What Juan Diego Teaches Us / Lo que Juan Diego Nos EnseƱa

It’s always interesting when you have one of those breakdown moments. You know what I’m talking about. Those times when you melt down into a blubbery mess of tears, frustration and perhaps words that don’t even make sense. You are exhausted and angry, and have finally reached your limit. 

I call these my “volcano” moments. It’s like the magma inside my soul gets hotter and hotter until it finally erupts. These moments are not pretty. In fact they burn (pun intended). They come from a deep place of hurt within us and can be moments of growth and total reliance on Christ and His will for us. 

I can only imagine that Juan Diego may have been having one of these volcano moments when he tried to avoid the Blessed Virgin Mary. He must have been beside himself, just a simple peasant being asked to complete such an enormous task. Not to mention the fact that his uncle was sick, really sick, and Juan’s concern for him had him very worried. The only thing he could think of was to avoid her and just focus on what he thought was more important. 

In the end, the Virgin Mary conquered his heart, as she does all of ours if we let her. Her gentle, motherly ways break through all our barriers as she calmly guides us to her Son. “Juanito, am I not here who am your mother?” We can put our name in place of his. Our mother is always here with us. She shelters us under her warm mantle. The same mantle she imprinted her image on when Juan Diego went to the bishop with her request. 

In our Psalm Response today we hear: “Those who follow you, Lord, will have the light of life.” Isn’t that what we are hoping and preparing for this Advent? To receive the Light of life in the form of an innocent babe? Perhaps that’s why God chooses the humble and the simple, lille Juan Diego, because they are the ones who will follow Him. They are the ones who although weak and fearful, will trust in Him and do as He asks. 

Let us follow the example of Juan Diego today by following the Lord, wherever he may lead us.

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Siempre es interesante cuando tienes uno de esos momentos de desajuste total. Sabes de qué estoy hablando. Esos momentos en que te derrites en un desastre de lágrimas, frustración y quizás palabras que ni siquiera tienen sentido. Estás agotado y enojado, y finalmente has llegado a tu límite.

Los llamo mis momentos de “volcán”. Es como si el magma dentro de mi alma se calentara más y más hasta que finalmente sale disparado. Estos momentos no son bonitos. De hecho, queman. Vienen de un lugar profundo de dolor dentro de nosotros y pueden ser momentos de crecimiento y dependencia total de Cristo y su voluntad para nosotros.

Solo puedo imaginar que Juan Diego pudo haber tenido uno de estos momentos de volcán cuando trató de evitar a la Santísima Virgen María. Debe haber estado fuera de sí, solo un simple campesino que se le pide que complete una tarea tan enorme. Sin mencionar el hecho de que su tío estaba enfermo, realmente enfermo, y el temor de Juan por él lo preocupaba mucho. Lo único que podía pensar era evitarla y centrarse en lo que pensaba que era más importante.

Al final, la Virgen María conquistó su corazón, como hace con todos nosotros si la permitimos. Sus formas suaves y maternales rompen todas nuestras barreras mientras nos guía con calma a su hijo. “Juanito, ¿no estoy aquí, quién soy tu madre?” Podemos poner nuestro nombre en lugar suyo. Nuestra madre siempre está aquí con nosotros. Ella nos refugia debajo de su cálido manto. El mismo manto en el que imprimió su imagen cuando Juan Diego fue al obispo con su pedido.

En nuestro Salmo Responsorial hoy escuchamos: “Dichoso el hombre que confía en el Señor.” ¿No es eso lo que esperamos para este advenimiento? ¿Recibir la luz de la vida en forma de un recién nacido inocente? Quizás es por eso que Dios elige a los humildes y los sencillos, como Juan Diego, porque ellos son los que lo seguirán. Ellos son los que, aunque débiles y temerosos, confiarán en él y harán lo que él les pide.

Sigamos hoy el ejemplo de Juan Diego siguiendo al Señor, por donde sea que nos lleve.

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Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works at for Christian Healthcare Centers, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, runs her own blog at https://togetherandalways.wordpress.com and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

Feature Image Credit: Bárbara Hernández, https://cathopic.com/photo/10388-san-juan-diego

Here is Your God Who Comes to Save You / AquĆ­ EstĆ” tu Dios que Viene a Salvarte

It’s funny the things you remember from your childhood. Like the images from movies, lines from a quirky joke or the faces your siblings used to make. But when it comes to Advent, one song in particular comes to mind. It’s not melodious like Silent Night or nostalgic like O Little Town of Bethlehem, but rather almost like the beat of a march.

“The King of Glory comes, the nation rejoices, open the gates before Him, lift up your voices. Who is the King of Glory? How shall we call him? He is Emmanuel, the promised of ages…”

I’m pretty sure a bit of interior grumbling went on when the organist began the intro because I really didn’t like the tune one bit (and I still don’t). I wanted something upbeat or beautiful during this time of preparation. But perhaps it is this song that fits the season best. 

What are we preparing for? For the King of Glory to Come. And Who is He? The One who has been promised to us from ages past, Emmanuel. And what are we to do in preparation for his coming? Pull up our bootstraps, get our orders from on High and march to the beat of His drum.  Isn’t that what it’s really all about? Leaving our own ways behind to follow His ways?

That is what he came to this world to do, to show us the way. The word “Emmanuel”, brings another song to mind, perhaps a more secular one, by Amy Grant. She sings “Emmanuel, God with us. Emmanuel…” and then goes on to speak of typical seasonal ambiance. Yet she hits the nail on the head with these few words. What truly matters here is that God is with us. He came from heaven to earth to be with us and continues to abide with us in our hearts and in the Sacraments. 

Today’s First Reading from Isaiah is one of my favorites because it is filled with so much hope. “The desert and the parched land will exult; the steppe will rejoice and bloom. They will bloom with abundant flowers, and rejoice with joyful song. The glory of Lebanon will be given to them,  the splendor of Carmel and Sharon; They will see the glory of the LORD, the splendor of our God. Strengthen the hands that are feeble, make firm the knees that are weak, say to those whose hearts are frightened: Be strong, fear not! Here is your God, he comes with vindication;     With divine recompense he comes to save you.”

May the promised coming of the King of Glory, Emmanuel, the one who makes deserts bloom and gives strength to frightened hearts, be the foremost thought in your minds today as you continue to prepare the way of the Lord.

