Allow His Grace In / Permitir Entrar la Gracia

Today is the feast of one of my favorite saints, Ignatius of Loyola. I was introduced to him by a friend who suggested we pray his Spiritual Exercises together, and we did. It was an amazing experience and one that set me on a path I did not expect but now embrace. 

Today’s parables tell us that from something small can come something great. A mustard seed is very tiny, and so are grains of yeast. But when that seed is planted and that yeast mixed into the flour, they both do what they are supposed to do. The seed grows into a bush, and the yeast causes the dough to rise. 

It is the same with the Kingdom of heaven. Here, on earth, in our daily lives, it seems small and can be hard to see. Yet, it is within us, deep in our souls, waiting to grow and serve its purpose. The Kingdom is not for one person; it is for all people. Those of us who have it within us are called to share it with others. This is evangelization. We do not need to have a degree in theology or apologetics to lead others to Jesus. We are called to pray, to witness, and to invite. 

One simple invitation from a friend, and now I have become a spiritual director using the tools and methods of St. Ignatius. What if my friend hadn’t asked? What if I had said, “no?” 

St. Ignatius tells us, “Few souls understand what God would effect in them if they should give themselves entirely into his hands and allow his grace to act.” Today, on this feast of St. Ignatius, give yourself to God and allow His grace to be like the yeast that causes the dough to rise. 

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Hoy es la fiesta de uno de mis santos favoritos, San Ignacio de Loyola. Me lo presentó una amiga que me sugirió que rezáramos juntos sus Ejercicios Espirituales, y así lo hicimos. Fue una experiencia increíble que puso en marcha algo que no esperaba pero que ahora acepto.

Las parábolas de hoy nos dicen que de algo pequeño puede salir algo grande. Una semilla de mostaza es muy pequeña, al igual que los granos de levadura. Pero cuando sembramos la semilla o se mezcla la levadura con la harina, ambos hacen lo que se supone que deben hacer. La semilla crece hasta convertirse en un arbusto, y la levadura hace crecer la masa.

Es lo mismo con el Reino de los cielos. Aquí, en la tierra, en nuestra vida diaria, parece pequeño y puede ser difícil de ver. Sin embargo, está dentro de nosotros, en lo profundo de nuestras almas, esperando crecer y cumplir su propósito. El Reino no es para una sola persona; es para todos. Quienes lo llevamos dentro estamos llamados a compartirlo con los demás. Esto es la evangelización. No tenemos que tener un título en teología o apologética para llevar a otros a Jesús. Estamos llamados a orar, a testimoniar e invitar.

Una simple invitación de una amiga, y ahora me he convertido en un director espiritual utilizando las herramientas y métodos de San Ignacio. ¿Y si mi amiga no me hubiera preguntado? ¿Y si hubiera dicho “no”?

San Ignacio nos dice: “Pocas almas comprenden lo que Dios haría en ellas si se entregaran enteramente en sus manos y dejaran actuar su gracia”. Hoy, en esta fiesta de San Ignacio, entrégate a Dios y deja que su gracia sea como la levadura que hace crecer la masa.

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Deanna G. Bartalini, M.Ed.; M.P.A., is a certified spiritual director, writer, speaker and content creator. The LiveNotLukewarm.com online community is a place to inform, engage and inspire your Catholic faith. Her weekly Not Lukewarm Podcast gives you tips and tools to live out your faith in your daily life.

Feature Image Credit: Tamara Gak, unsplash.com/photos/SQLOsc0HGDI

Surprised by the Kingdom of Heaven / Sorprendido por el Reino de los Cielos

Every few years or so the discovery of lost treasure troves makes the news. As technology has improved it has become more common that gold coins, gemstones and priceless jewels worth millions of dollars are found in sunken ships that sailed the seas hundreds of years ago. Finding lost treasure requires a lot of persistence, technology, research, financial outlay, and luck. In the Gospel, however, Jesus tells us that we don’t need special technology or even a lot of planning and effort to find the Treasure of all treasures. 

I remember the day almost 20 years ago when I first heard Jesus’ voice in my heart—not an inspiration, but a quiet voice. I had been assigned a paper on the Gospel of John in the homilies of St. Augustine. As I was reading, one particular line shone out like a treasure and caught my attention. Years of struggling with powerful temptations had deadened my heart to hope that I could ever be good enough for God to love me. Just as Augustine was converted by reading one verse of Scripture, in one sentence I felt that God saw me, just as I was. Then I heard the voice: “It doesn’t matter. It doesn’t matter if you ever fix yourself and become perfect with regard to this temptation. Just keep looking at me, and letting me look at you. If you just allow us to look at each other, continually, trustfully, always, I will take care of it for you.” We all know when we’ve heard a voice we would give everything to possess this treasure of treasures always.

Isn’t it true, however, that we often find the most precious things in life by accident? We stumble upon them, and they seize our imagination and steal our hearts! 

The kingdom of heaven surprised me that day when I heard his voice. The words of the Lord have become a touchstone in my life, a treasure by which I measure all other treasures.

In this parable, Jesus is telling us five things about the kingdom of heaven: 

  • the kingdom of heaven is the most valuable of treasures, the treasure of treasures
  • the kingdom of heaven is hidden in our midst, we’ll find it in the ordinary places of our life where we often forget to look
  • the kingdom of heaven will surprise us as we go about our daily life—it is a gift
  • the kingdom of heaven is a treasure so wonderful that the joy of having discovered it makes every sacrifice to possess it well worth it
  • the kingdom of heaven costs everything because it radically changes our lives and our loves.

The kingdom of heaven is here, right in our midst, ready to surprise you. If you find it, sell all you have to possess it. You will not be sorry.

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Cada cierto tiempo el descubrimiento de tesoros perdidos sale en las noticias. A medida que la tecnología ha mejorado, se ha vuelto más común encontrar monedas de oro, piedras preciosas y joyas invaluables que valen millones de dólares en barcos hundidos que surcaron los mares hace cientos de años. Encontrar un tesoro perdido requiere mucha persistencia, tecnología, investigación, desembolso financiero y suerte. En el Evangelio, sin embargo, Jesús nos dice que no necesitamos tecnología especial o incluso mucha planificación y esfuerzo para encontrar el Tesoro de todos los tesoros.

