Almost three and a half years ago, my family embarked on the great adventure of homeschooling. Our shelves were filled with books, our rooms were furnished with desks and our hearts were filled with anticipation. Although the youngest had attended Catholic school, after we moved there was no longer a feasible option, so we made the leap. Some might even consider it a leap of faith.
I have never been a good teacher. I have the type of personality that is more prone to take the pencil out of your hand and do it for you if you don’t understand it the first time. My husband, on the other hand, delights in all things education and has a gift for explaining things in different ways. Guess who does most of the homeschooling at our house.
Today is the Feast of Elizabeth Ann Seton, the patron saint of the curriculum we use and a great advocate of education. She opened the first American parochial school, where she supported her own children after the untimely death of her husband. Although she was raised an Episcopalian, she converted to Catholicism after witnessing other Catholics living out their faith. Her letters show us how her spiritual life developed from ordinary goodness to heroic sanctity throughout the many trials she suffered in life.
In today’s Gospel we read about the calling of the first disciples, Andrew and Peter. One thing stands out to me: the fact that they both needed help to find Jesus. John the Baptist directed Andrew’s attention to Him when he declared, “Behold the Lamb of God.” And then Andrew went and took his brother Simon (Peter) to meet Jesus. Neither one of them discovered Jesus on their own.
Not many discover Jesus on their own. St. Elizabeth Ann was touched so deeply by the witness of others that she became Catholic. She then went on to teach her school children about the faith. John the Baptist directed Andrew’s attention to Jesus, who then went on to bring his brother to Christ. In much the same way, we are called to bring others to God. Some of us may teach inside our homes. Others may be catechists at their parish. Still others may live simple lives of prayer and works of charity. Whatever your role, our calling is the same. To be Christ’s hands and feet so as to help others draw closer to God.
St. Elizabeth Ann Seton, intercede for us today, that we may follow your example of holiness in leading others to Christ.
Hace casi tres años y medio, mi familia se embarcó en la gran aventura de la educación en casa. Nuestros estantes estaban llenos de libros, nuestras habitaciones estaban amuebladas con escritorios y nuestros corazones estaban llenos de anticipación. Aunque el más pequeño había asistido a un colegio católico, después de mudarnos ya no había una opción viable, así que dimos el salto. Algunos incluso podrían considerarlo un salto de fe.
Nunca he sido buena maestra. Tengo el tipo de personalidad que es más propenso a quitarte el lápiz de la mano y hacerlo por ti si no lo entiendes a la primera. A mi esposo, por otro lado, le encanta todo lo relacionado con la educación y tiene el don de explicar las cosas de diferentes formas. Adivina quién hace la mayor parte de la educación en el hogar en nuestra casa.
Hoy es la fiesta de Isabel Ana Seton, la santa patrona del plan de estudios que utilizamos y una gran defensora de la educación. Abrió la primera escuela parroquial estadounidense, donde mantuvo a sus propios hijos tras la prematura muerte de su marido. Aunque fue criada como Episcopaliana, se convirtió al catolicismo después de presenciar a otros católicos vivir su fe. Sus cartas nos muestran cómo su vida espiritual evolucionó desde la bondad ordinaria hasta la santidad heroica a lo largo de las muchas pruebas que sufrió en la vida.
En el Evangelio de hoy leemos sobre el llamado de los primeros discípulos, Andrés y Pedro. Una cosa me llama la atención: el hecho de que ambos necesitaban ayuda para encontrar a Jesús. Juan el Bautista dirigió la atención de Andrés hacia Él cuando declaró: “Éste es el Cordero de Dios”. Y entonces Andrés fue y llevó a su hermano Simón (Pedro) al encuentro de Jesús. Ninguno de ellos descubrió a Jesús por sí mismos.
No muchos descubren a Jesús a solas. Santa Isabel Ana quedó tan profundamente conmovida por el testimonio de otros que se hizo católica. Luego pasó a enseñar a los niños en la escuela sobre la fe. Juan el Bautista dirigió la atención de Andrés hacia Jesús, quien luego llevó a su hermano a Cristo. De la misma manera, estamos llamados a llevar a otros a Dios. Algunos de nosotros enseñamos dentro de nuestros hogares. Otros somos catequistas en la parroquia. Aún otros vivimos vidas sencillas de oración y obras de caridad. Cualquiera que sea tu función, nuestra vocación es la misma. Ser las manos y los pies de Cristo para ayudar a otros a acercarse a Dios.
Santa Isabel Ann Seton, intercede por nosotros hoy, para que podamos seguir tu ejemplo de santidad al llevar a otros a Cristo.
Feature Image Credit: Guillaume de Germain, unsplash.com/photos/fgmLRBlUIpc
Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works full time, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.