Let Your Spirit Rejoice / Que tu Espíritu se Regocije

Mary said: “My soul proclaims the greatness of the Lord; my spirit rejoices in God my savior.

Mary’s soul magnifies, augments, elevates, and brings into sharper focus the grandeur of God. Have you ever peered at an object through a magnifying glass, awed as even the minutest details enlarge and amaze? Mary’s model of faith—her profound yes—amplifies, illustrates, and clarifies the promises and hope we find in the God who adores us.

Mary’s spirit rejoiced! Humans often confuse happiness and joy, but these two emotions are very different. Joy cannot be taken; it is not reliant, like happiness, on human experiences or circumstances, which can change in a moment. Joy is a fruit of living in the Holy Spirit. It is rooted in the knowledge that we are created by and belong wholly to a God who loves us.

Mary needed a savior, and Jesus, our Savior, is hers as well. She was given preventative redemption, meaning that the grace she received at her conception was in anticipation of Christ’s sacrifice on the Cross. How is this possible? Our unfathomable God is not bound by time; he is outside of the human limitations of the here and now; and can use things in time whenever and however he chooses. Her Immaculate Conception celebrated on December 8th, marks that incredible moment God bestows upon Mary and her conception, this singular grace. Only she is blessed among women to have received the grace won through the salvific work of the Cross; before Jesus’ birth, suffering, death, and resurrection. The Almighty has indeed done great things for Mary, and through her Son, for us as well.

Despite the misconception, Mary is not the one worshiped or magnified in the words of this beautiful prayer. She is the lowly, the hungry, and the servant, the handmaid of the Lord in need of a savior. Mary’s life reflects Jesus, the Savior’s light, just as the moon can only be illuminated by the light of the sun. 

Mary’s Fiat, her grand yes, and subsequent song of praise models for each of us how to see and rightly react to the incredible things God has, and will continue to do for us. She reminds us and demonstrates how we are also called to magnify God’s glory in our own life. The Magnificat,  taken from the first word in the Latin translation, is also known as the Canticle of Mary. This hymn of the Virgin Mary, parallels the song of Hannah from the Old Testament, another mother willing to surrender her beloved son to the perfect will of God.

The church father Athanasius (ca 298–373) stated:”God became man that man might become God.” This could not have been accomplished without the humble, meek, faithful affirmative ascent of a young woman who believed and trusted in the promises of the Lord. Her soul magnifies the Lord, so we can come to know, love, and serve him as she did. 

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María dijo: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador.” 

El alma de María glorifica, aumenta, eleva y magnifica la grandeza de Dios. ¿Alguna vez ha mirado un objeto a través de una lupa, asombrado cuando incluso los detalles más pequeños se agrandan y asombran? El modelo de fe de María, su sí profundo, amplía, ilustra y aclara las promesas y la esperanza que encontramos en el Dios que nos adora.

¡El espíritu de María se regocijó! Los humanos a menudo confundimos felicidad y alegría, pero estas dos emociones son muy diferentes. La alegría no se puede tomar; no depende, como la felicidad, de las experiencias o circunstancias humanas, que pueden cambiar en un momento. La alegría es un fruto de vivir en el Espíritu Santo. Tiene sus raíces en el conocimiento de que somos creados y pertenecemos totalmente a un Dios que nos ama.

María necesitaba un salvador, y Jesús, nuestro Salvador, es el suyo también. Se le dio la redención preventiva. En otras palabras, la gracia que recibió en su concepción fue en anticipación del sacrificio de Cristo en la Cruz. ¿Cómo es posible? Nuestro Dios insondable no está sujeto al tiempo; está fuera de las limitaciones humanas del aquí y ahora; y puede usar las cosas en el tiempo cuando y como quiera. Su Inmaculada Concepción celebrada el 8 de diciembre marca ese momento increíble que Dios concede a María y su concepción, esta singular gracia. Sólo ella es bendita entre las mujeres por haber recibido la gracia ganada por la obra salvífica de la Cruz; antes del nacimiento, sufrimiento, muerte y resurrección de Jesús. En verdad, el Todopoderoso ha hecho grandes cosas por María y, a través de su Hijo, también por nosotros.

A pesar del malentendido, María no es la que se adora o se engrandece en las palabras de esta hermosa oración. Ella es la humilde, la hambrienta y la sierva del Señor que necesita un salvador. La vida de María refleja a Jesús, la luz del Salvador, así como la luna sólo puede ser iluminada por la luz del sol.

El Fiat de María, su gran sí y el posterior canto de alabanza son modelos para cada uno de nosotros de cómo ver y reaccionar correctamente ante las cosas increíbles que Dios ha hecho y seguirá haciendo por nosotros. Ella nos recuerda y demuestra cómo también nosotros estamos llamados a magnificar la gloria de Dios en nuestra propia vida. El Magnificat, tomado de la primera palabra de la traducción latina, también se conoce como el Cántico de María. Este himno de la Virgen María, es paralelo al canto de Ana del Antiguo Testamento, otra madre dispuesta a entregar a su amado hijo a la perfecta voluntad de Dios.

El padre de la iglesia Atanasio (ca 298–373) declaró: “Dios se hizo hombre para que el hombre pudiera convertirse en Dios”. Esto no podría haberse logrado sin el ascenso afirmativo humilde, manso y fiel de una mujer joven que creyó y confió en las promesas del Señor. Su alma magnifica al Señor, para que podamos llegar a conocerlo, amarlo y servirlo como ella lo hizo.

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Allison Gingras ( www.ReconciledToYou.com ) — Shares her love of the Catholic Faith with stories, laughter, and honesty as experienced in the ordinary of life! Her writing includes Encountering Signs of Faith (Ave Maria Press) and the Stay Connected Journals for Women (OSV). Allison is a Catholic Digital Media Specialist for Family Rosary, Catholic Mom, and the Fall River Diocese. She hosts A Seeking Heart podcast and is co-host of the Catholic Momcast podcast.

Feature Image Credit: Lupe Belmonte, cathopic.com/photo/12719-immaculate

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