Dust, Seeds, and Flowers / El Polvo, las Semillas y las Flores

I stopped to stare and take in all that my child is today. That which I often overlook – the innocence of today, the unknowns of tomorrow. I think of all the potential inside, waiting to flourish, to serve the Lord above all else, God-willing. 

How delicate is life in the womb. That soul can be anything, so infinite the possibilities! 

As Catholics, it is our duty to invest in our youth, both those clearly in front of us as well as the unborn. We must be there to teach and guide them what is just. I pray my children will find the Lord’s narrow way, striving for Him alone and that which is eternal, rather than the distractions of this temporary world. 

Meanwhile, many adults, including myself, struggle with humility. I shouldn’t have to do this or that, I’ve worked too hard, I’m more important than that. And on the other hand, many struggle with self-confidence. I’m not good enough. I’m a nobody. The mustard seed parable reminds us of the significance of littleness. Something small has the greatest potential for growth, and ultimately becomes something magnificent. 

This is one of the most common themes of the Bible. Being asked to go forth and proclaim the Kingdom, we begin as a speck of dust but have infinite power to grow, all because of God’s grace.

“The good God does not need years to accomplish His work of love in a soul; one ray from His Heart can, in an instant, make His flower bloom for eternity…” (St. Therese of Lisieux)

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Me detuve para mirar y asimilar quien es mi hijo el día de hoy. Lo que a menudo paso por alto: la inocencia de hoy, lo desconocido de mañana. Pienso en todo el potencial interior, esperando florecer, para servir al Señor por encima de todo, si Dios quiere.

Qué delicada es la vida en el útero. Esa alma puede ser cualquier cosa, ¡son tan infinitas las posibilidades!

Como católicos, es nuestro deber invertir tiempo en los jóvenes, tanto la que está claramente frente a nosotros como la que está por nacer. Debemos estar allí para enseñarles y guiarles lo que es justo. Rezo para que mis hijos encuentren el camino angosto del Señor, esforzándose solo por Él y por lo que es eterno, en lugar de las distracciones de este mundo temporal.

Mientras tanto, muchos adultos, incluyéndome a mí, luchamos con la humildad. No debería tener que hacer esto o aquello, he trabajado demasiado, soy más importante que eso. Y, por otro lado, muchos luchan con la confianza en sí mismos. No soy lo suficientemente bueno. No soy nadie. 

La parábola de la semilla de mostaza nos recuerda el significado de la pequeñez. Algo pequeño tiene el mayor potencial de crecimiento y, en última instancia, se convierte en algo magnífico. Este es uno de los temas más comunes de la Biblia. Al pedirnos que salgamos y proclamemos el Reino, comenzamos como un puntito de polvo pero tenemos un poder infinito para crecer, todo gracias a la gracia de Dios.

“El buen Dios no necesita años para realizar su obra de amor en un alma; un rayo de su Corazón puede, en un instante, hacer florecer su flor para la eternidad…” (Santa Teresa de Lisieux)

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Dr. Alexis Dallara-Marsh is a board-certified neurologist who practices in Bergen County, NJ. She is a wife to her best friend, Akeem, and a mother of two little ones on Earth and two others in heaven above.

Feature Image Credit: Hal Gatewood, unsplash.com/photos/a-close-up-view-of-some-brown-and-white-speckles-1ZygOiy5quA