong, it’s okay and even healthy to engage in pretend play and we can have fun thinking about super powers. It gives us a feeling of control over potentially difficult situations. But it can go too far and our desire for the escape that fantasy provides can become a substitute for reality. We seem to have lost our collective grip on objective truth and our society is blurring those lines of what is and isn’t real. We are reaching the point where something becomes true simply because it is proclaimed as truth. 

The prophet Isaiah calls out to us, just as he did to the people of Israel. He calls to us both individually and collectively. “This is the way, walk in it.” The people of Israel were waiting for the Messiah, they were anticipating and preparing for his arrival. We live in the time after the Messiah. We have the power and wisdom of his example as a model for our lives. Ours has been called a post-Christian society because the great majority of people have heard about Jesus and many think they know him. They think they know him yet they have dismissed him. To truly know Jesus is to be transformed, if Jesus has been dismissed as irrelevant, it means that he was never really known.

Advent provides us with a time to think about just what we know about Jesus and how well we know him. We are reconnected with the prophecies he fulfilled. We hear again the names given to him;  Emmanuel, God is with us, Prince of Peace, Wonderful Counselor. Isaiah tells us that we will hear whispers guiding us along the way, correcting us when we veer to the left or to the right. 

Jesus takes it a step further saying, “I am the Way, the Truth, and the Life.” When we hear someone claim to speak the truth in our world, we need to stop and remember that the truth is not an idea, but a named person who lived in flesh and blood. Truth is not an abstraction, changing under pressure. Truth is a person to be followed and in today’s Gospel, Jesus reminds us that we have an obligation to share Truth, to introduce others to His love and mercy. 

Let us take some time this Advent to quiet our hearts from all that is being proclaimed around us and make room for Truth. We will find we don’t even need a theme park to make him real. 

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He estado luchando con lo que llamo el “parque de diversión” de nuestra cultura.  Pasamos horas interminables planeando y más dinero de lo que quiero pensar para ir a lugares que hacen realidad nuestras fantasías. Saludamos a gente vestido de ratoncitos y visitamos los lugares de reunión de los magos y convivimos con los superhéroes. Mi temor es que, en el proceso, estemos perdiendo la capacidad de distinguir lo real de lo ficticio.

No me malinterpreten, está bien e incluso es saludable participar en juegos de simulación y podemos divertirnos pensando en superpoderes. Nos da una sensación de control sobre situaciones potencialmente difíciles. Pero puede ir demasiado lejos y nuestro deseo de escape que proporciona la fantasía puede convertirse en un sustituto de la realidad. Parece que hemos perdido el control colectivo sobre la verdad objetiva y la sociedad está borrando esas líneas de lo que es y no es real. Estamos llegando al punto en que algo se vuelve verdadero simplemente porque se proclama como una verdad.

El profeta Isaías nos llama, como lo hizo con el pueblo de Israel. Nos llama tanto individual como colectivamente. “Éste es el camino. Síguelo sin desviarte”. El pueblo de Israel esperaba al Mesías, anticipaba y preparaba su llegada. Vivimos en el tiempo después del Mesías. Tenemos el poder y la sabiduría de su ejemplo como modelo para nuestra vida. Nuestra época se llama la sociedad poscristiana porque la gran mayoría de la gente ha oído hablar de Jesús y muchos creen conocerlo. Creen que lo conocen, pero lo han descartado. Conocer verdaderamente a Jesús es ser transformado. Si Jesús ha sido descartado como irrelevante, significa que nunca fue realmente conocido.

El Adviento nos ofrece un tiempo para pensar en lo que sabemos acerca de Jesús y qué tan bien lo conocemos. Estamos reconectados con las profecías que cumplió. Escuchamos de nuevo los nombres que se le dieron; Emanuel, Dios está con nosotros, Príncipe de Paz, Admirable Consejero. Isaías nos dice que oiremos susurros guiándonos por el camino, corrigiéndonos cuando nos desviamos a la izquierda o a la derecha.

Jesús da un paso más allá al decir: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Cuando escuchamos a alguien decir la verdad en nuestro mundo, debemos detenernos y recordar que la verdad no es una idea, sino una persona que vivió en carne y hueso. La verdad no es una abstracción que cambia bajo presión. La verdad es una persona a la que hay que seguir y en el Evangelio de hoy, Jesús nos recuerda que tenemos la obligación de compartir la Verdad, de presentar a otros su amor y misericordia.

Tomemos un tiempo este Adviento para silenciar nuestros corazones de todo lo que se proclama a nuestro alrededor y dejar espacio para la Verdad. Descubriremos que ni siquiera necesitamos un parque de diversión para hacerlo real.

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Sheryl is happy to be the number 1 cheerleader and supporter for her husband, Tom who is a candidate for the Permanent Diaconate in the Diocese of Kalamazoo. They are so grateful for the opportunity to grow together in this process. Sheryl’s day job is serving her community as the principal for St. Therese Catholic School in Wayland, Michigan. Since every time she thinks she gets life all figured out, she realizes just how far she has to go, St. Rita of Cascia is her go-to Saint for intercession and help. Home includes Carlyn, a very, very goofy Golden Retriever and Lucy, our not-so-little rescue puppy. 

Feature Image Credit: Grace Ho, unsplash.com/photos/zej4HPQLR5o

Mary’s Sinlessness and Simplicity / María, Sencilla y Sin Pecado

It has been my mission lately to live as simply as possible. One of my mottos has become: “Make Due”. In other words, if I want green beans for supper but only have broccoli on hand, I will make due with broccoli. If I have a couch with broken springs and am unable to replace it, I will make due with a few chairs. If I run out of shredded cheese, I will shred some by hand. In other words, I will try my best to use what I already have on hand instead of jumping on Amazon or jumping in my car and going to the store. 

