Family Ties / Enlaces Familiares

Today’s reading is one that lectors fear. How do you make such a long list sound interesting? And how do you pronounce all those names? Why don’t we just skip it (as some parishes inevitably will)? What does it have to do with Mary anyway?

All excellent questions with equally interesting answers. I can’t tell you how to make the list sound interesting, unfortunately, though I’m sure there are some incredible orators out there who will do their very best. 

The questions “Why don’t we just skip it?” and “What does it have to do with Mary?” require lengthier answers. Matthew is speaking to a Jewish audience who knows their history well. The very identity of the Jewish people at this time was rooted within their connection to ancestors like David, Jacob, and Abraham. But Matthew is doing more than simply highlighting key figures in Jesus’ lineage. He is showing how God has been walking alongside His people, preparing them for the coming Messiah. Significantly, God hasn’t just been walking alongside the righteous and upright. This list is full of the good and bad alike. There are criminals, thieves, kings and peasants. There are even some women who, at first glance, might not be the first people you’d think of when it comes to role models. 

Matthew’s goal in listing out Jesus’ ancestry is to show his audience how clearly and specifically God has been walking with His chosen people from the beginning of creation. Jesus isn’t a surprise. He has been part of God’s bigger plan for salvation and here are all the specific ways God has kept His promises to all manner of people. To us today, Jesus’ lineage offers a large number of Old Testament references that we can learn more about and can serve as a launching off point into the stories we may not be familiar with. 

What does this lineage have to do with Mary? Everything! Mary, a little no one, becomes the greatest instrument of God’s plans for the salvation of the world because she understood that her God, our God, is trustworthy. He keeps His promises to His people. God does not abandon His people, even when they do go astray as many of the people on this list did. 

The message of the lineage of Jesus remains the same for us today:

  • God’s plans are bigger than we can see in the moment
  • God is always planning for our benefit
  • God keeps His promises in His own good timing

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La lectura de hoy es una que los lectores temen. ¿Cómo haces que una lista tan larga suene interesante? ¿Y cómo se pronuncian todos esos nombres? ¿Por qué no lo omitimos (como inevitablemente lo harán algunas parroquias)? ¿Qué tiene que ver con María de todos modos?

Son todas preguntas excelentes con respuestas igualmente interesantes. Desafortunadamente, no puedo decirte cómo hacer que la lista suene interesante, aunque estoy seguro que hay algunos oradores increíbles que harán todo lo posible.

Las preguntas “¿Por qué no nos lo omitimos?” y “¿Qué tiene que ver con María?” requieren respuestas más largas. Mateo le está hablando a una audiencia judía que conoce bien su historia. La identidad misma del pueblo judío en este momento estaba enraizada en su conexión con antepasados ​​como David, Jacob y Abraham. Pero Mateo está haciendo más que simplemente resaltar figuras claves en el linaje de Jesús. Está mostrando cómo Dios ha estado caminando junto a su pueblo, preparándolos para la venida del Mesías. Significativamente, Dios no solo ha estado caminando junto a los justos y rectos. Esta lista está llena de buenos y malos por igual. Hay criminales, ladrones, reyes y campesinos. Incluso hay algunas mujeres que, a primera vista, no son los mejores modelos a seguir.

El objetivo de Mateo al enumerar la ascendencia de Jesús es mostrar a su audiencia cuán clara y específicamente Dios ha estado caminando con su pueblo elegido desde el comienzo de la creación. Jesús no es una sorpresa. Él ha sido parte del plan más grande de Dios para la salvación y aquí están todas las formas específicas en que Dios ha cumplido Sus promesas para todo tipo de personas. Para nosotros hoy, el linaje de Jesús ofrece una gran cantidad de referencias del Antiguo Testamento sobre las que podemos aprender más y que pueden servir como punto de partida para las historias con las que quizás no estemos familiarizados.

¿Qué tiene que ver este linaje con María? ¡Todo! María, una humilde mujer, se convierte en el mayor instrumento de los planes de Dios para la salvación del mundo porque comprendió que su Dios, nuestro Dios, es digno de confianza. Él cumple sus promesas a su pueblo. Dios no abandona a su pueblo, incluso cuando se desvían como lo hicieron muchas de las personas en esta lista.

El mensaje del linaje de Jesús sigue siendo el mismo para nosotros hoy:

  • Los planes de Dios son más grandes de lo que podemos ver en el momento
  • Dios siempre está planeando para nuestro beneficio
  • Dios cumple sus promesas en su propio momento oportuno

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Kate Taliaferro is an Air Force wife and mother. She is blessed to be able to homeschool, bake bread and fold endless piles of laundry. When not planning a school day, writing a blog post or cooking pasta, Kate can be found curled up with a book or working with some kind of fiber craft. Kate blogs at DailyGraces.net.

Feature Image Credit: EKATERINA BOLOVTSOVA, www.pexels.com/photo/three-women-smiling-and-sitting-side-by-side-7358347/

The Gaze of Christ / La Mirada de Cristo

“Raising his eyes towards his disciples, Jesus said..”

Imagine what it would be like for Jesus Christ to look at you, to look deep into your soul, and share a message that cuts to your very core. As the Lord was coming down from the mountain, He looked in His disciples’ eyes to tell them words of truth and life. These words only made sense in light of the love that Jesus had for each person. His teachings lead us to lasting joy and the path to heaven. 

The Kingdom of God is set up much differently than the world. Wealth, beauty, power, and influence do not “buy” you a ticket to heaven. Instead, the Lord offers a challenging rebuttal to the world’s way of functioning. The road map to heaven guides us through the path of humility and self-sacrificing love, the narrow gate. When we allow Jesus to transform our hearts, we will grow in our ability to be charitable, humble, and detached from materialism. This poverty of spirit will enable us to be faithful to God, no matter what. Jesus tells us who is blessed, and it is not those that society holds in great esteem; it is those who are persecuted for their faith, the poor, forgotten, and even broken-hearted. They are blessed because “the Lord is near to those who turn to Him”. 

At times, the teachings of Jesus can make us uncomfortable and uneasy, but the truth is this is the path to true happiness, peace, and joy. How often do we slip into worldly thinking, and place ourselves at the center of the universe, place our needs above others, and forget to keep our eyes locked on Christ? Jesus tells us that He is the way, the truth, the life, and in this passage, we come to see that we will be called “Blessed” when we do the will of God. 

So the next time you need to stand with Jesus, make sure to recall this passage and allow your witness to be one rooted in humility and love. Let us remember that Jesus is offering each of us the graces we need to walk the difficult path of following His teachings. 