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Es gracioso las cosas que recuerdas de tu infancia. Como las imágenes de las películas, las líneas de un chiste peculiar o las caras que solían hacer tus hermanos. Pero cuando se trata de Adviento, me viene a la mente una canción en particular. No es melodiosa como Noche de Paz o nostálgica como Portal de Belén, sino casi como el ritmo de una marcha.

“Viene el Rey de la Gloria, la nación se regocija, ábrenle las puertas, alcen sus voces. ¿Quién es el Rey de Gloria? ¿Cómo lo llamaremos? Es Emmanuel, el prometido de los siglos…”

Estoy bastante seguro de que hubo algunas quejas internas cuando la organista comenzó la introducción porque realmente no me gustaba la melodía para nada (y todavía no me gusta). Quería algo alegre o hermoso durante este tiempo de preparación. Pero tal vez sea esta canción la más apropiada para la temporada.

¿Para qué nos estamos preparando? Para el Rey de Gloria por venir. ¿Y quién es? Aquel que nos ha sido prometido desde tiempos pasados, Emmanuel. ¿Y qué debemos hacer en preparación para su venida? Levantarnos, recibir nuestras órdenes de lo alto y marchar al ritmo de Su tambor. ¿No es eso de lo que realmente se trata? ¿Dejar atrás nuestros propios caminos para seguir Sus caminos?

Para eso vino a este mundo, para mostrarnos el camino. La palabra “Emmanuel”, trae a la mente otra canción, quizás más secular, de Amy Grant. Ella canta “Emmanuel, God with us (Dios está con nosotros)” y luego pasa a hablar de un ambiente típico de la temporada. Sin embargo, ella da en el clavo con estas pocas palabras. Lo que realmente importa aquí es que Dios está con nosotros. Vino del cielo a la tierra para estar con nosotros y continúa habitando con nosotros en nuestros corazones y en los Sacramentos.

La Primera Lectura de hoy de Isaías es una de mis favoritas porque está llena de mucha esperanza. “Regocíjate, yermo sediento. Que se alegre el desierto y se cubra de flores, que florezca como un campo de lirios, que se alegre y dé gritos de júbilo, porque le será dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios. Fortalezcan las manos cansadas, afiancen las rodillas vacilantes. Digan a los de corazón apocado: ‘¡Ánimo! No teman. He aquí que su Dios, vengador y justiciero, viene ya para salvarlos’.”

Que la venida prometida del Rey de la Gloria, Emmanuel, el que hace florecer los desiertos y da fuerza a los corazones atemorizados, sea el pensamiento principal en sus mentes hoy mientras sigan preparando el camino del Señor.

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Feature Image Credit: Victor Gonzalez, cathopic.com/photo/11336-jesus-en-el-pesebre


Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works at for Christian Healthcare Centers, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, runs her own blog at https://togetherandalways.wordpress.com and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

God is In Control / Dios Tiene el Control

Why is it that the more anxious we are, the more we cling to our vices? As each day brings us closer and closer to my husband’s surgery next week, I find myself getting into the kids’ Halloween candy more and more. If I just indulge in one little pleasure, if I just have a little more sugar in my body, maybe I’ll feel better or more in control. 

The problem is, the effect is just the opposite. It only causes my thoughts to accelerate, my joints to be cranky and my body to be more sluggish, not to mention the extra pounds I am surely packing on. 

The guest priest said in his homily last weekend that prayer is what we most need to get closer to God, yet it is often the first thing we push away. When we have a lot to do, the first thing we discard is our prayer time. Why is that? When we feel like we are in survival mode, do we consider it nonessential? As I am typing this I realize even more what an oxymoron that is! What is more essential than God himself? Without Him we wouldn’t even be here!

When will we learn that the only way to be in control is to let go and let God be in control..?

Yet it appears as if Jesus has lost control in today’s Gospel. We see him driving out vendors with a whip and overturning the money changers’ tables. This is perhaps the one place in Scripture where we see Him in a true display of righteous anger… “and to those who sold doves he said, ‘Take these out of here, and stop making my Father’s house a marketplace.’”

I remember recalling this passage while visiting Ireland several years ago. A country that has such a rich Catholic heritage (mostly thanks to St. Patrick), is falling away from the faith little by little. Several of their majestic churches have either been sold to Protestants or are now tourist hubs. It was the strangest thing to walk into a beautiful church and see booklets, maps and trinkets. It truly felt like a marketplace. 

And perhaps, as we allow ourselves to succumb to our vices and shove prayer aside, we are allowing a noisy marketplace to rise up in our hearts. And what does Jesus want to do? He wants to “whip us into shape” so to speak, and overturn the tables of our false expectations. 

God truly is in control, that is, He will be, if only we let Him… 

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¿Por qué cuanto más ansiosos estamos, más nos aferramos a nuestros vicios? A medida que nos acercamos más y más a la cirugía de mi esposo la próxima semana, me encuentro cada vez más agarrando los dulces de Halloween de his hijos. Si solo me permito un pequeño placer, si solo tengo un poco más de azúcar en mi cuerpo, tal vez me sienta mejor o con más control.

El problema es que el efecto es todo lo contrario. Solo hace que mis pensamientos se aceleren, que mis articulaciones estén irritables y que mi cuerpo sea más lento, sin mencionar los kilos de más que seguramente estoy acumulando.

El sacerdote invitado dijo en su homilía el fin de semana pasado que la oración es lo que más necesitamos para acercarnos a Dios, pero a menudo es lo primero que rechazamos. Cuando tenemos mucho que hacer, lo primero que descartamos es nuestro tiempo de oración. ¿Porqué? Cuando sentimos que estamos simplemente sobreviviendo, ¿lo consideramos no esencial? ¡Mientras escribo esto me doy cuenta aún más del oxímoron que es! ¿Qué es más esencial que Dios mismo? ¡Sin Él ni siquiera estaríamos aquí!

¿Cuándo aprenderemos que la única forma de tener el control es dejar que Dios tenga el control?

Sin embargo, parece como si Jesús hubiera perdido el control en el Evangelio de hoy. Lo vemos expulsando a los vendedores con un látigo y volcando las mesas de los cambistas. Este es quizás el único lugar en las Escrituras donde lo vemos en una verdadera muestra de ira justa… “y a los que vendían palomas les dijo: ‘Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre’”.