One of my models for living simply is the Blessed Virgin Mary, whose Immaculate Conception we celebrate today. I can picture her in her home, baking bread, mending clothing or spending time with her family and friends. I can’t imagine she desired more earthly things, and I can imagine her being thankful for everything she did have, no matter how small. Her pure soul proclaimed the greatness of the Lord and her simple spirit lacked for nothing. 

In today’s Gospel, Mary’s response to the Angel Gabriel was “I am the handmaid of the Lord.” She did not put on airs saying, “Why yes, I knew there was something special about me. I thought for sure God had a very important mission in mind for me.” Nor did she demonstrate false humility by responding, “Who, me? No, no, no. I think there must be some mistake here. I could never be good enough for something so monumental.” Rather, she recognized herself for what she truly was, for what we all are, simply servants. Simple handmaids. 

The second part of her response was, “May it be done unto me according to your word.” She didn’t say, “Hey, could you wait a week or so while I prepare all my family and friends for this, so they don’t freak out on me?” She didn’t request “Ok, sure, but could you make sure I don’t gain too much weight and find a comfy spot for me to give birth?” She simply allowed it to be done, in God’s timing and in God’s way. 

On this special Solemnity, may we not only recognize Mary in her sinlessness, but in her simplicity as well. Sin complicates and multiplies confusion. It fosters negativity and division. But Mary did not suffer those side effects within her being. She desired one thing, to do the will of God. As we seek to live less sinfully and more simply, may this be our desire as well. 

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Ha sido mi misión últimamente vivir de la forma más sencilla posible. Uno de mis lemas es: “Haz lo que puedes”. En otras palabras, si quiero ejotes verdes para la cena pero solo tengo brócoli a la mano, comemos el brócoli. Si tengo un sofá con resortes rotos y no puedo comprar otro, nos sentamos en unas sillas. Si se acaba el queso rallado, lo rallo a mano. En otras palabras, haré todo lo posible para utilizar lo que ya tengo a mano en lugar de entrar a Amazon o ir a la tienda.

Uno de mis modelos para vivir con sencillez es la Santísima Virgen María, cuya Inmaculada Concepción celebramos hoy. Puedo imaginarla en su casa, horneando pan, remendando ropa o pasando tiempo con su familia y amigos. No puedo imaginarla deseando más cosas terrenales, y sí puedo imaginarla agradecida por todo lo que tenía, por tan poco que fuese. Su alma pura proclamaba la grandeza del Señor y su espíritu sencillo no carecía de nada.

En el Evangelio de hoy, la respuesta de María al ángel Gabriel fue “Yo soy la esclava del Señor”. Ella no se puso orgullosa diciendo: “Pues sí, yo sabía que tenía algo especial. Estaba segura de que Dios tenía una misión muy importante en mente para mí”. Tampoco demostró la humildad falsa al responder: “¿Quién, yo? No no no. Creo que te has equivocado. Nunca podría ser lo suficientemente buena para algo tan monumental”. Más bien, se reconoció a sí misma por lo que realmente era, por lo que somos todos: tan solo servidores, tan solo esclavos.

La segunda parte de su respuesta fue: “cúmplase en mí lo que me has dicho”. Ella no dijo: “Oye, ¿podrías esperarme una semana mientras preparo a toda mi familia y amigos para esto, para que no se asusten conmigo?” Ella no pidió “Está bien, claro, pero ¿podrías asegurarte de que no suba demasiado de peso y podrías encontrarme un lugar cómodo para dar a luz?” Ella simplemente permitió que se hiciera, en el momento de Dios y a Su forma.

En esta Solemnidad especial, que no solo reconozcamos a María sin pecado, sino también a María sencilla. El pecado complica y multiplica la confusión, fomenta la negatividad y la división. Pero María no sufrió esos efectos secundarios dentro de su ser. Ella deseaba tan solo una cosa, hacer la voluntad de Dios. A medida que buscamos vivir con menos pecado y más sencilla, que este sea también nuestro único deseo.

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Feature Image Credit: Fernando Nunes, cathopic.com/photo/8743-virgen-de-mirada-dulce


Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works full time, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

God’s Initiative / La Iniciativa de Dios

Today’s readings are full of deference to God in a particularly interesting way. “He sets up walls and ramparts to protect us”. “Open up the gates to let in a nation that is just”. “A nation of firm purpose you keep in peace”. “He humbles those in high places, and the lofty city he brings down”. “The Lord is God, and he has given us light”. “Everyone who listens to these words of mine and acts on them will be like a wise man who built his house on rock” (Isa. 26:1–3, 5; Ps. 118:27; Matt. 7:24).

Notice something with these verses. God is the one taking the initiative. The Lord is the one who sets up the walls and ramparts, opens the gates, lets in the just nation, keeps the nation in peace, humbles those in high places, brings down the lofty city, gives light, and speaks the words to which we must listen. By human appearances, this is probably not what seems to be the case. The Israelites probably erected a great many walls and ramparts, opened many gates, and defended cities from attack, but the reality is that God was the one responsible for all of it.

In fact, God does not simply deserve the credit for all of these good things, He is the origin and guarantor of them. Without God’s help, the Israelites never could have done all of the amazing things they did, from the Exodus on through the Davidic Kingdom. Without God’s providence, any endeavors would have ended prematurely or never would have started to begin with. As Jesus implies in the Gospel, without God first giving His words to us, we would not know what to do at all. Without Him, we can do nothing.

A closer look at these verses shows an underlying attitude of receptivity to God’s will. To say that God has done and does all these things indicates an understanding that it is God who makes everything possible, who allows every success and every victory. In keeping with that truth, the Israelites prayed for God’s help whenever possible, and when they received His grace they tried to follow where it led. He set up the walls, and they dwelt in the city. He opened the gates, and they entered. He enlightened, and they understood.

