When reviewing today’s first reading from the book of Wisdom, my mind kept wanting to respond with “just like the Scribes and the Pharisees and all of those who wanted to put Jesus to death.” The Holy Spirit, however, overpowered my mind quickly and powerfully. “Look in the mirror” is what I gathered from that sudden movement within me. “Look in the mirror.”
“Let us beset the just one, because he is obnoxious to us; he sets himself against our doings,
reproaches us for transgressions of the law and charges us with violations of our training.” (Wisdom 2:12)
I don’t necessarily say it to anyone else. I probably don’t even say it to myself. But the process of sin — choosing my way over God’s way, doing what I want, what feels good, what’s easy, instead of doing what I should — is the same inner working that Wisdom mentions, going on within my mind and heart.
We know there are things that are good and right and true, and we know there are things that aren’t, yet we choose the wrong things so often. And too often we don’t want our consciences telling us we’ve strayed. It’s obnoxious to us. And so we justify it. “It’s not that bad. I didn’t kill anyone, did I? Everybody does it.” And still, we know.
We are sinners. We know we are sinners. Everybody sins. We even use this as an excuse. And we know just because everyone does it doesn’t make it right. Yet in our weakness, in our selfishness, we grasp for any and all excuses we can. Also in our weakness, Satan is ready to keep us leaning on those excuses and leaning on ourselves.
Jesus reminds us of the truth on this Lenten Friday. He declares it in the temple area, and if we pay attention, he declares it to us in our hearts.
“You know me and also know where I am from. Yet I did not come on my own, but the one who sent me, whom you do not know, is true. I know him, because I am from him, and he sent me.” (John 7:28-29)
Jesus — the Way, the Truth, and the Life — has shown us and taught us the way to the Father, the way to everlasting life. As Wisdom reminds us, we can’t let our errors blind us, and we need to remember the reward for holiness: the glories of heaven await us for following our Lord. Jesus is who we should be leaning on, and He is waiting for us to do so. Remember prayer, fasting and almsgiving? They are there to help us focus on where our hearts should be. Look in that mirror and work on that focus. And always lean on the Lord.
Al revisar la primera lectura de hoy del libro de Sabiduría, mi mente seguía queriendo responder con “como los escribas y los fariseos y todos los que querían matar a Jesús”. El Espíritu Santo, sin embargo, dominó mi mente rápida y poderosamente. “Mírate en el espejo” es lo que deduje de ese movimiento repentino dentro de mí. “Mírate en el espejo”.
“Tendamos una trampa al justo, porque nos molesta y se opone a lo que hacemos; nos echa en cara nuestras violaciones a la ley, nos reprende las faltas contra los principios en que fuimos educados.” (Sabiduría 2,12)
Casi nunca se lo digo a nadie. Probablemente ni siquiera me lo digo a mí mismo. Pero el proceso del pecado (elegir mi camino en lugar del camino de Dios, hacer lo que quiero, lo que me hace sentir bien, lo que es fácil, en lugar de hacer lo que debería) es el mismo proceso interno que menciona la Sabiduría, que ocurre dentro de mi mente y mi corazón.
Sabemos que hay cosas que son buenas, correctas y verdaderas, y sabemos que hay cosas que no lo son, pero elegimos las cosas equivocadas muy a menudo. Y con demasiada frecuencia no queremos que nuestra conciencia nos diga que nos hemos desviado. Es desagradable para nosotros. Y así lo justificamos. “No está tan mal. No maté a nadie, ¿verdad? Todo el mundo lo hace”. Y aún así, sabemos la verdad.
Somos pecadores. Sabemos que somos pecadores. Todo el mundo peca. Incluso usamos esto como excusa. Y sabemos que el hecho de que todo el mundo lo haga no significa que sea correcto. Sin embargo, en nuestra debilidad, en nuestro egoísmo, buscamos todas y cada una de las excusas que podemos. También en nuestra debilidad, Satanás está listo para mantenernos apoyándonos en esas excusas y apoyándonos en nosotros mismos.
Jesús nos recuerda la verdad en este viernes de Cuaresma. Lo declara en el área del templo, y si prestamos atención, nos lo declara en nuestro corazón.
“Conque me conocen a mí y saben de dónde vengo… Pues bien, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; y a él ustedes no lo conocen. Pero yo sí lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado”. (Juan 7,28-29)
Jesús, el Camino, la Verdad y la Vida, nos ha mostrado y enseñado el camino al Padre, el camino a la vida eterna. Como nos recuerda la Sabiduría, no podemos dejar que nuestros errores nos cieguen y debemos recordar la recompensa de la santidad: las glorias del cielo nos esperan por seguir a nuestro Señor. Debemos apoyarnos en Jesús y Él está esperando que lo hagamos. ¿Recuerdas la oración, el ayuno y la limosna? Están ahí para ayudarnos a enfocarnos en dónde debería estar nuestro corazón. Mírate en ese espejo y trabaja en ese enfoque. Y siempre apóyate en el Señor.
Mike Karpus is a regular guy. He grew up in Michigan’s Upper Peninsula, graduated from Michigan State University and works as an editor. He is married to a Catholic school principal, raised two daughters who became Catholic school teachers at points in their careers, and now relishes his two grandchildren, including the older one who is fascinated with learning about his faith. He also has served on a Catholic school board, a pastoral council and a parish stewardship committee. He currently is a lector at Mass, a Knight of Columbus, Adult Faith Formation Committee member and a board member of the local Habitat for Humanity organization. But mostly he’s a regular guy.
Feature Image Credit: Vytautas Markūnas SDB, cathopic.com/photo/28559-cross-in-a-mirror