Me acuerdo de haber pensado en este pasaje cuando visité a Irlanda hace varios años. Un país que tiene una herencia católica tan rica (sobre todo gracias a San Patricio), se está alejando de la fe poco a poco. Varias de sus majestuosas iglesias han sido vendidas a protestantes o ahora son centros turísticos. Fue de lo más extraño entrar a una hermosa iglesia y ver folletos, mapas y regalitos de recuerdo. Realmente se sentía como un mercado.

Y tal vez, al permitirnos sucumbir a nuestros vicios y dejar de lado a la oración, estamos permitiendo que un mercado ruidoso se levante en nuestros corazones. ¿Y qué quiere hacer Jesús? Quiere encaminarnos y derribar las mesas de nuestras  expectativas falsas.

Dios verdaderamente tiene el control, es decir, lo tendrá, si tan solo se lo entregamos…

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Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works at for Christian Healthcare Centers, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, runs her own blog at https://togetherandalways.wordpress.com and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

Feature Image Credit: Brett Jordan, unsplash.com/photos/JZUAigW8Kbo

Leaning on God and Others / ApoyƔndnos en Dios y los DemƔs

I remember several moments as a child when something would strike my mom as particularly funny and she would laugh and laugh until she cried. She would try to speak but couldn’t get a single sensible word out. Sometimes, when she was just getting started, one of my older brothers would say “Heeeere we go…” and roll his eyes. That would get her going even more! By that time, the whole family was giggling. 

Now I am the one saying “here we go again” for a whole different reason. After being in the hospital on and off for two months with my son last year, we are headed there again soon. My husband has serious back issues and is scheduled for spinal surgery. While I am far from laughing hysterically like my mom did, my heart is filled with hope and joy knowing that he will soon get taken care of and hopefully be in much less pain.

I could look at it like life keeps throwing things at me left and right, one thing after another, or I could look at it like he was using my son’s hospitalization as a preparation for my husband’s. I can ask “Why? Why? Why?” or I can lean once again on God and His powerful strength. 

I find the words of St. Paul in today’s First Reading to be of comfort: “I have learned, in whatever situation I find myself, to be self-sufficient. I know indeed how to live in humble circumstances; I know also how to live with abundance. In every circumstance and in all things I have learned the secret of being well fed and of going hungry, of living in abundance and of being in need. I have the strength for everything through him who empowers me.” 

At first glance, St. Paul appears to be speaking pridefully. He claims to be self-sufficient, needing help from no one. But upon further reading, it is because of Christ Jesus that he can make this claim. “I have the strength for everything through him who empowers me.” This is a great lesson for all of us to learn, especially me, who likes everything organized and under control. 

I have also learned that sometimes I do need help and that it’s okay to ask for it. Paul goes on to say: “Still, it was kind of you to share in my distress… you sent me something for my needs,

not only once but more than once… I am very well supplied because of what I received from you…” I am surrounded by family and friends who are willing to provide meals and child care if I but ask. 

Through it all, one thing remains. God is good. All the time. May you find strength in Him and support from those around you during your times of need as well. 

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Recuerdo varios momentos cuando era niña cuando algo le parecía particularmente gracioso a mi mamá y ella se reía y se reía hasta que se le salieran las lágrimas. Intentaba hablar pero no podía pronunciar ni una sola palabra sensata. A veces, cuando recién estaba comenzando con la risa, uno de mis hermanos mayores decía “¿Ooootra vez…?” y ponía los ojos en blanco. ¡Eso la pondría hizo reír aún más! Y luego toda la familia se atacaba de la risa.

Ahora soy yo el que dice “¿otra vez?” por una razón completamente diferente. Después de estar en el hospital de forma intermitente durante dos meses con mi hijo el año pasado, pronto nos dirigiremos allí nuevamente. Mi esposo tiene serios problemas de espalda y está programado para una cirugía de columna. Si bien estoy lejos de reírme histéricamente como lo hizo mi mamé, mi corazón está lleno de esperanza y alegría al saber que pronto lo cuidarán y, con suerte, tendrá mucho menos dolor.

Podría verlo como si la vida me arrojara cosas a diestro y siniestro, una cosa tras otra, o podría verlo como si estuviera usando la hospitalización de mi hijo como preparación para la de mi esposo. Puedo preguntar “¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?” o puedo apoyarme una vez más en Dios y en Su fuerza infinita.

Encuentro las palabras de San Pablo en la Primera Lectura de hoy como un consuelo: “He aprendido a conformarme con lo que tengo. Sé lo que es vivir en pobreza y también lo que es tener de sobra. Estoy acostumbrado a todo: lo mismo a comer bien que a pasar hambre; lo mismo a la abundancia que a la escasez. Todo lo puedo unido a aquel que me da fuerza”.

A primera vista, San Pablo parece estar hablando con orgullo. Afirma ser autosuficiente y no necesitar ayuda de nadie. Pero después de leer más, es por Cristo Jesús que puede hacer esta afirmación. “Todo lo puedo unido a aquel que me da fuerza”. Esta es una gran lección para todos nosotros, especialmente para mí, que me gusta todo organizado y bajo control.

También he aprendido que a veces necesito ayuda y que no demuestra debilidad pedirla. Pablo continúa diciendo: “Sin embargo, han hecho ustedes bien en socorrerme cuando me vi en dificultades… en más de una ocasión me enviaron ayuda para aliviar mis necesidades… Tengo cuanto necesito y más de lo que necesito…” Estoy rodeado de familiares y amigos que están dispuestos a proporcionar comidas y cuidado de niños si tan solo se los pido.

A pesar de todo, una cosa permanece. Dios es bueno. Todo el tiempo. Que encuentres fuerza en Él y el apoyo de quienes te rodean también durante tus momentos difíciles.

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Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works at for Christian Healthcare Centers, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, runs her own blog at https://togetherandalways.wordpress.com and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

Feature Image Credit: Austin Kehmeier, unsplash.com/photos/lyiKExA4zQA

Shifting our Focus Outward / Cambiando el Enfoque Hacia Afuera

I once read about someone who, instead of seeking attention, gifts, cards and cake on their birthday, chose to bring flowers and a special note to their mother instead. Why? Because that woman on that day labored in love to give birth. That woman on that day chose to give life instead of take it. That woman on that day began the difficult task of raising another human being for the foreseeable future. 

Today I celebrate 43 years of life outside the womb. Sure I will have my fair share of greetings and sweets, but my heart, as any mother’s, is more focused on my children. I almost forget my birthday each year, as I am preceded by one son’s birthday in September and another son’s later this month. 