Me acuerdo el día hace casi 20 años cuando escuché por primera vez la voz de Jesús en mi corazón, no una inspiración, sino una voz tranquila. Me habían asignado un artículo sobre el Evangelio de Juan en las homilías de San Agustín. Mientras leía, una línea en particular brilló como un tesoro y me llamó la atención. Años de luchar con poderosas tentaciones habían insensibilizado mi corazón a la esperanza de que alguna vez podría ser lo suficientemente bueno para que Dios me amara. Así como San Agustín se convirtió al leer un versículo de la Escritura, en una frase sentí que Dios me vio, tal como era. Entonces escuché la voz: “No importa. No importa si alguna vez te arreglas y te vuelves perfecto con respecto a esta tentación. Sólo sigue mirándome, y déjame mirarte. Si nos permites mirarnos el uno al otro, continuamente, con confianza, siempre, yo me encargaré de eso por ti”. Todos sabemos que cuando escuchamos una voz daríamos todo para poseer este tesoro de tesoros para siempre.

Sin embargo, ¿no es cierto que a menudo encontramos las cosas más preciosas de la vida por casualidad? Nos topamos con ellos y se apoderan de nuestra imaginación y nos roban el corazón.

El reino de los cielos me sorprendió ese día cuando escuché su voz. Las palabras del Señor se han convertido en una piedra de toque en mi vida, un tesoro por el cual mido todos los demás tesoros.

En esta parábola, Jesús nos dice cinco cosas sobre el reino de los cielos:

  • el reino de los cielos es el más valioso de los tesoros, el tesoro de los tesoros
  • el reino de los cielos está escondido entre nosotros, lo encontraremos en los lugares ordinarios de nuestra vida donde a menudo nos olvidamos de buscar
  • el reino de los cielos nos sorprenderá en nuestra vida diaria—es un regalo
  • el reino de los cielos es un tesoro tan maravilloso que el gozo de haberlo descubierto hace que todo sacrificio por poseerlo valga la pena
  • el reino de los cielos cuesta todo porque cambia radicalmente nuestra vida y nuestros amores.

El reino de los cielos está aquí, en medio de nosotros, listo para sorprendernos. Si lo encuentras, vende todo lo que tengas para poseerlo. No te arrepentirás.

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Sr. Kathryn J. Hermes

Sr. Kathryn James Hermes, FSP, is an author and offers online evangelization as well as spiritual formation for people on their journey of spiritual transformation and inner healing. Website: www.touchingthesunrise.com My Books: https://touchingthesunrise.com/books/
Public Facebook Group: https://www.facebook.com/groups/srkathrynhermes/ HeartWork Spiritual Formation Group: https://touchingthesunrise.com/heartwork/

Wikimedia Commons, https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/a/a9/Parable_of_the_hidden_treasure_Rembrandt_-_Gerard_Dou.jpg/1024px-Parable_of_the_hidden_treasure_Rembrandt_-_Gerard_Dou.jpg

Promises To Keep / Guardar las Promesas

In today’s First Reading, the Israelites make a bold promise: “When Moses came to the people
and related all the words and ordinances of the LORD, they all answered with one voice, ‘We will do everything that the LORD has told us.’”

Anyone who has read the Old Testament knows this was no small task to undertake. The Israelites were promising to keep more than Ten Commandments, a lot more. Google tells me that there are 613 separate laws given in the Old Testament.  And yet, after hearing the laws once more, they reaffirmed their commitment saying, “All that the LORD has said, we will heed and do.”

We all know that they did not keep their promise, not even close. Given fallen human nature, perhaps it was a rash promise to make, although no doubt their intentions were good. Over the centuries, the Israelites failed to abide by their covenant with the Lord in spectacular ways. But while God punished them harshly for these transgressions, he never took away their status as the Chosen People. He always provided hope and opportunities for redemption.

Many centuries pass between the events of the First Reading and the time of Martha, Mary, and Lazarus. These faithful Jews were devoted followers of Jesus.  They were His friends and He loved them. He seems to have visited them several times and felt comfortable with them. Theirs was the last home in which he spent time before His Passion. 

We have two choices for the Gospel reading today and I find the contrast of Martha’s portrayal in each very interesting. On the one hand we have the familiar complainer who is overworked and tired and resentful of Mary’s choice to sit at the feet of the Lord. On the other we have the faith-filled woman who boldly declares her belief that Jesus is the Messiah and that he can yet save her brother.  Both versions show a woman of action. Martha comes to find Jesus while Mary stays at home, perhaps praying or pondering on what she has learned from listening to Jesus. 

I like to think that Martha and Mary are modeling different spiritualities, both equally valid: Mary is contemplative, Martha is active, but both are faithful. Both believe in Jesus as the fulfillment of God’s covenant. And just as God punished the faithless Israelites of the Old Testament, He rewards the faithful Mary and Martha with the miraculous resurrection of their brother.

Today let us strive to have the faith of Mary, Martha, and Lazarus, while also being grateful that God keeps His promises even when we do not.

“Offer to God praise as your sacrifice and fulfill your vows to the Most High; Then call upon me in time of distress; I will rescue you, and you shall glorify me.” 

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En la Primera Lectura de hoy, los israelitas hacen una promesa audaz: “Moisés bajó del monte Sinaí y refirió al pueblo todo lo que el Señor le había dicho y los mandamientos que le había dado. Y el pueblo contestó a una voz: ‘Haremos todo lo que dice el Señor’”.

Cualquiera que haya leído el Antiguo Testamento sabe que no era una tarea fácil. Los israelitas prometían guardar más que los Diez Mandamientos, mucho más. Google me dice que hay 613 leyes separadas dadas en el Antiguo Testamento. Y sin embargo, después de escuchar las leyes una vez más, reafirmaron su compromiso diciendo: “Obedeceremos; haremos todo lo que manda el Señor”.

Todos sabemos que no cumplieron su promesa, ni siquiera llegaron cerca. Dada la naturaleza humana caída, tal vez fue una promesa precipitada, aunque sin duda sus intenciones eran buenas. A lo largo de los siglos, los israelitas no cumplieron su convenio con el Señor de manera espectacular. Pero aunque Dios los castigó duramente por estas transgresiones, nunca les quitó su condición de Pueblo Elegido. Siempre brindó esperanza y oportunidades para la redención.

