Children of God

Let’s face it, sometimes what the Lord asks of us is just downright TOUGH. We are supposed to be holy and good, generous and kind, patient and prudent. And as if that’s not hard enough, during Lent we are also asked to practice self-control and self-denial. UGH! Just give me a latte and some chocolate right now, because I don’t know if I can do this!

Yet today’s readings give us a spark of hope. Despite the fact that what He asks of us is difficult, it always results in a greater gift. 

The First Reading says: “Today you are making this agreement with the LORD: he is to be your God and you are to walk in his ways and observe his statutes, commandments and decrees, and to hearken to his voice” (Dt 26:17).

That is the tough part. But listen to what comes next: “you are to be a people peculiarly his own, as he promised you…he will then raise you high in praise and renown and glory, above all other nations he has made, and you will be a people sacred to the LORD, your God” (Dt 26:18-19).

What an incredible promise! What is a little self-sacrifice compared to being special and sacred to God!?

And again in the Gospel, he says “So be perfect, just as your heavenly Father is perfect” (Mt5:48). But the payoff is sweet: “that you may be children of your heavenly Father” (Mt 5:45). My Dad always used to tell me that God can never be outdone in generosity, and today’s readings show us the perfect example. We are asked to put forth a little effort, yet His rewards are everlasting.

Tami Urcia spent early young adulthood as a missionary in Mexico, while simultaneously studying Theology and Philosophy in Spanish. She has worked in Family Life Ministry at both the diocesan and parish levels. She currently works for Diocesan, is a freelance translator and blogger. She and her Peruvian husband are raising their children bilingual and love sharing reflections of life, love and everything in between. Find out more about her here: https://togetherandalways.wordpress.com

Hijos de Dios

Vamos a ser sinceros, a veces lo que el Señor nos pide es bastante difícil. Debemos ser santos y buenos, generosos y bondadosos, pacientes y prudentes. Y por si acaso eso no basta, durante la Cuaresma también debemos practicar el autodominio y sacrificarnos. AAH! ¡Por favor, dame un café latte y unos chocolates ahora mismo porque no puedo con todo esto!

Sin embargo, las lecturas de hoy nos dan un poco de esperanza. A pesar de que lo que nos piden es difícil, siempre resulta en un don mayor de parte de Dios.  

La Primera Lectura dice: “Hoy has oído al Señor declarar que él será tu Dios, pero sólo si tú caminas por sus sendas, guardas sus leyes, mandatos y decretos, y escuchas su voz.” (Dt 26:17)

Esa es la parte difícil. Pero escucha lo que dice a continuación: “tú serás el pueblo de su propiedad, como él te lo ha prometido… él te elevará en gloria, renombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho y tú serás un pueblo consagrado al Señor, tu Dios” (Dt 26:18-19).

¡Que promesa tan increíble! ¿Qué importa un poco de sacrificio comparado con el hecho de ser elevado y consagrado a Dios?

Y de nuevo en el Evangelio nos pide algo aparentemente imposible diciendo, “Sean, pues, perfectos como su Padre celestial es perfecto” (Mt 5:48), pero la consecuencia es tan dulce: “para que sean hijos de su Padre celestial” (Mt 5:45).

Mi papá siempre decía que nunca podrás ganarle al Señor en la generosidad, y las lecturas de hoy nos demuestran el ejemplo perfecto. Se nos pide poner un poco de esfuerzo, pero sus recompensas son eternas.  

Primero Reconcíliate y Luego Ofrece tu Regalo

Este Evangelio es tan directo que quizá nos pone incómodos. Entendemos lo que dice Jesús, pero ¿cómo nos toca al corazón? Pienso en esa persona con quien no me llevo bien, ¿puede ser que Jesús me está hablando de esa? ¡Claro que sí! Para vivir este Evangelio tengo que estar en paz con todos. Si he lastimado a alguien, tengo que pedirle perdón y reparar el daño hecho.  De todos modos, la vida humana es caótica, y algunas relaciones nunca se podrán restaurar. No puedo controlar los pensamientos y las acciones de otras personas.  A veces la gente se ofende cuando no teníamos ninguna intención de ofender, y rechazan cualquier relación. En estos casos dolorosos, la relación que pide Jesús tiene que tomar lugar en mi propio corazón, que no guarde rencores contra esa persona sino que rece por él/ella.

