Uncomfortable Being Uncomfortable / Incómodos con la Incomodidad

Today my oldest brother turns 52 years old. Sometimes it blows my mind. It seems like just yesterday we were all growing up together in a big white house in West Michigan, playing outside all day every day during the summer and attending Catholic school each day during the rest of the year. We each had our own personalities and interests and our creativity flourished through hours spent in the sandbox with our neighbors, afternoons playing kickball on the side street and rainy days dressing up in costumes on the porch. 

A couple times we even attempted a sleepover on that porch, or in our neighbor’s playhouse. But usually, before too long, we trampled sleepily back inside, frightened by some bug or scary noise in the dark, or because we were too hot or too cold or not comfy enough without our beds. We were unaccustomed to being uncomfortable.  

For the most part, we are all uncomfortable with being uncomfortable. Even in Jesus’ time when there were much fewer commodities, you can imagine the disciples’ surprise when He tells them: “We are going up to Jerusalem, and the Son of Man will be handed over to the chief priests and the scribes, and they will condemn him to death, and hand him over to the Gentiles to be mocked and scourged and crucified.”

What in the world was He talking about?! If He knew that this was going to happen to Him, then why, in heaven’s name, would he go to Jerusalem at all? He was going to walk willingly into humiliation, torture and death? That didn’t make any sense at all! 

Jesus knew that what he was about to do would be extremely uncomfortable and even unbearable. He knew what He was getting into and He did it anyway. All out of His overwhelming and extravagant love for you and for me. 

So whether you are turning 52, 22 or 92 or somewhere in between this year, remember God’s immense love for you amid all your discomforts. Remember that He knows you and He knows each and every thing you’re going through. Remember that “the Son of Man did not come to be served but to serve and to give his life as a ransom for many”.

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Hoy mi hermano mayor cumple 52 años. A veces me deja boquiabierta. Parece que fue ayer cuando todos crecimos juntos en una casa blanca grande en el oeste de Michigan, jugábamos afuera todo el día, todos los días durante el verano y asistíamos a la escuela católica todos los días durante el resto del año. Cada uno de nosotros tenía nuestras propias personalidades e intereses y nuestra creatividad floreció a través de horas pasadas en el arenero con nuestros vecinos, tardes jugando kickball en la calle lateral y días lluviosos disfrazándonos en el porche.

Un par de veces incluso intentamos quedarnos a dormir en ese porche o en la casa de juegos de nuestro vecino. Pero por lo general, al poco tiempo, volvíamos a entrar la casa todos cansados, asustados por algún insecto o un ruido aterrador en la oscuridad, o porque teníamos demasiado calor o demasiado frío o no estábamos lo suficientemente cómodos sin nuestras camas. No estábamos acostumbrados a sentirnos incómodos.

Creo que a la mayoría de nosotros, nos sentimos incómodos estando incómodos. Incluso en los tiempos de Jesús, cuando había muchas menos comodidades, se puede imaginar la sorpresa de los discípulos cuando les dice: “Ya vamos camino de Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, que lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen”.

¡¿De qué estaba hablando?! Si sabía que esto le iba a suceder, entonces ¿por qué, cielos, iría a Jerusalén? ¿Iba a caminar voluntariamente hacia la humillación, la tortura y la muerte? ¡Eso no tenía ningún sentido!

Jesús sabía que lo que estaba a punto de hacer sería extremadamente incómodo e incluso insoportable. Sabía en lo que se estaba metiendo y lo hizo de todos modos. Todo por Su amor abrumador y extravagante por ti y por mí.

Entonces, ya sea que cumplas 52, 22 o 92 años o algo entremedio este año, recuerda el inmenso amor de Dios por ti en medio de todas tus incomodidades. Recuerda que Él te conoce y sabe todas y cada una de las cosas por las que estás pasando. Recordad que “el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida por la redención de todos”.

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Feature Image Credit: engin akyurt, unsplash.com/photos/NKTJCOHzrUM


Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works full time, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.