Recently, we listened to a priest talk about the Legion of Mary so that we could prayerfully discern whether or not we should begin a group in our parish. It sounded amazing. You get together once a week to pray the rosary and other Marian prayers, you listen to words of wisdom, and have fellowship with others who are also trying to live out their devotion to Mary. I was all in.
Then he told us that each member of the group would be given a weekly apostolic work and we would come back to the group to report it. We would be given tasks to complete, like visiting the homebound or hospitalized, praying for others, completing works of service or walking up to complete strangers and offering them the Miraculous Medal.
Walking up to strangers. Talking to them about Mary. Evangelizing to strangers. Out of my comfort zone. Way out of my comfort zone. Panic inducing anxiety out of my comfort zone.
Yet, like Peter, I have to say, “Lord, to whom shall I go?”
Jesus is at the height of his popularity. People are calling for him to be king. They are all in. And then Jesus tells them that they must eat his flesh and drink his blood. What? Is he talking about cannibalism? Is he just trying to tell them that he will provide for them? What does this mean? And great numbers of people simply walk away. This is too hard. It invokes revulsion, anxiety, maybe even panic since it is out of their comfort zone. And they walk away.
So Jesus asks his apostles if they are going to leave as well. And Peter responds, “Lord, to whom shall I go?” Peter doesn’t tell Jesus he understands these hard sayings. He doesn’t ask Jesus to clue him in or to make an exception. Peter simply stands on his relationship with Jesus and wonders aloud, “What else is there?”
We are asked to do the same thing over and over again. When the teachings of the Church become hard and we want to look for something easier, to whom shall we go? When we are scandalized by the behavior of those we see in the pews next us, to whom shall we go? When our pastor doesn’t live up to our expectations, to whom shall we go? When helping to build the Kingdom of God here on earth takes me out of my comfort zone, to whom shall I go?
I don’t know where this current path will lead, but I know I trust Jesus enough that if he is placing this before me, I need to prayerfully, wholeheartedly discern his call. Because, like Peter, I too believe, Lord, that you have the words of eternal life. I have come to believe and am convinced that you are the Holy One of God. To whom else should I go?
Recientemente, escuchamos a un sacerdote hablar sobre la Legión de María para que pudiéramos discernir en oración si deberíamos o no comenzar un grupo en nuestra parroquia. Sonó increíble. Te reúnes una vez a la semana para rezar el rosario y otras oraciones marianas, escuchas palabras de sabiduría y convives con otras personas que también están tratando de vivir la devoción a María. Estaba totalmente convencida.
Luego nos dijo que a cada miembro del grupo se le asignaría un trabajo apostólico semanal y regresaríamos al grupo para informarlo. Se nos darían tareas para completar, como visitar a los confinados en sus hogares u hospitalizados, rezar por otros, completar obras de servicio o acercarnos a desconocidos y ofrecerles la Medalla Milagrosa.
¿Acercarse a extraños para hablarles de María? ¿Evangelizar a los desconocidos? Todo esto está fuera de mi zona de confort…completamente fuera. Tan fuera que me induce pánico y ansiedad. Sin embargo, como Pedro, tengo que decir: “Señor, ¿a quién iré?”
Aquí Jesús se encuentra en el culmen de su popularidad. La gente pide que sea rey. Todos están a favor. Y luego Jesús les dice que deben comer su carne y beber su sangre. ¿Qué? ¿Está hablando de canibalismo? ¿Está simplemente tratando de decirles que él proveerá para ellos? ¿Qué quiere decir esto? Y un gran número de personas simplemente se marchan. Esto es muy difícil. Provoca repulsión, ansiedad y tal vez incluso pánico, ya que está fuera de su zona de confort. Y se alejan.
Entonces Jesús pregunta a sus apóstoles si ellos también se van a ir. Y Pedro responde: “Señor, ¿a quién iremos?” Pedro no le dice a Jesús que entiende estos duros dichos. No le pide a Jesús que le dé pistas ni que haga una excepción. Pedro simplemente se mantiene firme en su relación con Jesús y se pregunta en voz alta: “¿Qué más hay?”
Se nos pide que hagamos lo mismo una y otra vez. Cuando las enseñanzas de la Iglesia se vuelven duras y queremos buscar algo más fácil, ¿a quién iremos? Cuando nos escandalizamos por el comportamiento de los que vemos en la banca al lado nuestro, ¿a quién iremos? Cuando nuestro párroco no está a la altura de nuestras expectativas, ¿a quién iremos? Cuando ayudar a construir el Reino de Dios aquí en la tierra me saca de mi zona de confort, ¿a quién iré?
No sé a dónde me llevará este camino actual, pero sé que confío en Jesús lo suficiente como para que si él me presenta esto, necesito discernir su llamado con oración y de todo corazón. Porque, como Pedro, también creo, Señor, que tú tienes palabras de vida eterna. He llegado a creer y estoy convencido de que tú eres el Santo de Dios. ¿A quién más debería ir?
Sheryl’s first calling is to be wife and partner to Tom, who is a candidate for the Permanent Diaconate in the Diocese of Kalamazoo. She also gets to live out her passion for teaching and learning by serving as principal at St. Therese Catholic School in Wayland, Michigan. Home is full with Carlyn, our goofy golden retriever, Lucy, our terrier mix wild child, and Mila, our very special Bernese Mountain dog.
Feature Image Credit: Andrew Neel, unsplash.com/photos/woman-sitting-on-land-KkCig7EbfoA