How many times have you said that to yourself? Unfortunately, I have many times. As I opened up the readings for today, the first reading from Romans made a lot of sense to me. Saint Paul was chastising himself because of that problem. He did the things he didn’t want to do and didn’t do the things he wanted to do. I’m sure that is a slight exaggeration. Why? Because he was one of the greatest evangelists ever! I guess I consider myself a mini-evangelist that backslides occasionally like Paul did!
Have you decided that you really want to be all in with the Lord God? It sounds kind of radical doesn’t it? That’s because it is! That doesn’t seem to be a popular trend at present. But in our hearts we know that is what we should be striving to be, all in. You and I both know that it can be a very challenging act. I have always liked to take challenges and run with them. But then comes a bump in the road, perhaps a big bump, and the mind is scrambled and somehow that thought of being all in seems different. I should say it is different!
So how do we dig ourselves out of this crevice? I would suggest getting back to the basics. And what are the basics? It might be somewhat different for each of us because each of us likes to pray a certain way. Most of us were raised on rote prayer. Most of us (Catholics) were never taught spontaneous prayer. The first time I was humiliated by the fact that I was not proficient in praying spontaneously was when I attended my first Right to Life board meeting Back in the mid 70’s. The board was half CRC and half Catholic. As the meeting started they asked for a volunteer to do an opening prayer. My first reaction was….Gulp!
I promised myself to do better so my family and I learned it at dinner time by taking turns saying prayer around the table (ten of us). Now, years later all of our children can pray spontaneously.
So, all of us who are attempting to dig ourselves out of this backsliding crevice can now use our own words to tell the Lord how sorry we are and give him praise and thanksgiving for who He is. And instead of saying what we didn’t want to, we can tell the Lord what we really did want to say.
¿Cuántas veces has dicho esto? Desafortunadamente, yo lo he dicho muchas veces. Al abrir las lecturas de hoy, la primera lectura a los Romanos me hizo mucho sentido. San Pablo se castigaba a sí mismo por ese problema. Hizo las cosas que no quería hacer y no hizo las cosas que quería hacer. Estoy seguro de que es una ligera exageración. ¿Por qué? ¡Porque fue uno de los más grandes evangelistas de todos los tiempos! ¡Supongo que me considero un mini-evangelista que ocasionalmente se reincide como Pablo!
¿Has decidido que realmente quieres entregarle todo al Señor Dios? Suena un poco radical, ¿no? ¡Porque realmente lo es! Eso no parece ser una tendencia popular en la actualidad. Pero en nuestros corazones sabemos que eso es lo que deberíamos esforzarnos hacer, entregarle todo. Tú y yo sabemos que puede ser un acto muy desafiante. Siempre me ha gustado tomar retos y correr con ellos. Pero luego viene un tope en el camino, quizás un gran tope, y la mente se revuelve y de alguna manera esa idea de entregarle todo parece diferente. ¡Debería decir que de hecho es diferente!
Entonces, ¿cómo salimos de esta grieta? Yo sugeriría volver a lo básico. ¿Y cuál es lo básico? Puede ser algo diferente para cada uno de nosotros porque a cada uno le gusta orar de forma diferente. La mayoría de nosotros fuimos criados con las oraciones de memoria. A la mayoría de nosotros (católicos) nunca se nos enseñó la oración espontánea. La primera vez que me sentí humillado por el hecho de que no dominaba la oración espontánea fue cuando asistí a mi primera reunión del consejo de Derecho a la Vida (Right to Life) a mediados de los años 70. La mitad de la gente que asistía era de la iglesia cristiana reformada (CRC) y la mitad eran católicos. Cuando empezó la reunión, pidieron un voluntario para hacer una oración de apertura. Mi primera reacción fue… ¡que nervio!
Me prometí hacerlo mejor, así que mi familia y yo lo aprendimos a la hora de la cena, turnándonos para rezar alrededor de la mesa (éramos diez). Ahora, años después, todos nuestros hijos pueden rezar espontáneamente.
Por lo tanto, todos los que estamos tratando de salir de esta grieta de retroceso ahora podemos usar nuestras propias palabras para decirle al Señor cuánto lo sentimos y darle alabanza y acción de gracias por lo que Él es. Y en lugar de decir lo que no queríamos, podemos decirle al Señor lo que realmente queríamos decir.
Deacon Dan Schneider is a retired general manager of industrial distributors. He and his wife Vicki have been married for over 50 years. They are the parents of eight children and thirty grandchildren. He has a degree in Family Life Education from Spring Arbor University. He was ordained a Permanent Deacon in 2002. He has a passion for working with engaged and married couples and his main ministry has been preparing couples for marriage.
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