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“…mirando Jesús a sus discípulos, les dijo…”

Imagina cómo sería que Jesucristo te mirara en lo profundo de tu alma y compartiera un mensaje que llega hasta lo más profundo de ti. Mientras el Señor bajaba del monte, miró a los ojos de sus discípulos para decirles palabras de verdad y de vida. Estas palabras sólo tenían sentido a la luz del amor que Jesús tenía por cada persona. Sus enseñanzas nos llevan a la alegría duradera y al camino al cielo.

El Reino de Dios se establece de manera muy diferente al mundo. La riqueza, la belleza, el poder y la influencia no te “compran” un boleto al cielo. En cambio, el Señor ofrece una refutación desafiante a la forma de funcionar del mundo. El mapa del camino al cielo nos guía por el camino de la humildad y el amor abnegado, la puerta estrecha. Cuando permitimos que Jesús transforme nuestros corazones, creceremos en nuestra capacidad de ser caritativos, humildes y desprendidos del materialismo. Esta pobreza de espíritu nos permitirá ser fieles a Dios, pase lo que pase. Jesús nos dice quiénes son los bienaventurados, y no son los que la sociedad tiene en gran estima; son los perseguidos por su fe, los pobres, los olvidados y hasta los quebrantados de corazón. Son bienaventurados porque “el Señor está cerca de los que se vuelven a Él”.

A veces, las enseñanzas de Jesús pueden hacernos sentir incómodos, pero la verdad es que este es el camino hacia la verdadera felicidad, paz y alegría. ¿Con qué frecuencia nos deslizamos hacia el pensamiento mundano y nos colocamos en el centro del universo, colocamos nuestras necesidades por encima de los demás y olvidamos mantener nuestros ojos fijos en Cristo? Jesús nos dice que Él es el camino, la verdad, la vida, y en este pasaje, llegamos a ver que seremos llamados “Bienaventurados” cuando hagamos la voluntad de Dios.

Entonces, la próxima vez que necesite estar con Jesús, asegúrese de recordar este pasaje y permita que su testimonio esté arraigado en la humildad y el amor. Recordemos que Jesús nos está ofreciendo a cada uno de nosotros las gracias que necesitamos para transitar el difícil camino de seguir sus enseñanzas.

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Emily Jaminet is a Catholic author, speaker, radio personality, wife, and mother of seven children. She earned a bachelor’s degree in mental health and human services from the Franciscan University of Steubenville.  She is the co-founder of www.inspirethefaith.com and the Executive Director of The Sacred Heart Enthronement Network www.WelcomeHisHeart.com. She has co-authored several Catholic books and her next one, Secrets of the Sacred Heart: Claiming Jesus’ Twelve Promises in Your Life, comes out in Oct. 2020. Emily serves on the board of the Columbus Catholic Women’s Conference, contributes to Relevant Radio and Catholic Mom.com.

Feature Image Credit: Cande Sosa, www.cathopic.com/photo/26838-montana

Walking Closely with Christ / Caminando Cerca con Jesucristo

In today’s Gospel, we hear who Jesus named the Twelve Apostles. After calling them, they were surrounded by a great crowd of people. People from all of Judea and Jerusalem and the coastal region of Tyre and Sidon came to hear Jesus. “Everyone in the crowd sought to touch him because power came forth from him and healed them all.” In Scripture stories like this, I tend to picture what it would be like to be there, a part of the crowd. Witnessing people who have traveled miles upon miles, weeks upon weeks, to hear and touch Jesus. The eagerness of the crowd all trying to be healed by a simple touch of his cloak. Sometimes, I wonder if we are as eager as them. Are we eager to be that close to Jesus? Would we travel that far? Not by airplanes and ubers, but by foot? This spirit of eagerness is the spirit in which we continue to walk with Him, be rooted in Him, and built upon Him.

When I think back throughout my life with Jesus, I can look at faith and point out the ups and downs pretty easily. The moments of consolation and desolation, the waves of living one’s faith in our world today. Today’s reading suggested to me that I should take a deeper look, instead of just noticing the challenging times versus the easy. Where was I truly walking closely with Christ? Which moments and situations allowed me to root myself deeper in Him? What moments of grace were foundational in my faith life? Where did I build upon Him? I hope you take a moment to reflect on this. Reflect on where you (by the help of God’s grace) have already done this in your life! As we continue to walk with Him, root ourselves in Him, and build upon Him, let us remember the spirit of eagerness. The spirit of wanting to be close to Jesus, just like the crowd that traveled to see Him. In our day to day choices, we choose to draw nearer. Let today be a day of eagerness and reflection as we continue to walk with the Lord.


En el Evangelio de hoy, escuchamos a quién Jesús llamó a ser los Doce Apóstoles. Después de llamarlos, fueron rodeados por una gran multitud de personas. La gente de toda Judea y Jerusalén y la región costera de Tiro y Sidón vinieron a escuchar a Jesús. “Todos en la multitud buscaban tocarlo porque de él salía poder y los sanaba a todos”. En historias de las Escrituras como esta, tiendo a imaginar cómo sería estar allí, como parte de la multitud. Ser testigo de personas que han viajado millas y millas, semanas y semanas, para escuchar y tocar a Jesús. El afán de la multitud tratando de curarse con un simple toque de su manto. A veces, me pregunto si estamos tan ansiosos como ellos. ¿Estamos ansiosos por estar tan cerca de Jesús? ¿Viajaríamos tan lejos? ¿No en aviones y ubers, sino a pie? Este espíritu de afán es el espíritu en el que continuamos caminando con Él, estando arraigados en Él y edificados sobre Él.

Cuando pienso en mi vida con Jesús, puedo mirar la fe y señalar los altibajos con bastante facilidad. Los momentos de consolación y desolación, las olas de vivir la fe en nuestro mundo de hoy. La lectura de hoy me sugirió que debería mirar más profundamente, en lugar de solo notar los tiempos difíciles versus los fáciles. ¿Dónde estaba realmente caminando de cerca con Cristo? ¿Qué momentos y situaciones me permitieron enraizarme más profundamente en Él? ¿Qué momentos de gracia fueron fundamentales en mi vida de fe? ¿Dónde edifiqué sobre Él? Espero que se tomen un momento para reflexionar sobre este llamado. ¡Reflexione sobre dónde (con la ayuda de la gracia de Dios) ya ha hecho esto en su vida! A medida que continuamos caminando con Él, arraigándonos en Él y edificando sobre Él, recordemos el espíritu de anhelo. El espíritu de querer estar cerca de Jesús, como la multitud que viajaba para verlo. En nuestras decisiones diarias, escogemos acercarnos. Que hoy sea un día de anticipación y reflexión mientras seguimos caminando con el Señor.