Policarpo, el santo que celebramos hoy, nos ofrece un ejemplo maravilloso de la reconciliación. Como obispo de Esmirna en Asia Menor, lo martirizaron a la edad de 86 años, alrededor del año 155. Somos afortunados poder contar con los actos de su martirio, los cuales nos dan una mirada excelente a su personalidad. El gobierno estaba persiguiendo a los cristianos, y Policarpo lo pensó prudente esconderse. Pero uno de los sirvientes de su casa lo traicionó y llevó la policía al Obispo. Cuando todos llegaron a la casa, en lugar de enojarse por la traición, Policarpo les dio la bienvenida al sirviente y a la policía y “Pidió que pusieran delante de ellos algo de comer y tomar, todo lo que quisieran, y les pidió que lo permitiera rezar por una hora sin interrupciones.” Rezó por dos horas, “acordándose de cada persona con quien había tenido contacto, tanto pequeños como grandes, distinguidos como desconocidos, y también a la Iglesia Católica entera pero todo el mundo.” Y luego lo llevaron a Policarpo a la muerte.

Estaba en paz e incluso demostró su sentido de humor. En la arena, a Policarpo le dijeron que tenía que hacer un juramento diciendo, “¡Fuera los ateos!” –significando los cristianos, a quienes llamaron ateos porque rehusaron alabar a los dioses romanos. En lugar de hacerlo, mirando a toda la muchedumbre de paganos anárquicos en el estadio, y señalándolos con su mano, les dijo “¡Fuera los ateos!” Después de que lo rogaron denunciar a Cristo, Policarpo declaró, “Lo he servido por ochenta y seis años y nunca me hizo ningún daño. ¿Cómo puedo blasfemar a mi Rey y Salvador?” Luego salió a encontrar la muerte por el fuego y la espada.

Podemos admirar la manera que Policarpo les dio la bienvenida cálida a sus propios enemigos y los sirvió, aunque habían venido a arrastrarlo a su muerte. Policarpo ofreció su propia vida en unión con el sacrificio eucarístico, lo cual había celebrado frecuentemente como sacerdote y obispo. En la Misa, nosotros también podemos ofrecer el don de nuestras vidas día tras día con un corazón abierto a todos. Que esta cuaresma nos ayude a ser más como Jesús, igual que Policarpo dio a sí mismo para el Señor.

First Be Reconciled, Then Offer Your Gift

This Gospel is so clear it might make us squirm. We understand what Jesus is saying, but how does it strike our hearts? What about that one person I just can’t get along with? Is Jesus really speaking about that one? Yes, he is! To live this Gospel, I need to be at peace with everyone. If I have hurt another person, I need to apologize and make amends. Still, human life is messy, and some relationships will never be restored. I can’t control the thoughts and actions of other people.  Sometimes people take offense when none was intended or given, and refuse any relationship. In those painful cases, the reconciliation Jesus asks for has to take place in my own heart, that I bear no grudge and pray for that person.

Polycarp, the saint we celebrate today, offers us a wonderful example of reconciliation. The bishop of Smyrna in Asia Minor, he was martyred at the age of 86, around the year 155. We’re fortunate to have the Acts of his martyrdom, which gives us a wonderful glimpse of his personality. The government was persecuting Christians, and Polycarp thought it prudent to go into hiding. But one of his household servants betrayed him to the police, and led them to the bishop. When they all arrived at the house, instead of getting angry at the betrayal, Polycarp welcomed the servant and the police. “He ordered that something to eat and drink should be set before them, as much indeed as they wanted, while he asked them to allow him an hour to pray without disturbance.” He prayed for two hours, “remembering everyone who had at any time come in contact with him, both small and great, illustrious and obscure, as well as the whole Catholic Church throughout the world.” Then they led Polycarp off to be killed.