Jesus advocates this same attitude of receptivity. If we are to hear the words of Christ and do them, then we must be attentive enough to listen to them. This is the step between hearing and doing: listening and internalizing with receptive attention. We can do this both with the words, as we hear in the Gospel, and with acts, as we notice in our other readings. Ultimately, this receptivity is an acknowledgment of the truth about reality. God has created all things and constantly guides them to their proper purpose. It is for us to seek out His purpose in creating and governing the world and to adapt our ways to His, making our decisions on earth as they would be made in heaven.

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Las lecturas de hoy están llenas de deferencia a Dios de una manera particularmente interesante. “ha puesto el Señor, para salvar[nos], murallas y baluartes”. “Abran las puertas para que entre el pueblo justo”. “[El pueblo] de ánimo firme para conservar la paz”. “[É]l doblegó a los que habitaban en la altura; a la ciudad excelsa la humilló”. “Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine”. “El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca” (Isa 26,1–3, 5; Sal 118,27; Mat 7,24).

Dense cuenta de algo en estos versículos. Dios es el que toma la iniciativa. El Señor es quien levanta los muros y baluartes, abre las puertas, deja entrar a la nación justa, mantiene en paz a la nación, humilla a los que están en las alturas, derriba la ciudad encumbrada, da luz y pronuncia las palabras que debemos escuchar. Por apariencias humanas, esto probablemente no sea lo que parece ser el caso. Los israelitas probablemente erigieron muchos muros y baluartes, abrieron muchas puertas y defendieron las ciudades de los ataques, pero la realidad es que Dios fue el responsable de todo.

De hecho, Dios no solamente merece el crédito por todas estas cosas buenas, Él es el origen y garante de ellas. Sin la ayuda de Dios, los israelitas nunca hubieran podido hacer todas las cosas asombrosas que hicieron, desde el Éxodo hasta el Reino Davídico. Sin la providencia de Dios, cualquier esfuerzo hubiera terminado prematuramente o nunca hubiera comenzado. Como implica Jesús en el Evangelio, sin que Dios nos diera primero sus palabras, no tendríamos idea qué hacer. Sin Él, no podemos hacer nada.

Si miramos más de cerca a estos versículos vemos al fondo una actitud de receptividad a la voluntad de Dios. Decir que Dios ha hecho y hace todas estas cosas indica una comprensión de que es Dios quien hace todo posible, quien permite todo éxito y toda victoria. De acuerdo con esa verdad, los israelitas oraron por la ayuda de Dios cada vez que les fue posible, y cuando recibieron Su gracia, trataron de seguirla por donde sea que los llevaba. Él levantó los muros, y habitaron en la ciudad. Él  abrió las puertas y entraron. Él iluminó, y ellos entendieron.

Jesús nos anima a tener esta misma actitud de receptividad. Si vamos a escuchar las palabras de Cristo y ponerlas en práctica, debemos estar atentos para escucharlas. Este es el paso entre escuchar y hacer: escuchar e interiorizar con atención receptiva. Podemos hacer esto tanto con las palabras, como escuchamos en el Evangelio, como con los hechos, como notamos en las otras lecturas. En última instancia, esta receptividad es un reconocimiento de la verdad sobre la realidad. Dios ha creado todas las cosas y las guía constantemente a su propósito apropiado. Nos corresponde a nosotros buscar Su propósito al crear y gobernar el mundo y adaptar nuestros caminos a los Suyos, tomando nuestras decisiones en la tierra como se tomarían en el cielo.

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David Dashiell is a freelance author and editor in Nashville, Tennessee. He has a master’s degree in theology from Franciscan University, and is the editor of the anthology Ever Ancient, Ever New: Why Younger Generations Are Embracing Traditional Catholicism.

Feature Image Credit: ray807, cathopic.com/photo/6233-the-sun-sets

A Blueprint for Discipleship / Un Plan Para el Discipulado

We are a family of eight, so we typically drive for vacations or to visit family. When preparing for such a trip, I usually have two primary concerns that everything else flows from: how many pairs of underwear does everyone need and do I have enough car snacks to keep everyone happy? We always bring home food because I overpacked the snacks. 

While reading today’s Gospel passage, I have to wonder at all the women who thought they had packed enough food to keep their little circle of people content. You can only pack for what you expect to need, and I don’t think anyone expected to be out with Jesus for three days. 

Can you imagine? Three days so focused on what Jesus had to say that you didn’t leave to restock supplies? Three days of steady preaching, teaching, and healing. These people literally dropped everything to sit at Jesus’ feet. While perhaps Jesus isn’t asking us to drop all the plans we have and sit in adoration for three days straight, I think there is much we can learn from the attitude of the crowd. 

They stayed with Jesus. As long as He had something to say, they kept listening. As He moved along the shore and even up to a mountain, they followed. At the sight of His miracles, they praised God. When they were in need, they didn’t grumble among themselves. Rather, they sat down and waited obediently on the Lord to provide for their needs. Isn’t this the life of a Christian disciple? It’s like a blueprint for discipleship in a few simple phrases. 

To remain with Jesus is:

  • To listen
  • To follow
  • To praise
  • To wait in obedience

For many of us, we might be really good at one or two of these things. But I would bet there is at least one that you immediately recognize as an area for growth. Start a conversation with Jesus today about how He is inviting you this Advent season to grow closer to Him. Perhaps you are being invited to periods of silence. Perhaps you are facing a challenge and it is difficult to offer praise to God in the midst of the struggle. Whatever it may be, ask Jesus to reveal to you how He would like you to grow in discipleship and holiness through the journey of Advent.

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Somos una familia de ocho personas, por lo que normalmente viajamos en carro durante las vacaciones o para visitar a la familia. Cuando me preparo para un viaje, generalmente tengo dos preocupaciones principales de las que fluye todo lo demás: ¿cuántos pares de ropa interior necesitan todos y si tengo suficientes refrigerios en el carro para mantener a todos felices? Siempre traemos comida a casa porque empaqué demasiados refrigerios.

Mientras leo el pasaje del Evangelio de hoy, tengo que preguntarme si todas las mujeres pensaron que habían empacado suficiente comida para mantener contento a su pequeño círculo de personas. Solo empacas lo que esperas necesitar, y no creo que nadie esperaba estar con Jesús durante tres días.