This reflection was reposted from Diocesan archives. Author: Briana David

A Servant of the Poor / Una Servidora de los Pobres

The readings today became clearer to me once I realized it is also the feast of St.Teresa of Calcutta.

The First Reading tells us that old yeast, even a little, can leaven all the dough. This symbolizes the yeast of malice and wickedness of the times. Mother Teresa, as she was known during her lifetime, was a person of sincerity and truth, led by her faith in the Lord Christ Jesus.

St. Teresa is nicknamed the “saint of the gutters” because of her dedication to serve the poorest of the poor in the slums of Calcutta, India. Mother Teresa died in 1997 when the name of the city was still Calcutta. When she was canonized her title became St. Teresa of Calcutta. The name changed to Kolkata to match the local language in 2001.

The First Reading speaks of a sorrowful soul who is not inflated with pride. We know from Mother Teresa’s correspondence with her confessor, that she experienced a profound darkness and dryness in her own soul, which occurred throughout her ministry with the poorest of the poor. St. Teresa wrote to her spiritual director that “loneliness and the feeling of being unwanted is the most terrible kind of poverty”. The Missionaries of Charity, founded by Mother Teresa in 1950, can now be found serving in over one hundred and thirty-three countries around the world.

In the Gospel, the scribes and Pharisees hoped to catch Jesus breaking the sabbath by curing the man with a withered hand. Jesus did so. St. Teresa helped the poorest of the poor in every type of poverty: emotional, financial, mental, physical, and spiritual. She did this because of her trust in the Lord’s call and her love and devotion to Him. Through her quiet, tenacious inner strength and faith, St. Teresa is a model for us all. 

St. Teresa, you lived your life strong in faith and love of God. You reached out to help everyone you met, especially the poor and homeless. Help us to care about others and help them when they need us. Help us to grow together strong in our faith and love of God to be the best we can be. St. Teresa of Calcutta, pray for us. Amen.

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Las lecturas de hoy se hicieron más claras para mí una vez que me di cuenta de que también es la fiesta de Santa Teresa de Calcuta.

La Primera Lectura nos dice que la levadura vieja, aunque sea un poco, puede fermentar toda la masa. Esto simboliza la levadura de la malicia y la maldad de los tiempos. La Madre Teresa, como se la conocía durante su vida, era una persona sincera y veraz, guiada por su fe en el Señor Jesucristo.

Santa Teresa es apodada la “santa de las alcantarillas” debido a su dedicación para servir a los más pobres en los barrios marginales de Calcuta, India. La Madre Teresa murió en 1997 cuando el nombre de la ciudad aún era Calcuta. Cuando fue canonizada, su título se convirtió en Santa Teresa de Calcuta. El nombre cambió a Kolkata para coincidir con el idioma local en 2001.

La Primera Lectura habla de un alma afligida que no se infla de orgullo. Sabemos por la correspondencia de la Madre Teresa con su confesor, que experimentó una profunda oscuridad y sequedad en su propia alma, que se produjo a lo largo de su ministerio con los más pobres. Santa Teresa escribió a su director espiritual que “la soledad y el sentimiento de no ser querido es la pobreza más terrible”. Las Misioneras de la Caridad, fundada por la Madre Teresa en 1950, ahora se encuentra sirviendo en más de ciento treinta y tres países alrededor del mundo.

En el Evangelio, los escribas y fariseos esperaban atrapar a Jesús deshonrando el día de reposo curando al hombre que tenía una mano seca. Jesús lo hizo. Santa Teresa ayudó a los más pobres en todo tipo de pobreza: emocional, financiera, mental, física y espiritual. Ella hizo esto por su confianza en el llamado del Señor y su amor y devoción a Él. A través de su tranquila y tenaz fuerza interior y fe, Santa Teresa es un modelo para todos nosotros.

Santa Teresa, viviste tu vida fuerte en la fe y el amor de Dios. Extendiste la mano para ayudar a todos los que conociste, especialmente a los pobres y las personas sin hogar. Ayúdanos a preocuparnos por los demás y ayudarlos cuando nos necesiten. Ayúdanos a crecer juntos, fuertes en nuestra fe y amor a Dios para ser lo mejor que podamos ser. Santa Teresa de Calcuta, ruega por nosotros. Amén.

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Beth Price is part of the customer care team at Diocesan. She is a Secular Franciscan (OFS) and a practicing spiritual director. Beth shares smiles, prayers, laughter, a listening ear and her heart with all of creation. Reach her here bprice@diocesan.com.

Feature Image Credit: paasadani, pixabay.com/vectors/mother-teresa-people-mother-teresa-3226014/

There is a God, and I’m Not Him / Existe un Dios, y Yo No Soy Él

Humility has been front and center in the readings these last two Sundays. Humility is often a misunderstood and maligned idea, but the readings today and last Sunday shed some light on what humility really means.

Last Sunday, we were advised not to exaggerate our abilities or consider ourselves more important than we are. Humility isn’t pretending we are worse or lowlier than we actually are, either. It is being honest about our strengths and limitations, both with ourselves and others, recognizing that all our gifts ultimately come from God.

This Sunday, we hear another aspect of humility: knowing our place in relation to God. How can we, in our limited human perspective, imagine that we know what God should do? That anything we know wasn’t first revealed to us by God? That anything we have didn’t come, directly or indirectly, from God? Furthermore, that anything we have, even relationships with loved ones, can be anything more than a pale comparison to the unfathomable gifts God gives and will give us?

One way I’ve heard people sum up this aspect of humility is by saying, “There is a God, and I am not Him!” There’s a kind of freedom in this aspect of humility – I can let God be God and take care of the things that are beyond my ability and understanding. I can turn to Him when my limited strength fails me and I cannot finish building my tower, and let Him guide me. I might even find that, if I would have had the humility to consult God first, I would have been building a bridge instead of a tower.

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La humildad ha sido una idea céntrica de las lecturas estos últimos dos domingos. La humildad es a menudo una idea mal entendida y difamada, pero las lecturas de hoy y del domingo pasado alumbran lo que realmente significa la humildad.

El domingo pasado se nos aconsejó no exagerar nuestras capacidades ni considerarnos más importantes de lo que somos. La humildad tampoco es pretender que somos peores o más bajos de lo que realmente somos. Es ser honesto acerca de nuestras fortalezas y limitaciones, tanto con nosotros mismos como con los demás, reconociendo que, en última instancia, todos nuestros dones provienen de Dios.