Pasan muchos siglos entre los acontecimientos de la Primera Lectura y la época de Marta, María y Lázaro. Estos judíos fieles eran seguidores devotos de Jesús. Eran Sus amigos y los amaba. Parece haberlos visitado varias veces y se sintió cómodo con ellos. La suya fue la última casa en la que pasó un tiempo antes de Su Pasión.

Tenemos dos opciones para la lectura del Evangelio de hoy y encuentro muy interesante el contraste de la representación de Marta en cada una. Por un lado, tenemos a la familiar quejosa que está sobrecargada de trabajo, cansada y resentida por la decisión de María de sentarse a los pies del Señor. Por el otro, tenemos a la mujer llena de fe que declara audazmente su creencia de que Jesús es el Mesías y que aún puede salvar a su hermano. Ambas versiones muestran a una mujer de acción. Marta viene a buscar a Jesús mientras María se queda en casa, tal vez orando o reflexionando sobre lo que ha aprendido al escuchar a Jesús.

Me gusta pensar que Marta y María nos dan un modelo de espiritualidades diferentes, ambas igualmente válidas: María es contemplativa, Marta es activa, pero ambas son fieles. Ambas creen en Jesús como el cumplimiento de la alianza de Dios. Y así como Dios castigó a los israelitas infieles del Antiguo Testamento, recompensa a las fieles María y Marta con la milagrosa resurrección de su hermano. Esforcémonos hoy por tener la fe de María, Marta y Lázaro, al mismo tiempo que agradecemos que Dios cumpla Sus promesas incluso cuando nosotros no lo hacemos. 

“Mejor ofrece a Dios tu gratitud y cumple tus promesas al Altísimo pues yo te libraré cuando me invoques y tú me darás gloria, agradecido.”

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Leslie Sholly is a Catholic, Southern wife and mother of five, living in her hometown, Knoxville, Tennessee. She graduated from Georgetown University with an English major and Theology minor. She blogs at Life in Every Limb, where for 11 years she has covered all kinds of topics, more recently focusing on the intersection of faith, politics, and social justice.

Feature Image Credit: dimitrisvetsikas1969, pixabay.com/photos/the-raising-of-lazarus-iconography-2069644/

The Parable of the Sower / La Parábola del Sembrador

If you’re a gardener, you’ve probably already harvested some of what you planted in the spring. Maybe some of the flowers are already adorning your home. Maybe you’ve eaten some of the vegetables. Or maybe you’ve been disappointed with the germination of some of those seeds, and you’re already considering how to amend the soil for next year.

Jesus knows this situation. He scatters the seeds of the Word liberally and generously, but often the germination rate is poor or the yield is less than it might have been. What’s the problem? It’s certainly not the seed itself, which is the Word of the Kingdom. The problem lies in the hearts of those who hear this Word, whether they are prepared to receive it.

Some hearts have no understanding and no desire to understand, so the Enemy steals away the seed before it can form the tiniest roots. Some hearts are eager for the comfort, the “warm-fuzzy” feeling of the Word of Truth, but they turn away quickly when it challenges them, and the seed is never nurtured and cannot take root in them. Some hearts are distracted by the “5P’s”: power, prestige, pleasure, prosperity, and popularity; they hear but cannot embrace the Word because they are holding on to other things and it cannot flourish in them. But some hearts are ready and eager, prepared by prayer, enriched by desire, and furrowed by humility, and the Word finds rich earth where it can root and grow and bear much fruit.

Our hearts must be properly prepared to receive the seed of the Word. With prayer and humility, we can become like Mary, fertile earth to receive and nourish and give growth to the Seed planted in us, so that we can bear fruit and yield a hundred or sixty or thirtyfold! Let’s pray that God will prepare our hearts to receive the Seed of the Word eagerly and fruitfully every time we hear the Gospel proclaimed so that we can bear much fruit.

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Si eres jardinero, probablemente ya hayas cosechado algo de sembraste en la primavera. Tal vez unas flores ya están adornando tu hogar. Tal vez has comido algunas de las verduras. O tal vez te hayas decepcionado con la germinación de algunas de esas semillas, y ya estés considerando cómo mejorar la tierra para el próximo año.

Jesús conoce esta situación. Esparce las semillas de la Palabra con liberalidad y generosidad, pero a menudo la tasa de germinación es pobre o el rendimiento es menor de lo que podría haber sido. ¿Cuál es el problema? Ciertamente no es la semilla misma, que es la Palabra del Reino. El problema está en el corazón de los que escuchan esta Palabra, si están preparados para recibirla.

Algunos corazones no tienen comprensión ni deseo de comprender, por lo que el Enemigo roba la semilla antes de que pueda formar las más pequeñas raíces. Algunos corazones están ansiosos por el consuelo, el sentimiento “tibio-borroso” de la Palabra de Verdad, pero se alejan rápidamente cuando los desafía, y la semilla nunca se nutre y no puede echar raíces en ellos. Algunos corazones se distraen con las “5P”: poder, prestigio, placer, prosperidad y popularidad; escuchan pero no pueden abrazar la Palabra porque se aferran a otras cosas y no puede florecer en ellos. Pero algunos corazones están dispuestos y ansiosos, preparados por la oración, enriquecidos por el deseo y surcados por la humildad, y la Palabra encuentra tierra fértil donde echar raíces y crecer y dar mucho fruto.

Nuestro corazón debe estar debidamente preparado para recibir la semilla de la Palabra. Con oración y humildad, podemos llegar a ser como María, tierra fértil para recibir y nutrir y hacer crecer la Semilla plantada en nosotros, para que podamos dar fruto y rendir al ciento o al sesenta o al treinta por uno! Oremos para que Dios prepare nuestros corazones para recibir la Semilla de la Palabra con entusiasmo y fruto cada vez que escuchemos proclamar el Evangelio para que podamos dar mucho fruto.

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Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and seven grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

Feature Image Credit: Gelgas Airlangga, www.pexels.com/photo/shallow-focus-of-sprout-401213/

Storytelling / Narrando Cuentos

In today’s Gospel Jesus is speaking to his disciples. They are asking him why he speaks in parables? As you are reading Scripture, do you ever wonder why Jesus speaks this way to the crowds? Jesus is a storyteller and today’s Gospel gives us a hint as to why he does this. Keep in mind that Jesus is talking to his disciples, the priests that will go out to the world to bring people into God’s Kingdom. These disciples will be teaching and preaching to future members of new churches. They needed to know their stuff.  

