Our family was blessed to live a few hours from my husband’s grandmother for several years before she passed away. In that time, she became another grandmother to me and I cherish the memories of my time in her home.
One day, while she was doing laundry, she commented about how busy everyone is. “Look,” she said, “It doesn’t take that much time to shake out the clothes as they come out of the wash. You can save yourself so much ironing time by just shaking each thing out a little before throwing it in the dryer. And everything dries more quickly too, not all clumped up after spinning in the washing machine.”
I can still remember my reaction to this statement. Number 1, I don’t iron. Pretty much never, do I iron anything. Number 2, I have absolutely no time to be shaking out baby clothes because I don’t want them too wrinkly. At the time of this conversation, I was pregnant with our 5th baby and our oldest was only 7.
But this memory has stuck with me. Several years later, we now have 6 kids and I still probably don’t have time for shaking out laundry. Except I do, if I’m going to be truly honest.
When I read today’s Gospel about the woman and her 2 coins, this was the memory that came to me. The woman gave fully of what she had, she didn’t hold anything back from God. She trusted that He was big enough to care for her as she opened her hands and let all that she had fall from them. How she challenges me to open my hands a bit further, to offer to God more of myself.
Just as the woman wasn’t making grand gestures by the world’s standards, I am not called to either. I am living an ordinary life, with mundane daily tasks and often repetitious chores. What use are these little tasks when compared with the influencers I see on YouTube or the writers and speakers who inspire hundreds, millions? They are worth more than gold if they are the path by which I arrive to heaven. It all starts with doing them with that purpose in mind.
What does this look like in my life? It means slowing down to shake out the laundry. This simple action affords me the time to be thankful for the conveniences like a washer and dryer, that my kids have enough clothes to wear, and my husband has a job which allows me to stay at home with our little ones. By being fully present to the task at hand, I am not filling my mind with anxieties about the future or fussing over past sorrows. If my mind is full of gratitude, it is naturally inclined to a Godly perspective. Through God’s eyes, no moment, no chore, is wasted if it is done in His presence and as a gift for His glory.
Nuestra familia tuvo la suerte de vivir a unas pocas horas de la abuela de mi esposo durante varios años antes de que falleciera. En ese tiempo, ella se convirtió en otra abuela mía y guardo los recuerdos de mi tiempo en su casa como un tesoro.
Un día, mientras lavaba la ropa, comentó que todos siempre andan tan ocupados. “Mira”, dijo, “no demora mucho tiempo sacudir la ropa cuando sale de la lavadora. Puedes ahorrarte mucho tiempo en planchar simplemente sacudiendo un poco cada prenda antes de tirarla a la secadora. Y todo se seca más rápido también porque no está todo amontonado después de estar en la lavadora”.
Todavía puedo recordar mi reacción a su comentario. Número 1, no plancho. Prácticamente nunca plancho nada. Número 2, no tengo tiempo para sacudir la ropa de bebé porque no quiero que se arrugue. En el momento de esta conversación, estaba embarazada de nuestro quinto bebé y el mayor solo tenía siete años.
Pero este recuerdo se ha quedado conmigo. Varios años después, ahora tenemos 6 hijos y todavía no tengo tiempo para sacudir la ropa, pero lo hago, si voy a ser verdaderamente honesta.
Cuando leí el Evangelio de hoy sobre la mujer y sus dos monedas, este recuerdo se me vino a la mente. La mujer dio todo lo que tenía, no retuvo nada de Dios. Ella confió en que Él era lo suficientemente grande como para cuidarla mientras abría sus manos y dejaba caer todo lo que tenía. Cómo me desafía a abrir un poco más la mano y ofrecerle a Dios más de mí.
Así como la mujer no estaba haciendo grandes gestos según los estándares del mundo, tampoco estoy llamada a hacerlo. Estoy viviendo una vida ordinaria, con tareas cotidianas mundanas y, a menudo, tareas repetitivas. ¿De qué sirven estas pequeñas tareas en comparación con las personas influyentes que veo en YouTube o los escritores y oradores que inspiran a cientos, o a millones? Valen más que el oro si son el camino por el que puedo llegar al cielo. Todo comienza con hacerlos con ese propósito en mente.
¿Cómo se ve esto en mi vida? Significa bajar la velocidad para sacudir la ropa. Esta simple acción me da tiempo para agradecer las comodidades como una lavadora y una secadora, que mis hijos tengan suficiente ropa y mi esposo tiene un trabajo que me permite quedarme en casa con nuestros pequeños. Al estar totalmente presente en la tarea que tengo entre manos, no estoy llenando mi mente con ansiedades sobre el futuro o quejándome por las penas pasadas. Si mi mente está llena de gratitud, naturalmente se inclina hacia una perspectiva divina. A los ojos de Dios, ningún momento, ninguna tarea se desperdicia si se hace en Su presencia y como un regalo para Su gloria.
Kate Taliaferro is an Air Force wife and mother. She is blessed to be able to homeschool, bake bread and fold endless piles of laundry. When not planning a school day, writing a blog post or cooking pasta, Kate can be found curled up with a book or working with some kind of fiber craft. Kate blogs at DailyGraces.net.
Feature Image Credit: Ron Lach, pexels.com/photo/close-up-view-of-plastic-bottle-in-laundry-basket-10566522/