¿Puedes imaginarlo? ¿Tres días tan concentrado en lo que Jesús tenía que decir que nadie se fue a surtir su canasta? Tres días de constante predicación, enseñanza y sanidad. Estas personas literalmente dejaron todo para sentarse a los pies de Jesús. Lo más seguro es que Jesús no nos esté pidiendo abandonar todos los planes que tenemos y nos sentemos en adoración durante tres días seguidos, pero creo que podemos aprender mucho de la actitud de la multitud.

Se quedaron con Jesús. Mientras tenía algo que decir, seguían escuchando. Mientras se movía a lo largo de la costa e incluso hasta una montaña, ellos lo siguieron. Al ver sus milagros, alabaron a Dios. Cuando tenían necesidad, no se quejaban entre ellos. Más bien, se sentaron y esperaron obedientemente que el Señor proveyera sus necesidades. ¿No es esta la vida de un discípulo cristiano? Es como un modelo para el discipulado en unas frases simples.

Permanecer con Jesús es:

  • Escuchar
  • Seguir
  • Alabar
  • Esperar en obediencia

Para muchos de nosotros, podríamos ser realmente buenos en una o dos de estas cosas. Pero supongo que hay al menos uno que reconoces de inmediato como un área de crecimiento. Inicie una conversación con Jesús hoy sobre cómo te está invitando en esta temporada de Adviento a acercarse más a Él. Quizás te está invitando a períodos de silencio. Tal vez estás enfrentando un reto y es difícil ofrecer alabanza a Dios en medio de la batalla. Sea lo que sea, pídele a Jesús que te revele cómo le gustaría que crecieras en el discipulado y la santidad a lo largo del camino del Adviento.

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Kate Taliaferro is an Air Force wife and mother. She is blessed to be able to homeschool, bake bread and fold endless piles of laundry. When not planning a school day, writing a blog post or cooking pasta, Kate can be found curled up with a book or working with some kind of fiber craft. Kate blogs at DailyGraces.net.

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The Cow and The Bear / La Vaca y el Oso

Well, here we are. The first week of Advent. I feel as though the years go by too quickly the older I get, yet each Advent humbly reminds me that I am still a child. In fact, I very much wanted to be the child depicted in the first reading. I yearned for the peace and hope of unity, when “the cow and the bear are neighbors and together their young shall rest”. It all sounds like such a relief from our fears and the horrors that sometimes happen. To know that we are in God’s hands and completely and utterly safe is so comforting. 

As I begin this Advent season, I am reminded once again of how the Lord offers that safety to each one of us as long as we put complete trust in him. Which sounds kind of crazy to any of us who have been hurt by others (trust me, I get it) but we cannot put human limits on the Lord because he is so much better and greater than we could ever fathom. 

It also reminds me that this reading is a prophecy, not just a nice story. Phase 1 is complete and we are living the reality that Jesus Christ is our Savior. We live in the reality that Jesus will come again and bring complete peace to the world. So I ask today that you meditate on the first reading and identify what pulls at your heart. Which part of the passage makes you wish it were already true? Then pray for it to become a reality in your life. Whatever it is, the Lord is already prepared to offer it to you. You just have to ask.

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Ya llegamos a la primera semana de Adviento. Siento que los años pasan demasiado rápido a medida que voy envejeciendo, pero cada Adviento me recuerda humildemente que todavía soy una niña. De hecho, tenía muchas ganas de ser el niño representado en la primera lectura. Anhelé la paz y la esperanza de la unidad, cuando “La vaca pastará con la osa y sus crías vivirán juntas”. Todo suena como un gran alivio de nuestros miedos y los horrores que a veces suceden. Saber que estamos en las manos de Dios y completamente seguros es muy reconfortante.

Al comenzar esta temporada de Adviento, recuerdo una vez más cómo el Señor ofrece esa seguridad a cada uno de nosotros, siempre y cuando tengamos plena confianza en Él. Lo que suena un poco loco para cualquiera de nosotros que haya sido lastimado por otros (créame, lo entiendo), pero no podemos poner límites humanos al Señor porque Él es mucho mejor y más grande de lo que jamás podríamos imaginar.

También me recuerda que esta lectura es una profecía, no solo una bonita historia. La Fase 1 está completa y estamos viviendo la realidad de que Jesucristo es nuestro Salvador. Vivimos en la realidad de que Jesús vendrá de nuevo y traerá la paz completa al mundo. Así que hoy te pido que medites en la primera lectura e identifiques lo que te toca al corazón. ¿Qué parte del pasaje te hace desear que ya fuera cierto? Luego ore para que se convierta en una realidad en su vida. Sea lo que sea, el Señor ya está preparado para ofrecértela. Sólo tienes que pedírselo.

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Veronica Alvarado is a born and raised Texan currently living in Pennsylvania. Since graduating from Texas A&M University, Veronica has published various Catholic articles in bulletins, newspapers, e-newsletters, and blogs. She continued sharing her faith after graduation as a web content strategist and digital project manager. Today, she continues this mission in her current role as communications director and project manager for Pentecost Today USA, a Catholic Charismatic Renewal organization in Pittsburgh. 


No Shortage of Christ This Christmas / Cristo No Hará Falta esta Navidad

Yesterday the verses of O Come, O Come Emmanuel were a welcome massage for my heart. Hearing the name of God-with-us cracks open our hearts to receive the light, the Light of the World.

The invitation of this morning’s liturgy redirects our attention from commercial revelations to divine revelation. We almost catch our breath as we hear the nations cry out, “Come, let us climb the Lord’s mountain….” The Lord’s mountain will be seen as the highest mountain, according to the vision of the prophet Isaiah, speaking of the final age. Worship of the true God will be so conspicuous that it will be known to all people. The Kingdom established by the Messiah will be so attractive that all people will willingly lay aside the violence at hand to kneel before others in service: “They shall beat their swords into plowshares and their spears into pruning hooks.”