But what about non-believers? Do they deserve to hear secrets of the Kingdom from the voice of God? Jesus says no. And he tells us why. First of all, their hearts are not receptive to hearing God’s truth. Jesus tells the disciples that some of the mysteries of God would not be understood or believed. How is that possible? 

Most of you know that the closer you get to the Lord, the more he reveals to you. He might grant you something personally that I call a perk. It almost takes your breath away when it happens, but when you tell a friend about it they don’t understand why you’re so excited. It didn’t seem like that big of a deal. But it sure was to you. The Lord wants us to have an intimate relationship with him. And to do that we need to spend a great amount of time with each other. 

My wife and I are currently reading the diary of Sister Faustina together almost every night after evening prayer. Wow! What an incredible story! Like almost every saint story that I have read, there is great suffering, be it spiritual, physical, or emotional. Remember that Jesus said that if you want to follow him you must pick up your cross and follow him every day. Sounds like a lot of fun, right? We highly recommend this book for Lenten  reading. Like most books of the lives of the Saints, it can really help you in your spiritual journey. 

Yes, Jesus loves everyone. He wants us to be “all in”. When we are doing our best to do that, he starts sending down little perks that are big to us, as we walk along with him on our journey to everlasting life. Remember, what we are doing now is just practice for that very special time when we will meet him face to face.

Serving with joy!…. Deacon Dan

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En el Evangelio de hoy, Jesús habla a sus discípulos. Le preguntan por qué habla en parábolas. Mientras lees las Escrituras, ¿alguna vez te has preguntado por qué Jesús habla de esta manera a las multitudes? Jesús es un narrador y el Evangelio de hoy nos da una pista de por qué lo hace. Ten en cuenta que Jesús está hablando con sus discípulos, los sacerdotes que saldrán al mundo para llevar a la gente al Reino de Dios. Estos discípulos estarán enseñando y predicando a los futuros miembros de nuevas iglesias. Necesitaban saber ciertas cosas.

Pero ¿qué pasa con los no creyentes? ¿Merecen escuchar los secretos del Reino de la voz de Dios? Jesús dice que no. Y nos cuenta el por qué. En primer lugar, sus corazones no son receptivos para escuchar la verdad de Dios. Jesús les dice a los discípulos que algunos de los misterios de Dios no serían entendidos ni creídos. ¿Cómo es posible?

La mayoría de ustedes saben que mientras más te acercas al Señor, más se te revela. Podría concederte algo personalmente que yo llamo un beneficio. Casi te quita el aliento cuando sucede, pero cuando se lo cuentas a un amigo, no entienden por qué estás tan emocionado. No le parece tan importante. Pero seguro lo fue para ti. El Señor quiere que tengamos una relación íntima con él. Y para hacer eso, tenemos que pasar una gran cantidad de tiempo juntos.

Mi esposa y yo estamos leyendo juntos el Diario de Santa Faustina casi todas las noches después de la oración de la tarde. ¡Qué increíble historia! Como casi todas las historias de santos que he leído, hay un gran sufrimiento, ya que sea espiritual, físico o emocional. Acuérdate que Jesús dijo que si quieres seguirlo debes tomar tu cruz y seguirlo todos los días. Suena muy divertido, ¿verdad? Recomendamos encarecidamente este libro para la lectura de Cuaresma. Como la mayoría de los libros de la vida de los santos, realmente puede ayudarte en tu camino espiritual.

Sí, Jesús ama a todos. Él quiere que demos nuestro todo. Cuando estamos haciendo todo lo posible para hacer eso, comienza a enviarnos pequeños beneficios que son grandes para nosotros, mientras caminamos con él en nuestro camino hacia la vida eterna. Acuérdate que lo que estamos haciendo ahora pero solo es un ensayo para ese momento tan especial cuando lo encontraremos cara a cara.

¡Sirviendo con alegría!

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Deacon Dan Schneider is a retired general manager of industrial distributors. He and his wife Vicki have been married for over 50 years. They are the parents of eight children and thirty grandchildren. He has a degree in Family Life Education from Spring Arbor University. He was ordained a Permanent Deacon in 2002.  He has a passion for working with engaged and married couples and his main ministry has been preparing couples for marriage.

Featured Image Credit: Adam Winger, unsplash.com/photos/7fF0iei80AQ

Allow Jesus to Bear Fruit in Your Life / Permitir Que Jesús Dé Frutos en tu Vida

Sowing: Jesus invites us in this Gospel to allow our faith to bear fruit in our lives. We are invited to turn to Christ so that our hearts can be changed and Jesus can be our Lord and Savior. Our faith is meant to bear fruit in our hearts. In this Gospel reading, the seeds of faith are scattered widely and freely, yet for many, faith does not take root. We are invited to allow these seeds to grow in our hearts despite the obstacles. Often, the difficult moments can be opportunities for the seeds to take root and give us the grace we need during our trials. As Jesus said, when difficulties arrive, many of us can easily forget the gift of faith and turn to anxiety, worry, and fear. These emotions and thoughts do not allow Christ’s love to grow in our lives and heal us.

Wither and Weed: It is easy to lose focus of our faith and for our seeds to be “scorched” by the devil, the distractions of the world, and our own selfishness. Jesus tells us that “the evil one comes to carry off what was sown in our heart,” which is part of the great spiritual battle for our souls. Jesus doesn’t force us to believe; instead, He invites us to follow Him. Our Lord is gentle, and meek of heart, and is always knocking at the door of our hearts, waiting for us to let Him in. We are invited to do the same, to help others encounter Christ in our own lives by scattering seeds of faith through our example, words of truthful encouragement, and our joy in all circumstances. 

Growing: When we welcome Jesus into our lives, the fruit that comes forth manifests itself in peace, joy, and the grace to do the tasks at hand. On this day, we recall the great witness of Sts. Joachim and Anne, the parents of the Blessed Mother and the grandparents of Jesus. When we think of their faithful witness, it is easy to see the importance and significance of allowing the Gospel to help us grow excellent fruit. The Blessed Mother was given a tremendous example of faithfulness and virtue by her parents. We are all called to honor our grandparents and parents. At the same time, as adults we have a tremendous role in passing down the faith to our children through our prayers, deeds, and words. We must make it a priority to pass faith down from one generation to the next. Be open to the Lord and allow the seeds of faith to grow and set deep roots within your soul, so that future generations can be impacted for the glory of God.