And although I am grateful for this life that God has given me, I cannot help but be saddened by what is happening throughout our country to destroy life. October is Respect Life Month, and we are in the midst of the 40 Days For Life prayer campaign. The abortion clinic that was shut down in my town, reopened due to a loophole in the law. Elections for pro-abortion laws are looming in the next few weeks. All I can do is pray, pray, pray, vote, and beg God for His mercy. 

In today’s Gospel the Pharisee was amazed that Jesus did not wash before the meal. Jesus rebuked him. What good is it to have a clean body if the soul is not clean. “Did not the maker of the outside also make the inside? But as to what is within, give alms, and behold, everything will be clean for you.” 

Hmmm, interesting. Instead of telling him to change his attitude and his focus, he told the Pharisee to give alms. Wait a minute…maybe he was telling him to change his attitude and his focus! Let’s think about this for a moment. What happens to us when we give to others? We shift from an inward to an outward focus. We are giving instead of receiving. We are caring instead of falling into greed. Our Jesus is one wise God!

So as we all celebrate one more day (or one more year) of life, let us turn our attention outward. May we all make at least one intentional act to help another person today. And may we all continue to pray for God’s mercy so that the right to life may be protected in our country. 

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Una vez leí acerca de alguien que, en lugar de buscar la atención, los regalos, las tarjetas y el pastel en su cumpleaños, optó por llevar flores y una nota especial a su mamá. ¿Por qué? Porque esa mujer en ese día laboró con amor para dar a luz. Esa mujer ese día eligió dar la vida en lugar de quitarla. Esa mujer en ese día comenzó la difícil obra de criar a otro ser humano por el futuro previsible.

Hoy celebro 43 años de vida fuera de la matriz. Claro que recibiré lo suficiente en cuanto a saludos y dulces, pero mi corazón, como el de cualquier madre, está más centrado en mis hijos. Casi me olvido mi cumpleaños cada año, ya que me precede el cumpleaños de un hijo en septiembre y el de otro hijo a finales de este mes.

Y aunque estoy agradecida por esta vida que Dios me ha dado, no puedo evitar entristecerme por lo que está pasando en todo nuestro país para destruir la vida. Octubre es el Mes de Respeto a la Vida, y estamos en medio de la campaña de oración 40 Días por la Vida. La clínica de aborto que cerró en mi ciudad, reabrió debido a un detalle de la ley. Las elecciones a favor de las leyes a favor del aborto están por venir en las próximas semanas. Todo lo que puedo hacer es orar, orar, orar, votar y rogar a Dios por su misericordia.

En el Evangelio de hoy, el fariseo se asombra de que Jesús no se lave antes de comer. Jesús lo reprendió. ¿De qué sirve tener un cuerpo limpio si el alma no está limpia? “¿Acaso el que hizo lo exterior no hizo también lo interior?”

Muy interesante. En lugar de decirle que cambie su actitud y su enfoque, le dijo al fariseo que diera limosna. Espera un minuto… ¡tal vez le estaba diciendo que cambiara su actitud y su enfoque! Vamos a pensarlo. ¿Qué nos sucede cuando damos a los demás? Pasamos de un enfoque interno a uno externo. Estamos dando en lugar de recibir. Nos preocupamos en lugar de caer en la codicia. ¡Nuestro Jesús es un Dios sabio!

Entonces, mientras todos celebramos un día más (o un año más) de vida, dirijamos nuestra atención hacia afuera. Que todos hagamos al menos un acto intencional para ayudar a otra persona hoy. Y que todos sigamos orando por la misericordia de Dios para que en nuestro país se proteja el derecho a la vida.

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Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works at for Christian Healthcare Centers, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, runs her own blog at https://togetherandalways.wordpress.com and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

Feature Image Credit: Towfiqu barbhuiya, unsplash.com/photos/0ITvgXAU5Oo

Our Lady of the Rosary / Nuestra SeƱora del Rosario

October is full of special days in our family. We celebrate my mother-in-law and father-in-law’s birthdays, my birthday, my dad’s birthday and my son’s birthday. Not to mention all the fun the kids have on Halloween and choosing which saint to dress up as. This month anticipation also begins to build as the weather gets chillier and our thoughts turn toward the holidays.

But no day takes greater precedence in my opinion than what we celebrate today, the Feast of Our Lady of the Rosary. Each year I am filled with a small amount of jealousy as my sister-in-law gets to share this day with her birthday.

Our Lady herself asked us to pray this prayer during at least five apparitions. This request was made for specific intentions: world peace, an end to war, for the pope, bishops and priests, for repentance, and to lighten grief. As the mediatrix of all graces, Our Lady is waiting to aid us in our need, if only we go to her in prayer.

In today’s Gospel, Jesus has just driven out a demon. He does not downplay the reality of demons. He does not deny their existence. Instead he makes a rather frightening statement: “When an unclean spirit goes out of someone, it roams through arid regions searching for rest but, finding none, it says, ‘I shall return to my home from which I came.’ But upon returning, it finds it swept clean and put in order. Then it goes and brings back seven other spirits more wicked than itself who move in and dwell there, and the last condition of that man is worse than the first.”

But instead of falling into fear, we can recognize the almighty power of our God and the intercessory power of our Blessed Mother. If you have ever seen an image of Our Lady of Guadalupe, she is depicted stepping on a serpent. This is to symbolize her crushing Satan. The graces that flow from praying the rosary and invoking her intercession are our safeguard against the wiles of the wicked one.

So whatever your situation may be, whether you be celebrating or fearful, run into the arms of our Blessed Mother and know that she will cover you with her mantle of protection and God will fill you with the joy that comes from Him alone.

Hail Mary, full of grace…

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Octubre está lleno de días especiales en nuestra familia. Celebramos los cumpleaños de mis suegros, mi cumpleaños, el cumpleaños de mi papá y el cumpleaños de mi hijo. Sin mencionar toda la diversión que los niños tienen en Halloween y al elegir sus disfraces de santos. La anticipación de este mes también comienza a aumentar a medida que el clima se vuelve más frío y nuestros pensamientos se vuelven hacia las vacaciones.

Pero ningún día tiene mayor prioridad en mi opinión que el que celebramos hoy, la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario. Cada año me entran un poco de celos porque mi cuñada comparte este día con su cumpleaños.

