Shine Before Others / Haz Brillar Tu Luz

“This is the nation that does not listen to the voice of the Lord, its God, or take correction. Faithfulness has disappeared; the word itself is banished from their speech” (Jer. 7:28). When God speaks to Jeremiah in the First Reading, He is lamenting the disobedience of His people, even when given constant access to the prophets. We can use this passage as an examination of conscience.

Throughout the readings, God is calling for our attention and our worship. He is constantly sending us messages through His Word and His continued providence in our daily life, and He expects us to listen and “take correction.” This means a reorientation of our lives, an adjustment of practices and mindsets that we have perhaps grown too comfortable with.

Are we listening to the voice of the Lord? Are we “taking correction”? “If today you hear his voice, harden not your hearts.” (Psalm Response) “Whoever is not with me is against me, and whoever does not gather with me scatters” (Luke 11:23). Our Lord is demanding: He gives us many, many opportunities to listen to and understand His voice, and then He expects us to follow Him without reservation. If we are not clearly with Him, we scatter aimlessly.

This is a fitting call for Lent. Especially if we live among those friendly to the Faith, we might get comfortable living a life of simple kindness and peace, not doing much beyond that. In the midst of the pagan nations, the Israelites had become lax in their morals and complacent in their faith. God sent prophet after prophet to remind them that they must never settle for mediocrity, and must never “blend in” with non-believers. For ourselves, we can ask: Do we think that we can witness to Christ without speaking up in difficult situations or without living a radically different lifestyle than those around us? 

As we continue into the Lenten season, we ought to consider in which areas of our lives we are growing complacent. Have we told ourselves that we’re doing a great job following the Lord and that we don’t need to do anything special? Is there much that is distinctively Catholic about the way we conduct ourselves? Could a stranger tell we’re Catholic from an initial conversation? From visiting our home? There are always things we will have to correct, and there is always an opportunity to heed the Lord’s voice more deeply.

In Lent, we have an opportunity to do penance for our sins, so as to be ready to receive the graces of the Paschal Mystery. When we reflect on the purpose of the season, and when we consider the radical witness of Christians throughout the centuries, we understand that we should not simply be an example of kindness to others; we need to have reformed our lives so intensively in response to God’s Word that we are markedly different from our neighbors. Let us use the graces we receive to practice heroic charity, extraordinary penance, radical Christian hope, and visible faith.

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“Éste es el pueblo que no escuchó la voz del Señor, su Dios, ni aceptó la corrección. Ya no existe fidelidad en Israel; ha desaparecido de su misma boca’” (Jeremías 7:28). Cuando Dios le habla a Jeremías en la Primera Lectura, lamenta la desobediencia de su pueblo, incluso cuando se les da acceso constante a los profetas. Podemos usar este pasaje como un examen de conciencia.

A lo largo de las lecturas, Dios está llamando nuestra atención y nuestra adoración. Constantemente nos envía mensajes a través de Su Palabra y Su providencia continua en nuestra vida diaria, y espera que escuchemos y “aceptemos la corrección”. Esto significa una reorientación de nuestras vidas, un ajuste de prácticas y mentalidades con las que quizás nos hemos vuelto demasiado cómodos.

¿Estamos escuchando la voz del Señor? ¿Estamos “aceptando la corrección”? “Señor, que no seamos sordos a tu voz.” (Salmo Responsorial)  “El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama” (Lucas 11:23). Nuestro Señor es exigente: nos da muchas, muchas oportunidades para escuchar y entender su voz, y luego espera que lo sigamos sin reservas. Si no estamos claramente con Él, nos dispersamos sin rumbo fijo.

Este es un llamado apropiado para la Cuaresma. Especialmente si vivimos entre personas de fe, podemos sentirnos cómodos viviendo una vida de bondad y paz sencillas, sin hacer mucho más que eso. En medio de las naciones paganas, los israelitas se habían vuelto laxos en su moral y complacientes en su fe. Dios envió profeta tras profeta para recordarles que nunca deben conformarse con la mediocridad, y nunca deben “mezclarse” con los no creyentes. Nosotros mismos, podemos preguntarnos: ¿Creemos que podemos dar testimonio de Cristo sin hablar en situaciones difíciles o sin vivir un estilo de vida radicalmente diferente al de quienes nos rodean?

A medida que avanzamos en la temporada de Cuaresma, debemos considerar en qué áreas de nuestras vidas nos estamos volviendo complacientes. ¿Nos hemos dicho a nosotros mismos que estamos haciendo un gran trabajo siguiendo al Señor y que no necesitamos hacer nada especial? ¿Hay mucho que sea distintivamente católico en la forma en que nos comportamos? ¿Podría un extraño decir que somos católicos a partir de una conversación inicial o al visitar nuestra casa? Siempre hay cosas que tendremos que corregir, y siempre existe la oportunidad de escuchar la voz del Señor más profundamente.

Durante la Cuaresma, tenemos la oportunidad de hacer penitencia por nuestros pecados, para estar listos para recibir las gracias del Misterio Pascual. Cuando reflexionamos sobre el propósito de la temporada, y cuando consideramos el testimonio radical de los cristianos a lo largo de los siglos, comprendemos que no debemos ser simplemente un ejemplo de bondad para los demás; tenemos que haber reformado nuestras vidas tan intensamente en respuesta a la Palabra de Dios que seamos marcadamente diferentes de nuestros vecinos. Usemos las gracias que recibimos para practicar la caridad heroica, la penitencia extraordinaria, la esperanza cristiana radical y la fe visible.

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David Dashiell is a freelance author and editor in Nashville, Tennessee. He has a master’s degree in theology from Franciscan University, and is the editor of the anthology Ever Ancient, Ever New: Why Younger Generations Are Embracing Traditional Catholicism.

Feature Image Credit: marcela, cathopic.com/photo/7410-haremos-brillar-la-luz-en-las-tinieblas