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Sembrar: Jesús nos invita en este Evangelio a dejar que nuestra fe dé frutos en nuestras vidas. Estamos invitados a volver a Cristo para que nuestros corazones puedan cambiar y Jesús pueda ser nuestro Señor y Salvador. Nuestra fe está destinada a dar fruto en nuestros corazones. En esta lectura del Evangelio, las semillas de la fe se esparcen amplia y libremente, pero para muchos, la fe no echa raíces. Estamos invitados a permitir que estas semillas crezcan en nuestros corazones a pesar de los obstáculos. A menudo, los momentos difíciles pueden ser oportunidades para que las semillas echen raíces y nos den la gracia que necesitamos durante nuestras pruebas. Como dijo Jesús, cuando llegan las dificultades, muchos de nosotros podemos olvidar fácilmente el don de la fe y caer en la ansiedad, la preocupación y el miedo. Estas emociones y pensamientos no permiten que el amor de Cristo crezca en nuestras vidas y nos sane.

Dejar Marchitar y la Mala Hierba: Es fácil perder el enfoque de nuestra fe y que nuestras semillas sean “quemadas” por el diablo, las distracciones del mundo y nuestro propio egoísmo. Jesús nos dice que “el maligno viene a llevarse lo que fue sembrado en nuestro corazón”, lo cual es parte de la gran batalla espiritual por nuestras almas. Jesús no nos obliga a creer; en cambio, nos invita a seguirlo. Nuestro Señor es manso y humilde de corazón, y siempre está llamando a la puerta de nuestro corazón, esperando que le dejemos entrar. Estamos invitados a hacer lo mismo, para ayudar a otros a encontrar a Cristo en nuestras propias vidas, esparciendo semillas de fe a través de nuestro ejemplo, palabras de verdadero aliento y nuestro gozo en todas las circunstancias.

Crecer: Cuando damos la bienvenida a Jesús a nuestras vidas, el fruto que surge se manifiesta en la paz, la alegría y la gracia para hacer las tareas que tenemos entre manos. En este día recordamos el gran testimonio de los Santos Joaquin y Ana, los padres de la Santísima Madre y los abuelos de Jesús. Cuando pensamos en su testimonio fiel, es fácil ver la importancia y el significado de permitir que el Evangelio nos ayude a producir frutos excelentes. La Santísima Madre recibió un tremendo ejemplo de fidelidad y virtud por parte de sus padres. Todos estamos llamados a honrar a nuestros abuelos y padres. Al mismo tiempo, como adultos, tenemos la gran responsabilidad de transmitir la fe a nuestros hijos a través de nuestras oraciones, obras y palabras. Debemos hacer que sea una prioridad transmitir la fe de una generación a la siguiente. Esté abierto al Señor y permite que las semillas de la fe crezcan y echen raíces profundas dentro de tu alma, para que las generaciones futuras puedan ser impactadas para la gloria de Dios.

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Emily Jaminet is a Catholic author, speaker, radio personality, wife, and mother of seven children. She earned a bachelor’s degree in mental health and human services from the Franciscan University of Steubenville.  She is the co-founder of www.inspirethefaith.com and the Executive Director of The Sacred Heart Enthronement Network www.WelcomeHisHeart.com. She has co-authored several Catholic books and her next one, Secrets of the Sacred Heart: Claiming Jesus’ Twelve Promises in Your Life, comes out in Oct. 2020. Emily serves on the board of the Columbus Catholic Women’s Conference, contributes to Relevant Radio and Catholic Mom.com.

Feature Image Credit: Luis Ángel Espinosa, LC, cathopic.com/photo/1939-golden-spikes-because-of-the-sun

Can You Drink from My Chalice? / ¿Puedes Beber de Mi Cáliz?

I would like to say that I relate to St. James because I am a good leader or because I am strong enough to stand up and offer my life as a martyr. But the truth is that I relate, not to St. James the martyr, but to James the Disciple who struggles with humility; the “Son of Thunder” who operates a bit like a bull in a china shop. Like James, I think that all by myself, I am ready to do more than I really can. 

Now, to be fair to James, it seems he comes by it naturally. After all, James’s momma was looking out for her boys and asked Jesus for a place of honor for her sons in his kingdom. At the mother’s request, Jesus turns to James and his brother and asks them if they could drink from his chalice. 

Before we move on, let’s take a deeper look at this exchange. Offering to let someone drink from your cup or chalice is an honor, a sign of deep friendship. So immediately, Jesus is responding to the mother’s pride in her sons by telling her that it is justified, Jesus does consider James and John his close friends. 

However, we know that this is not simply a statement of friendship. Jesus knows the chalice he is to drink. He knows the sacrifice he is to make and the sacrifice James will make as the first of the Apostles to be martyred. 

But James and John respond with an eager, “We can!” to Jesus’s offer. Without understanding what would be asked of them, James is quick to give his assent, to sign up for the impossible task or, as my dad used to say, let his mouth write checks his body will have to cover.

Whatever reason James has for agreeing to drink from Jesus’s cup, Jesus responds by acknowledging that James will do just that. Jesus doesn’t point out how difficult the path will be. Jesus acknowledges James’s passion and zeal. Jesus sees James’s big heart and desire to do what he can and loves him for it. Jesus doesn’t harp on James’s weakness and shortcomings, but guides and leads James to do more. In the road ahead, Jesus shows James by example that human suffering is redemptive. When we love, we offer our very selves for the good of the other. 

May St. James guide and intercede for us, as we too, respond to Jesus when he asks, “Can you drink the chalice that I am going to drink?”

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Me gustaría decir que me relaciono con San Santiago porque soy un buen líder o porque soy lo suficientemente fuerte como para levantarme y ofrecer mi vida como mártir. Pero la verdad es que me relaciono, no con Santiago el mártir, sino con Santiago el Discípulo que lucha con la humildad; el “Hijo del Trueno” que opera un poco como un toro en una tienda de porcelana. Al igual que Santiago, creo que solo, estoy lista para hacer más de lo que realmente puedo.

