Has someone ever taken credit for something you did? Or maybe they complained (to you or to others) about something that you did with the intention of helping them? Kids do this all the time to parents. We do it to God too. He is always giving good things but we are focused on the wrong things, so we complain (to God and to others) that we are not receiving what we need or want.
Sometimes we believe we have not received what we rightly deserved. Often, our sincere efforts are not recognized, acknowledged, or properly praised. And our human sense of justice bristles at this, demanding equity and fairness and receiving what we are “due.” But God’s justice is on another level entirely. God’s justice is inseparable from His Love and His Mercy. What is just in God’s eyes is whatever each person needs to be safe in the Arms of Love forever. God is always giving more than we know how to receive, more than makes sense to our sense of fairness, more than we ourselves would give. And it’s easy to celebrate this when we are the recipient; but when the person who rubs us the wrong way or someone who seems “undeserving” is blessed with God’s abundance, we sometimes complain and feel like we’ve been “cheated” somehow.
But in truth, none of us have been short-changed in any way. Because absolutely everything is a gift from our Father: our life, our breath, our sustenance, the goodness and beauty that surround us, the gift of salvation through the forgiveness of our sins, the hope that keeps us moving forward, and all the hidden gifts that we have not yet recognized. We too often take these gifts for granted, like children who fail to see the work of those who love and sustain them, but they are gifts nonetheless.
And the greatest gift is grace. “You were dead in your transgressions and sins,” St. Paul tells us, but God, “who is rich in mercy” has “brought us to life in Christ…to show the immeasurable riches of his grace” (Eph 2:1-7). God’s justice is His mercy. Whatever we have is a gift of Love. God gives us everything. So why don’t we all receive the exact same things? Because He has made us all different, to reflect in our own unique way the beauty, truth, and goodness of our God. When we open ourselves fully to Him, we walk steadily and joyfully along the path of becoming the persons He created us to be.
What peace we would know if we rejoiced in ALL of God’s gifts, and not only the ones He gives to us! If our eyes looked for God’s generous hand everywhere, we would walk in gratitude and praise for all He has done and all He is doing, in us and for us, and everywhere else. It would be the beginning of the reign of His Kingdom in us, right here, right now.
¿Alguna vez alguien se ha atribuido el mérito de algo que hiciste a otra persona? ¿O tal vez se quejaron (a ti o a otros) de algo que hiciste con la intención de ayudarlos? Los niños les hacen esto todo el tiempo a los padres. Nosotros también se lo hacemos a Dios. Él siempre está dando cosas buenas pero nosotros nos enfocamos en las cosas malas y luego nos quejamos (a Dios y a los demás) de que no estamos recibiendo lo que necesitamos o queremos.
A veces creemos que no hemos recibido lo que merecíamos. A menudo, nuestros esfuerzos sinceros no son vistos, reconocidos, o elogiados adecuadamente. Y nuestro sentido humano de la justicia se eriza ante esto, exigiendo igualdad y justicia para recibir lo que “nos corresponde”. Pero la justicia de Dios está en otro nivel completamente. La justicia de Dios es inseparable de Su Amor y Su Misericordia. Lo que es justo a los ojos de Dios es lo que cada persona necesita para estar seguro en los Brazos del Amor para siempre. Dios siempre está dando más de lo que sabemos recibir, más de lo que tiene sentido para nuestro sentido de justicia, más de lo que nosotros mismos daríamos. Y es fácil celebrar esto cuando somos los destinatarios; pero cuando la persona que nos molesta o alguien que parece “indigno” es bendecido con la abundancia de Dios, a veces nos quejamos y sentimos que hemos sido “engañados” de alguna forma.
Pero en verdad, ninguno de nosotros ha sido estafado de ninguna manera. Porque absolutamente todo es don de nuestro Padre: nuestra vida, nuestro aliento, nuestro sustento, la bondad y la belleza que nos rodean, el don de la salvación a través del perdón de nuestros pecados, la esperanza que nos hace seguir adelante, y todos los dones ocultos que aún no hemos reconocido. Con demasiada frecuencia tomamos por hecho estos dones, como niños que no ven el trabajo de quienes los aman y sostienen, pero no obstante son dones.
Y el regalo más grande es la gracia. “Estaban muertos en sus delitos y pecados”, nos dice San Pablo, pero Dios, “que es rico en misericordia” nos ha “vivificado en Cristo…para mostrar las inconmensurables riquezas de su gracia” (Ef 2,1 -7). La justicia de Dios es Su misericordia. Todo lo que tenemos es un regalo de Amor. Dios nos da todo. Entonces, ¿por qué todos no recibimos exactamente las mismas cosas? Porque nos ha hecho a todos diferentes, para reflejar a nuestra manera única la belleza, la verdad y la bondad de nuestro Dios. Cuando nos abrimos completamente a Él, caminamos con firmeza y alegría por el camino de convertirnos en las personas que nos creó ser.
¡Qué paz tendríamos si nos regocijáramos en TODOS los dones de Dios, y no solo en los que Él nos da! Si nuestros ojos buscaran la mano generosa de Dios en todas partes, caminaríamos en gratitud y alabanza por todo lo que ha hecho y todo lo que está haciendo, en nosotros y por nosotros, y en todas partes. Sería el comienzo del reinado de Su Reino en nosotros, aquí y ahora.
Kathryn Mulderink, MA, is married to Robert, Station Manager for Holy Family Radio. Together they have seven children (including Father Rob), and seven grandchildren. She is President of the local community of Secular Discalced Carmelites and has published five books and many articles. Over the last 30 years, she has worked as a teacher, headmistress, catechist, Pastoral Associate, and DRE, and as a writer and voice talent for Catholic Radio. Currently, she serves the Church by writing and speaking, and by collaborating with various parishes and to lead others to encounter Christ and engage their faith. Her website is www.KathrynTherese.com
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