Este domingo escuchamos otro aspecto de la humildad: reconocer nuestro lugar en relación con Dios. ¿Cómo podemos, en nuestra  perspectiva humana limitada, imaginar que sabemos lo que Dios debe hacer? ¿Que todo lo que sabemos no nos fue revelado primero por Dios? ¿Que todo lo que tenemos no viene, directa o indirectamente, de Dios? Además, ¿que todo lo que tenemos, incluso las relaciones con los seres queridos, puede ser algo más que una pálida comparación con los dones insondables que Dios nos da y nos dará?

Una forma que he oído resumir este aspecto de la humildad es diciendo: “¡Existe un Dios, y yo no soy Él!” Hay una especie de libertad en este aspecto de la humildad: puedo dejar que Dios sea Dios y se ocupe de las cosas que están más allá de mi capacidad y comprensión. Puedo acudir a Él cuando mis fuerzas limitadas me fallan y no puedo terminar de “construir mi torre”, y dejar que Él me guíe. Incluso podría encontrar que, si hubiera tenido la humildad de consultar a Dios primero, habría estado construyendo un puente en lugar de una torre.

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J.M. Pallas has had a lifelong love of Scriptures. When she is not busy with her vocation as a wife and mother to her “1 Samuel 1” son, or her vocation as a public health educator, you may find her at her parish women’s bible study, affectionately known as “The Bible Chicks.”

Feature Image Credit: chriszwettler, pixabay.com/photos/nature-adventure-hike-travel-6817376/

Not All Are Equal / No Todos Somos Iguales

Not all people are equal. Pretty controversial way to start a blog post right? But it is true that not all people are equal. Or maybe a better way to say it is that not all people are the same. Now, please don’t misread this, we are all beloved children of God and all have equal dignity. Each and every one of us was formed by the hands of the Creator and because of that very fact we all deserve love. But that does not mean we are equal in everything. Think for just a second about some of the noticeable differences. You may be male or female, tall or short, book smart or street smart, artistic or mathematical. Not all people are equal.

We hear as much in today’s First Reading where the apostles see themselves as unequal to the rest of the disciples. We also see it in the Gospel today where Jesus makes it clear that he is the Lord of the Sabbath and that the Pharisees are not. There is biblical evidence that not all men are equal. I propose that many of the problems we have in our society today come from this idea that we all have to be the same. It’s as if we look at our differences as holding us back because we have made inequality the dirty word of the 21st century.

But not all people are equal. God did not make us equal. Now again, we are all equal in our dignity as being made in the image of God, but beyond that we have many differences. I like to think of this by looking at our very DNA. Typically a human being is going to have an XY or XX chromosomal structure which is going to determine your sex. What is similar about these two patterns? They both start with the same letter. I like to think of that as the very life of God written into our bodies. We are all equal under God and made in his image and likeness. But then you get to the second letter in the genetic code. This is where the difference comes in. This one little letter will determine many different factors that will set us apart from others. But instead of seeing difference as a negative thing, I propose we look at it as a positive.

Damon Owens once said that man and woman were not created different from each other, but rather for each other. In other words, the differences we have and the “inequality” that exists in humanity, just might be necessary differences that can help us all build each other up. Think about your parish for a second. It contains a mix of people from all different backgrounds, races, creeds, and families. Every single individual is part of the family of God, but they also have unique and individual talents that can build up that kingdom. It’s the same with you. So I think our question today should not be how to be more like everyone else, but instead, how can we use the unique talents we have been given to serve others and to love God.

If it is hard to tell what makes you unique, then ask God. He is the one who created you with immense dignity, but also with that individual spark that makes you unique. I say we thank God that we are not all the same, jump into the difference, and build the kingdom one gift and one talent at a time. I will leave you with Paul who drives this point home. “Now there are varieties of gifts, but the same Spirit; and there are varieties of services, but the same Lord; and there are varieties of activities, but it is the same God who activates all of them in everyone. To each is given the manifestation of the Spirit for the common good.” -1 Corinthians 12:4-7

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No todas las personas son iguales. Una forma bastante controversial de comenzar una publicación de blog, ¿verdad? Pero es cierto que no todas las personas son iguales. O tal vez una manera mejor de decirlo es que no todas las personas son iguales. Ahora, por favor, no malinterprete esto, todos somos hijos amados de Dios y todos tenemos la misma dignidad. Todos y cada uno de nosotros fuimos formados por las manos del Creador y por eso mismo todos merecemos amor. Pero eso no significa que seamos iguales en todo. Piense por un segundo en algunas de las diferencias notables. Ya que sea hombre o mujer, alto o bajo, que tenga inteligencia para los libros o la calle, que sea artístico o matemático… No todas las personas son iguales.

Lo escuchamos mucho en la Primera Lectura de hoy donde los apóstoles se ven a sí mismos como desiguales al resto de los discípulos. También lo vemos en el Evangelio de hoy donde Jesús deja claro que él es el Señor del sábado y que los fariseos no lo son. Hay evidencia bíblica de que no todos los hombres son iguales. Propongo que muchos de los problemas que tenemos hoy en nuestra sociedad vienen de esta idea de que todos tenemos que ser iguales. Es como si consideráramos nuestras diferencias como un freno porque hemos hecho de la desigualdad la mala palabra del siglo XXI.

Pero no todas las personas son iguales. Dios no nos hizo iguales. Ahora, todos somos iguales en nuestra dignidad ya que somos hechos a la imagen de Dios, pero más allá de eso tenemos muchas diferencias. Me gusta pensar en esto mirando nuestro propio ADN. Por lo general, un ser humano tendrá una estructura cromosómica XY o XX que determinará su sexo. ¿Qué tienen de similar estos dos patrones? Ambos comienzan con la misma letra. Me gusta pensar en eso como la misma vida que Dios escribió en nuestros cuerpos. Todos somos iguales ante Dios y hechos a su imagen y semejanza. Pero luego llegas a la segunda letra del código genético. Aquí es donde entra la diferencia. Esta pequeña letra determinará muchos factores diferentes que nos diferenciarán de los demás. Pero en lugar de ver la diferencia como algo negativo, propongo que la veamos como algo positivo.

Damon Owens dijo una vez que el hombre y la mujer no fueron creados diferentes el uno del otro, sino el uno para el otro. En otras palabras, las diferencias que tenemos y la “desigualdad” que existe en la humanidad, pueden ser diferencias necesarias que nos ayuden a construirnos entre todos. Piense en su parroquia por un segundo. Contiene una mezcla de personas de diferentes orígenes, razas, credos y familias. Cada individuo es parte de la familia de Dios, pero también tiene talentos únicos e individuales que pueden construir ese reino. Es lo mismo contigo. Así que creo que nuestra pregunta de hoy no debería ser cómo podemos ser más como los demás, sino cómo podemos usar los talentos únicos que se nos han dado para servir a los demás y amar a Dios.