This “mountain” envisioned by Isaiah is presented to us by today’s Gospel reading as a Person, a man with two hands and two feet. The One who doesn’t wait for us to climb the mountain but who instead comes to us who are poor, wretched, made up of a billion needs, and dependent. Jesus says to us, as he said to the centurion in Capernaum who appealed to him for his servant who was paralyzed, “I will come [to you] and heal you.” 

As Christians we can hold onto this sure promise even in the midst of the storms we live in: Christ has come. Jesus the Christ is here with us today. Christ will come again. Any tumultuous situation we might be facing cannot rob us of the grace we’ve been given, the grace freely bestowed on us in Christ by the Father.

Take heart, my friends, from the simple words of the centurion in today’s Gospel. A simple, clear, humble statement: “Lord, my servant is suffering.” Jesus immediately responds: “I will come and cure him.”

Lord, I am old and worry about my life. I will save you. 

Lord, I am exhausted and suffering. I will come and cure you.

Lord, my children are far from you and from me. I will come and cure them.

Lord, I don’t know where to turn. I will come and hold you.

Lord, I feel alone and depressed. I will come and sit with you.

In the midst of all the struggles, trials and tribulations both in the world and in our lives, we must look to the Lord himself this Christmas, to the God who became man, who walks among us even today, even now. We must turn to the Lord, more than any other resource,  to hear the Advent-Christmas promise: I will come. I have come. I will come again. There will be no shortage of Christ this Christmas.

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Ayer los versículos de “Ven, O Ven Emmanuel” fueron un bienvenido masaje para mi corazón. Escuchar el nombre de Dios-con-nosotros abre nuestros corazones para recibir la luz, la Luz del Mundo.

La invitación de la liturgia de esta mañana redirige nuestra atención de las revelaciones comerciales a la revelación divina. Podemos respirar de nuevo cuando escuchamos a las naciones clamar: “Vengan, subamos al monte del Señor…”. El monte del Señor será visto como el monte más alto, según la visión del profeta Isaías, hablando de los últimos tiempos. La adoración del Dios verdadero será tan conspicua que será conocida por todas las personas. El Reino establecido por el Mesías será tan atractivo que todas las personas voluntariamente dejarán de lado la violencia para arrodillarse ante otros en servicio: “De las espadas forjarán arados  y de las lanzas, podaderas”.

Este “monte” imaginada por Isaías se nos presenta en la lectura del Evangelio de hoy como una Persona, un hombre con dos manos y dos pies. Aquel que no espera a que nosotros subamos al monte sino que viene a nosotros que somos pobres, miserables, hechos de mil millones de necesidades y dependientes de él. Jesús nos dice, como le dijo al centurión en Cafarnaúm que le suplicaba por su siervo que era paralítico: “Voy a curarlo”.

Como cristianos podemos aferrarnos a esta promesa segura incluso en medio de las tormentas en las que vivimos: Cristo ha venido. Jesucristo está aquí con nosotros hoy. Cristo vendrá de nuevo. Cualquier situación tumultuosa que podamos enfrentar no puede robarnos la gracia que se nos ha dado, la gracia que el Padre nos ha otorgado gratuitamente en Cristo.

Anímense, amigos míos, al oír las sencillas palabras del centurión en el Evangelio de hoy. Una declaración sencilla, clara y humilde: “Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico, y sufre mucho”. Jesús responde inmediatamente: “Voy a curarlo”.

Señor, soy viejo y me preocupo por mi vida. Voy a salvarte.

Señor, estoy exhausto y sufriendo. Voy a curarte.

Señor, mis hijos están lejos de ti y de mí. Voy a curarlos.

Señor, no sé a dónde acudir. Voy a abrazarte.

Señor, me siento solo y deprimido. Voy a sentarme contigo.

En medio de todas las luchas, pruebas y tribulaciones tanto en el mundo como en nuestras vidas, debemos mirar al Señor mismo esta Navidad, al Dios que se hizo hombre, que todavía camina entre nosotros ahora, el día de hoy. Debemos acudir al Señor, más que a cualquier otro recurso, para escuchar la promesa de Adviento y Navidad: Yo vendré. He venido. Vendré de nuevo. No faltará Cristo esta Navidad.

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Sr. Kathryn J. Hermes

Sr. Kathryn James Hermes, FSP, is an author and offers online evangelization as well as spiritual formation for people on their journey of spiritual transformation and inner healing. Website: www.touchingthesunrise.com My Books: https://touchingthesunrise.com/books/
Public Facebook Group: https://www.facebook.com/groups/srkathrynhermes/ HeartWork Spiritual Formation Group: https://touchingthesunrise.com/heartwork/

Feature Image Credit: Myriam Zilles, unsplash.com/photos/VCD30upyhc8

Strength in Weakness / Fuerza en la Debilidad

Here we are at the beginning of one of the most beautiful liturgical seasons, the season that anticipates the word becoming flesh and dwelling among us. I don’t know about you, but it is typically at the start of a new season that I try to give my spiritual life a little boost. I typically try to settle on one or two things that I will do to draw closer to the Lord. Then inevitably, two or three days in I am reminded of my weakness and failures.

I think we all have moments like these in our lives. We want to do our best and become better people and we think we can do it all on our own. I suppose this is why even the secular world tries to get us to better ourselves with things like New Years resolutions. But if we are honest with ourselves, that candy bar is looking mighty fine by January 2nd and our weakness tends to prevail.

What if the problem all along is that we were relying too much on ourselves and on our own strength? We do it time and again, don’t we? The mental games we play when we think this has never worked in the past but this time it’s going to be different because I will train more, study harder, pray on my knees, etc.

