How could the same Jesus who promised me security and safety also tell me that I would be betrayed, persecuted, handed over, hated, and possibly lose my life? For many years I pushed today’s Gospel passage to the back of my mind. There is certainly no bookmark in my Bible to locate it quickly for meditation. It makes us cringe. Is what Jesus says going to happen to us? To me? Or was Jesus just talking about the Twelve?
“You will be hated by all because of my name, but not a hair on your head will be destroyed.”
While we may not be persecuted and put to death for the sake of Christ, every day comes with its own share of sufferings. It is the courageous embracing of life’s struggles today that prepares us to embrace the cross in larger ways tomorrow that, yes, could even cost us our lives.
The words of a therapist many years ago have stuck with me. In fact, they are the only words of his I remember: “Everything is okay. And even when they are not okay, they are still okay.” With time and the wisdom of years, I have learned that he was so right. No matter what has happened to me “not a hair on my head has been destroyed.” Yes, it is true that I have suffered loss of health, humiliation, pain, marginalization. Even as the tears cleansed and purged and healed, even as sadness ripped through my heart, I knew that somehow in God I was okay.
Jesus handed himself over to death because he was operating in the larger reality of divine and never-ending Love, and so it all had meaning. It all made sense. It was all okay.
When we pursue pleasure and fear pain, when we try to avoid death, when we are paralyzed by the idea of a change that will cost us the perks and privileges of our lifestyle, the walls of human and spiritual destiny close in on us. Instead, when we face the headwinds of reality with the courage that comes only through trust that we are indeed loved, when we choose to stand by the side of Jesus who alone is Truth, when we live by the beatitudes, when we bow before the Lord who calls us to walk the way to Calvary with him, our spirit expands and our soul is gradually overtaken by a supernatural joy beyond description.
On most days I probably would prefer to read the comforting Gospel of the Good Shepherd, but in reality, this is the passage I most need to hear. To live in the world today with all its tempests and troubles we need to be strong enough to trust in the always-greater reality of Love so that no matter what happens we can go forward knowing that “not a hair of our head will be destroyed.”
¿Cómo podría el mismo Jesús que me prometió seguridad y protección también decirme que sería traicionada, perseguida, entregada, odiada y posiblemente perdería mi vida? Durante muchos años empujé el pasaje del Evangelio de hoy al fondo de mi mente. Ciertamente no hay un marcador en mi Biblia para localizarlo rápidamente para la meditación. Nos hace temblar. ¿Nos va a pasar a nosotros lo que dice Jesús? ¿A mi? ¿O Jesús solo estaba hablando de los Doce?
“Matarán a algunos de ustedes, y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, ni un cabello de su cabeza perecerá.”
Si bien es posible que no seamos perseguidos ni condenados a muerte por causa de Cristo, cada día viene con sus propios sufrimientos. Al abrazar valientemente las luchas de la vida hoy nos prepara para abrazar la cruz de manera más amplia mañana que, sí, incluso podría costarnos la vida.
Las palabras de un consejero hace muchos años se me han quedado grabadas. De hecho, son las únicas palabras suyas que recuerdo: “Todo está bien. E incluso cuando no está bien, sigue estando bien”. Con el tiempo y la sabiduría de los años, he aprendido que tenía mucha razón. No importa lo que me haya pasado, “ni un cabello de mi cabeza ha perecido”. Sí, es cierto que he sufrido pérdida de salud, humillación, dolor, marginación. Incluso cuando las lágrimas limpiaron, purgaron y sanaron, incluso cuando la tristeza desgarró mi corazón, supe que de alguna manera en Dios estaba bien.
Jesús se entregó a sí mismo a la muerte porque estaba operando en la realidad más grande del Amor divino e interminable, y entonces todo tenía un significado. Todo tenía sentido. Todo estaba bien.
Cuando perseguimos el placer y tememos el dolor, cuando tratamos de evitar la muerte, cuando nos paraliza la idea de un cambio que nos costará las ventajas y privilegios de nuestro estilo de vida, los muros del destino humano y espiritual se cierran sobre nosotros. En cambio, cuando nos enfrentamos a los vientos en contra de la realidad con el valor que proviene solo de la confianza de que somos amados, cuando elegimos estar al lado de Jesús, quien es el único Verdadero, cuando vivimos según las bienaventuranzas, cuando nos inclinamos ante el Señor que nos llama a recorrer el camino del Calvario con él, nuestro espíritu se dilata y nuestra alma es invadida poco a poco por un gozo sobrenatural indescriptible.
La mayoría de los días probablemente preferiría leer el Evangelio consolador del Buen Pastor, pero en realidad, este es el pasaje que más necesito escuchar. Para vivir en el mundo de hoy con todas sus tempestades y problemas, tenemos que ser lo suficientemente fuertes como para confiar en la realidad siempre mayor del Amor para que, pase lo que pase, podamos seguir adelante sabiendo que “ni un cabello de nuestra cabeza perecerá.”
Sr. Kathryn James Hermes, FSP, is an author and offers online evangelization as well as spiritual formation for people on their journey of spiritual transformation and inner healing. Website: www.touchingthesunrise.com My Books: https://touchingthesunrise.com/books/
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Feature Image Credit: Angie Menes, cathopic.com/photo/8060-toma-mi-mano-no-estas-solo