The Bill Comes Due Always / La Factura Siempre Vence

The hosts of a podcast I listen to (Catching Foxes) are fond of quoting a line from a Marvel movie: “The bill comes due always.” The point is that no matter what you do, there will always be a consequence for your actions. Whether we put all our eggs in the basket of holiness or instead make moral compromises for what we believe to be appropriate reasons, we will reap the benefits or punishments either in this life or in the next, even if it seems like the bill is always being deferred to a later time.

Jesus reminds us of something similar in the Gospel: “Gird your loins and light your lamps and be like servants who await their master’s return from a wedding, ready to open immediately when he comes and knocks. Blessed are those servants whom the master finds vigilant on his arrival” (Luke 12:35–37). When the Lord returns, whether at our particular judgment at the end of our lives or at the final judgment at the end of history, He wants to find us ready, saying, like the Psalmist, “Here I am, Lord; I come to do your will” (Ps. 40:8a).

No matter what we do, the bill comes due always: at any moment, our lives could be cut short or Christ could come down for the final judgment, and we must be ready then and there. To that end, we are called to heed our Gospel acclamation and “be vigilant at all times and pray that you may have the strength to stand before the Son of Man” (Luke 21:36).

The important thing is to remember that the bill will come due at some point that we will, in all likelihood, not see coming. Jesus says as much whenever He speaks of the Second Coming, and we can infer the same thing about our own particular judgment, the hour of which is almost never known. Knowing that Christ will come when we do not expect Him, we ought to be consistent with our prayer, not letting a day go by without turning our hearts and minds to God.

This means that we should have daily prayer practices, for example an examination of conscience, a morning offering, or some sort of mental prayer. Other practices should include the sacraments and sacramentals: Mass, Confession, holy hours, and particular devotions like the Rosary. Spiritual direction, pilgrimages, and retreats are also important. Consistent prayer practices are not legalistic responsibilities, but acts of love that keep us in the right relationship with the Lord.

Although we don’t always do these things consistently or perfectly, the important thing is for each of us to get back up by the grace of God and keep on the path to union with God. This is what it means to be vigilant, to keep watch, so that when Jesus comes, we can say that we have been waiting with eager expectation.

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A los anfitriones de un podcast que escucho (Catching Foxes) les gusta citar una frase de una película de Marvel: “La factura siempre vence”. El punto es que no importa lo que hagas, siempre habrá una consecuencia por tus acciones. Ya sea que pongamos todos nuestros huevos en la canasta de la santidad o, en cambio, hagamos compromisos morales por lo que creemos que son razones apropiadas, cosecharemos los beneficios o los castigos en esta vida o en la próxima, incluso si parece que la factura siempre se aplaza para un momento posterior.

Jesús nos recuerda de algo semejante en el Evangelio: “Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela.” (Lucas 12:35-37). Cuando el Señor regrese, ya sea en nuestro juicio particular al final de nuestra vida o en el juicio final al final de la historia, quiere encontrarnos preparados, diciendo, como el salmista: “Aquí estoy… hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que deseo” (Sal. 40, 8-9).

No importa lo que hagamos, la factura siempre vence: en cualquier momento, nuestras vidas pueden ser truncadas o Cristo puede descender para el juicio final, y debemos estar listos en ese momento. Con ese fin, estamos llamados a prestar atención a nuestra aclamación evangélica:Velen y oren, para que puedan presentarse sin temor ante el Hijo del hombre.” (Lc 21,36).

Lo importante es recordar que la factura vencerá en algún momento y que, con toda probabilidad, no lo anticiparemos. Jesús lo dice cada vez que habla de la Segunda Venida, y podemos inferir lo mismo acerca de nuestro propio juicio particular, cuya hora casi nunca se conoce. Sabiendo que Cristo vendrá cuando no lo esperamos, debemos ser consecuentes con nuestra oración, no dejar pasar ni un solo día sin voltear el corazón y la mente a Dios.

Esto significa que debemos tener prácticas de oración diarias, por ejemplo, un examen de conciencia, una ofrenda matutina o algún tipo de oración mental. Otras prácticas deben incluir los sacramentos y sacramentales: la Misa, la Confesión, las Horas Santas y unas devociones particulares como el Rosario. También son importantes la dirección espiritual, las peregrinaciones y los retiros. Las prácticas de oración consistentes no son responsabilidades legalistas, sino actos de amor que nos mantienen en la relación correcta con el Señor.

Aunque no siempre hacemos estas cosas de manera consistente o perfecta, lo importante es que cada uno de nosotros se levante por la gracia de Dios y siga en el camino de la unión con Dios. Esto es estar alerta y velar, para que cuando venga Jesús, podamos decir que hemos estado esperando con expectativa entusiasta.

Comunicarse con el autor

David Dashiell is a freelance author and editor in Nashville, Tennessee. He has a master’s degree in theology from Franciscan University, and is the editor of the anthology Ever Ancient, Ever New: Why Younger Generations Are Embracing Traditional Catholicism.

Feature Image Credit: Daniel Bizzo, cathopic.com/photo/11271-vigilia-de-adoracion