Ahora, para ser justos con Santiago, parece que lo hace naturalmente. Después de todo, su mamá estaba cuidando a sus hijos cuando le pidió a Jesús un lugar de honor en su reino. A petición de la madre, Jesús voltea a Santiago y su hermano y les pregunta si pueden beber de su cáliz.

Antes de continuar, echemos un vistazo más profundo a este intercambio. Ofrecerse a alguien para que beba de tu copa o cáliz es un honor, un signo de profunda amistad. Entonces, inmediatamente, Jesús está respondiendo al orgullo de la madre por sus hijos diciéndole que está justificado, Jesús considera a Santiago y Juan como sus amigos íntimos.

Sin embargo, sabemos que esto no es simplemente una declaración de amistad. Jesús sabe el cáliz que debe beber. Sabe el sacrificio que debe hacer y el sacrificio que Santiago hará como el primero de los Apóstoles de ser martirizado.

Pero Santiago y John responden con entusiasmo: “¡Sí podemos!” a la oferta de Jesús. Sin entender lo que se les pediría, Santiago se apresura a dar su asentimiento, a apuntarse a la tarea imposible o, como decía mi papá, dejar que su boca escriba cheques que su cuerpo deberá cubrir.

Cualquiera que sea la razón que tenga Santiago para aceptar beber de la copa de Jesús, Jesús responde reconociendo que Santiago hará precisamente eso. Jesús no señala lo difícil que será el camino. Jesús reconoce la pasión y el celo de Santiago. Jesús ve el gran corazón de Santiago y su deseo de hacer lo que pueda y lo ama por ello. Jesús no insiste en las debilidades y defectos de Santiago, sino que lo guía y conduce a Santiago a hacer más. En el camino por delante, Jesús le muestra a Santiago con el ejemplo que el sufrimiento humano es redentor. Cuando amamos, nos ofrecemos a nosotros mismos por el bien del otro.

Que Santiago nos guíe e interceda por nosotros, como también nosotros respondemos a Jesús cuando nos pregunta: “¿Puedes beber el cáliz que voy a beber?”

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Sheryl is happy to be the number 1 cheerleader and supporter for her husband, Tom who is a candidate for the Permanent Diaconate in the Diocese of Kalamazoo. They are so grateful for the opportunity to grow together in this process. Sheryl’s day job is serving her community as the principal for St. Therese Catholic School in Wayland, Michigan. Since every time she thinks she gets life all figured out, she realizes just how far she has to go, St. Rita of Cascia is her go-to Saint for intercession and help. Home includes Carlyn, a very, very goofy Golden Retriever and Lucy, our not-so-little rescue puppy. 

Feature Image Credit: Jametlene Reskp, unsplash.com/photos/21xmyDjZPck

God’s Ways Are Not Our Ways / Los Caminos de Dios no Son los Nuestros

“For my thoughts are not your thoughts, nor are your ways my ways, says the Lord. As high as the heavens are above the earth, so high are my ways above your ways and my thoughts above your thoughts” (Isa. 55:8–9). The Israelites and the scribes and Pharisees have a difficult time accepting this reality.

As soon as the Israelites learn that Pharaoh and his army are pursuing them into the desert, they begin to doubt that God’s ways are effective: “Were there no burial places in Egypt that you had to bring us out here to die in the desert? . . . Did we not tell you this in Egypt, when we said, ‘Leave us alone. Let us serve the Egyptians’? Far better for us to be the slaves of the Egyptians than to die in the desert” (Exod. 14:11–12). This complaint is telling, because it explains the Israelites’ initial reaction to Moses’ preaching: “Leave us alone. Let us serve the Egyptians.” They did not want to be delivered from Pharaoh’s hand. Perhaps they wanted familiarity, or perhaps they wanted an imperfect security. For whatever reason, they wanted to live in their own way.

The scribes and the Pharisees are similar. They are just as direct when faced with Jesus’ unexpected message: “Teacher, we wish to see a sign from you” (Matt. 12:38). As if to say, “Teacher, we don’t believe that your message is from God, while we know that our own teaching comes from Moses. Defend yourself.” Jesus responds by comparing His own ministry to that of Jonah, who was heeded by the Ninevites, despite being uninvited. Jesus’ message falls on a different crowd: “The men of Nineveh will arise with this generation and condemn it, because they repented at the preaching of Jonah [and you did not repent at my preaching]; and there is something greater than Jonah here” (Matt. 12:41). Ultimately, the scribes and Pharisees responded as the Israelites did to Moses: “Leave us alone. Let us serve the Law and the Romans.” They stuck to what they knew.

For ourselves, we need to recognize this conflict in ourselves. For as Isaiah reminds us, God’s ways are not our ways: they are infinitely higher, as heaven is higher than earth. As such, they will not always be recognized by us as something familiar, comfortable, or beneficial. We may not recognize the depths of our slavery to our passions, desires, addictions, unchaste or unholy relationships, approval of others, and the like. We may think that our way is the right way, despite the uncomfortable messages we hear in Scripture, from the pulpit, from fellow Christians, or even from our own consciences. We may not desire freedom, like the Israelites, or we may not trust in God’s message, like the scribes and Pharisees.

We are attached to many things, and following the Christian life can be very difficult. It is helpful to remember, then, that it’s always going to be difficult: God’s ways are not our ways. At the same time, it’s always going to be better: as high as the heavens are above the earth. 

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“Porque mis pensamientos no son sus pensamientos, ni sus caminos mis caminos, dice Jehová. Como la altura de los cielos sobre la tierra, así de altos son mis caminos sobre sus caminos y mis pensamientos sobre sus pensamientos” (Isaías 55,8–9). A los israelitas y los escribas y fariseos se les hace difícil aceptar esta realidad.

Tan pronto como los israelitas se enteran de que Faraón y su ejército los están persiguiendo por el desierto, comienzan a dudar de que los caminos de Dios sean efectivos: “¿No había lugares de sepultura en Egipto que tuviste que traernos aquí para morir en el desierto? . . . ¿No dijimos esto en Egipto, cuando les dijimos: “Déjanos en paz”? Sirvamos a los egipcios. Mucho mejor para nosotros ser esclavos de los egipcios que morir en el desierto” (Éxodo 14,11–12). Esta queja es reveladora, porque explica la reacción inicial de los israelitas a la predicación de Moisés: “Déjanos en paz. Sirvamos a los egipcios. No querían ser librados de la mano de Faraón. Quizás querían familiaridad, o quizás querían una seguridad imperfecta. Por alguna razón, querían vivir a su manera.