Si es difícil reconocer lo que te hace único, pregúntale a Dios. Él te creó con una dignidad inmensa, pero también con esa chispa individual que te hace único. Yo sugiero que agradezcamos a Dios que no todos somos iguales, entramos plenamente a esa diferencia y construyamos el Reino un don y un talento a la vez. Los dejo con San Pablo, quien resalta este punto. “Ahora bien, hay variedad de dones, pero un mismo Espíritu; y hay variedad de servicios, pero un mismo Señor; y hay variedad de actividades, pero es el mismo Dios quien las activa todas en todos. A cada uno le es dado la manifestación del Espíritu para el bien común”. -1 Corintios 12:4-7

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Tommy Shultz is a Business Development Representative for Diocesan. In this role he is committed to bringing the best software to dioceses and parishes while helping them evangelize on the digital continent. Tommy has worked in various diocese and parish roles since his graduation from Franciscan University with a Theology degree. He hopes to use his skills in evangelization, marketing, and communications, to serve the Church and bring the Good News to all. His favorite quote comes from St. John Paul II, who said, “A person is an entity of a sort to which the only proper and adequate way to relate is love.”

Feature Image Credit: Markus Winkler, unsplash.com/photos/97Ncs6x3NTg

Case Closed / Caso Cerrado

I had such trouble trying to decide what to write about today. There’s so many good themes across all the readings – conversion, light in darkness, newness, etc. However, I decided to bite the bullet and share with you all one of my not proudest moments. 

When I was in college, I served as a room host – meaning prospective students making an overnight visit to campus would sometimes stay in my dorm room with me and my roommate. The first time we got to host a prospective student, I got so excited that I did what any millennial would do. I looked her up on social media. And I did not like what I saw. I didn’t think she was worthy to attend an awesome school like Franciscan. And I most certainly had preconceived notions as to how her visit was going to go. While I don’t remember much of the actual time I spent with this particular prospective student, I do remember what happened after she left. I wept. 

That’s right. I cried. Why? Because I realized I had judged her (and unfairly, at that). I decided who she was as a person before she could even say hi and introduce herself. That wretched feeling of realizing what I had done and even just that I had judged another human being – it’s a feeling that vividly sticks with me to this day, almost nine years later. 

I tell this story a lot … and I’m sorry if I’ve used it in another blog post already. But this lesson is just too big to let it go. This truth, that you and I were never meant to judge another human being’s heart, needs to be heard over and over again. God Himself is the only judge of our hearts and that is the reminder we get in today’s First Reading. 

When we are about to pass judgment on another person, what is something that can help us in the moment? I offer this: picture Jesus standing right next to that person, with his hand on their shoulder, saying to you, “This is my beloved son/daughter.” That person is loved by God. That person has dignity and deserves not to be judged by you. It’s hard. Even after that experience at college, I’m not perfect at it. But it’s something I keep in mind and something I hope you will too. 

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Tuve tantos problemas tratando de decidir sobre qué escribir hoy. Hay tantos temas buenos en todas las lecturas: conversión, luz en la oscuridad, renovación, etc. Sin embargo, decidí hacer algo difícil y compartir con todos ustedes uno de los momentos de los cuales no me siento tan orgullosa.

Cuando estaba en la universidad, servía como anfitrióna de la habitación, lo que significa que los futuros estudiantes que visitaban al campus por la noche a veces se quedaban en el dormitorio conmigo y mi compañera de cuarto. La primera vez que recibimos a un posible estudiante, me emocioné tanto que hice lo que haría cualquier otro millennial. La busqué en las redes sociales. Y no me gustó lo que vi. No pensé que fuera digna de asistir a una escuela increíble como la franciscana. Y ciertamente tenía nociones preconcebidas sobre cómo iba a ser su visita. No me acuerdo mucho del tiempo que pasé con esta posible estudiante en particular, pero sí me acuerdo lo que sucedió después de que se fue. Lloré.

Así es. Lloré. ¿Por qué? Porque me di cuenta de que la había juzgado (e injustamente, además). Decidí quién era ella como persona antes de que pudiera saludarme y presentarse. Ese desdichado sentimiento de darme cuenta de lo que había hecho e incluso de haber juzgado a otro ser humano, es un sentimiento que me acompaña vívidamente hasta el día de hoy, casi nueve años después.

Cuento esta historia con cierta frecuencia, y lo siento si ya la he compartido en otra publicación de blog. Pero esta lección es demasiado grande para dejarla pasar. Esta verdad, que tú y yo nunca estuvimos destinados a juzgar el corazón de otro ser humano, necesitamos escucharlo una y otra vez. Dios mismo es el único juez de nuestros corazones y ese es el recordatorio que recibimos en la Primera Lectura de hoy.

Cuando estamos a punto de juzgar a otra persona, ¿qué es algo que nos puede ayudar en el momento? Te ofrezco esto: imagina a Jesús parado justo al lado de esa persona, con su mano en su hombro, diciéndole: “Este es mi hijo/hija amado”. Esa persona es amada por Dios. Esa persona tiene dignidad y no merece ser juzgada por ti. Es dificil. Incluso después de esa experiencia en la universidad, no soy perfecta en eso. Pero es algo que tengo en mente y algo que espero que tú también tengas en mente.

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Erin is a Cleveland native and graduate of Franciscan University of Steubenville. She is passionate about the Lord Jesus, all things college sports and telling stories and she is blessed enough to get paid for all three of her passions as a full-time youth minister and a freelance sports writer.

Feature Image Credit: Tingey Injury Law Firm, unsplash.com/photos/6sl88x150Xs

Following in Peter’s Footsteps / Siguiendo en las Huellas de San Pedro

In the Gospel of Luke today, Jesus calls Peter to follow him. While Jesus was asking Peter to fill a unique role in the Kingdom of God, (After all, there can only be one first Pope, right?) we can use the path that Peter follows as a guide for our own faith journey.

In Luke’s retelling, Jesus had already gained a following before assembling the group later called “Disciples”. This means that when Jesus asked Peter to use his boat to teach to the crowds, Peter had already heard of Jesus. He knew Jesus was drawing crowds. He allowed Jesus to use his boat and heard what Jesus had to say for himself. When Jesus told Peter to put the nets down one more time, Peter politely informed him that they had already been at work all night, but he humored Jesus and put the nets down one more time. The nets were overflowing and Peter acknowledged Jesus as more than just another prophet. “Leave me, Lord, for I am a sinful man.” Jesus called and Peter left everything to follow Him. 

Peter heard about Jesus. Peter heard Jesus speak. Jesus asked Peter for something entirely doable and Jesus went beyond Peter’s expectations. Peter realized the only logical response to meeting God was to confess one’s sins, give up everything and follow Him. 

