¡Me encanta mi trabajo!
Probablemente tengo uno de los trabajos más geniales del mundo… y la mayoría de la gente estaría de acuerdo.
Soy profesional de apoyo directo. Sirvo a individuos que tienen discapacidades intelectuales y de desarrollo (por ejemplo, autismo, distrofia muscular) ayudándoles a manejar la vida en público.
Esta oportunidad tiene muchas cosas: es divertida, gratificante, a veces es confusa y desafiante. Pero especialmente en la temporada de Cuaresma, es una oportunidad para poner a otros delante de mí.
El programa para el que trabajo se llama “Self-Direction [Auto-Dirección]”. Como el título lo indica, el individuo al que le esté sirviendo decide qué quiere hacer en la sesión. Si quiere comer tacos cada semana durante todo un año, entonces comeremos tacos cada semana.
A menudo digo que mi vida es la vida de otras personas. No tengo oportunidades heroicas de ser desinteresada, pero en cambio tengo pequeñas y muy frecuentes ocasiones para el sacrificio.
¡Y eso no está mal! Quiero decir, no me malinterpretes. Fantaseo plenamente con un sacrificio legendario y divinizador que me cimiente en el marco de la historia moderna, como la muerte del Dr. Martin Luther King Jr. o san Maximiliano Kolbe…
Pero Dios me da oportunidades de tener pequeñas muertes, como comer tacos durante 20 semanas consecutivas (no una exageración).
La reina de los sacrificios ordinarios, santa Teresa de Calcuta, dijo una vez,
“Alegría: Jesús, otros, tú mismo”.
¿No es eso cietrto?
Vivir una vida de gozo requiere una especie de muerte, una muerte a nuestro propio egoísmo.
Encuentra oportunidades de sacrificar tus preferencia para ocuparte de los demá
Sé como Cristo
¡Sé genial!