He was at peace and even showed his sense of humor. In the arena, Polycarp was told to swear an oath, saying, “Away with the atheists!”—meaning the Christians, who were called atheists because they refused to worship the Roman gods. Instead, looking up at the whole crowd of the lawless heathens then in the stadium, and waving his hand toward them, he said, “Away with the atheists!” After being urged again to denounce Christ, Polycarp declared, “I have served him for eighty-six years and he never did me any injury. How can I blaspheme my King and my Savior?” Then he went out to meet his death by fire and sword.

We can admire the way Polycarp graciously welcomed his enemies and served them, even when they came to drag him to his death. Polycarp offered his own life in union with the Eucharistic sacrifice, which he had often celebrated as a priest and bishop. At Mass, we too can offer the gift of our lives day by day, with a heart open to all. May this Lent help us to become more like Jesus, just as Polycarp gave himself for the Lord.

Sr. Marianne Lorraine Trouve’ has been a member of the Daughters of Saint Paul since 1976. She has an MA in theology from the University of Dayton and has served on the editorial staff of Pauline Books and Media for over 20 years. She is the author of several books, including Saint Thomas Aquinas, and Mary: Help in Hard Times. When she’s not writing, editing, or working on logic puzzles, she can be found blogging at www.thomasfortoday.blogspot.com.

Las Llaves a Mi Propio Pequeño Reino

En el Evangelio de hoy, Simón Pedro no duda en responder a la pregunta de Jesús, “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Jesús también dice que su Padre celestial se le ha revelado esta información a Simón Pedro, pero ¿cómo?

El Evangelio no nos dice como el Padre reveló la identidad de Jesús a Simón Pedro. Nos quedamos con la duda y solo podemos suponer. Seguramente no era una revelación dramática, porque si fuera así nos hubieran contado la historia. Aparentemente era una revelación privada entre Dios y Simón Pedro a solas, una revelación que Jesús esperaba antes de entregarle a Simón Pedro las llaves de Reino.

Este intercambio sencillo entre Jesús y Simón Pedro inició la fundación de la Iglesia Católica pero ¿cómo se relaciona a tú y yo?

Personas de otras denominaciones me ha preguntado varias veces quién es Jesús. Es una pregunta trampa. Si no contesto de cierta manera…pues, lo más probable es que ustedes también han tenido la misma conversación.

Pero leyendo el Evangelio de hoy me hace pensar diferente. Reconozco quien es Jesús pero dudo que vaya a recibir llaves del Reino. ¿O sí? Mi reino terrenal consiste de mi familia y nuestra casa. Es mi responsabilidad de ver que se paguen las cuentas, la ropa este limpia, la casa esté ordenada y se compra la comida, etc. Es nuestra esquina del mundo. Es el punto de inicio de donde empezamos nuestro día. Si nuestros alrededores son caóticos, no podemos enfrentar las dificultades del día.

Mientras reflexiono en el Evangelio de hoy, me imagino reconociendo a Jesús igual que Simón pedro. También veo a Jesús, sonriéndome mientras me pasa un anillo de llaves chiquitos que me dan la responsabilidad de mi propio pequeño reino. Le sonrió a Él y acepto las llaves. Y me disculpo porque ¡tengo que irme a aspirar las alfombras!

Keys to My Own Little Kingdom

In today’s Gospel reading, Simon Peter doesn’t hesitate to answer Jesus’ question, “But who do you say that I am?” Jesus also states that His heavenly Father revealed this information to Simon Peter. But how?

