Finding True Joy / Encontrando la Alegría Verdadera

Today’s Gospel reading poses a very specific question, “Are you honest or dishonest?” We’re informed by Scripture that one who is trustworthy in small matters is also trustworthy in great ones, but one who is dishonest in small matters is also dishonest in great ones.

The Scripture refers to the topic of wealth and the belongings of others. How do we, as Catholics, handle money? Are we trustworthy or dishonest with our own money or the money of others? In all topics, I hope, we are striving to be honest and true in our words and actions.

This Gospel ends with the fact that we cannot serve two masters. “He will either hate one and love the other or be devoted to one and despise the other. You cannot serve both God and mammon.” This is crucial! Our hearts cannot be divided; there is no place for a split between serving God and idolizing other things, whether that’s wealth, jealousy, or dishonesty.

Let us reflect today and check in on our hearts to make sure that we serve one Master, Jesus Christ, who was rich and became poor so that by his poverty, you might become rich. Serving this Master with all honesty in our words and actions is the true place of joy, the richness of grace, and the Kingdom of God. Let’s have our eyes on what truly matters, let us serve Him in small and great matters with trustworthy and honest hearts.


La lectura del Evangelio de hoy plantea una pregunta muy específica: “¿Eres honesto o deshonesto?” Las Escrituras nos informan que el que es fiel en las cosas pequeñas también lo es en las grandes, pero el que es deshonesto en las cosas pequeñas también es deshonesto en las grandes.

La Escritura se refiere al tema de las riquezas y los bienes de los demás. ¿Cómo nosotros, como católicos, manejamos el dinero? ¿Somos dignos de confianza o deshonestos con nuestro propio dinero o con el dinero de los demás? Espero que en todos los temas nos esforzamos por ser honestos y verdaderos en nuestras palabras y acciones.

Este Evangelio termina con el hecho de que no podemos servir a dos señores. “Odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero”. ¡Esto es crucial! Nuestros corazones no pueden dividirse; no hay lugar para una división entre servir a Dios e idolatrar otras cosas, ya sea la riqueza, los celos o la deshonestidad.

Reflexionemos hoy y revisemos nuestros corazones para asegurarnos de que servimos a un Maestro, Jesucristo, quien fue rico y se hizo pobre para que con su pobreza ustedes pudieran hacerse ricos. Servir a este Maestro con toda honestidad en nuestras palabras y acciones es el verdadero lugar de la alegría, la riqueza de la gracia y el Reino de Dios. Pongamos los ojos en lo que verdaderamente importa, sirvámosle en lo pequeño y en lo grande con corazones honestos y dignos de confianza.

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This reflection was reposted from Diocesan archives. Author: Briana David

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