Como una cristiana católica del siglo 21, aunque sea por una conversión, siempre me confundo un poco sobre el rechazo que Jesús enfrenta de los Israelitas. Quizá estoy más confundida por los Fariseos, aquellos que supuestamente deben poderlo reconocer más fácilmente.
¿Cómo podría ser que hayan sido testigos de tantos milagros, oído tantos sermones sabios y todavía no creer? Seguramente yo no sería alguien así. Seguramente no hubiera rechazado a Jesús.
Pero siendo cristiana católica del siglo 21 en los Estados Unidos también significa que tengo conocimiento de mucha gracia sacramental. Puedo atender a la Misa libremente los domingos y los Días de Guardar, e incluso la Misa diaria si pudiera ordenar mi vida apropiadamente. Si lo necesito, puedo recibir el Sacramento de la Penitencia semanalmente y aún a diario también. Soy bendecida poder compartir en la Vida Divina de la Santísima Trinidad cuando Lo recibo y poder reparar nuestra relación cada vez que la altero.
Tengo todas esas gracias sacramentales, mucho más que los Fariseos, pero todavía me pregunto, ¿le he dado a Dios el primer lugar en mi corazón? ¿He hecho más que sólo obedecer la ley? ¿Lo he amado encima de todo lo demás verdaderamente, y a la vez, he amado como Él ama?
Dios mío, abre mis ojos al rechazo que te he dado en lo más profundo de mi corazón. Concédeme la contrición perfecta y todas las gracias que necesito para amar como Tú amas.