Nuestra Señora misma nos pidió que rezáramos esta oración durante al menos cinco apariciones. Este pedido se hizo por intenciones específicas: la paz mundial, para que se acaba la guerra, por el Papa, los obispos y sacerdotes, por el arrepentimiento y para aliviar el dolor. Como mediadora de todas las gracias, Nuestra Señora está esperando para ayudarnos en nuestra necesidad, si tan solo acudimos a ella en oración.

En el Evangelio de hoy, Jesús acaba de expulsar a un demonio. Él no minimiza la realidad de los demonios. Él no niega su existencia. En cambio, hace una declaración bastante aterradora: “Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo, y al no hallarlo, dice: ‘Volveré a mi casa, de donde salí’. Y al llegar, la encuentra barrida y arreglada. Entonces va por otros siete espíritus peores que él y vienen a instalarse allí, y así la situación final de aquel hombre resulta peor que la de antes”.

Pero en lugar de caer en el miedo, podemos reconocer el poder todopoderoso de nuestro Dios y el poder intercesor de nuestra Santísima Madre. Si alguna vez has visto una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, se la representa pisando una serpiente. Esto es para simbolizar que aplasta a Satanás. Las gracias que brotan del rezo del rosario y de la invocación de su intercesión son nuestra salvaguardia contra las asechanzas del maligno.

Así que cualquiera que sea tu situación, ya sea que estés celebrando o temeroso, corre a los brazos de nuestra Santísima Madre y sabe que ella te cubrirá con su manto de protección y Dios te colmará de la alegría que proviene solo de Él.

Ave María, llena eres de gracia…

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Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works at for Christian Healthcare Centers, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, runs her own blog at https://togetherandalways.wordpress.com and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

Feature Image Credit: H. Fernando Nava, cathopic.com/photo/12796-madre-del-noviciado

The Sweetness of God / La Dulzura de Dios

The town my parents live in holds a Labor Day Parade every year. As the police cars and fire trucks and school bands process down the road, they often throw out candy for the children that line the road. My kids jump out excitedly every time they toss a handful, eager for the sweet treats to multiply in their goody bags.

Wouldn’t it be incredible if we acted the same way when it came to grace? What if we just jumped at every opportunity we had to receive Jesus in the Eucharist? What if we were the first in line to receive God’s pardon in the Sacrament of Confession? What if we had the parish adoration schedule memorized so as to attend whenever possible? 

While grace doesn’t feed our sweet tooth, it definitely fills our souls with the sweetness of God’s love and mercy. He is waiting for us to spend time with Him, to come away for a little time apart, so he can begin to change our hearts. 

In today’s Gospel, Jesus depicts his profound love for us by sharing the Parable of the Lost Sheep. We probably all know the story well. The shepherd leaves the 99 behind to go in search of the one. As if that weren’t enough to dumbfound us, Jesus states: “And when he does find it, he sets it on his shoulders with great joy.” Essentially, he sweeps it off its feet and holds it close. 

I like to ponder what the sheep was like in this scene. Was it broken and humble? Was it tired and faint? Was it trembling and fearful? Was it joyful and relieved? Or my favorite, was it smug and proud, thinking it was more special than the others? I can just imagine that sheep with its head up high, feeling so self righteous to be on the shoulders of its savior.

How do we react when we realize Jesus has come to save us in just the same way? Do we eagerly reach out to him, as a child would jump for a piece of candy? Or are our hearts hardened or closed to his love? 

May we all be like children today, so that when our Savior finds us and raises us up on his shoulders, we may simply bask in His wondrous love. 

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La ciudad donde viven mis padres tiene un desfile en el Día del Trabajo todos los años. Mientras los autos de policía, los camiones de bomberos y las bandas escolares avanzan por el camino, muchos de ellos arrojan dulces para los niños que estan sentados en la acera. Mis hijos saltan emocionados cada vez que lanzan unos cuantos, ansiosos de ver los dulces multiplicarse en sus bolsas.

¿No sería increíble si actuáramos de la misma forma cuando se trata de la gracia? ¿Qué pasaría si aprovecháramos cada oportunidad posible para recibir a Jesús en la Eucaristía? ¿Qué pasaría si fuéramos los primeros en la cola para recibir el perdón de Dios en el Sacramento de la Confesión? ¿Y si tuviéramos memorizado el horario de adoración al Santísimo en la parróquia para asistir siempre y cuando sea posible?

Si bien la gracia no alimenta nuestro gusto por lo dulce, definitivamente llena nuestras almas con la dulzura del amor y la misericordia de Dios. Él está esperando que pasemos tiempo con Él, que nos apartamos de todo lo demás por un tiempo, para que Él pueda comenzar a cambiar nuestros corazones.

En el Evangelio de hoy, Jesús describe su profundo amor por nosotros al compartir la parábola de la oveja perdida. Seguramente todos conocemos bien la historia. El pastor deja atrás el 99 para ir en busca del uno. Como si eso no fuera suficiente para dejarnos asombrados, Jesús dice: “Y una vez que la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría”. Esencialmente, lo eleva y lo mantiene de cerca.

Me encanta reflexionar sobre cómo era la oveja en esta escena. ¿Era quebrantado y humilde? ¿cansado y débil? ¿temblando y temeroso? ¿Era alegre y aliviado? O mi favorito, ¿era presumido y orgulloso, pensando que era más especial que los demás? Puedo imaginarme a esa oveja con la cabeza en alto, sintiéndose tan orgulloso por estar sobre los hombros de su salvador.

¿Cómo reaccionamos cuando nos damos cuenta de que Jesús ha venido a salvarnos de la misma manera? ¿Nos acercamos ansiosamente a él, como un niño saltaría por un dulce? ¿O nuestros corazones están endurecidos o cerrados a su amor?

Que todos seamos como niños hoy, para que cuando nuestro Salvador nos encuentre y nos levante sobre sus hombros, simplemente podamos disfrutar de su maravilloso amor.

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Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works at for Christian Healthcare Centers, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, runs her own blog at https://togetherandalways.wordpress.com and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

Feature Image Credit: FOYN, unsplash.com/photos/e7gsQWTnMwQ

God Writes Straight With Crooked Lines / Dios Escribe Recto con LĆ­neas Chuecas

God has a way of writing straight with crooked lines. 25 years ago today I made promises to God as a consecrated lay woman. I had been raised in a conservative Catholic home and thought that this was my calling. I longed to live a saintly life and to love God. Yet, after struggling for three and a half years I knew something just wasn’t right and I discerned it wasn’t my calling. I lived the single life for 11 years after coming home and this year my husband and I celebrated our 10th wedding anniversary with 5 kids in tow. 

