By this time, we are most likely smack dab in the middle of the winter blahs. It has been just over a month since the Epiphany, which emotionally ends the Christmas season for many of us. The snow is probably still on the ground in a third of the states and for the other two thirds, the cold is enough to prevent us from getting some much needed Vitamin D. We are longing for spring, but still have at least a month (or if you’re in Michigan like me, more like 2-3 months) until the weather warms up enough to shed our coats.
What are we to do with ourselves during this Ordinary Time? What can we do to make it extraordinary for our spiritual growth?
A few months ago, I heard a homily where the priest shared about a friend of his who had the habit of writing in his journal just ONE thing he was thankful for that day. He had been doing so for the past 40 years and had never once repeated a gift. Can you imagine? Over 14,600 DIFFERENT things he was grateful for! That’s how amazing our God is.
What is one small thing that you can pinpoint today that you are thankful for? Perhaps a beautiful sunrise or sunset, the neighbor who plowed your driveway, the warm coat that wards away the chill, the cashier whose smile was especially bright or seeing the first spring bud on a tree. There are so many gifts all around us that can lift our seasonal blues, if only we are aware enough to take them in.
In today’s Gospel, Jesus reviews a few of the Ten Commandments and then takes them one step further. He warns against anger, lustful looks and swearing by this or that. He is teaching us the road to perfection. “I tell you, unless your righteousness surpasses that of the scribes and Pharisees, you will not enter the kingdom of heaven.”
Now we could look at this one of two ways. We can kick our feet and complain at being told what to do and having one more rule to follow, or we can be grateful that we have such a loving God that draws out for us a direct map to heaven. We can choose to grumble or to sing his praises. The choice is ours. What will you choose?
En este momento, lo más probable es que estemos justo en medio de la melancolía del invierno. Ha pasado un poco más de un mes desde la Epifanía, que cierra emocionalmente la temporada navideña para muchos de nosotros. Es probable que la nieve todavía esté en el suelo en un tercio de los estados y para los otros dos tercios, el frío es suficiente para evitar que obtengamos la vitamina D que tanto necesitamos. Anhelamos la primavera, pero todavía falta por lo menos un mes (o si estás en Michigan como yo, 2 o 3 meses) hasta que el clima se caliente lo suficiente como para quitarnos los abrigos.
¿Qué vamos a hacer con nosotros mismos durante este Tiempo Ordinario? ¿Qué podemos hacer para que sea extraordinario para nuestro crecimiento espiritual?
Hace unos meses, escuché una homilía en la que el sacerdote compartió sobre un amigo suyo que tenía la costumbre de escribir en su diario una solo cosa por la que estaba agradecido ese día. Lo había estado haciendo durante los últimos 40 años y nunca había repetido un regalo. ¿Puedes imaginar? ¡Más de 14,600 cosas DIFERENTES por las que estaba agradecido! Así de maravilloso es nuestro Dios.
¿Qué es una pequeña cosa que puedes señalar hoy por la que estás agradecido? Quizás un hermoso amanecer o atardecer, el vecino que quitó la nieve de la entrada de tu casa, el abrigo cálido que te protege del frío, el cajero cuya sonrisa era especialmente brillante o ver el primer capullo de primavera en un árbol. Hay tantos regalos a nuestro alrededor que pueden levantar nuestra tristeza temporal, si solo somos lo suficientemente conscientes como para aceptarlos.
En el Evangelio de hoy, Jesús repasa algunos de los Diez Mandamientos y luego los lleva un paso más allá. Él advierte contra la ira, las miradas lujuriosas y jurar por esto o aquello. Él nos está enseñando el camino a la perfección. “Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.”
Ahora podríamos ver esto de dos maneras. Podemos ponernos mal y quejarnos de que nos digan qué debemos hacer y de tener una regla más que seguir, o podemos estar agradecidos de tener un Dios tan amoroso que dibuja para nosotros un mapa directo al cielo. Podemos elegir quejarnos o cantar sus alabanzas. La opción es nuestra. ¿Qué vas a elegir?
Tami Urcia grew up in Western Michigan, a middle child in a large Catholic family. She spent early young adulthood as a missionary in Mexico, studying theology and philosophy, then worked and traveled extensively before finishing her Bachelor’s Degree in Western Kentucky. She loves tackling projects, finding fun ways to keep her little ones occupied, quiet conversation with the hubby and finding unique ways to love. She works at for Christian Healthcare Centers, is a guest blogger on CatholicMom.com and BlessedIsShe.net, runs her own blog at https://togetherandalways.wordpress.com and has been doing Spanish translations on the side for over 20 years.
Feature Image Credit: Gabrielle Henderson, unsplash.com/photos/M4lve6jR26E