The Gospel doesn’t tell us how the Father revealed Jesus’ identity to Simon Peter. We are left to speculate. It probably wasn’t a dramatic reveal, otherwise, that story would have been told. It apparently was a private revelation between God and Simon Peter alone. A revelation that Jesus was waiting for before He turned the keys to the kingdom over to Simon Peter.

That simple exchange between Jesus and Simon Peter began the foundation of the Catholic Church, but how does it relate to you and me?

I’ve been asked numerous times by people of other denominations who Jesus is. It’s sort of a trick question. If I don’t answer in a certain way… well you’ve probably experienced the same conversation.

Reading today’s Gospel got me thinking differently, though. I acknowledge Who Jesus is, but I doubt I’m getting any keys to the kingdom. Or am I? My earthly kingdom consists of my family and our house.  It’s my responsibility to see that the bills are paid, laundry is done, house is clean, groceries are purchased, etc. It’s our corner of the world. It’s the stepping point from which we begin our day. If our surroundings are chaotic, we cannot face the days’ challenges.

As I reflect on today’s Gospel, I imagine acknowledging Jesus as Simon Peter did. I also see Jesus, smiling at me as He hands me a ring of tiny keys that give me the responsibility of my own little kingdom. I smile at Him and take the keys. I excuse myself because I had better go vacuum!

CatholicMom.com was started by Lisa Hendey in 2000 to create a community for Catholic parents to share insights on living their faith with their family. The website has grown substantially over the years to become a rich resource for all Catholics seeking spiritual enrichment for their families.  It continues to provide fresh perspectives from the enriching columnists and contributors with daily articles and reflections as well as book and tech recommendations.

Jesús Es Más Que Un Arreglo Rápido

¿La gente de este tiempo es una generación perversa? (Lc 11:29) Creo que este versículo se  aplica bastante bien a donde estamos hoy día. Estamos buscando dirección en todos lados menos en Dios.  Queremos una señal. Y ¿dónde vamos buscar esta señal? A los medios de comunicación sociales, las grandes redes de noticias, y la televisión de realidad. No encontramos muchas señales…solamente mucha drama y caos. Posteamos en el Facebook pidiendo clarificación, y ¿que ganamos de eso? Capaz mucho consejo pero ni una gota de sabiduría.

En el Evangelio de hoy, vemos la muchedumbre buscando una señal. Jesús da referencia al pasado y les recuerda que Jonás ya había pedido señal (Antiguo Testamento). Jesús está realizando las profecías del Antiguo Testamento y “aquí hay uno que es más que Jonás.” Si Jesús fuera cualquier otra persona pensaríamos que fuera bastante loco pero ¡es Jesús! Al leer los Evangelios, uno se da cuenta que muchas veces Jesús está hablando a la muchedumbre y habla en parábolas. Mientras Jesús habla, parece que frecuentemente se enfoca en el Reino de Dios y a la gente solo les importa lo del momento presente. Si podrían sanarse y seguir con la vida, estarían contentos.

¿Cuántas veces queremos solo un poco de Jesús y luego seguir a la próxima cosa? El dilema que encontramos de las respuestas rápidas es que requieren muy poca transformación espiritual. Las respuestas rápidas nos dan una paz temporaria pero no crean un cambio sustancial en nuestras almas y corazones. Piensan en una comida hecho a fuego lento en una tarde fresca de otoño. No hay nada mejor que cuando la comida ha estado cocinando lentamente por varias horas. Oramos por una señal o un poco de dirección, pero la versión microondas de Jesús es mucho más fácil de manejar. Una fe que descansa en Jesús perdurará las pruebas de hoy y las preguntas de mañana.

Jesus is More Than Just a Quick Fix

This is a wicked generation? I believe this verse could apply quite well to where we are today.  We are searching for direction in every place but from God.  We want a sign. And where do we go for a sign? Social media, major news networks, and reality television. We don’t find many signs… just a lot of drama and chaos. We post a plea for clarity on Facebook, and what do we gain from the post but much advice, and rarely a drop of wisdom?  