In the back of my mind on that day two and a half decades ago, I wondered if it was a bad omen (not that I really believed in omens) being consecrated on a day a saint got his head chopped off.  But in the end, it truly came to pass that God had other plans for my life. 

The Gospel passage does not focus on John the Baptist, rather on Herod’s imprudent reward, Herodias’ evil request and Herod’s subsequent internal conflict. 

What must John have been thinking in those final moments when they approached him with an ax telling him he was going to die? Was he filled with fear? Or was he happy to finally be able to meet God face to face after being a good and faithful servant?

He surely had a “crooked lines” kind of life. Being born to an old barren couple, being related to the Son of God, living out in the desert, eating locusts and wild honey, baptizing with water, preaching repentance, and being thrown in jail, only to die a martyr’s death. 

Perhaps your life appears similarly crazy, yet each one of us are called to follow Him, even unto death.  

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Dios tiene una manera de escribir recto con líneas chuecas. Hoy hace 25 años hice promesas a Dios como laica consagrada. Me crié en un hogar católico conservador y pensé que ese era mi llamado. Anhelaba vivir una vida santa y amar a Dios. Sin embargo, después de luchar durante tres años y medio, supe que algo no estaba bien y me di cuenta de que no era mi llamado. Después de volver a casa, viví la vida de soltera durante 11 años antes de casarme y este año mi esposo y yo celebramos nuestro décimo aniversario de bodas y tenemos 5 hijos.

En el fondo de mi mente ese día hace dos décadas y media, me preguntaba si era un mal presagio (no es que yo realmente creyera en los presagios) ser consagrado en un día en que a un santo le cortaron la cabeza. Pero al final, realmente sucedió que Dios tenía otros planes para mi vida.

El pasaje evangélico no se centra en Juan Bautista, sino en la imprudente recompensa de Herodes, la malvada petición de Herodías y el posterior conflicto interno de Herodes.

¿Qué habrá estado pensando Juan en esos momentos finales cuando se le acercaron con un hacha diciéndole que iba a morir? ¿Estaba lleno de miedo? ¿O estaba feliz de finalmente poder encontrarse con Dios cara a cara después de ser un servidor bueno y fiel?

Seguramente tenía un tipo de vida de “líneas chuecas”. Nacer de una pareja de ancianos estériles, estar relacionado con el Hijo de Dios, vivir en el desierto, comer langostas y miel silvestre, bautizar con agua, predicar el arrepentimiento y ser arrojado a la cárcel, solo para morir como mártir.

Tal vez tu vida parezca igualmente loca, pero cada uno de nosotros está llamado a seguir a Cristo, incluso hasta la muerte.

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Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works at for Christian Healthcare Centers, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, runs her own blog at https://togetherandalways.wordpress.com and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

Feature Image Credit: Sam Poullain, unsplash.com/photos/TuAZPj1uaZs

Create in Me a Clean Heart / Crea en Mi un CorazĆ³n Puro

It’s always hard to come back to reality after vacation, isn’t it? I mean, after breathing in fresh air, gazing on the azure waters of the Great Lakes and feeling the breeze flow through the abundance of beautiful tall trees, who wants to go home? Every year, we talk about finding a place there and making it our permanent abode. One can always dream, right?

As we drove home my kids were depressed and whiny, worsening my already somber mood. I popped in a movie and promised them pizza and finally we pulled in the driveway. The house always seems so foreign after being away for several days. It even smells different, having been still and lifeless for almost a week. 

Yet, despite the inevitable sadness, it’s always good to sleep in my own bed, take a shower in my own bathroom and get back to a steady routine that isn’t so exhausting, albeit, exciting. 

Today’s First Reading reminds me of the good a change of scenery does for the soul: “I will sprinkle clean water upon you…I will give you a new heart and place a new spirit within you, taking from your bodies your stony hearts and giving you natural hearts.” 

Yet, there is something that the day-to-day offers us as well. I remember a friend saying that the reason the liturgical color for Ordinary Time is green is because it’s a season of growth. Just as the green grass grows and the green buds appear on the trees, so do our ordinary lives allow for growth so that, “you shall be my people, and I will be your God.”

I also found it fitting that today’s Psalm states: “A clean heart create for me, O God, and a steadfast spirit renew within me…Give me back the joy of your salvation”. Time and time again, I had to remind my kids, who REALLY didn’t want mommy to go back to work, that I had to return to earn a living for our family. Although a vacation is refreshing and brings joy, it is during the day in and day out that God teaches me to have a steadfast spirit.  So, whether they like it or not, it is through work that God hones us and provides for our needs. 

So as I get back into the daily grind, refreshed, exhausted and a little sad, I am reminded that my God offers me a new heart and a new spirit, and gives me the grace to work as I must. 

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Siempre es difícil volver a la realidad después de las vacaciones, ¿no? O sea, después de respirar aire fresco, contemplar las aguas azules de los Lagos Grandes y sentir la brisa fresca a través de la abundancia de hermosos árboles altos, ¿quién va a querer regresar a casa? Cada año, hablamos de encontrar un lugar allí y convertirlo en nuestra morada permanente. Uno siempre puede soñar, ¿verdad?

Mientras manejaba a casa, mis hijos estaban deprimidos y quejumbrosos, lo que empeoró mi estado de ánimo ya sombrío. Les puse una película y les prometí una pizza y por fin llegamos a casa. La casa siempre parece tan extraña después de estar varios días fuera. Incluso huele diferente, después de haber estado quieto y sin vida durante casi una semana.

Sin embargo, a pesar de la inevitable tristeza, siempre es bueno dormir en mi propia cama, ducharme en mi propio baño y volver a una rutina constante que no sea tan agotadora, aunque sí emocionante.

La Primera Lectura de hoy me recuerda el bien que hace para el alma un cambio de ambientes: “Los rociaré con agua pura …Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne.”

Sin embargo, hay algo que también nos ofrece la vida cotidiana. Recuerdo que un amigo dijo que la razón por la cual el color litúrgico del Tiempo Ordinario es verde es porque es una temporada de crecimiento. Así como la hierba verde crece y los brotes verdes aparecen en los árboles, nuestras vidas ordinarias permiten el crecimiento para que “ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios”.

