I think that today’s Gospel is easy to misunderstand and that we tend to hear something negative in Jesus’ words. When He is approached by someone saying that His mother and His brothers would like to speak with Him, Jesus seems almost dismissive when He says, “Who is my mother? Who are my brothers?” It kind of sounds like Jesus is not acknowledging Mary as His mother or His disciples as His brothers. Instead of focusing on those two questions and stopping there, we need to keep reading. Jesus goes on to say “…whoever does the will of my heavenly Father is my brother, and sister, and mother”. He is not rejecting Mary and the disciples, rather He is embracing a larger community of believers. This is not a harsh Gospel message. Quite the contrary! This Gospel message is one of communion, love, and acceptance. Jesus is telling us exactly what it takes to be in communion with Him: acceptance and submission to the will of the Father.
Jesus does not tell them “whoever never sins and is perfect all the time and never makes mistakes is my brother and sister and mother” (not that we shouldn’t strive for holiness). No! He’s telling us that all we need is faith in God and to rest peacefully in the knowledge that what God wills for us is an indication of His love for us. That is not always easy to do. There are so many other things we can put our trust in: our friends and family, political leaders, the security our job affords us, our own desires and abilities. And perhaps it is easier for us to put our trust in those earthly things because they are so present to us. So how do we shift our trust from things of this world to our Heavenly Father? We make God as present, if not more present, in our everyday lives as everything else is. We need to invite Him into our thoughts, words, and actions. We can start and end our day with prayer. We can pray before meals. We can live our lives intentionally discerning what His plan is. When we do this, when we invite God in, He delights in us! He allows us to become partakers in His divine love and that is how we prepare ourselves for eternity with Him in heaven.
May we take the words of the Responsorial Psalm to prayer today: “Lord show us your mercy and love”.
Creo que el Evangelio de hoy es fácil de malinterpretar y que tendemos a escuchar algo negativo en las palabras de Jesús. Cuando se le acerca alguien que dice que su madre y sus hermanos quisieran hablar con él, Jesús parece casi desdeñoso cuando dice: “¿Quién es mi madre? ¿Quiénes son mis hermanos? Parece que Jesús no está reconociendo a María como su madre o a sus discípulos como sus hermanos. En lugar de centrarnos en esas dos preguntas y detenernos allí, debemos seguir leyendo. Jesús continúa diciendo “…el que hace la voluntad de mi Padre celestial es mi hermano, y hermana, y madre”. Él no está rechazando a María y los discípulos, sino que está abrazando a una comunidad más grande de creyentes. Este no es un mensaje evangélico duro. ¡Todo lo contrario! Este mensaje del Evangelio es uno de comunión, amor y aceptación. Jesús nos está diciendo exactamente lo que se necesita para estar en comunión con Él: aceptación y sumisión a la voluntad del Padre.
Jesús no les dice “el que nunca peca y es perfecto todo el tiempo y nunca comete errores es mi hermano, mi hermana y mi madre” (no es que no debamos esforzarnos por la santidad). ¡No! Nos está diciendo que solo necesitamos la fe en Dios y descansar en paz sabiendo que lo que Dios quiere para nosotros es una indicación de Su amor por nosotros. Eso no siempre es fácil de hacer. Hay tantas otras cosas en las que podemos confiar: nuestros amigos y familiares, los líderes políticos, la seguridad que nos brinda nuestro trabajo, nuestros propios deseos y habilidades. Y quizás sea más fácil para nosotros poner nuestra confianza en esas cosas terrenales porque están muy presentes para nosotros. Entonces, ¿cómo cambiamos nuestra confianza de las cosas de este mundo a nuestro Padre Celestial? Hacemos a Dios tan presente, si no más presente, en nuestra vida cotidiana como todo lo demás. Necesitamos invitarlo a nuestros pensamientos, palabras y acciones. Podemos comenzar y terminar nuestro día con la oración. Podemos rezar antes de comer. Podemos vivir nuestras vidas discerniendo intencionalmente cuál es Su plan. Cuando hacemos esto, cuando invitamos a Dios a entrar, ¡Él se deleita en nosotros! Él nos permite ser partícipes de su amor divino y así nos preparamos para la eternidad con Él en el cielo.
Que hoy llevemos a la oración las palabras del Salmo Responsorial: “Señor, muéstranos tu misericordia y tu amor”.
Dakota lives in Denver, CO with her husband, Ralph, and their two sons, Alfie & Theophilus. She is the Dean of Enrollment Management for Bishop Machebeuf High School where her husband also teaches. You can find Dakota at the zoo or a brewery with her family or with her nose in a book at home. For more of Dakota’s writing check out https://dakotaleonard16.blogspot.com/
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