Los escribas y los fariseos son similares. Son igualmente directos ante el mensaje inesperado de Jesús: “Maestro, queremos ver de ti una señal” (Mt 12,38). Como diciendo: “Maestro, no creemos que tu mensaje sea de Dios, mientras que sabemos que nuestra propia enseñanza proviene de Moisés. Defiéndete.” Jesús responde comparando su propio ministerio con el de Jonás, a quien los ninivitas hicieron caso, a pesar de no haber sido invitado. El mensaje de Jesús cae sobre una multitud diferente: “Los hombres de Nínive se levantarán con esta generación y la condenarán, porque se arrepintieron a la predicación de Jonás [y ustedes no se arrepintieron a mi predicación]; y hay aquí algo más grande que Jonás” (Mateo 12,41). Al final, los escribas y fariseos responderán como lo hicieron los israelitas a Moisés: “Déjanos en paz. Sirvamos a la Ley y a los Romanos”. Se apegaban a lo que sabían.

Por nosotros mismos, tenemos que reconocer este conflicto dentro de nosotros mismos. Porque como nos recuerda Isaías, los caminos de Dios no son nuestros caminos: son infinitamente más altos, como el cielo es más alto que la tierra. Como tales, no siempre los reconoceremos como algo familiar, cómodo o beneficioso. Es posible que no reconozcamos las profundidades de nuestra esclavitud a nuestras pasiones, deseos, adicciones, relaciones impías, la aprobación de los demás y otras cosas por el estilo. Podemos pensar que nuestro camino es el correcto, a pesar de los mensajes incómodos que escuchamos en las Escrituras, desde el púlpito, de otros cristianos o incluso de nuestra propia conciencia. Puede que no deseemos la libertad, como los israelitas, o que no confiemos en el mensaje de Dios, como los escribas y fariseos.

Estamos apegados a muchas cosas, y seguir la vida cristiana puede ser muy difícil. Es útil recordar, entonces, que siempre será difícil: los caminos de Dios no son los nuestros. Al mismo tiempo, siempre va a ser mejor… tan alto como los cielos sobre la tierra.

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David Dashiell is a freelance author and editor in Nashville, Tennessee. He has a master’s degree in theology from Franciscan University, and is the editor of the anthology Ever Ancient, Ever New: Why Younger Generations Are Embracing Traditional Catholicism.

Feature Image Credit: Dimitri Conejo Sanz, cathopic.com/photo/10479-estrellas-en-la-noche

The Vineyard of Faith / La Viña de la Fe

*** This reflection was reposted from Diocesan Archives. ***

Today’s Gospel message is one that I struggle with quite often. I find myself saying, “I got here first” or “I’ve been waiting longer”. Sometimes I ask myself, “I’ve worked harder and longer. Why am I not reaping the same benefits or rewards and someone else who has not worked as hard or as long as I have?” Then I hear this parable and am immensely humbled. How many people serve God in a greater capacity than I do? A ton! Great saints like John Paul II, Gemma Galgani, Jose Luis Sánchez, and Martin of Porres dedicated their lives to Christ and His Church. Comparatively, I do very little. But rather than resigning myself to the fact that I may never “measure up” to their faith, I look to the saints as inspiration for my own life and I ask for their intercession. And what about those who have not yet come to the faith? Would we reject them just because they are coming to the faith later than we are? Absolutely not! We welcome them with open arms because we are grateful that they have come to know the same love of God that we know.

Today’s Gospel serves as a humbling reminder that God is generous and merciful. He desires us to be united with Him in His Heavenly Kingdom whether we come to His vineyard at 5 years old or 95. It is not an effort of ours or merit we can earn that grants us God’s love. Rather, He loves without condition and makes His love equally available to all.

When we come to God’s vineyard, He envelops us in His love, which we hear about in today’s Responsorial Psalm. Every time I hear Psalm 23, I think of myself in preschool. I don’t have many memories of preschool; in fact, I don’t even remember my teacher’s name or the names of any of my classmates. What I do remember, however, is being taught Psalm 23. “The Lord is my shepherd; there is nothing I shall want.” For a long time, I wondered why that Psalm and why at such a young age? Looking back now, I think I understand. Our teacher wanted us all to be confident of God’s everlasting love for us. If we know that love at a young age we can grow up knowing Him and loving Him, and even bring more laborers to His beautiful vineyard.

May we always remember the love of God and may we continue working as laborers in his vineyard.

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Batallo con el mensaje del Evangelio de hoy con bastante frecuencia. Me encuentro diciendo: “Yo llegué primero” o “He estado esperando más tiempo”. A veces me pregunto: “He trabajado más duro y durante más tiempo. ¿Por qué no estoy cosechando los mismos beneficios que otra persona que no ha trabajado tanto tiempo como yo? Luego escucho esta parábola y me siento inmensamente humillada. ¿Cuántas personas sirven a Dios mucho más que yo? ¡Bastantes! Los grandes santos como Juan Pablo II, Gemma Galgani, José Luis Sánchez y Martín de Porres dedicaron su vida a Cristo y su Iglesia. Si me comparo con ellos, hago muy poco. 

Pero en lugar de resignarme al hecho de que tal vez nunca esté a la altura de su fe, miro a los santos como inspiración para mi propia vida y pido su intercesión. ¿Y los que aún no tienen fe? ¿Los rechazaríamos solo porque están llegando a la fe más tarde que nosotros? ¡Absolutamente no! Los recibimos con los brazos abiertos porque estamos agradecidos de que hayan llegado a conocer el mismo amor de Dios que nosotros conocemos.

El Evangelio de hoy sirve como un humilde recordatorio de que Dios es generoso y misericordioso. Desea que estemos unidos a Él en Su Reino Celestial ya sea que vengamos a Su viña a los 5 años o a los 95. No es un esfuerzo nuestro o un mérito que podamos ganar lo que nos otorga el amor de Dios. Más bien, ama sin condiciones y Su amor está igualmente disponible para todos.