También me pareció apropiado que el Salmo de hoy diga: “Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo… Devuélveme tu salvación, que regocija”. Una y otra vez, tuve que recordarles a mis hijos, que REALMENTE no querían que su mamá volviera a trabajar, que tenía que volver para ganarme el sueldo para nuestra familia. Aunque las vacaciones refrescan y traen alegría, es durante la vida diaria que Dios me enseña a tener un espíritu firme. Entonces, les guste o no, es a través del trabajo que Dios nos perfecciona y provee para nuestras necesidades.

Entonces, cuando regreso a la rutina diaria, renovada, agotada y un poco triste, recuerdo que mi Dios me ofrece un corazón nuevo y un espíritu nuevo, y me da la gracia para trabajar como debo.

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Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works at for Christian Healthcare Centers, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, runs her own blog at https://togetherandalways.wordpress.com and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

Feature Image Credit: by Felix Urcia, a view of Lake Michigan from Ludington

Dying That We Might Live / Morir Para Vivir

Twenty years ago today, on the feast of St. Lawrence, my dad was ordained a permanent deacon. I clearly remember the day because I got a “front row seat” as I was asked to photograph the liturgy. Part of me didn’t want him to be a deacon because I knew he would be involved in various ministries and wouldn’t be home as much. My dad and I were pretty close and I had just gotten home from my years as a missionary in Mexico a little over a year prior. Yet, I was also proud of him for all his years of study and taking this step to serve God’s people.

His answer to God’s call truly embodies today’s Gospel passage: “Very truly I tell you, unless a kernel of wheat falls to the ground and dies, it remains only a single seed. But if it dies, it produces many seeds.” 

My dad had 8 children, a full time job and was involved in other ministries, yet my mom encouraged him to answer the call to be an ordained minister. Over the years, this has been a blessing to many, as together they have dedicated countless hours to mentoring engaged couples, visiting the sick, and getting more involved at their parish. 

What is God calling me to do that might feel like a small “death” or sacrifice? Is He calling you to do something that feels like it might cause you to “lose” your life or alter it in a major way? 

Often we are not called to move mountains or relocate to foreign lands, but rather to serve God in the small ways of everyday life. “Whoever serves me must follow me… My Father will honor the one who serves me.” 

Lord, may I die to myself in order to serve you each and every day.

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Hoy, hace veinte años, en la fiesta de San Lorenzo, mi papá fue ordenado diácono permanente. Recuerdo el día claramente porque tuve un “asiento de primera fila” cuando me pidieron que tomara fotos de la liturgia. Una parte de mí no quería que fuera diácono porque sabía que estaría involucrado en varios ministerios y no estaría mucho en casa. Mi papá y yo éramos bastante cercanos y hace unos meses yo acababa de llegar a casa después de unos años como misionera en México. Sin embargo, también estaba orgulloso de él por todos sus años de estudio y por dar este paso para servir al pueblo de Dios.

Su respuesta a la llamada de Dios encarna verdaderamente el pasaje evangélico de hoy: “Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto.”

Mi papá tenía 8 hijos, un trabajo de tiempo completo y estaba involucrado en otros ministerios, pero mi mamá lo animó a responder al llamado para ser ministro ordenado. A lo largo de los años, esto ha sido una bendición para muchos, ya que juntos han dedicado innumerables horas a ser mentores de parejas comprometidas, visitar a los enfermos y participar más en su parroquia.

¿Qué me está llamando Dios a hacer que pueda parecer una pequeña “muerte” o sacrificio? ¿Te está llamando a hacer algo que parece que podría hacer que “pierdas” tu vida o alterarla de manera importante?

A menudo no estamos llamados a mover montañas o mudarnos a tierras extranjeras, sino a servir a Dios en las pequeñas cosas de la vida cotidiana. El que quiera servirme que me siga… El que me sirve será honrado por mi Padre.”

Señor, ayúdame a morir a mí misma para servirte cada día.

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Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works at for Christian Healthcare Centers, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, runs her own blog at https://togetherandalways.wordpress.com and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

Feature Image Credit: Melissa Askew, unsplash.com/photos/1fBUD5Dcmys

The Law of Inertia / La Ley de la Inercia

I really struggle with the law of inertia. You know, that rule of physics that states that an object in motion tends to stay in motion and an object at rest tends to stay at rest. Yup, that’s me. If I am working on a project at my house I just want to keep going and going and don’t want to stop. Yet, if I’m sitting at my desk at work, I really don’t want to get up. Just let me stay there and do my job and don’t ask me to do anything.

But the last few words of that law state, “unless acted upon by force.” Whether it be exhaustion from working all day causing me to sit down, or my boss asking me to get up and complete a task, some force motivates change.  

In our First Reading God sent his word through Jeremiah to enact change in the people of Judah: “Thus says the LORD: If you disobey me, not living according to the law I placed before you and not listening to the words of my servants the prophets, whom I send you constantly though you do not obey them, I will treat this house like Shiloh, and make this the city to which all the nations of the earth shall refer when cursing another.” Yet apparently they struggled with inertia even more than I do because instead of moving toward repentance they declared to Jeremiah, “You must be put to death!”

Our Gospel reading shows us an example of the exact opposite. The raising of Lazarus was one of the most amazing inertia-reversing moments in history. Through the force of our almighty God, a man was raised from the dead! 

Not many of us will face either of these two realities in our lifetime, yet we are consistently called upon to make changes to become more Christ-like. To change our attitudes, to change our words, to change our decision-making, to change our actions. Due to original sin, “inertia” makes it hard to focus our minds and hearts on God, but He is the “force” that can enact change in us. 

May we remember to call upon our amazing God every day, that He may grant us the grace to make changes in our lives for the better. Then perhaps that old law of physics won’t burden us so much anymore. 

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Verdaderamente batallo con la ley de la inercia. Ya sabes, esa regla de la física que establece que un objeto en movimiento tiende a permanecer en movimiento y un objeto en reposo tiende a permanecer en reposo. Así soy yo. Si estoy trabajando en un proyecto en mi casa, solo quiero seguir y seguir y no quiero parar. Sin embargo, si estoy sentada en mi escritorio en el trabajo, realmente no quiero levantarme. Solo déjame quedarme allí a hacer mi trabajo y no me pidas que haga nada.

