A student learns from their teacher and then goes out and lives their own life using what they have learned. A disciple seeks to emulate their master, living their life in imitation of their master as much as possible. Yes, Jesus was a teacher, but we are not merely students. We are disciples who seek to model our life after his, and Jesus was all-in. Today’s Gospel gives us a model of what discipleship looks and sounds like in real life.
Jesus didn’t come to do things halfway. Fully God and fully man, he experiences all of our life. He cries at the death of loved ones. He offers love and tenderness to those who reject him. He frequents the homes of those considered less than others, on the fringes of society. He is fully one of us. He goes all in, offering his very body and blood in atonement so that we do not have to be separated from God. After his resurrection, he still eats with the disciples, not out of his need, but out of theirs. He institutes the Eucharist, where he is forever humbled to be present in the bread and wine. Jesus is all-in in everything he does.
Likewise the widow. No one would blame her for giving less. After all, she is a widow. She has no one to take care of her and provide for her. But her response to God’s call to give, is to give everything. She leaves it all there trusting God to provide her daily bread.
Are we all-in? When we give, do we give from our excess or from our need? Is our gift to God from our first fruits or our leftovers? It isn’t just money! What about our time? Life in our society is so crazy fast! We are on the move from the moment we wake until we fall into our beds again at night. When our feet hit the floor, do we take time to thank God for the gift of another day or are we already at a run, tackling our never-ending to-do list?
People used to sanctify their day by stopping when they heard the Church bells to pray and reconnect with God. In today’s world, the Church bells have been drowned out by all the other sounds of modern society. How do we stop and reconnect with God, our Source and our Creator, throughout the day? Do we invite God into all parts of our life or do we save some portion of ourselves for ourselves? How close, or how far away are we from going all-in? The widow sets a high bar for us.
Dear Lord, help me to be like the widow. Help me to be all-in. Let all that I do bring glory to you and reflect your love back into the world. May I truly be your disciple, not just your student. Amen.
Un estudiante aprende de su maestro y luego sale y vive su propia vida usando lo que ha aprendido. Un discípulo busca emular a su maestro, viviendo su vida en imitación de su maestro tanto como sea posible. Sí, Jesús fue un maestro, pero nosotros no somos simplemente estudiantes. Somos discípulos que buscamos modelar nuestra vida según la suya, y Jesús estaba completamente comprometido. El Evangelio de hoy nos da un modelo de cómo se ve y suena el discipulado en la vida real.
Jesús no vino a hacer las cosas a medias. Plenamente Dios y plenamente hombre, experimenta todo junto con nosotros en la vida. Llora ante la muerte de nuestros seres queridos. Ofrece amor y ternura a quienes lo rechazan. Frecuenta las casas de aquellos considerados menos que otros, al margen de la sociedad. Es plenamente uno de nosotros. Se entrega por completo, ofreciendo su propio cuerpo y sangre en expiación para que no tengamos que separarnos de Dios. Después de su resurrección, todavía come con los discípulos, no por su necesidad, sino por la de ellos. Instituyó la Eucaristía, donde se humilla para estar siempre presente en el pan y el vino. Jesús se entrega por completo a todo lo que hace.
Lo mismo ocurre con la viuda. Nadie la culparía por dar menos. Después de todo, es viuda. No tiene a nadie que la cuide y le provea. Pero su respuesta al llamado de Dios a dar es darlo todo. Lo deja todo allí confiando en que Dios le proveerá su pan de cada día.
¿Estamos entregados por completo a Dios? Cuando damos, ¿damos de lo que nos sobra o de lo que necesitamos? ¿Nuestro regalo a Dios proviene de nuestras primicias o de nuestras sobras? ¡No se trata solo de dinero! También se trata de nuestro tiempo. ¡La vida en nuestra sociedad es tan locamente rápida! Estamos en movimiento desde el momento en que nos despertamos hasta que volvemos a caer en la cama por la noche. Cuando nuestros pies tocan el suelo, ¿nos tomamos un tiempo para agradecer a Dios por el regalo de otro día o ya estamos corriendo, haciendo frente a nuestra interminable lista de cosas por hacer?
La gente solía santificar su día deteniéndose cuando escuchaba las campanas de la iglesia para orar y reconectarse con Dios. En el mundo de hoy, las campanas de la iglesia han sido ahogadas por todos los demás sonidos de la sociedad moderna. ¿Cómo nos detenemos y nos reconectamos con Dios, nuestra Fuente y nuestro Creador, a lo largo del día? ¿Invitamos a Dios a todas las partes de nuestra vida o reservamos una parte para nosotros mismos? ¿Qué tan cerca o qué tan lejos estamos de darlo todo? La viuda nos pone un listón muy alto.
Querido Señor, ayúdame a ser como la viuda. Ayúdame a darlo todo. Que todo lo que haga te traiga gloria y refleje tu amor en el mundo. Que pueda ser verdaderamente tu discípulo, no solo tu estudiante. Amén.
Sheryl’s first calling is to be wife and partner to Tom, who is a Permanent Diaconate in the Diocese of Kalamazoo. She also gets to live out her passion for teaching and learning by serving as a teaching principal at St. Therese Catholic School in Wayland, Michigan. Home is full with Carlyn, our goofy golden retriever, Lucy, our terrier mix wild child, and Mila, our rescue Bernese Mountain dog whose happy bouncing and wagging tail reminds us to find joy in every moment of every day.
Feature Image Credit: Danie Franco, unsplash.com/photos/persons-hand-in-shallow-focus-CeZypKDceQc