Cuando llegamos a la viña de Dios, nos envuelve en Su amor, del cual escuchamos en el Salmo 23. Cada vez que lo escucho,  pienso en el preescolar. No tengo muchos recuerdos del preescolar; de hecho, ni siquiera recuerdo el nombre de mi maestra o los nombres de ninguno de mis compañeros de clase. Lo que sí recuerdo es que me enseñaron el Salmo 23. “El Señor es mi pastor; nada me falta.” Durante mucho tiempo me pregunté ¿por qué ese Salmo y por qué a una edad tan temprana? Mirando hacia atrás ahora, creo que entiendo. Nuestro maestro quería que todos tuviéramos confianza en el amor eterno de Dios por nosotros. Si conocemos ese amor a una edad temprana podemos crecer conociéndolo y amándolo, e incluso traer más trabajadores a Su hermosa viña.

Que siempre recordemos el amor de Dios y que sigamos trabajando como obreros en su viña.

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Dakota lives in Denver, CO with her husband, Ralph, and their two sons, Alfie & Theophilus. She is the Dean of Enrollment Management for Bishop Machebeuf High School where her husband also teaches. You can find Dakota at the zoo or a brewery with her family or with her nose in a book at home. For more of Dakota’s writing check out https://dakotaleonard16.blogspot.com/

Feature Image Credit: Jaime Casap, unsplash.com/photos/tjkNAG4rYz0

The First Foot / El Primer Pie

In Rome, there are many churches. In those churches, there is a lot of history. Part of that history includes some interesting relics. There are so many relics that some of them are tucked away in corners and you might miss them! You might be simply walking around, admiring the beauty of the space and happen upon an incorrupt body in a glass casket, or a pillar in the corner labeled (in print you can barely read) as the column where Christ was scourged. In the church of St. John of the Florentines (have you ever even heard of that one?!), there is a relic that at first seems strange: a foot. A golden foot with a small sign that tells you this is the first foot to enter the tomb of the risen Christ. That’s right –  the foot of St. Mary Magdalene.

Today we celebrate the Feast of Mary Magdalene, whose love for the Lord has her seeking him and him alone. She is undeterred by the risk of being arrested and apparently unmoved by the presence of two angels speaking to her. These are somewhat understandable, if we consider her laser-focus on finding the only One she is seeking. But then she turns away from the tomb and Jesus is right there before her, but she still insists that she can’t find him. She mistakes him for the gardener! She is not satisfied until Jesus says her name, and then she recognizes him at last.

Mary does not recognize him at first because she is looking for a dead body. She could not know that Jesus was alive, glorified, and back to work! When she does recognize him, she wants him to remain right where he is, right near her, so that her love can be satisfied. But Jesus tells her, “Stop holding on to me, for I have not yet ascended to the Father.” Jesus still has more to do in order for his Kingdom to be well-established in this world and for his work of salvation to continue – he must give the apostles his authority, firmly establish the Church to conserve and hand on the Gospel and the sacraments, and send the Holy Spirit to safeguard and enliven the Church throughout time. He must return to the Father in order to send the Spirit to transform the world.

What are we looking for when we seek Jesus? Are we looking for Him in the wrong place, expecting the wrong thing, even demanding that He respond in a certain way? Then we will be disappointed, dissatisfied, and distraught. But if we are open to His presence in whatever way HE wills to reveal Himself, our seeking will always be rewarded because we will receive Him as He is, receive what He is giving us right here, right now. Let’s ask Mary Magdalene to intercede for us, that we may have the grace to seek Him and see Jesus clearly in our lives each day.

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En Roma, hay muchas iglesias y dentro de esas iglesias hay mucha historia y parte de esa historia incluye algunas reliquias interesantes. ¡Hay tantas reliquias que algunas de ellas están escondidas en las esquinas y es posible que uno ni las vea! Puedes estar caminando, admirando la belleza del espacio y te encuentres con un cuerpo incorrupto en un ataúd de vidrio, o un pilar en la esquina etiquetado como la columna donde Cristo fue flagelado. En la iglesia de San Juan de los Florentinos, hay una reliquia que a primera vista parece extraña: un pie. Un pie de oro con una pequeña etiqueta que te indica que es el primer pie que entró en el sepulcro de Cristo resucitado. Así es, el pie de Santa María Magdalena.

Hoy celebramos la Fiesta de María Magdalena, cuyo amor por el Señor la lleva a buscarlo a él y a nadie más. No se deja intimidar por el riesgo de ser arrestada y aparentemente no se conmueve ante la presencia de dos ángeles que le hablan. Es algo comprensible, si consideramos que su enfoque era solamente encontrar a Jesús. Pero luego se aleja de la tumba y Jesús está justo allí enfrente de ella, pero aún insiste en que no puede encontrarlo. ¡Ella lo confunde con el jardinero! No está satisfecha hasta que Jesús dice su nombre, y por fin lo reconoce.

María no lo reconoce al principio porque está buscando a un cadáver. Ella no tenía cómo saber que Jesús estaba vivo, glorificado y de vuelta al trabajo. Pero cuando lo reconozca, quiere que permanezca justo donde está, cerca de ella, para que su amor pueda ser satisfecho. Pero Jesús le dice: “Deja de aferrarte a mí, porque aún no he ascendido al Padre”. Jesús aún tiene más por hacer para que su Reino esté bien establecido en este mundo y para que su obra de salvación continúe: tiene que dar a los apóstoles su autoridad, establecer firmemente la Iglesia para conservar y transmitir el Evangelio y los sacramentos, y envíar el Espíritu Santo para salvaguardar y vivificar la Iglesia a lo largo de los tiempos. Tiene que volver al Padre para enviar al Espíritu a transformar el mundo.

¿Qué estamos buscando cuando buscamos a Jesús? ¿Lo estamos buscando en el lugar equivocado, esperando algo equivocado, incluso exigiendo que responda de cierta manera? Entonces estaremos decepcionados, insatisfechos y angustiados. Pero si estamos abiertos a Su presencia en cualquier forma en que desee revelarse, nuestra búsqueda siempre será recompensada porque lo recibiremos tal como es, recibiremos lo que nos está dando aquí y ahora. Pidámosle a María Magdalena que interceda por nosotros, para que tengamos la gracia de buscarlo y de ver claramente a Jesús en nuestras vidas día por día.

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Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and seven grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com

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