In today’s Gospel reading, we see crowds looking for a sign. Jesus points to the past and notes that Jonah was already a sign in the past (Old Testament). Jesus is fulfilling the prophecies set forth in the Old Testament and “something greater than Jonah is here.” If Jesus was anyone else, we would think He is quite crazy but He is Jesus! When you look at the Gospels, you will notice that there are many times that Jesus is speaking to the crowds and telling parables. As Jesus is speaking, it seems that He is often focused on the Kingdom and the crowd just cares about the here and now. If they could get healed and go on their way, they would be content.

How often do we want just a little bit of Jesus and then move onto the next thing? The dilemma that we encounter from quick answers is that they involve very little spiritual transformation. Quick answers give us a temporary peace but do not create substantial change in our hearts and souls. Think of a CrockPot meal on a cool autumn evening. There is nothing better than when your meal has been slowly cooking for hours. We pray for a sign or some guidance, but a microwave version of Jesus is much easier to handle. A faith that is resting in Jesus will endure the trials of today and the questions of tomorrow.

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Una voz en el silencio

Me he vuelto cada vez más consciente de la presencia de Dios en mi vida durante los últimos dos años. Esta es una de las lecciones más valiosas que aprendí durante mi época en el seminario; ser consciente de los movimientos pequeños y silenciosos del Señor, que pasarían desapercibidos si  no estuviera en sintonía con la forma de hablar del Señor.

La otra noche tuve un momento con Dios. Estaba dejando el apartamento de mi prometida para volver a mi casa y me sentía muy agradecido por todo lo que el Señor ha hecho en mi vida y por lo que sigue haciendo. Caía nieve mientras caminaba, la clase de nieve que cruje bajo los pies. Miré hacia arriba y sentí la presencia de Dios de una manera muy real y tangible. Era como si el mundo se detuviera y yo pudiera entrar en el silencio de mi corazón con el Amante de mi Alma.

Momentos como estos no ocurren todo el tiempo, pero sí suceden. Muchas veces estoy demasiado ocupado o distraído para oír el silencio. En el Evangelio de hoy, Jesús nos pide no balbucear como los paganos, que piensan que serán escuchados por todo lo que hablan. A lo largo de la Cuaresma se nos dice que oremos en silencio y ayunemos sin jactarnos. Estas frases han llegado en gran medida a significar que debemos ser humildes en nuestra oración, pero creo que nos perdemos de una profunda riqueza si las reducimos únicamente a la humildad.

La mayoría de los místicos que encontramos en nuestra gran tradición católica hablan de la importancia del silencio, y no solo de la tranquilidad pasiva, sino de la atención activa a las fuerzas espirituales dinámicas que nos rodean y nos acercan más a lo divino.

La Santa Madre Teresa dijo: “Necesitamos encontrar a Dios, y no lo podemos encontrar en el ruido y la agitación. Dios es el amigo del silencio. Fíjate cómo la naturaleza –los árboles, las flores, la hierba– crecen en silencio; fíjate en las estrellas, la luna y el sol, cómo se mueven en silencio… Necesitamos silencio para poder tocar almas”.

Mientras recorremos esta época de renovación espiritual, tómate un segundo para dejar de leer este blog y empieza a prestar atención a las formas silenciosas con las que Dios está trabajando en tu vida. Cada vez que encuentres un momento de calma y tranquilidad en tu día de hoy, simplemente reza Ven Espíritu Santo. Mientras lo haces, siéntate con lo que el Señor tenga que decirte en este momento. Siéntate con la certeza de que eres amado como Hijo o Hija de Dios. Tal vez te sorprenda aquella voz simple y a la vez profunda que oyes en el silencio.

A Voice in the Silence

I have become more and more aware of the presence of God in my life over the past couple years. This is one of the most valuable lessons I learned during my time in seminary; to be aware of the Lord’s small and quiet movements that would go unnoticed if I were not in tune with how the Lord speaks.

