Harden Not Your Heart / No Endurezcas Tu Corazón

Life does not go well for us when we go against God. Yet we go against him. It may not be overtly or even intentionally, but it happens. Paul is speaking about what happened in the desert when the Israelites left Egypt for the Promised Land. No matter how often God showed his power and might, cared about and rescued people, they complained and wanted more. God’s care was not enough for them. Do you ever wonder, “why me?” or say  “where are you?” when life is heavy? We forget that God is right there next to us. He is not in some far away detached place looking down and sighing at the mess we’ve made. No, he is right there next to you, offering help and healing. 

Like it says in the Gospel, “he was moved with pity” and so Jesus heals the leper. He cares. Jesus is right there beside you, He sees you in your pain and suffering. Lift your eyes of faith to him and ask for what you need. 

It is easy to harden our hearts when we don’t get our way or are in a difficult season of life. It’s as if we say “Rather than get hurt, I will protect myself from disappointment”. I tried that many years ago. I had a huge disappointment and felt I needed to withdraw to protect myself. I remember driving home, railing at the Lord, explaining why I was justified in my decision. I cried. I ranted. I was so upset I had to pull over. And when I finally took a breath I heard, “Give all of yourself as I gave all of myself for you.”

Hardening my heart was not the answer. And when I am tempted to consider that as a solution, I think back and recall those words I heard that day. Have faith, and harden not your heart.

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La vida no nos va bien cuando vamos en contra de Dios. Sin embargo, vamos en contra de él. Puede que no sea abiertamente o incluso intencionalmente, pero sucede. Pablo está hablando de lo que sucedió en el desierto cuando los israelitas salieron de Egipto hacia la Tierra Prometida. No importa cuántas veces Dios mostraba su poder y fortaleza, cuidaba y rescataba a las personas, ellas se quejaban y querían más. El cuidado de Dios no era suficiente para ellos. ¿Alguna vez te has preguntado, “¿por qué yo?” o “¿dónde estás?” cuando la vida es pesada? Nos olvidamos de que Dios está ahí a nuestro lado. Él no está en un lugar distante mirando hacia abajo y suspirando por el desastre que hemos hecho. No, él está a tu lado, ofreciéndote ayuda y sanación.

Como dice el Evangelio, “le tuvo compasión” y así Jesús cura al leproso. A él le importa. Jesús está a tu lado, Él te ve en tu dolor y sufrimiento. Levanta hacia él tus ojos de fe y pídele lo que necesites.

Es fácil endurecer nuestros corazones cuando no nos salimos con la nuestra o estamos en una etapa difícil de la vida. Es como si dijéramos “En lugar de lastimarme, me protegeré de la decepción”. Lo intenté hace muchos años. Tuve una gran decepción y sentí que necesitaba retirarme para protegerme. Me acuerdo que estaba regresando a mi casa, criticando al Señor, explicándole por qué mi decisión estaba justificada. Lloré. Me quejé. Estaba tan molesta que tuve que detenerme. Y cuando por fin pude respirar de nuevo escuché: “Da todo de ti como yo di todo de mí por ti”.

Endurecer mi corazón no era la respuesta. Y cuando tengo la tentación de considerar eso como una solución, pienso en esas palabras y recuerdo que escuché ese día. Ten fe, y no endurezcas tu corazón.

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Deanna G. Bartalini, M.Ed.; M.P.A., is a certified spiritual director, writer, speaker and content creator. The LiveNotLukewarm.com online community is a place to inform, engage and inspire your Catholic faith. Her weekly Not Lukewarm Podcast gives you tips and tools to live out your faith in your daily life.

Feature Image Credit: Sharon Waldron, unsplash.com/photos/tS1vaJWQHDg