Many people are not aware that Advent, like Lent, is a penitential season where we are supposed to sacrifice and do penance so that our hearts can be ready for the coming of Jesus. So here we are again. We sit down and make a list of how WE are going to make this Advent something truly special. How WE are going to rise above temptation and break bad habits. How WE are going to pray at least one rosary a day and not fall asleep half way through it.

Again, I think the problem is our approach. This Advent season, instead of relying on myself and my own strength, I am going to try to take a page right out of the book of Isaiah where today’s first reading comes from. This entire passage is about realizing the utter weakness that we have to grapple with on a daily basis, confronting it, being honest about it, and falling to our knees with God and begging for him to be our light, our guide, our good shepherd.

I encourage you during this Advent season to print today’s first reading and hang it up somewhere. Then when the reality of your own weakness creeps in, you can pray the words of the prophet, “Yet, O LORD, you are our father; we are the clay and you the potter: we are all the work of your hands.” God surely knows we are weak, but he is the one that makes us strong!

From all of us here at Diocesan, God bless!

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Estamos aquí al comienzo de uno de los tiempos litúrgicos más hermosos, el tiempo que anticipa la palabra que se hace carne y habita entre nosotros. No sé ustedes, pero es típicamente al comienzo de una nueva temporada cuando trato de darle un pequeño impulso a mi vida espiritual. Por lo general, trato de escoger una o dos cosas que haré para acercarme al Señor. Luego, inevitablemente, dos o tres días después me acuerdo de mis debilidades y mis fracasos.

Creo que todos tenemos momentos como estos en nuestras vidas. Queremos dar lo mejor de nosotros y convertirnos en mejores personas y creemos que podemos hacer todo solos. Supongo que es por eso que incluso el mundo secular trata de hacernos mejorar con cosas como las resoluciones de Año Nuevo. Pero si somos honestos con nosotros mismos, esa barra de chocolate suena muy rico el día 2 de enero y nuestra debilidad tiende a prevalecer.

¿Y si el problema desde el principio es que confiamos demasiado en nosotros mismos y en nuestras propias fuerzas? Lo hacemos una y otra vez, ¿no? Los juegos mentales que hacemos cuando pensamos que esto nunca funcionó en el pasado, pero esta vez será diferente porque entrenaré más, estudiaré más, rezaré de rodillas, etc.

Muchas personas no son conscientes de que el Adviento, como la Cuaresma, es una temporada penitencial en el que se supone que debemos sacrificarnos y hacer penitencia para que nuestros corazones estén listos para la venida de Jesús. Así que aquí nos encontramos de nuevo. Nos sentamos y hacemos una lista de cómo NOSOTROS vamos a hacer de este Adviento algo verdaderamente especial. Cómo NOSOTROS vamos a superar la tentación y romper los malos hábitos. Cómo NOSOTROS vamos a rezar por lo menos un rosario al día y no quedarnos dormidos a la mitad.

Una vez más, creo que el problema es nuestro enfoque. Esta temporada de Adviento, en lugar de confiar en mí mismo y en mis propias fuerzas, voy a tratar de tomar una página del libro de Isaías de donde proviene la primera lectura de hoy. El pasaje entero se trata de darnos cuenta de la absoluta debilidad con la que tenemos que lidiar a diario, confrontarla, ser honestos al respecto, y caernos de rodillas ante Dios y rogar que sea nuestra luz, nuestra guía, y nuestro buen pastor.

Los animo durante esta temporada de Adviento a imprimir la primera lectura de hoy y colgarla en algún lugar. En los momentos cuando la realidad de tu propia debilidad se apodere de ti, puedes orar las palabras del profeta: “Sin embargo, oh SEÑOR, tú eres nuestro padre; nosotros el barro y tú el alfarero: obra de tus manos somos todos.” ¡Dios ya sabe que somos débiles, pero Él nos hace fuertes!

De parte de todos nosotros aquí en Diocesan, ¡Dios los bendiga!

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Tommy Shultz is a Business Development Representative for Diocesan. In this role he is committed to bringing the best software to dioceses and parishes while helping them evangelize on the digital continent. Tommy has worked in various diocese and parish roles since his graduation from Franciscan University with a Theology degree. He hopes to use his skills in evangelization, marketing, and communications, to serve the Church and bring the Good News to all. His favorite quote comes from St. John Paul II, who said, “A person is an entity of a sort to which the only proper and adequate way to relate is love.”

Feature Image Credit: Priscilla Du Preez, unsplash.com/photos/DAFh1p9huAE

Final Christmas Preparations / Preparativos Finales para la Navidad

Merry Christmas Eve! Let’s admit it, all of us are probably hustling and bustling all day today to get ready for the next two days of parties and dinners and gift giving. So thank you. Thank you for stopping for a couple minutes, for sitting down to breathe and read today’s reflection. Thank you for remembering the true reason for the season, the Nativity of Our Lord Jesus Christ. 

For that is what we celebrate tomorrow, that is why we have spent the last four weeks of Advent preparing for His birth and His coming into the world. It is not the celebration of Santa Claus coming to town but, rather, the arrival of the Savior of the world. It’s not about making more room for gifts under the tree but, rather, making room in our hearts for Love Himself to come and dwell. It’s not about opening gifts on Christmas morning, but rather receiving the Greatest Gift that God has ever given us, the gift of His very Son. 

If we have lost sight of the true meaning of Christmas amidst all of the hustle and bustle, there is still time to refocus and resettle our hearts. One of the best places to start is by examining our attitude toward Christmas Mass. Is attending Mass the priority for our Christmas celebration or is it something we are squeezing into our already busy schedule? Are we arriving early to ensure we get a seat in the church or are we arriving early to enter into prayer so as to prepare our hearts to receive our Lord in the Eucharist? Are we fully present during Mass, receiving the readings and praying with great fervor and intention, or are we running through our mental checklist of everything we have to do after Mass is over? This last one is for me and my fellow church employees … are we truly celebrating and worshiping this Christmas or do we see these next two days as simply two more days of work? 