Just like Peter, God doesn’t ask us for more than we can do and when we comply with his requests, God goes beyond our wildest expectations. We get ourselves up out of bed on Sundays, brush our teeth and head to Mass. God asks for just a bit of our time, and he responds with a total gift of himself; body, blood, soul, and divinity. God asks us to come to him when we have done wrong or sinned, and he responds with a free gift of grace and another opportunity to start again. Whenever we give just a tiny bit of ourselves, God gives us back so much more. 

When faced with such goodness, such immense love, like Peter, there is nothing we should do except leave everything behind and follow. But leaving behind isn’t easy for us humans. Peter left behind his livelihood, his family tradition of fishing, the community of fishermen who had lived and worked together for generations. Once he encountered Jesus, he was willing to leave it all, to follow God’s plan. And just look at what came of that! 

We can reflect on what we are to give up. What are those habits and ways of life which are comfortable and familiar, but to fully follow Jesus, we need to leave them behind? What are the habits of our current world, the mass media, the constant availability of dopamine-inducing content that hijack our brain and our time? 

We have heard about Jesus. We have heard Jesus speak through others. Jesus is asking us to follow him. What we need to do, like Peter, is follow him completely. 

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En el Evangelio de Lucas de hoy, Jesús llama a Pedro a seguirlo. Mientras Jesús le pedía a Pedro que desempeñara un papel único en el Reino de Dios (después de todo, solo puede haber un solo primer Papa, ¿verdad?), podemos usar el camino que sigue Pedro como guía para nuestro propio camino de fe.

En el recuento de Lucas, Jesús ya había ganado seguidores antes de reunir al grupo que más tarde se llamaría “Discípulos”. Esto significa que cuando Jesús le pidió a Pedro que usara su barca para enseñar a la multitud, Pedro ya había oído hablar de Jesús. Sabía que Jesús estaba atrayendo multitudes. Permitió que Jesús usara su bote y escuchó lo que Jesús tenía que decir por sí mismo. Cuando Jesús le dijo a Pedro que bajara las redes una vez más, Pedro le informó cortésmente que ya habían estado trabajando toda la noche, pero le siguió la corriente a Jesús y bajó las redes una vez más. Las redes estaban desbordadas y Pedro reconoció a Jesús como algo más que un profeta más. “Déjame, Señor, que soy un hombre pecador”. Jesús lo llamó y Pedro dejó todo para seguirlo.

Pedro oyó acerca de Jesús. Pedro escuchó a Jesús hablar. Jesús le pidió a Pedro algo completamente factible y Jesús fue más allá de las expectativas de Pedro. Pedro se dio cuenta de que la única respuesta lógica para encontrarse con Dios era confesar los pecados, renunciar a todo y seguirlo.

Al igual que Pedro, Dios no nos pide más de lo que podemos hacer y cuando cumplimos con sus pedidos, Dios va más allá de nuestras expectativas más grandes. Los domingos nos levantamos de la cama, nos cepillamos los dientes y vamos a misa. Dios pide un poco de nuestro tiempo y responde con un don total de sí mismo; cuerpo, sangre, alma y divinidad. Dios nos pide que acudamos a él cuando hemos hecho algo malo o cuando hemos pecado, y él responde con un regalo gratuito de gracia y otra oportunidad para comenzar de nuevo. Cada vez que damos un poco de nosotros mismos, Dios nos devuelve mucho más.

Ante tanta bondad, tan inmenso amor, como Pedro, no hay nada que debamos hacer sino dejar todo y seguirlo. Pero dejar todo no es fácil para nosotros los seres humanos. Pedro dejó atrás su medio de vida, su tradición familiar de pesca, la comunidad de pescadores que habían vivido y trabajado juntos durante generaciones. Una vez que se encontró con Jesús, estuvo dispuesto a dejarlo todo para seguir el plan de Dios. ¡Y mira lo que salió de eso!

Podemos reflexionar sobre lo que debemos renunciar. ¿Cuáles son esos hábitos y formas de vida que son cómodos y familiares, pero para seguir completamente a Jesús, debemos dejarlos atrás? ¿Cuáles son los hábitos de nuestro mundo actual, los medios de comunicación, la disponibilidad constante de contenido inductor de dopamina que secuestra nuestro cerebro y nuestro tiempo?

Hemos oído hablar de Jesús. Hemos escuchado a Jesús hablar a través de otros. Jesús nos pide que lo sigamos. Lo que tenemos que hacer, como Pedro, es seguirlo completamente.

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Sheryl is happy to be the number 1 cheerleader and supporter for her husband, Tom who is a candidate for the Permanent Diaconate in the Diocese of Kalamazoo. They are so grateful for the opportunity to grow together in this process. Sheryl’s day job is serving her community as the principal for St. Therese Catholic School in Wayland, Michigan. Since every time she thinks she gets life all figured out, she realizes just how far she has to go, St. Rita of Cascia is her go-to Saint for intercession and help. Home includes Carlyn, a very, very goofy Golden Retriever and Lucy, our not-so-little rescue puppy. 

Feature Image Credit: Pascal Müller, unsplash.com/photos/jyFynzFZ9-4

Need Renewal? Find Your “Deserted Place” Today / ¿Buscas Renovarte? Encuentra Hoy Tu “Lugar Desierto”

At daybreak, Jesus left and went to a deserted place.

In today’s Gospel reading, we enter into just one of Jesus’ “days.” He had been teaching and healing non-stop for 24 hours at least. After he had left the synagogue [before today’s reading picks up], he went to Peter’s house, where he was asked to heal Peter’s mother-in-law who lay in bed with a severe fever. Jesus rebuked the fever and she immediately got up “and waited on them.” I imagine that meant cooking dinner, giving Jesus a bit of refreshment near the end of a busy day. 

However, at sunset the house began to crowd with endless people pleading throughout the night for healing and hope. And now at daybreak, “Jesus left and went to a deserted place.” These are the words that are used in the Gospel of Luke to introduce the hours of solitude in which Jesus would be alone with his Father in prayer. These words are never used to indicate that Jesus was taking a break. He didn’t leave to escape the noise and demands of the crowds who needed him, but to reconnect with the Source of his Life, the Fire of Love that burned within him, his purpose, his desire. His great need was to stay in communion with the Father, and it was from this communion that he gained the strength and energy to give, to serve, to love, and eventually to lay down his life.