Pero las últimas palabras de esa ley establecen, “a menos que se actúe por la fuerza”. Ya sea que el cansancio de trabajar todo el día me obligue a sentarme o que mi jefe me pida que me levante y complete una tarea, alguna fuerza motiva el cambio.

En nuestra Primera Lectura, Dios envió su palabra a través de Jeremías para promulgar un cambio en el pueblo de Judá: “Así dice el Señor: Si me desobedecen y no viven conforme a la ley que puse delante de ustedes y no escuchan las palabras de mis siervos los profetas que les envío constantemente aunque no los obedecen, haré de esta casa como a Silo, y haré de ésta la ciudad a la cual se referirán todas las naciones de la tierra cuando maldigan a otra.” Sin embargo, aparentemente lucharon con la inercia incluso más que yo porque en lugar de moverse hacia el arrepentimiento le declararon a Jeremías: “¡Debes morir!”.

Nuestra lectura del Evangelio nos muestra un ejemplo de exactamente lo contrario. La resurrección de Lázaro fue uno de los mejores momentos de voltear a la inercia de toda la historia. ¡Por la fuerza de nuestro Dios todopoderoso, un hombre resucitó de entre los muertos!

Muchos de nosotros nunca vamos a enfrentar ninguna de estas dos realidades en nuestra vida, sin embargo, constantemente estamos llamados a hacer cambios para asemejarnos más a Cristo. Cambiar nuestras actitudes, cambiar nuestras palabras, cambiar nuestra toma de decisiones, cambiar nuestras acciones. Debido al pecado original, la “inercia” hace que sea difícil enfocar nuestras mentes y corazones en Dios, pero Él es la “fuerza” que puede realizar el cambio en nosotros.

Acordémonos a invocar a nuestro maravilloso Dios todos los días, para que Él nos conceda la gracia de hacer cambios en nuestras vidas para mejor, para que esa vieja ley de la física ya no nos agobie tanto.

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Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works at for Christian Healthcare Centers, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, runs her own blog at https://togetherandalways.wordpress.com and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

Feature Image Credit: Simon Berger, unsplash.com/photos/Jp5Lv17Mq4M

What a Difference a Year Makes! / Ā”Un AƱo Hace Tanta Diferencia!

I can’t even begin to explain how different this summer has been from last summer. On July 9th we celebrated one year of complete wellness for my young son, after suffering repeated infections from a burst appendix. 

This year, the kids have been outside for hours everyday and we have been enjoying rivers, lakes and pools. The weather has been sunny and mild, I have a new job that I love and my baby girl is almost a year old. What a difference a year makes!

Surely Abraham and Sarah could say the same in today’s Old Testament reading. They had surely spent their whole young lives suffering from infertility and praying for a child and then they finally conceived in their old age. I’m sure they were both overjoyed! 

In hindsight we are able to see the fruits of our sufferings but oh, how hard it is to be strong and bear them in the moment! How different my summer would have been last year if I would have been able to say along with St. Paul: “Now I rejoice in my sufferings for your sake”! 

As a child, I was taught to offer up my sufferings. Perhaps for the poor souls in Purgatory, or my neighbor who was ill, or a classmate whose parents were getting a divorce, or my dad who was struggling at his job, etc. Yet as an adult I have a much harder time with it. I like to be in control and have a hard time when things go south or don’t go the way I planned. I often choose to brood or complain rather than calming my heart in prayer and offering it up to our Lord. 

Mary teaches us this calm and the importance of prayer in today’s Gospel. She sits at the feet of Jesus to spend time with Him and listen to Him. I think if we spent more time like this, the difficult times in our lives would feel much less like a storm. These calm, prayerful moments would anchor us in faith, so that we wouldn’t feel like we are being washed away.

My prayer today is that we may remember to rejoice in our sufferings, learn to offer them up and find constant strength in our loving Lord. And perhaps next year we can all exclaim together, “What a difference a year makes!”

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Ni siquiera puedo comenzar a explicar cuán diferente ha sido este verano del verano pasado. El 9 de julio celebramos un año del bienestar completo para mi hijito, después de sufrir infecciones repetidas  por un apéndice reventado.

Este año, mis hijos han estado afuera por varias horas todos los días y hemos nadado en ríos, lagos y piscinas. El clima ha sido soleado y templado, tengo un nuevo trabajo que me encanta y mi niña ya va a cumplir un año. ¡Un año hace tanta diferencia!

Seguramente Abraham y Sara podrían decir lo mismo en la lectura de hoy del Antiguo Testamento. Seguramente habían pasado toda su juventud sufriendo de infertilidad y suplicando a Dios tener hijos y finalmente concibieron en su vejez. ¡Estoy seguro de que ambos se pusieron tan felices!

En retrospectiva, podemos ver los frutos de nuestros sufrimientos, pero ¡qué difícil es ser fuerte y soportarlos en el momento! ¡Qué diferente hubiera sido mi verano el año pasado si hubiera podido decir junto con San Pablo: “Ahora me alegro de mis sufrimientos por Él”!

De niño, me enseñaron a ofrecer mis sufrimientos como sacrificio. Tal vez por las almas del Purgatorio, o mi vecino que estaba enfermo, o un compañero de clase cuyos padres se estaban divorciando, o mi padre que estaba batallando en su trabajo, etc. Sin embargo, como adulto, se me dificulta bastante. Me gusta mantener el control y me pongo mal cuando las cosas no van bien o no salen como las planeé. Con frecuencia elijo enojarme o quejarme en lugar de calmar mi corazón en la oración y ofrecérselo a nuestro Señor.

María nos enseña esta calma y la importancia de la oración en el Evangelio de hoy. Se sienta a los pies de Jesús para pasar tiempo con Él y escucharlo. Creo que si pasáramos más tiempo así, los momentos difíciles de nuestras vidas se sentirían mucho menos como una tormenta. Estos momentos de tranquilidad y oración nos anclarían en la fe, para que no sintiéramos que la lluvia y el viento nos arrastra.

Le pido a Dios que recordemos regocijarnos en nuestros sufrimientos, aprendamos a ofrecerlos a Dios y encontremos la fortaleza constante en nuestro amoroso Señor. Y tal vez el próximo año podamos exclamar todos juntos: “¡Un año hace tanta diferencia!”

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Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works at for Christian Healthcare Centers, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, runs her own blog at https://togetherandalways.wordpress.com and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.

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