As we enter into this vigil celebration of the Nativity of the Lord, let us keep Him firmly in our sights. Let Him be at the center of all that we do over these next two days. And may His joy, love and peace reign in our hearts this season and each day moving forward. 

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¡Feliz Nochebuena! Si somos honestos, lo más seguro es que andamos apurados todo el día con los últimos preparativos de los próximos dos días de fiestas, cenas y entrega de regalos. Así que muchas gracias. Gracias por detenerte un par de minutos, por sentarte a respirar y leer la reflexión de hoy. Gracias por recordar el verdadero motivo de la temporada, la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.

Porque eso es lo que celebramos mañana, por eso hemos pasado las últimas cuatro semanas de Adviento preparándonos para Su nacimiento y Su venida al mundo. No es la celebración de la llegada de Papá Noel, sino la llegada del Salvador del mundo. No se trata de hacer más espacio para los regalos debajo del arbolito, sino más bien de hacer espacio en nuestros corazones para que el Amor mismo venga y habite. No se trata de abrir los regalos en la mañana de Navidad, sino de recibir el regalo más grande que Dios nos ha dado, el regalo de su propio Hijo.

Si hemos perdido de vista el verdadero significado de la Navidad en medio de todo el ajetreo, todavía hay tiempo para reenfocar y reestablecer nuestros corazones. Uno de los mejores lugares para comenzar es examinar nuestra actitud hacia la Misa de Navidad. ¿Asistir a Misa es la prioridad para nuestra celebración de Navidad o es algo que simplemente metimos en nuestro horario por deber? ¿Llegamos temprano para asegurarnos un asiento en la iglesia o para entrar en oración para preparar nuestros corazones para recibir a nuestro Señor en la Eucaristía? ¿Estamos completamente presentes durante la Misa, recibiendo las lecturas y orando con gran fervor e intención, o estamos repasando la lista de quehaceres en la mente de todo lo que nos espera después de que termine la Misa? Este último es para mí y mis compañeros que trabajan para la iglesia… ¿realmente estamos celebrando y adorando esta Navidad o vemos estos próximos dos días como simplemente dos días más de trabajo?

Al entrar en esta celebración de la vigilia de la Natividad del Señor, mantengamos a Jesús firmemente en mente. Que Él esté en el centro de todo lo que hagamos durante los próximos dos días. Y que Su alegría, amor y paz reine en nuestros corazones esta temporada y cada día por venir.

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Erin is a Cleveland native and graduate of Franciscan University of Steubenville. She is passionate about the Lord Jesus, all things college sports and telling stories and she is blessed enough to get paid for all three of her passions as a full-time youth minister and a freelance sports writer.

Feature Image Credit: Walter Chávez, unsplash.com/photos/TEFSPAaoKlA

Not What You’d Expect / Fuera de lo Esperado

In a recent homily our Pastor reminded us that, while people like actors or athletes may be referred to as the greatest of all time, Jesus tells us that John the Baptist is the original G.O.A.T. As I reflected on today’s Scripture passage and what made John the Baptist great, what struck me is that, from his conception on, John did not do what people expected.

First, he was conceived by parents who everyone thought were infertile. Even his father, likely jaded from years of disappointment, didn’t believe it could happen when an ANGEL FROM GOD told him it would. Then his parents gave him a name that no one expected him to have, though its meaning, “God has been gracious,” couldn’t have been more fitting for him. His public ministry, too, took people by surprise: a wild man who lived in the desert and ate locusts and wild honey, and one who, at perhaps the height of his popularity, told everyone to follow someone else.

I can’t help but think John’s tendency to not do or be what people expected is a lesson for all of us. From the beginning of his existence, John did only what God expected of him. I know that I need to worry less about what people think about the things I do and consider more what God thinks. Perhaps St. John the Baptist could be not only a model for us in this goal, but also an intercessor. 

St John the Baptist, GOAT and master of defying expectations, pray for us!

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En una homilía reciente, nuestro párroco nos recordó que, si bien las personas como los actores o los atletas pueden ser considerados los más grandes de todos los tiempos, Jesús nos dice que Juan el Bautista es el más famoso original. Mientras reflexionaba sobre el pasaje de las Escrituras de hoy y las grandes cosas que hizo Juan el Bautista, lo que me llamó la atención es que, desde su concepción en adelante, Juan no hizo lo que la gente esperaba.

Primero, fue concebido por padres que todos pensaban que eran infértiles. Incluso su padre, probablemente hastiado por años de desilusión, no creía que pudiera suceder cuando un ÁNGEL DE DIOS le dijo que sucedería. Entonces sus padres le dieron un nombre que nadie esperaba aunque su significado, “Dios ha sido misericordioso”, no podría haber sido más apropiado. Su ministerio público también tomó a la gente por sorpresa: un hombre salvaje que vivía en el desierto y comía langostas y miel silvestre, y quien, quizás en la cima de su popularidad, les decía a todos que siguieran a otra persona.

No puedo evitar pensar que la tendencia de Juan a no hacer o ser lo que la gente esperaba es una lección para todos nosotros. Desde el comienzo de su existencia, Juan hizo sólo lo que Dios esperaba de él. Sé que debo preocuparme menos por lo que la gente piensa de las cosas que yo hago y considerar más lo que Dios piensa. Quizás San Juan Bautista podría ser no sólo un modelo para nosotros en este objetivo, sino también un intercesor.

San Juan Bautista, maestro de desafiar las expectativas, ¡ruega por nosotros!

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J.M. Pallas has had a lifelong love of Scriptures. When she is not busy with her vocation as a wife and mother to her “1 Samuel 1” son, or her vocation as a public health educator, you may find her at her parish women’s bible study, affectionately known as “The Bible Chicks.”

Feature Image Credit: Cristian Gutiérrez, LC, cathopic.com/photo/10009-bautismo-de-jesus

Let Your Spirit Rejoice / Que tu Espíritu se Regocije

Mary said: “My soul proclaims the greatness of the Lord; my spirit rejoices in God my savior.