Saint John Paul II seemed to get his cue from Jesus himself. He received his drive, and his purpose, from prayer. The Pope’s schedule, according to Andreas Widmer, author of the book The Pope & the CEO: John Paul II’s Leadership Lessons to a Young Swiss Guard, ran something like this: The Pope rose before 6:00 and prayed in his private chapel before visitors joined him for Mass at 7:00. After Mass and an hour or two in the office, he would greet official visitors at 11:00, and then give his general audiences which were followed by lunch where he was joined by various Vatican staff. His lunches were the opportunity for him to be brought up to speed on what was happening in the various offices of the Vatican. Often he invited guests specifically to engage in a vigorous discussion on various theological or philosophical issues that concerned the life of the Church. After lunch, the Pope headed for the rooftop gardens of the Papal Palace to walk and talk with God. After this time of quiet prayer and rest, there were several hours of office work and more audiences until dinner at 8:00 where guests dined with him once more. After dinner he returned to reading and writing and praying well into the night, only turning out his lights at midnight or even later. We can imagine that this was a leisurely schedule compared to his schedule while traveling.

Widmer recalls that when John Paul II returned after being weeks on the road he didn’t head straight for his own apartment and collapse for a few days in exhaustion. As he arrived at the Vatican, he would stop and greet all the staff who had gathered to welcome him home and inspect the Swiss Guard lined up in honor formation, talking to each one and shaking their hands.

Widmer, who was a twenty-year-old Swiss Guard at the time and who was, like his fellow guards, in peak physical condition, describes how the young Swiss Guards were unable to keep up with the energy level of Saint John Paul II. He shared in his book how he tried to remember even once when he saw that schedule taking a toll on the pope. He couldn’t remember John Paul II ever exhausted, bleary-eyed, burnt out, irritated. The Swiss Guards who traveled with him on those trips were 40, 50, 60 years his junior, yet they returned home exhausted. The Pope instead was filled with energy and ready to pour himself out for others.

Just like Jesus, just like Saint John Paul II, each of us has a mission in life. Each of us have demands, are busy, have an overcrowded schedule. Each of us must deal with the rapid force of endless change and the fear of the uncertainty of what is right around the corner, the endless unknowns that could upset our life. Each of us is called in our vocation to pour ourselves out in response to whatever God asks of us.

Take your cue from Jesus today. Find your “deserted place” to recharge, regroup, renew. You may be able to stay there for moments, or it may be hours. You may find your deserted place in the car on a long commute or at night when the house has grown silent and all your family members are sleeping. Wherever it is and for whatever length of time you are able to be there, cherish your “deserted place” to commune with your God who will renew your energy, return your joy, and recharge your purpose in life.

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Al día siguiente se fue a un lugar solitario.

En la lectura del Evangelio de hoy, entramos en solo uno de los “días” de Jesús. Había estado enseñando y sanando sin parar durante al menos 24 horas. Después de haber salido de la sinagoga [antes de que comience la lectura de hoy], fue a la casa de Pedro, donde se le pidió que curara a su suegra, que estaba en cama con mucha fiebre. Jesús reprendió la fiebre y ella inmediatamente se levantó “y se puso a servirles”. Me imagino que eso significaba preparar la cena, darle a Jesús un poco de refrigerio cerca del final de un día ajetreado.

Sin embargo, al atardecer la casa comenzó a llenarse con un sinfín de personas suplicando durante toda la noche por sanidad y esperanza. Y ahora, al amanecer, “Jesús partió y se fue a un lugar desierto”. Estas son las palabras que se utilizan en el Evangelio de Lucas para introducir las horas de soledad en las que Jesús estaría a solas con su Padre en oración. Estas palabras nunca se usan para indicar que Jesús estaba tomando un descanso. No partió para escapar del ruido y las demandas de las multitudes que lo necesitaban, sino para reconectarse con la Fuente de su Vida, el Fuego del Amor que ardía dentro de él, su propósito, su deseo. Su gran necesidad era permanecer en comunión con el Padre, y de esta comunión obtuvo la fuerza y ​​la energía para dar, servir, amar y, finalmente, dar su vida.

San Juan Pablo II pareció entender el ejemplo del mismo Jesús. Recibió su impulso y su propósito de la oración. El horario del Papa, según Andreas Widmer, autor del libro The Pope & the CEO: John Paul II’s Leadership Lessons to a Young Swiss Guard, (El Papa y el CEO: Lecciones de Liderazgo de Juan Pablo II) para una joven Guardia Suizaera más o menos así: el Papa se levantaba antes de las 6:00 y rezaba en su capilla privada ante los visitantes, se unió a él para la Misa a las 7:00. Después de la Misa y una hora o dos en la oficina, saludaba a los visitantes oficiales a las 11:00 y luego daba sus audiencias generales seguidas de un almuerzo donde se le unían varios miembros del personal del Vaticano. Sus almuerzos fueron la oportunidad para que él se pusiera al día sobre lo que estaba sucediendo en las distintas oficinas del Vaticano. A menudo invitaba a los invitados específicamente a participar en una discusión vigorosa sobre varios temas teológicos o filosóficos que se relacionaban con la vida de la Iglesia. Después del almuerzo, el Papa se dirigió a los jardines de la azotea del Palacio Papal para caminar y hablar con Dios. Después de este tiempo de oración tranquila y descanso, hubo varias horas de trabajo de oficina y más audiencias hasta la cena a las 8:00 donde los invitados cenaron con él una vez más. Después de la cena, volvió a leer, escribir y orar hasta bien noche, y solo apagaba las luces a medianoche o incluso más tarde. Podemos imaginar que este era un horario pausado en comparación con su horario mientras viajaba.

Widmer recuerda que cuando Juan Pablo II regresaba después de estar de viaje por unas semanas, no se dirigía directamente a su propio apartamento a derrumbarse durante unos días por el agotamiento. Cuando llegaba al Vaticano, se detenía y saludaba a todo el personal que se había reunido para darle la bienvenida a casa e inspeccionaba a la Guardia Suiza en formación de honor, hablando con cada uno y dándoles la mano.

Widmer, que en ese momento era un guardia suizo de veinte años y que, al igual que sus compañeros de guardia, estaba en óptimas condiciones físicas, describe cómo los jóvenes guardias suizos no pudieron mantenerse al día con el nivel de energía de San Juan Pablo II. Compartió en su libro cómo trató de recordar incluso una vez cuando vio que ese horario le estaba afectaba al Papa. No podía recordar a Juan Pablo II alguna vez exhausto, con ojos llorosos, quemado, irritado. Los guardias suizos que viajaron con él en esos viajes eran 40, 50, 60 años menores que él, pero regresaron a casa exhaustos. El Papa, en cambio, estaba lleno de energía y dispuesto a entregarse por los demás.

