Our Gospel today can be read and dismissed as too challenging, too divisive, too radical. But it comes from Jesus Himself, so we must pause and take a closer look. I find G.K. Chesterton’s reflections from Orthodoxy on today’s passage to be illuminating:
“Love desires personality, therefore love desires division. It is the instinct of Christianity to be glad that God has broken the universe into little pieces, because they are living pieces…That a man may love God it is necessary that there should not only be a God to be loved, but a man to love him.”
Jesus is radically reorienting the world as He instructs His disciples. Your family is no longer the most important thing in your life. Your job isn’t the most important, even your very life can no longer be held as the highest good you have. We must affix our gaze on Jesus and only on Him.
When we give Jesus our sole focus and do all things with Him in mind, we find that we can discover Him in all people and things. We find Jesus in our neighbor, in our friends, in a stranger. And when we discover Jesus waiting for us there, we receive the Father’s love in response to our actions. That is the relationship Jesus wishes for us. We reach out to Him in service, in kindness and in love for others. He reaches back in love, in mercy and in grace.
The sword that divides becomes the tool which sets us free to more fully embrace Jesus. Jesus then, fills us with His love that overflows back to those very people we placed second so that we could place Jesus first.
Nuestro Evangelio de hoy puede leerse y descartarse como demasiado desafiante, demasiado divisivo, demasiado radical. Pero viene del mismo Jesús, así que debemos pausar y mirar más de cerca. Encuentro esclarecedoras las reflexiones de G. K. Chesterton de su libro Orthodoxy (Ortodoxia) sobre el pasaje de hoy:
“El amor desea la personalidad, por lo tanto el amor desea la división. Es instinto del cristianismo alegrarse de que Dios haya partido el universo en pedacitos, porque son pedazos vivos… Para que un hombre ame a Dios es necesario que no sólo haya un Dios a quien amar, sino un hombre quien le ame.”
Jesús está reorientando radicalmente el mundo mientras instruye a sus discípulos. Tu familia ya no es lo más importante en tu vida. Tu trabajo no es lo más importante, incluso tu propia vida ya no puede considerarse como el mayor bien que tienes. Debemos fijar nuestra mirada en Jesús y sólo en Él.
Cuando le damos a Jesús nuestro único enfoque y hacemos todas las cosas con Él en mente, encontramos que podemos descubrirlo en todas las personas y cosas. Encontramos a Jesús en nuestro prójimo, en nuestros amigos, en un extraño. Y cuando descubrimos a Jesús esperándonos allí, recibimos el amor del Padre en respuesta a nuestras acciones. Esa es la relación que Jesús desea para nosotros. Nos acercamos a Él en el servicio, en la bondad y en el amor por los demás, y de vuelta, Él se acerca a nosotros con el amor, la misericordia y la gracia.
La espada que divide se convierte en la herramienta que nos libera para abrazar más plenamente a Jesús. Entonces, Jesús nos llena con su amor que se desborda hacia esas mismas personas que colocamos en segundo lugar para que pudiéramos colocar a Jesús en primer lugar.
Kate Taliaferro is an Air Force wife and mother. She is blessed to be able to homeschool, bake bread and fold endless piles of laundry. When not planning a school day, writing a blog post or cooking pasta, Kate can be found curled up with a book or working with some kind of fiber craft. Kate blogs at DailyGraces.net.
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