Mary’s soul magnifies, augments, elevates, and brings into sharper focus the grandeur of God. Have you ever peered at an object through a magnifying glass, awed as even the minutest details enlarge and amaze? Mary’s model of faith—her profound yes—amplifies, illustrates, and clarifies the promises and hope we find in the God who adores us.

Mary’s spirit rejoiced! Humans often confuse happiness and joy, but these two emotions are very different. Joy cannot be taken; it is not reliant, like happiness, on human experiences or circumstances, which can change in a moment. Joy is a fruit of living in the Holy Spirit. It is rooted in the knowledge that we are created by and belong wholly to a God who loves us.

Mary needed a savior, and Jesus, our Savior, is hers as well. She was given preventative redemption, meaning that the grace she received at her conception was in anticipation of Christ’s sacrifice on the Cross. How is this possible? Our unfathomable God is not bound by time; he is outside of the human limitations of the here and now; and can use things in time whenever and however he chooses. Her Immaculate Conception celebrated on December 8th, marks that incredible moment God bestows upon Mary and her conception, this singular grace. Only she is blessed among women to have received the grace won through the salvific work of the Cross; before Jesus’ birth, suffering, death, and resurrection. The Almighty has indeed done great things for Mary, and through her Son, for us as well.

Despite the misconception, Mary is not the one worshiped or magnified in the words of this beautiful prayer. She is the lowly, the hungry, and the servant, the handmaid of the Lord in need of a savior. Mary’s life reflects Jesus, the Savior’s light, just as the moon can only be illuminated by the light of the sun. 

Mary’s Fiat, her grand yes, and subsequent song of praise models for each of us how to see and rightly react to the incredible things God has, and will continue to do for us. She reminds us and demonstrates how we are also called to magnify God’s glory in our own life. The Magnificat,  taken from the first word in the Latin translation, is also known as the Canticle of Mary. This hymn of the Virgin Mary, parallels the song of Hannah from the Old Testament, another mother willing to surrender her beloved son to the perfect will of God.

The church father Athanasius (ca 298–373) stated:”God became man that man might become God.” This could not have been accomplished without the humble, meek, faithful affirmative ascent of a young woman who believed and trusted in the promises of the Lord. Her soul magnifies the Lord, so we can come to know, love, and serve him as she did. 

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María dijo: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador.” 

El alma de María glorifica, aumenta, eleva y magnifica la grandeza de Dios. ¿Alguna vez ha mirado un objeto a través de una lupa, asombrado cuando incluso los detalles más pequeños se agrandan y asombran? El modelo de fe de María, su sí profundo, amplía, ilustra y aclara las promesas y la esperanza que encontramos en el Dios que nos adora.

¡El espíritu de María se regocijó! Los humanos a menudo confundimos felicidad y alegría, pero estas dos emociones son muy diferentes. La alegría no se puede tomar; no depende, como la felicidad, de las experiencias o circunstancias humanas, que pueden cambiar en un momento. La alegría es un fruto de vivir en el Espíritu Santo. Tiene sus raíces en el conocimiento de que somos creados y pertenecemos totalmente a un Dios que nos ama.

María necesitaba un salvador, y Jesús, nuestro Salvador, es el suyo también. Se le dio la redención preventiva. En otras palabras, la gracia que recibió en su concepción fue en anticipación del sacrificio de Cristo en la Cruz. ¿Cómo es posible? Nuestro Dios insondable no está sujeto al tiempo; está fuera de las limitaciones humanas del aquí y ahora; y puede usar las cosas en el tiempo cuando y como quiera. Su Inmaculada Concepción celebrada el 8 de diciembre marca ese momento increíble que Dios concede a María y su concepción, esta singular gracia. Sólo ella es bendita entre las mujeres por haber recibido la gracia ganada por la obra salvífica de la Cruz; antes del nacimiento, sufrimiento, muerte y resurrección de Jesús. En verdad, el Todopoderoso ha hecho grandes cosas por María y, a través de su Hijo, también por nosotros.

A pesar del malentendido, María no es la que se adora o se engrandece en las palabras de esta hermosa oración. Ella es la humilde, la hambrienta y la sierva del Señor que necesita un salvador. La vida de María refleja a Jesús, la luz del Salvador, así como la luna sólo puede ser iluminada por la luz del sol.

El Fiat de María, su gran sí y el posterior canto de alabanza son modelos para cada uno de nosotros de cómo ver y reaccionar correctamente ante las cosas increíbles que Dios ha hecho y seguirá haciendo por nosotros. Ella nos recuerda y demuestra cómo también nosotros estamos llamados a magnificar la gloria de Dios en nuestra propia vida. El Magnificat, tomado de la primera palabra de la traducción latina, también se conoce como el Cántico de María. Este himno de la Virgen María, es paralelo al canto de Ana del Antiguo Testamento, otra madre dispuesta a entregar a su amado hijo a la perfecta voluntad de Dios.

El padre de la iglesia Atanasio (ca 298–373) declaró: “Dios se hizo hombre para que el hombre pudiera convertirse en Dios”. Esto no podría haberse logrado sin el ascenso afirmativo humilde, manso y fiel de una mujer joven que creyó y confió en las promesas del Señor. Su alma magnifica al Señor, para que podamos llegar a conocerlo, amarlo y servirlo como ella lo hizo.

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Allison Gingras ( www.ReconciledToYou.com ) — Shares her love of the Catholic Faith with stories, laughter, and honesty as experienced in the ordinary of life! Her writing includes Encountering Signs of Faith (Ave Maria Press) and the Stay Connected Journals for Women (OSV). Allison is a Catholic Digital Media Specialist for Family Rosary, Catholic Mom, and the Fall River Diocese. She hosts A Seeking Heart podcast and is co-host of the Catholic Momcast podcast.

Feature Image Credit: Lupe Belmonte, cathopic.com/photo/12719-immaculate

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