Como Jesús, como San Juan Pablo II, cada uno de nosotros tiene una misión en la vida. Cada uno de nosotros tiene demandas, está ocupado, tiene un horario abarrotado. Cada uno de nosotros debe lidiar con la fuerza rápida del cambio sin fin y el miedo a la incertidumbre de lo que está a la vuelta de la esquina, las incógnitas infinitas que podrían trastornar nuestra vida. Cada uno de nosotros está llamado en nuestra vocación a entregarse en respuesta a lo que Dios nos pide.

Siga el ejemplo de Jesús hoy. Encuentra tu “lugar desierto” para recargar, reagrupar, renovar. Es posible que pueda permanecer allí por momentos, o pueden ser horas. Puede encontrar su lugar desierto en el automóvil en un viaje largo o por la noche cuando la casa se ha vuelto silenciosa y todos los miembros de su familia están durmiendo. Dondequiera que sea y durante el tiempo que puedas estar allí, atesora tu “lugar desierto” para comunicarte con tu Dios, quien renovará tu energía, te devolverá la alegría y recargará tu propósito en la vida.

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Sr. Kathryn J. HermesKathryn James Hermes, FSP, is the author of the newly released title: Reclaim Regret: How God Heals Life’s Disappointments, by Pauline Books and Media. An author and spiritual mentor, she offers spiritual accompaniment for the contemporary Christian’s journey towards spiritual growth and inner healing. She is the director of My Sisters, where people can find spiritual accompaniment from the Daughters of St. Paul on their journey. Website: www.touchingthesunrise.com Public Facebook Group: https://www.facebook.com/groups/srkathrynhermes/ For monthly spiritual journaling guides, weekly podcasts and over 50 conferences and retreat programs join my Patreon community: https://www.patreon.com/srkathryn.

Feature Image Credit: Josef August Untersberger, Public domain, via Wikimedia Commons, commons.wikimedia.org/wiki/File:Christ_on_the_Mount_of_Olives_by_Giovanni.jpg

Christ Commands Obedience / Jesucristo Exije la Obediencia

In today’s Gospel, Luke retells the story of Jesus driving a demon out of a man. Before the demon lets go and leaves the man, he says to Christ, “I know who you are—the Holy One of God!” Jesus commands him to be quiet and to come out. The demon then leaves the man, and all of the onlookers are amazed that Christ could make the demon obey. 

The scene must have been both scary and amazing. Imagine witnessing a demon do as Christ commands. God’s words are so powerful that even a demon had to obey.

As we think about this obedience, let us reflect upon our own lives. Do we obey God? Do we do as He commands? Or do we prefer the commands of the world or our own desires to God’s?

It is extremely easy to get wrapped up in a life that takes us far from God’s words. We allow the false idols of society to take His place and to overshadow His voice. We allow vices to prevail. We permit things to interfere with the time we should be spending in God’s house or listening to His words. These are our demons. These are the things that make it so that we cannot even hear God’s voice.

But God persists. He wants us to be free of our demons just as He wanted the actual demon to leave the man. He keeps calling. He keeps commanding. 

And why does He do this?

He does this because He loves us. We belong to Him. Just as the demon possessed the man and rendered him unable to live a holy life, our demons possess us. Our demons create a rift between us and God. They keep us from growing closer to Him. 

But we can make changes in our lives that will lead us to God instead of away from Him.

How do we do that? We begin with prayer and confession. We prayerfully examine our lives, our actions, and all of the things that interfere with our relationship with God. And then we tell God that we are sorry for our sins. We go to confession and apologize. We thank Him for the grace to pick ourselves up again. We promise obedience. 

We do this because we know, just as the demon knew, that Christ is “the Holy One of God.”

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En el Evangelio de hoy, Lucas vuelve a contar la historia de Jesús expulsando a un demonio de un hombre. Antes de que el demonio suelte y abandone al hombre, le dice a Cristo: “Sé que tú eres el Santo de Dios”. Jesús le ordena que se calle y que salga. El demonio luego deja al hombre, y todos los espectadores se asombran de que Cristo pudiera hacer que el demonio obedezca.

La escena debe haber sido tanto aterradora como asombrosa. Imagínese ver a un demonio hacer lo que Cristo ordena. Las palabras de Dios son tan poderosas que incluso un demonio tuvo que obedecer.

Mientras pensamos en esta obediencia, reflexionemos sobre nuestras propias vidas. ¿Obedecemos a Dios? ¿Hacemos lo que Él manda? ¿O preferimos los mandatos del mundo o nuestros propios deseos a los de Dios?

Es extremadamente fácil quedar envuelto en una vida que nos aleja de las palabras de Dios. Permitimos que los falsos ídolos de la sociedad tomen Su lugar y eclipsen Su voz. Permitimos que los vicios prevalezcan. Permitimos que las cosas interfieran con el tiempo que deberíamos pasar en la casa de Dios o escuchando Sus palabras. Estos son nuestros demonios. Estas son las cosas que hacen que ni siquiera podamos escuchar la voz de Dios.

Pero Dios persiste. Él quiere que seamos libres de nuestros demonios tal como Él quería que el demonio real dejara al hombre. Él sigue llamando. Él sigue al mando.

¿Y por qué hace esto?

Él hace esto porque nos ama. Pertenecemos a Él. Así como el demonio poseyó al hombre y lo hizo incapaz de vivir una vida santa, nuestros demonios nos poseen. Nuestros demonios crean una brecha entre nosotros y Dios. Nos impiden acercarnos más a Él.
Pero podemos hacer cambios en nuestras vidas que nos lleven a Dios en lugar de alejarnos de Él.

¿Como hacemos eso? Comenzamos con la oración y la confesión. En oración examinamos nuestras vidas, nuestras acciones y todas las cosas que interfieren con nuestra relación con Dios. Y luego le decimos a Dios que nos arrepentimos de nuestros pecados. Vamos a confesarnos y disculparnos. Le damos gracias por la gracia de levantarnos de nuevo. Prometemos obediencia.

Hacemos esto porque sabemos, tal como lo sabía el demonio, que Cristo es “el Santo de Dios”.

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Susan Ciancio has a BA in psychology and a BA in sociology from the University of Notre Dame, with an MA in liberal studies from Indiana University. For the past 19 years, she has worked as a professional editor and writer, editing both fiction and nonfiction books, magazine articles, blogs, educational lessons, professional materials and website content. Thirteen of those years have been in the pro-life sector. Currently Susan freelances and writes weekly for HLI, edits for American Life League, and is the executive editor of Celebrate Life Magazine. She also serves as executive editor for the Culture of Life Studies Program—an educational nonprofit program for K-12 students. You can reach her at slochner0.wixsite.com/website.

Feature Image Credit: Angie Menes, www.cathopic.com/photo/20657-yo-te-absuelvo-tus-pecados