The other night I had such a moment with God. I was leaving my fiance’s apartment to head home and I was just feeling so thankful for all the Lord has done in my life and what he continues to do. I walked outside and fresh snow was falling, the kind that crackles  under your feet. I looked up and felt the presence of God in such a real and tangible way. It was as if the world stopped and I was able to enter into the silence of my heart with the Lover of my Soul.

Moments like these do not happen all the time, but they do happen. Often, I am just too busy or distracted to hear the silence. In today’s Gospel, Jesus implores us not to babble like the pagans who think they will be heard because of their many words. All throughout Lent we are told to pray in silence and to fast without boasting. These phrases have largely come to mean that we should be humble in our prayer, but I think there is a deep richness that we miss if we reduce
them solely to humility.

Most of the mystics we encounter in our great Catholic tradition speak of the importance of silence, and not just passive quiet, but active attention to the dynamic spiritual forces all around us drawing us deeper into the divine.

St. Mother Teresa said, “We need to find God, and He cannot be found in noise and restlessness. God is the friend of silence. See how nature – trees, flowers, grass- grows in silence; see the stars, the moon and the sun, how they move in silence… We need silence to be able to touch souls.”

As we journey through this time of spiritual renewal, take a second to stop reading this blog and start paying attention to the silent ways God is working in your life. Whenever you encounter a moment of quiet and calm in your day today, simply pray Come Holy Spirit. As you do, sit with whatever the Lord has to tell you in this moment. Sit with the assurance that you are loved as a Son or Daughter of God. You might just be shocked by the simple yet profound voice that you
hear in the silence.

As a Solutions Evangelist for Diocesan, Tommy is committed to showing parish and diocesan staffs how to use our communication tools to their best advantage.  He has worked for years in various, youth ministry, adult ministry, and diocesan roles. As an expert on Catholic communication, Tommy uses his parish and diocesan experiences to help you make your ministry effective. To bring Tommy to your parish or for general inquiry, contact him at tshultz@diocesan.com or find him online at www.rodzinkaministry.com.

 

 

 

The Ten Commandments are Only the Beginning

Well, Y’all, it’s another Monday. Another beginning to another week, although my dad would point out that “every day is the beginning of the rest of your life.” This is one of those quotes that you hear so often that you begin to dismiss them without fully acknowledging what their intention and actual meaning is. You hear it and immediately cut them off, saying “Yeah, yeah, yeah, every day is the beginning of the rest of my life. I know.”

If I’m being honest with Y’all, I reacted the same way to the Ten Commandments in today’s readings. That is, the reading began, I recognized the Ten Commandments, and began to tune them out, thinking to myself, Yeah, yeah, yeah, don’t murder or steal. Go to Church. I know.

I hate to say it, but I have heard the Commandments so much that they have lost their deeper meaning to me. I tell myself that because I follow the literal words of the Commandments, I must be a good Catholic.  If I step out of my denial, I know that the Commandments go deeper than the single meaning. I know there is so much more to getting into the Kingdom of Heaven than just ten rules to follow. For example, in the Gospel reading today, Jesus did not say that the Son of Man separated the thieves from the honest. Instead, he separates those who acted out of love for strangers from those who sinned and simply avoided sin.

I’m not going to sugarcoat it. Today’s readings are heavy. They remind us that we are held accountable for our every action, as well as our every inaction (the times we do nothing). They remind us that what we do here on earth will follow us on our path to the ultimate goal of God’s Kingdom.

See, you have to go a step further than just not being a murderer. Avoiding sin and following the Ten Commandments word for word is not the same as living God’s message.  Just as Jesus did, we must go out and spread His Holy Word by our actions.

Honor your parents. Be a faithful partner. But what about showing that same kind of love and respect to the rest of humankind? Every day we are given the opportunity to show love and respect by feeding the hungry, giving drink to the thirsty, welcoming strangers, clothing the naked, caring for the sick, and visiting those in prison, yet we are choosing not to do so.

