God Crowns His Own Gifts / Dios Corona a sus Propios Dones

In our walk with Christ, we can mistakenly think that all we must do in order to be a good Christian is to avoid sin. It reminds me of my son when he was four years old. He asked me what I would give him if he didn’t mess up his hair before church! Sometimes we expect to be rewarded for not doing the “bad things,” but, in the New Covenant, Christ calls us to so much more. He calls us to transformation.

It can be a bit confusing to understand how the good works that Jesus mentions in today’s Gospel reading fit into God’s plan of salvation for us. I was speaking to a man in my hometown years ago, and we began discussing what it meant for people to attend church. He was a baptized Catholic, but he rarely went to Sunday Mass and said he thought going to Mass was irrelevant compared with serving the poor and doing other works of mercy, many of which are showcased in today’s Gospel reading. I was shocked at his perspective which, if you consider Scripture as a whole, is certainly a lopsided picture of Christ’s teaching. The Church clearly states that we cannot “work” our way to heaven! 

On the other hand, in the years that followed that conversation, I began to realize how often Scripture supports the view that part of our ongoing justification requires “good works.” I started to examine my own behavior to make sure that my relationship with Jesus was more than just over-spiritualized feelings toward God or pride in the list of sins I have managed to avoid. As the Catechism states, “Each will be rewarded…in accordance with his works and faith” (CCC 1021) and quoting St. John of the Cross, “At the evening of life, we shall be judged on our love.” (CCC 1022)

Invariably, Catholic doctrine reveals and nuances the interconnectedness of the teachings of Christ and His Apostles. As we consider being judged by our works, the Church helps us understand, “We can have merit in God’s sight only because of God’s free plan to associate man with the work of his grace” (CCC 2025). Wow.

Good works are part of a beautiful, life-giving cycle that has its genesis in God’s initiative: God’s gratuitous grace launches us into a life of faith and love. When we cooperate with this gift of grace by choosing to do good things, especially when it requires sacrifice, we grow in virtue. When we become more virtuous, we are enabled to serve others even more cheerfully and effectively. The more we allow the cycle to continue, the more we are transformed. 

Ultimately, not only do we receive natural and supernatural blessings in this life for the good works God has enabled us to do, but at the end of our lives, God chooses to reward us! To paraphrase a prayer from the Roman Missal, when we meet Christ face-to-face, He will crown our merits. In so doing, He will be crowning His own gifts. 

Contact the author


En nuestro caminar con Cristo, podemos pensar erróneamente que todo lo que debemos hacer para ser un buen cristiano es evitar el pecado. Me recuerda a mi hijo cuando tenía cuatro años. ¡Me preguntó qué le daría si no se despeinara antes de ir a la iglesia! A veces esperamos ser recompensados por no hacer las “cosas malas”, pero, en la Nueva Alianza, Cristo nos llama a mucho más. Nos llama a la transformación.

Puede resultar un poco confuso entender cómo las buenas obras que Jesús menciona en la lectura del Evangelio de hoy encajan en el plan de salvación de Dios para nosotros. Hace años estuve hablando con un hombre en mi ciudad natal y comenzamos a discutir lo que significaba para la gente asistir a la iglesia. Era un católico bautizado, pero rara vez iba a misa dominical y dijo que pensaba que ir a misa era irrelevante en comparación con servir a los pobres y hacer otras obras de misericordia, muchas de las cuales se muestran en la lectura del Evangelio de hoy. Me sorprendió su perspectiva que, si consideramos las Escrituras en su conjunto, es ciertamente una imagen desequilibrada de las enseñanzas de Cristo. ¡La Iglesia afirma claramente que no podemos “trabajar” para llegar al cielo!

Por otro lado, en los años que siguieron a esa conversación, comencé a darme cuenta de con qué frecuencia las Escrituras respaldan la opinión de que parte de nuestra justificación continua requiere “buenas obras”. Comencé a examinar mi propio comportamiento para asegurarme de que mi relación con Jesús fuera más que simples sentimientos espiritualizados hacia Dios o orgullo por la lista de pecados que había logrado evitar. Como dice el Catecismo, cada uno será recompensado como consecuencia de sus obras y de su fe” (CIC 1021) y citando a San Juan de la Cruz, “Al la tarde, te examinarán en el amor”. (CIC 1022)

Invariablemente, la doctrina católica revela y matiza la interconexión de las enseñanzas de Cristo y sus Apóstoles. Al considerar ser juzgados por nuestras obras, la Iglesia nos ayuda a comprender: “El hombre no tiene, por sí mismo, mérito ante Dios sino como consecuencia del libre designio divino de asociarlo a la obra de su gracia” (CIC 2025). 

Las buenas obras son parte de un ciclo hermoso y dador de vida que tiene su génesis en la iniciativa de Dios: la gracia gratuita de Dios nos lanza a una vida de fe y de amor. Cuando cooperamos con este don de la gracia eligiendo hacer cosas buenas, especialmente cuando requiere sacrificio, crecemos en virtud. Cuando nos volvemos más virtuosos, podemos servir a los demás con más alegría y eficacia. Cuanto más permitimos que el ciclo continúe, más nos transformamos.

En última instancia, no sólo recibimos bendiciones naturales y sobrenaturales en esta vida por las buenas obras que Dios nos ha permitido hacer, sino que al final de nuestras vidas, ¡Dios elige recompensarnos! Parafraseando una oración del Misal Romano, cuando nos encontremos con Cristo cara a cara, Él coronará nuestros méritos. Al hacerlo, estará coronando sus propios dones para con nosotros.

Comunicarse con la autora

A lover of Jesus Christ, a wife, and a mother of five, Christine is the author of Everyday Heroism: 28 Daily Reflections on the Little Way of Motherhood. She is a graduate of Franciscan University, an instructor for the Institute for Excellence in Writing, and an experienced catechist. Thrilled to have recently become grandparents, she and her husband currently live in Upstate, NY. Visit her author webpage at christinehanus.com

Feature Image Credit: Zac Durant, unsplash.com/photos/76HhAKI5JXI