The Feast of St. John / La Fiesta de San Juan

This is a passage we’ve all heard countless times, the discovery of Jesus’ empty tomb by Mary Magdalene, Peter, and John. But we hear it again today during the Christmas season on the Feast of St. John the Apostle. 

It almost seems unremarkable. Of course the tomb is empty, we may think, Jesus rose from the dead. We start on that premise. We’ve known our whole lives that Jesus is resurrected. It’s the foundation of our Catholic Christian faith. The disciples, on the other hand, are learning of this for the first time. 

In praying with Scripture, we can imagine ourselves as part of the story. We can be one of the actors or maybe a bystander. Imagine what it was like for Mary Magdalene, Peter, and John. Imagine being there with them. The one you thought was going to change the world and save your people is gone. Jesus, who brought such joy and healing to you and others is gone. Jesus, who is your best friend, the man who truly knows your heart, who loves you unconditionally, is dead. His death was violent. You’ll never be able to unsee his suffering. 

What will happen now? Will the evil in the world take over? You miss him. You cannot imagine life without him, without his warm smile and tender gaze, his wisdom and maybe humor. You felt loved as never before. You felt accepted, seen, valued. 

The sorrow and despair you feel is heavy. You’re unsure about your future and the future of the others who have lived with Jesus for the past three years. You feel anger at those who were responsible for his death, anger that they didn’t know and did it anyway. Your feelings are powerful and maybe overwhelming. Directionless, you go with Mary Magdalene to visit Jesus’ grave. 

Now imagine you see what she sees: an empty tomb. You know his body wasn’t stolen; thieves would take the costly linens and leave the body. The clothes and napkin are neatly laid out but Jesus is gone. You instinctively know he is alive. You trusted him, listened to him, and prayed with him. It makes sense and you are filled with exuberance. Your joy explodes. You want to run and shout and leap because HE IS ALIVE! 

In the light of our recent celebration of Christ’s birth, we can see how this story is no longer unremarkable. It is not commonplace or mundane. It is the story of our salvation. The story of how God so loved the world. 

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Este es un pasaje que todos hemos escuchado innumerables veces, cuando María Magdalena descubre la tumba vacía de Jesús y luego vienen Pedro y Juan. Pero lo escuchamos nuevamente hoy durante la temporada navideña en la Fiesta de San Juan Apóstol.

Casi parece insignificante. Podemos pensar, “por supuesto que la tumba está vacía, Jesús resucitó de entre los muertos”. Empezamos con ese conocimiento. Hemos sabido toda la vida que Jesús resucitó. Es el fundamento de nuestra fe cristiana católica. Los discípulos, en cambio, están aprendiendo de esto por primera vez.

Al rezar con las Escrituras, podemos imaginarnos a nosotros mismos como parte de la historia. Podemos ser uno de los actores o tal vez un espectador. Imagínate cómo hubiera sido para María Magdalena, Pedro y Juan. Imagina estar presente allí con ellos. Se ha ido la persona que pensabas que iba a cambiar el mundo y salvar a tu pueblo. Jesús, quien trajo tanta alegría y sanación a ti y a otros, se ha ido. Jesús, tu mejor amigo, el hombre que verdaderamente conoce tu corazón, quien te ama incondicionalmente, está muerto. Su muerte fue violenta. Nunca podrás dejar de ver en tu mente su sufrimiento.

 ¿Ahora qué va a pasar? ¿El mal tomará el poder del mundo? Lo extrañas. No puedes imaginar la vida sin él, sin su cálida sonrisa y tierna mirada, su sabiduría y tal vez su sentido de humor. Te sentiste amado como nunca antes. Te sentiste aceptado, visto, valorado.

Te pesa el dolor y la desesperación que sientes.  No estás seguro de tu futuro y el futuro de los demás que han vivido con Jesús durante los últimos tres años. Sientes ira hacia aquellos que fueron responsables de su muerte, ira porque no sabían y lo hicieron de todos modos. Tus sentimientos son fuertes y tal vez abrumadores. Sin dirección, vas con María Magdalena a visitar la tumba de Jesús.

Ahora imagina que ves lo que ella ve: una tumba vacía. Sabes que su cuerpo no fue robado; los ladrones tomarían las costosas sábanas y dejarían el cuerpo. La ropa y la servilleta están cuidadosamente dobladas allí, pero Jesús no se encuentra. Instintivamente sabes que está vivo. Confiaste en él, lo escuchaste y oraste con él. Tiene sentido y te llena de exuberancia. Tu alegría explota. ¡Quieres correr y gritar y saltar porque ¡ESTÁ VIVO!

A la luz de la celebración reciente del nacimiento de Cristo, podemos ver cómo esta historia ya no es insignificante. No es nada común o mundano. Es la historia de nuestra salvación. La historia de cómo Dios amó tanto al mundo.

Comunicarse con la autora

Merridith Frediani loves words and is delighted by good sentences. She also loves Lake Michigan, dahlias, the first sip of hot coffee in the morning, millennials, and playing Sheepshead with her husband and three kids. She writes for Catholic Mom, Diocesan.com, and her local Catholic Herald. Her first book Draw Close to Jesus: A Woman’s Guide to Adoration is available at Our Sunday Visitor and Amazon. You can learn more at merridithfrediani.com.

Feature Image Credit: Ivana Cajina, unsplash.com/photos/dQejX2ucPBs