So yes, it’s easier to glaze over the readings (or even this blog) than to self-reflect, but I have a challenge for you: Ignore your justifications, not the Ten Commandments. Ignore your pride, not the people around you. Be more than just a “good enough” Catholic and choose to actively love strangers.

For an in-depth breakdown of what the Ten Commandments really cover, click here.

Since you’ve already begun to do an Examination of Conscience, take the time to begin the first full week of Lent by going to Confession. If it’s been a while, here is a guide on how to go to Confession.

Veronica Alvarado is a born and bred Texan currently living in Michigan. Since graduating from Texas A&M University, Veronica has been published in the Catholic Diocese of Austin’s official newspaper, Catholic Spirit, as well as other local publications. She now works as the Content Specialist in Diocesan’s Web Department.

Los 10 Mandamientos son solo el comienzo

Hola todos, es lunes de nuevo. Otro comienzo de una nueva semana, aunque mi papá diría que “cada día es el comienzo del resto de tu vida”. Esta es una de esas citas que uno oye tan a menudo que comienza a descartarla sin reconocer completamente su intención y significado real. Cuando la oyes, inmediatamente interrumpes diciendo “Sí, sí, sí, cada día es el comienzo del resto de mi vida. Lo sé”.

Si soy honesto con ustedes, reaccioné de la misma manera a los Diez Mandamientos en las lecturas de hoy. Es decir, la lectura comenzó, reconocí los Diez Mandamientos y comencé a recordarlos mientras pensaba en silencio: “Sí, sí, sí, no asesinar o robar. Ir a la iglesia. Lo sé”.

Odio decirlo, pero he oído los Mandamientos tantas veces que han perdido su significado más profundo para mí. Me digo a mí mismo que porque sigo las palabras literales de los mandamientos, debo ser un buen católico. Si salgo de mi negación, sé que los Mandamientos van más allá del mero significado. Sé que hay mucho más para entrar en el Reino de los Cielos que solo seguir diez reglas. Por ejemplo, en la lectura del Evangelio de hoy, Jesús no dijo que el Hijo del Hombre separaraba a los ladrones de los honestos. En su lugar, separa a aquellos que actuaron por amor a los extraños de aquellos que pecaron y simplemente evitaron el pecado.

No voy a endulzar esto. Las lecturas de hoy son pesadas. Nos recuerdan que somos responsables de todas nuestras acciones, así como de todas nuestras inacciones (esas ocaciones en las que no hacemos nada). Nos recuerdan que lo que hacemos aquí en la tierra nos seguirá en nuestro camino hacia el objetivo final del Reino de Dios.

Hay mucho más que simplemente no ser un asesino. Evitar el pecado y seguir los Diez mandamientos literalmente no es lo mismo que vivir el mensaje de Dios. Al igual que Jesús, debemos salir y difundir su Santa Palabra a través de nuestras acciones.

Honrar a tus padres. Ser una pareja fiel. ¿Pero por qué no mostrar ese mismo tipo de amor y respeto al resto de la humanidad? Cada día se nos da la oportunidad de mostrar amor y respeto alimentando a los hambrientos, dando de beber a los sedientos, acogiendo a los extraños, arropando a los desnudos, cuidando a los enfermos y visitando a los que están en la cárcel, pero elegimos no hacerlo.

Así es, es más fácil leer por encima las lecturas (o incluso este blog) que auto-reflexionar, pero tengo un reto para ti: ignora tus justificaciones, no los Diez Mandamientos. Ignora tu orgullo, no a la gente que te rodea. Sé más que un católico “lo suficientemente bueno” y elige  amar activamente a los extraños.

Para adentranrse más profundamente en lo que realmente cubren los Diez Mandamientos has clic aquí. Ya que ya has empezado a hacer un Examen de Conciencia, tómate el tiempo para comenzar la primera semana completa de Cuaresma confesándote. Si ha pasado mucho tiempo, aquí hay una guía sobre cómo ir a la confesión.